Wow… Eh… Hola ¿Se acuerdan de este fanfic? Si no lo hacen no los culpo (?) Como verán su servidora fue muy vaga al tener el deber de editar para darles sus capítulos, lo cual me avergüenza. Dije que terminaría esto cuando acabase mi nuevo long fic "Be more gay" (Seh, estuve cambiando de fandoms) pero decidí ponerme las pilas ahora que se acercan las vacaciones y se me subió el hype luego de hablar con mi novia.

Seh, ahora la chica con la que escribí este fanfic es mi novia, SURPRISE MOTHER FUCKERS.

Como sea, vayamos a lo importante: A este fanfic le queda solo un capítulo más, uno extra donde veremos a los personajes secundarios y de fondo interactuar en escenas que no pude agregar con anterioridad, el capítulo final, el epílogo… Y por supuesto que entre medio tendré que subir el OneShot lemmon que prometí. Me quedó demasiado largo, por lo que será un TwoShot(?

Ya que estoy, sería genial si le dan una oportunidad a los musicales, en especial a Be more chill, a que ahora hago muchas cosas de este contenido y puede que les agrade. Y si siguieron alguna vez mis dibujos de funamusea, sería genial si visitan mi libro de dibujos, pues planeo hacer remakes de esos dibujos viejos.

Omg me dejaron un review, vamos a leerlo :0

sorro3774:No entiendo por que el fic no es conocido, enserio me encanta :) sigue con el buen trabajo. Saludos!
Y suerte en la escuela :v

KJAHDSD Gracias, tesoro uvu Yo creo que no es tan conocido aquí en fanfiction porque la comunidad de Funamusea está algo muerta por aquí. En cuanto a wattpad... Tiene más público, pero a la gente no le gusta tanto la shipp principal y prefieren Satanivlis, F(?

Este fic, al igual que "Curse of Roses", está basado en un rol con mi diosa (COFCOFMISAKICOFCOF) por ello mismo están (Cómo dije) dedicados a ella y verán varios fragmentos que ella escribió tal cual... Excepto los prólogos e introducciones. Esos son 100% míos. (?)

Por ello mismo... ¡CRÉDITO A ELLA TAMBIÉN, POR AYUDARME! ¿Esto cuenta como fic hecho en equipo? Ni idea, solo sé que sin ella no lo hubiera desarrollado tanto (Mezclamos ideas de cada quien.) y se lo debo 3 Mil gracias y pásense por sus fics ¡Ella es mil veces mejor que yo!

¿Eh? ¿Que si haré el mismo anuncio en todos los capítulos? Claro que lo haré. No pararé de recordarle que esto es gracias a ella 8(

Este capítulo es un poco lento y también corto comparado a los demás, pero créanme, la interacción aquí significará algo más adelante… Cuando suba otro long fic.

Puse la canción que ven en multimedia porque yo amo todo lo que tenga que ver con Licorice, además me inspiré escribiendo lo que faltaba al escuchar ese soundtrack. Vean ya que están la versión adulta, está perrona.

–¡Qué bonito día es hoy! ¡Y se pondrá aún mejor porque es día de compras! –Canturreaba cierto diablo de orbes violetas mientras caminaba algo tambaleante pero feliz por los pasillos, apenas con una simple bata que permitía admirar las "secuelas" de su divertida noche y unas pantuflas de conejitos que combinaban.

Cualquier cosa que pudo haberlo puesto de malas en días anteriores pareció borrarse completamente de su sistema ¿Y cómo no ser así? Si tuvo una noche simplemente maravillosa donde la palabra "placer" adquirió un nuevo significado. Dar, recibir, duro, suave, toda posición posible y literalmente, hasta que el cuerpo gritó basta. Fue destrozado de la mejor forma posible y aún fantaseaba con que dicha experiencia se repitiera pronto.

Ah~ Linda Lil~ Linda, linda y SEXY Lil~

–¡Cucaracha! ¡Despierta!~ ¡Hoy vamos a renovar tu armario! –Llamó apenas ingresó al cuarto del aludido, pero sin hallar rastro suyo. –¿Uh?... ¿Y este dónde se metió? –Arqueó una ceja, algo extrañado. No creía que se estuviera escondiendo de él, ya no había acuerdo.

Suspiró. Luego de todo lo que había pasado creyó que el de mechas rojas no querría ni tendría grandes motivos para levantarse tan temprano, pero supuso que se equivocó. No quiso dar vueltas al asunto y decidió seguir buscándolo para iniciar su "glamoroso secuestro" antes de que Ricitos de Oro despertara para hacerlo mierda, pero algo llamó su atención.

–¿Uh?... –La puerta del cuarto de Licorice estaba abierta, así que se acercó a curiosear un poco. Casi pega el grito al cielo cuando logra vislumbrar a ambos diablos cómodamente dormidos en la cama del más joven, sobrepasando su dosis de diabetes diaria. –¡...! ¡L-lindos! ¡Cámara! ¡Mi cámara! –Chilló desde el instante en que recorrió el pasillo; solo para volver y asegurarse en gastar toda la memoria de ésta con fotos de diferentes ángulos de aquel par.

No tenía idea de que rayos se perdió anoche luego de ir tras Lil a darse amor, pero ya tendría tiempo de pedir detalles. Por ahora solo iba a inmortalizar el momento hasta que alguno de los dos despertara. Y de preferencia, deseaba que fuera Ivlis. No quería ser empalado.

Ivlis por su parte había dormitado profundamente toda la noche sin un lapso de interrupción. El día anterior había estado tan agotado de tantas emociones que simplemente quedó muerto muchas horas, lo ideal para renovarse un poco antes de que… Antes de que todo lo malo con lo que había estado lidiando volviese a golpearlo en la cara.

(…)

Lo bueno nunca dura mucho.

Ivlis lo tuvo en mente desde siempre, pero lo había olvidado justo en el momento, sitio, y entre los brazos del objetivo amoroso menos convencional.

Se había retirado de la habitación de su hijo desde de que este despertó y luego se encargó de hacerlo con él, notablemente incómodo y con una expresión poco tranquilizadora en su rostro.
Se había disculpado con él por tan repentina aparición, o el simple hecho de haber dormido con él, trató de explicarse cayendo en pánico apenas recordó las palabras ya dichas el día anterior.

Pero… Nada de eso pareció funcionar, Licorice de todas formas lo corrió de su cuarto, tal vez tratando de ser amable, pero mostrando en sus ojos la aun latente incomodidad que sentía a su lado luego de aquella fallida confesión.

¿Creería que intentó hacerle algo y mintió cuando explicó que él le abrazaba demasiado fuerte como para alejarse? ¿Qué cosas pensaba de él? Analizarlo demasiado dejaba a su imaginación volar, justo lo que más anhelaba evitar ahora.

Al dirigirse a la cocina encontró a la mayoría ya despiertos y desayunando para comenzar el día ajetreado que les esperaba. Rieta hablaba con Igls, Poemi perseguía a Emalf pidiendo explicaciones por quién sabe qué, Satanick reía junto a su esposa entre comentarios obscenos, Meduco y Crea se encargaban de los trastes que iban dejando los demás, y Adauchi conversaba con su novia y amiga.

Era muy pacífico y pleno, pero él no evitaba sentirse fuera de lugar, aun chocado por el actuar tan frío que le dedicó su hijo menor al despertar. Aun así se sentó en el lugar libre junto a su hermana, y esta no tardó en saludarlo animadamente junto a Rieta, metiéndolo en su conversación sobre lo que planeaban usar para la boda.

Ahora que se detenía a escuchar a los demás… Todos parecían hablar de ello con toda la felicidad del mundo. Incluso Poemi hacía reclamos a Emalf sobre que esperaba que no usara sus gafas en la boda. Eso no fue extraño, sino ver hasta a Satanick muy emocionado por comentarle a Lil sus pasos de baile para la fiesta después del "Sí" de los novios y sobre sus regalos "anti-fallos" para conseguir nietos. No lo culpaba por desistir el motivarlo a conseguir a Licorice de nuevo, ambos ya sabían que era una búsqueda sin remedio, un problema sin solución que no fuera rendirse.

Se hubiese detenido a pensar sobre en qué momento Adauchi e Igls fueron invitados, pero Rieta le explicó que ya se había encargado de eso, cosa que le pareció bastante extraña.

Él no quiso reprochar ni entrar en detalles y se limitó al silencio, bebiendo su café con un nudo en la garganta que solo crecía más a medida que tantas charlas a la vez sobre el mismo tema se clavaban en su espalda como flechas envenenadas. En cierto punto uno creería que solo seguía concentrado en beber por no escuchar la emoción general por la decoración, la ropa o la celebración en sí.

Solo se detuvo cuando repentinamente Licorice entró en la cocina. Este no se detuvo a mirarlo, lo cual agradeció, no quería su mirada sobre sí si iba a ser como suponía. Tal vez ni siquiera se reparó en su presencia, concentrándose en saludar al resto y hablar con su hermano ¿Tal vez se habían reconciliado anoche? Era sorprendente pero no quería preguntar ahora, sería incómodo interrumpirlos.

Hasta el atardecer recordó los trámites de la boda como quien recuerda los aburridos sermones de un maestro. Sí recordaba a Rieta, Igls y su hija acompañándolo para elegir la ropa, sí recordaba a Satanick y Lil escogiendo por él, así como no se olvidaría de que a pesar del aura entristecida y mirada vacía nadie se detuvo a siquiera notarlo.

Como si su opinión no fuese importante.

¿La boda? No la recordaría con mucho cariño, eso le quedaba más que claro. Ni toda esa hermosa decoración, la evidente alegría de la multitud o el hermoso altar podían distraerlo de su verdadero sentir con respecto a todo esto. No podía ignorar que la persona que más amó se uniría eternamente con alguien más, alguien que amaría más de lo que lo amó a él.

Cuando el momento de entregar a Licorice al altar llegó se sintió con ansias de detenerlo todo, pero su cuerpo no le respondía y solo seguía la orden del deseo ajeno de forma automática.

Lo vio alejarse cuando se soltó de su brazo, lo escuchó dar sus votos de amor a Revlis, lo sufrió muy dolorosamente cuando los vio a ambos besarse con tanto cariño. Lloró, lloró a mares como un alma en pena en la Tierra y supo esconderlo con una falsa máscara de orgullo por si hijo menor y la alegría.

El matrimonio trascendió durante años, todos recordaron por siempre la bella unión entre el primer diablo híbrido y la primera semi diabla semi diosa de los universos por existir. Lo guardaron en su memoria y corazones como el acto de amor más puro y maravilloso, uno que demostraría que el amor no discriminaba especies.

Ivlis solo lo recordó como el día donde se le partió el corazón en miles de pedazos y a pesar de tenerlo todo se sintió por siempre incompleto. Había perdido una pieza cuando trató de re armarlo, y esa pieza ahora vivía lejos de él en un castillo junto a su amada esposa.

Pero lo escondió, fingió que todo era normal para él, visitó a su hijo cuando tenía la oportunidad de hacerlo y sonrió a la pareja mientras decía frases cliché y plásticas como "Me alegra mucho ver lo felices que están juntos" "Siempre quise una chica así para mi hijo" "Ojalá no se separen nunca". Amó a sus nietos a pesar de que eran nacidos de un amor que nunca fue para sí y trató de ser el mejor abuelo que pudo.

Todavía lo intentaba… Lo intentaba con todas sus fuerzas.

–Todavía no puedo creer que el trabajo de padre no te matase en el intento. –Murmuró una vez dejó ir a la primogénita de la parejita, una niña con los ojos de su hijo y la apariencia de Revlis. –Esperaba que vinieses hacia mí suplicando ayuda. –Tanto él como su hijo rieron divertidos, observando a los niños reunirse con su madre en el otro extremo del jardín para jugar a las escondidas.

Licorice suspiró sin dejar de sonreír. –Bueno… En algún momento tenía que aprender solo ¿No?

–Por supuesto que sí, es parte de ser adulto.

El silencio volvió a reinar, siendo únicamente interrumpido por las risas de los niños y la mujer, algunos pájaros cantarines y la servidumbre moviéndose de aquí para allá. Un día normal en Gray Garden, perfecto, soleado… Digno de cuento de hadas. No le sorprendía para nada que su hijo ahora viviese en un sitio que fantaseaba en su mente de niño.

–Sabes, yo… No imaginaba tanto un futuro así antes de casarme. –Murmuró pensativo, entonces Ivlis lo observó sin que lo notase, había melancolía en sus ojos. –Creo que no era lo que quería en ese entonces.

–¿Eh? ¿Por qué lo dices?

–Es solo que… Yo te amaba ¿Sabes?

El mundo de Ivlis se sacudió por completo, anonadado y confundido al mirarlo a él devolverle la mirada, solo que esta era una más entretenida y despreocupada.

–Estoy seguro de que… Si me hubieses correspondido antes yo… No sé, creo que todo sería diferente. No estaría viviendo esta vida aunque… Estoy feliz con ella, creo que olvidarme de ti me hizo bien.

–O-Oh… Y-Yo creí… Que lo sabías. Yo sí te amaba.

–Nunca fuiste claro. –Respondió en lo que su sonrisa apenas y se deshacía. –Pero está bien, aquello solo era un sueño estúpido y… Yo necesitaba despertar.

Se sintió desvanecer, como si el resto del mundo se tiñera de negro y solo su expectante hijo fuera el único presente en un escenario de absolutamente nada más que oscuridad. Sudó en frío perdiendo el aire ante la expresión poco amistosa y acusatoria de Licorice.

–Tú también deberías hacerlo. Despierta de una vez.

