Reto de SkuAg para el foro "Proyecto 1-8"

Pairing: Sorato

Características: Una vez estabilizado el sorato como pareja, a Sora se le ocurrió convertirse en celestina del grupo y arrastrar a Yamato con ella, por supuesto. Y cuando él, triste, sufrido, preguntaba "¿por qué yo, Sora?" ella, haciendo puntitas de pie para besarle el mentón, le decía "porque me amas".

Género: Libre elección

Digimon, así como sus personajes no me pertenecen.

Advertencia: puede contener OOC, puede contener tro…

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EL CIELO LOS UNIÓ

(o al menos lo intentó)

I

La felicidad no es fácil de identificar. No es algo cuantificable, no es algo objetivo, simplemente un día sucede. Te levantas una mañana como cualquier otra, te acicalas para ir a la escuela, te despides de tu madre, te encuentras con tus amigos... todo normal, todo como siempre. Pero entonces hay un momento a lo largo de la mañana en la que a solas, con el sol otoñal bañando tu cara sonríes sin motivo o mejor dicho por muchos motivos que en conjunto hacen tu felicidad.

Y eso mismo le ocurrió a Sora esa mañana mientras esperaba a Yamato. Fue consciente, por primera vez en su vida, de lo feliz que era y mucho tenía que ver en ello el rubio que ya se acercaba con sendos platos de ramen.

—Taichi no está por aquí, ¿no? —preguntó, ya sentándose. Sora, que aún asumía interiormente su descubrimiento, negó—. No quiero que me estropee el ramen, es un estropeador de ramen.

Y Sora rio y desconcertó a Yamato, porque no era una sonrisa cumplidora ni una risa contenida, era una risa desbordante podría calificarse como escandalosa teniendo en cuenta lo discreta que normalmente solía ser su risa. Incluso sonrojó a Yamato que miró a su alrededor.

Pero nada de culpa tenía Sora en que sus compañeros los mirasen y cuchicheasen, porque estaba enamorada, porque era feliz y quería sonreír, quería reír y contagiar al mundo su alegría. Hizo un esfuerzo por calmarse de todos modos al observar el apuro de su novio. Tomó su mano y este siguió expectante. No solían tomarse las manos en la escuela, eran discretos. Sora era discreta pero quizá eso era cuestionable tras escuchar su risa.

—¿Eres feliz? —y lo preguntó así, como si fuese algo mundano que no llevaba ni días, ni años descubrir.

Le asombró tal pregunta a Yamato pero sonrió porque quizá en ese mismo momento, aunque no fuese realmente consciente de ello, descubrió que su felicidad dependía del tamaño de la sonrisa de Sora.

—Si nadie me estropea el ramen sí —Y esta vez Sora fue más contenida en su risa. A Yamato le produjo ternura, tanta que hasta acarició el dorso de su mano con el pulgar—. ¿Te encuentras bien?

Siempre preocupado, siempre protector.

—¿No me ves bien?

—Demasiado bien —y soltó su mano, concentrándose en su ramen con su perfecta dosis de sal y pimienta—. Estás exultante.

—Me siento feliz —se estiró, como si no le entrase tanta felicidad en el cuerpo, mientras observaba su alrededor—, tanto que me gustaría poder compartirlo con todo el mundo.

—No sé si llegarás a todo el mundo pero por lo menos aquí no estamos pasando demasiado desapercibidos hoy —contestó Yamato, tratando de ocultar un poco su rostro con la mano.

Sora miró a su alrededor pero no reparó en sus ocasionales espectadores los cuales no eran tantos como podía imaginar Yamato dada su exagerada reacción de apuro. Ella miró a las personas con otro propósito, el descubrir si la felicidad que la invadía a ella era algo mayoritario. No lo supo valorar a simple vista, quizá porque irremediablemente reparó en sus amigos.

Y viendo a Mimi, asomándose animadamente al laptop de Koushiro provocándole un gracioso estado de nervios se dio cuenta de que si bien no podía expandir la felicidad universal quizá sí entre sus amigos.

Miró a Yamato amorosamente. Todos tenían derecho a sentir lo mismo que ella sentía cuando lo miraba.

—Yamato, ¿no crees que sería genial que nuestros amigos sintiesen lo mismo que nosotros?

Encogió los hombros. Seguramente fuese algo que jamás hubiese llegado a plantearse. Y no porque no quisiese la felicidad de sus amigos, pero le era imposible creer que lo que existía entre Sora y él pudiese ser extrapolable a alguien más.

