Disclaimer: Los personajes de Naruto no me pertenecen.

N/A: Dedicado a Rociofri, quien desinteresadamente ha leído y comentado la vergüenza de fanfics que he escrito a lo largo de muchos años. ¡Eres asombrosa!

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KOMOREBI

I

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Komorebi: —Palabra japonesa—

La luz filtrándose a través de las hojas de los árboles.


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La veía atravesar las ramas dejando una estela tenue de relámpagos turquesas y dorados; contorsionando su cuerpo para que se ajustara como una segunda piel a la vibración del bosque. Una leve fluctuación del aire y un silbido amortiguado eran la única prueba de que estaba allí, colándose entre las grietas de luz y oscuridad.

Un pequeño flujo de chakra extraño cosquilleó la parte frontal de su cerebro. Las yemas de esos dedos invisibles le saludaron con vascilación, acercándose a su mente y alejándose como si estuvieran tanteando una superficie hirviente. No era la primera vez que sentía un chakra similar colarse entre las hendijas de su mente. Una Yamanaka, pensó, recordando la invasión mental de Inoichi Yamanaka.

Consideró marcharse. Observó un pequeño escarabajo plateado subiendo por el tronco que ella tocaría en menos de medio minuto, sin acabar de reunir la motivación para moverse. Por un lado, no quería tener encuentros innecesarios que drenaran su energía; por el otro, sería mejor asegurarse que nadie más vendría tras de él en lugar de tener que volver a tener un enfrentamiento similar estando tan cerca de encontrar a su hermano. Miró al cielo con exasperación.

—¿Sasuke?—susurró la kunoichi con incredulidad, aterrizando con la punta de sus pies sobre un montículo de hojas.

—Yamanaka Ino—, recordó en voz alta, asociando el nombre con el cabello platinado y los ojos sin pupilas.

—No puedo creer que estés aquí—murmuró—. Han pasado tres años.

Sasuke rodó los ojos. ¿Cómo era posible que tanta gente insignificante fuera tras él? De acuerdo a lo que recordaba, no había sido particularmente amable con nadie, y en innumerables ocasiones dejó claro que el contacto con otros seres humanos no estaba entre sus prioridades. ¿Tenía que pasar por un reencuentro emocional con todos los compañeros de la academia que apenas recordaba?

—¿Quién más está tras mi rastro, Yamanaka?—preguntó con indiferencia—. Tengo cosas que hacer.

—¿Tras tu rastro?—preguntó, alzando sus cejas y negando con un movimiento de cabeza—. Reconocí tu chakra, pero no podía creer que en verdad eras tú.

Sasuke se concentró en sentir a alguien más en un rango de veinte kilómetros a la redonda, pero no sintió ningún chakra amenazante. Eso no significaba nada; él no era un ninja sensor, y ciertamente podría haber enemigos ocultándose tras una técnica. Frunció el ceño. Ahora estaría paranoico toda la tarde. Para variar.

—¿Quién más está contigo?

—Yo sólo…—empezó Ino, dando un paso hacia delante—. Sakura y Naruto…—balbuceó, apretando la tela de su falda en su puño izquierdo— No. Todos te estamos esperando en la aldea y-

—No me interesa—le interrumpió con irritación—. ¿Qué haces en el País del Hielo?, ¿está Naruto contigo?

—Estoy cumpliendo una misión—respondió con la voz chillona, mordiéndose el labio.

—¿Tiene que ver conmigo?, ¿tengo que ahuyentar a Nara y Akimichi también?—amenazó, acercando su mano hacia la empuñadura de su espada.

Ino apretó los labios.

—¿Shikamaru y Choji?—susurró con los ojos anegados.

Sasuke contuvo las ganas de rodar los ojos y gritar la pregunta por enésima vez. Estaba pensando en que posiblemente sería mejor noquearla y acabar con esa pérdida de tiempo de una vez por todas, cuando notó que la postura abierta de Yamanaka cambió ligeramente a una defensiva, acercando sus dedos hacia los senbon escondidos en una correa bajo su falda.

—¿Lastimarías a ninjas de tu propia aldea?—inquirió con voz firme por primera vez—. ¿A Shika y Choji?

Sasuke suspiró con alivio para sus adentros; por lo menos ahora era coherente.

