TELL ME I'M NOT DREAMIN' [JERMANIE JACKSON]

En cuanto sonó la alarma, lo apagó y en silencio sacó todas sus pertenencias para después ponerlas en su maleta y así salir de la habitación como si la vida se le fuera en ello. No pensaba quedarse más tiempo con él. Lo primero que hizo al salir fue a pedir otro cuarto, a sabiendas de que todo el hotel podría estar totalmente ocupado; sin embargo, para su suerte pudo obtener una bastante alejada.

Al llegar al hotel, se fijó en la publicidad del spa que el mismo recinto ofrecía y cuando fue con su mejor amiga a la capital española a buscar el vestido, compró un bañador de cuerpo completo de color negro. Se suponía que estaba de vacaciones, así que podía hacer lo que se le diera la gana. Sacó sus pertenencias y las acomodó en el armario. La vibración de su teléfono la detuvo, era Kagura.

«¿Dónde estás? El insomnio me está matando. Ni se te ocurra ignorarme. Sé que a esta hora ya estás despierta; te fuiste temprano de la cena y tú no duermes más de siete horas seguidas».

Rin maldijo por lo bajo.

«En una habitación estándar, a la derecha de las escaleras principales».

«Vamos a desayunar y después al spa, quiero relajarme. Te veo en un par de horas».

Dejó el teléfono cerca de la televisión y se arrojó en la cama king size. Suspiró. Tanta era su necesidad de huir de su jefe, que ni siquiera lo miró. Pero ahora que pensaba en él, recordó el momento en que lo encontró masturbándose, y le excitó. Aunque fue un instante que duró aquello, se fijó en que la polla del albino era gruesa, y más larga que el promedio; verlo en esas circunstancias humedeció su intimidad. ¿Hace cuánto que no estaba con un hombre?

La pantalla se su celular se iluminó y comenzó a vibrar. Al levantarse y atender la llamada, arrojó el teléfono al suelo. Sesshōmaru le estaba llamando. Estaba loca si le contestaba y enferma si no lo hacía.

Mientras sopesaba los pros y contras de hacerlo y no hacerlo, la vibración paró para que en un par de segundos después volver a empezar. Rin tragó grueso. Temía hablar con él; al menos en estos momentos la probabilidad de mantener su máscara de indiferencia y formalidad con su jefe era nula. En cuanto el teléfono paró la vibración, volvió a vibrar. En tres años jamás fue rebelde a su superior, y nunca recibió una llamada perdida de él. Ya eran tres llamadas perdidas y su miedo no hacía más que crecer. Al terminar la vibración, Rin ya estaba pensando seriamente su renuncia, hasta que la notificación de mensaje apareció en la pantalla del aparato.

«Tenemos que hablar. Cenarás conmigo esta noche. Es una orden».

Joder.

Necesitaba desquitarse; tenía dos horas libres y dudaba de conciliar el sueño en ese lapso. Tomó una pequeña cosmetiquera de cuero sintético de color vino y sacó un vibrador de dieciocho centímetros de largo de color negro, un masturbador de silicón en forma de huevo y una bala vibradora de color rojo. Volteó el huevo y lo colocó en el vibrador, y se enfundara con unas pequeñas puntas de silicón. Se quitó la ropa y acomodó el espejo de cuerpo completo para dejarlo enfrente de la cama. Se sentó en el borde de la cama, abrió sus piernas y se miró al espejo; le gustaba mirar su reflejo en esas ocasiones.

Encendió la bala vibradora y se la colocó en el clítoris, mientras pellizcaba sus pezones. Imaginó a cierto albino enfrente de ella, lamiéndola. Se estaba mojando más de lo normal. En su mente, Sesshōmaru estaba parado y la dejaba observar cómo se masturbaba, sonriendo sensualmente mientras su polla se despertaba. Los músculos marcados de su jefe no eran exagerados, pero su espalda ancha la excitaba, y arañarla era una fantasía tentadora. Se imaginó sentada sobre él, frotando su clítoris en su falo, mientras el ambarino se comía sus pechos y ella arqueaba la espalda, gustosa de tenerlo así.

Dejó sus pechos para tomar el vibrador y encenderlo. Visualizó al albino encima de ella, diciéndole cosas sexuales demasiado vulgares como para ponerla más húmeda. Se quitó la bala vibradora y pasó el vibrador sobre sus pliegues, simulando la tortura que le provocaba el miembro de Sesshōmaru. Se sentía demasiado excitada, y estaba segura que no soportaría más tiempo antes de llegar al primer orgasmo. Abrió más las piernas y se incrustó el miembro ficticio en su vagina, alcanzando el orgasmo en ese momento. Gritó de placer, totalmente perdida en la vorágine de satisfacción que le provocó mientras apretaba con fuerza sus pechos. Puso el nivel de movimientos del vibrador al máximo, y con la textura del silicón, cada embestida volvía a encenderla, lista para llegar al siguiente clímax. Colocó sus manos en la almohada e imaginó al ambarino bombeándola sin piedad. Movía sus caderas con violencia, buscando el segundo orgasmo. Segundos después, se corrió como nunca antes lo había hecho cuando se masturbaba.

Moonlight took me by surprise [La medianoche me tomó por sorpresa].

-Pensé que estabas en una suite júnior.

-Sesshōmaru sospecha de mí.

El balneario termal ubicado debajo de la planta baja del hotel estaba bañado de la luz que la cúpula le brindaba, y las luces colocadas estratégicamente en el centro iluminaban por completo el área. Los grifos, colocados a una altura más arriba del promedio para brindar un masaje a alta presión, le daban un descanso a la espalda de Rin. El agua caliente y el diseño circular de la piscina le daba relajación absoluta, olvidando en esos instantes todas sus presiones, hasta la temporada invernal que azotaba a la ciudad. Kagura se acomodó en el asiento de azulejo, la ojiverde suspiró.

-Gracias por mencionar el Volvo aquella vez -dijo molesta-. Con eso ya tengo suficiente.

-¿Discutieron? No parecían estar peleados.

Rin la miró con dureza.

-Ha estado de un humor de los mil demonios desde entonces.

-Él no hace berrinches; es directo.

-No pidió la suite y me obligó a quedarme con él en una habitación estándar.

Kagura se levantó de golpe.

-¡¿Qué has dicho?!

-Lo que escuchaste; no volveré a repetirlo.

-Puede que quiera darte duro.

-Oh vamos -bufó-. No metas el sexo en esto. Sesshōmaru es demasiado desconfiado, y ante cualquier indicio de sospecha se vuelve despiadado.

-El vestido de anoche sacó a relucir la figura de tu cuerpo a la perfección -se defendió-; puede que después de varios años ya te haya visto como mujer y no sólo como su subordinada.

-Mientras sean peras o sean manzanas es un maldito desastre. No tengo problema en demostrarle que no estoy maquinando algo en contra de la empresa o que busco obtener recursos más allá de lo que recibo por mi trabajo, pero no me ha preguntado directamente, así que no tengo porqué responder o hacer algo.

-Bueno, dale razones para que termine por preguntarte directamente -estiró las piernas-. Cambiando de tema, ¿ya lo viste sin camisa?

Rin se sonrojó al recordar el momento íntimo de su jefe recién salido de la ducha.

-Gura, está jodidamente bueno -sonrió pícara-. Me encanta verlo con sus trajes de tres piezas, pero verlo de cuerpo entero…

-¡¿Cuerpo entero?! -la interrumpió-. ¡¿Ya lo has visto desnudo?!

Joder.

Conociendo a Kagura, no la dejaría en paz hasta que no se enterara de toda la historia.

-Por la noche lo vi en pijama, y se veía muy atractivo… Lo suficiente como para que soñara una buena sesión de sexo y despertara luego de un orgasmo, o algo así. Inafortunadamente, desperté en la madrugada y estaba consciente de que no volvería a conciliar el sueño, así que fui al gimnasio para agotar mi energía. Al regresar a la habitación, supuse que ya había bajado y entré sin tocar al baño. ¡Acababa de salir de ahí! Terminé viéndolo así… Y haciendo otra cosa.

-Oh, Kami; no digas que…

-Estaba masturbándose.

La carcajada de Kagura resonó por todo el lugar.

-Guau, eso sí que es suerte. Lo he visto, y vale cada centímetro.

-No digo que su «paquete» no se me antojara, pero con sus malos tratos y su humor de mierda, créeme, lo arruinó -siguió-. Kami, está buenísimo.

-Insisto querida, deberías tirártelo.

-Quiero conservar mi trabajo.

-Vamos, sé que eres bastante inteligente como para saber separar tu trabajo del sexo, así que deberías hacerlo.

-Lo dices como si fuera una pusilánime.

-No lo eres, sólo que a veces piensas como hombre. Ellos generalmente piensan primero con la polla, después con la cabeza y al último con el corazón; sin embargo en los negocios usan la cerebro para todo, y en ese caso tú entras.

-Por ahora es un rotundo no -sentenció-. Hasta que no se arregle esta situación, no cambiaré de opinión.

-Entonces rezaré porque deje de ser un cabezota lo más rápido posible -rió-.

-Los hombres son demasiado idiotas a la hora de hacer o decidir las cosas.

-Tienen ejemplares muy bien dotados que saben usar sus pollas de manera muy placentera, cosa que sexualmente hablando lo agradezco -sonrió-. Pero nadie es perfecto; lo malo es que piensan primero con la polla y luego con el cerebro. Si sabes cómo entrar a la cabeza ya habrás pasado el primer filtro, y si no la cagan, habrás encontrado a tu complemento perfecto.

Light coming from your eyes [La luz provenía de tus ojos].

Luego de dejar a Kagura en su habitación, se la pasó acostada en su cama, disfrutando el descanso que el balneario y el recorrido termal le proporcionaron. Pidió servicio a la habitación y al terminar de comer, recibió un mensaje de Midoriko.

«Irasue y yo te esperamos a comer. Nos veremos a las cuatro con Kagura; que sea una tarde de chicas».

