Jou dejó el móvil por un momento y se centró en la sartén que acababa de poner en el fuego, a pesar de haber dejado el aparato seguí mirando los mensajes aparecer en la pantalla. Aquella mañana le habían ofrecido un puesto como médico de familia de un centro médico importante, en cuanto lo supo avisó a sus amigos por el grupo de Line que tenían los Niños Elegidos, que estallaron de alegría al saberlo. Taichi había propuesto una quedada improvisada aquella misma noche, pero cuadrar agendas tan dispares se hacía casi imposible, por lo que habían concluido quedar dos días después, cuando todos estaban libres. Se sentía feliz, orgulloso de lo que había conseguido después de tanto sacrificio.

Estaba tan feliz que se había dado el lujo de comprar algo de carne, de más calidad de lo acostumbrada, y se disponía a hacer buen uso de ella, como su madre le había enseñado. Estaba a punto de comenzar con el proceso cuando sonó la puerta. Vivía solo desde que empezó la residencia en el hospital actual, en un pequeño apartamento de una sola habitación en una zona tirando a pobre. Abrió la puerta para encontrarse con un sonriente Takeru al otro lado.

- ¿Takeru? ¿Qué haces aquí? ¿Me he equivocado de día? Pensé que habíamos quedado el sábado. – No era raro que Jou se distrajera y olvidara los planes.

- No, esta vez no te has equivocado. – dijo divertido. Se quedó mirándole, pidiendo permiso con la mirada para entrar.

- Oh, perdona. Pasa. Estaba a punto de hacer la cena.

- ¿Estás ocupado? Si quieres puedo venir en otra ocasión.

- ¡No! Si quieres puedes quedarte. Serás mi invitado de honor. – Dijo, orgulloso.

Mientras Jou cocinaba Takeru le contaba cómo, estando en casa, había pensado que Jou se sentiría feliz si alguien venía a celebrar con él el logro. Sabía que habían quedado dos días después para el mismo propósito, pero sabía que a Jou le haría ilusión celebrarlo aquel mismo día. Yamato era el portador del emblema de la amistad, y como buen portador había llamado personalmente a Jou para felicitarle, pero Takeru era su hermano, por lo que estaba bastante influenciado por el emblema de su hermano. Takeru era un buen amigo y siempre lo había demostrado, aquella tarde pensó que Jou disfrutaría teniendo compañía para celebrar tal logro y había partido rumbo a casa del médico. Hikari estaba en un congreso de pedagogía que llevaba meses esperando, así que no lo había podido acompañar, pero había animado a su novio a ir junto al médico ya que el resto de sus amigos estaba ocupado, un logro como aquel merecía todas las atenciones.

La cena fue lenta y animada, Takeru era un gran contador de historias y Jou era un gran público, por lo que la dinámica se dio sola. Después de terminar y recoger la mesa Jou sorprendió a Takeru sacando una botella de sake de uno de los muebles del salón. Jou no era un bebedor consumado como Daisuke o Miyako, pero le gustaba tomar algo de sake después de comer, como buen japonés, decían.

- Está buenísimo, Jou.

- Me lo dio mi padre las pasadas navidades, un amigo suyo produce sake y le dio unas cuantas botellas. Lo guardaba para una ocasión especial.

- No hay ocasión más especial que esta. Serás oficialmente médico en unas semanas.

- Me parece increíble, nunca pensé que lo conseguiría. – dijo, medio melancólico medio orgulloso.

- Siempre te ha faltado confianza, Jou-senpai – Dijo, usando el añadido "Senpai" que usaban en el DIgimundo.

El alcohol fue corriendo y la botella se acabó. Ambos estaban animados, pero no borrachos del todo. Jou no paraba de mirar el teléfono, lo que no había pasado desapercibido en Takeru. No había comentado nada por no molestar a Jou, pero el alcohol le había convencido de que no era mal momento para preguntar sobre el tema.