–¿Q-Qué…? Y-Yo…

DESPIERTA DE UNA PUTA VEZ.

(…)

Todo se acabó como el corte de una película apenas el fastidioso sonido de los "clic" de una cámara de fotos lo hicieron murmurar incoherencias semi dormido solo para ir recobrando consciencia y abrir lentamente los ojos, topándose con el último al cual quería ver tan temprano.

–¿Uh? ¡Oh, al fin despiertas! ¿Tuviste una buena noche? ¿Uh, uh, uh? Fufufu~ ¡Detalles! ¡Detalles! ¡Como tu amigo quiero detalles! Y descuida~ En compensación, yo también te daré detalles de mi noche luego~ –Comenzó a exclamar apenas el diablo de Flame World mostró señales de vida. Vamos, los amigos no debían guardarse secretos ¿No? Era casi una obligación darse el chisme completo. –Sabía que los dos no iban a seguir así por mucho tiempo ¡Nuestro bebé siempre te prefirió por algo, Cucaracha! ¡Nunca pueden durar separados!

–Joder. –Justo ahora Ivlis empezaba a ser consciente de nuevo de su situación: Estaba atrapado entre los brazos de su hijo y no había forma de huir. Quiso decir algo, pero las preguntas de Satanick no lo dejaban formular palabra, y para colmo lo dejaban algo consternado ¡¿Qué carajo?! –¡N-No, idiota! ¡No es lo que piensas! ¡Estoy atrapado! –Casi lloriqueó al decirlo, pero terminó bufando al mencionarse que se trataba de una metáfora amorosa.

–¿Uh? ¡Oh! ¡Lo sé, lo sé! ¡Lo puedo ver! ¡Atrapado de amor! ¡Entre sus brazos! Ah... Qué bonito despertar ¿No? -Definitivamente era visible el resultado de haber pasado una espléndida noche con la subcubo; lo hacía ver todo tan rosa como su buen ánimo le permitía hasta que el mismo Ivlis reventó su fantasiosa burbuja.

–¡No ese tipo de "atrapado"! ¡Literalmente no me puedo zafar! ¡Ayuda! –Era penoso tener que pedirle ayuda justo a él, pero se estaba quedando sin opciones y no quería esperar a que Licorice despertara para que fuese libre. Tenía mucho por hacer antes de que llegara la boda, y entre ello quería mentalizarse para soportarlo.

La sonrisa de Satanick se esfumó. Cielos… Su buen humor estaba tan explosivo que tardó bastante en percatarse que las cosas no eran como las imaginaba. Triste y cruel realidad. –Ay... ¿Cómo pasó? ¿Qué hiciste ahora? –Comenzaba a creer que el diablo de mechas rojas tenía injertado dentro de sí algún pararrayos, pero que en lugar de atraer electricidad, atraía mala suerte casi absurdamente.

Era difícil saber si debía reír estúpidamente o llorar decepcionado ¡Estúpido! ¿Lo ilusionaba solo para esto?

–Déjame pensar en algo. –No lo presionen, era temprano y su cerebro no terminaba de despertar. –Dios… Solo a alguien como tú podría pasarle algo así.

–¡Pues mira, hijo de puta…! Agh… Solo sácame de aquí ¿Quieres? –Bajó su euforia de una vez, con un suspiro resignado y medianamente triste. Satanick no era el único que deseaba que el abrazo fuese por diferentes circunstancias… Le sorprendía como su amigo fue capaz de ilusionarse así de fácil y decir todas esas cosas, que lejos de animarlo solo terminaron de deprimirlo un poco al recordarle su realidad ¿Acaso había cobrado toda su buena suerte para una semana el día de ayer?

–¡Oye! Acabo de despertar también, no me apresures. ¿O quieres que lo despierte? –Oh, ser o no ser un hijo de puta. Esa era su cuestión actual.

–¡NO, PENDEJO! ¡¿No ves que no estoy en condiciones de siquiera decirle "Hola"?! –Chilló con ganas de lanzarse encima suyo para estrangularlo ¿Era estúpido o solo quería encabronarlo? ¿O ambas?

–Bromeo, bromeo. Ay, no aguantas nada por las mañanas.

–No estoy para bromas ¡Solo ayúdame!

–Ya voy, ya voy ¿No ves que intento analizar un plan para eso? –Por Vicers, odiaba trabajar bajo presión. Nunca le llegaban buenas ideas en esas situaciones, aunque no había de otra. Vamos, ¿Qué tan difícil debía ser sacar a una Cucaracha de un abrazo mortal de un borracho? –¿Estás seguro de que no quieres que lo despierte? Eso ahorraría mucho. –Tanteó mientras dejaba su cámara a un lado y la mirada de Ivlis respondía con más de una manera.

Satanick estaba de acuerdo. No es que le pareciera muy "bonita" la idea de ver a su hijo por las mañanas. Honestamente, Licorice no era de un dulce despertar y él ya tenía más que suficiente con Igls para lanzas contra su hermosa cara. Además, aunque usualmente pudiera confiar con su volátil fuerza, estaba perfectamente consciente que luego de una noche con Lil necesitaría más que un café extra fuerte para recuperar energías. Bueno, en fin. Al demonio con todo, no debía ser tan difícil.

–Quédate quieto, ya voy a sacarte de allí. –Exclamó antes de hacer a un lado las mantas y tomar con firmeza los tobillos del diablo de Flame World. –Bien, tú solo relájate, aspira hondo y afloja las piernas. No queremos desmembramientos, necesitas tus piernas donde están para medirte la ropa. –Murmuró mientras aspiraba profundamente y se sujetaba con los pies al borde de la cama. Esperaba que la actividad sexual contase como ejercicio y que la debilidad que sentía desde que despertó solo fuese ilusoria. –Y uno, y dos, y... ¡TRES! –Y sin más vueltas empezó a jalar todo lo que podía ¡Joder! No creía que estuviera tan fuertemente agarrado.

–O-oye… Qué estás… ¡¿Estás loco?! ¡Eso no! ¡Satanick, no seas tarado! –Se esperaba algo más inteligente, no que lo agarraran de los tobillos y jalaran para sacarlo de esta. Satanick estúpido… Se prometía matarlo más tarde, si es que salía con la dignidad bien puesta después de esto. Se quejó aún más cuando Licorice apretó el agarre. Coño… Tenía fuerza de titán el desgraciado. Si bien eso le hubiese causado orgullo en otra situación, ahora lo estaba maldiciendo por sus órganos a medio aplastar.

–¡Deja de quejarte y ayúdame! ¡Afloja el cuerpo, carajo! ¡Y NO ME PATEES, COÑO! –¿Cómo mierda era posible que no lo estuviera movimiento ni un centímetro? ¿Qué clase de fuerza titánica podría tener su hijo dormido? –M-mierda... ¡¿QUÉ CLASE DE VITAMITAS PUSISTE EN SU LECHE?! ¡N-no te logro mover! ¡¿Qué?! –No sabía si sentirse orgullo o humillado. Su bebé...Y-ya no tenía la fuerza de solo un bebé.

–¡Satanick, joder, para! ¡No tan fuerte, hijo de puta! ¡DETENTE, MALDICIÓN! –A este paso iba a terminar degollado o asfixiado, una de dos.

Y la mala suerte no terminaba aún, porque por los pasillos caminaban Rieta e Igls, listas para comenzar la rutina mañanera.

–Uhn… Qué extraño, el señor Ivlis no está en su cuarto. –Habló calmadamente al ángel de cabellos rubios. Habían ido a levantar al amo, pero él no se encontraba en su cuarto y supuso que se había levantado temprano. Últimamente no lo hacía tan seguido, pero quién sabe.

–¿Dónde habrá ido mi hermano? –Ladeó la cabeza confundida. Se había topado con Rieta mientras intentaba salir de su cuarto, decidiendo así el ir juntas a darle los "Buenos días" a Ivlis, pero al no encontrarlo y escuchar al poco rato aquellos gritos que incitaban a pensar lo peor.

Rieta frunció el ceño. Sus oídos no mentían, y la hicieron adoptar un semblante sombrío junto a un ligero tic en una de sus cejas ¿Era lo que ella creía? –Maldito guarro. –Se tronó los nudillos caminando a paso pesado, dispuesta a partirle la cara de un bofetón al diablo de Pitch Black World, Igls no se contuvo en seguirla genio mientras casi por instinto una lanza de luz se formaba entre sus dedos, pero apenas la genio pateó la puerta la escena la dejó un poco consternada.

–¡SUELTA AL SEÑOR IVLIS! ¡TÚ, ENFERMO VIOLADOR DE MIERD…! Eh… ¿Qué hacen? –Vale, esperaba ver al diablo a medio violar, no este circo. Detuvo a Igls quien estaba por lanzar una de sus lanzas, aparentemente Ivlis no necesitaba tanta ayuda como pensaban.

–¡Me asfixia! ¡Rieta, ayuda! ¡SATANICK, MIERDA! ¡TE DIJE QUE PARES! ¡ME VA A REVENTAR LOS ÓRGANOS! –¿Cómo carajo era posible que con tanto griterío Licorice no despertara? Efecto del sueño o el alcohol quizá… Quién sabe. En estos momentos consideraba que tan malo debía ser si él despertaba… No le importaría verlo unos segundos a la cara solo si por eso lograba soltarse.

Esto fue tierno al principio, pero ahora se estaba volviendo fastidioso y riesgoso para sus pulmones si es que Satanick no dejaba de jalonearle de los tobillos para zafarlo.

–Uh… Cielos. –La genio rió por lo bajo. Quizás después de todo sí podía confiar un poco más en el azabache. No pensaba quitarle el ojo de encima, pero no lo creía tan riesgoso ahora. Se contenía solo para no tomar fotos de esto, aunque creía que Poemi era más capaz de hacer tal cosa.

–¿Qué está pasando? ¿Uh...? –Igls no entendía del todo que sucedía, pero si Rieta la había detenido y hasta estaba riendo, supuso que saltaron muy rápido en sus conclusiones. –¿Ivlis? ¿Qué sucede...? No entiendo. –Esas eran las desventajas al no poder abrir los ojos, aunque luego de escuchar algunas quejas y gritos al azar fue haciéndose una vaga idea. –Aquí nunca se aburren ¿No? -soltó entre risillas. Si esto formaba parte del día a día de la vida familiar, le encantaría acostumbrarse a ello.

–¿Por qué tanto alboroto...? –Poemi rezongó mientras se acercaba al circo que se iba formando en la habitación de su hermano menor, quedando entre consternada y divertida con lo que veía. –Traeré mi cámara. –Ay, ahora recordaba por qué a veces echaba de menos vivir con su padre. Nunca faltaban los fails mañaneros.

Licorice, incluso estando muy lejos de despertar, se quejó ligeramente al sentir que alguien intentaba "arrebatarle" lo que sea que estaba acurrucando contra sí. Era deliciosamente cómodo seguir en aquella posición y no parecía estar muy dispuesto a soltarlo; como se hizo obvio al ir aumentando la fuerza en su agarra a medida que Satanick insistía en seguir jalando. Era un estira y afloja donde ni padre ni hijo parecía dispuesto a aflojar. –Mnh... N-no... Mío...

–¡QUE REVENTARTE NI QUE MIERDA! ¡NI QUE USARAS UN PUTO CORSET! ¡NO SEAS MARICA Y AGUANTA UN POCO MÁS, CUCARACHA...! –Ni el mismo Satanick podía creerse que esto ya lo tenía sudando y a punto de plancharse en el suelo. –N-no lo entiendo... ¡¿P-por qué no puedo?! –Prácticamente ya lo estaba jalando de las rodillas y estaba usando toda su fuerza ¡¿En qué momento se hizo un debilucho?! Ah, verdad; fue su noche de sexo, pero no importaba.

–¡PUES QUE SEPAS QUE ESTO ES PEOR QUE UN CORSET! –¡No era marica! ¡Seguro que si el desgraciado estuviese en la misma situación estaría casi tan quejica y gritón como él. Esto era tan ridículo y lógicamente imposible… Licorice era fuerte y todo, pero esto era una locura ¿Ni de las rodillas podía? Suplicaba para que no llegara más arriba, de ser así le daría una patada, al carajo si lo estaba ayudando, seguía sin aceptar ningún toqueteo suyo. –¡SATANICK, NO SEAS MAMÓN! ¡SOLO BUSQUEMOS OTRA FORMA DONDE YO NO ME MUERA! –¿Por qué? ¿Por qué esto le pasaba a él? ¿Qué hizo de malo en su vida para esto?... Ah, cierto, las invasiones.

–¡NO! ¡DIJE QUE TE ZAFARÍA Y ASÍ SERÁ! ¡N-No perderé ante esto! -Al principio se le hizo hasta gracioso, pero ahora resultaba frustrante y hasta hería parte de su orgullo. Vamos, Licorice estaba dormido y hasta con posibles secuelas de una de fiesta. ¡¿De dónde mierda sacaba ese agarre casi magnético?! Él se consideraba muy fuerte y resistente, pero ahora con suerte lograba moverlo pocos milímetros y ya sentía sus propios músculos temblar adoloridos. –¡Y-ya casi...! ¡S-solo un poco más...! ¡RESISTE Y NO TE MUEVAS! ¡TE ME RESBALAS! –Se rehusaba a rendirse. Dijo que lo sacaría del abrazo de oso con esteroides de Licorice y no se iría de allí sin hacerlo ¡Esto ya era cuestión de honor y orgullo!

