Disclaimer: Love Live! Pertenece a su creadora Sakurako Kimino y a ASCII media works junto con Sunrise.

Bueno por alguna razón me dije a mi mismo que tal vez escribir un fic de Love Live sería divertido, y como andaba de ocioso decidí intentarlo xd. Cabe aclarar que es mi primera historia y desafortunadamente nunca he escrito algo así, ni si quiera en la escuela me dejan hacer este tipo de cosas pero bueno, yo lo intento y a ver que sale :v

Gracias por interesarte en mi humilde y estúpida historia, si decides continuar leyéndola solo te pido paciencia conmigo ya que aún tengo que aprender muchas cosas sobre cómo escribir, redactar, separar secciones etc, etc.

Ya sin más relleno los dejo para que lean mi historia.

Prologo

—Riko no vayas muy lejos —le gritaba su mamá mientras veía como su hija se alejaba.

—Quiero ver el mar —le contestaba una Riko muy enérgicamente corriendo hacia la playa.

Era le primera vez que Riko observaba el mar, la pequeña niña estaba asombrada con la vista. Se acercó al agua y empezó a saltar de la emoción. En un salto mal dado resbalo y termino en el suelo, la niña rompió en llanto.

—¿Estás bien? —Le dijo una pequeña niña de pelo castaño grisáceo que fue corriendo a su auxilio. Le extendió una mano para ayudarla a levantarse con una gran sonrisa.

—Sí, soy una mujer fuerte —contesto Riko, aun entre sollozos acepto la ayuda, se levantó y se sacudió la arena.

La niña de cabello plateado soltó una pequeña carcajada que hizo que Riko hiciera un puchero muy tierno.

La madre de Riko había ido a ayudar a su hija pero al ver que su hija se encontraba muy tranquila decidió observarla desde lejos.

—¡Ven vamos a jugar para que se te olvide el dolor! —Le dijo la pequeña niña de pelo gris arrastrándola de la mano.

Después de un rato de estar jugando sobre el mar, el atardecer reinaba sobre toda la playa, ambas estaban haciendo figuras de arena cerca del mar. Riko hacia pequeños castillos de arena, mientras que la niña peli-gris hacia instrumentos de cocina y pequeños alimentos de arena.

—¿No eres de por aquí verdad? Creo que es normal tu reacción al ver el mar. Yo vivo en esta ciudad así que me parece muy normal pero no deja de ser increíble —Decía sin parar la peli-gris muy emocionada.

Riko parecía estar en otro universo en ese momento, solo se limitaba a observar muy asombrada a la niña junto a ella, se le hacia increíble la forma de ser de aquella desconocida.

—¿Te gusta la cocina? — Dijo aún más emocionada que antes la pequeña peli-gris.

—Me gusta mucho la comida que hace mamá —Contesto Riko poniéndose nerviosa por no poder seguirle el paso al carácter animado de la desconocida.

La niña de cabello plateado volvió a soltar pequeñas carcajadas que a Riko se le hacían muy tiernas.

—No me refiero a comer la comida, más bien hacerla ¡Mi sueño es algún día convertirme en una cocinera, abrir un restaurante cerca del mar donde cocine todo tipo de cosas deliciosas! —Dijo la pequeña peli-gris poniéndose de pie y abrazando a Riko de las manos.

Ambas voltearon a ver el hermoso atardecer que cubría por completo toda la superficie.

—¿Qué me dices? Deberías de intentarlo, es divertido — decía con el pecho arriba muy orgullosa de su sueño.

La peli-gris no se dio cuenta en ese momento pero sus palabras dejaron fascinada, marcada de por vida a la pequeña Riko.

—¿Cocinaras conmigo? —Dijo Riko que enseguida se sonrojo al notar lo que había dicho.

—¡Claro! Convirtámonos en cocineras. Es una promesa. ¡Ah! ¿Qué hora es? me tengo que ir, lo siento… Pero me divertí muchísimo, ¡adiós algún día nos volveremos a encontrar y en ese entonces cumpliré mi promesa! — Decía la niña de cabello gris alejándose corriendo de la playa.

—Se fue —Decía la pequeña con un tono triste.

Riko no sabía lo que había sentido en ese momento, se sentía triste pero embelesada por esa niña. Pero de algo si estaba segura, estaba decidida a cumplir su promesa con aquella desconocida que la hizo sentir de esa forma. Riko muy decidida fue corriendo a abrazar a su mamá.

