Disclaimer: The story doesn't belong to us, the characters are property of S. Meyer and the plot belongs to cynosure23. We just translate with her permission.
Disclaimer: La historia no nos pertenece, los personajes son de S. Meyer y la trama de cynosure23, solo nos adjudicamos la traducción.
The Game
Autora: cynosure23
Traductora: Scarlet Queen 13
Beta: Yanina Barboza
Capítulo 1
26 de julio de 2015
Mis tacones resonaron en el piso de baldosa mientras caminaba por los ahora familiares pasillos del Hospital Barnes Jewish, finalmente libre por la noche.
El trabajo duro durante la secundaria, noches en vela durante mi carrera de pregrado, y la dedicación durante cuatro años de universidad de medicina estaban finalmente rindiendo sus frutos. Era residente en el mejor hospital de St. Louis y tenía por delante un prometedor futuro trabajando en emergencias médicas. No podía esperar a terminar el último año de mi residencia, pero todavía estaba disfrutando el trabajo más de lo que había esperado. Mis padres habían querido que me especializara en algo como pediatría u obstetricia, y había considerado la idea durante la universidad. Pero entonces hice mi rotación en la sala de emergencias, y me enganché.
Amaba la paz inmediata y la urgencia envuelta en los casos, y pienso que lo demostraba.
—¡Doctora Swan! —Me congelé cuando escuché a alguien llamándome, maldiciendo a mis zapatos y su inhabilidad para sacarme de allí antes de quedarme atascada haciendo más horas extras. Amaba mi trabajo, pero a nadie le gustaba hacer turnos de dos dígitos, especialmente tres veces en una semana—. ¡Doctora Swan!
Me giré para ver a Angela, una de las enfermeras más nuevas, corriendo hacia mí.
—Está bien, Angie. Cálmate —dije, sosteniendo mis manos en alto—. Te escucho.
Ella me sonrió, tomándose un momento para recuperar su aliento.
—En verdad lamento agarrarte así. Sé que estabas saliendo, pero el doctor Harris no está respondiendo sus llamadas y ya no tenemos camas libres. Estamos intentando mandar a algunas personas a casa —se disculpó con los expedientes en sus manos, y entonces me entregó uno cualquiera.
Suspiré y lo abrí de golpe, estudiando la información. Hombre de veinticinco años; necesitaba puntadas en su frente. Fácil.
—Está bien. No me importa quedarme por algunos de estos —dije, viendo mi reloj—. Puedo darte una hora, máximo.
Angela asintió y me entregó unos expedientes más, volviendo recién entonces a la sala de emergencias. La seguí a un ritmo ligeramente más despacio, maldiciendo mis tacones y las medias incómodas que estaba usando debajo de mi falda de tubo. Amaba que, tras años de usar ambo durante la universidad, tenía finalmente permitido el elegir mi propia ropa, pero justo ahora esos ambos y zuecos sonaban muchísimo mejor para una guardia de trece horas. Mentalmente me recordé que, aún cuando quería lucir bien, tendría que invertir en un par de zapatos más cómodos si iba a pasar el resto de mi residencia.
La puerta a la sala de examen número uno estaba ligeramente abierta, y no me fijé en el expediente en mis manos mientras entraba.
—Soy la doctora Swan —dije, arrojando el expediente en el mostrador y luego tomando un par de guantes de látex—. Déjeme darle un vistazo a esa cabeza, ver con qué estaremos trabajando.
Me volví para enfrentar al paciente y de inmediato me detuve, asombrada por el par de brillantes ojos verdes que me estaban viendo. Enrojecí cuando me di cuenta que me había quedado viéndolo, y di un paso hacia adelante para examinar la herida en su frente. Una de las enfermeras había preparado las herramientas necesarias para cerrarlo, pero aún necesitaba mirar la herida y limpiarla antes de poder iniciar con las puntadas. Toqué el área afectada tan gentilmente como pude, pero aun así se estremeció.
—Lo siento —dije, con una pequeña sonrisa. Él me sonrió de regreso, encogiéndose de hombros.
—Está bien. Soy Edward, por cierto. Desearía decir que fue bonito conocerte, pero... —Señaló a su cabeza, haciéndome reír.
—Ya lo sabía por el expediente, pero gracias. Sería bonito el conocerte, también, si no fuera por las circunstancias —dije, sonriendo.
—¿Cuál es tu nombre? —preguntó, y yo enarqué mis cejas hacia él—. No, ya sé que eres la doctora Swan —dijo, riendo—. ¿Cuál es tu primer nombre?
—Bella —dije simplemente, y ambos nos quedamos callados. Él se quedó quieto mientras yo limpiaba la herida y luego la entumecía con una anestesia local, así que decidí llenar el silencio—. Así que... ¿qué sucedió? Si no te molesta que pregunte...
—Es un poco estúpido —dijo Edward tímidamente, mirándome a través de sus pestañas. No pude evitar notar cuán ridículamente largas eran, y desear que las mías lucieran justo así sin la ayuda de la máscara.
—Adelante. Pruébame —dije con una risa. Había escuchado y visto mucho en solo un par de años de medicina, y dudaba que esto entrara al tope de mi lista de casos extremos.
—Estaba jugando al béisbol con mi sobrino y me le acerqué demasiado cuando él balanceó el bate —dijo—. ¿Quién confía en un niño de tres años con un bate? —rio, haciéndome sonreír—. De cualquier manera, falló, pero quise desviarme de su camino y me corté la cabeza con la mesa de café. Pensé que estaría bien, pero algunas horas pasaron y aún no paraba de sangrar, así que mi hermano me convenció de que necesitaba puntadas. Estúpido.
