Disclamer: No soy dueña de Miraculous Ladybug y si lo fuera, no le cambiaría nada en absoluto.

Notas de Kry: No soy buena. Esta soy yo, yendo con la corriente. Culpen a Katergator y Pinkuchama por esto. Saludos a todos mis fans, viejos y nuevos, mientras nos aventuramos en un nuevo fandom.

La serie Tendencias fue escrita basada en los primero trece episodios en Francés y Koreano. Se comenzó antes de que saliera el doblaje en Inglés. No incorpora el canon de las historias de origen, sino el mío.

"Obsession" es la primera de tres mini novelas, las siguientes dos se llaman "Glaze" y "Quiver".

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Obsession

Se suponía que fuera solo una vez.

La desesperación lo guió, acosando sus pasos, mientras saltaba por los tejados de París. Un anhelo ardiente que no podría, y no sería ignorado. Su pecho se tensó, arrebatándole el ya desigual aliento mientras las calles se volvían más y más familiares.

De no ser por la lluvia, el aroma del pan recién horneado llenaría el aire y tentaría sus sentidos. De no ser por las nubes, espesas y oscuras, la luz de las estrellas hubiera tomado su mano y guiado su camino.

Pero no había luz de las estrellas ni aroma de pan horneado esta noche. Solo calor y humedad y Marinette.

Se suponía que fuera una vez.

Con corazones lastimados y egos heridos, se encontraron solos en medio de un remolino de hormonas, compartiendo el dolor común de un abrumador amor no correspondido. Dentro del caos sus dedos extendidos se habían encontrado, rotos y solitarios, aferrándose al otro como a una línea de vida.

Ella sufría por alguien que no sabía que existía y él pensaba en eso como una triste y lastimosa existencia para su príncipe. ¿Como podía haber alguien incapaz de ser cegado por su brillo?

Él estaba enamorado de quién no podía devolver su amor, y escondía su dolor detrás de coqueteos y sonrisas.

Dos corazones, tan diferentes en su pena y a la vez tan similares, anhelaban consuelo en la oscuridad.

Envuelta en pijamas banco y rosa, ella se sentó en su diván de lunares, un diario en su regazo y a su lado una bandeja con un par de tazas y un termo, macarrones franceses y un pedazo de queso. Una toalla descansaba en una silla en clara invitación. La luz era tenue, la habitación estaba iluminada por una sola lámpara que descansaba a su lado.

Empujando la ventana, él se coló dentro. "Hola Princesa, ¿me extrañaste?"

Ella colocó su pluma entre las páginas del diario mientras lo cerraba. "El gato finalmente decidió entrar."

Levantando la toalla, se sacudió el agua del cuerpo. "¿Estabas preocupada?"

Ella no lo admitiría aunque fuera así. "No estaba ansiosa por beberme todo este chocolate caliente yo sola."

Agradecido por el escudo a prueba de agua de Plagg, Chat Noir se sentó en el diván al lado de ella y sonrió.

Su ojos se abrieron y ella levantó sus manos en un gesto de suplica. "No, no lo–"

Chat Noir sacudió su cabello, bañando tanto a su princesa como a su alrededor con finas gotas de agua.

"¡Eres un gato!" se quejó ella, su risa parecía tranquilizantes carillones de viento. "¡No un perro!"

Él se inclinó hacia ella colocando cada mano a un lado de su ágil cuerpo. "Ah, pero me querrías de cualquier manera ¿no es así, mi Princesa?"

Los dedos contra su pecho gentilmente lo empujaron hacia atrás. "Tal vez."

Inmutable, él tomó un macarrón como bocadillo mientras ella servía de beber para los dos. "¿Tú los hiciste?"

Suaves soplidos crearon ondas sobre el chocolate cuando ella llevó la taza hasta sus labios. "Si."

"Deliciosos, mi Princesa. Simplemente divinos, justo como su cocinera."

Un sonrojo se extendió en sus mejillas. "Eres un coqueto."

Él sonrió. "Purr-fecto."

Avergonzada, Marinette colocó su taza en la bandeja y cambió el tema. "Me preguntaba si vendrías, considerando la lluvia. El Ladyblog dijo que el ataque fue hace horas."

