- Aprender -
-¿Estás seguro que no quieres aprender?- Le volvió a preguntar al castaño. En el poco tiempo que llevaban conviviendo había aprendido que muchas veces se negaba por cuestión de timidez, sobre todo si involucraba aprender cosas para darle gusto a cierta persona. -Li, ven, esto te relajara.
-No, no soy bueno con la música.- Se negó nuevamente mientras un rojo adornaba su rostro huraño.
-Te he escuchado cantar y no lo haces mal.
-Soy pésimo con la flauta.
-Quizás no se te de silbar, pero tocar el piano no es tan complicado, sigues las partituras. Vamos.- Intento de nuevo cediendo su lugar frente el instrumento.
-No te quejes si no lo hago bien.
Era tan gracioso ver a su pariente refunfuñar y terminar aceptando la ayuda. Al inicio sus manos temblaban ante la inseguridad, y terminaba golpeando con demasiada fuerza las teclas. Li tenía que controlar demasiado sus emociones, y aunque no lo había pensado, enseñarle a tocar el piano le sería de ayuda.
-Creo que se te daría mejor la batería.- Rió cuando golpeó de nuevo la tecla. El rostro del castaño se enrojeció por completo ante la broma. -Sí, lo tuyo es la música con mucha energía.
-¡Te dije que no te burlaras!- Hizo el intento de levantarse pero Eriol lo sentó de nuevo. -Es imposible.
-No te desesperes, recuerda en mantener la calma.
-Es demasiado fácil para ti decir eso. Tienes esa aura de tranquilidad que tanto detesto, ¿no te cansas?
-En lo absoluto. Cuando estás relajado tu mente trabaja mejor y puedes ver con mayor claridad las respuestas. Vamos a hacerlo otra vez.
Se colocó a su lado y comenzó a guiarlo, aprendía rápido, esa era una de sus grandes cualidades. Lo miró complacido cuando lo dejo seguir solo sin que se diera cuenta. Era cuestión de tiempo para que dominara su emociones, aunque era muy divertido verlo luchar contra ellas.
-¡Wow!- La expresión de Meiling llamó la atención de ambos jóvenes. -¡Es increíble!
-¿Qué...qué haces aquí Meiling?- Su voz salió atropellada mientras alejaba las manos del piano. Era demasiado bochornoso.
-Pues escuché la música, daaaa.
-La señorita Meiling tiene razón, en tan sólo unas horas has aprendido muy bien.
-No... yo… no, qué tonterías dicen.- Se apresuró a levantarse y salir del salón.
-A la señorita Sakura le encantará escucharte alguna vez.
-¡Oh, cierto! Sakura caerá rendida a tus pies.
Se quedó estático cuando escuchó aquellos comentarios. Su corazón comenzó a latir más aprisa y el rojo ya había invadido todo su rostro, sentía como salía humo del calor que sentía. Estaba muy avergonzado.
-Nunca cambiara.- Soltó Meiling cuando lo vio marcharse como si fuera un robot.
-Ese es su encanto.- Ambos chicos rieron al concordar en aquello. Definitivamente Syaoran y Sakura era tal para cual.
- Notas -
¡No lo pude resistir!