Respondió secamente a la invitación y antes de que pudiera soltar el teléfono, Bankotsu le estaba llamando.

-¿Sucede algo?

-¿Qué le hiciste?

Rin hizo una mueca.

-¿De qué me hablas?

-Sesshōmaru está de un insoportable mal humor -respondió el ojiazul-. Conociéndolo, debe estar así desde que despertó.

Rin cerró los ojos.

No es posible.

-Soy su asistente, eso no me concierne.

Escuchó un resoplido en la otra línea.

-Rin, deberías estar consciente de que estás en un nivel más cercano con él…

-Me encargo de sus cosas -lo interrumpió-, y su vida privada no es algo en lo que quiera husmear.

-Sango hacía un trabajo eficiente, pero tú llegaste a un punto más profundo…

-Hablas igual que tu mujer -sentenció-, Wolf.

Ambos se quedaron callados por unos segundos.

-Está bien, no diré más al respecto -se excusó-; pero así como llevas a cabo tu trabajo, deberías saber lo que le pasa.

-Desde el día veintitrés está desocupado -comenzó a decir-; básicamente tiene estos días libres. Por lo tanto, no tiene qué hacer, y yo por lo anterior, tengo vacaciones improvisadas.

El esposo de su mejor amiga resopló.

-Odio cuando te pones en ese plan mujer -continuó-, pero tienes razón. Olvida lo anterior y será mejor que no te topes con él, porque está muy molesto.

-Vale, gracias por el dato.

Luego de despedirse colgó. Arrojó el aparato a la cama.

Espero que se le haya pasado para la noche.

Are you with me [¿Estás conmigo?].

-¿Cómo logras mantener un cabello sano si lo llenas de químicos?

Mei le sonrió a la anciana.

-Aceite de coco como mascarilla de uso diario -contestó-; además, no uso cualquier producto. Hay que leer la etiqueta siempre.

La anciana rió. Le entregó los libros de física más gruesos del lugar. Iba a colocar el segundo sobre sus brazos, pero una brazo masculino lo tomó antes.

-Te ayudo.

La voz profunda de aquel muchacho se le hizo muy familiar. Al buscar al sujeto, se dio cuenta de que era el exhibicionista del mes pasado.

Demonios.

-Joven Sesshōmaru -dijo la anciana-, ¿conoce a Mei?

-Ambos venimos seguido -se alzó de hombros-, era de esperarse que algún día nos viéramos.

-Aunque no es una fiesta, conoces personas agradables aquí Mei -sonrió la anciana-. El joven Sesshōmaru es una persona de conversación amena, inteligente, joven, guapo y amable. Me alegra que sea tu amigo.

También tiene fetiches muy extravagantes.

Mei sólo asintió con la cabeza.

-Por aquí.

La rubia lo guió entre los pasillos hasta llegar a uno de los cubículos, en donde él dejó seis libros gruesos en la mesa de madera, mientras ella cerraba la puerta del pequeño espacio privado.

-¿Qué quieres?

-¿Acaso no tienes modales?

-¿Acaso eres un acosador?

El albino rió suavemente.

-Para ser rubia, eres inteligente -dijo-; o mejor dicho, eres más inteligente que los de tu tipo.

-Sólo di lo que tienes que decirme y lárgate -le escupió-. No quiero pasar más tiempo junto a ti, me das repulsión.

-Por fin estamos de acuerdo en algo.

Poco a poco, Mei se sonrojaba del coraje que aquel chico le estaba causando.

-Quiero dejar claro una cosa.

-¿Qué? ¿Eres un idiota o finges serlo? Ya te dejé en claro que no tengo intención de hablar.

-No te creo.

Ella abrió un libro y comenzó a leerlo, ignorando por completo al ambarino. Él colocó su mano sobre el objeto, estorbando la visión de ella. Mei resopló, furiosa.

-Ya te lo he dicho varias veces. Me importa una M-I-E-R-D-A.

-Si no quieres arrepentirte después, más vale que me escuches.

-¿Acaso debo temerte? No es como si fueras importante; tienes un ego enorme, pero te falta poder. Eres igual de inferior que yo.

Mei estaba hablando con él sin mirarlo. Enojado, Sesshōmaru la tomó de la barbilla y la obligó a verlo.

-¿Acaso no sabes quién soy?

-¿Debería saberlo? -bufó-. No creo que se trate de seguridad nacional.

El albino la soltó.

-Eres extraño -dijo la chica-; tu carácter merma tu atractivo. Ha pasado un mes, y no he oído algún chisme acerca de ti aquí; debo suponer que hiciste un buen trabajo con los de seguridad para que ello fuera así. Te prometo que no tengo interés de sacar algo de aquello; así que despreocúpate, no abriré la boca.

Mei sacó de su mochila un chocolate amargo, de una marca suiza de prestigio. Sesshōmaru la miró curioso mientras la rubia abría el empaque y le ofrecía la mitad del contenido.

-Que sea el chocolate de la paz -sonrió-. Oh vamos, si Tsubaki dijo eso es porque no eres tan malo después de todo.

-¿Tan fácil es convencerte de algo?

-No, pero tú no enciendes mis alarmas de peligro; así que no quiero discutir más por idioteces. ¿Aceptas?

-Eres buena negociando.

-Soy una chiquilla, a mis ojos ya estás a tres años menos de ser un mayor de edad.

El albino tomó la barra de chocolate partida y le enseñó el pulgar de la otra mano.

-Yubikiri Genman.

Mei funció el seño.

-¿Es en serio?

-Soy casi mayor de edad, a mis ojos eres una chiquilla porque te llevo tres años.

-Está bien, tú no me molestarás y yo mantendré la boca cerrada -rió-.

-Yubi kiri genman [Promesa del dedo cortado].

-Uso tsuitara [Si miento].

-Hari sen bon nomasu [Tragaré mil agujas].

-Yubi kitta [Y me cortaré el dedo].

Ambos se soltaron. Sesshōmaru sonrió ligeramente.

-Es increíble que te rebajes al nivel de un niño.

-Me agradas.

Mei le sonrió.

-Y tú a mí -le dio la mano-. Mi nombre es Mei Ling So.

-China-coreana, guau -le dio la mano-. Soy Sesshōmaru Yōkai.

Am I here with you? [¿Estoy aquí contigo?].

-Inuyasha insistió en que nos quedáramos con la familia de su madre -dijo Kagome-. Irasue comprendió la situación, así que no te preocupes. Además, nos mandó varios regalos. Es un ángel.

Kagome era la prima de Sango, y tenía la misma edad de Inuyasha. Ambos eran amigos desde la infancia, y hasta que Sesshōmaru presionó demasiado con su medio hermano y Kikyo, la hermana de Kagome hiciera lo mismo, comenzaron su relación. Luego de ocho años, por fin Inuyasha se animó a pedirle matrimonio a Kagome.

Izayoi, la madre de Inuyasha, murió cuando él tenía quince años en circunstancias trágicas; la osteogénesis imperfecta tipo uno que padecía provocó que en un descuido por parte de ella cobró su vida. En contra de todo pronóstico, Irasue apoyó a él y a su hermana menor Kanna como si fuera su segunda madre, y ambos lo agradecían de verdad. La relación entre todos los hijos de Inu No era buena, como si fuera una familia normal.

-Koga e Inuyasha son inseparables, aunque lo nieguen -dijo Rin en la videollamada-. Son buenos amigos.

-Eso mismo piensa Ayame -la pelinegra rió-. Aunque no lo parezca, Ayame está más emocionada…

-¿Y Sango?

-A veces se arrepiente de haberle pedido ayuda -ambas rieron-. Ayame tiene más ganas que ella y yo juntas. No sé como puede con todos los preparativos.

-Aún pueden cambiar la fecha. Tanto a Miroku como a Inuyasha les importa un rábano todo esto.

-Los papás de Sango y los míos querían algo bonito. Miroku desea casarse lo más rápido posible e Inuyasha sólo quiere llenar un requisito social; para él, ya estamos condenados a terminar juntos.

Rin sonrió. Estaba conmovida con la boda doble de sus amigas.

-¿Y cómo la llevas con tu futuro suegro?

Kagome suspiró.

-Ese hombre me odia a pulso -bufó-. La última vez no escatimó en humillar a mis papás. Inuyasha estaba furioso, pero se limitó a ignorarlo.

-Llevas años peleándote con él.

-Kikyo dice que lo ignore. Mientras Inuyasha confíe en mí, no hay problema.

-Apenas el año pasado se enteró que no te soporta.

-Y créeme, doy gracias a Kami que Irasue manejó la situación de la mejor manera; creí que lo perdería.

-Irasue es su segunda madre; ella e Izayoi se llevaban muy bien. El señor Yokai es un hombre muy ocupado, y malvado.

-Hablando de malvados… Kohaku ha preguntado por ti.

Rin resopló. El hermano menor de Sango no dejaba de insistir en una cita con ella.

-Deberías darle una oportunidad, quizá te guste.

-Es un niño, le llevo cinco años. Olvídalo.

-La edad no es un problema.

-Suele ser un inmaduro.

-¿O será que tú eres más madura para tu edad?

Rin rodó los ojos. Kohaku era un chico tierno, pero no estaba a la altura de lo que buscaba en una relación. A sus ojos, era como criar al hermano menor que nunca tuvo.

-Sabes a qué me refiero.

-Le has dicho que no desde el principio. Sango te conoce, y sabe que no hay malicia en esa cuestión.

-He dicho que no.

-No seas aburrida. Hace mucho que no sales con alguien.

-Tengo mejores cosas en qué pensar.

Are we in paradise? [¿Estamos en el paraíso?].

Era divertido pasar el rato con Midoriko e Irasue. A pesar de la edad de ambas, tenían el espíritu de dos colegialas. Mientras Irasue era la chica inteligente, Midoriko era la energía encarnada en mujer. Las dos se conocieron desde la secundaria, y desde entonces se han vuelto inseparables.