—Mamá, quiero ser cocinera— Gritaba Riko con mucha emoción mientras su mamá solo se limitaba a abrazar a su hija con una gran sonrisa.

11 años después.

Riko Sakurauchi es una universitaria de 19 años que estudia la carrera de gastronomía en una universidad de Tokio. Actualmente va en segundo año, no tiene amigos o más bien mejores amigos ya que a nadie de la clase le caía mal y todos le hablaban, pero no era de relacionarse mucho con las personas por cierto incidente.

Hoy es el primer día de clases y Riko puso el despertador temprano para no llegar tarde a sus clases, no quería tener retardos en el primer día.

—¿Para qué me molesto? -se repetía cada mañana, pero aquella imagen ya un poco borrosa de su infancia le decía una y otra vez que se levantara.

—No voy a ganar nada quejándome -decía poniéndose de pie con los ánimos levantados.

Fue a tomar una ducha mañanera rápida y salió a toda prisa de su dormitorio para llegar a tiempo a su primera clase.

Camino a clase se dio cuenta que los nuevos alumnos ya Iban llegando, formados en el centro del campus donde se les daban instrucciones y recorridos para que pudieran familiarizarse con las instalaciones.

—Parece que este año tampoco vendrá... que estás pensando Sakurauchi Riko? -Decía sonrojada y agitando la cabeza.

Riko mantenía la esperanza de encontrarse en su escuela a aquella peli-gris de su infancia, que si bien había sido hace mucho tiempo, esa extraña era la razón por la cual ella estaba ahí en esa escuela en ese momento. Se había cerrado más hacia otras personas por ese mismo hecho, se negó a tener algo más que una cordial amistad o un noviazgo. ¿Estaba enamorada? ¿O simplemente idiotizada? Eso no lo sabía con exactitud.

—Creo que viene siendo hora de madurar y olvidarme del pasado -dijo muy decidida la peli-vino.

Entro a su nuevo salón de clases y decidió ir hasta la cocina que estuviera más al fondo. Nunca le ha gustado llamar la atención y probablemente este año no iba a ser la excepción. Se sentó en el banco de su estación y se sumergió nuevamente en sus pensamientos.

—¿Olvidarla eh? Después de todo ni si quiera me acuerdo muy bien, y si no hubiera sido por mis padres que me apoyaban constantemente con la idea de ser chef probablemente hubiera cambiado de opinión -se decía para sí misma dispuesta a que este año fuera diferente.

Su profesora entro dispuesta a dar la clase normalmente.

—Buenos días clase. -Decía la ya conocida por todos, maestra Kamogawa.

—Buenos días sensei. - se escuchaba al unísono por todo el salón.

—Parece que este año tenemos menos alumnos, la tasa de reprobados aumento drásticamente. Antes que nada los felicito por haber pasado de año exitosamente. Me alegra ver caras conocidas - Decía la maestra Kamogawa apuntando a Riko con la mirada.

Riko fue la mejor alumna el año pasado, su gran don para la cocina se hacía notar, incluso era mucho mejor que la mayoría de los alumnos de tercer año y mientras más pasaba el tiempo solo mejoraba constantemente.

—Antes de empezar quisiera presentar a una nueva alumna que se transfirió desde Uchiura en la prefectura de shizuoka. -Dijo la veterana.

—¿Uchiura? -Dijo Riko levantando la mirada.

Ese era el lugar donde vio el mar por primera vez, sus ojos color ámbar se llenaron de esperanza al escuchar aquellas palabras de su sensei.

—Su nombre es Chika Takami y de a partir de hoy será alumna de esta escuela -dijo la sensei señalando a la puerta.

Una chica con cabello color mandarina y unos ojos carmesí se hizo presente en el salón de clases. Al ver aquella figura la esperanza de Riko se desvaneció completamente.

—Buenos días, mi nombre es Chika Takami un placer conocerlos. -Dijo Chika en un tono muy alegre y haciendo una reverencia.

—Bueno se supone que debía llegar otra persona más pero parece que tuvo algunos inconvenientes. Basta de distracciones que se supone que venimos a trabajar. Ahora quiero que formen equipos de 3 personas y sigan las instrucciones que escribiré en la pizarra. Takami-san como usted es nueva quiero que trabaje únicamente con Sakurauchi-san al fondo por favor.

—Quién es Sakurauchi!? -Gritó Chika con entusiasmo importándole poco la mirada de sorpresa de todas las alumnas por su hiperactiva personalidad.

