"Disclamer: Los personajes son creaciones de CLAMP tomadas de su famoso manga/anime Card Captor Sakura. La historia es de mi entera autoría".
Aclaraciones: Esta historia contendrá escenas de lemon explícito. Lees bajo tu propia responsabilidad.
Abril 2020: Esta fue mi primer historia luego de los one shot con los cuales comencé a experimentar. Sin bien hay muchas modificaciones a nivel gramatical y de contenido que me encantaría hacerle, soy consciente de dos cosas: por un lado, y el motivo con más peso, es el tiempo. Prefiero seguir con nuevos proyectos antes que corregir esta entrega, ya que el reloj no me permite largas noches de desvela. Y por el otro lado, está el "crecimiento" que en menor o mayor medida, me permitió esta historia. A lo largo de la misma, y aun en mis historias siguientes, puedo notar que, si bien solo soy una aficionada, además de bastante inconformista que siempre encuentra cosas que modificar, me alegra ver el progreso que fui teniendo. No somos perfectos y estas narraciones son una prueba de ello. En el transcurso de esta historia también mi persona tuvo sus crisis. Recuerdo que a mitad de la misma la borré completamente y con ella los bellos comentarios que la gente me dejaba. Ese año fue de muchos cambios, y por eso, esta historia con todo y sus defectos, se lleva un lugarcito en mi corazón".
CAPÍTULO 1 - Fiesta de ex alumnos
Shaoran´s POV
Algunos podrán pensar que una fiesta de reencuentro con sus ex compañeros de secundaria sería de los más entretenida, y la verdad es que esas no eran para nada mis expectativas cuando acepté ir a la reunión, pero es difícil negarse a ciertas cosas cuando tu mejor amigo es quien organiza el evento y cuando con astucia te amenaza con divulgar chismes bochornosos sobre tu vida privada si te negabas a ir. Y sí, créanme que Eriol Hiraguizawa hablaba en serio cuando dijo aquello.
No es relevante para mí que ande develando o inventando historias mías a personas que no veo desde hace siete años, pero las cosas cambian cuando se está frente de una de las empresas más prestigiosas de toda China como lo es Li Corporations La firma, como herencia de familia, es reconocida mundialmente y cuenta con sedes en diferentes países, Japón incluido. Dado ese contexto, todos debían de saber quién soy yo, o más bien, en quién me he convertido, y a pesar del estado de ebriedad del mayor porcentaje de personas del lugar, alguno estará lo suficientemente lúcido como para comprender lo bien que podría sentar económicamente develar algún aspecto de mi vida privada a la prensa, que con gusto se encargarían de publicar en todas las revistas de chimentos habidas y por haber. Puede sonar extremista, pero sigo siendo el mismo sujeto reservado de siempre, sobre todo cuando de negocios se trata. Desde que me fui de Japón al terminar mis estudios no pude hacer otra cosa que dedicarme a continuar con el legado familiar, dejando a mi pequeño grupo de amigos allí.
La soledad siempre ha sido algo que, fuera de incomodarme, me agrada en demasía, pero luego de encontrar que existen personas que valen la pena contar, ya sea para compartir tus dichas o desdichas, fue entonces que me encontré extrañando mi antigua vida. A pesar del panorama desolador, no me siento del todo solo. La tecnología te acorta muchísimo las distancias y en China cuento con un amigo de la infancia al que luego de años sin vernos pudimos reafianzar esa amistad y el único con quien tengo relación extra laboral. ¿Y en el plano sentimental? Es nulo. Nulo si nos basamos en la teoría de que sentimientos van de la mano con el amor, pero fuera de eso digamos que no me privo de nada... Siempre y cuando no haya ningún contrato matrimonial de por medio.
Con el tiempo aprendí que un rostro bonito no lo es todo para poder conquistar, y aunque el tamaño del bulto proveniente de mi bolsillo izquierdo -y que no tiene nada que ver con algo de carne endeble y firme a la vez- podría facilitarme muchísimo la tarea, no me parecía algo digno de ganar si así fuera. El arte de la seducción era un juego peligroso al que, no me apena decir, no entendía para nada, pero el halo de misterio que ocasionaba mi conducta se convirtió en mi carta sobre la mesa. Tal parece que eso es más atractivo a que te salten en la yugular, o por lo menos con la mayoría resultaba así, otras preferían ir directo al grano.
Mi aire de grandeza y superioridad, junto con una sonrisa pícara que comencé a adquirir con el tiempo y usaba solo cuando era necesario, me hicieron ganar terreno. Semanas pasé frecuentando bares para lograr forjar mi carácter ante las mujeres, aunque nada hubiera sido posible sin la compañía de Chen. Él es un especialista en provocar que las femeninas caigan a sus pies y un buen instructor. Cuando al fin el discípulo superó al maestro pude soltarme del todo, aunque debo confesar que un vaso o dos de whisky eran necesarios para dejar mi fría personalidad de lado. Aún así mi reputación de tipo duro no es aplacada, porque Shaoran Li puede ser un amargado, reservado y huraño tipo de 25 años, pero cuando una mujer se le mete en la cabeza no hay vergüenza ni tren que lo pare hasta conseguir su objetivo.
—Eriol, ¿me parece a mí o invitaste a medio instituto? Porque no creo conocer ni de vista a más de la mitad de la gente que está aquí.
La fiesta se dio en la mansión vacacional de mi amigo en tierras niponas, capaz de albergar a tantos huéspedes como invitados de fiesta electrónica. Al recorrer no solo me pareció ver más gente de la habitual, mientras rondaba por el jardín pude notar unos rostros que delataban no ser de este país, pero como Eriol proviene de Inglaterra no es de extrañar que hubiera extranjeros, salvo por el simple detalle de que esta reunión de ex alumnos, realmente, no lo es.
Me llevo un sorbo de la bebida a la boca y esbozo una mueca de desagrado, enlistando un motivo más para querer irme de allí. Con Eriol nos encontramos en el parque al lado de una piscina espectacular con un equipo de sonido alucinante cerca de la improvisada pista de baile, aunque cualquier lugar del kilométrico predio sea acorde para ello. Ambos llevamos bebida en mano, cortesía de una de las barras de tragos más grandes del predio que ofrecía consumición libre, tentación a la que ya muchos cayeron ni bien empezada la fiesta. Puedo asegurar que pasada una hora, la mayoría tiene más alcohol en sangre que glóbulos rojos, yo por mi parte me mantengo estable; no puedo decir lo mismo de mi amigo.