Irasue era hija de una japonesa muy adinerada y conservadora que se casó con un contador luxemburgués. Toda su infancia la pasó en Luxemburgo, hasta que al llegar a la adolescencia se mudaron en Tokio. Irasue fue educada de manera estricta al ser la hija mayor, con los antiguos modales de la aristocracia japonesa y recibió la mejor educación en finanzas, en donde demostró ser muy buena. Se casó por conveniencia con Inu No Yōkai, un genio de las inversiones con quien tuvo dos hijos: Sesshōmaru y Hakudōshi; luego de diez años de matrimonio, se divorciaron y ella regresó a su país natal, donde se convirtió en una mujer poderosa.

Por su parte, Midoriko era la hija de una adinerada músico de origen griego y de un implacable empresario japonés. Era buena en las artes musicales, y siendo la menor de tres hermanos, la exigencia con la que fue criada fue mínima. Se casó con un cantante de ópera diez años mayor que ella y tuvo una hija, Kagura; luego de veinte años de matrimonio, su esposo falleció. Desde entonces ambas han estado juntas, ya sea trabajando o pasando el rato.

-Debieron vernos -rió la albina-. Era la mejor estrategia para ahuyentar a los idiotas.

-En ese entonces no teníamos guapos pretendientes -rió Midoriko-; y tampoco nos dejaban tener novios.

-Ahora esa excusa ya no sirve -dijo Kagura-. Parece que los alienta. Y sé lo que digo.

-Cuando intentamos hacernos pasar por lesbianas, Kagura lo hacía perfectamente -rió Rin-. De no ser por mí, hubiera funcionado.

-¿Por qué? -preguntó Irasue-.

-¡La muy maldita se ponía roja si la abrazaba por los hombros!

Las mujeres mayores rieron ante el comentario de Kagura.

-¿Disfrutaron del spa? -preguntó Irasue-. Luego de toda la logística para terminar la cena de anoche, necesito relajar mis viejos músculos.

-Somos dos querida -dijo Midoriko-. La organización de eventos son peor que los hombres.

Las cuatro volvieron a reír.

-Es muy relajante el paseo por las bóvedas al estilo de Medio Oriente -comentó Kagura-. Y el masaje térmico es placentero

-Pero lo que creo que relajará completamente sus músculos -apuntó Rin-, será la piscina termal.

-Chicas, apunten esto -dijo la ambarina-. Si pueden disfrutar de la relajación todo el día, disfrútenlo; porque después desearán haberlo hecho.

I know I've been here before [Sé que estado aquí antes].

Su tarde se dividió en dos sesiones de spa y una salida al centro comercial de Madrid para ver en el cine St. James Place donde actuaba Tom Hanks como abogado y finalmente terminar en la suite de Midoriko e Irasue viendo Kingsman: The Secret Service, en donde se carcajeó con el humor negro y se maravilló con la actuación de Colin Firth, uno de sus actores favoritos.

Sin trabajo de por medio, dejó su teléfono en su habitación toda la mañana. Al regresar, se fijó en que desde antes de nochebuena no lo cargó y ahora estaba muerto. Lo conectó al cargador y pidió servicio a la habitación. En la televisión vio la hora; eran poco más de medianoche. Pasar una tarde con aquellas mujeres era agotador, y a la vez era un recuerdo positivo que guardaría en su memoria.

Se conformó con cenar una ensalada rusa y un té de hierbabuena. Esperó a que pasaran por la loza y se cambió su traje de lana color vino por su camisón de color azul marino. Se estiró un poco y se acomodó en el mullido colchón. El canal de CNN le estaba dando información sobre la fluctuación económica, y al mencionar algunos temas de inversión, se congeló.

Olvidó completamente que esa noche debía ver a su jefe.

Tiró las sábanas y salió como resorte de la cama en dirección a su celular. Por la rapidez de sus movimientos, dio un traspiés y se cayó al suelo. Gritó una maldición y se alzó, odiándose. Tomó su aparato y lo encendió. En cuanto el funcionamiento de su iPhone estuvo estable, deseó que la tierra se la tragara.

Sesshōmaru la había llamado nueve veces, y texteado quince. Hace al menos cuatro horas que debió reunirse con él. Era seguro que la mataría en cuanto la encontrara. Quería morirse.

Mierda.

You go, then you come back for more [Tú vas, después regresas por más].

-Me las vas a pagar…

No pudo dormir más de dos horas seguidas. Aunque estudiara griego moderno en forma intensiva durante una hora, no concilió en sueño rápidamente y tampoco fue reparador; sin mencionar que soñó con persecuciones. Buscó entre las sombras su teléfono, y maldijo. Las cinco de la mañana.

Ahora que tenía la cabeza un poco más fría, ¿por qué se pondría así? No es como si hubiera arruinado una negociación importante, como solía hacer Inuyasha. Pero recordando el número de llamadas y mensajes de WhatsApp que le dejó su jefe, le estaba mortificando, dejándole además el inicio de una fuerte jaqueca. Se dirigió al baño, y se metió en la bañera llena de agua fría. Se metió de tirón al terminar de quitarse su camisón y se quedó aguantando la respiración por medio minuto.

Soluciona el asunto, no te hundas en él.

Sacó la cabeza del agua y se quedó en el agua por unos minutos. Quitó el tapón de la bañera y dejó que el agua saliera por la tubería. Tomó las toallas y se miró al espejo.

-Piensa en soluciones, no te quemes los sesos en el pasado -se dijo-.

Se miró en el espejo por un par de minutos. Kaede le recomendó externar sus pensamientos, ya sea hablando con ella misma o con alguien más. Su vista estaba perdida en sus pensamientos.

-Necesito reunir la información. Con lo de anoche, es muy probable que dé por hecho que soy una ladrona. Ese idiota es fiel discípulo del lema «hasta no ver, no creer».

Salió del baño e hizo un par de ejercicios de respiración. Tomó su celular y marcó un número no registrado en su teléfono.

-Me apoderaré del destino agarrándolo por el cuello -dijo una voz masculina en la otra línea-.

-No me dominará -contestó Rin-. Ludwig Van Beethoven.

-¿Quién llama a la policía?

-Hay una casa aislada de todo, y en ella vivía una vieja con un gato. No había ni agua, ni luz, pero estaba lloviendo; de repente asesinan a la vieja y al instante viene la policía.

-¿Cómo hizo para verla?

-Un hombre iba en un auto con las luces apagadas y no había luna, todo estaba oscuro; en ese momento una mujer cruza la calle por delante del auto y sin embargo, el conductor frena de repente.

-Soy invisible, nadie me ve, de día o de noche tal vez a tu lado estaré.

-La esperanza -al terminar, colgó-.

Borró el registro de llamada y suspiró.

No pienso salir de aquí.

It's a mystery how you disappear [Es un misterio cómo desapareces].

Era entretenido pasar las tardes con él. A partir de las dos hasta las seis de la tarde, el albino le resolvía las escasas dudas que tenía sobre sus materias, y de paso aprendía lo que él estudiaba, dándole la oportunidad de que sus conocimientos quedaran bien cimentados. No solían hablar de cosas íntimas, pero disfrutaban la compañía mutua.

Había pasado un año, y todo estaba tranquilo. Mei aprendió a descifrar poco a poco las micro expresiones de tan serio compañero de estudios, y le agradaba de verdad. Excepto ese día.

-Esto está mal.

-Ya me di cuenta -contestó Mei-, lo corre…

-No es posible que…

La rubia azotó el libro de álgebra que llevaba consigo. No pensaba soportar su mala leche, no después de hora y media.

-Oye, no sé qué carajos te suceda, pero cálmate.

-No te metas.

-Estás desquitándote conmigo, por eso me meto.

Sesshōmaru tomó el saco del respaldo de la silla para ponérselo. Agarró sus libros y antes de que tocara el pomo de la puerta, Mei lo detuvo.

-Disculpa que me haya entrometido en tus asuntos, no son de mi incumbencia -lo miró-; pero vamos, estás de mal humor, y aunque no quieras reconocerlo, te estás desquitando conmigo.

-No pienso hablar de eso.

-No estoy pidiéndote que me hables de eso. Hay formas de sacar el coraje que llevamos dentro, ¿sabes?

El peliplata no comprendió a qué se refería. Mei bufó y buscó entre todo el montón de libros uno que tenía por título El método Sedona de Johannes Uske, y buscó una página en específico.

-«El simple hecho de aceptar el cuerpo tal como es puede estimular su capacidad de sanar; te ayuda a sentirte bien en este momento, sea lo que sea que el cuerpo haga o deje de hacer -comenzó a leer-. Si puedes permitir que el cuerpo sea como es, aunque sea por un breve momento, te sentirás muchísimo mejor, ya que se abre así la posibilidad de cambio».

Sesshōmaru no iba a hacer eso.

-Estamos en una biblioteca.

-A esta hora no hay alguien además de nosotros y Tsubaki. Así que cállate y empieza.

-Esto es ridículo.

-Por favor, cuando ya te vi desnudo y a medio fornicar, ¿cómo se te ocurre decir que esto es ridículo? No seas hipócrita.

-Me las pagarás.

-Empieza, después negociaremos.

-No hay un espejo.

-Usa los vidrios de la puerta.

-No lo haré aquí.

-Con ese humor de mierda no llegarás lejos, te lo aseguro. Tú decides si comenzar de una vez o hasta que veas que todo tu futuro se fue a causa de tu ira mal librada.

-Te odio.

-En esta ocasión improvisaremos, así que comienza.

Sesshōmaru se acercó a la puerta a modo de espejo de cuerpo completo. Mei se colocó detrás de él, analizando la figura del albino a detalle.

-Mi ojos son muy diferentes a la mayoría.

-¿Tienes alguna necesidad de cambiar su color? -preguntó Mei.

-No, me gusta sentirme diferente -contestó-. Mi cabello es rubio platinado por parte de mi madre, aunque por mi padre tengo canas prematuras.

-Muéstramelos, no te creo.

Sesshōmaru se quitó una cana de su cabellera larga y se la dio a la rubia para comparar el color.

-La única diferencia es el brillo, guau -sonrió la ojiverde-. ¿Tienes algún problema con tu cabello?