—¡Hagamos algo para ayudarles!

Dejó el ramen mirándola con sospechas. Su determinación le inquietaba y preocupaba. Sora acostumbraba a responsabilizarse del mundo y echarse a sus espaldas también la vida sentimental de sus amigos podía ser algo muy peligroso.

—¿Ayudar a quien? —preguntó queriendo darle un poco de cordura a la citación.

Pero Sora extendió el brazo y los señaló.

—A ellos.

—¿Koushiro y Mimi?

Le aterró la idea, todo lo contrario que a su novia, obvio.

—A Koushiro le encanta Mimi.

—Pero a Mimi no Koushiro —Sora achicó los ojos, disconforme por esa declaración tan precipitada.

—Lo encuentra adorable.

Yamato negó.

—¿Tan adorable como un cachorrito?

Sora se removió incómoda. No sabía a ciencia cierta lo que podía sentir Mimi por Koushiro pero lo que sí sabía era que para un chico estar en la zona «adorable» de la chica que te gustaba no era un buen signo de conquista. Pero entonces lo miró y la ilusión regresó a ella otra vez con solo su presencia. Yamato siempre le había parecido adorable, desde mucho antes de esa torta de Nochebuena. Un chico adorable podía llegar a ser novio y él era la muestra de ello.

Yamato vio su sonrisa y le extrañó. En teoría ya le había quitado su loca idea de la cabeza. En teoría.

—¿Y si sólo necesitan ese empujón?

Y esta vez tomó su mano entre las suyas, achuchándola. Pese a todo, Ishida resistió.

—Me niego a hacer esa clase de cosas. Lo que tiene que pasar debe pasar por sí solo, ¿cómo crees que me sentaría que alguien te hubiese empujado a mis brazos? —y enrojeció por la risa contenida de Sora mordiéndose el labio inferior. Adorable, adorable y deseable —, no es comparable, tú ya estabas en la puerta con la torta.

—Pero me faltaba ese último empujón… —lo susurró más cerca de él. ¿Besarla en medio de los comederos?, era lo único que se le pasó por la cabeza hasta que el autocontrol regresó a él. Una persona reservada, respetuosa.

Se levantó.

—Mi posición respecto a esto es inamovible.

Sora lo enfocó por unos segundos, con ese plato con restos de ramen con la perfecta dosis de sal y pimienta. Quizá debería haberle echado un poco de pimienta al ramen o quizá un poco de sal a su idea.

Se cruzó de brazos.

—Está bien, tú ganas, pero al menos llevemos a Koushiro esta tarde de compras —la inamovilidad también había invadido su cuerpo, o puede que no se fiase demasiado de esta propuesta, pero entonces Sora sonrió y Yamato simplemente era débil a esa sonrisa—, ya sabes, para que pierda el miedo a hablar con chicas y así pueda comprarse ropa de su talla —Últimamente su programa de compras virtual había tenido algún que otro error de tallaje.

Propuesta tan inocente y desinteresada solo podía tener una respuesta, aunque la recóndita idea de conseguir a Koushiro de aliado para poder ir al museo de la ciencia a ver la exposición de tecnología astronáutica es lo que hizo a Yamato asentir la proposición.

Sonrió y Sora lo encontró adorable.

..

—No sé si estoy preparado para esto.

—Dado la camisa que llevas, debes de estarlo.

Koushiro miró unos instantes su camisa. Buscó consuelo en Sora que le sonrió.

—No le hagas caso, los peces koi resaltan en tu rostro. Me haré un kimono a juego.

Yamato entrecerró los ojos, empezándose a preguntar si pintaba algo en esta salida.

Llegaron a la zona más juvenil del centro y mientras Yamato buscaba posibles pantalones para agujerear y Sora parecía despistaba buscando entre el gentío, Koushiro iba pasando esa barrera que era su timidez y elegía ropa.

—¿Qué tal esta?

—Demasiado color, ¿no? —despachó Yamato para el que una prenda que salía de la gama de los colores fríos ya era algo excesivo y molesto.

—Me pregunto que diría Takeru —reflexionó Koushiro.

Yamato lo miró atónito. Si su hermano era su consejero en estilismos empezaba a entender muchas cosas. Hasta esa camisa de carpas de colores que tanto llevaba.

—Que busques una fedora a juego —dijo, pero Koushiro no le prestó atención. Se dirigió a Sora.