—Take it easy, my friend. Enjoy! Life is short so let´s get crazy!
Cuando Eriol se embriaga lo podía notar con facilidad. No solo arrastra las palabras y parece que quiere seducir a todo ente que se le posara frente a él con su melosa voz, sino que se olvida que ya no estaba en su país natal y comienza a hablar en su idioma madre con más acuidad.
—Sabes que no me gusta estar rodeado de gente que no conozco. Ni si quiera veo a alguien de nuestro curso o a los chicos.
Estaba en mi nivel 3 de irritabilidad y éste iba en ascenso. Estuve solo desde que llegué mientras Eriol recibía a sus invitados como todo galante inglés, por ende, no encontraba nada interesante para hacer más allá de caminar y/o beber; hacía más de media hora que el hielo de mi whisky se derritió arruinando por completo la bebida casi sin tocar que me quitó la mueca de disgusto y la música me estaba taladrando los oídos. ¿Por qué a la gente le gusta la música electrónica? No tiene coherencia, ni si quiera era de las que por lo menos la voz de un cantante cortaba el monótono punchi punchi.
—Además, ¿qué sentido tiene hacer una fiesta de reencuentro si ni si quiera podemos encontrar a nuestros compañeros entre tanto desconocido?
—Es que la noticia se corrió y ya no pude controlarla. Sé que ya no es la reunión de ex alumnos que pensé pero por lo menos disfruta ¿okey, my love?
Otra vez reluciendo sus dotes de amante empedernido. ¿No les dije yo que intentaba seducir a Dios y María santísima cuando esta ebrio?
—Déjate de idioteces Eriol, mejor cierra la boca que no soy tu prostituta.
Mi cara no puede reflejar mayor fastidio, pero me retracto y trato de recomponerme para no arruinarle la noche a él que siempre se porta tan bien conmigo. Así nos haga quedar como un par de mariquitas, es el mejor amigo que yo podría tener. Chen es buena persona, me divierte mucho y hace de mis días, pero es de esas amistades con las que no puedes hablar de ciertas cosas. En cambio, Eriol sigue y seguirá siendo el más odioso hombre que se cree caballero de brillante armadura, pero el único al que le confiaría mi vida de ser necesario. Entonces, ¿puedo culparlo de que esta noche no esté resultando como esperaba? ¡Claro que sí! Estoy aburrido hasta la medula, solo como un sapo en un estanque repleto de opciones y harto de las miraditas de esa muchacha pelirroja a unos metros de distancia. Cuando la vi pensé que quizás el comienzo de la torturante espera ante la reunión no sería desperdiciada, pero lo único que hacía era mirarme como gata en celo para luego dar vuelta la cara cuando conectaba conmigo. ¿Por qué andar haciéndose la misteriosa e interesante? Ese papel me pertenece por nacimiento. Si la muy ilusa cree que me voy acercar debería saber que yo no soy de los que se hacen rogar. Si al menos me hubiera mantenido la mirada, habría hecho una excepción.
—Hey, wolfie. Esa chica no te quita los ojos de encima —dijo señalando con la mirada a la pelirroja en cuestión, la misma que me estaba acechando desde que me senté en la barra.
Desvié con desprecio la mirada para que no de cuenta estábamos hablando de ella y como mensaje claro a mi amigo de lo poco que me cautivó.
—No me interesa. De hecho, ninguna me llama la atención. Son todas unas niñitas malcriadas que se creen la gran cosa.
—Pero no me vas a negar que está de muerte. I would die for her.
"Siempre tan exagerado".
No hacía falta volver a mirarla. Ya la había estudiado entre medio del histeriqueo que inició y es verdad, la mujer tiene un cuerpo de infarto, y quizás era eso lo que ya me estaba empezando aburrir. No había nada especial en ella ni en ninguna otra, todas luciendo sus micro faldas que al agacharse podías ver su atributo en casi todo su esplendor y unos tops ajustados que dejan muy poco a la imaginación. Como si tuvieran un letrero gigante en la cabeza diciendo "Mírame, soy una presa fácil" o "Cómeme que no muerdo".
Un atuendo que definitivamente no pasa desapercibido y no es que me cueste apreciar las curvas femeninas, pero por más que satisfaga con ellas mis necesidades físicas y fisiológicas, no eran más que una aventura pasajera para mí, y lo peor es que ya no me generaban nada más que una sensación de excitación efímera para luego pasar al modo piloto, lo cual me preocupaba algunas veces. Nada me sorprendía a estas alturas y esa era la dosis que le faltaba a todas.
—Es que todas son iguales, Eriol, como salidas de la misma casa de muñecas. Estoy buscando algo más interesante, ya me harté de las pretenciosas o las caza fortuna.
—¿No estarás siendo demasiado exquisito, darling?
—Mujeres como ellas tengo a montones. Pero créelo o no, no vine hasta aquí para revolcarme con alguna minita. De verdad que tenía ganas de verlos a ustedes, no a toda la clase pero ni Yamasaky apareció, y la verdad que el venir de tan lejos solo para estar en la típica fiesta de siempre rodeado de desconocidos, me hubiera quedado en Hong Kong.
—Ufff, you'll never change! Cuando te pones en ese papel de hijo de perra no hay quien te soporte, Shaoran.
Cerré la boca porque de nuevo mi carácter se interponía con mi deber de buen amigo.
—Es temprano, ya van a llegar los demás, y no te olvides que me prometiste quedarte mínimo por una semana, así que otro día podemos organizar una salida más íntima, ¿qué dices? Tú, Takashi, Ryu y yo… como en los viejos tiempos.
Su discurso me terminó de convencer, y era cierto, no es que tendría que regresar al día siguiente a China y por sobre todo aprovecharía para ir a controlar como van las finanzas y demás en la sede que tenemos aquí en Japón, en las afueras de Tomoeda más cerca de Tokio.
—Tú ganas, de ahora en adelante no más quejas —digo alzando mi mano en señal de juramento para por fin disponer a cambiar mi cara de amargado—. Mejor me voy a servir otro whisky que éste ya se aguó.
El rostro de Eriol volvió a mostrar lucidez y falsa modestia.