–¡Yo no me estoy moviendo, solo apúrate! ¡Debilucho! –No tenía derecho a quejarse puesto que ni él pudo salirse, pero tenía la excusa perfecta y eran sus brazos apresados en ese abrazo. Lloriqueó por lo bajo ¿Por qué diablos tenía que quedar atrapado solo por querer arropar a su hijo luego de una borrachera? Otros lo calificarían como buen padre por no recibirlo a gritos y con chanclazos.

–Ya casi... ¡WAHH! –Sin embargo, al final de todo lamentó haberse dado tanto impulso en el último jalón, que si bien terminó zafando a Ivlis, también provocó que este se estrellara contra sí y lo estampara en la pared, abollándola un poco hasta dejar una marca con la forma de ambos en esta. -...A-ay... T-te dije podía hacerlo... –Ser amigo de la Cucaracha iba a matarlo un día de estos.

Ivlis casi cantaba victoria cuando se sintió aflojarse, pero al segundo de pensar aquello salió volando por los aires, impulsado con tanta fuerza que terminó estampándose contra la pared… Aunque ¿Era idea suya o había aplastado a Satanick? Lo supo cuando al caer al suelo con él este le cayó al lado.

Emalf se había levantado desde hace un rato y no supo ni como o por qué, pero estaba en su antigua habitación del castillo. Se preguntaba qué pasó, pero lo aludió a que lo trajeron después de quedarse dormido en el bar. No quería pensar demasiado, le dolía la cabeza y los gritos que escuchó al caminar por los pasillos y acercarse a la habitación de su amigo no ayudaba mucho… Un momento ¿Qué? ¿Qué hacían Rieta, Poemi e Igls ahí?... Más importante ¡¿Qué hacía siquiera Igls ahí?! Joder, de anoche ya ni tenía recuerdos y temía haberse perdido de mucho.

–Pero qué… –Se asomó un poco para ver, y solo terminó siendo espectador de como su jefe se estrellaba en la pared contra Satanick. Sudó en frío y se alejó lentamente. Nope, nope… No pensaba ver más. –Quizás le pusieron droga a mi vaso anoche.

–S-sí… Pudiste hacerlo… Y-yaaay… Ay. –La mala suerte le tenía manía, típico.

–Y ahora... A-ayúdame a levantarme, n-no siento las piernas...

–U-un segundo… Quiero recuperarme. –A él casi lo hacían jalea y al otro lo dejaron como estampilla, denles unos minutos ¿No?

Rieta se limitó a mirarlos desde la puerta. –Uh… Cielos, ustedes sí que tienen una amistad muy extraña. –Comentó sin dejar de reírse. Se sentía algo feliz por Ivlis, aunque se preguntaba aun si esta relación sería saludable para los dos… Porque no tenía pinta de que la buena fortuna los rodeara al estar juntos.

Y aparentemente ahora ellos no eran los únicos despiertos, pues cierto trío de demonios se encontraba también muy enérgico.

–¡Vendetto, espera! ¡No nos dejes atrás! –Chilló Laurentia tratando de seguirle el paso al aludido. Gran manera de levantarse ¿No? Apenas pudieron hacerlo, el sexto sentido del demonio sin cuernos se había activado y lo vieron correr a toda velocidad a uno de los cuartos, empuñando su arma.

–Vendetto... ¿Qué te pasa? Ni siquiera hemos desayunado. –Se quejó Ver Million mientras intentaba seguir su ritmo luego de que el rubio interrumpiera su plácido sueño alegando algo sobre "instintos" y "deseos homicidas". Francamente no entendía nada, pero suponía que tenía que ver con la vena de hijo de papá de su novio.

–¡El desayuno puede esperar! ¡No hay tiempo que perder! ¡Mi instinto no miente, algo sucede ahora y el objetivo está cerca! –Chillaba en lo que tomaba su arma en mano e iba apresurado por los pasillos de aquel extraño castillo. Había despertado de golpe debido a su "sexto sentido" (Y quizás gracias a todos aquellos gritos) con un único objetivo en mente: Empalar a cierto desgraciado. Tenía unas inmensas ganas de hacerlo desde la noche anterior y ahora que tenía las fuerzas renovadas, era el momento perfecto. Había reconocido la voz de su padre desde que abandonó su cuarto y despertó a las chicas para iniciar su plan homicida.

La verdad es que ninguna de las dos entendía por qué, pero les alivió ver que se estrellaba con alguien, deteniéndolo en el proceso.

–¡Dense prisa, chicas! ¡Ya ca…! ¡Auch!

–Oh, al fin te alcanzamos. –Suspiró la demonio de cabello corto, aliviada cuando al menos el choque detuvo a su novio, alegrándose un poco al reconocer al demonio de lentes de sol. Bien, al fin se topaban con alguien que sí conocía. –Oh, Emalf. Buenos días. ¿Mucha resaca? –No esperaba que le respondiera pronto, el pobrecito seguía recobrándose del golpe directo a la cabeza.

–Oh, Emalf… ¡Hola! –Saludó Laurentia alegremente mientras lo ayudaba a levantarse. Qué cosas ¿No? No lo veía desde anoche, pero la última vez que hablaron en persona fue hace mucho tiempo.

–A-Ay mi cabecita. –Se quejaba el demonio de lentes.

–Ay, viejo... Fíjate por donde vas. –Se quejó Adauchi al levantarse. No lo decía tanto por el choque, sino porque traía su arma consigo y pudo haberlo empalado accidentalmente

Luego de haberse levantado y recobrado un poco la estabilidad, Emalf por fin pronunció algo coherente, observando sorprendido a su amigo. –¿A-Adauchi? ¿Qué haces tú aquí?... ¿Acaso sigo soñando o le pusieron marihuana a mi licor anoche?

–Ay... ¿Emalf? ¿De qué rayos hablas? ¿Acaso sigues borracho? –Arqueó una ceja al oírlo. Esto ya era el colmo. ¿Cuánto alcohol corrió en aquella despedida de soltero?

–¡No estoy ebrio! –Chilló indignado una vez de pie mientras sobaba su cabeza adolorida. No se acordaba literalmente de nada anoche, así que haberse topado con Adauchi era uno de esos recuerdos que se desechó por completo de su memoria. No era sorpresa darse cuenta de que por eso no tenía la más puta idea de qué hacía el trío en el castillo. –S-solo… No recuerdo nada de anoche y… Ay. –Se lamentó una vez más. La resaca era fuerte. No supo cómo es que descuidó lo que bebía, solo esperaba que Licorice no haya hablado de más anoche o habría fallado en su deber de mejor amigo.

–Al menos estás mejor ahora, es genial verte consciente. –Añadió Ver Million. –Buenos días… De nuevo, por cierto.

–¿Eh? ¡Ver, amiga mía, casi cuñada! Buenos días para ti también, igualmente para ti, Laurentia. N-no se preocupen por mí, s-solo bebí algo de licor y cerveza… –Saludó cortésmente, apenas se dio cuenta de la presencia de ambas, con una sonrisa tratando de ignorar el dolor de su cabeza. Con un café estaría mejor luego de un rato. –E-eh… Miraré por donde voy para la próxima. –Sudó frío al percatarse de que justo entre sus manos Adauchi llevaba su lanza y literalmente lo pudo haber matado en el choque ¿Qué clase de loco corre con eso en las manos? ¿Acaso quería matar a alguien o qué?

Laurentia suspiró cuando notó esa mirada nerviosa de Emalf hacia la lanza y explicó. –Lo siento… Vendetto dijo que quería masacrar a alguien pero… Uhn… ¿Quiénes son esas personas? –La curiosidad le invadió apenas pudo observar al ángel y la genio. A Poemi la reconocía, pero… Había crecido bastante.

–Ya veo. –Murmuró el de gafas. Debía imaginarse que de algo así se trataba, aunque no terminaba de entender a quién querían matar. Además no creía que Adauchi se lo explicara ahora que estaba igual de confundido observando a la multitud.

–¿Qué es lo que está...? ¿Poemi? ¿R-Rieta? –Oh, por Vicers. Hacía mucho que no las veía. Rieta casi no había cambiado y su hermana estaba un poco más alta que antes; pero la sorpresa no terminaba allí. –¿T-tía Igls...? –Recordaba que su padre la mencionó, pero verla en persona generaba un impacto aún mayor ¿Qué era esto? ¿Una reunión familiar? ¿Y por qué en el cuarto de Licorice?

–¿Uh? Esa voz... –Poemi volteó al oír ciertos chillidos que no tardó en reconocer, mandando al demonio su cámara y acelerando sus pasos hacia el rubio. ¿Podría ser...? ¡Sí, sí era! –¡Eres tú, Adauchi! –Exclamó con emoción a la vez que se lanzaba al cuello de este, aunque en el proceso hiciera a un lado a su novio/mascota. Prioridades, señores. –¡Poemi te extrañó! ¿Cómo es que estás aquí? ¡Poemi no estaba enterada! ¡Poemi exige saberlo!

–P-Poemi... C-cuidado, no respiro... ¡Ayuda! ¡Emalf! ¡Ver! –Adoraba a su hermanita, aunque la veía capaz de matarlo por accidente con su brutal amor.

–Te robaste a mi chica… Sufre. –Alcanzó a susurrar con voz de ultratumba dejando que ella siguiera asfixiando con cariño a Adauchi. NADIE le robaba la atención de su mujer y salía ileso… Aunque esta fuera quien indirectamente cobrara.

–¡Agh! P-Poemi... ¡Aire! ¡Aire! –Ya no sabía qué lo iba a matar primero: La vergüenza que le estaban haciendo pasar o el abrazo de su hermanita. Por Vicers, no le daban ningún tipo de respiro y apenas era de mañana. –Ah... Ah... M-mi cuello... –Por el bien de su supervivencia visitaría a su familia más seguido. –T-Te diré todo pero cuida no matarme antes ¿Quieres? –Balbuceó mientras la bajaba, dando suaves palmadas a su cabeza. Ay, seguía pareciéndole adorable a su manera aunque ahora su vestimenta no diera la impresión de que fuera una niña. –Y te prometo que desde ahora nos veremos... Más seguido. –No deseaba dar muchos detalles aún, ya habría tiempo para ello.

–¡Eso espero! Hace mucho que no vienes y... ¿Uh? Oh, ahí estás, Emalfsh. No te vi. –¿Qué? A Emalf lo veía todos los días, hasta vivía con él, aunque él no se lo tomó de ese modo, puesto que se ofendió ofendidamente ante tal comentario de su novia y se dignó a darse la vuelta aguantando sus llantos de macho pecho depilado. Al menos un "Hola, amorcito. No te hablé desde que te escapaste de la casa ¡Perdón por casi matarte con una sierra! ¿Cómo estás? ¿La pasaste bien en la despedida?" Pero ni eso. Qué dolor… Dolor de un casi casado. Pero bueno… Poemi con su hermano mayor a veces tenía suerte de saber si mostraba algún signo de vida, tenía derecho. –¡Te perdiste de mucho! Tía Iglsh está con nosotros ahora ¿No es genial? –Qué bueno que tenía mucho grabado en su cámara. Ponerse al día llevaría rato.

–Espera… ¿Igls se quedará? ¡¿Y eso cómo pasó?! –No culpen a Emalf por no saberlo ¡Él estuvo ebrio! ¡Paren las prensas! ¿Y qué pasaba con Siralos? ¿Se había perdido de algo por ir a la despedida de soltero o en el vals por consolar a Licorice? Le tendría que pedir explicaciones a su jefe. Era indignante que siendo de la familia se enterara después del mismísimo Satanick.

–¡Cielos! ¡La familia de Vendetto es muy animada! –Exclamó Laurentia emocionada. Todos le parecían una monada, desde el señor hasta la subordinada y el ángel de cabello rubio ¡Deberían haber venido antes!

–¿Uh? Oh... La hermanita de Vendetto. –Increíble. Llevaban siglos sin mantener contacto alguno con ningún familiar de Adauchi, y ahora de la noche a la mañana se topaban con toda su familia. –Creo que estamos de suerte... ¿No crees, Laurentia?

–¡Ni que lo digas! ¿Qué te parece, Ver? Ya obtuviste la bendición de tu suegro y ahora seguro que los demás te la dan. Te veré muy pronto usando un traje mientras cargas a Vendetto vestido de novia. –Sonaba raro, pero así se imaginaba ella la boda de esos dos.

–¿Uh? Supongo que tienes razón. –Asintió con una leve sonrisa. La idea de compartir el altar junto a su tímido novio era algo que sin duda anhelaba... Especialmente si ella era la del traje.

–¡Momento! ¡Momento! ¡¿Cómo es eso de que yo usaré vestido?! –¡Su masculinidad merecía más que eso, por dios! Su… Frágil masculinidad.

Ver Million volteó automáticamente a su novio con cara de pocos amigos –¿Tengo cara de que yo lo usaré? –Dependiendo de su respuesta podría o no, golpearlo.

–Por eso digo que me queda el vestido. –Lloriqueó por lo bajo. Vamos, al menos que le dejaran usar un pinche traje también.

–¡Eh! ¡Eso sería genial! ¡Puedes lanzar el ramo también, viejo! –Añadió Emalf. La venganza era dulce… Él al menos sabía que estaba libre de usar vestido. Su novia era la que quería lucir uno muy esponjoso y llevarse la atención. –Te verás tan guapo con escote, tiara y tacones… Ay, imagínate. –Continuó jodiéndole, ignorando que Laurentia se lo estaba tomando en serio y planificando todo en su cabeza mientras corazoncitos por poco se formaban a su alrededor.

–Uhn… Un vestido para Vendetto. –Ella quería ser la dama de honor, sin discusiones.