Alcancé la aguja y el hilo, y él cerró los ojos.
—Eso no es tan estúpido —dije gentilmente—. Además, los accidentes pasan, especialmente alrededor de los niños —agregué, y luego nos quedamos en silencio mientras me concentraba.
Hacer puntadas era algo sencillo, pero pecaba de ser un poco perfeccionista. Presioné juntas las puntas de la herida y serpenteé el hilo a través de cada lado de la pequeña cortadura hasta que hubo cinco diminutas puntadas. Entonces hice el nudo y corté la cantidad de hilo restante, cubriendo la herida, y luego dando un paso atrás.
—Mucho mejor —dije, quitándome los guantes y deshaciéndome de ellos—. Asegúrate de mantener la herida limpia y seca. Aplica un poco de ungüento antibiótico, y eso evitará que se infecte. Si notas cualquier signo de infección, vuelve y le daremos una revisada. Si no, ven de nuevo como en una semana y podrás hacer que te quiten las puntadas si todo ha sanado bien.
Edward asintió, alzando una mano hasta tocar la pequeña venda en su frente.
—Gracias, doctora —dijo—. ¿Serás tú quien las quite?
Me encogí de hombros, viendo ya el siguiente expediente en mi pila.
—En realidad, depende. Quienquiera que esté en el staff esa noche se encargará de eso.
—Bueno… ¿Qué noche estarás tú aquí? —preguntó, y levanté la mirada de mi expediente.
Él estaba sonriendo diabólicamente, haciéndome rodar los ojos.
—Tú no estás flirteando conmigo —reí—. Te habrás golpeado la cabeza más fuerte de lo que pensaste. ¿No tendrás una contusión?
—No puedes culparme por intentarlo —rio Edward, encogiéndose de hombros—. Eres realmente hermosa, doctora Swan.
Me sonrojé, pero también sentí desconfianza. Pensé que había visto mucho, pero nada como esto me había pasado antes.
—Gracias… —dije simplemente, insegura sobre qué más podría contestar.
—Déjame intentar una vez más —dijo Edward, levantándose de la cama y acercándose un poco más—. Siéntete libre de derribarme o correr gritando, pero… ¿puedo tener tu número? Me gustaría invitarte a salir alguna vez.
Esta no podía ser una buena idea. Yo era doctora, él era un paciente… ¿esto estaba siquiera permitido? El protocolo de la sala de emergencias era muy diferente, y técnicamente no sería poco ético porque esta era una visita de única vez, pero igualmente se sentía extraño. Pero al mismo tiempo no podía negar que me sentía atraída hacia este hombre y que, en los pocos minutos que había pasado con él, se había metido bajo mi piel.
—Bueno… —dudé, mordiéndome el labio—, creo que está bien —concedí—. Aquí… —Me metí la mano en el bolsillo y saqué mi tarjeta, tendiéndosela a él—. Es el número de mi consultorio —dije—, comencemos con eso.
La aceptó sin dudar, observando la tarjeta antes de meterla dentro del bolsillo en sus pantalones.
—Gracias, Bella —dijo, sonriendo—. Te estaré llamando.
.
.
—Esta noche viniste tarde, Bells —dijo Tyler, fijándose la hora en su celular cuando finalmente llegué a casa, casi una hora tarde—. ¿Está todo bien?
Asentí, quitándome los tacones antes de tirarme en el sillón a su lado.
—Sí. Emergencias estaba llena de personas y solo necesitaban mi ayuda para terminar con algunos de los pacientes así podían liberar algunas camas —dije, tomando un sorbo de la cerveza que él estaba sosteniendo. Tyler y yo nos habíamos conocido mientras estaba en mi último año de mi carrera de pregrado, y él estaba en su último año de la carrera de Farmacia. Habíamos sido amigos durante algún tiempo, pero no tardamos en comenzar una relación. Ahora vivíamos juntos, pero mucho había cambiado. Nuestra relación romántica estaba terminada, y lo había estado por un largo tiempo. Éramos grandes amigos, y ambos estábamos más felices de esta manera.
—¿Qué estás mirando? —pregunté, observando la televisión. Estaban pasando un juego de béisbol, pero ya era casi la medianoche, así que no podía imaginarme que fuera en vivo.
—La repetición del juego de hoy de los Cardinals —respondió Tyler, sin quitar los ojos del televisor—. Estaba trabajando en algunas cosas esta tarde, así que no llegué a verlo. Sé que perdieron, pero cuando vi que iban a pasar la repetición, decidí verlo de todos modos mientras esperaba que llegues a casa.
Asentí, centrando mi atención en el juego también. Me gustaba mantenerme al día con mis jugadores favoritos, pero mi horario de trabajo me imposibilitaba el ver demasiados juegos. Observé con interés, pero casi cinco minutos más tarde entrecerré los ojos hacia la pantalla, en shock.
—¿Quién es ese? —le pregunté a Tyler, observando al jugador empujar su brazo y asentir con la cabeza hacia el bateador, luciendo terriblemente familiar.
—Oh, él es un chico nuevo. Acaba de ser llamado de las ligas menores hace unos pocos días, pero parece bastante prometedor. Su nombre es Edward Cullen.
¡Hola, hola!
Y sí, arrancamos con una nueva historia. Con esta Bella doctora y este Edward beisbolista, ¿cómo creen que resulte?
Esperamos que les haya gustado este primer capítulo y que nos cuenten todas sus opiniones en los comentarios.
¡Hasta el próximo capítulo!