-No, la ventaja de mi color es que cuando tenga canas por completo no necesitaré comprar tintes para recuperar mi color. Con algún producto para el brillo será más que suficiente.

-Bueno, ya vimos algunas ventajas de tu cuerpo; ahora, ¿qué es lo que no te gusta?

-Odio mis manos, son demasiado... «Femeninas».

Mei lo agarró de las manos.

-Son suaves y finas, pero no dejan de tener una forma masculina. A muchas mujeres les acompleja tener «manos de hombre».

-No te creo.

-Te sorprendería la cantidad de mujeres con ese problema. ¿Vas al gimnasio?

-Nunca. Mi metabolismo hace muy bien su trabajo. ¿Eso qué tiene que ver con esto?

Mei lo examinó de arriba hacia abajo.

-Tienes buena musculatura para no hacer ejercicio. No eres musculoso, pero tus hombros ayudan; te dan cierta forma. Deberías empezar; después de los treinta o treinta y cinco no dirás lo mismo, además de que serás alguien con más atractivo. Y de paso, con el esfuerzo tus manos tomarán más dureza. ¿Hay algo más que no te guste?

-Sufro de…

El albino se interrumpió. Mei lo vio un poco extrañada.

-¿De...?

Sesshōmaru suspiró.

-Tengo acné.

La rubia abrió los ojos como platos.

-Es una broma.

-Claro que no, hablo en serio.

-No se te nota.

-Soy adolescente, mis hormonas lo son. Es una etapa normal.

-No me jodas, no se ven. Estás tomándome el pelo.

-Sufro de eso.

-¿Y cómo rayos ocultas el acné?

-Maquillaje.

-Eres un jodido artista, te odio.

Sesshōmaru frunció el ceño.

-O tu acné no es tan severo, o sabes cómo aplicar el maquillaje. Si se trata de lo segundo, serías la envidia de toda mujer si también lo fueras.

-Habladora.

-Es verdad -Mei lo tomó del hombro para girarlo-. No parece que te maquillaras.

-Uso exfoliante todos los días y un jabón de azufre. Me pongo los microporos encima de esas mierdas antes de maquillarme. Primero la base, luego el corrector; al último el polvo. Créeme, tengo la acné más asquerosa que te puedas imaginar.

-Joder, si no fuera porque te he visto fornicar con una mujer y te conozco, diría que eres homosexual.

El albino la miró furioso.

-Perdón, pero es la verdad.

-Tú empezaste a usar en otoño Angel de Thierry Mugler. Fue el primer perfume gourmand lanzado en el noventa y dos. A pesar de su escasa publicidad, es uno de los más vendidos y populares.

-Empiezas a asustarme un poco, ¿cómo cojones sabes eso? Sabes demasiado del área de belleza para ser un hombre muy viril.

-Mi madre es demasiado vanidosa e inteligente. No sólo viste o usa marcas porque sí.

-Así que… Ella debió ver tus erupciones o tú no tuviste de otra que acudir a ella. Guau, hubiera dado lo que fuera porque mi madre fuera así.

-A los ojos de mi madre no basta el patronímico; el apelativo, la imagen y el carácter deben ser más acaparadores.

-Me encantaría hablar más contigo, pero nos estamos desviando. Como sea, ¿puedes evitar que las hormonas saquen esas porquerías en tu rostro ahora?

-No.

-¿Así que...?

-Las acepto.

-Entonces, ¿puedes cambiar aquello que provocó tu coraje?

-No.

-¿Por lo tanto...?

-Lo acepto.

Al pronunciar aquello, la pequeña habitación se quedó en silencio. Sin saberlo, el coraje del albino había desaparecido.

-Deberías ser psicóloga.

-Lo hago porque el coeficiente emocional está siendo rebasado por el coeficiente intelectual, y al ser humano, requerimos ambas.

-Estamos en inicios del siglo veintiuno, eres extraña.

-Yo sé lo que te digo -le sonrió-. En unos años, el coeficiente emocional será un problema.

Like a shadow in the night [Como una sombra en la noche].

Estaba en la piscina de la casa de verano de su madre en las Islas Maldivas. La casa no era grande, pero era perfecta para acomodar a diez personas. La forma rectangular de la alberca era de una profundidad de ciento sesenta centímetros y una cuarta parte adaptada para niños.

El sonido del agua en movimiento lo llevó a dejarse llevar por la corriente mientras unas suaves manos acariciaban su pecho, dibujando sosegadamente sus músculos. Sus ojos estaban cerrados, disfrutando plenamente el contacto placentero de aquellas apacibles manos.

-Me gusta tocarte.

Ella estaba encima de él. Los cabellos rubios estaban mojados, esparcidos parcialmente en sus piernas. El ligero peso de ella era algo que necesitaba, que deseaba. Sesshōmaru tomó sus manos y las posó sobre su rostro, acercándola a ella en consecuencia. El olor a coco que desprendía la rubia lo complacía.

-Me gusta tenerte cerca.

Ella se movió ligeramente, rozando sus intimidades. Él suspiró.

-¿Sólo eso?

Sesshōmaru rodeó la cintura de la chica con una mano, mientras la otra acariciaba su trasero con malicia. La empujó suavemente hacia delante, lo necesario para repetir la caricia íntima. Ella jadeó.

-Hay muchas formas de tenerte.

Quitó la mano de su trasero para ponerla sobre uno de sus pechos y masajearlo levemente por encima de la parte superior del bikini. Ella se acomodó para tocar la erección que poco a poco comenzaba a asomarse.

-Hay muchas formas en las que sólo tú puedes tenerme.

-Eso me excita.

La rubia tomó la mano que Sesshōmaru tenía sobre su pecho y chupó uno de sus dedos. El albino la pegó más a él.

-Sabes lo que me gusta.

-Me gusta saber lo que te gusta, querido.

Ella se alejó de él y bajó hacia su bermuda. Desató el cordón y sacó el miembro de su amante. Lo miró y sonrió. La chica lamió el enorme falo desde la base hasta la punta antes de meterlo en su boca y succionarlo con destreza. Sesshōmaru la tomó del cabello y se encargó de los movimientos. Con la forma en la que ella le estaba haciendo la mamada no tardaría mucho en correrse. Ella debió prevenirlo, porque lo sacó de su boca.

-Esta vez quiero que te corras dentro de mí.

-Música para mis oídos.

La rubia abrió el escote de su traje de baño y sus turgentes pechos saltaron a la vista. Ella volvió a montarse sobre él. Sesshōmaru se levantó y se dispuso a chupar alternadamente los pezones de la chica, haciéndola jadear de gusto. Recorrió la parte baja del bikini, y metió dos de sus dedos en la cavidad de ella, provocando que gimiera de placer.

-Oh Sesshōmaru, ya estoy mojada -jadeó-. No me hagas esperar.

Él sólo se limitó a meter y sacar sus dedos dentro de ella con brusquedad, aumentando el placer de ella, sin responderle.

-Sesshōmaru, así… Ah, más, por favor.

-A la próxima serán tus tetas.

-Ajá -gimió-. Pero fóllame ya.

-Túmbate y agárrate del borde.

La rubia hizo lo que él le pidió. Sesshōmaru se acomodó entre las piernas de la chica y dirigió su polla hacia la entrada de ella, y antes de meterlo recorrió los labios con total tranquilidad, frustrando a su amante. Antes de que ella protestara, Sesshōmaru la embistió con fuerza, tomándola desprevenida y sacándole un grito de sorpresa y placer. En respuesta, la rubia lo abrazó con sus piernas.

-Somos perfectos -la bombeó con más fuerza-. A ti te pone cachonda que sea grande y a mí me pone más duro que seas estrecha.

Cada embestida era más profunda y fuerte que la anterior, y la rubia sólo podía gemir de puro placer. No pasó mucho tiempo para que ambos se corrieran al mismo tiempo. Él se acomodó entre los pechos de ella sin aplastarla y suspiró. Ella acarició sus cabellos platinados.

-Te amo.

Sesshōmaru la miró a los ojos. Sus ojos ámbares se mezclaban perfectamente con los ojos cafés de ella.

-Y yo a ti, Mei.

Midnight images of you [Imágenes de medianoche de ti].

Después de varias horas de intenso ejercicio, sacó todo el coraje de su sistema. La playlist de iTunes que solía reproducir cuando se ejercitaba aún no terminaba; la energía del disco Unholy Savior de Battle Beast se había quedado a la mitad. La canción Touch In The Night le hizo parar en seco. Hacía un par de meses que no se acordaba de ella o por lo menos algo o alguien no le daba estímulo para ello. Aquel sueño húmedo había abierto un doloroso recuerdo que no estaba ayudando en su situación. Bankotsu entró al gimnasio y lo saludó.

-Por fin…

-Ahora no estoy para pendejadas -lo interrumpió tajantemente- Wolf.

Bankotsu abrió los ojos como platos.

-¿Puedo ayudarte?

-Por el momento, no jodas.

Bankotsu hizo su rutina, sin hablarle al albino. Sesshōmaru suspiró, cansado de darle vueltas al asunto. Encendió la caminadora y la programó para un nivel intenso, no podía calmarse. Si su madre supiera lo que pasó hace casi doce años, no le insistiría en buscar a una buena mujer. Ahora que lo pensaba, ¿qué sería de ella? No es que se hubiera perdido en un océano, sólo que no había rastro superfluo de ella. Desde hace varios años estuvo buscándola, sin éxito. Luego de su extraña ruptura, no tuvo más noticias de ella.

En septiembre habría cumplido los treinta.

Luego de pasar sus cuatro años en la universidad de Tokio, se fue a Estados Unidos para preparar su carácter empresarial, y hace cinco años regresó a su país natal para tomar las riendas del emporio familiar Yōkai.

Su padre no tenía inconveniente alguno en que permaneciera soltero, pero últimamente los inversionistas y algunos socios veían con malos ojos su situación. No le quedó de otra que delegar algunos asuntos a Inuyasha para obtener buenos negocios. El inepto de su medio hermano no era bueno para llevar a cabo reuniones muy importantes debido a su carácter impulsivo, pero había sorteado ese inconveniente gracias a su secretaria.

