Toser y reír al mismo tiempo era complicado y no deseaba apagarle el ánimo a pesar que bien merecido se lo tenía por tanta galantería malgastada a altas horas de la noche.

Se giró para acomodarse mejor y luego lo enfrentó, rogando para que la risa no escapara.

— Entonces…

— Mmmm—

— Una carta— tuvo que esperar unos segundos para que reaccionara, se lo veía un poco perdido— No tiene que avergonzarte, es lo obvio, eres famoso.

Para su sorpresa ChatNoir sacó un sobre pequeño y blanco de…vaya a saber dónde. Marinette sabía cuan ajustada podía ser la vestimenta de súper heroína.

— ¿No la has abierto?

— No es que me interese demasiado— ChatNoir estaba raro desde hace días es más, con el ánimo que se traía últimamente le impresionaba que todavía pasase por su balcón a charlar.

Marinette observó con atención la pequeña carta. Era una letra muy bonita, y lejos de ser extremadamente cursi, iba dirigida muy formalmente-lo que fuese que significase eso-.

— Debe haber sido alguien muy valiente— expresó.

— Me la dio un hombre— dijo taciturno.

Silencio.

— ¿Qué? ¿No querrás decir un muchacho? — Marinette no se lo creía.

— No, era medio pelado—

Más silencio.

Una risita se le escapó pero la tapó atragantándose. Que bienvenida era a veces su torpeza.

Cierta idea cruzó por su cabeza mientras luchaba por respirar.

— ¿Estás bien?— finalmente ChatNoir dejó de mirar hacia la nada y le palmeó la espalda.

— Ay…eh…si…ahm…— se aclaró la garganta deseando tener un vaso de agua para no sentir tanta molestia— yo solo…me sorprendí. Quizás te lo envió en nombre de alguien más ¿no se te ocurrió?

— No lo sé.

— Por favor, ¿me vas a decir que le tienes miedo? Mira la letra, es hermosa, y huele delicioso. Debe ser de una chica…o de un chico con mucho estilo ¡Pero! Lo importante es el contenido!

¿Eso era un gruñido?

Lo que Marinette no sabia es que como Adrien Agreste recibía este tipo de declaraciones casi a diario. Más si acababa de salir una nuevo spot o publicidad. Ni hablar si eran fechas importantes como San Valentín. Claro que no le llegaban a su casa directamente, iban a parar a la empresa de su padre que era quien lo representaba como modelo.

Decenas.

Decenas de decenas.

Pensaba que con el tiempo se calmarían las cosas pero al parecer, cuanto más grande fuera, entraba en el radar de más y más mujeres.

¿Y ahora empezaba como ChatNoir? Eso iba a ser una complicación.

Miró a Marinette inconscientemente.

— Vas a hacerle un agujero como la mires tanto— Marinette se sonrojó— Si tanta curiosidad tienes, ábrela— incentivó.

— ¡¿Qué?! ¡No! ¿Cómo crees que podría invadir tu privacidad así?

— Técnicamente te estoy dando permiso, Princesa— le guiñó. Se le hizo adorable la manera en que ella negó totalmente azorada, estirando la carta hacia él.

— Quién la haya escrito debió poner mucho sentimiento en ella, sería una intrusa haciendo eso— reclamó. ChatNoir le sacó la misma de las manos y la abrió sin muchos miramientos.

Y al final Marinette tenía razón.

Dentro, con una caligrafía impecable una joven llamada Amelie volcaba sus sentimientos hacia él, lo apuesto y grácil que le resultaba, lo noble y valiente…de una manera espectacular.

— Escribe muy bien— dijo Marinette impresionada. La chica parecía muy dulce, y si bien se notaba cierta inocencia en su declaración, parecía tener los pies sobre la tierra. Era graciosa e inteligente.

— La verdad— hizo una pausa cuando algo cayó al suelo. Marinette se apresuró a recogerlo. La vio quedarse de piedra. La chica que sonreía en la imagen no era otra que A. A.

— ¿Esa es Amelie Abbott?

Adrien la conocía, había trabajado con ella tiempo atrás. Era una chica hermosa si, pero no tuvo la oportunidad de cruzar más de dos o tres palabras. ¿Le gustaba a alguien así? Instintivamente le sacó la fotografía a Marinette.