"¿Quién podría resistirse a ti?" ronroneó. Un error, mientras miraba la luz atenuándose en sus ojos azules. Cubriéndolo, agregó, "Tu amiga maneja el Ladyblog, ¿cierto?"

Marinette asintió. "Alya."

"¿Y qué piensa Alya de nuestras reuniones secretas?"

El sonrojo se profundizó y Marinette no pudo encontrarse con su mirada. "Ella no lo sabe."

"¿Te avergüenzas de mi?" preguntó él, su concentración en los macarrones.

Sus coletas se balancearon mientras negaba con la cabeza. "No quiero compartirlo. Si ella lo supiera, entonces todos se enterarían y… y… me gusta que me visites."

Él sonrió. "A mi también me gusta."

El sonrojo bajó por su cuello y ella buscó algo que decir. "Traje queso para tu… um…"

"Kwami," completó Chat Noir y asintió viendo el pedazo de queso. "Gracias."

"Así, cuando tu anillo comience a parpadear, no tendrás que salir corriendo a casa bajo la lluvia, sin tu transformación."

La última vez, cuando ella había sido muy tentadora para considerar irse y él había forzado la transformación tanto como había podido. La última vez, cuando él había perdido la transformación en su terraza, con su preciosa doncella cerrando los ojos para no revelar su identidad; mientras que él balbuceaba una explicación. Esa última vez, Plagg se había quejado amargamente por su falta de alimento, pero fue tranquilizado rápidamente con pan con queso. Adrien se había sorprendido de la compañera de clase que tomó su secreto con gracia.

Sintió la calidez en los berberechos de bondad en su corazón. "Pero, por desgracia, mi Princesa, mientras él descansa verías mi verdadera belleza. Y ya te impresiono suficiente sin necesidad de eso."

Ella le hizo una mueca. "Como si fuera cierto. Además-" Sacó una tira de tela de debajo de los cojines. "Yo… hum…"

"Una venda." La sonrisa de él se volvió coqueta y le guiñó un ojo. "Oh, estoy seguro que podremos encontrarle otros usos."

Levantando un pie, ella pisó con la punta de sus dedos sobre sus costillas. "Basta Chat."

Él tomó su tobillo y deslizó los dedos lentamente hasta su espinilla. Ojos verdes chocaron con azules y él se vio atraído hacia ella sin invitación.

Se suponía que fuera solamente una vez. Pero él seguía volviendo por más. Ella era irresistible.

Ella se derritió sobre el diván y él la siguió en su abrazo. Acurrucado entre sus piernas, buscó su calidez, comodidad y comprensión. "¿Así está bien?"

Los dedos acariciaron su cuello y bailaron por el cabello de su nuca, en un suave consuelo. "Si."

Su amada, siempre indulgente y perseverante, desaparecía prontamente tras derrotar a un akuma, volviendo a su muy importante vida diaria. Ella era Ladybug por el deber. Él era Chat Noir por la libertad. Ella era negocios, sin juegos, resolución pura. Si él pudiera convertirse en Chatt Noir para siempre, dejaría atrás su vida sin ningún remordimiento.

Ella lo necesitaba, incluso podría llegar a amarlo, pero no como él la amaba. Ella no sabía, no entendía. No como Marinette.

Marinette. Dulce. Encantadora. Con una picardía de la que no había sido consciente y, que a su vez, encontraba deleitante. Algo que no podía obtener de ella como Adrien, lo cual lo enfadaba inmensamente. Amable, muy amable, lo suficiente como para aceptar un gato de callejón desaliñado como él en una noche tormentosa.

Plagg trató de explicarlo. Este deseo. Esta necesidad. Una llama que llevaba dentro cuando era Chat Noir, diferente de todo lo que había experimentado como Adrien. Cuanto más se transformara, y más tiempo durara la transformación, más fuerte la necesidad. Incluso después de vencer un akuma, la maraña en su cuerpo lo asfixiaba.***

"¿Ella lo sabe?"

Él dibujó su clavícula con la punta de sus dedos. "No lo entendería."

"Podría, si se lo dijeras. Ella podría hacer esto por ti. Entonces no me necesitarías."

Él se detuvo, se apoyó sobre sus hombros para poder ver su rostro. "¿Ya no quieres que venga?"