—Déjame darte a probar uno por el que te cortarás la garganta antes de echarlo a perder. Proviene de mi reserva personal, y la de mi padre, debo añadir. Si te comportas como buen lobo, te regalaré una botella.
Eriol había recuperado su buen humor habitual, y luego de hablar maravillas de ese whisky añejo, observó su vaso con un deje de preocupación, como notando por primera vez su contenido rebosante de un color azul fluorescente que cualquiera confundiría con el líquido de frenos del auto.
—¿Sabes qué? Mejor me voy a servir uno contigo. Ya no sé ni que es esta mierda que estoy bebiendo, y si me voy a emborrachar, que sea con algo bueno ¿no?
Irradiando una sonrisa que hubiera matado a más de uno, nos dirigimos a la barra que estaba dentro de la mansión donde la fiesta se celebraba con igual ímpetu que en el exterior. La música es diferente pero estridente, la gente pavoneándose entre sí a ritmos propios y/o estimulantes buscando divertirse o pasar a algún lugar privado, mientras que otros ocupan los sofás que dispone el salón comprometidos en ellos mismos sin importar los ojos curiosos. A pesar de no estar ante una orgía, el calor y la excitación es similar a una, traspasando en mi psiquis tratando de persuadirme en retomar las miradas con la pelirroja de hace rato.
Sí, lo sé, a nosotros tampoco nadie nos comprende, o es el instinto que no nos permite ser ni aparentar sensatez.
No pasaron ni cinco minutos de entrar, que Eriol tuvo que alejarse un poco de mí para saludar a unos recién llegados, y en ínterin, una mujer alta de cabellos largos, negros y ondulados, poseedora de unos ojos amatista increíbles y perspicaces, se aparece para tomar a Eriol por detrás, rodeándolo por la cintura en un abrazo muy familiar. No pude despegar la vista de ellos. La mujer es tan elegante y delicada que opaca a todas las mujeres del recinto. Viste un finísimo vestido color azul que llega un poco más arriba de la rodilla; simple y ligeramente ajustado a su figura. A simple vista uno puede reconocer que no necesita demasiado para mostrar su atractivo natural. Solo hay una cosa que me inquieta... ¿De dónde conozco yo a esta mujer?
Mi amigo se giró para descubrir quién era la entrometida, pero su sonrisa se amplió tanto al dar con los ojos de ella que puedo afirmar mi presencia quedará un plano un poco más allá de la estratosfera por el resto de la noche.
—Tomoyo, my lady —. Lo oí pronunciar.
Eriol besa el dorso de la mano de aquella señorita, rindiendo honor a su típico saludo del caballero inglés que le gustaba pretender que era, y más cuando se trataba de una dama.
—Esperen un minuto.
Me atrevo a interrumpir el poco inocente juego de miradas que mi amigo lanzaba a aquella mujer, acercándome hacia ellos creyendo escuchar mal… o no.
—¿Tomoyo? ¿Tomoyo Daidouji?
Frente a frente, casi se me cae la cara de la vergüenza. Era ella, indefectiblemente.
—¿Shaoran? ¡No lo puedo creer! Tanto que no nos veíamos. ¡Qué guapo estás!
El abrazo que me dio me dejó sin habla, no solo por la fuerza de sus manos estrujando mi espalda, sino la amigable recibida luego de siete años sin verla y casi tantos como esos sin hablarle.
Había cruzado con ella algunos llamados, mensajes y mails en varias oportunidades desde que terminé la secundaría y me instalé en Hong Kong; pero por razones ajenas a nuestra amistad y la distancia, nos dejamos de hablar y ya no supe más de ella, ni ella de mí.
Su gesto me caló en lo profundo del alma, recordando aquellos tiempos en los que solíamos reconocernos a kilómetros, compartiendo incontables charlas adolescentes de las que yo siempre trataba de huir, pero nunca le confesaría a la ya no tan pequeña Tomoyo, que por más insistente y chillona que resultara ser, siempre era grata su compañía.
No pude reprimir la nostalgia que me causó ver a una de las grandes amigas que tuve el gusto de conocer en mi larga estadía por Japón. Y tenía que ser privilegiada, ella era casi la única mujer con la que llevaba una amistad en el instituto, o por lo menos la que menos me incomodaba con su presencia, además de ...
—Tú también estás bellísima. Y me alegra ver que no has cambiado en nada.
Le ofrecí una de mis sonrisas más sinceras para demostrar que la seguía apreciando a pesar del tiempo. El baúl de los recuerdos se estaba abriendo ante mí, y ahora que lo pensaba con detenimiento, no sabía si era algo positivo.
—Tomoyo, querida, ¿por qué no nos acompañas con una bebida? Shaoran y yo estábamos justo por servirnos una copa.
Tuve la leve impresión de que Eriol dejó ver un poco de incomodidad o temerosa expectativa con su invitación, lo cual era aún más extraño tras notar sus saludos iniciales y la historia que los precede. Los cambios de su actitud me hablan de un amigo que le debe algunas explicaciones al otro... que soy yo.
Era de público conocimiento el intenso romance que Eriol y Tomoyo tuvieron hace muchos años, pero luego ella se mudó a París para perfeccionar su pasión por la moda como diseñadora independiente y hasta allí llegó una de las relaciones más consolidadas que he visto desde mi adolescencia a hoy. Eriol se encontraba profundamente enamorado en aquel entonces, por lo que la noticia de su partida lo había devastado. Aún recuerdo las noches sin dormir que tuvimos que pasar con videollamada de por medio, tratando de acompañar a mi muy herido amigo aunque estemos a mil kilómetros de distancia. Tanto le había afectado que dejó la compañía para tomarse unas largas vacaciones, instalándose un mes en mi departamento de Hong Kong porque temía cometer una estupidez si se quedaba solo. Puede que Yamazaky y Ryu estuvieran más cerca, y eran buenos amigos, pero Eriol y yo manteníamos una relación mucho más íntima. Es bueno contar con tu hermano del alma cuando lo necesitas y yo tenía una cuota que pagarle. Debía devolverle el favor que me hizo cuando adolescentes, y no hay mejor manera de hacerlo que prestarle el hombro para llorar, y lo digo literal porque Eriol no dejaba que cosas como "soy un hombre y los hombres no lloran" lo afectaran de tal manera como para reprimir el llanto. Por más que yo no compartiera su misma filosofía, no podía negar que sufrir por amor era lo más cruel que una persona podía padecer. Lo sabía bien y Eriol tuvo la desdicha de vivirlo.