Rin.

Ella tenía un carácter muy tranquilo y un gesto serio. A pesar de ser así, sacaba el coraje y el temple necesario para negociar tranquilamente y realizar lo que se proponía. Acataba cualquier orden y atendía cualquier situación con previsión y sin fallar en el primer intento. Se acordó de lo sucedido hace un par de años con una de sus tantas conquistas, y cómo Asakura se encargó de ello como si le hubiera pedido tirar la basura de su papelera.

You slipped, slipped into my room [Te deslizaste, en mi habitación].

-Señor, la señorita Miller solicita hablar con usted en privado lo más pronto posible.

-No le contestes, no quiero saber de ella.

No se fijó en que aquella inglesa podía ser molesta. A pesar de las costumbres inglesas, ningún país podía salvarse de tener mujeres u hombres interesados, y para su mala suerte Miller era una de ellas. No valía la pena, y tampoco tenía interés más allá de lo sexual; que para infortunio de la rubia extranjera, no alcanzó a satisfacer.

Luego de colgarle a Rin, se levantó de su asiento con dirección al archivo. La puerta metalizada era silenciosa, por lo que la morena de ojos verdes no se dio cuenta de su presencia. Estaba atendiendo la llamada con aquel problema de faldas.

-Señorita Miller, el señor Yōkai no se encuentra disponible.

El lápiz de grafito que sostenía con una de sus manos estaba a punto de quebrarse. Se sentía culpable por dejarle aquella labor, pero ni estando en un manicomio le daría a Helen su número privado.

-No señorita, me temo que no. Sí, tengo una idea de lo sucedido.

Su inglés era perfecto. A pesar de desquitarse con aquel lápiz, ella estaba totalmente calmada.

-Me temo que no veo la relación entre una mujer extranjera de buena familia a una simple secretaria mestiza. Si bien es cierto que atiendo cuestiones que podrían considerarse personales del señor Yōkai, sólo es con fines prácticos, nada que ver con el asunto que intenta adjudicarme.

Algunos colegas solían decir que Miller tenía la capacidad de entablar empatía y relaciones con las subordinadas más cercanas a ellos, por lo que se podía volver una molestia latente. Si aquella inglesa mimada creía que podría con su asistente, estaba muy equivocada.

-Agradezco su interés en mi persona, pero le repito que separo mis relaciones privadas con mi vida laboral. Por lo tanto, no le hablaré de usted a mi superior.

A pesar de que la habitación contenía los sonidos, escuchó claramente que Miller había perdido los papeles. Escuchaba todo lo que aquella molesta mujer le decía a la ojiverde a la perfección. La frase «seré la señora Yōkai y te arrepentirás de no ayudarme» le molestó. La odiaba.

-Si no mal recuerdo, usted estudio psicología. Verá, la psicología masculina es simple, y mi jefe es un hombre, por lo tanto mi jefe tiene una psicología simple. ¿De qué va esto? De lógica básica, señorita. Le recuerdo que un hombre que tiene interés de casarse con una mujer se fija en su historial, y sus relaciones sentimentales previas andan en boca de toda la alta sociedad.

Se sorprendía de que Rin pudiera seguir hablando con calma cuando aquella inglesa seguía gritándole.

-Los japoneses son muy conservadores, y a mi jefe no le agrada la idea de que toda su historia sentimental anterior se hable en cada reunión; le resta credibilidad, buen juicio y seriedad. En ese sentido, a los asiáticos no les gustan los chismes, y menos una mala reputación; me temo que usted se encuentra en la segunda situación, independientemente de si es verdad o no, cosa que no me concierne.

Eso es saber golpear con guante blanco.

-Como sabrá, lo negativo infecta y se propaga más rápido que lo positivo. No importa cuánto un hombre se esfuerce por limpiar su nombre, mientras existan comentarios como «me consta, lo he visto» o similares, aquella negatividad nunca acabará. Para los japoneses el matrimonio no sólo es un compromiso a largo plazo con otra persona, se trata de complementarse y ayudarse mutuamente; esos clichés de que el amor repara todo no va con nuestra ideología. ¿Cómo sé que mi jefe no está enamorado de usted? Simple: él lo dirá. De lo contrario, me temo decirle que sólo fue una conquista, y como tal, créame, he tenido que enfrentarme a esta circunstancia más de una vez.

Rin era demasiado buena para lidiar con cosas como esa. La mujer del teléfono ya había perdido los papeles, y sólo salían improperios de su boca.

-Señorita Miller, le repito: si el señor Yokai no ordena lo contrario, quedo imposibilitada de ayudarle.

El estridente sonido del teléfono hizo que la morena se despegara un poco del auricular para mermar el dolor en su oído. En cuanto su subordinada lo consideró oportuno, volvió a su estado anterior.

-Que pase buen día, señorita Miller.

Para cuando Rin colgó, aquel lápiz estaba partido en dos.

Could be magic? could be fantasy? [¿Podría ser magia? ¿Podría ser fantasía?].

-¿Cómo sigues?

Los excesos con el alcohol y las fiestas habían provocado que Sesshōmaru se estrellara contra un poste de luz. A pesar de que el BMW serie 5 que le regalaron en su cumpleaños número quince estaba totalmente destrozado, el albino salió con unas pequeñas fracturas en las piernas y varios moretones en el cuerpo.

-No me quejo. ¿Cómo lo supiste?

-Tu hermano me buscó, está afuera. ¿Él sabía sobre mí?

-Es mi hermano -el albino respondió como si fuera lo más obvio-, ambos sabemos todo uno del otro.

-Oh, eso lo explica. ¿Y tus padres?

-Mi padre está de viaje; Izayoi fue por Inuyasha y Kanna y mi madre fue a su casa a cambiarse.

-¿Cómo lo tomó?

-Bueno, llegó asustada y al ver mi estado se calmó. Me preguntó si me atendieron correctamente y si ya me habían regresado mis pertenencias. Cuando respondí que sí, de la nada sacó unas tijeras y cortó todas mis tarjetas.

Mei alzó las cejas, claramente sorprendida. Luego de unos segundos, se rió. Sesshōmaru la fulminó con la mirada.

-¿Qué es tan gracioso?

-Vale, lo siento. ¿Y ahora?

-Ella me dará el dinero necesario, y me irá peor si saco una cuenta aparte o mi carnet sin que ella lo sepa.

La rubia le sonrió. Se acercó a la cama donde reposaba Sesshōmaru y tomó una de sus manos.

-Me alegro de que tus heridas fueran mínimas. Con lo jodido que quedó el auto, es casi un milagro.

-Supongo.

Mei se sentó en el borde de la cama.

-No vuelvas a hacer eso.

-¿Hacer qué?

El albino no comprendió la petición.

-El alcohol y esas cosas hacen daño a la larga -le explicó-. Aún no cumples la mayoría de edad y mírate. ¿Qué ganas con esto?

-¿Acaso viniste a regañarme?

-¿Acaso sabes cuánto me preocupé?

-¿Acaso te pedí que te preocuparas?

-¿Acaso me crees tan desalmada para no preocuparme?

El ambarino resopló molesto. No iba a soportar otro regaño.

-No estoy para tus reproches, no eres mi madre.

-Soy tu amiga.

Ambos se quedaron en silencio.

-¿Acaso no lo soy?

-¿Acaso te dije lo contrario?

Mei se puso roja del coraje, y se levantó de mala gana de la cama.

-Eres un idiota y un pusilánime. Debes cambiar esa actitud asocial.

-Me dices todo como si a tu edad hubieras pasado por mucho.

La rubia suspiró antes de hablar.

-La madre de Kagura es mi benefactora. Vengo de una familia pobre, y sólo por mi inteligencia me dieron la beca Shikōn; por eso estoy aquí.

-No es lo mismo, ni siquiera sé qué tiene que ver tu historia con lo que me pasó.

-Mi papá era un proxeneta que escapó de Corea del Norte a China, y se hizo de una buena reputación en su círculo; era muy bueno en eso. Mi madre era hija de una prostituta china y de algún cliente extranjero que sus circunstancias la llevaron a tener a mi padre de su maipiolo. Cuando el negocio de mi padre lo puso en peligro no les quedó de otra que venir a Japón; él embarazó a mi madre y cinco años después nos mudamos aquí. Me trataban peor que a un animal. Mi madre murió de una sobredosis y a mi padre lo mataron a balazos luego de cuatro años. Servicios infantiles me encontró encerrada en el departamento al mes de que él murió. Antes de conocer a Midoriko, me la pasé en muchas casas de acogida.

Sesshōmaru se quedó callado, asimilando la información que Mei le había dado.

-No me jodas con que no es lo mismo, porque vi a demasiados imbéciles perdiéndose en esas mierdas, y créeme, por muy genial que se vea, terminan muy mal.

La rubia se dirigió hacia la salida, y antes de abrir la puerta, Sesshōmaru le habló.

-Perdóname, no lo sabía.

Mei regresó a su lado. Le mostró el dedo meñique.

-Prométeme que no volverás a caer en esto. Yibi kiri Genman.

- Uso tsuitara.

-Hari sen bon nomasu.

-Yubi kitta.

Se soltaron. La rubia tocó la mejilla llena de arañazos del albino.

-¿Te castigaron el celular?

-¿Por?

-Quisiera hablar contigo mientras estás aquí. A pesar de ser amigos, no usamos el teléfono.

-Estaré aquí un par de meses como mínimo. Te llamaré.

Could it be that we're in love? [¿Podría ser que estamos enamorados?].

-¿Qué te sucede?

Mei aprendió a descifrar el gesto serio del albino durante los tres años que llevaba conociéndolo. Sesshōmaru sólo alzó los hombros, negándose a contestar. La rubia miró la pequeña caja que llevaba escondida sin éxito en la bolsa de su pantalón. Detuvo la canción Hey Stupid de Alice Cooper y se quitó el auricular.