Tenía una expresión de dolor, pero no podía entender lo que ella estaba pensando. "No. Solo pienso que Ladybug podría darte lo que necesitas si se lo pidieras–"

Había una razón por la que nunca se lo había pedido. Estaba seguro que ella lo complacería, pero sería por obligación. Rodaría sus ojos, se burlaría, diría alguna ingeniosa ocurrencia, y él sentiría su corazón hacerse pedazos bajo su franqueza. Marinette nunca lo hizo sentir así. "Mi Lady no podría invitarme macarrones con chocolate. Mi Lady no me esperaría en la lluvia para asegurarse que estoy bien. La sonrisa de mi Lady no ilumina su rostro cuando me ve. La tuya si. Ella no puede darme lo que necesito, Marinette. Lo que yo necesito, mi Princesa, eres tu. Y una princesa en mucho más brillante que una heroína."****

Ella parecía asombrada por sus declaraciones. "Chat-"

Sus ojos se alejaron de ella. "Desgraciadamente, yo soy un simple caballero y si tu ciego príncipe finalmente ha visto la luz, lo lamentaré…"

"No lo ha hecho." Tiernas manos contra su cara lo persuadieron de vuelta. "No hay otro lugar en el que prefiera estar."

Pero había alguien más con quien prefería estar.

Su oreja presionó contra el pecho de ella y él cerró sus ojos. Sus latidos sonaban rítmicamente, incrementando su velocidad y él contestó con un suave gruñido. Ágiles dedos acariciaron su espalda subiendo por su columna y se enterraron en su cabello. Con sus dedos rozando contra su cuero cabelludo, él se permitió relajarse y la maraña de sensaciones en su estomago comenzó a deshacerse. Arqueando hacía atrás su cabeza, el dolor en su estomago disminuyó mientras los dedos de Marinette se perdían en la línea de su quijada para rascar bajo su barbilla.

Maullando, frotó su rostro contra el de ella, sonriendo mientras se retorcía en sus brazos.

Ella jamás se burló cuando el gato exigió. Nunca lo regañó cuando la tocaba o le daba "besos gatunos". Nunca se quejó cuando ronroneó. Solo parecía disfrutar sus caricias tanto como él las disfrutaba.

Se suponía que fuera solamente una vez. Un momento atrapado en el tiempo, una tristeza y un anhelo suprimidos por un breve momento de unión. Pero una vez se convirtió en otra, y esa se convirtió en muchas más, y él no pudo mantenerse alejado.

Marinette era un regalo.

Sus manos eran un pecado.

Para él, ninguna de las dos era suficiente.

Su príncipe era un hombre muy, muy afortunado, si alguna vez recuperaba el sentido y lograba ver lo maravillosa que era ella. Ronroneando, Chat Noir levantó su cabeza lo suficiente para presionar su oreja contra su palma. Con voluntad propia, sus ojos se cerraron en un lento parpadeo.

Marinette le devolvió el gesto.

Él se inclinó hasta que su frente tocó la de ella. El ronroneo en su pecho se profundizó mientras tallaba su rostro contra la suave piel de su mejilla. La orilla de sus labios rozó el borde de los de ella.

Marinette ahogó un jadeo y Chat Noir se congeló mientras el aire entre ellos se sobrecargaba.

Había barreras. Límites, consecuencias y acuerdos nunca dichos. Si bien íntimo, lo que ellos compartían nunca había sido sexual. Él había evitado las áreas donde podría hacerla sentir incómoda. Habían forjado confianza y respeto, él nunca tomó más de lo que ella estuvo dispuesta a ofrecer. Nunca cruzó las líneas que ella dibujó. Cada paso dado con su permiso y consentimiento.

Esto era sobre el gato, no sobre el chico. El gato que necesitaba caricias, necesitaba el roce y la afirmación. No el joven que añoraba amor y afecto. Esto era sobre Plagg y sus estúpidas, estúpidas obsesiones que de alguna forma se arrastraron dentro de la psique de Adrien cuando se trasformaba y se manifestaron como una adicción a ser acariciado.