–¡¿Eh?! ¡No jodas, Emalf! ¡No, no es genial! ¡¿Por qué estás de su lado?! –Esperaba que al menos su viejo amigo defendiera su masculinidad, pero al parecer se había unido a su lunática compañera en pos de humillar su honor de macho. –¡N-no! ¡Ni escote ni ramo ni nada! ¡No! –Se juraba que si terminaba usando un vestido en su boda, haría a Emalf y Laurentia tragarse el ramo a ostias ¡Esto merecía una justa venganza!

–Descuida. Nos aseguraremos de que el vestido no llevar corsé. –Ver fingió "animar" a pobre hijo del diablo de las flamas, sintiéndose más que satisfecha al oír sus quejas. Era demasiado divertido.

–¡Ver, ese no es el problema! –Esto ya era el colmo ¿Qué allí nadie conocía la piedad? ¿No fue suficiente con la travesía de borrachos que tuvo que pasar? ¡Joder!

–¡Cielos, cielos! Una ya no puede levantarse luego de una noche salvaje sin que armen escándalo. –Vino risueña, aun en bata y con un café que se había buscado en la cocina hace rato. La muy hermosa súcubo. Al contrario de su esposo, no estaba temblorosa o algo parecido. De hecho se notaba más enérgica de lo usual, y eso que no solía levantarse a esta hora.

Adauchi con suerte estaba procesando todo. –N-no entiendo nada ¿Qué está pasando allí? ¿Y-y usted quien...? ¡¿Q-Qué demonios?! –No tenía idea de quien era la pelirrosa ni porque decía saber quién era, pero nada de eso importaba. La forma tan informal de vestir le incomodaba en demasía. No tenía interés en pecar visualmente ¿Que todos en esa casa estaban locos o qué?

–Oh… Lil, qué tal. –Emalf le saludó como si nada. Ya era bastante normal verla en paños menores ¿Para qué sorprenderse?

–¡Hola Emalf! –Le devolvió el saludo y regresó la atención al rubio, soltando una risa divertida y juguetona. Ay, tímidos, son encantadores. Le tentaba seducirlo pero se notaba a leguas su pasividad y lealtad. –Oh, mon ami ¿Quiénes son estos encantadores jóvenes? –Observó, pegando la mirada en Laurentia y Adauchi. –Oye, a ella la conozco de algún lado… Y tú, por tu apariencia creo saber quién eres… ¿Eh? ¿Alguien de aquí sabe por qué todos están ahí reunidos? ¿De qué me perdí?

–Uh… Lil, ellos son Adauchi, hijo de Ivlis, Ver Million, la novia de Adauchi, y ella es Laurentia, amiga nuestra. –Explicó vagamente el de gafas.

–¡Oh, lo sabía! ¡Eres Adauchi! –Exclamó señalándolo. –Qué gusto el conocerte, soy Lil. –Sin el guiño coqueto no era su saludo habitual. Debía admitir… Ponerlo nervioso era divertido.

–¡W-wahh! ¡Cúbrase un poco, señora! ¡No la conozco y estoy casi casado!

–¿Uh? ¿Qué? ¿Acaso te apena mi… vestir? –Susurró con una sonrisa maliciosa al colocar sus brazos cruzados bajo su pecho y acercarse. Ay, esto valía oro. –¿Y por qué me estás mirando, eh? Pervertido.

–¡N-no veo nada! ¡Ver, no le creas! –¿Y qué si estaba chapado a la antigua y era la viva imagen de la mojigatez masculina? ¡Así nació, así su casi esposa lo amaba y así moriría! Fiel hasta el final, por los siglos de los siglos.

–¿Uh? Vendetto, cálmate. Ni siquiera te estoy acusando de algo aún. –No tenía por qué mostrarse celosa o algo por el estilo, confiaba en el rubio y en su evidente mojigatez como para creerlo capaz de infidelidad visual.

–Ay, Lil, deja al pobre… Es una pasiva. –Emalf rodó los ojos deteniendo enseguida a la risueña súcubo. No se valía aprovecharse así de la timidez y mojigatez del pobre… Ya estuvo que había sacado eso de Ivlis. –Uh… Ella es la esposa de Satanick, es súcubo así que… No te recomiendo acostarte con ella… Qué digo, es obvio que no lo harás.

–¿Emalf, qué? ¡¿Por quién me tomas?! –¿Su mejor amigo también? ¿Qué nadie allí le guardaba aunque sea un granito de piedad?

–Fufufufu, descuida, Don Juan. Tu novia parece bastante segura de que no te irás a divertir con otras. –Cielos, esa mojigatez y pasividad del rubio era digna de hacerlo quedar como el indudable hijo del diablo de flamas. –Debo decirlo… Ella es guapa. –Si no podría provocar a Ver… Mejor provocaba a Adauchi y se reía de sus reacciones. Ah… Virginios, son todos unos adorables bollitos de canela.

–¡¿Eh?! -¿Le estaban engañando sus oídos o acaso aquella mujer estaba mirando a su casi esposa? ¡Ah, no! ¡Eso sí que no! –¡Eh, que Ver es MI casi esposa! ¡Mía! ¡Me costó mucho que me hiciera caso! ¡Usted ya está casada! ¡Mantenga su mirada lujuriosa y pensamientos impuros a ella! –Exclamó mientras se abrazaba protectoramente a su novia. Al carajo si quedaba como un paranoico, a su amada no se la miraba con ojos de lujuria; ni si quiera él. –Tranquila, Ver ¡No dejaré que te violen! ¡Yo te protegeré de hombres y mujeres!

–¿Uh? ¿Y ahora de que estás hablando, Vendetto? –Bien, no había prestado gran atención a lo que la súcubo insinuaba; le era muy obvio que solo buscaba molestar al rubio... Y vaya que lo logró. Oficialmente el demonio sin cuernos cayó en su juego y perdió la cabeza.

–¡No te preocupes! ¡Y-yo te cuido! -Al demonio si incluso la supuesta esposa del diablo de Pitch Black también le parecía escalofriante, por su amor haría lo que fuera.

–Son adorables. –Se dijo a sí misma la súcubo entre risas antes de abandonarlos. Tenía que ver cómo se encontraba su esposo.

–A-ay… La resaca. N-No hablen tan fuerte, chicos. –Se quejó Emalf. Adauchi gritaba muy fuerte y eso no le ayudaba mucho a su dolor de cabeza. –Anoche bebí demasiado, duele…

–Insisto en que fue tu culpa, y que me sorprende que tantos tipos guardaran esa tristeza adentro. –Comentó Adauchi, todavía un poco perturbado al recordar.

–H-haha… T-todos nos entristecemos en algún momento ¿No…? –Tragó en seco queriendo disimular sus nervios con una risa. Ya estuvo que se jodieron.

–Sí, nos dimos cuenta anoche. No dejaban de decir cosas raras hasta que se quedaron dormidos –Añadió Ver Million. –Viejo, fue la despedida de soltero más triste que haya visto. Tanto alcohol los puso melancólicos, casi parecía un funeral. –Ay, la pobre no tenía ni idea.

–Al menos ustedes recuerdan todo, son afortunados.

–Tsk... ¿Afortunado? Yo quisiera no recordar la mayor parte. –Se quejó Adauchi resignadamente.

Vamos, que se alegraba mucho de ver a su padre de nuevo y que al fin estuvieran bien, pero eso no borraba lo pesado que resultó cargar con el par de ebrios hasta el castillo de Pitch Black World. Solo, en un lugar lleno de seres aterradores y con dos pesos muertos sobre sus hombros.

–Tuve que cargar contigo y el enano hasta aquí... ¡Joder! ¡Si no pueden resistir tanto alcohol cuiden no excederse! –Esta vez tuvieron suerte de que él los ayudara; en la próxima no podría saberlo.

–¡Oye! ¡Yo no quería excederme! ¡Fui embaucado! –No era justo. Él queriendo salvar a su amigo de regar su secreto por todos lados con tantos comentarios deprimentes y terminaba ebrio en el lugar de todos. Demonios, no recordaba que ser el mejor amigo del joven diablo le traía tantos problemas. Quizás era la adultez… Quién sabe. –A-ay… Extraño cuando mi único riesgo era romper algo y que el señor Ivlis me golpeara. –La resaca le dolía mil veces más que los jalones de cabello de su jefe o los jarrones rotos en su cabeza.

–En fin, los detalles en el desayuno. Ahora tengo algo que hacer. –Se recordó con un brillo asesino en sus ojos mientras sus manos se aferraban a su lanza. Sangre ¡Quería sangre de cierto hijo de puta y la quería ahora!

–¿E-Eh? ¿Ok…? –Lo dejó marchar, dejándolo curioso ¿Qué estaba pasando aquí? Pronto lo sabría.

Mientras tanto, cerca de ahí la familia Flamas estaba saliendo del cuarto del más joven, entre ellos Igls quien ayudaba a su hermano a caminar sin caerse. –¿Estás seguro de que estás bien, Ivlis? –Preguntó cuándo al fin parecía listos para dejar la habitación de su sobrino menor, pero las emociones no parecían tener freno en aquella mañana aún.

–S-sí, estoy perfecto… M-mi espalda… –Ese golpe que se dieron contra la pared casi le descolocaba la espalda y la columna. Al menos estaba vivo y Licorice no se había despertado todavía.

–A la próxima mejor te recubres de jabón o mantequilla para que suelte más fácil. –Sugirió por lo bajo el diablo de Pitch Black mientras frotaba su espalda adoloridamente.

–Fue tú idea esa bestialidad… Tonto. –Llevó la contraria sin darle mucha atención, esta estaba más centrada en su hijo mayor que se aproximaba notoriamente molesto. Ay, este día era bipolar entre la felicidad y los problemas. –¿Adauchi ya se despertó?

–¿Adauchi? ¡Qué agradable sorpresa! –Exclamó Rieta. Era extraño verlo aquí, en especial después de que la última vez que lo vio fue cuando era joven ¿Cuándo había llegado? De qué se perdió ahora?

–¿Adauchi...? ¿Es mi otro sobrino? -Curioseó con una emocionada sonrisa en sus labios en los que todas las presentaciones inesperadas se iban desarrollando.

–¡Ah, sí, sí! ¡Igls, él es mi hijo mayor! ¡Sacó el color de tu cabello!... Bueno, parecido. –Ya se había olvidado de que ni los había presentado.

–¿En serio? –Sonrió emocionada y tratando de visualizar dentro de su cabeza la imagen de su sobrino según le habían descrito. Ella quizás no podría verlo, pero en la imagen mental que intentaba hacerse de este, estaba segura que lucía tan encantador como Ivlis y sus sobrinos más jóvenes.

–¡Viejo, apártate, vine a…! –Pero poco pudo reclamar sangre el demonio, puesto que el hablar del ángel lo detuvo.

–¡Me da mucho gusto conocernos al fin! Ivlis me ha hablado mucho sobre ti. –No entendía como aquel milagroso encuentro fue posible luego de que su hermano le había explicado que no estaba en buenos términos con el rubio, pero no se quebraría la cabeza pensando en ello. Prefería solo disfrutarlo.

–¿Ah? ¿Tía Igls?

–¡No te quedes ahí! ¡Ven aquí!~ –Rió en cuanto pudo tenerlo en frente para abrazarlo mimosamente ¿Qué? Ella era muy cariñosa.

–U-Ugh... ¡M-me ahogo...! ¡N-no respiro! –Ok, ahora ya tenía muy en claro de quien había heredado esa manía de asfixiar al abrazar aunque... No podría decir que le desagradara del todo. Se había sentido bien, tan cálido y dulce como su padre le había descrito al ángel de luz tantos años atrás. –Uh... T-también me alegro. –Respiró en paz solo cuando el ángel lo dejó ir y le dio oportunidad de saludar a su ex niñera.

–¡No puedo creer que por fin los tenga juntos a todos! ¡Creo que puedo morir tranquilo! –Dijo Ivlis, demostrando su lado apasionado a la familia indudable.

–Ya lo creo, ha pasado bastante desde que nos vimos. –Dijo Rieta con una sonrisa.

–¡Oh, Rieta! Sí que ha pasado mucho... Aunque tú no has cambiando en nada. –Halagó con una leve sonrisa entre la risueña alegación del diablo de Flame World.

–¡Tu tía no cambia! Sigo siendo la misma, aunque… Más experimentada y vieja. –Bromeó guiñando un ojo con una pícara sonrisa. Le tentaba abrazar al joven, pero sabía que lo aplastaría con sus manos y era mejor darle al pobre un descanso después de ser avergonzado por la súcubo y ser casi asfixiado por el ángel y su hermanita. –Se ve feliz, señor Ivlis. –No lo culpaba. Nunca estaba de más una mini venganza al diablo de Pitch Black. Ya habían visto a Igls hacerlo, solo faltaba el segundo rubio de la familia.

–Ay… Es que es muy bonito todo esto, quiero sacar una foto familiar.

–Tú sí que no cambiarás nunca, viejo.

Bien, oficialmente todo estaba al fin en su lugar ¿No? Bueno, casi todo... Él tenía cierto pendiente que atender, pendiente que estaba por ahí entablando conversación con su esposa.

Él estaba aún más agotado que antes y solo deseaba darle una probada a la seductora taza de café de su esposa; totalmente distraído del nuevo peligro que le amenazaba. –Lil~ ¿Me das un poco? Prometo compensártelo luego, fufufu~ -Canturreó hasta que sintió algo raro. –¿Eh? –Esa arma... ¿Siempre estuvo a tan cortos centímetros cerca de su cabeza o alguien acababa se lanzársela? Sudó en frío.