Flashback
—Ay, Shaoran, my brother, my friend, my savior… Siento que voy a morir, no aguanto más esta agonía, por favor acaba con mi miserable vida que ya no merezco respirar.
El tono lastimero de mi amigo denotaba que había llegado a su punto más crítico del día. Se encontraba en el mismo lugar que lo había dejado esa mañana antes de partir a la empresa, desparramado en el sofá del living de mi departamento luciendo unas ojeras terribles y con un hedor a alcohol producto de las seis botellas de vodka que yacían por el piso, otras cinco latas de cerveza y un cuarto del tequila que se desparramaba por la otra punta de la sala. Solo llevaba tres días y el panorama era preocupante. Lo sacudí unas cuantas veces y al recomponerse pude notar que los efectos del alcohol habían cesado, lo cual me salvaba de llevarlo al hospital, pero no eximiría de mis retos.
—¡Basta, Eriol! ¡Mírate cómo estás! ¡No pareces tú!
Hacía dos noches que venía escuchando cada uno de sus lamentos, tratando de consolarlo, asintiendo, dejándolo llorar y blasfemar en contra de todo y de todos, pero que ya rozara el límite de lo absurdo diciendo que quería acabar con su vida me hacía hervir la sangre a temperaturas más allá de lo normal.
—Es que yo ya no soy yo desde que ella me dejó. No lo entiendo ni nunca lo entenderé, Shaoran. ¿Puedes creer lo que me dijo? ¿qué se va porque quiere cumplir su sueño? Y la muy descarada tiene el tupé de decirme que NO cuando le ofrecí acompañarla hasta el fin del mundo, porque te juro que hasta allí sería capaz de ir por ella, con Colón y toda su tropa si fuese necesario… pero no. La muy "madura" señorita no quería que fuera con ella, y pretendía que me iba a comer ese versito de… —Eriol se irguió a duras penas sobre el sillón para poner la postura de damisela segura de sí misma, pantomima que ya lo había visto hacer unas cien veces desde lo ocurrido, y acto seguido posó la mano derecha en su pecho que no sostenía la botella de vodka casi vacía, para imitar con una chillona voz a la responsable de sus desdichas...
—... "Oh, Eriol, no quiero que dejes tus obligaciones por mí" "Oh, Eriol yo te amo, de verdad que te amo, pero… Oh, Eriol, este viaje debo hacerlo sola porque realmente quiero poner toda mi dedicación y tiempo en esto, le prometí a mi madre antes de morir que cumpliría mi sueño de convertirme diseñadora y por ello no puedo mantener una relación estable con nadie; el tiempo y la distancia no haría más que hacernos sufrir y no puedo permitir que eso nos pase. Por ti, por mí y por todo el amor que te tengo debo dejarte ir, así que con todo el dolor de mi alma lamento decirte que no nos veremos más, por lo tanto puedes pudrirte en mismísimo infierno PEDAZO DE HIJO DE MIL P***, PORQUE YA TENGO OTRO ESPERANDOME PARA CALENTAR MI CAMA MUCHO MEJOR QUE TÚ"
Por su puesto que lo último no salió de los labios de Tomoyo, pero a Eriol le gustaba terminar su imitación como lo que él creía eran los verdaderos sentimientos ocultos de la culpable de romperle el corazón, como si el mensaje estuviera encriptado y solo Eriol fuera capaz de descifrarlo. Lo había visto representar la misma escena tantas veces que ya me sabia el diálogo de memoria y esta situación me estaba desquiciando por completo.
Nunca había visto a mi amigo así y menos por una mujer. Estamos hablando del Don juan número uno de todo el instituto. Para ese entonces Eriol tenía a todas las chicas a sus pies con solo mostrarles un poco de falsa modestia y recitar sus más que incorporados versos poéticos dignos de un caballero de la mesa redonda. Su apariencia ayudaba a ganar terreno, pero también destilaba una elegancia natural envidiable, siempre luciendo su brillante sonrisa que derretía a más de una al pasar y rasgando sus ojos azules detrás de esos lentes que solo lo hacían ver más interesante.
Él recitaba que las mujeres eran como finos rayos de sol de los que no puedes resistirte en una mañana fría de invierno, y por eso siempre buscaba encontrar que "rayito" le calentara más el alma, y que nunca se cansaría de picar de flor en flor.
Su teoría se fue al demonio cuando Tomoyo Daidouji apareció en nuestro salón de clases para convertirse en nuestra compañera y por consecuencia "El amor de su vida". Al principio nadie creía que al fin hubiera encontrado su paz en una sola mujer, y se mentía a si mismo diciendo que solo era algo pasajero.
Algo pasajero que duró 3 años —le dije cuando recordábamos el tiempo trascurrido ya terminando la secundaría.
Debo reconocer que la ruptura entre ellos me sorprendió tanto o más que constatar mi amigo se haya rendido a los pies de una única mujer. Combinaban tan bien juntos… Se comprendían y complementaban de manera sorprendente que parecía fuera de este mundo. Y no creí conveniente confesarle mis pensamientos, pero si ellos no podían estar juntos por razones que distaban de una infidelidad, ¿qué quedaba para alguien tan reservado y distante como yo? Porque a pesar de haber aprendido a buscar diversión con una mujer bajo las sábanas, entablar una relación y tener sexo eran polos opuestos en el hemisferio.
Lamentablemente, historias como las de mi amigo y el proceso temporal, me demostró que al fin al cabo todo se desvanece. El amor se desvanece, la excitación se desvanece, la sorpresa se desvanece. La misma Tomoyo se acababa de desvanecer junto con la cordura de mi amigo. Todo tiene su fecha de caducidad.
Sin más remedio que levantar a rastras la bolsa de papas que tenía por mejor amigo, lo tomé del brazo para darle una ducha tan pero tan fría que se le helarían los huesos por lo que quede de la semana, y contando que estábamos en Hong Kong con una temperatura superior a los 38º, el shock fue traumatico al punto que logré que Eriol que no quiera beber una puta gota de alcohol en lo que le quede de existencia, y si la fuerza de voluntad le flaqueara, el solo pensar en alguna bebida blanca le revolvía el estómago.
