¡Último capítulo! Este es cortito, pero creo que deja la puerta abierta a la imaginación. A partir de aquí, el futuro de la pareja está en vuestras manos. Me hubiera encantado alargarlo más, pero tengo muchas obligaciones y MUCHOS dramiones en proceso :(

Gracias por acompañarme en esta corta historia, ha sido un placer poder compartirla con vosotras. Los reviews han sido muy inspiradores *corazones*

Nat, ya sabes que esto es para ti. Sé que la situación en Puerto Rico está mal, pero espero de corazón saber pronto de ti, que nos digas que estás bien.


Was fist fighting a sandstorm
Now I ain't boxing anymore
I'm letting go and it's beautiful
Fist fighting a sandstorm

Fist fighting a sandstorm ― Sia


V. HOLD YOUR BREATH AND DIVE IN

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Hogwarts, 2 de mayo de 1998

«¡¿A qué esperáis?! ¡Atrapadlo!».

Esas palabras no dejaban de repetirse en la mente de Pansy. ¿Por qué las había dicho? ¿Por qué?

Ahora, encerrada en las mazmorras junto con todos sus compañeros, reflexionaba sobre la guerra. No sabía qué prefería, si estar luchando arriba o estar encerrada abajo. Tal vez su situación actual era preferible: no sabía si tendría valor de hacer lo que se esperaba de ella. No sabía si sería capaz de luchar contra los niños con los que había crecido.

No era que sintiera algún tipo de cariño por esos patanes. Pero una cosa era sentir desprecio por ellos, y otra muy distinta matarlos.

Pero lo peor había sido la mirada que le había dedicado McGonagall. No era de decepción, sino todo lo contrario. Esos ojos habían dicho: «Mírate. Ya tardabas en hacerlo».

Aquella mirada la había hecho sentir la peor persona del mundo.

·

Hogwarts, 2 de mayo de 2012

Aquel día, la escuela albergaba al doble de personas de las que normalmente vivían en sus inmediaciones.

Se habían hecho los discursos necesarios y se había llorado. La sangre que se derramó en aquel suelo nunca podría limpiarse, pero al menos, cada año la herida cerraba cada vez un poco más.

Harry estaba solo. No había querido unirse al grupo de sus amigos. En momentos como aquel, prefería meditar en soledad sobre todo lo que había hecho durante la guerra y los años anteriores. Voldemort seguía viviendo en algunas de sus pesadillas, y cada año, cuando volvía a Hogwarts por el aniversario, lo revivía un poco, pero era algo necesario. No podía ni quería olvidar, porque olvidar llevaba a cometer los mismos errores.

Y el mundo mágico no podía permitirse a otro loco sediento de poder.

Miró a su alrededor. Hermione estaba abrazada a Draco, quien secaba una lágrima de su mejilla. Ambos se sonrieron con tristeza.

Blaise y Ginny estaban uno al lado del otro. Estaban cogidos de la mano, pero mantenían la distancia. Harry observó con una sonrisa cómo ella apretó levemente la mano que lo unía a su novio.

Había muchos viejos conocidos más. Dean y Seamus estaban uno al lado del otro. El primero apretaba los labios, el segundo movía la varita entre los dedos, un viejo hábito de cuando estaba nervioso.

Más allá estaba Neville con su esposa, ocupándose del grupo de alumnos de primero. Era un gran profesor, no había más que ver cómo reconfortaba a sus estudiantes.

Luna también había acudido aquel año, acompañada por su marido y sus hijos gemelos. La bruja rubia tenía a uno en los brazos, y susurraba algo en su oído. Explicar una guerra a un alma tan pura era difícil.

Cuando el minuto de silencio terminó, todos los magos y brujas levantaron sus varitas al cielo, que quedó iluminado por centenares de Lumos.

Harry se acercó a Minerva para darle un abrazo. La mujer parecía cansada ―ser directora de Hogwarts no era tarea fácil―, pero seguía en pie.

―Potter, me alegro de verte. ―La profesora lo saludó como había hecho catorce años atrás. Usaba la misma frase cada año.

―Directora. ¿Preparada para que los niños vengan a Hogwarts?

La mujer puso cara de espanto.

―¿Ya les toca?

Harry rio.

―Tranquila, todavía tiene unos cuantos años de paz. Pero no se ponga cómoda, ya sabe que el tiempo vuela.

McGonagall suspiró.

―Que me lo digan a mí. Miraos ―señaló a Harry y sus amigos―, qué mayores estáis. Cómo hemos cambiado todos.

Harry depositó un beso en la mejilla arrugada de la mujer.

―Usted sigue igual de guapa que siempre.

―Igualito a su padrino ―masculló la mujer, poniendo los ojos en blanco. Miró a su espalda, más allá. Parecía tan sorprendida que Harry se giró―. Vaya, hablando del pasado…

Pansy, que se había marchado dos días atrás a Estados Unidos, estaba allí. La mujer miraba a su alrededor con la cabeza gacha, como si se avergonzara. Como si no fuera digna de estar allí junto con los demás. Cuando sus ojos se encontraron con los de Harry, se quedó plantada en el sitio.

Esperando.

Harry se acercó a ella lentamente, sin poder creer del todo que de verdad la tuviera a un roce de distancia.

―Creía que estarías en Chicago ―fue lo único que se le ocurrió decir.

―Lo estaba ―se limitó a responder ella.

Sin que se dieran cuenta, ya estaban abrazados. Pansy se cogía a él como si fuera a dejarla ir en cualquier momento. Harry depositó un beso en su frente, aspirando el aroma que se había convertido tan familiar para él.

―¿Te quedas? ―preguntó.

La respuesta podría cambiarlo todo. Dos vidas, para ser exactos.

―Si me acoges en tu casa ―bromeó ella―. No tengo dónde dormir.

―Creo que tengo sitio para ti ―respondió él, riendo.

Pansy cerró los ojos y aflojó el agarre.

―No estoy enamorada de ti, que conste ―aclaró con cierta dureza.

Harry chasqueó la lengua.

―Amor, cariño, atracción… Da igual. Tenemos tiempo para ir saltando de un estatus a otro. Mucho tiempo.

»Toda una vida, si nos lo proponemos.

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