Epílogo

Cinco años después.

El desierto se extendía claro y ancho por todo, sin embargo, la ciudad de Rizenbul se podía divisar un poco en el horizonte.

Mei se acomodó a su lado, gruñendo un poco en su sueño y Al tan solo la abrazó para que ella estuviese más cómoda, luego de tantos viajes se había acostumbrado a los trenes.

Mei le había acompañado en sus viajes al Este. Ella le ayudaba con su investigación y aprendía por sí misma mejorando su propia habilidad medicinal. Pocas veces habían vuelto a Amestris antes de seguir viajando.

La foto familiar que se tomaron con su hermano, Winry y los dos niños, y dos meses después, la celebración de su boda.

Ahora era hora de volver y restablecerse en su pueblo natal. La investigación de Alphonse había terminado junto a la de su hermano que había terminado años atrás. Era hora de unir toda la información.

—¿Cuánto falta? —preguntó Mei en un susurro. Alphonse le acarició el brazo y luego dirigió su mano hacia su prominente vientre.

—Como una hora —le respondió. Mei asintió y, aunque ya estaba despierta, decidió quedarse recostada a él. Alphonse la miró de reojo y siguió acariciando su vientre, ya tenía seis meses de embarazo.

Esa había sido otra razón para volver al país.

—¿Ed y Winry nos estarán esperando siempre en la estación? —le preguntó ella acariciando el suave pelaje de Xiao Mei que estaba en sus piernas, la panda simplemente se quedó de ese tamaño.

—Sí. Nos llevarán luego a nuestra casa. Según Ed es bonita.

—No confío en los gustos de Ed —dijo Mei soltando una risita. Alphonse sonrió, se preparó mentalmente para las bromas que el par de iba a comenzar a decir apenas pisaran tierra Amestriana. Mei acarició el pelaje de su panda y ésta se levantó. Se retorció en la caricia de su dueña y luego se dirigió a Alphonse para que éste la acariciara.

Xiao Mei parecía estar muy emocionada.

Leyeron un poco hasta que el tren dio el aviso que pronto llegarían. Mei tomó una pequeña maleta ya que no podía cargar demasiado peso, el resto de equipaje lo cargó Alphonse. En la puerta de salida, había varias personas esperando a sus seres queridos.

—¿Puedes verlos? —preguntó Mei tratando de empinarse. Alphonse estiró su cuello con tal de ver dos cabezas rubias, pero no los encontraba.

—Ni empinándote podrías verme, enana —escucharon detrás de ellos. Ed había aparecido colocando una mano sobre la cabeza de Mei que frunció el ceño. Alphonse soltó una risa ante la sonrisa de su hermano y la molestia de su esposa. Xiao Mei fue a morder el dedo de Ed, pero éste la esquivó y luego le sacó la lengua a la panda.

—Mira quien habla de enano, enano —contestó Mei quitando la mano del rubio de su cabeza y girándose para encararlos. Winry apareció entre la gente y les saludó con la mano.

—¡Chicos! —exclamó llegando y abrazando enseguida a Mei. Ed se acercó a su hermano y lo inundó en un abrazo. Alphonse sonrió, estaba por fin en casa.

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—Si quieren podemos pedir un caballo para llevar a Mei —comentó Ed tomando una de las maletas de su hermano. Winry le quitó la bolsa a Mei de los brazos.

—Estoy bien, puedo caminar hasta la casa.

—Vamos primero a la nuestra —comentó Winry—. Los niños y una buena tarta de manzana los esperan —los ojos de Alphonse brillaron ante la mención de la tarta, Mei rodó los ojos al verlo.

—Siempre tienes a Alphonse a tus pies con la tarta —mencionó a Winry—, ahora sí tienes tiempo para enseñarme cómo hacerla para darle la sorpresa a él —Winry soltó una risita y observó como los hermanos se quedaban un poco atrás hablando de lo que habían descubierto en sus viajes.

—¿Cómo va el embarazo? —preguntó Winry a Mei. La pelinegra acarició su vientre sintiendo a su pequeño moverse.

—Bien. Se mueve pero es quieto. Pero lo importante es que podré tener un parto normal y seguro. Mi vida no corre tanto peligro como si hubiera quedado embarazada hace años.

—¿Y tienes algún presentimiento de que es?

—Alphonse quiere que sea niña, pero yo quiero un niño —soltó una risita.

—Lev solía ser muy inquieto e Ivy bastante quieta así que de pronto tiene que ver —Mei se encogió de hombros.

—No sabría decirte, Lan Fan me comentó que Shaoran era quieto, y es varón.

—Oh, nosotros fuimos a verlos hace un mes. Es hermoso ver que el heredero es un niño sano y fuerte —sonrió Winry—. También fuimos a ver a la niña de Riza y el Führer Roy. Es también preciosa.

—Es hermoso ver como todos han formado una familia —Winry le sonrió y le pasó el brazo por los hombros. Mei seguía siendo más bajita.