—¿Le puedes decir a la chica que me busque talla de esta?

—Para eso has venido, para interactuar con humanos, ¡pídesela tú! —dijo Sora, empujándolo hacia el peligro. Para Koushiro esa joven de sonrisa afable se veía más peligrosa que el mismísimo Vamdemon.

—¿No crees que es un poco precipitado? —Yamato se preocupó por él y por su alarmante rostro rojo mientras mostraba la prenda elegida. Seguramente la dependienta lo encontrase adorable también.

—¡Sora!

Yamato palideció al reconocer esa voz. Observó entre la ropa colgada como esa chica de botas a lo cowboy y gorro a juego saludaba efusivamente a su novia. Apretó los dientes. No era un encuentro casual.

Se acercó a ellas.

—Yamato… —no dio opción a Sora a recrear su posible teatrillo de encuentro fortuito. La tomó del brazo, no de manera fuerte pero sí lo suficiente para que ella supiese que debía seguirlo y sin mediar palabra con Mimi, que hasta se sobrecogió por su expresión sombría, la llevó tras una de las islas de ropa colgada.

—Que desagradable, ¿por qué no has saludado a Mimi? —cuestionó Sora, frotándose el brazo. No le molestaba pero fingiría que sí para ablandarlo. Tampoco nunca saludaba a Mimi, ni a nadie en general, como mucho movía la cabeza, pero estaba dispuesta a evadir esta situación de cualquier manera. Recalcar la asocialidad de Yamato podía ser una de ellas.

El chico ni se inmutó y Sora supo que debía cambiar de táctica. Sonrió con ilusión e inocencia.

—¿No crees que es el destino que Mimi haya decidido venir de compras justo aquí?

Yamato continúo inmóvil, observándola detenidamente. Extendió la mano.

—¿Me permites ver tu teléfono?

—¿Para qué? —Sora resguardó su bolso a la defensiva.

—Me gustaría comprobar si el destino en realidad es un mensaje de Sora Takenouchi.

—El destino utiliza los medios que cree oportunos —excusó la chica pero calló al escuchar un gruñido de su novio.

Había pedido la paciencia.

—Te dije específicamente que no quería ser participe de este teatro.

—¡El amor no es un teatro! —se sentía herida realmente, aunque también sobreactuó un poco.

—Ya lo hemos hablado. No puedes obligar que dos personas se quieran.

—No les estoy obligando a nada, simplemente les doy la oportunidad de pasar una tarde juntos. Y enamorarse —añadió esto último viendo a Yamato un poco más calmado.

Este se volteó y suspiró. En realidad no creía que Sora estuviese haciendo algo malo pero no le resultaba cómoda esta situación. No le resultaba cómodo fisgonear en la vida de sus amigos, en los sentimientos de sus amigos. No le resultaba cómodo unir parejas que podían acabar rompiéndose.

—¿Y por qué debo ayudarte en todo esto?

Bajó la guardia al sentir la mano de Sora apoyándose en su brazo para impulsarse. La miró y deseó besarla porque a pesar de todo le era imposible tenerla a su lado y no querer besarla a cada segundo. No obstante fue ella la que lo besó tímidamente en el mentón.

—Porque me quieres —susurró y seguidamente tomó su mano. Ahora que Yamato estaba de su parte, o por lo menos no se oponía, debía tejer una sólida red de amor entre Mimi y Koushiro.

No sería necesario. Mimi ya había tomado las riendas de la situación con su desparpajo natural y Koushiro ya acumulaba tanta ropa entre sus brazos que apenas se alcanzaba a ver su cabeza.

—¿Lo ves que bien se llevan? —sonrió Sora orgullosa de su trabajo.

Yamato en cambio se mostró desanimado. Sus esperanzas de alianza con Koushiro para tornar la tarde en una salida nerd se habían esfumado. No obstante, el sueva contacto de la mano de Sora entrelazada a la suya le hizo recordar que verla feliz bien valía este y mil sacrificios más.

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N/A: hoy es el cumpleaños de Sku y mi regalo es un reto que le debía de casi dos años y del cual me avergüenzo. Soy lo peor pero te quiero.

Este reto merecía algo mejor pero se me atragantó y sentí que lo acaba como fuera o jamás lo haría. Lo lamento. Tendrá cinco capítulos cortos pero como soy troll los voy a publicar uno al día hasta el 24 :)

No me odies por las parejas, por favor.

#topickoukari #vivalaembajadoradelkoukari