Ese día la chica de ojos color cielo había estado en las nubes, más de lo usual.

Su amiga había intentado preguntarte durante todo el día que le pasaba, pero cada vez su amiga sonreía y contenía una pequeña risita, sin decirle nada.

Así llegó el fin del día escolar y ambas chicas se quedaron al final ya que Marinette no había guardado sus cosas al estar tan ensimismada en sus pensamientos.

—¿Podrías decirme qué te está pasando chica?

—¿Te lo imaginas Alya? —Contestó una muy emocionada Marinette que no era consciente de la pregunta que había hecho su amiga —¡Sería un sueño hecho realidad!

—¿Que debería imaginar exactamente Marinette? —La futura periodista no sabía a que se refería su amiga la mitad del tiempo.

—Hoy tuve ese sueño otra vez —La azabache sonrió bobamente, dando un par de saltitos.

—¿Cuál? ¿El de la boda o su primera cita? Espera, ya sé. La primer Navidad con ambas familias juntas —La ironía era palpable en su tono de voz.

—¡No! El de nuestra linda familia —La voz soñadora de Marinette podía ser muy empalagosa.

—¿Sabes que lo divertido es el proceso y no los cuidar a los+ hijos verdad?

—¡Alya! —La azabache aprovechó el momento para darle un golpe en el hombro a su amiga con su estuche de colores.

—Ya niña, ya.

—Debiste verlos, Louis y Hugo se parecían a mí, pero Emma era el vivo retrato de Adrien.

—Sabes que el padre tiene derecho a dar su opinión sobre el nombre de sus hijos, ¿verdad?

—¿Pero a quién no le gustaría esos nombres? Además, Emma es mi favorito.

—El mío también —Una tercera voz se coló en el salón de clases, sobresaltándolas.

—¡A-Adrien!

—¿En serio Agreste? —Las chicas observaron cómo el rubio buscaba algo en su lugar.

—Sí, ese es el nombre de mi madre. Me gusta. Es dulce y tiene un lindo significado.

—¿A sí? ¿Qué significa?

—Mujer de gran fortaleza —Contestaron los dos chicos al mismo tiempo.

—Marinette sabe a lo que me refiero. Oh, aquí está mi libro, nos vemos mañana.

—A-adiós.

Las chicas no se atrevieron a decir nada hasta que dejaron de escuchar los pasos del modelo.

Alya pasó su mano frente al rostro de su amiga de coletas que se había quedado estática en su lugar.

—Marinette, ¿estás bien?

—Le gusta Emma —Comentó en un susurro.

—¿Qué?

—Es el nombre de su madre —comentó nuevamente Marinette para ella misma.

—Chica, no te entiendo.

—¡Le gusta Emma! —Alya sintió cómo la tomaban de los hombros y la sacudían de un lado a otro.

—Bueno, un nombre de tres Marinette, nada mal.

—¿Uno de tres? ¡Quizás le gusten también Louis y Hugo!

En ese momento Alya lo tuvo claro, si algo podía admirar de su amiga es que era positiva.

Muy positiva.


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Dedicado a Mich Rangel, gracias por escuchar mis extrañas ideas.