El corazón de Riko comenzó a latir rápidamente aquella personalidad era muy parecida a la de la niña que conquistó su corazón ya hace mucho tiempo.

Presa del pánico y debido a que todos los alumnos la estaban viendo Riko se levantó de golpe, el banco cayó al suelo y dijo lo primero que se le vino a la mente.

—Soy yo, yo soy Sakurauchi Riko espero que nos llevemos bien. -Gritó tartamudeando.

Todos los de la clase se rieron de la reacción de Riko y ella solo se dispuso a voltear la mirada sonrojada por lo que acababa de hacer.

—Hola, encantada de conocerte también espero que nos llevemos muy bien. -Dijo Chika con una gran sonrisa.

A medida que Chika se iba acercando hacia la cocina, el corazón de Riko se iba acelerando más y más, ella no tenía idea de por qué se sentía así. ¿Tal vez fue amor a primera vista? O puro nerviosismo por las constantes miradas de sus compañeros. De cualquier manera, Riko no podía dejar pasar la oportunidad de deslindarse del pasado.

¡Aaah, estoy muy emocionada! - Dijo Chika sentándose en el banco junto a Riko y estirándose.

—¿Te gusta mucho la cocina? - preguntó la peli-vino sin dejar de analizar a Chika de abajo hasta arriba discretamente.

—¡Claro! Algún día me voy a convertir en un chef de renombre que pueda brillar a su propia manera. Que hay de ti Riko-Chan?

—Ah? bueno yo... No lo sé realmente. -Dijo sonrojada por la repentina confianza de la peli-naranja.

—¿¡Qué!? Es imposible que no sepas qué hacer en tu futuro, debes de tener una meta, como por ejemplo una estrella Michelin o dos o cientos de ellas -Dijo hiperactivamente sin parar a tomar aire.

—¿¡Así de ambiciosa!? Eres increíble Takami-san. Bueno tal vez mi objetivo ya no tiene sentido -Dijo Riko tornando su expresión en un tono melancólico.

—Chika-Chan, llámame por mi nombre, está bien? Después de todo ahora somos amigas. -contestó Chika muy amigable.

—¡Está bien, Chika-Chan! -Dijo esto último casi gritando y solo reaccionó a taparse la boca y sonrojarse nuevamente.

Lo que hacía sentir Chika a Riko era muy diferente, sentía que ya se conocían desde hace años, que podía confiar plenamente en ella.

—Bien quiero que hagan lo de la pizarra, ¿Porque no son 3 ahí señorita Sakurauchi? - Decía Kamogawa-sensei mientras observaba fijamente a la peli-vino.

—Uhmmm -decía Riko poniéndose una mano en la barbilla mientras observaba el salón.

—Ya están todos completos sensei solo quedan ellas 2 libres -interrumpió Sarah antes de que Riko pudiera contestar.

—En ese caso Kazuno-san, quiero que de una a el equipo de Sakurauchi y ayude a Takami en lo que se acostumbra.

—Sí sensei, como usted diga - dijo Sarah tomando sus cosas.

Se le veía una gran sonrisa, cosa que no pasó desapercibida por Chika que también estaba igual.

—Mi nombre es Sarah Kazuno encantada, espero que trabajemos bien juntas Chika-san, Riko-san -Dijo la peli-morado con una sonrisa.

La forma como lo dijo hizo sentir a Riko como si fuera una nueva alumna, la molesto un poco pero no quería ser grosera y arruinar el ambiente.

Las clases pasaron relativamente rápido y en un abrir y cerrar de ojos ya se encontraban en la hora del almuerzo.

—Tengo que irme chicas, quede de almorzar con mi hermanita -dijo Sara despidiéndose.

—¡Está bien, nos vemos en clase! -Dijo Chika.

—Parece que ya te vas acostumbrando a la escuela -dijo Riko para cambiar el tema.

—Si, de hecho no es tan diferente a mi escuela anterior. -contestó Chika con el tono un poco triste.

—¿Por qué decidiste transferirte a Tokio, sucedió algo? Ah! Perdón si no puedes contestar lo siento, no quise ser entrometida. -Decía Riko enteramente sonrojada.

Tal vez era muy entrometida pero realmente quería saber más de Chika.

—No tranquila no hay problema. Digamos solamente que hui de mi casa -contestó Chika cabizbaja.

Al notar la expresión de Chika, Riko decidió no indagar más en el tema.

—Por cierto Chika-Chan ¿Ya te mudaste a tu dormitorio? -Dijo Riko rápidamente cambiando el tema a uno más relajado.