–¿E-eh? ¿Adauchi? ¡¿Q-Qué haces…?! –Ivlis no tenía ni idea de cuándo o como lo permitió, pero al quitarle la vista de encima por dos segundos el rubio estaba a pocos milímetros de atravesarle el cráneo a Satanick… Un momento… A Satanick… Ah, no debía preocuparse tanto.

–Creo que primero debes volver a disculparte con alguien, mon amour. –Rió la súcubo alejándose un poco de la escena. Adoraba a su esposo y agradecía toda la energía de anoche, pero no era quien para meterse en estas disputas. Si la familia de Ivlis quería cobrar… Pues que cobrara. Al fin y al cabo sabía que podría subirle el ánimo de nuevo. Esto quizás no duraría demasiado. Ivlis se veía bastante feliz al ver como el demonio sin cuernos se le lanzaba a su esposo, así que no lo arruinaría.

–N-no otra vez... ¿Ahora que...? –Al parecer la familia de Ivlis no pensaba dejarlo tranquilo muy fácilmente.

–No me digas "¿Ahora qué?" como si no supieras qué hiciste, mal nacido. –Siseó sin apartar la punta filosa de su objetivo. Entrecerró los ojos siseando con todo el odio posible. Ah no, le valía un carajo si el tipo era un diablo o si se había levantado hace rato. Lo iba a hacer pedazos en honor a su familia. –¡Mi padre es un cabeza hueca pero no al punto de recibir tanto, desgraciado!

–¡¿E-ehh?! ¡Lil, espérame! –Intentó escapar, aunque el arma del rubio se lo impidió al instante. Sudó frío, mal día para haber amanecido más debilucho de lo usual ¿No? –T-Tú... M-mira, sé que las cosas pintan mal y q-que se me fue la mano muchas veces p-pero... ¡Hey, ahora las cosas han c-cambiado! ¡S-somos amigos! ¡N-no hace falta llegar a la violencia...! Y-y apenas me he levantado...y-yo… –A medida que retrocedía, sentía que todas y cada una de sus palabras solo terminaba por cavar su tumba.

–¡Me importa un carajo tu puesto o qué relación tengas con él ahora! ¡Me las vas a pagar!

–¡C-cucaracha, di algo! ¡T-te defendí del travesti, te acabo de zafar...! ¡T-te llevaré de compras! ¡Mierda, n-no dejes que me maten! –Apenas alcanzó a esquivarlo antes de mandar a la mierda sus intentos por salvar su pellejo dialogando, y dio inicio a su huida. Estaba literalmente muerto del cansancio, por lo que mantener el ritmo usual era imposible, solo era cuestión de tiempo para que su cabeza rodara

–¡REGRESA! ¡TE HARÉ BROCHETA! ¡TE DESTRUIRÉ! ¡MALDITO GUARRO! ¡VAS A MORIR!

Laurentia seguía exaltada mirando aquella persecución. –¡¿Vendetto?! ¡¿Qué estás haciendo?! –¿Por esto su amigo había estado tan nervioso hoy? ¿Quería destripar a alguien? Pretendía detenerlos pero Ver Million le susurró algo. –¿El es Satanick…? ¡HAZLO PEDAZOS VENDETTO!

–Adauchi me está defendiendo, Rieta… Moriré. –Oficialmente, este día solo mejoraba cada vez más.

–Oh… Licorice sería feliz si viese esto. –No todos los días veías a un Adauchi vengando la dignidad de su padre. Le urgía grabarlo o que el diablo despertara para ver esto. Era épico.

–Me alegro de traer mi cámara para esto –Murmuró Poemi. Perfecto, ya tenía con este video el regalo de bodas para su hermanito. La masacre de aquella basura a manos de su hermano mayor no pudo haber sido más oportuno. –¡Dale con todo, Adauchi! ¡No le tengas piedad a esa bashura! –Le daba igual las amistades gay u odio o lo que sea que haya pasado entre ambos diablos, ella era feliz con solo ver algo de sangre.

–¡L-lo siento, lo siento, lo siento! ¡LA RISITOS DE ORO YA ME EMPALÓ MUCHO AYER! ¡¿QUÉ NO CUENTA?! ...¡AHHH! ¡L-cara no! ¡ALLÍ TAMPOCO! ¡AHHH! ¡N-no lo volveré hacer nunca! ¡Lo juro, lo juro, lo juro! ¡L-LO JURO POR MIS CONEJOS! ¡W-wahhhh! –Chillaba y esquivaba con algunos muebles lo mejor que podía, descolocándose ligeramente por la 'ayuda' que Ivlis intentó dar, aunque de lejos era obvio que Adauchi no se detendría hasta volverlo picadillo. Vamos, era muy joven y bello para morir... ¡Y justo hoy! ¡No! Apenas había recuperado su interés por seguir el sendero de la vida como 'buen samaritano' hace pocas horas. No podía terminar así.

–Haha… ¡No lo mates todavía, hijo! ¡Lo necesito para ir de compras! –Se alzó de hombros al ver como su amigo lo miraba aun en plena persecución y formuló un "¿Qué?" sin sonido. Había ayudado un poco ¿No? Que se las arreglara solo, no es como si el de orbes rojizos fuese a obedecerlo de todos modos. –En fin… Rieta, luego voy a desayunar ¿Sí? –Hizo un gesto de despedirse antes de caminar a su cuarto. Bien, lista para hoy… Cambiarse, salir de compras con su hermana y Satanick, prepararse en casa y… La boda. –Agh… Necesito un descanso emocional.

–Uhn... ¿Vamos a preparar el desayuno? –Indagó Igls a la genio luego de despedir a su hermano momentáneamente. Quería que todo estuviera listo para cuando su sobrino terminase con Satanick y pudieran seguir la reunión familia mientras desayunaban.

–¿Eh? ¡Claro! Empezaremos por enseñarte como hacer un café o un capuchino ¿Quieres? Te gustará y podrás hacerle espuma tan esponjosa como tu cabello. –Asintió sin dudarlo y se dirigieron juntas a la cocina, donde quizás ya se encontraba Medouco con la mitad de las cosas hechas. Mejor apurarse, hoy sería un día largo y tenían hasta la tarde para tener todo listo. No había que desperdiciar ni un solo momento. –¡Pásalo en la boda, Poemi! –Gritó al estar lejos, recibiendo la seña del "Sí" con el pulgar arriba de la pequeña demonio. Cielos, ella consiguió el mejor regalo unas horas antes de la boda, qué suertuda.

–¿Uh? ¿De verdad? ¡Quiero tratar! -Habló con la tierna emoción de una niña mientras seguía a la genio hasta la cocina. Este día ya no podía ser mejor. No solo era su primer día con su familia y la boda de su sobrino, sino que sería la primera vez que en mucho tiempo volvería a poner un dedo en una cocina para preparar algo. –¡Sí! ¡Quiero preparar un cappuccino para Ivlis!

–¡Ven-de-tto! ¡Ven-de-tto! ¡Eso, eso! –Animaba Laurentia entre los tenues aplausos de su amiga ¿Qué es una mañana sin un poco de sangre?

–Vamos, Vendetto. Casi lo atrapas. –Aplaudía suavemente en lo que se deleitaba con la persecución que se estaba llevando a cabo. Ah, la mejor mañana posible ¿No? ¿Qué era un desayuno para unos mercenarios sin un poco de sangre? –¡Dale en la cabeza, así no podrá huir! –Ay, había olvidado cuan machote podía aparentar ser Adauchi cuando se ponía en ese plan.

–¡QUÉDATE QUIETO, MIERDA! ¡NO CREAS QUE ME CANSARÉ TAN FÁCILMENTE! –¿Acaso ese tonto había dormido anoche? Se lo notaba tan cansado que dudaba que fuera así. Por lo que no fue difícil que curiosamente justo en el momento en que Licorice se había asomado por su cuarto él logró atinar a la cabeza de Satanick y derribarlo en el piso. –¡Ya te tengo, basura! ¡Lamentarás todo lo que le hiciste pasar a mi padre! –Al carajo con sus excusas, eso no detendría que lo empalaría en la espalda una y otra vez.

–¡WAHH! ¡T-tiempo! ¡TIEMPO! –Había intentado por largo rato el librarse de la caza a su cuello, pero finalmente el cansancio le cobraba factura, permitiéndole al demonio de Flame World alcanzarlo con su lanza. –¡A-argh...! –Bien. Fin de la huida, esto dolería por un rato.

–¡No lo escuches, Vendetto! ¡Quiere engañarte! ¡Es una araña con una enorme telaraña! ¡Aplástalo! ¡Aplástalo! –Chillaba Laurentia como porrista dando saltos en el lugar y levantamientos eufóricos de brazos. Nada mejor que sangre de diablo en la mañana ¿Era idea suya o era de un particular color púrpura? –¡Es una uva, Vendetto! ¡Hazlo vino! ¡Sí! –Se pasando con las metáforas pero… Meh, así era ella emocionada.

–¡¿Tiempo?! ¡TIEMPO TENDRÁS DE SUPLICAR TU PERDÓN DE RODILLAS A MI PADRE CUANDO TE CORTE LOS PIES, DEGENERADO! –Con ese color tan raro en su sangre era difícil que se sintiera satisfecho. Vamos, que él quería sangre roja… El purpura era tan de maricas que le costaba tomarse en serio todo aunque saliera a borbotones. Bueno, aunque no por ello dejaría de apuñalarlo hasta dejarlo como un queso. –¡MUERE, MUERE, MUERE, MUERE!

–¡Wahhhh! ¡Espera, espera, espera! ¡D-duele! -Vamos, ya lo había alcanzado y evidentemente ya no podría escapar... ¡Toda esa brutalidad estaba de más! ¿Qué no veían que se estaba desangrando? ¡Tardaría meses para que Medouco borrara esas manchas de la alfombra! ...Y a él le llevarían varias semanas de pesadillas para superar la 'reunión familiar' de Ivlis. Por Vicers, de verdad iba a considerar un seguro de vida.

Al mismo tiempo, en medio de todo el alboroto que terminó por desarrollarse en pasillo más cercano a su cuarto, el joven diablo por fin comenzó a mostrar señales de despertar. No había dejado de removerse incómodo desde que se percató del vacío entre sus brazos.

–Mnh... M-mi cabeza... –Balbuceó apenas fue estirándose entre las sábanas, cubriendo su cara con su almohada por unos segundos para ahogar un gruñido molesto. Tenía una jaqueca horrible, los gritos del pasillo no ayudaban y el comenzar a tomar consciencia del día lo hacían sentir peor. –Ugh... Es hoy... –Rodó los ojos mientras se acurrucaba unos segundos más, deseando inútilmente volver al paraíso de Morfeo.

Había tenido un sueño tan maravilloso. Él y su madre descansando en un campo de flores, abrazándose tiernamente y disfrutando del calor mutuo ¡Ay, Vicers! Lo había sentido tan real. Incluso se juraba aún notar la calidez entre sus brazos.

–Tsk... –Sacudió sus pensamientos en lo que se debatía sobre si levantarse o no. Al final de cuentas optó por levantarse y olvidar sus fantasías. Ya no era un niño para seguir escapando en sueño y, ciertamente, deseaba ir a ver que rayos estaba haciendo tanto alboroto. –¿Pero qué mierda...? ¡DEJEN DE HACER TANTO...! ¿Eh? –Bien, esperaba muchas cosas, pero lo que estaba presenciando no pudo siquiera considerarlo ¿Adauchi estaba ahí? ¿Y estaba…? ¡¿Haciendo brocheta a la escoria de Satanick?! Ni siquiera pudo decir palabra y solo se quedó ahí observando, siendo que esos dos todavía no se percataban de su presencia, hasta que las otras dos chicas presentes y su amigo lo hicieron.

–¡Oh, el hermano de Vendetto está despierto! ¡Hola! –Saludó Laurentia efusivamente, a lo cual Licorice se limitó a levantar la mano y saludar vagamente, todavía con una expresión confundida.

–Oh...Cierto. Buenos días. –Saludó, la demonio a su cuñado, aunque este lucía tan zombie que ni sorprendía que las hubiera ignorado rápidamente mientras dirigía una mirada hacia la masacre. Imposible saber si de fastidio o sorpresa. Tal vez ambas.

–Viejo, buenos días. –Emalf saludó desde su sitio, sin apartar la mirada de Adauchi el destripador y el pobre de Satanick. Esto era… Extrañamente incómodo pero satisfactorio. Y por la reacción de Licorice supo que él también se había quedado shokeado ante tal barbarie. No por el ataque, sino porque su amigo… Sí, su amigo, aquel que decía tanto detestar a su padre, ahora estaba haciendo pulpa a su antiguo torturador como si quisiese vengarse en su nombre ¿Qué mierda estaba pasando? Se había sentido drogado cuando lo vio a él y las chicas, pero esto sobrepasaba los límites de lo posible. –…De verdad ¿Seguro que no fumé marihuana anoche…? –Con tanto barullo le dolía la cabeza, pero ese espectáculo sangriento había logrado despabilarlo a medias lo suficiente como para ignorar la migraña.

–¿Ah…? –No fue sino hasta cansarse de apuñalar al diablo que Adauchi levantó la vista y se encontró con el larguirucho de su hermano despierto.

–¡¿Tú que haces aquí y...?! Espera ¿Estás apaleando a la basura...? –No entendía un carajo. En primer lugar ¿Qué mierda hacía Adauchi allí? ¿De dónde salió? Intentaba hacer memoria, pero todo lo relacionado a su "despedida de soltero" estaba demasiado borroso. En segundo lugar... Bueno, no se explicaba por qué estaba atacando a su padre, pero tampoco se quejaba. Meh, un detalle sin importancia, después de todo aún no lo toleraba; aunque ello no disminuía su desconcierto. –Es oficial, sigo dormido o le pusieron algo a mi bebida. –Sentenció mientras frotaba sus ojos con cansancio y estrés. Tan temprano y ya sentía que no debió levantarse.