-Oh ya veo. ¿Es para tu madre?

El albino la miró duramente.

-No sólo estoy para hablar de cultura general -se sentó en el suelo, detrás del estante-. Vamos, habla.

-Ella es fría.

-Igual que tú.

-Tú no la conoces.

-Sé lo que es tener una bruja como madre -le hizo un gesto con la mano para que se sentara a su lado-, y dudo que la tuya lo sea.

-No hables así de quien te parió.

-Tú no la conociste.

En silencio, Sesshōmaru se sentó y se recostó sobre su hombro.

-¿Hasta cuándo me darás más detalles acerca de tu pasado?

-En su momento, supongo -le sonrió-. Me gusta escucharte.

-Eso no es una respuesta, y no me cambies el tema.

-Sesshōmaru, es más fácil que te hable poco a poco a que te diga todo de tirón. Mi vida no ha sido sencilla. Además, tú cambiaste de tema primero.

-Mi madre nunca amó a mi padre -comenzó a decir-. Tanto mi hermano como yo sabíamos en el fondo que ese matrimonio no duraría mucho. No tengo un trauma, pero acercarme a mi madre es difícil cuando es muy distinta a Izayoi.

-¿Por qué le tienes resentimiento a tu madre?

-Porque nunca nos demostró ser digna de ese título.

Mei colocó su cabeza encima de la del albino.

-¿Cómo fue educada tu madre?

-¿Y eso qué relación tiene con esto?

-Vienes de familias adineradas, así que los modales y la educación que recibieron estuvo enfocada a las relaciones sociales; por lo tanto, su educación emocional fue mínima, o nula en el peor de los casos.

Sesshōmaru se quedó en silencio, analizando su idea.

-Si no te amara, no te hubiera cortado las tarjetas de crédito hace un año.

Sesshōmaru era buen estudiante; sin embargo, las fiestas, el alcohol, las drogas y el sexo, en prematuras y altas dosis, provocaron que acomodado estilo de vida fuera limitado por el resto de su preparatoria. Lo curioso de la situación era que mientras él se apegaba al presupuesto que recibía de su madre, todos sus compañeros no comprendían la actuación de su progenitora ya que a los padres de ellos ni siquiera los regañaban.

Aquella vez Mei lo visitó una vez con ayuda de su hermano menor y después se llamaban por la noche para durar horas en el teléfono durante los tres meses y medio que permaneció en el hospital. Sesshōmaru agradeció que su madre le pusiera un alto; hacía dos meses que asistió al funeral de uno de sus compañeros.

-Aún lo sigo pagando.

-Voy a ser positiva y te daré mi opinión: habla con ella. Dile qué te molesta, y pídele que te dé más afecto.

-Suena muy sencillo.

-Lo es. Yo creo que tu mamá parece seria, pero si tú le demuestras cariño, ella se abrirá contigo. ¡Asunto resuelto!

Mei aplaudió suavemente, sin hacer mucho ruido.

-Por cierto, ¿qué le darás?

-A ella le gustan las amatistas. Es un gargantilla de plata con forma de cola de ratón y un dije de una luna menguante con una amatista.

-Un detalle excelso.

Sesshōmaru la miró a los ojos. Los ojos cafés de la rubia chocaban con los ámbares del albino, perdiéndose en un mundo en el que sólo ellos existían. Mei se sonrojó, y apartó la vista.

-Te gané.

-Siempre lo haces -la rubia hizo un puchero-. A veces odio ser menor que tú.

-A mí no me molesta.

El ambarino sacó una pequeña caja de chocolates. Mei lo miró extrañada, cuestionándolo con la mirada.

-¿Qué es eso?

-Feliz catorce de febrero. Día del amor y la amistad.

Mei tomó la caja, sonriéndole.

-No tengo un chocolate para ti.

-Sé qué puedes darme a cambio.

Antes de que la rubia le preguntara, el albino la tomó de los hombros y la besó. Mei lo lanzó suavemente, rompiendo el beso. Lo miró sorprendida.

-Yo…

-No quiero que me respondas ahora -Sesshōmaru acarició su mejilla-. Sólo prométeme que lo pensarás.

-Quiero mantener esta amistad intacta.

-Sea cual sea tu decisión, no cambiará lo que somos ahora.

-No me refiero a eso.

-¿Entonces?

Mei se levantó y lo miró de frente, pensando en cómo explicarle su situación.

-No sé qué es la atracción. Un «me gustas» no tiene significado e interpretación para mí; no sé qué implica una relación sentimental… De hecho, no sé qué implican las emociones en sí mismas.

-Me estás confundiendo.

-Con la pequeña parte de mi pasado que te conté, ¿crees que sé lo que es el amor?

Sesshōmaru la miró, sorprendido. La rubia suspiró.

-Hasta los doce años sufrí de maltrato, nunca conocí lo que implican y significan las muestras de afecto; apenas estoy entrando en contacto con ellas… Me es difícil saber qué siento.

Sesshōmaru se levantó y se acercó a ella.

-Necesitas simplificar todo, eso funciona contigo.

-¿A qué te refieres?

El albino se pegó muy cerca de ella, provocando que retrocediera un par de pasos, quedando pegada al estante de libros.

-Me acerqué a ti y te alejaste, ¿qué sentiste?

-Yo, no sé…

-Claro que sabes -volvió a acercarse-. Sé honesta con tu cuerpo. Dime qué sensaciones provoco si me acerco… O qué sientes cuando estoy cerca de ti.

-Me pongo nerviosa cada vez que estás cerca, y desde antes de tu accidente… Pensar o acercarme a ti me provocaba arritmia. Cuando anotas algo en mi libreta o me das algunos apuntes hay algo que hace a mi estómago estremecer. Aunque haga muchas cosas, siempre me acuerdo de ti… Demasiado para considerarlo algo normal.

-¿Y qué sentiste con el beso?

Mei se quedó callada, y su sonrojó creció.

-Me sentí, no sé… Como si volara, y me hizo feliz.

Sesshōmaru sonrió.

-Mei, habla con tu terapeuta sobre esto, y después de lo que ella te diga, piensa acerca de esto.

-Pero…

-No te preocupes -besó su frente-, esperaré tu respuesta.

Your voice whispers in the dark [Tu voz susurra en la oscuridad].

-Te ves un poco incómoda.

-Sucede que… Necesito, bueno… No sé.

-Iniciar por el principio es una buena forma de saber qué sucede.

Mei suspiró.

-Ya le hablé de mi relación con Sesshōmaru.

El silencio que se hizo en la habitación, Kaede anotaba en un pequeño bloc sus percepciones.

-Cuando se trata de él, siento ansiedad de no saber de su paradero y tranquilidad cuando hablamos. Pienso mucho en él, y me he fijado en varias ocasiones que mis ojos se dilatan cuando estoy con él. Mencionarlo o pensarlo provoca una arritmia y un nerviosismo que no puedo controlar.

-¿Te ha dicho algo?

-Hace un par de días me dio un chocolate, por el catorce de febrero.

-¿Cómo te sentiste?

-Sentí algo raro en mi estómago. Y cuando me besó, me asusté.

-¿No te gustó?

-Me sorprendió, y después fui feliz… Es extraño.

Kaede terminó de hacer unas anotaciones antes de quitarse las gafas verdes y mirarla.

-Mei, es normal que te sientas así cuando te gusta alguien. Esos son los síntomas más comunes de la atracción. Como estás conectando con tus emociones, no sabes cómo llamarles. Eso, además de tu estrecha amistad con Kagura, son avances buenos, ¿no crees?

La rubia se quedó callada.

-Él ha sido muy amable conmigo, pero…

-¿Sesshōmaru te ha forzado a algo?

-No, sólo que no quiero arruinar la relación de amistad que tengo con él por entrar a una zona que no conozco.

-Habíamos quedado en que saldrías de tu zona de confort. ¿Qué le respondiste?

-Él está esperando una respuesta.

-¿Te ha insistido?

-No, todo lo contrario. Me pidió que hablara contigo y después pensara mi respuesta.

-¿No te ha chantajeado? No lo sé, quizá coaccionarte.

-No. Me dijo que pase lo que pase todo seguirá igual.

Kaede sonrió.

-Si no mal recuerdo, es algo mayor que tú.

-Tres años, más o menos.

-Dijiste que te pidió hablar conmigo primero -hizo una anotación y volvió a su posición-. ¿Sabe cuál es la razón por la que vienes conmigo?

-Lo sabe de una forma muy general.

-Ya veo. Él es un chico que al parecer está verdaderamente interesado en ti.

-No quiero arruinarlo.

-Por lo que me has contado, es un chico maduro, y que sabe a lo que se atiene cuando está contigo. Si lo comprende, ¿por qué no? Mientras no te presione, no le veo algún problema.

-Jamás he tenido alguna relación.

-Tienes que salir de tus zonas de confort.

You talk, talking to my heart [Hablas, en mi corazón].

-Es insoportable.

-Ignóralo.

Sesshōmaru sabía que no podía abogar a favor de su padre, no después de enterarse de todo lo que le había hecho a Kagome.

-Ya eres mayor, la opinión del viejo debería importarte una mierda.

-Es insistente, y se mete donde no lo llaman.

-Déjale claro que ya no es quien para decidir por ti.

-Para ti es fácil -gruñó el menor-, no te ha hecho nada.

Eso crees.

-Habla con él. Ya no te reprimas, hace un par de años que pasó a ser presidente emérito; su poder sólo se concentra en representar a la empresa a nivel global, no a más. Como padre, ya está en la etapa en la que sólo deberá tomar el papel de espectador. Ya somos mayores.

-Es odioso -bufó-; como sea, ¿ya preparaste mi despedida de soltero?

-No sé qué les dio a ustedes para organizar eso en pleno San Valentín. Miroku está loco.