—No aún no, solo sé que mi dormitorio está en el edificio... C, y es el numero... 100, no espera era el 98 -dijo Chika ya con un tono más alegre.

—¿Quieres que te ayude a llevar tus cosas? - mencionó la peli-vino.

Riko se mostraba completamente feliz de pasar el rato con Chika, al pasar el tiempo aunque fue corto, se dio cuenta que nadie la había hecho sentir así. Riko notó que era tal vez amor a primera vista.

You Watanabe es una chica de 19 años que vive en Uchiura, aunque se suponía que debía de estar en Tokio ahora mismo en su nueva escuela tomando clases.

—Hasta cuando piensas empacar? Si sigues así perderás tu lugar en la nueva escuela. -Decía la madre de You mientras veía como su hija estaba sentada enfrente de la puerta de su casa.

—Te preocupas demasiado, se supone que mi pedido llegaba hoy o a más tardar mañana. En cuanto lo haga empacaré mis cosas. -Contestó You.

—Si tanto te preocupaba por qué no fuiste a comprar las cosas a Numazu? -Dijo la mamá de You pensativa.

—Entré en pánico, tú mejor que nadie sabe lo importante que es esto para mí, aunque pensándolo bien pedir las cosas por internet no fue una buena jugada. - Dijo You dándole la razón a su mamá.

—¿Cuándo no he tenido la razón? -Contestó la madre de You entre risas.

—Ya son cerca de las 10 PM, es bastante tarde, ¿Supongo que el horario de entregas terminó por hoy verdad? -Decía You para sí misma un poco triste.

—No deberías depender de eso, la mejor escuela en gastronomía de Tokio decidió aceptar tu transferencia, no debes dejar que una tontería así arruine tu futuro. -Le dijo a su hija con un tono serio.

—¿¡Una tontería dices!? ¡Esto afecto mi vida entera y no estás para preocuparte de tu hija! -You le gritó a su madre sin medir sus fuerzas.

—Hija... Yo. -Decía su madre impactará por la reacción explosiva de You

—Déjalo, me voy a mi cuarto. - Interrumpió You antes de que su mamá dijera algo más mientras corría hacia su cuarto.

Llego a su cuarto, azoto la puerta y se tumbó en la cama. Las lágrimas empezaron a correr por sus mejillas mientras ponía una almohada en su cara para controlar un poco los sollozos.

—Qué demonios haces You Watanabe, tu mamá es la única que te apoya en esta situación. Mañana me aseguraré de disculparme con ella... -decía mientras las lágrimas cesaban y el sueño le ganaba mientras se quedaba dormida entre tanto llanto.

A la mañana siguiente, You ya de sentía con la mente más clara, se dio cuenta que lo que había dicho estuvo mal y tenía que remediar las cosas. Tomó una ducha rápida y con el ánimo renovado bajo dispuesta a disculparse con su mamá. Si madre estaba en la mesa de la cocina sentada con la mirada perdida.

—¿Mamá? - Preguntó You nerviosamente.

—Buenos días. Ven, siéntate quiero hablar contigo. -dijo la madre de You.

Los nervios estaban a tope, lo primero que quería hacer era lanzarse a los brazos de su mamá y disculparse con ella pero guardo la calma e hizo lo que le pidió.

—Hija, tal vez... Yo no comprendo al 100% lo que pasaste y lo que te orilló a hacerlo. Quiero que me digas con tus propias palabras como te sentiste en ese momento. -Trato de hablar seriamente la mamá de You pero se notaba que se le oía entrecortada la voz.

—Bueno... ¿Cómo explicarlo? Me sentía muy frustrada en ese momento, mi impotencia hizo que contuviera mis emociones por mucho tiempo y... No lo sé, simplemente explote. Cuando me di cuenta de lo que había hecho mi mente quedó totalmente paralizada. -Contestó You apuntó de terminar en llantos.

—Lo siento, si hubiera estado más... Más al pendiente de ti esto... Probablemente no te hubiera sucedido hija. Perdóname por favor te lo suplico. -Dijo la madre de You ya sin poder contener el llanto.

You corrió a abrazar a su mamá, entro en llanto al ver lo mucho que su madre se preocupa por ella, se sentía como basura.

—Basta por favor, no es tu culpa, fui yo la que te dijo todas esas tonterías. Tú has sido la única que me ha apoyado siempre. Solo confío en ti. Perdóname tú a mi mamá por favor, soy la peor hija del mundo. -Contestó You frenéticamente sin contener los fuertes sollozos.