—Depende de qué tan necios sean—respondió con honestidad, interesado por primera vez en las reacciones de la kunoichi.

—Nadie te está buscando—gruñó—. La misión no tiene nada que ver contigo.

Alzó una ceja frente al contraste entre la dureza de su voz acompañada por las primeras lágrimas cayendo por sus mejillas.

—¿Por qué lloras?

Ino desvió la vista, avergonzada, pero dos segundos después, apretó los dientes y los puños, y volvió a enfocar sus pupilas sobre él. Aún con los labios temblorosos, exudaba aquella confianza absurda que había tenido desde que la conoció, como si él fuera quien debería sentirse apenado por sus lágrimas.

—¿Dónde está tu equipo?—preguntó Sasuke, intentando desvanecer aquella expresión orgullosa de dolor y rabia.

—No te importa—respondió, dejando que las lágrimas sigan corriendo más allá de su mandíbula.

Sasuke sacó un kunai de su bolso y de un salto puso el filo contra el cuello pálido de Ino. Inclinó su cabeza y sonrió cuando los ojos de Yamanaka se abrieron ligeramente, pero inmediatamente volvieron a encerrar cualquier signo de debilidad detrás de los espejos de sus pupilas.

—Me sorprende que no te hayas lanzado ya a mi espalda y estés rogando que vuelva a vivir feliz para siempre en la aldea.

Su aliento la hizo estremecer, pero ella se encogió los hombros para encubrir el movimiento involuntario.

—Esa es la tarea de Sakura y Naruto—. Inspiró profundamente una vez, clavando sus ojos en los de Sasuke—. Shitenshin no-

Su Sharingan se activó automáticamente al percibir el chakra concentrado de Yamanaka moldeándose y estirándose hacia él. Lanzó el kunai hacia la tierra y golpeó el abdomen de la kunoichi con la palma de su mano, enviándola al suelo con un golpe que hizo crujir sus costillas. Pequeñas flores amarillas se regaron a su lado cuando el bolso en su cadera se abrió por la fuerza del impacto.

Ino boqueó por unos segundos, con los ojos llenos de temor y desesperación mientras encogía su cuerpo, intentando inhalar a pesar de sus músculos contraídos. Acuclillado a su lado, Sasuke esperó que volviera a respirar con normalidad. Ino lo observó con furia, poniendo su mano sobre su propio torso y rodeándola de un chakra verdoso.

—Es una advertencia—dijo, agarrando el kunai clavado en la tierra húmeda para guardarlo—. Jamás intentes meterte en mi mente, Yamanaka. Te arrepentirás—. La amenazó con un brillo rojizo en sus ojos.

—Si alguna vez entro, serás tú quien se arrepienta—escupió, sentándose al terminar de calmar el tejido palpitante.

Ino dio un vistazo a su alrededor; dio un pequeño bote y sus manos se escabulleron rápidamente dentro de su bolso. Sacó un paquete envuelto en papel casi transparente, protegiendo flores de pétalos blancos y redondeados, y pistilos tan rojos que eran visibles a través del papel. Eran diferentes a las que habían salido despedidas de su bolso y el cuidado con el que volvió guardarlas, le hizo preguntarse si serían algún tipo de flor venenosa.

Mordiéndose los labios, se dobló para recoger las flores de tallos largos y delgados esparcidas en el suelo, vigilándolo con una mirada acusadora y lanzándole pequeñas exhalaciones de chakra.

—Una ninja médico que usa su línea sucesoria sin necesidad de sellos—dijo Sasuke, asintiendo mientras se ponía de pie—. Veo que continúas tu rivalidad con Sakura.

Desvió su vista al cielo. Pronto sería suficientemente tarde para que la temperatura cayera en picado a unos kilómetros de ahí.

Ino se levantó y sacudió la tierra pegada en su trasero y su cabello.

Sasuke la observó moverse con lentitud, pero sabía que los músculos de sus piernas estaban tensos. Era curioso ver a una kunoichi tratar de bajar las defensas de sus enemigos actuando con ignorancia premeditada, convenciéndoles que bajo esa apariencia inofensiva y delicada, no había nada de lo que preocuparse.