–¿E-ehh...? O-oh, d-despertaste... ¡EKKK! –El diablo morado apenas alcanzó a murmurar mientras el rubio le clavaba la lanza nuevamente para callarlo. La verdad, aún mientras lo estaban volviendo un colador no pudo evitar preguntarse cómo era posible que Licorice apenas despertara ¡Él quería esas mismas pastillas para dormir! ...O lo que sea que le diera el sueño así de pesado. –P-piedad...

–Ughn... –Gruñó adolorido. ¿Era mucho pedir que lo hicieran más silenciosamente? La cabeza le estaba matando y tantos gritos solo lo empeoraban. –Ok. No tengo idea de que pasó o qué estás haciendo pero... Ah, no lo negaré. Ver esto casi lo hace un buen despertar, y eso que me estoy sintiendo como la mierda. –Comentó con un brillo malicioso dirigido a su progenitor. Todavía tenía fresco el recuerdo de aquel extraño abrazo entre este y su madre, por no mencionar los sucesos del ensayo del vals. Se había sentido miserable en toda la noche, así que le alegraba un poco que aquel idiota también la pasase mal.

Adauchi por su parte abrió la boca dispuesto a exigirle unas malditas "Gracias" por la energía gastada y el riesgo que corrió al traerlo a él y al otro ebrio… Y por no mencionar que apenas lo encontró en el bar se le lanzó encima a las putizas porque sí. Sin embargo, no alcanzó a decir ni "A" para cuando Licorice volteó a él con una mirada oscurecida y espeluznante que lograría ponerle la piel de gallina a un muerto.

–Y ahora... Lárgate.

El rubio tragó grueso quitándose de su camino. Aquella voz de ultratumba y esa mirada le helaron los huesos y supo que era mejor no hacer reclamos hasta nuevo aviso o mínimo que se le pasara la jaqueca. –Bueno… Mejor te vas largando, basura. –Se alzó de hombros y lo dejó ir. Estaba mínimamente satisfecho y ahora solo deseaba ir con los demás a la cocina para desayunar. Necesitaba que le contaran muchas cosas.

–A-ay... Crudo despertar... ¿Eh? –¿Era imaginación suya o su hijo parecía más molesto de lo normal? –Y-ya me callo. –Mejor se mantenía al margen del asunto, ya tuvo suficiente maltrato por un día. Sí, lo mejor sería aprovecharse del momento y arrastrarse a su propio cuarto, al menos allí se desangraría tranquilamente hasta que Medouco fuera por él. –C-con permiso... –En dramas de la familia Flama ni loco se entrometía.

–¡Eh, espera, mon amour! ¡Te ayudo con eso! ¡Jujujuju! –Lil fue tras él dejando a los demás atrás. Oh no, en su guardia no dejaría que su esposo se arrastrara solito a su cuarto.

–L-Lil... –Lloriqueó, sin oponer gran resistencia a que ella lo cargase. Si quería estar listo para el día de compras, iba a necesitar toda la ayuda posible para reponerse en el tiempo que le quedaba antes de salir. –R-Recuérdame evitar toparme con esos locos de nuevo... –La idea de que el de mechas rojas decidiera largarse a Flame World de nuevo ya no le molestaba tanto. Con suerte, se llevaría a su loca y empaladora familia con él.

–Tranquilo, mon amour, dudo que alguien más trate de hacerlo. En todo caso trataré de ponerte un chaleco anti cuchillos.

–V-van a matarme, Lil. Son peores que Licorice... No voy a durar... –Sollozó dramáticamente en el hombro de su esposa hasta que sus palabras llamaron su atención.

–Oh, vamos, no seas negativo. Te vendaré, te daré un café, tal vez aprovechemos estos minutos y podré mostrarte mi segundo regalo. –Le dejó apoyarse sobre sus hombros y caminó felizmente hasta la habitación. Últimamente todos parecían querer matar a su pobre diablillo y eso lo desanimaba tanto que le dejaban incontables oportunidades de subirle el ánimo con lo que sea. No era un problema, de hecho… Le gustaba mucho poder hacerlo. Era agradable ver como su tristeza cambiaba tan drásticamente y ella era quien lo causaba.

–¿Uh? ¿Un regalo...? –Mantuvo un curioso interés en lo que se dejaba ayudar para llegar hasta su habitación. No guardaba ni la más remota sospecha hacia lo que traía la súcubo entre manos para animarlo, pero eso sí. Nada igualó a su fangirleo en cuanto pudo verlo con sus propios ojos. Ay, en mañanas como aquellas recordaba por qué terminó flechado por la sensual pelirrosa en primer lugar.

–¡Te daré una pista! ¡Es rosa, esponjoso, empieza con "T" y sigue con "raje de…"! No puedo decir más, lo arruinaría. –Este día en su guardia nadie más hacía sentir miserable a su marido.

–Bien. Ya no hay sangre, Poemi ya se aburrió. –La demonio se encogió de hombros mientras dejaba su cámara de lado y seguía a las chicas y al rubio rumbo al desayuno. Aún tenían mucho por contarle y... La verdad, no le apetecía tratar con un Licorice con evidente mal humor mañanero, él de por sí se veía bastante mal humorado caminando por el pasillo.

–Vicers me libre de estos parientes locos de mierda. –Sentenció al dar una última mirada a su hermano antes de perderse en los pasillos. Quería encontrar a Emalf para preguntarle que mierda había sucedido anoche, y tal vez pedirle alguna aspirina. –Uhn... N-nunca beberé jugo de nuevo...

No tuvo que pedirlo o pensarlo de nuevo, puesto que Emalf se adelantó a alcanzarlo. –Viejo… Al fin despiertas. –Se acercó finalmente, con una sonrisa que se fue al carajo apenas se fijó mejor en su estado ojeroso. Jolín, estaba confirmado… Anoche se veía miserable, pero hoy lucía peor. –Hombre… Te ves terrible. –Sí, mejor no le decía esas cosas.

–Emalf...Gracias, me veo como me siento... –Bufó a la vez que masajeaba sus sienes con sumo dolor. Ay, hasta la mismísima voz del demonio le irritaba.

–H-haha… B-bueno, el lado amable de todo es que no hueles mal. Hueles a naranjas. –Eso es mil veces mejor que un aliento apestoso de alcohólico ¿No? Le constaba desde que se despertó y sintió su propio aliento. Ew, asco.

–¿Eh...? Pues oler a naranjas no me quita la jaqueca, así que no lo veo tan positivo. –En la noche anterior sin lugar a dudas se creyó tan miserable, ni siquiera consideró posible sentirse peor pero... Se equivocó. Ahora sin duda sufría mil veces peor.

–Uhn… Entonces ¿Dormiste bien? –No sabía bien qué decirle o como romper el silencio. Se lo notaba tan cansado que presentía que el silencio era la mejor opción, pero su mirada no le decía eso.

–Uhn... Extrañamente sí... –Aún tenía presente aquella calidez entre sus brazos y su dulce sueño; lo cual no ayudaba mucho a mejorar su humor. –Me hubiera gustado jamás despertar. –En su sueño había sido tan feliz. Adauchi y la basura tenían mucha suerte de haberse alejado; en cuanto más lo pensaba, más ganas tenía de aplastar sus cráneos por haberlo despertado con su enorme alboroto.

–Así que hoy… Es el día ¿Eh? ¿Q-Qué tal te sientes? –No era el mejor tema para empezar la mañana, sin embargo como confidente, mejor amigo y un hombre razonable tenía entendido que no podían dejar el asunto bajo la alfombra, mucho menos en este momento.

–¿Uh? ...Sí. Es hoy... Y me siento... Honestamente no siento nada. Tonto ¿No? Debo ser el peor novio del mundo. El día de mi boda y lo que me hace más feliz es pensar que algún desastre natural lo arruinara. Pero dudo que pase, mi suegra es dios ¿No? –Desvió la mirada con cierto cansancio. Lejos de lucir como un novio emocionado, la mirada de Licorice lucía tan desesperanzada como la de un condenado a muerte. Resignado y desolado mientras iniciaba la cuenta regresiva hacia lo inevitable.

–No eres mal novio… Sé que no es fácil, estás hasta el cuello. Cualquiera podría sentir algo así. –Suspiró. No lo culpaba, se sentía mal por él… Nada de lo que había planeado resultó bien. Se sentía el peor amigo del mundo ¿Qué clase de amigo era si no conseguía que Licorice dejara de ser tan miserable por esto? –Yo sigo pensando que deberías cancelarla. –Susurró sin ánimos de que lo oyera. No sabía si debería seguir insistiendo con ello por los riesgos que traería que escucharan tal consejo, pero a estas alturas era lo único que salvaría a Licorice de cometer el error más grande de toda su vida encadenándose por la eternidad a una persona que no amaba y no veía más allá de un aprecio amistoso. Pero… Debía recordarlo, él ya no era un niño asustado, era un adulto responsable de sus decisiones. Y aunque deseaba lo mejor para él… No podía obligarlo a nada, solo estar a su lado ante todo y secar sus lágrimas.

–Vamos, una aspirina, un cafecito y estarás como nuevo, amigo. –Le palmeó suavemente la espalda para reconfortarlo. Porque más que de mal humor mañanero lo veía sumido en pesar y amargura. Había una obvia diferencia entre las dos y solo él podría notarlo tan fácilmente. Tenía la expectativa de que después de ir a beber al día siguiente se sentiría bien por haber desahogado todo su dolor, pero se había equivocado… Seguramente era peor.

–Eso espero... -Suspiró con ligera resignación. Ya estaba totalmente atado de manos con todo y la jaqueca no lo ayudaría a hacer esto menos tortuoso. –Supongo que tienes razón, Emalf.

Vamos, Licorice. Eres un adulto, no servía de nada seguir lloriqueando sobre la leche derramada. Solo iría por una aspirina, seguiría los preparativos, practicaría su sonrisa e ignoraría cualquier comentario o deseo que lo tentara a detener esto. En el mejor de los casos, sentía que al menos podría esperanzarse con que su padre hiciera una estupidez y podría desmembrarlo como desquite.

–No hay mucho más por hacer, supongo. –Sonrió con un toque amargo en lo que se desesperanzaba un poco. –Pero en fin, no pensaré eso ahora. Mejor, vamos por un café o una aspirina. Oleré a frutas, pero toda esta jaqueca hará que mate a alguien pronto. –¿Qué tan malo podría considerarse que su boda se cancelara por un intento de homicidio? Bah, el estrés lo hacía pensar estupideces... Aunque no se contenía a considerar voluntarios en mente.

–Te apoyo en eso. También necesito un café de Rieta. –Secundó, tratando de adivinar qué pensaba en este momento su amigo. Probablemente ya podía imaginarse a su jefe y a Satanick bailando en la boda y a su hijo lanzándose sobre el segundo para hacerlo pulpa.

–Y a todo esto... ¿Qué hacía ese idiota aquí? –No había que ser muy listo para saber que hablaba de su hermano.

–Te seré honesto… No tengo la más puta idea. Pero por lo que Adauchi insinúa, estuvo con nosotros en la despedida de soltero y nos arrastró aquí cuando estábamos ebrios… Y… Creo que se reconcilió con el jefe, porque en más de una ocasión noté que se hablaban y el mundo no explotó… Oh, y habló sobre vengarlo, creo que ya lo sabes pues tú mismo lo viste hacer papilla a Satanick. –Ni él sabía de qué se perdió. –El mundo va a colapsar pronto, amigo… Puedo sentirlo. –Al entrar a la cocina notó que ellos seguían ahí.

–¿Eh? ¡No recuerdo su apestosa presencia! ...De hecho...No recuerdo casi nada ¡Pero ese no es el punto! –No se tragaba nada de aquella supuesta reconciliación ni tampoco sentía que le debiera algo como algún "gracias" o similar a aquel pelmazo. Sí, le había sentado bien verlo masacrar al imbécil de Satanick, pero eso no significaba que le agradase Adauchi. No. Eso está MUY lejos de suceder. –Yo también puedo sentirlo. Y si sucede hoy, no me quejaría.

–¡Licorice, Emalf! Buenos días ¿La pasaron bien anoche? –Saludó alegremente le genio al verlos entrar, sirviendo el café para los mercenarios, Poemi y el par con resaca que acababa de llegar.

–Sí, buenos días. –Saludó vagamente en lo que se acercaba a la cocina. La verdad esta mañana le estaba resultando tan estresante y ni siquiera había desayunado aún. –Ajá, tan bien que mi cabeza está por estallarme... Ay...

–Me lo imaginaba. –Rio ante el comentario de Licorice y señaló las tazas. –Les puse una aspirina al lado, tómensela con el café si quieren.

–Rieta, eres una heroína. –Lloriqueó hacia la genio, aliviándose al instante en cuanto vio su café junto a las ansiadas pastillas. Desde hacía un buen par de años había aprendido a amar aquel néctar divino a pesar de su amargura, especialmente cuando debía tolerar duros despertares como aquel; estaba seguro que con solo unos sorbos lograría ver todo con más claridad hoy.

Sin embargo, el placer no le duró demasiado, casi ahogándose al terminar de oír a Rieta.

–Y ya que estás aquí… El señor Ivlis viene en un rato, creo que quería hablarte sobre dejar que Adauchi vaya a la boda.

