"Entonces ¿cuál es la verdadera máscara?"

No podía dormir con esa incógnita, o mejor dicho, recordándola. No era suya inicialmente, ahora, flotaba por toda la habitación llenando cada recoveco como el mismo aire.

Había algo en las últimas akumatizaciones que parecían ciertamente más…profundas. No es que las anteriores no dejasen una enseñanza, pero las últimas le daban mucho que pensar. O tal vez era que llevaba un tiempo largo aquello a lo que se había comprometido y cada vez resultaba más pesado y más fácil a la vez.

Si, iba ganando experiencia, si, iba tornándose más intuitiva, pero los secretos, las idas y vueltas, el verse partida en ambos personajes…

Porqué ella era Marinette, lo había sido por catorce años, y también era Ladybug, desde hacía dos años.

Y al comienzo, una no era la otra, y viceversa. Ahora, todo se mezclaba y no llegaba a diferenciarlas. Podía entonces pensar que ella era ambas, con y sin transformación, con y sin misión, y dejarlo ahí, pero no.

Ella era ambas y no era al mismo tiempo, porque cuando pasaba de LadyBug a Marinette dejaba de ser una, inevitablemente.

¿Cuándo transformarse en una y dejar de ser la otra había comenzado a ser una carga?

Suspiró, recargándose en la silla del escritorio. Sobre él, los bocetos de los trajes que hizo en el instituto, con sus amigos. Y dentro del costurero repleto de muestras de tela, Tikki dormía plácidamente. Lo observó atentamente, con ciertas partículas del cuerpo aún incrédulas de su realidad que ya ni tan nueva era.

Su misión era salvar a París de los Akumas.

Pero esa era la misión de ella como LadyBug…como Marinette…¿cuál era su destino? Ambas estaban ligadas, si, pero…

"Entonces ¿cuál es verdaderamente la máscara?"

Aquel profesor de teatro akumatizado había pronunciado aquello con la seriedad de quién interpreta un papel crucial en una historia. Y no, no había prestado atención al comienzo pero la frase empezó a repetirse una y otra vez de forma inconsciente, desenfrenada, automática.

Le faltaba el aire.

Rápidamente, y sin hacer ruido, subió a la terraza del pequeño ático. Fuera, una suave brisa jugo contrastó con la calidez de su rostro, y lo agradeció.

¿Comenzaba a sentir el peso de ser una súper heroína? Renunciar no era una opción, no lo deseaba tampoco. Solo estaba…confundida.

Confundida en cómo debía sentirse, siendo quién debía sentir qué.

— ¿Contrariada, Princesa?

La voz a su espalda con ese acento tan característico del coqueteo no mal intencionado no tenía más que una identidad. No tuvo que girarse, no era necesario, él se acercó tranquilo, a paso lento, como matando los segundos y dándole espacio para responder sin prisas.

— Demasiado— dijo finalmente.

No iba a preguntarle el porqué de su visita. Había aprendido que ChatNoir era una persona que no necesitaba razones para hacer lo que quería, simplemente lo hacía. Era libre, era curioso, era excéntrico y carismático.

¿De civil, sería igual? Ella además de ser buena amiga y dibujar bien, otros talentos no poseía, y era bastante simplona comparada con las personalidades de los demás.

— ¿Quieres hablar?

— Aunque no quisiera, no me dejarías tranquila—

ChatNoir sonrió, coqueto. Dejando con esa actitud una estela tintineante de galantería, que sabía, no se difuminaría enseguida.

— Lo sé, lo sabes, lo sabemos— respondió él, apoyándose en el barandal.

Esperó.

— Haremos una obra— no podía plantearlo desde el lado de ser LadyBug, pero definitivamente debía sacar aquello de alguna forma— en mi curso de instituto.

— ¿Te molesta el papel que has conseguido?— Marinette negó.

— Trabajo tras bambalinas y me siento cómoda así, es solo…— se mordió el labio inferior tratando de encontrar las palabras adecuadas sin exponerse— Cuando vi a mis compañeros interactuar entre ellos, metidos en el papel, con el vestuario…me dio curiosidad.

—¿Sobre?—

— ¿Cuándo uno deja de ser uno y pasa a ser alguien más? — la pregunta tomó por sorpresa a ChatNoir. Era una incógnita bastante, por no decir muchomuy valedera. Tomó aire, pensándolo.