— Es divina— dijo ella suavemente, apreciando la realidad. Tenía una sonrisa impecable, ojo violáceos y un aire fresco y juvenil. Además de unas…— Sus piernas son kilométricas.

ChatNoir asintió, completamente de acuerdo. Él las había visto en persona y eran espectaculares.

— Si lo son— hizo una pausa extraña.

— ¿La conoces?— preguntó ella con curiosidad. ChatNoir salió de su ensoñación.

— Si…¿ah? No…bueno, si y no— ¿cómo podía responder a eso sin mentir? No le daban muchas ganas de hacerlo y menos con Marinette.

— ¿Si no, ahm? Vaya respuesta— se burló.

— ¿Podrá ser que estés celosa, Princesa? —

— ¿Yo? Pero por favor— hizo una pausa, no debía sonar demasiado LadyBug— Soy tu fan número uno, solo eso. Me preocupa que no seas sincero con respecto a tu propia vida.

Silencio.

ChatNoir se acercó peligrosamente quedando Marinette entre el barandal y él. Sintió el frío que ascendía desde la calle contra su nuca.

— ¿Quieres saber quién soy?

¿Y como se suponía que respondía aquello?

— ¿Quién no querría?— se le ocurrió repentinamente. Aprovechó el estupor de él para escaparse, sin alejarse demasiado, por alguna razón sentía que si daba la sensación de estar huyendo solo lo incentivaría a seguirla, como si despertara su instinto cazador— Eres ChatNoir, el salvador de la ciudad. Eres una celebridad, y…debes tener muchos admiradores, entre ellos chicas muy bonitas que posiblemente pagarían fortunas…ahm…eso— como que tampoco le salían tan bien este tipo de exageraciones reales.

Él lo pensó lo cual Marinette usó a su favor.

— Y la carta en tu mano lo afirma. Ella es una modelo muy conocida, es hermosa y por lo visto muy capaz de expresarse de forma concisa y agradable. Además que es la Princesa de las piernas de oro de Paris.

— Tus piernas son más bonitas—

Silencio.

¡¿Qué acababa de soltar?!

El cerebro de ambos entró en cortocircuito.

Y el problema no solo era lo dicho, sino la entonación y la sinceridad. ¡No podían ignorar esa sinceridad! ¡Estaba ahí, bailando la macarena entre ellos!

— Lo que quiero decir, es que no tienes nada que envidiarle, tus piernas son exactamente como deberían ser las piernas de…— odiaba atropellar sus propias palabras tanto como quedarse sin saber que decir, más si no tenía ni idea de porqué lo hacía— Tienen el largo oportuno.

Intento de zafarse que solo consiguió hundirlo más.

¿Oportuno para qué?

— Creo que es tiempo de irme— dijo luego de unos eternos segundos.

— Ahm..si, si, yo, tenía que entrar de todas maneras— Marinette hablaba de forma automática. — Bien, hasta mañana— Saludó por costumbre.

Él se limitó a responder con un ademán antes de saltar del balcón.

Lo que se rió Plagg esa noche no tuvo nombre. Así como tampoco la cara de Marinette cada vez que veía un cartel de A.A.


¡Buenas! Me encantaría decir nuevo día, nuevo capitulo, pero creo que me colgué un toque, así que mejor no Jajajajaaja.

Creo que estos dos comenzaron un juego en el cual no están al tanto, y por eso tienen esos sobresaltos. En fin, la inoperancia de la adolescencia (?), también podemos echarle la culpa a las hormonas, pero al caso vendría a ser lo mismo. (?)

No hagan caso de mis desvarios, tengo calor.

Si se me escapa algun Marianette en vez de Marinette es que soy bestia. Perdonen de antemano.

Capitulo dedicado a todos aquellos que han colocado la historia en sus favoritos y también le han dado al botoncito de seguir. ;)

Y "OBVEAMENTE" mil gracias a por estar al pie del cañón a: Lillinet, mimichanMC, DanyNeko.

Se me cuidan, nada de meter los dedos en el enchufe.

¡Nos leemos!

Grisel