- ¿Quién es el que te tiene tan pendiente del teléfono? – no quiso sonar tan entrometido, pero ya no había vuelta atrás.

- ¿Cómo? – El tono de voz de Jou se disparó, como siempre que estaba nervioso.

- No dejas de mirar al teléfono, supongo que esperas que alguien contacte contigo. ¿Es aquel médico? – El sonrojo de y los aspavientos de Jou confirmaron su sospecha.

Todos sabían que Jou era homosexual desde la adolescencia, no fue fácil para Jou aceptar su sexualidad, pero portando el emblema de la sinceridad acabó aceptándose tal cual era y viviendo de acuerdo a su verdadero yo. Salió con un chico durante el último año de bachillerato y principios de la universidad, pero el sueño de Jou de convertirse en médico acaparaba todo su tiempo y aquello acabó separándolos. Después de eso no había tenido ninguna relación seria y se había volcado en su carrera, hasta ahora.

- Sí, esperaba que Makoto me mandara al menos un mensaje. Soy un iluso. – Parecía herido.

- ¿Por qué? ¿Iban las cosas mal entre vosotros?

- Las cosas no iban, Takeru-kun –Dijo derrotado – Soy un desastre. Cada vez que aparecía me convertía en un idiota, cuando mostraba interés por mí me ponía tan nervioso que sólo metía la pata. Al final lo trasladaron de departamento y apenas nos hemos visto. Una enfermera me dijo que había perdido el interés porque creía que a mí no me interesaba.

- Vaya, sí que eres un desastre. – Dijo divertido. A veces decía lo que se le pasaba por la cabeza.

- Moriré solo y sin haber vuelto a acostarme con alguien. ¿Se puede volver a ser virgen, Takeru? – Dijo, algo más animado, tratando de aligerar el ambiente.

- ¿No has vuelto a acostarte con nadie desde Sho-kun? – Se refería a Shota, la pareja de Jou durante la adolescencia. - Espera, ¿llevas casi 8 años sin sexo? – El alcohol los había desinhibido a ambos, que no habían hablado de sexo de forma tan explícita nunca.

- ¡No! Quiero decir, después de Sho-chan hubo algunos. Ahora mismo hace dos años que no estoy con nadie. Ha habido chicos, algunos besos, pero nada más allá.

- ¡Aun así es mucho! – medio gritó.

- ¡No grites, Takeru! – Dijo Jou, también gritando, lo que hizo que ambos comenzaran a reir y acabaran acercándose. Cuando pararon de reir Jou se dio cuenta de que estaba demasiado cerca de su amigo y se apartó.

- ¿Qué ha sido eso, senpai? ¿Te doy miedo? – Dijo divertido. Siempre había sido muy coqueto y le gustaba que la gente se viera afectada por su atractivo – Aunque siempre pensé que preferías a mi hermano – dijo sonriendo pícaramente.

- Eso pasó hace mucho – contestó a la defensiva. Takeru se refería al enamoramiento que tuvo Jou con su hermano Yamato a los 16 años.

- ¿Crees que soy atractivo? – Le gustaba la forma en que Jou lo miraba.

- Claro que sí – Dijo, mirando hacia otro lado mientras contestaba.

- ¿Más que Yamato? – Nunca se había sentido intimidado por su hermano, ni tampoco lo envidiaba, pero la expresión de vergüenza e incitación de Jou en este punto comenzaba a despertar cosas en él.

- Sois diferentes – dijo, siendo lo más correcto que pudo.

- Vamos, mójate – dijo, acercándose cada vez más.

- Yamato tiene un toque sensual y peligroso que me pone a cien, pero tú eres dulce y magnético.

- ¿Dulce y magnético? – dijo, mientras comenzaba a acariciarle la mano. Era muy suave, manos de médico.

