Jaula de oro

El ave azul

Las campanas tocaban, tocaban a un punto enloquecedor que casi envenenaba las mentes de los hijos del olvido, de la vida y de la muerte.

Los hijos de la tierra asomaban sus pequeñas y verdes cabezas entre los árboles y arbustos, sus brazos terminaban en manos de garras y largas uñas demasiado peligrosas para un simple mortal, sus rostros eran terribles, sus ojos demasiado claros...

Los hijos de la tierra respiraban un aire extraño mientras miraban como extraños hombres cruzaban sus tierras, y entre ellos venía un olor diferente, un olor semejante a la sangre.

Los hijos del aire inclinaron la cabeza, entre ellos un ave de plumaje azul como el cielo antes del atardecer, plumas de belleza inmortal y valor precioso.

Su preciosa cabeza se movió leve hasta fijar las pupilas en el que dirigía a los hombres a caballo.
De tez morena, mirada del tono topacio, espalda recta, y hombros fuertes, que apenas parecía mirar al resto, solo al frente.

El ave se elevó de sus ramas y voló hasta llegar a él.

Hasta tocar su hombros.

Hasta cruzar miradas

-Está perdido –dijeron los hombres, pues conocían las leyendas del bosque que habían cruzado, y Damian Al Ghul les ignoro sin dejar de cabalgar, con el ave de plumaje azul bien apoyado en su hombro, a veces el ave se alejaba y volaba planeando sobre la cabeza de todos ellos, pero casi siempre se mantenía cerca de Damian, el heredero del emperador Ras Al'Ghul.

El príncipe no decía nada, ni tan siquiera parecía apercibirse al hecho, de que un espíritu del aire se negaba a alejarse de él y aquello era absurdo, pues quienes conocían de leyendas y criaturas del bosque encantado sabían, que las criaturas del aire se quedaban con algunos hombres durante una temporada, pero cuando los abandonaban... los hombres perdían la cordura.

Por fuerte que fuese su príncipe ni siquiera él podría resistir el poder de la magia cuando esta reclamara su vida y su cordura, el día que el espíritu le abandonara a su suerte.

¿Y a cambio que?

¿Qué recibía a cambio para no tratar de asesinar al ave ahora que tenía la oportunidad?

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Damian sabía que estaba perdido, perdido en el momento en que el ave puso los ojos sobre suyo, porque sintió su mirada de cielo atravesarle con la forma de siete lanzas dispuestas a detenerle, lo supo cuando el ave se posó en su hombro hundiendo las garras de sus patas en el hombro de su armadura.

Lo supo cuándo una noche en que acamparon y él se quedó solo en su tienda el ave tomo la forma de un atractivo hombre de tez pálida y ojos azules.

Lo supo cuando el muchacho se acercó a él y sus bocas se encontraron, lo supo cuando al darse cuenta se encontró perdido en los placeres de la carne, hundido en el interior del cuerpo aparentemente mortal del hombre que le veía con una sonrisa cálida.

Lo supo, como supo también que no podría matarlo.

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A veces hablaban, y mientras los días pasaban Damian entendía que estaba perdido, porque el castillo de su abuelo se anunciaba cercano y él debía ingresar allí y allí...

-Deberías abandonarme ahora –le dijo la última noche, antes de entrar a la ciudad, a su amante, el espíritu le miro con una ceja elevada y se echó a reír.

-¿Irme? ¿Por qué lo haría? –pregunto, extendiendo las manos hasta acariciar sus mejillas.
-Mañana vuelvo al castillo de mi abuelo.

-Iré contigo –sonrió el ave azul.

-¿Cuándo me abandonaras? –pregunto, suave Damián, Frunciendo el ceño, quizá pensando en que si el tiempo que estaban juntos era corto el aún podría salvarse.

Frente suyo Richard, pues así decía llamarse, le extendió ambas manos hasta acariciar con dulzura sus mejillas.

-Cuando me aburra de ti.

Se miraron a los ojos y Damian se apartó de él con crudeza y sin querer su compañía, Dick le dejo ir.

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Cuando Ras vio a su nieto ingresar con un ave azul soltó un grito, pero no dijo más. Alabo su capacidad al volver victorioso de la batalla y luego ingresaron juntos en el salón donde su madre los esperaba, el ave quedó en poder de un soldado que dijo lo llevaría a las habitaciones del príncipe.

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-Sabía que cumplirías todas tus misiones –dijo Ras, y su nieto inclino la cabeza.

-Un espíritu azul de luz y de aire, debo decirlo estoy admirada querido mío –dijo su madre acariciando sus mejillas con afecto y satisfacción.

Damian la observo y beso sus manos.

-el ave entro por su propia voluntad al castillo abuelo.

-Eso es lo mejor de todo, son tan hermosamente ingenuos... sus dedos se extendieron hasta una jaula donde una preciosa ave de color escarlata se hallaba enjaulada, era hermosa, pero las plumas bajas que le permitían volar estaban cortadas, Damian no dijo nada pero se estremeció al pensar en lo que en aquellos instantes debía ocurrirle a Dick y lamento que el espíritu no hubiese escuchado debajo de sus palabras.

Había una razón por la que los Al Ghul continuaban gobernando su pequeño reino, una razón por la que eran altos.

El espíritu de aire no era el primero en caer ante un Al Ghul.

Su abuelo tenía espíritus por montón que satisfacían su carne y su ambición de poder, pues cada espíritu tiene algo de magia dentro de él y puede ser útil...

El mismo era hijo de su madre y de un espíritu de la noche que su madre había cazado hasta atraparlo y tenía encerrado en la base del castillo.

Era inevitable.

Ningún espíritu escuchaba sino hasta el final.

Trato de hablar alguna cosa, pero un grito le interrumpió... supo que Richard había perdido sus plumas.

-Ahora es tuyo –anuncio su abuelo.

-Para siempre –completo su madre.