—Sí. Y lo mejor es que ustedes también están juntos —Mei soltó una risita.

—Sí.

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No habían terminado de abrir la puerta cuando dos pequeñas figuras rubias se lanzaron hacia ellos. Lev de cinco años e Ivy de tres, corrieron hasta la puerta.

—¡Tío Alphonse! ¡Tía Mei! —Mei se sonrojó cuando los niños le dijeron de esa forma. Nunca esperó que lo hicieran y se sentía una calidez en su pecho cuando lo hacían.

—Cuidado con la tía Mei, hay un bebé en ella y no puede cargar mucho peso —comentó Ed. Los niños abrazaron a Mei y luego se dejaron cargar por Alphonse. Los inundaron de preguntas, desde ¿cómo les fue en su viaje? hasta la típica pregunta de cuando alguien llega del extranjero ¡me trajeron algo?

La pareja soltó una risita y se sentó en el comedor luego de saludar a la abuela Pinako. Winry llegó con la tarta de manzana recién horneada y todo se sintió tan normal.

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Oh, Mei. Diría que es un honor verte, pero no lo es dijo Li apoyando su cabeza en la pared. Mei frunció el ceño, a pesar de estar tras las rejas, Li le daba una sonrisa torcida, altanera, ¿a que se debe el honor de mi honorable princesa? luego de ¿Cuántos? ¿Cinco años? pierdes la noción del tiempo encerrado. Te ves más grande, más linda, debo admitir Mei frunció el ceño

Este encierro te lo mereces comentó y se ajustó la capa. Ésta ocultaba muy bien su vientre crecido—. Caer tan bajo para querer usar a una princesa para obtener el trono Li estaba sucio y tenía las ropas rasgadas. El encierro solo le proporcionaba agua y una cama para dormir. Apurado había un baño en la esquina.

Mei se había atrevido visitar a Li luego de años, quería romper la peor conexión que tenía en Xing. Luego de su matrimonio con Alphonse en Amestris, ella seguía siendo una princesa en Xing. Y sobre todo, seguía siendo una Li ya que el matrimonio no se había podido anular.

Te ves muy feliz como para estar encerrado comentó Mei.

¿A qué viniste, Mei? ¿A restregarme la felicidad que no pude quitarte? un escalofrío recorrió la espalda de la princesa.

¿Y lo dices de tal forma? Li se encogió de hombros.

¿Cómo quieres que te lo diga? Ya estoy encerrado aquí, no necesito fingir más. Quería el trono y tú eras el escalón perfecto Mei frunció el ceño.

Lástima que elegiste a la peor princesa para el trabajo, soy una guerrera también, apenas supe tu plan quise pelear Li se encogió de hombros

Supe que volviste con tu Amestriano. Los rumores corren, sobre una princesa manchada que se casó en otro país.

¿Manchada? La sonrisa de Li fue tétrica y había un brillo de maldad en sus ojos.

Yo te manché. Me sorprende que tu Amestriano te hubiera querido así Mei tragó en seco y le dio una sonrisa confiada.

Alphonse me ama, me acepta como sea.

Me hubiera gustado saber si te hubiera aceptado estando embarazada Mei tragó, ese había sido uno de los miedos que la habían llenado la cabeza. Sin embargo, no había pasado y ahora, estaba embarazada de Alphonse.

Vine a romper la peor conexión que tengo en Xing. Enfrentarme a ti, y saber que estás aquí encerrado sin poder salir, es darme cuenta que soy feliz lejos de ti Se apartó la capa y le sonrió a Li haciendo notar su vientre a través de su ropa de viaje. Li abrió mucho los ojos. Tal vez aun soy una Li, pero un matrimonio no me da a entender que soy tuya. Jamás lo fui.

Mei volvió a cubrir su vientre con la capa.

Yo soy yo. Soy libre.

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A pesar de que el cielo Amestriano era diferente al Xingense, en el campo se notan bastante las estrellas. Ver las estrellas se había convertido en el pasatiempo favorito de Mei cuando estaban viajando. Suspiró y se apoyó en el balcón con una sonrisa. Desde ahí, se veía la casa de Ed y Winry.

Sintió un quejido detrás suyo y luego unos pasos. Los brazos de Alphonse rodearon su cintura y se situaron en su vientre crecido. Los labios del muchacho acariciaron su mejilla. Mei sonrió y volvió su vista a las estrellas.

—Te amo —le dijo Alphonse. Mei sonrió y acarició la mano de su esposo, tocando el frío metal en su dedo anular.

—Yo también.


Nota: LLOROOOOOOOO! HE TERMINADO ESTE FIC Y ESTOY TAN FELIZ! DIOS! EN VERDAD LO ESTOY.

AGRADEZCO A TODAS LAS PERSONAS QUE LO LEYERON, QUE ME APOYARON Y LO SIGUIERON.

ME SIENTO TAN FELIZ.

GRACIAS. GRACIAS. GRACIAS.

MILES DE BESOS A TODOS.