- Eres amable y atento, un chico muy dulce, pero también eres consciente de tu atractivo y de cómo usarlo para causar el efecto que quieras. Es eso lo que te hace tan magnético. – Takeru sonrió satisfecho, Hikari lo había descrito así en más de una ocasión y le había confesado que cuando lo veía coquetear inocentemente con alguien, pretendiendo que no sabía lo que estaba pasando, lo hacía terriblemente irresistible.

- Tú tampoco eres consciente de lo atractivo que eres, Jou. – Dijo Takeru. En un principio pensó decirlo como amigo, para animarlo, pero cuando salió de sus labios lo dijo de una manera más sensual de la que esperaba.

- No digas tonterías, cualquier chico del grupo es más guapo que yo. – Dijo Jou, que había estudiado la belleza y sensualidad de sus amigos con mucha atención.

- No estoy diciendo que seas una belleza deslumbrante como Taichi o mi hermano, pero tienes un atractivo del que no eres consciente.

- ¿Lo dices en serio? – esta vez fue Jou el que se acercó.

- Sí, eres muy adorable cuando te pones nervioso y muy atractivo cuando te concentras estudiando. Las gafas te hacen ver sofisticado y tienes unos ojos muy bonitos. – Takeru no sabía de donde estaba saliendo todo aquello, no se consideraba homosexual ya que no le gustaba usar etiquetas, estaba enamorado de Hikari y lo estaría siempre, pero nunca había negado la posibilidad de estar con un hombre. Quizá fuera el momento de experimentar.

- Quizá debamos cambiar de tema. – Jou se separó de Takeru y desvió su atención al sake, aún le quedaba un sorbo y lo acabó de una sentada.

- ¿Por qué tenemos que cambiar de tema, senpai? ¿Preferirías tener esta conversación con mi hermano? – Takeru no entendía muy bien qué estaba haciendo, pero prefería dejarse llevar por la situación. Estaba disfrutando mucho seduciendo a Jou.

- No… No es eso Takeru-kun, pero quizá a Hikari no le parezca lo más apropiado. – A pesar de sus palabras no hizo el menor intento de separarse de Takeru, que comenzaba a acariciarle la nuca.

- Hikari y yo estamos probando cosas nuevas, senpai. Y quiero probarte.

Después de esas palabras comenzó a ejercer presión sobre la nuca de Jou, consiguiendo que los labios de su amigo se acercaran poco a poco a los suyos. Jou estaba confundido, jamás pensó en una escena parecida con uno de sus amigos, y menos con Takeru Takaishi. Takeru tampoco estaba muy seguro de cómo habían llegado a esa situación, había ido a su casa con intención de celebrar, nada más, pero el alcohol y la conversación lo habían llevado por lugares inexplorados. Takeru había pensado en cómo sería estar con un hombre, había hablado del tema con Hikari, que también sentía la misma curiosidad por estar con una mujer. Ambos habían concluido en que les atraía la idea de acostarse con alguien con la misma anatomía porque sabían lo que les daba placer y serían más precisos al dar placer al otro.

Técnicamente Takeru estaba llevando a la realidad una fantasía sexual, una fantasía que jamás pensó que viviría. Cuando Jou había confesado que Takeru le atraía, la esperanza de realizar aquel deseo tomó forma. Quería hacer una felación, quería sentir una erección crecer a causa de sus caricias y quería que otro hombre le diera placer. Quizá así comprendería mejor a Hikari.

Sentía los labios finos y suaves de Jou sobre los suyos, notaba el olor a colonia masculina emanar del cuello de su amigo, notaba la mano grande y caliente de Jou sobre la suya y supo que quería llegar hasta el final. Se dejó llevar por el deseo de su senpai, que parecía haber despertado bajo sus labios después de demasiado tiempo sin sentirse deseado. Respondió al beso de Takeru con ansias, pero se refrenó al instante, como avergonzado de su propia necesidad. Jou tomó la iniciativa y comenzó a lamer y mordisquear los labios de Takeru, que recibió la lengua del médico con curiosidad, dejándose explorar y explorando la boca de Jou, que sabía a sake.