Tras finalizar el baño helado y dejar que sus lágrimas se cristalizaran, me compadecí de él y lo lleve a ahogar sus penas al mejor lugar que podría ir un hombre con el orgullo herido: a nada más ni nada menos que el boliche más exclusivo de toda China, rodeado de celebridades y mujeres despampanantes dispuestas a pasar una noche entretenida.
Después de dos semanas de altibajos, Eriol comenzó a serenarse y pasado el mes de exilio, regresó a su país aspirando empaparse de trabajo y no pensar en nada más.
Fin del flashback
No fue fácil, pero Eriol logró salir adelante. La prueba de fuego tuvo lugar un día cualquiera luego de cuatro o cinco meses de la ruptura, cuando Tomoyo decidió llamarlo. En breves palabras, Eriol me contó haberse sentido abatido en un principio, pero le sirvió para cerrar un capitulo y comprender que ella nunca lo habría engañado. A pesar de que su amor fuera diferente al que ella le profesaba, era una mujer excelente que le hizo conocer ese sentimiento maravilloso que podía llegar a destruirte, pero que nadie debería privarse de sentirlo aunque sea alguna vez. Luego de 12 meses, mi amigo volvió a sus andanzas de antaño y cerró definitivamente el capítulo de Tomoyo Daidouji… o eso creía yo.
—Me encantaría acompañarlos, muchachos, pero en realidad pasé para ir al toilette, aunque no pude evitar saludarte al verte —los ojos de Tomoyo brillaban como cuando era más pequeña y recién nos conocía, pero yo percibía ese resplandor sinigual cuando mira a mi amigo.
Eriol quedó hipnotizado con esa confesión, pero Tomoyo juntó sus manos al frente como cuando niña quería desviar la atención.
—Estoy muy feliz de verlos a ambos, pero creo que deberían ir afuera. Los chicos están cerca de la piscina. Fue muy complicado encontrarnos aun hablando por mensaje. Hay mucha gente allí. Tal parece que ta fiesta se te fue de control ¿no, Eri?
"Eri, ella era la única que lo llamaba así". La sonrisa brillante de complicidad que le brindó a mi amigo encerraba algo más que gracia. Yo conocía bien ese sentimiento.
—Tú sabes, querida, que cuando uno es importante no puede hacerse rogar —respondió tratando de sonar interesante, pero su sonrisa jocosa lo delataba —. Vamos entonces con nuestros ex colegas.
No alcanzamos a mover un pie fuera del semicírculo que entre los tres habíamos formado cuando un ángel hizo aparición entre la neblina que las nubes del cielo dejaron a su paso. Esos ojos celestiales capaces de curar tus desdichas viraron en nuestra dirección y aunque sus facciones eran algo duras, nada le quitaba la belleza a esa criatura que mando al diablo mis funciones cognitivas.
—¡Tomoyo! ¡Por Dios, te estuve buscando en cada rincón! Me dejaste sola en medio de la pista con esos tipos tan raros. Menos mal que encontré a Chiharu y Rika sino quién sabe qué hubiera sido de mí.
Como todo ángel le precede un nombre y una historia. Éste se llama Sakura Kinomoto, y su misión en la tierra fue hechizarme el corazón. La historia es tan larga y confusa ahora que la tengo de frente que no puedo pensar. Otra vez, los siete años de distancia me recordaron que el tiempo es una percepción atemporal de la mente.
Sakura está tal y como la recuerdo, solo que mucho más hermosa de lo que mi memoria puede repasar, evidenciando que los años le han jugado muy a su favor.
Su cabello cobrizo se encuentra atado en una bonita cola alta adornada con un moño que la hace lucir algo aniñada para sus 25 años, pero basta con mirar las curvas delicadas de su cuerpo para darse cuenta que la niña quedó sepultada bajo su desbordante sensualidad. Viste un mono de color rosa pálido con detalles en flor y corto, bastante corto, por lo que resalta sus espectaculares y kilométricas piernas. Su escote no es para nada pronunciado, pero aun así da crédito a los dotados montes femeninos que se esconden tras la fina tela; y su piel parece tersa como la seda que resplandece aún bajo las tenues luces del salón. ¿Seguirá siendo tan suave como cuando de niños teníamos esos roces accidentales?
No, Shaoran, deja esos pensamientos de lado o "tu amigo" no tardará en despertar.
Los vellos de mi piel se rizaron con solo mirarla. Me reprendí mentalmente porque odiaba que tuviera ese efecto en mí aun luego de tantos años sin vernos, pero es difícil no hacerlo… ¡Tan solo obsérvenla un segundo y dígame que estoy equivocado! Véanla sonreír y miéntanme si no se les olvida hasta el apellido cuando adorna tu día con su belleza, y es indiscutible que sus ojos te llevan a hundirte ene los. Por Dios, esos ojos eran como dos preciosas esmeraldas en las que podía indagar sobre sus mil tonalidades por toda la eternidad, y ahora tenía el placer de volver a verlos.
Bueno ya dejémonos de cursilerías. ¿Pero qué carajo me pasa?
El ángel caído no se dio por aludioa mientras la escaneaba de arriba abajo como queriendo grabar en mi retina cada porción de su actualidad. Hacia tanto que no la veía que hasta no parecía real. Ni si quiera reparó en que Tomoyo no estaba sola cuando se acercó, y en mi mente razoné, que el tiempo podría cambiarle su fisonomía, pero en esencia seguía siendo esa niña de 11 años despistada e inocente que encantaba a todos con su risa.
—Ohh, estabas acompañada que tonta soy, ni cuenta me di —dijo notando al fin a quien estaba al lado de Tomoyo —¿Eriol? ¿Eres tú?
Su sonrisa se amplió de tal manera que creo odiaré a Eriol por el resto de mi vida. Aún no me había mirado ni por un segundo, obviando mi existencia olímpicamente y provocando que cayera por el pozo imaginario de mi subconsciente.
—¡Sakurita! ¡Qué gusto verte!
Sakura prácticamente saltó a abrazar a Eriol como si fuera la persona que ha estado esperando toda su vida, acto que me incomodó un poco en un principio, pero recordé que ella siempre fue así de demostrativa con quienes apreciaba de verdad. Además, Eriol fue el novio de su mejor amiga y pronto se convirtieron en buenos amigos.