Estaba tomándose tranquilamente el café hasta que el aviso de Rieta casi lo hizo ahogarse y de paso a Licorice igual ¡¿Qué?! ¡¿Cómo es que a su viejo se le ocurrían cosas tan disparatadas?! Apenas acababa de llegar y su padre ya quería meterlo en esto. Sí, quería mucho a su viejo pero… Se pasaba de verga con su afición familiar.

–U-ugh... Cof cof... Q-qué madre... Quiere-cof... ¡¿QUÉ?! –Bien. A la mierda lo de asesinar a Satanick en la noche, correría sangre en el mismo desayuno y sería la de aquel maldito sin cuernos abandona madres. –¿C-cómo es qué...? ¡No! ¡¿Por qué?!

–¡Sí! El señor Ivlis me lo comunicó hace un rato. Si quiere puede hablarlo con él. –Se alzó de hombros. No quedaba en sus manos aquella decisión. Igualmente, su amo no había sido muy directo, solo le había dicho algo como "¿Crees que Adauchi pueda ir a la boda si se lo pido a Licorice?". Y por la forma en la que últimamente actuaban de distanciados suponía que era mejor que ella se lo comunicara antes para que digiriese la noticia. Era de esperarse… Él era un aficionado a la familia. –Uhn… No grites tanto, Licorice. No es bueno para tu resaca. –Aconsejó, aunque le valió verga y siguió gritando. Hombres… ¡Una vez que crecen ni te obedecen!

–¡A mí ni me mires! ¡Yo no tuve nada que ver en esto! ¡Se le ocurrió solito! ¡Exijo un abogado! ¡VIEEEEEJOOO! ¡ESTO NO ESTABA EN EL CONTRATO ORAL QUE HICIMOS! –Le valía verga si Ivlis no lo escuchaba desde ahí. En algún momento el desgraciado aparecería y le daría explicaciones.

–¡TÚ! ¡¿Qué le dijiste a madre?! ¡No! ¿Sabes qué? ¡No me importa! ¡Me desharé de ti ahora! –Su boda ya era lo suficientemente tortuosa con todo el dolor mental que implicaba el mentirle a todos y soportar ver a sus padres juntos como para permitirse tolerar a aquel idiota también. Y a todo esto ¡¿Desde cuándo Ivlis andaba tan reconciliador con todos?! Primero Satanick... ¡Y ahora esto! ¡¿Era en serio?! ¡¿Quién seguía?! ¡¿Siralos?! Juraba que si eso sucedía se lanzaría de cabeza al mar y mandaría todo al carajo.

–¡No, viejo! ¡Tu lugar feliz! ¡TU LUGAR FELIZ! –Chillaba Emalf tratando de mantener a su amigo en la silla para que no saltara sobre Adauchi para hacerlo ceviche. Hey, se compadecía del diablo por tener una pésima suerte y un pésimo humor por una pésima despedida de solteros y una jaqueca de muerte, pero la culpa no era de Adauchi. –¡NO CULPES AL POBRE, IVLIS LO PIDIÓ!

–Argh! ¡Suéltame, Emalf! ¡No tolero su hipócrita cara! ¡¿Qué haces aquí de igual modo?! ¡¿Por qué justo ahora?! ¿Qué pasa? ¿Recordaste que tienes familia luego de no sé cuántos siglos? ¡No me hagas reír! –Gruñó, rehusándose a escuchar sus alegaciones. Le valía un rábano si el rubio les había echado una mano o no, su mente se encontraba incapaz de recordarlo, así que no contaba.

–¡No me pongas las manos encima! ¡Ni siquiera sabía que el viejo me quería en tu boda! –Ok… Si bien se sentía medianamente halagado por su padre ante tan ocurrencia, sabía que tal cosa enfurecería a Licorice y no saldría vivo de esta ¡No le molestaba no ir! ¡En serio! ¡Sabía bien cuando no lo querían cerca! Pero no pensaba irse ahora que por fin después de tantos años había recobrado su buena relación con Ivlis. De aquí no se iba sin despedirse al menos. Afortunadamente para él, su confiable amigo impidió una posible masacre sujetando al lunático. –¡Hey, mínimo dame algo de crédito o respeto! ¡¿No?! ¡Lo quieras o no somos hijos del mismo padre, somos hermanos!

–Me reúso a ser familia de un abandónico sin cuernos... –Masculló por lo bajo en lo que trataba de beberse rápido su café. En lo que respectaba a Licorice, no había nada por discutir.

–¡¿Eh?! ¡Oye! ¡Regresé! ¡¿No ves?! ¡Te arrastré ebrio a ti y a Emalf! ¡Pude haberte dejado a tu suerte! ¡Pude haber mandado al carajo a papá cuando se disculpó! ¡Pero no lo hice porque a diferencia de lo que tú piensas de mí sí pienso que somos familia! –Increíble, después de todo el diablo no parecía querer olvidar nada. –¡¿Y QUÉ TIENEN QUE VER MIS CUERNOS EN ESTO?! ¡NO LOS TENGO PORQUE ÉL ME HIZO ASÍ, NO PORQUE NO SEA SU HIJO!

–Sí, sí, sí. "Gracias por tus putos servicios de chaperón. Jamás lo olvidaré". ¿Ahora si ya te vas? ¡Shu! ¡Shu! –Casi masticaba el sarcasmo en sus sílabas dirigidas venenosamente hacia su hermano en cuanto este reclamo que era un malagradecido. Para empezar, él no le había pedido nada ni le constaban esos hechos relatados. Al carajo con los agradecimientos, quería deshacerse del rubio antes de que Ivlis apareciera.

–¡No puedo creer lo malagradecido que eres!

–¿Ah, sí? ¿Quién te crees para andar exigiendo respeto? ¡Qué sepas que este castillo también es mío y puedo echarte si se me da la gana! Pero claro... ¿Cómo ibas a saberlo? ¡Nunca has estado presente! –No estaba seguro de que lo irritaba más: la molesta situación que rodeaba su boda, el tener que digerir aún que sus padres 'estaban juntos' o la migraña que lo estaba matando. En serio, en menos de tres días su vida se volvió una mierda. –En lo que a mí respecta tengo dos hermanos: Poemi y Glasses. Y Emalf, aunque no compartamos sangre es confiable y está cuando se le necesita como tal, lo cual ya es más de lo que puedo decir de ti, así que... ¡Shu! ¡Shu! ¡Los enanos sin cuernos no están invitados! ¡No quiero tus pulgas!

–Tsk… –Chasqueó la lengua rodando los ojos. Ya no había remedio en pedirle que lo dejara explicarse, esperaría a que Ivlis llegara y como siempre sabía hacer: Que calmara a Licorice. –Piensa lo que quieras, te duela o no, no estoy aquí por ti… No tengo nada de qué disculparme contigo. Lo único que quiero es volver a llevarme bien con papá, y qué lástima si te jode mucho… Porque él no me considera ninguna basura, sino su hijo al cual todavía quiere ¡Sé bien lo que hice y admito que fui un imbécil! Si quieres seguir odiándome, pues allá tú. –Ni siquiera entendía por qué se alteraba más, ni le había gritado, solo fue completamente honesto. Nunca quiso llevarse mal con Licorice desde un comienzo, era él quien le tenía manía y no dejaba que mejorara su relación. Así que… Mejor ni se molestaba en intentar algo.

–¡¿AH SÍ, PUES…! Ugh, como sea, jódete.

–¿Siempre son así? –Murmuró Ver. Esto era mejor que ver los dramas en youtube, casi parecía que su cuñado planeaba degollar a su novio.

Poemi asintió. –Seh... A Licorish nunca le ha caído bien Adauchi, así que... –Se encogió de hombros sin dar gran importancia. No era algo nuevo para ella ni tampoco lo veía como algo serio. Para ella, solo era una lucha de egos de dos idiotas que se parecían más de lo que podrían admitir.

–¡Rieta, traje más galletas! Medouco dijo que... ¿Uh? ¿Y esa voz? –Igls habló mientras se iba acercando con un bote de galletas para acompañar el café; escuchando finalmente el escándalo armado por el par de hermanos. Reconocía la voz del mercenario, pero la otra. –Oh... Creo que aún no te conozco.

–¿Uh...? ¿Y tú? Me pareces familiar. –Licorice ladeó la cabeza al notar la familiar presencia del ángel. No lograba entender del todo por qué aquella rubia tenía un aire conocido, hasta que la breve explicación y presentación de Rieta le ayudó a entender.

–Oh, es verdad… Licorice, ella es Igls. Se quedará con nosotros a partir de ahora.

–¿L-La tía Igls...? –Había oído cosas de ella, cosas muy buenas.

–¿Uhm...? ¿Tú eres mi sobrino también? –Ni se detuvo a oír al diablo antes de acercarse a saludar con total dulzura y naturalidad. Ella nunca había sido alguien muy formal, y ciertamente, le emocionaba mucho conocer al menor. Era tan aficionada a su familia como el de mechas rojas

–Uhn... Bueno, es un pla-wahh... ¡M-me afisxias...! –Ni bien intentó improvisar algún tipo de saludo luego del incómodo altercado con Adauchi, la animada rubia ya lo estaba abrazando.

–¿Eh…? Igls. –Emalf suspiró con sorpresa al tiempo que soltaba al ya calmado de su amigo y dejaba que se volteara para ver al ángel. Bien… Esto ya parecía una reunión familiar y solo faltaba Siralos. –…E-es fuerte como el jefe nos dijo. –Susurró observando como la dulce rubia hacía tronar los huesos del pobrecito con semejante abrazo. Se notaba que ambos hermanos se parecían en algo… En su fuerza al dar cariño.

–Eres Licorice ¿Cierto? De verdad quería conocerte... ¡Ivlis y Rieta me ha contado mucho sobre ti!

–Y-ya veo... –Rió nerviosamente al oírla, aunque de igual modo no se contuvo en corresponder el abrazo cuando ella lo aflojó. Tan cálida y dulce... Le recordaba un poco a su madre y eso solo aumentaba la pacífica sensación que comenzó a calmarlo por dentro a medida que trataba con la tierna ángel. –Como dije, es un placer... Madre también me ha contado mucho sobre tía Igls –Admitió con una leve sonrisa. Era casi irónico el cómo aceptar su presencia no supuso un gran problema a diferencia de Adauchi.

–¡AH, CLARO! ¡A ELLA LA ABRAZAS, PERO YO MEREZCO QUE ME EMPALEN POR EL CULO! ¡¿NO?! –Exclamó ofendidísimo conteniéndose para tirarle en la cara su taza de café. Esto era inaudito.

–¡No te compares con ella! La tía Igls es la tía Igls... ¡Y tú eres tú! –Al menos en su lógica aún infantil tenía suficiente sentido. –Tsk... Fantoche...

Adauchi, quien seguía ofendido, miró a su novia. –Ver… ¿Tenemos que invitarlo a nuestra boda si nos casamos?

Laurentia se precipitó a responder por ella. –¡Obvio que lo harán!

–Él no puede faltar. –Sentenció Ver mientras seguía degustando sus panqueques con miel. No le importaban los berrinches de Adauchi, ella creía que toda esta disputa alguna vez terminaría; además de que Licorice no le caía mal. Ay… Hombres, les costaba tanto madurar.

–Joder. –Bueno… Igualmente Ivlis lo iba a obligar.

Licorice tan solo los ignoró y puso los ojos en blanco en lo que tomaba su taza de café y se levantaba de la mesa. Le había gustado conocer a su tía, pero la idea de ver a su madre ahora no le apetecía. Su cabeza solo le dolía más por tanto gritar y algo le advertía que si lo veía ahora, solo terminarían discutiendo por lo del demonio sin cuernos. No estaba de humor para eso.

–Hagan lo que quieran...

Necesitaba tomar un aire lejos de todo o iba a matar a alguien. Le daba igual quien iría o no a su boda, no es como si fuera a disfrutarla ni tampoco al proceso que todavía le faltaba completar: Ver la estúpida decoración.

Sin duda él no la pasaría tan bien como su madre.

(…)

–¡Ese te iría bien, Igls! ¡Es de tu color…! Erh… Amarillo… Uhm, bah, es de tu color y punto.

Era medio día y habían salido por fin junto a Igls, Ivlis, Satanick y Poemi. La prueba de vestidos era exitosa… Bueno, a medias. Habían visitado tienda por tienda buscando el vestido perfecto para las tres y dos trajes para los otros dos diablos. Hasta ahora solo habían conseguido para ella, la demonio y el diablo de Pitch Black. Igls no era exigente, el problema era Satanick y sus intentos por hacerle probar cosas algo… "Reveladoras" que incomodaban al ángel, en cuanto a Ivlis… Él no se veía muy emocionado.

–¿Uh? ¿Color? –Ladeó la cabeza con ternura ante los comentarios de la peli naranja. La verdad, nunca había visto ningún color en su vida pero si Rieta lo decía, podía confiar en ella ¿No?

–Pues yo opino que debería probarse otro. –Contradijo el diablo de Pitch Black en lo que daba una mirada crítica a la rubia, llevando sus dedos al mentón, como si se debatiera un poco sobre algo antes de continuar. Quien diría que se tomaría algo como esto tan en serio. –Es muy largo. La espalda y el color estaban bien pero... Y si lo cortamos...

–¡Tú cállate! ¡Es perfecto! ¡Hasta tiene espalda descubierta! Nos resuelve el dilema de las alas… ¡NO! ¡No vamos a cortarlo! ¡Así de largo es bonito!