Siguieron besándose con ansia, con cierto temor a dar un paso más por si el otro le rechazaba. Fue Takeru quien comenzó a dejar caer su peso sobre el de su amigo, haciéndolo inclinarse y dándole acceso a su cuerpo. Quedó así el rubio inclinado sobre Jou, que permanecía apoyado en los codos. Takeru se posicionó entre las piernas de su amigo y comenzó a tantear la piel bajo la camisa, que se sentía caliente y suave. La curiosidad lo tentó y estrechó su cadera contra la de Jou, que comenzaba a abultar tímidamente. Sentir el sexo de otro hombre contra el suyo propio fue algo inexplicable, era nuevo, quizá algo raro, pero excitante, diferente. Él mismo comenzaba a notar el calor concentrándose en su entrepierna y la tirantez le avisaba de una erección incipiente.

Abandonó los labios de Jou para concentrarse en su cuello. Era largo y esbelto, muy diferente al cuello delicado y fino de las mujeres con las que había estado, además de la sensación extraña de la nuez, inexistente en el cuerpo femenino al que estaba tan acostumbrado. Se concentró en besar y lamer el cuello de su amigo, la colonia se coló entre sus labios dejando el sabor químico del perfume en su lengua. Notaba la barba raspando su propia mejilla, era una sensación ruda pero en cierta parte placentera. Pasó la lengua por el nacimiento de la barba, para notar la sensación rasposa que Hikari debía haber sentido con él en muchas ocasiones.

Jou apartó cortésmente a Takeru de encima suya, él también quería libertad para recorrer su cuerpo. Aprovechó para desabotonarse la camisa y ayudó a Takeru a hacer lo mismo, cuando Takeru pasó la camiseta por su rostro, de modo que cubría su rostro, Jou le empujó por los hombros y comenzó a recorrer el pecho con los labios, mientras acariciaba la zona del bajo torso con las manos. Por un segundo Takeru se asustó, pero cuando notó la lengua de Jou sobre sus pectorales volvió a relajarse y terminó de liberarse de la camiseta. Lanzó la prenda lejos y se dedicó a acariciar el suave pelo de Jou mientras su amigo lo acariciaba. Takeru había seguido jugando al baloncesto ocasionalmente por lo que los músculos aún se notaban, mientras que Jou era más alto que el rubio y estaba algo menos en forma.

Esta vez fue Jou quién atacó el cuello de Takeru, que se dejaba hacer encantado. Notaba la diferencia, ahora que estaba con un hombre notaba una pasión más animal, una forma de entender la sexualidad más tosca, más ruda, que no había sentido en ningún encuentro con mujeres. Un deseo egoísta y a la vez hedonista de disfrutar primero haciendo disfrutar al otro, mientras que con una mujer el placer es compartido, siendo a veces el placer masculino el centro de la relación, por culpa de la educación actual.

Jou cada vez bajaba más, lamiendo y mordiendo por todo el torso de Takeru. Llegó a la cintura de los vaqueros e introdujo la lengua que encontró una mata de pelo púbico que franqueaba la erección de Takeru. No pudo resistirse y mordió suavemente el pene de su amigo por encima de la tela, lo que consiguió que el bulto creciera un poco más. Takeru lo apartó, consiguiendo que ambos quedaran en paralelo, mirándose con deseo. El rubio volvió a atacar sus labios, mientras lo hacía llevó su mano al paquete de Jou, que gimió contra sus labios. Era una sensación familiar y a la vez completamente nueva. Takeru se había tocado por encima del pantalón muchas veces cuando se excitaba, pero esta vez era el sexo de otro hombre el que se hallaba bajo su mano. Masajeó suavemente, como él mismo se hacía consiguiendo arrancar más gemidos de la garganta de Jou.