Si bien era cierto que Miroku era un mujeriego, el amor que le profesaba a Sango era fuerte, y en verdad quería algo a largo plazo. Sin embargo, sus viejos hábitos seguían arrancándole varios corajes a la castaña… Como sus ojos traviesos, por ejemplo. Kagome confiaba plenamente en Inuyasha, pero no se fiaba de lo que el futuro esposo de su prima era capaz de organizar en la última fiesta que celebrara como soltero.

-Oh vamos, eres el único cuerdo del grupo, pongo en tus manos mi felicidad.

-Ridículo. Procuraré que sea algo relajado.

-Tengo que confesar que me preocupa que hagas algo aburrido o de la vieja escuela.

-Idiota.

-Aburrido.

-¿Quieres tener tu despedida? Puedo llamar a Miroku y dejar todo en sus manos.

El menor de los Yokai bufó, exasperado.

-Esperaré mi sorpresa, hermano.

When the morning comes [Cuando el mañana llega].

-Vas a pagar por esto. Ya tengo demasiados problemas para que me jodas con otros.

-Juro que no he hecho nada.

-Eso no me pareció cuando llegó ese jodido periodista de mierda.

-Estás de broma.

-¿Acaso crees que veo nuestro acuerdo como una puta broma?

Sesshōmaru gruño levemente, frustrado.

-No te enojes.

-Acabo de pagar medio millón de dólares por aquellas fotos -le dio un masaje circular a sus sienes-. Soy tu chaperón, no una fundación.

-Sólo fuimos a cenar.

-Te he dicho un sinfín de veces que mantengas un perfil bajo. No estás en posición de hacer lo que se te dé la gana, y lo sabes.

El suspiro de la fémina en la otra línea lo cabreó de verdad.

-Somos una pareja, es normal que salgamos.

-Me queda claro que tú y Yuka son una pareja, pero hasta que no cambien de opinión tus padres, deberás mantener un perfil bajo.

-Oh vamos, te lo pagaré.

-El dinero es lo de menos -bufó-; hace poco más de seis meses que me quedé en la vez número cuarenta y cinco, y ya perdí la cuenta.

-Yuka piensa que no voy en serio.

-Mientras no logres convencer a tus padres, no puede ser de otra forma. Sé que ambos somos el teatro del otro para tapar nuestras mierdas, pero no hago milagros. Lo que gano en una hora lo pierdo en un minuto cuando se trata de ti.

-Discúlpame.

-No se trata del dinero, ya te lo dije. Este acuerdo lo vemos como una inversión, y tus desmadres no me dan beneficios.

Sesshōmaru suspiró.

-Habla con Yuka, y explícale la situación. Si te quiere de verdad te comprenderá.

-Hablas como si fueras un gurú del amor.

-Yamada -le advirtió-, hazlo. Si a ti te descubren, peor me irá a mí.

El suspiro resignado por la situación con Sara que lo hizo sentirse un poco culpable. Ella no tenía la culpa de enamorarse de Yuka, pero sus padres eran demasiado conservadores como para aceptarla. Él por su parte, no estaba dispuesto a casarse… Al menos no tan pronto.

-Hablaré con ella.

Sesshōmaru colgó y miró su teléfono. Eran las ocho en punto de la noche. Llamó a Rin.

Nada.

¿Pero qué mierda?

La chica no apagaba su celular por nada del mundo, y ahora ni siquiera contestaba sus mensajes. Llamó varias veces, le mandó mensajes y nada. Salió de su habitación y se dirigió hacia recepción.

-Disculpe -se contuvo-, ¿podría decirme en qué habitación está la señorita Rin Asakura?

-No podemos dar esa información, señor.

-Es mi novia, y discutimos -sonrió-. No me contesta los mensajes desde la mañana y su hermano me dijo que no está con él.

La recepcionista lo miró, conmovida. Agradeció ser capaz de fingir algo así, aunque en el fondo no estaría mal volverlo realidad.

Concéntrate.

-A primera hora de la mañana solicitó una habitación estándar. Es la número diecisiete.

-Gracias.

No fue difícil hallar la habitación. Estaba cerca de las escaleras principales. Tocó la puerta varias veces, sin respuesta.

¡Me cago en la hostia!

Se estaba cabreando de verdad. No se iba a quedar así. Y sabía cómo arreglar la situación.

Wake me with your love [Despiértame con tu amor].

-Es testarudo, no quiere una relación formal.

-Irasue, no lo obligues. Sabes lo terco que llega a ser.

-Cree que soy estúpida. ¿Acaso cree que me tragaré ese cuento de que va en serio con Sara? Conozco a esa muchacha… Sé de qué va el asunto.

-Querida, tu hijo ya está grande. Sabe lo que hace.

-Daría lo que fuera por volver a ver su actitud de hace más de diez años. Me preocupa que su padre esté maquinando a su conveniencia.

-Sesshōmaru no es fácil de influir.

-Inu No Taisho puede ser un hijo de perra cuando se lo propone.

Irasue le dio un sorbo a su té de tila. Miró a su mejor amiga. Midoriko no contestó.

-Nunca te dijo que salía con alguien.

-Se le notaba a leguas. Soy su madre, lo conozco desde que estaba en mi vientre.

El teléfono inteligente de la albina sonó.

-Hablando del rey de Roma -dijo Midoriko-, el que se asoma.

-¿Diga?

-Sabes perfectamente que soy yo -dijo en tono molesto su hijo-. ¿Dónde estás?

-En la habitación de hotel. ¿Qué te sucede?

El silencio de la otra línea no le era normal. Su hijo no era impulsivo como Inuyasha. La frialdad innata de su primogénito no era fácil de romper, a menos que la situación se le saliera de las manos. Y para el obseso del control que era Sesshōmaru, era impensable.

-Discúlpame -dijo el hombre-. Necesito hablar con Rin.

Irasue miró la hora en su reloj.

-¿Pasada la medianoche? Es poco apropiado, hijo -respondió-. Tendrá casi una hora que se fue a su habitación.

-¿Qué sabes de ella?

-Fue un día de chicas. Nada de llamadas, mensajes y de parejas.

El mayor de sus hijos suspiró.

-Madre, tengo a Rin en la mira. Procura no interrumpir la comunicación.

-¿De qué va eso?

-Sospecho que ha estado malversando fondos.

Irasue rió.

-Eso es ridículo.

-¿Tú sabes algo que yo no?

-Hijo, agradece a Kami por ser bendecido con semejante subordinada. La traición no forma parte de su personalidad.

-Necesito hablar con ella.

-Espero no seas extremista con ella, o de lo contrario te arrepentirás.

El silencio de su hijo le dio a Irasue la idea de que era demasiado apresurado.

Let me know that I'm not dreamin' [Déjame saber que no estoy durmiendo].

-¡Oye! ¡No es justo!

El moreno dejó de hacerle cosquillas a su esposa. Ambos tardaron un par de minutos para recuperar su ritmo cardíaco normal, y se abrazaron en la cama.

-Sesshōmaru está de mal humor. Lo vi por la mañana en el gimnasio.

-Si Sesshōmaru fuera mujer, sería la tía solterona, amargada y forrada de dinero.

Bankotsu rió ante el comentario de su mujer.

-Me sorprende que Rin lo soporte sin queja alguna.

-Mi amiga procura hacer su trabajo tal y como él lo solicita. No lo soporta cuando tiene su cara de mala leche. Parece tranquila, pero tiene su carácter.

-Me consta -sonrió el ojiazul-, y Rin hace milagros.

Kagura se aferró más a su marido.

-A ella le falta una pareja.

-Su trabajo es absorbente.

-No sólo se trata de eso. Ella se escuda en el trabajo para no afrontar su situación. Tiene una vida sexual activa; de lo contrario estaría de un humor de mierda que en comparación del mal carácter de Sesshōmaru, es el demonio en mujer… Pero le hace falta tener a alguien con quien estar aparte de mí.

-Querida, ella sabe lo que hace con su vida.

-Sigue preocupándome.

-Ella, a pesar de todo, siempre ha sido buena persona. Te apuesto un dólar a que encontrará al tipo ideal.

Kagura lo miró.

-No apostaré contigo. Es muy perverso, no le haré eso a ella.

Bankotsu la miró divertido.

-Aposté con ella un dólar a que tú me rechazarías cuando te pidiera matrimonio.

-¿Qué?

Bankotsu se rió. Kagura hizo un puchero.

-Cabrón.

Kagura le dio la mano. Se safó de los brazos de su marido y tomó su cartera, de la cual sacó un billete.

-Vale, trato hecho.

Tell me this is real [Dime que esto es real].

-Algo te pasa.

-Estoy pensando acerca de algo.

-Estás pensando demasiado en ese algo.

Mei no iba a decirle a Kagura ese asunto. Por su frágil relación con Bankotsu, no iba a acarrearle otra preocupación. La morena se cepilló el cabello mientras miraba a su mejor amiga a través del espejo.

-Sabes que puedes decirme lo que pasa. Te estresas demasiado si te encierras en ti misma.

-No es que me estrese esta situación, es sólo que estoy evaluando riesgos.

Mei se acomodó el camisón amarillo y comenzó a hacerse una trenza.

-¿Cómo vas con Bankotsu?

-No sabes cómo me jode que te odie. Y no me cambies de tema.

-Hasta que no sea el momento, no te lo diré -refutó Mei-. Así que no sé de qué otra cosa hablarte.

-Confiaré en ti -bufó la rojiazul-. Bankotsu supone que a él lo trato como un muñeco de satisfacción sexual y quiero algo serio contigo.

-No es como si tu vida amorosa fuera muy estable como para que no pensara eso. Sabes cuáles son tus pecados, sería raro que confiara totalmente en ti.

-Si no me escucha, dudo que confíe en mí.

Mei suspiró. A veces Bankotsu pecaba de ser un completo imbécil cuando no debía serlo.

-Él se pone mucho a la defensiva, no deja que me acerque.

-Se ve a leguas que te quiere de verdad.

-Parte que él es un imbécil, parte que yo soy un jodido desastre… No quiero imaginar en qué acabará el asunto.

-Rezaré porque use el cerebro y no los testículos.

