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CRECER JUNTOS

~ En sintonía ~

Después de semanas, incluso meses sin verse, a veces piensa que han perdido la sintonía. Entonces aparece al otro lado de su puerta con el petate al hombro y vistiendo ese uniforme al cual todavía no se ha acostumbrado.

Segundos de vacilación hasta que sus cuerpos se juntan con una precipitada necesidad. La sintonía de sus cuerpos es algo instintivo. Luego se vuelve más lento y tierno y lo siente dentro de ella: la sintonía de sus corazones y de sus mentes.

Sin embargo hoy no está tranquila. Es algo que le ocurre cada vez más a menudo desde de que él va y viene. Sus cuerpos han conectado como siempre pero cree que sus pensamientos cada vez están más alejados.

Porque él va y viene y ella se queda y piensa.

Tranquilidad, estabilidad.

Aventuras, distancia.

—¿Te casarás algún día conmigo?

En el silencio se escucha hasta el más mínimo susurro.

Percibe su sonrisa y siente su brazo arrullando todo su cuerpo. Su cabello húmedo por el sudor empapa el torso de él.

—Por supuesto.

Sora abre los ojos. No está relajada, no está tranquila y tampoco está contenta.

—Respondes por responder.

Decepcionada o enfadada pero su mano ya no acaricia el abdomen de él.

—Pensé que habías preguntado por preguntar.

Y su mano todavía se pasea por su espalda con suavidad.

—A veces pienso en ese tipo de cosas.

Yamato la mira lo suficiente para ver su expresión. Se revuelve, la toma del mentón, la besa.

—Parece que no te he dejado lo suficiente cansada.

—No funcionará.

Sonríe pero esta seria, se deja acariciar pero no lo siente. Lo detiene elevando un poco el tronco. Yamato se deja caer en un exagerado gimoteo. Ella acaricia su espalda.

—¿Tan difícil es responderme?

—Aún me quedan años de preparación.

Años de separación, años de idas y venidas, años de esperas y reencuentros.

Tiempo y distancia.

—No lo hemos hablado nunca, algún día debemos hacerlo.

Él se voltea quedando boca arriba. Sujeta la mano de ella. Le gusta acariciarla en cada momento por las horas, semanas e incluso meses que no podrá hacerlo.

—Habría sido algo precipitado de todas formas.

Relación desde la adolescencia. Relación fluida y natural donde las palabras no son necesarias, donde prácticamente no hay temas necesarios de abarcar. Todo se da en su momento. Pero Yamato ahora está y no está y Sora no sabe si su relación sigue siendo natural. Si las cosas simplemente se dan o hay que hablarlas, planearlas.

—Quiero estar segura de que nuestro futuro seguirá en sintonía.

Silencio y seriedad. Futuro incierto porque él solo sabe que se irá y volverá y esperará que ella siempre lo reciba.

—No es el matrimonio lo que me preocupa.

Yamato se ha ido, hay un fantasma en su lugar.

—Hijos.

Suspiro e incomodidad. Sora tiene fantasmas también pero siente que a su lado puede hacerlos desaparecer.

—Creo que sí quiero ser madre. No es algo a corto plazo pero me gustaría ser madre.

Se voltea porque no quiere ver un fantasma ni una ilusión. Siente el quemazón en su garganta. Ella cree que lo comprende pero quizá fue algo presuntuoso. Ella cree que es perfecta para él pero quizá su sintonía sea algo con fecha de caducidad.

Labios acariciando su mejilla, un cuerpo pegándose al suyo. Un susurro que suena a promesa, pero suena lejana.

—También me gustaría ser padre.

Lo mira porque cree poder ver a Yamato, no una ilusión ni un fantasma, solo a un hombre que va y viene y quiere quedarse pero debe irse.

Acaricia su rostro.

—Pero no sé si será lo correcto.

¿Cómo no puede ser lo correcto algo que ambos desean? Si están en sintonía lo que sea será lo correcto. Y Sora la siente, como su mano en su abdomen y su aliento entre sus labios.

—¿Algún día tendrás hijos conmigo?

Un beso y sus manos acarician con urgencia. Intenta colocarse sobre ella pero no le deja.

—¿Por qué tenemos que hablar esto ahora?

Sora entiende su reclamo, Sora entiende su miedo pero Sora también necesita que la entiendan.

—Necesito saber que estoy esperando.

Y lo vuelve a acariciar, a sosegar.

—A veces cierro los ojos y lo veo. Una familia, mi familia, pero se resquebraja, casi siempre se resquebraja.

—¿Casi siempre?

Juntan su frente, él abre los ojos y ella no ve ningún fantasma. Ve a su compañero de vida, ve su futuro.

—Cuando te veo a mi lado se mantiene intacta.

Delinea sus ojos y su nariz. Se empapa de su perfección. Porque es perfecto para ella, con sus idas y venidas. Porque ella espera a Yamato, aquel que la mira y ve una familia.

Sonríe.

—Creo que seguimos en sintonía.

-OWARI-

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Gracias por leer.