Jou comenzó a juguetear con el botón de los vaqueros de Takeru, desabrochándolo al final. Estaba decidido a introducir la mano bajo la ropa interior de su amigo cuando este lo detuvo gentilmente. Jou pensó en que el chico se había arrepentido, pero la mirada perversa de Takeru le anunciaba otra cosa.

- Siempre he sentido curiosidad por algo. – La voz de Takeru sonaba ronca y sensual, algo desconocido para Jou, acostumbrado a la voz jovial y cantarina del chico. – Quiero chupártela, senpai.

Jou asintió y se desabrochó los pantalones de vestir que llevaba en el trabajo, sin dejar de mirar a Takeru. La escena le parecía algo violenta, pero a la vez excitante, Takeru inclinado sobre su pelvis; Takeru tocando su pene erecto y pajeándolo despacio, mientras observaba curioso su erección; Takeru chupando tímidamente el glande rojo e hinchado, Takeru metiéndose su pene en la boca por primera vez.

Para Takeru también fue un momento extraño, le habían hecho muchas felaciones, Hikari protagonizaba la mayoría de ellas. Desde la primera vez que su novia le hizo sexo oral siempre quiso más y más, pero ahora era él quién estaba a punto de realizar una. Primero se posicionó junto a la pelvis de Jou, que permanecía tumbado y apoyado en los codos, para poder ver la escena con claridad. Observó el pene erecto de Jou, que de vez en cuando sufría un pequeño espasmo causado por el bombeo de sangre; lo rodeó con su mano, recreándose en la sensación de un pene extraño en ella, era menos grueso que el suyo propio y estaba ligeramente doblado hacia la derecha. Movió la mano arriba y abajo, viendo como el prepucio que cubría ligeramente el glande desaparecía dejando ante él la zona erógena. La curiosidad le pudo y cuando vio ante él la oportunidad la tomó, chupó con cierta reticencia el glande y al notar el escalofrío de placer de Jou no pudo aguantarse las ganas y se metió el sexo de Jou en la boca. Notó el sabor amargo y ácido propio del sexo masculino, ya lo había probado cuando Hikari lo besaba después de hacerle una felación, así que la sorpresa fue mínima. Trató de recordar lo que su novia le hacía y comenzó a reconocer el pene de Jou con la lengua.

Jou gemía sin control, casi había olvidado aquella sensación, el calor de la erección envuelta en la humedad de la boca ajena, el estímulo de la lengua jugando con el glande y masajeando su sexo con los labios, estimulando cada vez más rápido hasta llegar al orgasmo. Aún no había llegado a aquella parte, por lo que se dedicaría a disfrutar del momento. Llevó su mano a la coronilla de Takeru y la empujó con cierta delicadeza, para que el chico entendiera lo que quería. Takeru entendió el mensaje y comenzó a subir y bajar, Jou tuvo que pararle con un gritito para suplicarle que tuviera cuidado con los dientes, Takeru asintió y volvió a su cometido, recordó a Hikari y cómo ella también le había hecho un poco de daño con los dientes las primeras veces. Frunció los labios para que cubrieran la dentadura y volvió a succionar.

Subía y bajaba, notaba el pene haciéndose más grande en su boca y la mano de Jou en su coronilla instándolo con cierta brusquedad a ir más al fondo. Takeru comenzó a metérselo más al fondo y las arcadas no tardaron en aparecer, a pesar de que notaba la excitación creciente de Jou cada vez que su glande chocaba con la garganta de Takeru tuvo que reducir la marcha, no quería vomitar en un momento así. Volvió a centrarse en el glande y lo chupó y besó de formas y en tiempos diferentes, recordó algo que Hikari hacía a veces y acarició y chupó los testículos de Jou, que pareció complacido. Se dedicó a chupar los testículos depilados de Jou mientras con la mano lo pajeaba. Después de un rato Jou reclamó atenciones y volvió a chuparle el glande mientras con la mano lo estimulaba.