Kagura se levantó de su tocador y se acomodó en la cama. Mei se acostó a su lado, mirando el techo mientras trataba de conciliar el sueño sin éxito.

-Quiero que se quede a mi lado -susurró-, perderlo no es una opción.

-Mei, sigo despierta -dijo Kagura-. No sé de qué mierda hablas, pero al parecer te importa, y mucho.

-Demasiado para mi gusto.

-Si sientes tanta curiosidad como para temer estropear todo, te arrepentirás de nunca haberlo intentado.

-No sé a qué te refieres.

-Quizá creas que es suficiente por ahora, pero después no será así. En un futuro próximo querrás más, y ya no podrás obtenerlo. Es difícil que se te pase el interés por algo.

-¿Es decir...?

-Ahora o nunca, amiga.

Show me how you feel [Muéstrame cómo te sientes].

-¿Algo anda mal?

La pregunta de su hermano menor lo sacó de su letardo.

-Es complicado.

Hakudōshi pausó Biohazard: Code Veronica de la PlayStation 2 y se giró para quedar de frente a su hermano mayor.

-Te escucho.

-Estás obsesionado con completar ese juego sin morir una sola vez.

-No es un objetivo que tenga planeado terminar en corto plazo. Habla Sesshōmaru.

-Se trata de Mei.

-Es una chica muy reservada, pero cuando la conoces es buena persona. ¿La invitaste a salir?

-Tiene un pasado difícil.

-Sorpréndeme.

Sesshōmaru le dijo de manera muy general acerca de ella situación. Hakudōshi alzó las cejas, sorprendido.

-Para haber pasado por tanto, la chica tuvo suerte, y coraje.

-No ha estado en contacto con sus emociones desde antes.

-En un contexto como ese, es imposible -recalcó el menor-. Ella me agrada.

-Quiero ser paciente…

-Pero te estás desesperando -concluyó-. ¿Seguro de tu decisión?

Sesshōmaru lo miró molesto.

-Creí que te agradaba.

-Somos unos niños, no hemos madurado completamente. Ella tiene un buen punto. Dudo que estés preparado para eso.

-Realmente la quiero.

-Pero si no estás seguro de tener los cojones para enfrentar lo que se avecina, mejor no te arriesgues. Necesitas fortaleza, no será sencillo.

-Quiero algo en serio con ella.

-Pero no sabes por dónde empezar -refutó Hakudōshi-. Nunca has tenido una relación en serio con alguien, además de que te sueles comportar como un gilipollas en ese aspecto. Créeme, discutirán mucho.

-Quiero intentarlo.

-Tú podrás salir del embrollo con facilidad; a ella la joderás de la peor manera. Piénsalo bien, no es un asunto cualquiera.

-Ya lo pensé.

-Entonces prepárate, y procura hacer lo que siempre nos pide mamá. Sin comunicación, te irá muy mal.

Say it's what we both believe in [Dime qué es en lo que ambos creemos].

-Soy una basura.

El último episodio de la cuarta temporada de Uta No Prince-sama la había dejado con ganas de más. Según el newsletter de la franquicia que solía visitar, la próxima temporada era un hecho sin más detalles, además la película saldría a mediados de dos mil diecinueve y saldría un juego a mediados del próximo año. Le gustaba esa serie; era entretenido el ver cómo una chica enamorada de la música se veía rodeada de por lo menos once hombres que la amaban en secreto, y que sólo a través de las letras que ellos escribían de las canciones que ella componía eran capaces de decirle que la amaban.

A sus treinta años, seguir un juego que volvía locas a las chicas de mínimo diez años menores que ella, era ridículo. Se sentía una niña. Miró su iPad y buscó un libro para leer. Malamor era una trilogía de ciencia ficción y romance que le daba ternura. El escritor latinoamericano tenía una forma muy curiosa de crear un pueblo dominado por una poderosa bruja a la que le rompieron el corazón, y sólo el amor es capaz de enmendarlo todo.

Pamplinas.

El amor no arreglaba todo. Dependiendo de cada situación, hacía de tu vida una maravilla o la tornaba una miseria; el amor daba paso al odio, o viceversa… Al menos así lo veía ella. Y para su mala suerte, sólo le había dado problemas.

Un par de golpes en la puerta la sacaron de sus recuerdos. Se levantó de la cama y abrió la puerta.

-Acaban de recibir estos documentos para usted, señorita.

El botones le entregó un sobre negro bastante grueso. Le agradeció con una sonrisa y el chico se retiró. Rin miró por un momento el sobre, perdida en sus pensamientos acerca de su pasado. Sin mirar la entrada, tomó el pomo de la puerta dispuesta a cerrarla, hasta que una mano interrumpió su movimiento.

-Ya no puedes escaquearte, huir no es una opción y más te vale que arreglemos esta situación, Asakura.

Los ojos ámbares de su jefe mostraban cero posibilidad de que pudiera negociar aquel encuentro. No esperaba encontrárselo en ese momento, ni en esa situación. Aunado a ello, seguía encerrada en su cápsula de cristal porque estaba asustada.

Sesshōmaru entró rápidamente a la habitación. Rin no se atrevió a mirarlo.

-Podemos arreglar este asunto después, en…

-Irás conmigo a mi habitación. Si no es ahora, sólo empeorarás la impresión que tengo de ti.

La cercanía de aquel hombre le iba a dar un infarto.

Demasiado… Cerca.

-Está… Bien.

Con esto, estaba más que aterrada.

Are you too good to be true? [¿Eres demasiado buena para ser verdad?].

-¿Cómo explicas todo esto?

Si le prestaba mucha atención a Rin, era fácil de leerla. El nerviosismo que la tenía petrificada provocó que cometiera varios errores, y se notaba bastante que no estaba preparada para esa charla. Al llevarla a su habitación, donde la sacaría de su zona, sería más sencillo descubrir todo sin mentiras de por medio.

Rin abrió el sobre que el botones de hace un rato le entregó. El albino la miró sin comprender.

-Tengo inversiones en la empresa. De los accionistas minoritarios, soy la que más acciones tiene -comenzó a decir-. No tengo una mascota, no estoy casada y tampoco he tenido hijos. No se requiere ser un genio de las finanzas para saber que el sueldo que recibí y recibo por mi trabajo es más que suficiente para mantener a una persona. Soy una mujer con gustos finos, pero sé perfectamente que no todo es para siempre. Al principio me costó diseñar un esquema de ahorro para adquirir todas las acciones, y un poco de suerte.

Sesshōmaru revisó aquellas hojas de papel con suma atención mientras la escuchaba.

-Poco después de obtener la cantidad que había fijado como meta, el señor Inuyasha peleó con un empresario naviero, provocando una baja en las acciones.

-Te aprovechaste de la baja para adquirir más de las que tenías planeadas.

Sesshōmaru recordó que al mes de tener a Rin como su secretaria, Inuyasha había cometido semejante idiotez. Tenía un buen punto.

-El espionaje industrial no es algo que me interese, y si bien es cierto que sé demasiado acerca del conglomerado, también es cierto que abrir mi boca costaría una suma difícil de alcanzar.

-Releí tu currículum, no especificaste tus carreras universitarias ni tu manejo de múltiples idiomas.

-Para el puesto al que aspiraba, no era necesario.

Sesshōmaru arrojó los papeles con violencia.

-¡Odio tu sarcasmo!

Rin se quedó atónita.

-Yo…

-He puesto en tus manos circunstancias delicadas, porque confío en ti -le alzó la voz-. Eres mi mano derecha.

-Pero el señor Jaken…

-El señor Jaken es esbirro de mi padre -interrumpió-. Sé que haces tu trabajo a la perfección, pero no te conozco, no sé qué clase de mujer eres.

-Eso es asunto muy aparte.

-Eres un ser humano, y mientras lo seas es natural que te conozca.

-Pero…

-No hay pero que valga.

Rin se acercó inconscientemente a él.

-Sólo soy su mano derecha.

Sin pensarlo, Sesshōmaru la tomó de la cintura.

-Conozco mi cuerpo.

No pensé que terminaría así.

Tell me I'm not dreamin' [Dime que no estoy durmiendo]…

¡Hola chicos! ¡Perdón por la tardanza!

Gracias por sus reviews; ya saben que me encanta y emociona saber las reacciones que ustedes tienen sobre mi FanFiction. Quisiera que el Fanfiction fuera largo, pero me conozco y sólo el tiempo, junto con el desarrollo de este fic, puede hacerme cambiar de opinión.

Me tardé más de lo esperado ya que tuve una crisis, y no obtenía la inspiración que requería este capítulo; que a pesar de que en un principio creía que sería algún tipo de "capítulo de relleno", pero con un cambio de canción ello quedó en el olvido (al menos eso creo yo). Como se darán cuenta, en esta ocasión les he dado partes de la adolescencia de Sesshōmaru y de su chica en ese entonces. Además, les haré las siguientes aclaraciones.

Para quien no entendió la referencia del "masturbador de silicón en forma de huevo", me refiero a un masturbador masculino de la marca nipona TENGA.

El nombre original de Resident Evil es Biohazard, y como están en Japón… Ya saben.

Uta No Prince-sama es una franquicia de juegos otome que BROCCOLI sacó hace poco más de diez años (si no mal recuerdo) y que ha originado novela ligera, manga, anime y un juego a nivel global. Soy fanática de esta franquicia, así que aparte de recomendárselas, creí que volvería este escenario en un poco más realista de lo que lo había creado.

Luego de poco más de un mes quemándome los sesos tratando de dar con la razón de la separación de mi pareja favorita, ¡ya tengo la idea! Así que este fanfiction sale un poco de mi zona de confort (que es del drama y la tragedia en exceso, aunado a la nula descripción de lemon) pero a mi parecer está dando un buen resultado. Por favor, ¡sean pacientes! Les recuerdo que aunado a mi ritmo de vida, la información que recabo para darle un escenario a la historia y dependiendo de mi inspiración, suelo tardarme bastante tiempo escribiendo, pero prometo solemnemente que en cuanto esté listo lo subiré.

¡Nos vemos en el próximo capítulo!