Estuvieron abrazadas más o menos 10 minutos hasta que cesó el llanto de ambas y estaban más tranquilas.

—Hija, quiero que sepas que te amo y que pese a que te vayas un poco lejos nunca dejare de apoyarte en todas tus decisiones. -Dijo la mamá de You mirando a su hija a los ojos para que supiera lo serio de sus palabras.

—Gracias mamá, yo también te amo mucho y aprecio muchísimo tu apoyo.

—¿Por qué no dejamos de pensar en eso y me ayudas a preparar el desayuno? -Dijo la madre de You ya con su usual tono de alegría.

—¡Yousoro! -Contestó You con un saludo militar ya con el ánimo renovado.

Ambas estuvieron conversando de cosas triviales mientras preparaban el desayuno. Terminaron de desayunar tranquilamente. You estaba a punto de regresar a su cuarto cuando el timbre de su casa sonó.

—Algo me dice que es para ti. -Le mencionó su mamá con el tono sarcástico.

You bajó a abrir la puerta y se encontró con una chica de correos frente a ella.

—Paquete para el señor Watanabe. -Dijo él amable señor de correos.

—Soy yo, y querrá decir señorita -Contestó You con tono sarcástico.

—Mil disculpas señorita, pensé que su nombre era de varón, lo lamento de verdad. -Dijo muy apenado el hombre.

—Tranquilo ya me ha pasado antes... Ya no debe de haber problema. - Dijo You bajando un poco la cabeza.

Le entregaron su paquete y You de dispuso a ir ahora sí a su cuarto. Antes de subir las escaleras volteo a ver a su mamá que se le quedaba viendo desde la sala.

—Muchas gracias por dejarme hacer esto mamá. - le dijo con una gran sonrisa sincera a su madre.

—Vamos, no hagas esperar a You. -Le contestó su mamá devolviéndole la sonrisa.

You subió las escaleras con el paquete en mano. Entro a su cuarto y en el pequeño escritorio deja la caja.

—El momento que todos estaban esperando. - Dijo You emociona mientras abría el paquete.

El paquete contenía un tinte color rubio, una peluca con cabello largo del mismo color y unos lentes de contacto. Saco todo el contenido de la caja y empezó el cambio. Se quitó los grandes lentes que traía puestos y se puso sus nuevos lentes de contacto con cuidado, preparo el tinte y pinto sus cejas con delicadeza para que se viera real y por último, estilizó la peluca, recogió su corto cabello gris y se colocó la peluca. Se levantó y fue a verse al espejo.

—Esta es la nueva You Watanabe. -Se mostraba decidida haciendo un saludo militar al espejo.

Antes de bajar se dispuso a empacar todas sus cosas, era temprano y quería irse a Tokio de una buena vez. Alisto su maleta y agarro todo lo necesario para partir ahora mismo. Bajo a la sala donde su mamá ya la estaba esperando.

—¿Qué opinas? -Dijo You un poco sonrojada.

—Dorado o plateado para mí siempre serás hermosa. -Contestó su madre con una voz cálida.

—Tengo que irme mamá, quiero ir a Tokio ahora mismo. - Dijo You un poco nerviosa.

—Lo imaginaba. Vamos te llevo a la estación. -Contestó su mamá tomando a su hija del hombro.

Ambas viajaron en el auto de la mamá de You, el silencio reinaba y solo se podía escuchar el sonido de los otros autos y del mar. Sin que se dieran cuenta ya habían llegado a la estación de trenes. Ambas fueron a comprar sólo un boleto de ida a Tokio, ya no había vuelta atrás.

—Mamá... ¿Estarás bien sola? Mi papá llega de su viaje en barco hasta dentro de 3 meses y... –

—¿Qué estás diciendo? No te preocupes por mí, no estaré sola, tú seguirás conmigo aquí -Interrumpió la mamá de You apuntando a su corazón.

—Te amo mamá, nos vemos, espérame regresare siendo la mejor de la clase y una persona completamente diferente. -Dijo You abrazando a su mamá.

—Cuídate mucho hija, cualquier cosa llámame por teléfono e iré sin lugar a dudas.

—¡Claro! Me voy yendo, mi tren no tarda en llegar -Contestó You zafándose del abrazo, tomando sus maletas y dándose la vuelta rápido, no quería llorar de nuevo y si se quedaba más tiempo no iba a poder detenerse.