Los gemidos de Jou lo avisaban de que no faltaba mucho para que se corriera por lo que volvió a meterse el sexo de Jou en la boca y aumentó la cadencia de las succiones. Iba cada vez más rápido, la mano de Jou no permitía que bajara el ritmo, notaba las lágrimas saltándoseles por reprimir las arcadas pero la excitación creció en él y no pudo evitar comenzar a tocarse. No lo había hecho en todo aquel tiempo, concentrado en las nuevas sensaciones que estaba viviendo con Jou. Notó algo salpicándole la lengua, algo ácido, sabía por las conversaciones con Hikari que aquello era el líquido pre seminal y que la corrida estaba a punto de salir, tuvo que decidir en poco tiempo qué hacer, pero la mano de Jou seguía haciendo un fuerte agarre en su pelo, la respuesta fue fácil. Jou empezó a embestirle la boca, casi loco de placer, quería explotar dentro de aquel chico que lo llamaba senpai para provocarle. Embistió la boca de Takeru, notando como la zona de la pelvis se le tensaba, el placer comenzaba a concentrarse cada vez más, embestidas más fuertes, más placer, una boca virgen que pedía a gritos su semen. Explotó, se vació dentro de Takeru, que recibió placer en la boca.

Se sentía relajado, feliz, en paz, vacío. Hacía demasiado tiempo que otro cuerpo no lo tocaba, demasiado tiempo que no eyaculaba junto a alguien. Estaba sudado, extasiado, con las lágrimas saltadas, pero tenía algo importante que hacer. A su lado seguía Takeru, recuperando la respiración normal y limpiándose las lágrimas de los ojos, provocadas por la intensidad de las embestidas. Pero lo más importante, seguía teniendo una erección despuntando entre sus piernas.

Atrapó el pene de Takeru en su mano, había perdido la dureza por la desatención de Takeru, más concentrado en Jou. Besó con ganas a su amigo mientras masajeaba el pene del rubio, que volvía poco a poco a recuperar su forma. Le besó la boca, los labio, le mordisqueó los lóbulos de las orejas sin dejar de estimularlo. Takeru lo apartó un poco, necesitaba verle la cara, mirarlo a los ojos. Tenía la respiración acelerada, los labios y parte de la barbilla brillantes por la saliva y el rostro acalorado aún dominado por el éxtasis de la corrida.

Jou estaba un poco desubicado, ¿Acaso no le gustaba a Takeru lo que estaba haciendo? ¿Por qué lo había detenido? Quiso acercarse, atrapar la erección de su amigo y devolverle el placer que le había dado. Pero Takeru tenía otros planes, sentía la necesidad de seducir a Jou, de alguna manera ver el deseo de su senpai reflejado en palabras. Era escritor al fin y al cabo.

- ¿Te ha gustado, sensei? – Esta vez decidió usar el epíteto que recibían los médicos.

- Me ha gustado mucho, Takeru-kun. Ahora deja que me ocupe de ti.

- Quiero seguir hablando, si no te importa. – Aquello descolocó a su amigo.

- ¿No te gusta lo que te hago? Puedes pedirme otra cosa – La candidez de su senpai lo excitaba mucho, sin ni siquiera estimulación notaba su sexo crecer.

- Eres muy bueno con las manos, senpai. ¿Qué me harías con ellas? – Ni él mismo entendía aquello, en lugar de dejar que lo hiciera necesitaba ver salir la lascivia de los labios de Jou.

- Quiero masturbarte. – Dijo tímidamente, tan bajo que apenas lo escuchó.

- No te he oído, senpai. Tienes a tu disposición el cuerpo de tu kohai, pero antes tienes que decirme lo que harás con él.

- Quiero masturbarte. – Esta vez lo dijo más alto, esperando que con aquello bastara. Pero Takeru volvió a apartarlo.