Yo, por mi parte, fui bendecido con su amistad también a pesar de mi carácter gruñón y mi distanciamiento social. Pero fue la timidez quien manejaba a su antojo las barreras que había entre ella y yo. Me costaba mucho entablar una conversación con ella sin que mis mejillas se tornaran de un rojo intenso como dos tomates, pero aún si no podía evitarla, aunque lo trababa con todo mi empeño, no podía y ella tampoco me lo permitía.
El tiempo pasó y la vida me ha amoldado para que los sonrojos no se hagan presentes, aunque no contaba con la aparición de Sakura y la carga que le precede. Aun así, una nueva oportunidad se presentaba ante mis ojos y no pienso desaprovecharla. Como que me llamo Li Shaoran que voy a enfrentarme a ella, a hablarle por lo menos.
De pronto sus ojos se posaron en los míos dos segundos que me parecieron eternos y me creí desfallecer. No podía coordinar una palabra cohoerente hasta que su sonrisa se tornó algo… extrañamente juguetona.
—¿No me vas a presentar a tu amigo, Eriol?
El mundo se detuvo, la música murió para todos los presentes y el conteo del cronometro fue en reversa.
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¿¡Cómo dijo!?
Mi expresión fue percibida por Eriol por más de que yo tratase de aparentar estar lo más inmutado posible, y fue su risa la que hizo a Sakura quitarme los ojos de encima. La sonrisa pícara de complicidad de mi amigo era muy divertida. Sabía que se estaba muriendo de risa por dentro el muy hijo de perra. Pero ¿cómo no reírse? Si ni él ni yo podíamos creer ¡que NO SE ACORDARA DE MÍ!
—Ay Sakura, Sakurita, pero que despistada eres. ¿Es que acaso no reconoces a tu queridísimo y claro que guapísimo compañero que todos los días durante años se sentó detrás de ti en el instituto?
Sus ojos esmeralda se abrieron a un tamaño exorbitante, sorprendiéndose casi o más que yo de que esas facciones desmedidas aun sigan representándola como tal.
—Li Shaoran, mucho gusto.
Su reacción me animó a quitarme la venda de los ojos y me presenté con una pequeña reverencia como si esta fuera la primera vez que nos conocíamos. Me hubiera encantado dejarla a ella pronunciar mi nombre, pero si por esas causalidades de la vida su memoria no lograba recordarlo, no podría soportarlo.
—Ay por Dios, Shaoran. Perdóname.
Sus mejillas se ruborizaron de un color carmesí intenso, evidenciando su vergüenza al reconocerme y dándole alivio a mi mente.
—No te preocupes, Sakura —intenté consolarla esbozando un intento de sonrisa. Por fortuna me estaba relajando un poco y disfrutando de sus expresiones tan graciosas—. No seas tan dura contigo misma. De todas formas, no nos vemos hace años.
—Ya lo sé, pero… es que.. estás tan cambiado y yo soy tan despistada. ¡Mírate no más! Pareces salido de una revista Play Boy.
Okey, eso está muchísimo mejor.
La emoción me hizo sonreí de forma sugestiva sin romper mi mirada sobre la suya, acción que logró se ruborizara aún más y agachara la cabeza tratando de disfrazar su sonrojo bajo su mentón.
—Yo... lo siento, otra vez.
Ese leve tartamudeo me estaba dando las esperanzas que nunca antes había tenido con ella. ¿Será que los astros al fin se alinean a mi favor? ¿Los roles se invertían o estaba en el reino del revés? Sea lo que sea, no iba a amedrentarla, pero nadie va a poder borrar lo que Sakura Kinomoto acaba de decir de mí y mucho menos pensaba desaprovecharlo.
—¿Por qué no vamos afuera con los demás así podremos darle sentido a esta reunión? —vociferó Tomoyo mientras arrastraba a su amiga por la puerta principal hacia el jardín, cuchicheando vaya a uno a saber qué.
A mi lado, Eriol me palmea el hombro.
—Bueno querido amigo, creo que nadie podrá arrebatarte la felicidad en toda la noche.
—Ya, cállate Eriol —como si el muy hijo de puta no me conociera.
Estaba tan ansioso de que la noche al fin esté tomando un rumbo interesante que nada me borrará la sonrisa de triunfo en mi rostro.
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Sakura´s POV
Entré casi corriendo al salón después de liberarme de esos sujetos en la pista.
Nota mental: Matar a Tomoyo por dejarme sola.
No es que me desagrade hablar con desconocidos pero estos hombres un poco más y me secuestran con la mirada, así que me disculpé y decidí huir en busca de mi muy descarada amiga.
Tal sorpresa me llevé cuando vi que Tomoyo estaba junto con Eriol que no pude evitar sonreír de oreja a oreja y abalanzarme sobre él sin medir mis acciones. Me recordó tantos lindos momentos juntos de nuestra adolescencia que no puedo creer cómo dejamos de hablarnos. Ah sí… Ya recordé. Desde que Tomoyo y él ya no estuvieron más juntos que a Eriol pareció que se lo tragó la mismísima tierra. No supe nada más nada de su existencia y no podía contactarlo debido a que cambió hasta cambió su número de celular y cerró su cuenta en las redes. Si bien me entristeció que se aleje de todos nosotros, en parte podía entenderlo. Cuando algo nos duele tanto, muchas veces es mejor hacer de cuenta que nunca existió.
Lo bueno es que luego de un tiempo pudieron hablar e hicieron las pases, aunque solo quedaron como amigos. Después de todo ella seguía con sus estudios en París y él estaba ocupado con su empresa aquí en Japón por lo tanto esta era la primera vez que lo veíamos en años. Me alegró ver que ese pacto amistoso seguía en pie y la nostalgia volvió a azotar mi corazón.
Estaba tan ensimismada en mis recuerdos que por poco y no me percato que Eriol estaba… muybien acompañado.
Ese muchacho me pareció bastante conocido y demasiado atractivo.
Rostro masculino, ojos amarronados estilizados y hechizantes que me pareció haber visto en otra persona bajo esas cejas oscuras y prominentes; y para completar el paisaje, su camisa ajustada color azul dejaba a la imaginación un cuerpo que seguramente estaba tallado por todos los dioses del Olimpo. Hasta daban ganas de arrancarle la camisa con los dientes.
Se preguntarán ¿dónde quedó la Sakura tímida e inocente? Bueno, ella siempre está allí, solo que en algunos aspectos deja que la Sakura audaz aparezca, así sea para abochornarla. ¡Y es que ya soy mayor! Y por si no queda claro, me perdí el tren que te lleva virgen al matrimonio.