–¡Hey! ¡Tiene unas buenas piernas que sería un pecado no enseñar! ¡Irá a una boda no a un convento!... Además ¿De qué serviría haber tardado horas en buscar las sandalias sin taco perfectas si al final el vestido las cubrirá por completo? –No pensaba permitir que nadie saliera de allí sin obtener el vestuario ideal. –Además, la Ricitos de Oro es ciega ¿No? Si es muy largo es más probable que lo pise y tropiece ¡Es estéticamente obvio! –Que conste que su parloteo no era por el mero despertar de su 'yo' más glamoroso. También quería demostrar que podía ganar una discusión modista con sus infalibles conocimientos poco apreciados hasta ahora.

–¡No quiero que le miren las piernas! ¡Que miren su rostro! ¡Suficiente tenemos con que el vestido marque bien su figura! –Ni loca dejaría a Satanick meter más intenciones de sensualizarla. Igls era bonita así, no necesitaba más… ¡Además! ¡Sería terrible que recibiera comentarios lascivos por ello! –¡¿A quién le importan los zapatos?! ¡Será en el castillo! ¡Nadie prestará atención a eso porque estarán ocupados viendo la boda o simplemente emocionados por estar ahí!

–¡Argh! ¡Ustedes no saben de moda aun siendo mujeres! –Chilló exageradamente en lo que hacía uno que otro gesto de hastío. Vamos, que se lo estaba tomando en serio. –¡Los zapatos importan mucho, todo debe combinar! –Para él las combinaciones apenas eran una regla básica de la elegancia.

–¡Pues que sepas que pienso quitarme los zapatos cuando la boda se acabe y andaré descalza en la fiesta! –Si de verdad festejarían hasta el amanecer como siempre se hacía en las bodas… No pensaba usar sus tacones tanto tiempo. Eso la mataría.

–Concuerdo con Rieta… No quiero que nadie le mire las piernas a mi hermana. –Siseó conteniéndose para abrazar protectoramente a su hermana. Agradecía que Satanick quisiera ayudarlos, de hecho a él le había ayudado… Un poco… Pero no permitiría que el ángel corriera el riesgo de que algún pervertido la mirara ¡Con su hermana no, putos! Además… Le gustaba el vestido que ya traía. –Aunque… B-bueno… Es cierto lo del largo del vestido. –Igls podría tropezarse, no lo negaba pero… Vamos ¿Para qué hacerla usar tacones? Era casi de su estatura, así que era bastante alta comparada a otras chicas que conocía. –P-Pero los zapatos… Yo… ¡No lo sé! –Joder, él solo era un pobre diablo que escogía ropa al azar para su comodidad ¡No entendía el pleito!

–Rieta tiene razón, a la tía Igls le queda precioso. –Comentó Poemi con una leve sonrisa. La verdad, estaba comenzando a aburrirse. Esto se estaba alargando demasiado... Y lo irónico, no eran algunas de ellas las culpables.

–Oh, muchas gracias. Son tan dulces. –Rió más apenada que halagada. La verdad, no estaba muy acostumbrada a oír tantos cumplidos.

–¡Poemi me apoya! ¡¿Cómo la ves, puto?! –Exclamó posando sus manos en su cintura y moviendo su cadera a un costado, dirigiendo a Satanick una mirada retadora. Ah no, en su guardia nadie trataría de sexualizar a la inocente Igls ¡Ella iría muy elegante y bonita a la boda sin parecer una mojigata! ¡Ella era experta en eso!

Ivlis bufó agotado. –Qué bien, pelea de modistas. –Daba por hecho que los vería iniciar una pelea callejera hoy y sería por vestidos. –Igls… ¿Prefieres uno largo o corto?

–Uhm... Honestamente, a mí me da igual. No sé mucho de ropa, excepto que la tela me gustó por ser tan suave y fresca. –Respondió con simpleza en lo que se mantenía al margen de la guerra campal que iniciaba cerca de ellos. Para ella, nada de aquellos detalles sobre moda y color importaban mucho, ni ahora ni antes. En toda su vida nunca pudo verse ni a sí misma ni a nadie. Su padre se encargaba más de aquel aspecto, por lo que siempre lo pasó por alto. –¿Tú qué opinas, hermano? Yo... No sé nada de moda o vestidos siquiera... –Creía que si seguían discutiendo, o iniciaba una guerra fashionista o iban a echarlos de la tienda.

–Lo que a ti te parezca bien, hermana. Serás tú la que debe sentirse cómoda con el vestido. –Si ella decidía usar uno corto la apoyaría de todos modos… Aunque estaría más alerta de cualquier cosa. –Aunque agradecería que "alguien" no tratara de hacerte ver tan… a su estilo. –Susurró para no ser escuchado, aunque de todos modos el diablo de Pitch Black terminó por oírlo y reclamar.

–¡Bah! ¡Eres una cucaracha mojigata! ¡No le impongo mi estilo, solo digo que tiene mucho por lucir y no merece vestir de monja solo porque tú tienes complejo de hermano! Además... Ni que la boda fuera aquí para que te pongas así. El Jardín Gris solo tiene niños o tsunderes ¡Pff, que aburrido! ¡Qué bueno que Lil irá! ¡Charlar con ella sí será divertido! –Algo le decía que el día en que alguien pretendiera a Igls, el diablo de Flame World iniciaría una tercera o cuarta guerra de mil años, pero bueno... A él no le afectaba. Ni se molestaría comentario. El ángel de luz era linda, pero sus lanzas era un peligro letal.

–¡Llámame mojigato! ¡Solo trato de cuidar a mi linda hermana! ¡No todos son buenas personas! Quiero decir… Mírate, te ves como un palurdo pero tienes potencial de violador, un torturador y un lunático. –Ay, el bullying amistoso era bello.

–¿Eh? ¡Eres un rencoroso! ¡Ya me vomitaste, me disculpé y hasta me han empalado más veces seguidas en un día de lo que Licorice lo ha hecho en años! ¡¿Qué más quieres?! ¡¿Qué escupa flores de disculpas?! ¡Porque puedo hacerlo!... ¡Aunque será horrible y doloroso! –Esto de ser amigos era más difícil de lo que creía.

–No, no soy rencoroso, es la idea tuya. No es mi culpa que no lo aceptes. –Sonrió malicioso. –¡Yo puedo aceptar que fui un asesino y un idiota!

–Ay sí, ay sí. Aceptas todo ¿No? ¡Excepto que eres como un Kcalb rojo y un ebrio lunático! ... ¡Y que sepas, acepto ser un sucio cerdo pervertido y a mucha honra, fíjate! –Su orgullo ante todo.

Ignorando a ese par, Rieta seguía analizando el vestido. –Uhm… ¿Quieres este, Igls? Solo si de verdad te gusta, claro. –Ya no faltaba mucho para la boda y estaban atrasados por esto e Ivlis, por lo que una respuesta afirmativa la aliviaría.

–Pues... –Lo pensó apenas unos segundos mientras sus dedos jugueteaban con uno de los pliegues de la tela. Era suave, cómoda y fresca, no creía poder pedir más. –Sí. ¡Me gusta! ¡Y mucho! –Exclamó al fin con una inocente sonrisa a la vez que oía curiosa a Rieta. Esta sería la primera vez que una amiga le arreglaría el cabello y le encantaba la idea.

–¡Perfecto! ¡Te verás divina con el peinado que planeo hacerte, Igls! –Este era su momento de presumir sus dotes como estilista. No por nada había ayudado a su amo… Aunque este dejaba toda su ropa escondida

–¡Confío en ti Rieta! ¡No puedo esperar! -Rió mientras aplaudía un poco, casi como una tierna niña.

–¡Sí! ¡Rieta nos hará ver bonitas! ¡Y Poemi ayudará con el maquillaje! –Cabe destacar que la castaña se refería apenas al labial o polvo de mejillas; no le gustaba abusar de ello a menos que fuera para torturar a Emalf.

–Oh… Solo nos falta usted, señor Ivlis ¿Por qué no ha buscado nada?

–Uhn… No es necesario. Estaré bien así como estoy siempre. –Negó con una mano apoyándose en una pared cercana. No le veía el caso a lucir elegante en la boda. La atención no estaría sobre él, sino sobre los novios y el par de suegros. Además… ¿A quién trataría de impresionar? ¿A sí mismo por lucir diferente una vez en su vida? Nah, no le llamaba la atención. Prefería pasar de inadvertido. –Todos se fijarán más en los novios, así que…

–¡Tonterías! ¡Es la boda del joven amo! Creí que usted estaría más emocionado en lucir bien. –Alzó una ceja. Ivlis siempre fue tan eufórico y detallista cuando se trataba de actividades importantes para Licorice, por lo que verlo tan desinteresado en un día tan importante la dejaba estupefacta. Verlo desviar la mirada solo la confundió más. –Uhm… Si Satanick escogió para usted ese traje en el vals… Creo que puedo cederle con toda confianza que él lo ayude a buscar algo apropiado… Eso sí. –Su voz adoptó un tono de ultratumba de la nada y atrajo al diablo azabache de la ropa, sin perder esa sonrisa algo sospechosa y mirada sombría. –Si se atreve a ponerle una mano encima mientras se cambia le juro por mis garras que voy a descuartizarlo como quería hacer hace años ¿Queda claro? –Ay, Rieta siempre tan amorosa.

–Obvio. Déjenmelo a mí y... S-sí. ¡Sí! ¡Claro como el agua! –Chilló poco antes de tomar a Ivlis como escudo. La genio era aterradora y francamente, ya tuvo su cuota de dolor mañanero con Adauchi.

–¡Muy bien! En ese caso, vayan. Nosotras pagaremos el vestido y dejaremos a Igls cambiarse ¡Nos divertiremos tanto, Igls! ¡Poemi es buena con los listones y el maquillaje! –Rieron juntas entre más comentarios animados en lo que ambos diablos se alejaban, el de flamas suspirando con una sonrisa. Se notaba que al menos las chicas la pasaban bien entre ellas.

–Ufgh... Todos los que te rodean están locos. ¡Locos! Pero en algo tiene razón... ¡No te dejaré ir a ningún lado con esa ropa! Está vieja, remendada y desteñida... ¡En serio, eso ya ni sirve como piyama! –Reclamaba mientras lo arrastraba hacia la sección de ropa masculina. Flipaba y explicaba con cada prenda que llamaba su atención como si fuera un modisto muy experto, dándole igual si el de mechas rojas apreciaba sus explicaciones o no. Iban a comprarle algo de igual modo.

–Lo que tú digas… Creo. –Su ropa no era tan vieja ¿O sí? ¿Qué tenía de malo usar uniforme escolar? ¡Bah! Daba lo mismo, mejor fingía escuchar cada pendejada modista que salía de su boca y asentía como dándole la razón mientras se preguntaba si de verdad sería importante hacer esto. –Uhm… Satanick. Agradezco tu ayuda pero… Nadie volteará a mirarme. No necesito lucir tan bien.

Quitando su desamor y el hecho de que no le entusiasmaba la boda… De verdad que no le gustaba mucho destacar entre tantas personas. No le veía al caso usar todo ese ropaje elegante si lograba que se le acercaran desconocidos o que siquiera lo miraran. De por sí era molesto que los habitantes del jardín gris lo miraran con tanto odio o miedo aun cuando había hecho las paces con Etihw y Kcalb y dejó en claro que no le apetecía hacerle daño a nadie… Y no, no era fácil que no lo miraran… El color rojo y su bufanda lo delataban.

–¿Uh? ¿De qué hablas? Aunque la atención no vaya a ti, sigue siendo una fiesta elegante. ¡Nade andar como pordiosero! ¡Luce, destaca, combina! ¡Haz que quien te vea dude hasta de su sexualidad! –Ningún amigo gay suyo podría andar mal vestido en su guardia.

–Bien, eres mi amigo modista, supongo que debo hacerte caso. –De cualquier manera no lucía como si fuese a cambiar de parecer, así que mejor se acostumbraba a la idea de ser vestido al gusto de ese loco.

–¡Así es! Será mejor que comencemos rápido ¿Qué tal esta corbata? ¡Combina con el bóxer de allá! Vas a enjotecer a todos... ¡Perfecto!

–¡No te pases! ¡¿Quién carajo va a verme los sin ropa como para pensar en eso?! –Vicers, dale paciencia… Esto tomaría mucho tiempo.

–¡Eso no importa! ¡Es regla de oro para etiqueta! Tu roa interior debe estar lista para lo que sea y... –Y seguía su discurso, sin sospechar que Ivlis no le haría caso.

(…)

Licorice para su desgracia no la estaba pasando mejor. El jardín Gris se inundaba de gente ocupada que se encargaba de las luces, las flores, el salón al aire libre, la comida, incluso alcanzaba a ver a dos cocineros torpes y nerviosos tratando de colocar los muñecos de boda sobre el pastel, que, no le sorprendía mucho que fuese así de alto ¿Qué más podía esperar de Etihw y Kcalb que pedir un pastel más alto que cualquiera?

Supuestamente él tenía que verificar que todo fuese de acuerdo al plan, pero no estaba tan interesado en eso y solo se limitó a decirle a los ángeles jefes que nada estaba fuera de lugar, solo para terminar rápidamente con esto.

Ahora mismo observaba por la ventana del castillo a los invitados llegar de a poco, y decía de a poco a pesar de que llegaban en decenas porque la cantidad total era enorme.

–Esto es una mierda. –Se dijo a sí mismo en voz baja, viendo cómo desde los pasillos hacia las escaleras Ater y Arbus le hacían señas para que las siguiera hacia los cuartos. Es cierto, tenía que cambiarse ya.

Faltaba tan poco para el atardecer… Tan poco tiempo para la pesadilla en vida.

Joder que me gusta ver a Adauchi y Licorice interactuar, es oro puro(?)

Espero que les haya gustado este capítulo, besos dulces 3