- ¿Quieres examinarme, sensei? – Preguntó, falsamente apenado. – Pensé que preferirías jugar conmigo.

- Quiero hacerlo, quiero jugar contigo, pero no me dejas acercarme, Takeru. – Dijo, algo molesto.

- Hay muchas formas de dar placer, Jou. Quiero algo distinto de ti.

- ¿Qué quieres?

- ¿Alguna vez has vuelto a casa y te has masturbado pensando en el cuerpo de un paciente?

- ¡Takeru! – Jou estaba avergonzado y horrorizado. Verle así, cohibido cuando su cuerpo respondía de otra manera lo volvía loco.

- Dímelo, senpai.

- Quizá, alguna vez.

- ¿Te gustó?

- Mucho.

- ¿alguna vez te has masturbado pensando en mí? – Takeru había retomado las caricias a su sexo y permanecía con los ojos cerrados. – Sé sincero.

- No.

- Vaya, eso me ha dolido. –Dijo juguetón. - ¿Lo harás a partir de ahora?

- Sí. – La sinceridad de Jou lo ponía cardíaco, su voz grave y masculina acariciaba sus oídos.

- Yo también lo haré. Alguna noche soñaré con esto y eyacularé pensando en esta noche.

- ¿Vas a irte sin permitirme recordar tu cuerpo, su tacto? – Preguntó muy cerca de su oído Jou.

Se notaba a punto de terminar, la conversación y aquella pregunta saliendo con un tono tan sensual de los labios de Jou-senpai estaban a punto de hacerle estallar. Tomó en consideración las palabras de su amigo y se puso de rodillas, haciendo que su cadera quedase a la altura de la cabeza de Jou, que permaneció sentado. Jou no desaprovechó la oportunidad y comenzó a tocar el pene erecto de Takeru. Era más grande que el suyo propio y algo más ancho, ¿Sería igual la de Yamato? Jou se dio el gusto de realizar una fantasía adolescente y comenzó a chupar la erección de Takeru imaginando que era su hermano Yamato quien se encontraba de rodillas frente a él. El rubio Ishida había protagonizado sus primeras fantasías sexuales y ahora podía realizarlas, en parte.

Takeru notaba la boca más grande y brusca que la de sus otras compañeras sexuales, recordó la dulce y redonda boca de Hikari, la sensual y fina boca de Mimi y dejó que la sensación de rudeza y deseo de la de Jou prevaleciera. El médico agarró las nalgas de su amigo y aumentó el ritmo sin aviso, quería hacerle disfrutar. Takeru notaba su pene tocando el fondo de la garganta de Jou, se notaba muy cerca, notaba las manos grandes y finas de Jou en su trasero, y él también comenzó a mover la cadera. Se notaba que el joven médico tenía más experiencia que él porque no pareció verse afectado por las náuseas. Takeru abrió los ojos, vio el pelo negro azulino de Jou sobre su pubis y dio una última gran embestida que terminó con su semen derramándose en la lengua del médico.

Jou no paraba de pensar en Yamato, la voz de ambos hermanos era similar por lo que pudo imaginarse más fácilmente al hermano de Takeru en su lugar. Sintió un inmenso placer al notar el semen en su boca, se sentía satisfecho a niveles que nunca había conocido. Notaba una fantasía cumplida por lo que a la satisfacción física se sumaba la mental de la fantasía cumplida.

Después de aquello Takeru le habló de la relación tan especial que tenía con Hikari, para acallar la conciencia del mayor. Jou lo entendió, él mismo llevaba un estilo de vida que no todos aceptaban y nunca daría la espalda a un amigo. Takeru le agradeció haberle dejado experimentar lo que es estar con un hombre y Jou le devolvió el agradecimiento, había festejado su nuevo puesto de trabajo con un amigo y además había acabado con su sequía sexual, estaban más que igualados.