Le dio el beneficio de la duda y extendió su cantimplora con una ceja alzada. Ella se la arrebató con una mueca de fastidio, retrocediendo hasta tener unos cuantos metros de distancia. Metió un dedo y lo remojó en el agua de la cantimplora, disparando una diminuta chispa a lo largo del envase, asintiendo cuando el chakra recorrió el líquido con finas líneas hasta volver a su dedo.

—Ahora que sé que sigues siendo un bastardo, creo que gané con el simple hecho de que ella siga persiguiéndote.

Ino limpió las líneas semitransparentes que las lágrimas habían dejado en sus mejillas con el agua y bebió un trago.

—¿Acabo de librarme de una fan? Debe ser un milagro.

—¡Yo nunca fui una fan!—chilló, alzando los brazos con exasperación para intentar ocultar el leve sonrojo de sus mejillas—¡Era admiración!, ¡admiración de un ninja hacia otro!

—¿Así que era eso?—preguntó con tono socarrón.

Se deslizó a la velocidad del viento hasta estar pegado al cuerpo de Ino. Su boca casi rozaba la punta de su nariz y Sasuke puso una mano en su espalda para que no pudiera salir disparada hacia atrás.

—Entonces—susurró, acariciando su cabello mientras retiraba dos flores que se habían enredado entre las hebras finas de su coleta—, ¿qué hacías colgándote de mí y hablándome con voz melosa todo el tiempo?

Ino contuvo la respiración, incapaz de moverse con el cuerpo de Sasuke presionado contra el suyo. Sintió la mínima vibración que producían los latidos desbocados dentro del pecho de Yamanaka y sonrió. Se separó de ella tan deprisa como se había acercado, dejándola igual que descolocada que al principio.

Sasuke dejó escapar la carcajada que le atravesó la garganta cuando vio la expresión de perplejidad en la cara de Ino. Súbitamente, las mejillas y las orejas de la rubia se tornaron carmesíes. Con un grito de ira, lanzó la botella devuelta a su dueño. Sasuke dejó escapar una risotada al tener que atraparla con chakra en la palma para que no lo lanzara hacia atrás.

—¡Imbécil!

Sasuke echó un vistazo dentro de la cantimplora, regando un poco del agua para ver mejor su contenido; se veía y olía exactamente igual.

—¿Qué hiciste con el agua?—preguntó con curiosidad.

Al no recibir ninguna respuesta, regresó a mirar a Ino con una ceja alzada. Había cerrado los ojos y sostenía el puño izquierdo con el pulgar apuntando hacia su pecho. Sasuke tuvo que concentrarse para percibir que Ino estaba manipulando su chakra y enviándolo lejos de sí.

Ino frunció el ceño y abrió los ojos.

—Mi líder de escuadrón está viniendo—murmuró, bajando la mano y soltando el chakra que había estado reteniendo.

Sasuke endureció sus facciones de inmediato, liberando una clara intención de matar en un golpe de chakra. Ino inspiró profundamente, pegando sus pies al suelo y manteniéndose erguida a pesar del peso del poder que empujaba sus defensas.

—Eso fue un error, Yamanaka—amenazó, desenvainando lentamente la espada que descansaba en sus lumbares—No tienen oportunidad contra mí.

—Yo no lo llamé—aclaró, mirándolo también con furia mientras daba un paso al frente y sacaba tres senbon de su muslo—Sintió que algo estaba mal a través de mi conexión mental con el escuadrón.

—¿Sabe que estoy aquí?—preguntó, apuntándola con la punta de la espada.

—No, pero lo sabrá pronto; es un Hyuga.

Sasuke analizó la mirada penetrante y la expresión tensa de Ino; las líneas tirantes de su cuello, el sudor que perlaba su frente. Dio un paso hacia atrás y envainó su espada.

—No quiero problemas innecesarios—dijo pausadamente, matizando su chakra.

Ino suspiró y también cedió su pose de combate.

—No diré nada—murmuró, devolviendo los senbon a su lugar.

Sasuke la miró con cautela. Analizó la posibilidad de aplicar un genjutsu de borrado de memoria en una especialista en el psique humano, y de conseguirlo, si podría evitar que el Hyuga se diera cuenta de la alteración en su chakra.