Él no necesitaba detalles, sabía perfectamente lo que era dejar de ser uno para pasar a ser otro.

Durante el día, en su casa y con sus amigos, era un joven con una agenda ocupada y un padre estricto, que estaba más interesado en su propio emporio que en saber como estaba su hijo. Como Adrien, era servicial, atento, calmado y cronometrado. Cada maldito movimiento era malditamente cronometrado.

Como ChatNoir…era quién deseaba ser.

Libre de las obligaciones, libre de su papel de hijo relegado, lejos de las enormes paredes que le recordaban continuamente a su madre. No escuchaba ya el silencio de aquello que le faltaba.

— Supongo que es por el peso de la máscara que llevamos a diario— hubo una pausa— En el día a día nos creamos una forma de ser, de pensar, que no es del todo errada pero sencillamente no es la realidad absoluta— Miró la luna en lo alto, esa noche no había estrellas o por lo menos no se veían— Estamos marcados por obligaciones, por estándares que llenar. Eso no quiere decir que no sea verdad, somos y no somos.

Marianette lo miró.

— Una vez leí que en toda mentira hay algo de verdad y en toda verdad hay algo de mentira.

— Eso suena como el Ying y el Yang— expresó Marianette, suavemente. Temiendo cortarle la inspiración profunda al joven.

— Lo es. Nada es absoluto, son las dos cara de una misma moneda. La moneda, es la misma, aunque las caras difieran entre si.

¿Eso quería decir que era tan real como Marinette y como LadyBug sin necesidad de ser o no ser?

— ¿Crees que puedan convivir ambas? —

— Ambas son reales— fue la respuesta de ChatNoir, pensando en si mismo. Si, podía ser muy libre con el traje, pero no podía desconocer del todo a su alter ego. A ese que en realidad no deseaba ser, no por completo.

La presión en el pecho de Marinette disminuía con cada palabra. Sin saberlo, ChatNoir estaba diciendo exactamente lo que necesitaba oír. Ambos compartían el mismo secreto y la misma responsabilidad que ello conllevaba.

— Nada se pierde, todo se transforma— expresó después de unos segundos en completo silencio— Realmente te pones muy filosófico a la medianoche— señaló con cierta sorna.

Él se encogió de hombros, sonriendo.

—Debo estar a la altura de las circunstancias, Princesa— Marinette sonrió también.

ChatNoir continuó observándola aún cuando ella ya no lo hacía.

Era una persona que distaba de ser quién era cuando estaba con su yo civil. Jamás había tenido una conversación así con Marinette en la escuela. Si, compartían grupo de amigos y se animaban entre ellos en las dificultades, pero… no era lo mismo.

Transformado, había agarrado la costumbre de salir por la noche a patrullar las calles cuando el insomnio no lo dejaba tranquilo. Y generalmente, por no decir casi siempre, ella estaba en su balcón, metida en tantos pensamientos que le daba curiosidad.

Si, si, si.

La curiosidad mató al gato, pero Marinette no parecía del tipo que se volviera histérica si le veía en plena noche saliendo de la nada. Es más, ahora que lo pensaba, a su lado jamás se sobresaltaba. Siendo Adrien posiblemente tendría que salvarla de que no saltara desde la terraza por error.

Dos personas tan diferentes en una.

Rió. Al final, todos luchaban con su propio alter ego.

— ¿Qué es gracioso? — quiso saber ella.

— Nada en general y todo en particular— jugueteó él.

Se miraron.

— Creo que es hora de volver a la cama— dijo ella finalmente, cortando el contacto.

—Estoy más que de acuerdo— afirmó él. La vio despedirse quedamente antes de meterse por la compuerta.

Se puso en posición para saltar cuando la voz de Marinette le dio una descarga en medio del pecho. Y en si, no era para nada desagradable.

— Gracias, de nuevo— expresó para finalmente volver a desaparecer.

ChatNoir estuvo unos minutos para recuperarse.

¿Qué diablos había sido eso?


¡Buenas! Acá ando, cargoseándolos con un nuevo fic de la pareja MariChat, la cual, me encanta. Yo sé, yo sé, pero gustos son gustos y al momento de shippear me gusta complicarmela (?)

En sí, no sé cuanto durará, no suelo planear nada, así es más "adrenalinico". Jajajajajajaja

Espero les haya pasado un buen momento ;).

¡Nos leemos!

Grisel