—¿No me vas a presentar a tu amigo, Eriol?
Un gesto avergonzado ante mi conducta o un guiño de ojos sugerente hubiera sido normal ante mi pregunta, pero no esperaba ver asombro en su expresión. Fue muy extraño, o lo fue hasta que Eriol me devolvió a la realidad de un saque, y por si fuera poco, la voz de aquel que robaba mi atención se presentó ante mí.
—Li Shaoran, mucho gusto.
Esperen un momento…
¿Shaoran? ¿El Li Shaoran que yo conozco? Por favor díganme que estoy en una pesadilla. ¿¡Cómo pude ser tan estúpida!?
¡Por supuesto que era él! ¡Por eso se me hacía tan familiar, por eso sus ojos y su cabello revoltoso me resultaban conocidos! Pero a mi favor, la apariencia de Shaoran había cambiado. No es que de adolescente haya sido poco atractivo, pero no sé porqué ahora lo encontraba... lo encontraba tan… diferente.
¡Ay, por favor! Le acabas de decir que se parece a un chico Play Boy, no trates de disimular que se te hizo agua la boca querida.
Mi conciencia tenía razón. Me apresuré en demostrar mis garras antes de tratar de averiguar el grado de familiaridad que me gritaba la sensatez en mi cerebro. Por eso no pude evitar sonrojarme tanto que creo que las cerezas se sentirían humilladas al lado de mis mejillas. La humillación no era acorde a mis vagas disculpas, pero era lo único que podía decir antes de ser rescatada por la voz de mi amiga y acomodar mis ideas mientras caminábamos para encontrarnos con todo el antiguo grupo del instituto Seijo.
Desde que Tomoyo se fue a París quedé devastada, ella y yo hacíamos todo juntas por lo que no pude evitar sentirme un poco sola y seguía sin saber bien a qué dedicaría mi vida. Luego de un tiempo investigando las opciones, me inscribí en la universidad de Tokio y tuve el agrado de que Chiharu y Rika también estudiaran allí aunque en otras carreras. Es grato contar con ellas porque convirtieron esa nueva experiencia en algo mucho más confortable y por sobre todo nos hicimos algunos nuevos amigos. No fue tan grave como creía, pero la nostalgia llegó a mi corazón cuando nos vi a todos juntos, reunidos como cuando pequeños e inocentes.
Apoyado en la pared está Yamazaki, él es el único con quien seguí en contacto además de las chicas y por supuesto que continúa siendo el mismo mitómano de siempre, no por nada se decidió por la abogacía. Desde que tengo memoria que está comprometido con Chiharu, y como compartimos algunas materias, varias veces nos vemos cuando salimos de la universidad o se une al grupo para ir a tomar algo con nosotras. También están Rika, quien a pesar de apasionarle la repostería se decidió por estudiar administración de empresas, y Naoko con quien solo hablamos por chat ya que se mudó a Estados Unidos con el fin de estudiar su carrera de literatura; allí descubrió que le gustaba mucho redactar guiones para novelas teatrales, además de sacar algunos cuentos cortos de estilo fantástico y de crimen. Entre ese grupo se encontraba Ryu, derrochando aires de superioridad tal y como lo conocí. Nunca tuve una relación estrecha con él y por ello no seguimos contacto. No era toda la clase, pero un gran grupo puso asistir. Lo que lamento enormemente es no ver a Meiling, la prima de Shaoran con quien, a pesar de tener un turbulento inicio, logramos llevarnos bien. Hace mucho no sé de ella. Quizás su primo pueda contarme algo al respecto… cuando logre quitarme de la mente las cosas que dije.
—Como me gustaría regresar el tiempo, vivir la vida sin obligaciones ni preocupaciones y volver a cursar con ustedes en el instituto para hacer locuras —anunció Ryu rompiendo el silencio y mis pensamientos.
Todos asentimos en acuerdo absoluto. Por más que la adultez tenga otros tipos de beneficio, todos coincidimos en que esa época fue la mejor de todas.
—¿Qué les parece si hacemos un brindis? Por los viejos tiempo —me atreví a proponer.
—Por los viejos tiempos y por todo lo que está por venir ¡Disfrutemos que aún no tenemos canas, muchachos, y que la fiesta está tremenda! ¡Ronda de tequila para todos!
El grito de festejo cerró las palabras de Shaoran. Desde esa propuesta el ambiente dejó su aura de melancolía para darle pie a la larga noche que deseábamos disfrutar.
-.-.-
Tequila va, tequila viene. ¿Cuántos llevo ya? Creo que van tres ¿o cuatro?. Después del segundo tequila, el tercero y el cuarto pasaban como agua así que no estoy muy segura del número exacto de shots. A pesar de sentir ese cosquilleo conocido, no estaaçba ebria porque la bebida era de muy buena calidad, había cenado muy bien y, además, ya estaba acostumbrada a la bebida blanca. De lo que estaba un poco desacostumbrada, era de las fiestas grandes en general.
Hacía mucho que no asistía a una ésta magnitud y me recordó lo mucho que las extrañaba. El estudio y el trabajo consume el tiempo libre como un pacman, cambiando el orden de las prioridades. Pero que bien se sentía esa sensación de libertinaje al que ninguno de los presentes te criticará o querrá arrebatarte.
En eventos como este descubrí que el alcohol era un buen amigo con el que no podías evitar reírte sin parar. De su mano también aprendí que puede ser muy cruel si no escuchas sus advertencias, pero pude encontrar el equilibrio para mantenerme entera y evitar escenas bochornosas. Solo tomaba lo suficiente como para ponerme un poco alegre, no es como si lo necesitara para sonreír, pero sí para liberar otro tipo de tensiones y hoy me venía de maravilla. Después de haber hecho el ridículo con Shaoran preferiría estar un poco entonada por si aquello volvía a pasar y así evitar el carmesí de mi rostro, o por lo menos confundirlo con el que deja el alcohol dilatando mis vasos sanguíneos.
Me dirigía a la barra por otro tequila cuando lo vi ahí sentado y en soledad. A jugar por su apariencia, me pregunté ¿qué hace un hombre como él sin compañía en una fiesta? Debería de tener por lo menos unas tres mujeres coqueteándole.