—¡You! Cumple tu sueño, regresa para abrir ese restaurante que tanto querías! -Le gritó su mamá a lo lejos mientras se despedía moviendo el brazo de un lado a otro.

You no pudo más y se echó a llorar, solo se limitó a voltearse y despedirse de su madre para después abordar el tren que la llevaría hasta Tokio, hasta su nueva escuela, a su nueva vida.

Una vez dentro del tren se sentó en un lugar vacío y el sueño le ganó, empezó a tener pesadillas de lo que sucedió ese día y poco a poco se sumía en la oscuridad, pero una luz salió entre todo el color negro, tuvo un sueño un sueño que recordó al escuchar las palabras de su madre, una vista hermosa de la playa, era una niña y estaba abrazada de manos con alguien más. "Algún día me convertiré en cocinera y abriré un restaurante en la playa donde sirvamos mucha comida deliciosa"

—Claro, dije que iba a compartir mi sueño con alguien, pero no recuerdo quién era. -Pensó You.

Sin darse cuenta se despertó de la nada con una sonrisa y se sorprendió al ver que faltaban solo unos minutos para llegar a Tokio. Bajo del tren y se dirigió a su nueva escuela, tuvo que preguntar un poco para poder ubicarse pero al fin llego a su destino.

—Todo o nada, quien no se arriesga no gana. -Dijo mientras se daba unas palmadas en la cara para motivarse.

Entro al inmenso campus de la escuela y después de preguntar un poco al fin llego a la sala del director. Toco la puerta y tragó saliva de lo nerviosa que estaba.

—Pase -Se escuchó del otro lado de la puerta.

Tragó saliva una vez más y abrió la puerta con sus temblorosas manos.

—Con permiso, soy You Watanabe, la estudiante transferida de Uchiura. -Dijo You haciendo notar el nerviosismo en sus palabras mientras pasaba a la habitación.

—Ah señorita Watanabe, me alegra que se haya presentado a la escuela, por un momento pensé que ya no iba a venir y me tenía muy preocupado perder a alguien de su calibre. Me presento soy el director Takamura. -Contestó muy animado el director estrechando la mano de You con mucha alegría.

Todas sus preocupaciones se desvanecieron de inmediato, el director era una persona muy agradable, algo que definitivamente la agarro con la guardia baja.

—Lamento haber llegado tarde, tuve algunos inconvenientes en mi casa Takamura-dono. -Dijo You ya más tranquila.

—No te preocupes solo te ausentaste 2 días al inicio de clases, a ver déjame ver, tenía por aquí todos tus papeles. —Decía el director mientras buscaba en unos estantes de su escritorio.

Las ansias de You por conocer cuáles eran las clases y horarios que iba a llevar la carcomían por dentro.

—Aquí están, este de aquí es su horario y está de aquí es la llave de su dormitorio, al parecer le toca vivir con alguien pero no estoy seguro de quien sea. El edificio P está un par de metros al lado de aquí, no presumo pero ese edificio es el mejor del campus y solo se lo damos a los mejores estudiantes, con el promedio perfecto que tenía en su anterior escuela la colocamos en el edificio P de perfección. —Dijo el director con tono burlón.

—No diga eso por favor que me da mucha vergüenza. —Contestó You muy sonrojada.

—Las cosas como son jajajaja, ahora no le quito más su tiempo vaya y descanse que dé a partir de mañana comenzarán sus nuevas clases.

—¡Si! Muchas gracias Takamura-dono. —Contestó You despidiéndose con una reverencia.

Salió de la sala del director y se dirigió a su nuevo hogar, mientras iba en el camino iba pensando qué clase de compañero de cuarto iba a tener, ¿Era un chico o una chica? ¿Y si es un delincuente o un drogadicto? ¿Alguien así podría tener calificaciones perfectas? Todas esas preguntas rondaban por su cabeza y sin darse cuenta ya se encontraba parada afuera de su nueva habitación. Antes de tocar la puerta pensó en lo que iba a decir cuando abrieran. ¿Un saludo normal? ¿Un saludo formal? ¿Su típico saludo militar?

—¡Ajh! ¿Qué importa? Diré lo primero que se me venga a la mente. —Dijo una You resignada por no saber que decir.

Toco la puerta y del otro lado de escucho cómo alguien venía a abrir. Una chica con cabello color vino y unos grandes ojos color ámbar la recibieron con una cara llena de dudas al abrir la puerta. Todo lo que había planeado You pareció que nunca existió. You se quedó congelada sin saber qué decir.