No se trataba del chico famélico y solitario en este mundo frio y lluvioso. Ni de la chica con sus manos mágicas y una entrañable sonrisa. La chica con el corazón de oro que vivía en una habitación de lunares rosa. La chica que llevaba la luz del sol en su sonrisa. La chica que tomó su rostro y acercó sus labios para encontrarse con los de él.

Su mente quedó en blanco, y luego se llenó en el espacio suspiro.

Se había dejado llevar antes, atraído por su abrazo, una corriente fresca y el velo de la necesidad de caricias. Ahora se derretía contra su calor, el fuego líquido contra sus labios y la promesa de mucho más. El sabor cambiaba y cuando ella abrió su boca, sus sentidos se inundaron. Chocolate caliente y miel, caramelo y crema. Caliente y picante, como la chica debajo de él.

Los dedos se enterraban en su cabello, rasguñando su nuca. Los dedos de sus pies acariciando la parte posterior de su pierna. El inexistente espacio entre sus pechos quemaba con un fuego que lo devoraba.

Él se encontraba en la mejor parte de dos mundos. Sus manos fueron pecaminosas cuando acariciaron sus orejas y cuando se aferraron a sus hombros. Mientras acariciaban su rubio cabello y atravesaban la parte baja de su espalda pecaminosamente.

Un ronroneo surgió fuerte en su pecho mientras él la acercaba y fue el turno de ella de maullar. Dejó el sonido reverberar en sus orejas y su mente, dividido entre querer oírlo de nuevo y descubrir que otros sonidos podría obtener.

Ella susurró su nombre contra sus labios y sus manos se volvieron en un suave empujón. Lo intoxicaba, dejándolo robar más besos mientras se ponía de pie.

Acariciando su rostro, murmuró.

"Tu anillo parpadea", susurro ella.

Con los ojos cerrados, el dejó que la piel de su rostro la besara en lugar de sus labios. "No me importa."

El aliento de ella golpeo contra su cuello "Chat-"

"Tienes queso y una venda." Ella volteo el rostro, así que él mordió su cuello en su lugar.

"Eso no nos hará ningún bien en este momento." Con calma, sus manos lo coaccionaron de vuelta adonde ella quería. "Dejó de llover."

A él no le importó. "Así parece."

"Debes irte."

Un puño frío sujetó su espalda y no quiso abrir los ojos para ver el arrepentimiento brillando en su cara. "Si eso es lo que deseas."

¿Cómo iba a enfrentarla mañana? ¿Cómo iba a pretender no conocer sus sonidos y sus manos? ¿Cómo ignoraría su intoxicante presencia detrás de él ahora que conocía el sabor de sus labios? ¿Cómo existiría sin probarlos de nuevo? Había sido difícil actuar normal cuando habían sido solo caricias, ahora ¿Cómo se suponía que iba a sobrevivir?

Los dedos se cerraron contra sus orejas regalándole otra caricia. "¿Te veré mañana?

Los ojos de Chat Noir se abrieron de golpe. Con labios hinchados, el cabello despeinado y una camisa que se había subido y torcido al mismo tiempo, parecía ruborizada, madura e… insegura.

Cautivado, la miró mientras se mordía el labio inferior con sus dientes y preguntaba nuevamente. "¿Te veré mañana?"

Una sonrisa coqueta se extendió por su rostro y se detuvo a robar un último y prolongado beso. "Como desees, mi Princesa."


Notas de Kaoru: Esta es una traducción autorizada de la historia de Kryalla Orchid llamada Obsession. Pienso que es una de las historias mejor escritas que he leído, así que me gustaría compartirla con ustedes.

¡Ahora sí!

NOTAS DE TRADUCCIÓN

*** he remained coiled tighter thana a spring – Esta frase fue muy difícil de traducir pues no sé a que se refiere exactamente. Literalmente diría "Él permaneció enroscado más cerrado que un resorte". O_o?

**** La última palabra aquí es "Lady" pero sentí que no iba bien con la traducción, así que trate con dama y doncella. Finalmente decidía adaptarlo con "heroína".

Si la historia les gusta apoyen a su autora!, y si ya la leyeron dejen su opinión al respecto! Estoy segura que a ella le encantará leerlos nuevamente!

Sean pacientes con la traductora (es novata) y gracias por detenerse a leer! XD