—Lo prometo, Uchiha—dijo Ino, rodando los ojos—. Ahora vete antes de que mi escuadrón llegue y me ordenen patearte el trasero—gruñó, señalando con la barbilla la dirección opuesta en relación a su equipo.

Mirando fijamente los ojos de Ino, tuvo la certeza de que decía la verdad. Reconoció en su rostro la misma fiereza testaruda que vio tantas veces cuando otra persona que no fuera ella se metía con Sakura o Choji. Asintió en reconocimiento de su sinceridad.

—Gracias.

Ino le restó importancia con un movimiento de su muñeca.

—Eventualmente regresarás de todas maneras.

Sasuke alzó una ceja.

—¿Ansiosa por volver a ser mi fan?—se mofó, dándole la espalda para saltar hacia un árbol en dirección contraria.

Sonrió al escuchar a Ino gruñir que era ella la que tenía fans, y desapareció entre las ramas cobrizas del bosque.

Llegó a su campamento dos horas después con los pies empapados. En el camino había ajustado su capa para acomodarse al cambio de temperatura, pero era imposible escapar la gruesa capa de nieve que se extendía por el norte del País del Hielo. Entró en la cueva más grande, abierta a la fuerza por su chidori en la mitad de las rocas congeladas de la montaña.

—¡Sasuke, te extrañé!—chilló Karin, lanzándose a su cuello.

La despegó con un movimiento letárgico y se dirigió hacia el calor de la fogata en la mitad de la cueva, anhelando el calor que proviniera de cualquier otro sitio que no fuera el cuerpo de Karin.

—¿Qué te hizo tardarte tanto?—preguntó con un mohín, dando un salto hasta acomodarse a su lado.

—Mejor que sea bueno. Soportar a Karin mientras no estabas fue casi peor que estar a la merced de Orochimaru—murmuró Suigetsu, acomodándose para verlo mejor desde su cama improvisada al otro lado de la fogata. Partió su cabeza en dos corrientes líquidas cuando Karin le lanzó un zapato.

—Estaba explorando—respondió, sin intención de dar más explicaciones. Colgó sus botas y su capa en unos cordeles que pendían sobre las llamas—. ¿Qué encontraron?

—El secretario del daimyo confirmó que Itachi y Kisame estuvieron aquí hace tres días—dijo Juugo, levantándose para volver a cerrar la entrada de la cueva—. De acuerdo a sus espías, salieron por la frontera occidental.

Sasuke se sentó frente a la fogata y recogió una de las mantas, envolviéndose en ella. Quien sea que se atreviera a decir algo acerca de su líder temblando de frío, tendría que atenerse a las consecuencias.

—¿Karin?

—No pude encontrar ningún rastro de ellos después del río Haze—masculló Karin con el cejo fruncido. Apuntó a Suigetu con la barbilla—: Los leñadores confirmaron que vieron volar a un ave gigante alrededor de la frontera.

—Pensaron que era el espíritu de la nieve o algo así—añadió Suigetsu, rodando los ojos—. Seguro fue ese Akatsuki que Juugo siempre confunde con una mujer.

—Deidara—confirmó Juugo, sentado con la espalda contra la piedra de la entrada.

Sasuke frunció el ceño. Habían recolectado bastante información; demasiada información para estar tras la pista de dos de los criminales más peligrosos del libro Bingo. Si Deidara los recogió, podrían estar en cualquier parte hacia el occidente, pero ese exceso de pistas le hacía pensar que querían que fuera hacia ellos. ¿Una trampa?

—Partimos al amanecer—ordenó, recostándose sobre la manta que Karin habría preparado para él.

Esa noche, mirando el techo rojizo de la cueva, pensó en lo cerca que estaba de encontrar a Itachi. Se preguntó si podría matar al asesino de su familia, o si moriría él, incapaz de sobrepasar a su hermano hasta el final.

No. Morir no era una opción.

Después de acabar con Itachi podría tener un futuro, y, quizá, volver a Konoha. Sacó la pequeña flor amarilla de su manga y levantó una de las comisuras de sus labios. Konoha parecía haberse convertido en un lugar interesante.

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Estoy muy contenta de volver a escribir después de mucho tiempo!

Espero que les guste y puedan dejar sus comentarios.

Abrazos,

Nico.