Me bastó con mirar al rededor para comprobar que efectivamente yo no era la única que se percataba de su belleza. Al menos cinco prototipos de mujer estaban que se lo comían con la mirada, y no es que él se hiciera el santo, porque mientras me acercaba, pude ver como le sonreía a alguna de ellas, solo que las muy tontas no podían sostenerle la mirada. Muñequitas malcriadas.
Mi subconsciente me hizo sacar una sonrisa, agradeciendo tener el terreno despejado. Aunque… ¿estará comprometido? Quizás por eso ninguna daba el primer paso.
Cuando llego a la barra busco sentarme en uno de los bancos altos esperando que el barman terminara con otro pedido, y mientras tanto evité todo contacto con la persona que tenía a mi lado a metro y medio de distancia. Shaoran no me quita la mirada de encima, y gracias a las bebidas ingeridas, de pronto toda la vergüenza inicial me parecía sumamente ridícula. Hacía un largo periodo que no entraba en el juego previo, que de pronto olvidé con quien estaba tratando.
—Un shot de tequila, por favor —ordené cuando el barman vino por mi pedido.
—¿No te parece que una mujer como tú no debería de tomar tanto?
El juego había avanzado.
Shaoran se arrimó tanto a mi oído que me provocó un escalofrío. Gracias al volumen alto de la música, se tuvo que acercar bastante.
—Estoy acostumbrada, y mientras no mezcle dudo que me dé dolor de cabeza —respondí aun sin mirarlo mientras me pasaban el shot, la sal y el limón.
—Otro como ese para mí.
Fue mi turno de sonreír y al fin conectar miradas.
—Una mujer como yo no puede, ¿pero un hombre como tú sí?
—No tengo a quien rendirle cuentas. Supongo que embriagarse con buena compañía no es tan trágico, a no ser que te moleste compartir algo conmigo. No te molesta ¿no, cerecito?
Nuestros rostros están muy próximos, y no hubiera sido posible entablar esa conversación si no lo hacíamos con esa cercanía. Shaoran recalcó su última palabra mientras acomodaba unos mechones de cabello de mi rostro tras mi oído. El tacto con mi piel fue casi imperceptible, pero lo suficiente como para no permitirme razonar lo que sus palabras unidas entre sí querían decir en aquella oración.
¿Dijo que estaba soltero?
No podría afirmar esa teoría porque nuevamente estaba demasiado absorta en la caricia que me le propició a mi mejilla al retirar su mano. Cuando reaccioné ante el hallazgo de sus dichos, mis ojos intentaron no desviarse hacía su boca, contemplando en primer plano esos ojos ámbar que tan lindos tiene y que, al mismo tiempo, tantos recuerdos me trajeron.
No podía entender cómo no lo reconocí antes. Habíamos pasado tantas mañanas y tardes juntos en el instituto, tantas charlas en el parque, ¿ya se me había olvidado todo eso? Él fue mi mejor amigo… y una parte de mi mente le prohibió a mi corazón recordar aquello, pero el hecho de llamarme con ese apodo, me hizo caer en la cuenta de lo cercanos que una vez fuimos y lo cambiado que lo encontraba ahora.
Mi mirada mutó de coqueta a inquisidora. Trataba de descifrar lo que había sido de mi distante y reservado Shaoran, porque quién estaba ante mis ojos no parecía tener ni un poco de reticencia al contacto humano y mucho menos noción de lo que solíamos ser.
—¿Por qué me miras así? —ladeó una sonrisa pícara que incrementaba mis dudas—. ¿Dije algo malo?
—No es eso. Solo… recordé que el Shaoran que yo conocí no era tan cariñoso como éste.
Traté de sonar seria pero relajada, indiferente a sus mínimas atenciones y más confundida que antes.
—Bueno, ha pasado mucho tiempo. Digamos que tanto tú como yo cambiamos ¿no crees? Además, solo me muestro afectivo con quien merece mi atención.
Okey, ¿se me está insinuando o simplemente el tequila me afectó más de lo que yo creía?
Shaoran nunca jamás había tratado de coquetear conmigo antes, jamás vi que tuviera el más mínimo interés en los siete años que compartimos juntos y ahora me mira de esa forma… tan intensa que en cualquier momento me haría colapsar de la confusión. Lo peor de todo…era que esa otra parte de mí se muere por seguirle el juego. ¿Hasta dónde está dispuesto a llegar?
Curiosidad es mi segundo nombre, y ya no soy una niña; por lo visto, él tampoco. La seducción en sus ojos y su voz me convenció de dejar las dudas y olvidarme de cómo lo veía antes. Shaoran fue mi mejor amigo, pero él tiene razón; han pasado siete años en donde la amistad se vio afectada y la actualidad es demasiado tentadora. Aun así… había algo que me inquietaba, aunque tratara de no darle importancia.
Bajé la mirada para comprobar que aún no había tomado mi tequila así que traté de distraerme con la bebida. Dispuse la sal en el dorso de mi mano esparciendo en una línea lo más recta y cargada posible, y cuando estoy a punto llevármela a la boca, Shaoran me detuvo con su mano. Ante mi estupefacción, tomó mi muñeca y se la llevó hasta los labios lamiendo la sal depositada de una manera por demás sugestiva. Recorrió cada centímetro del camino trazado a paso lento, como si su vida dependiera de acaparar todo granito de sal con su lengua, y sin apartar su mirada ámbar de la mía bebió de un saque su shot, tomó el limón y lo llevó a su boca saboreándolo sin una sola mueca que denotaran el agrio contacto de la fruta con sus papilas gustativas. Como broche de oro, una de sus cejas se alzó en lo alto en una clara invitación indecente, desafiándome a seguir su juego macabro.
Mentiría si dijera que eso no fue excitante. Tomé aire, y sin bajar la mirada ya había aceptado el desafío. Con mi boca entreabierta continué el juego del que conocía las reglas. Observé la sal en la mesa, y cuando estoy a punto de imitar sus movimientos, soy brutalmente interrumpida por una mano pequeña que sacude mi hombro derecho de atrás hacia delante sin parar, provocando que mi tequila se derramara por la barra y mis neuronas se agolparan en mi cráneo.
¿Justo ahora, Tomoyo?
—¡Sakuraaaa! ¡Ven, vamos! Están jugando verdad/consecuencia. ¡Apúrate así nos unimos! ¡Y tú también, Shaoran! ¿¡Qué esperan!?
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