Disclaimer: Digimon es propiedad de Bandai y Toei Animation, no hago esto con fines lucrativos.

La abeja y la flor

Capítulo 6: Touché

—¿Y bien? —preguntó Takeru mientras degustaba la tercera o cuarta cucharada del enorme helado que se había pedido.

—¿Y bien qué? —retrucó Yamato dando un sorbo a su café helado.

Ambos se hallaban en la mesa más apartada de la entrada de aquella heladería que quedaba a diez minutos de la escuela.

—¿Por qué me trajiste aquí? Digo… que fueras a buscarme a la secundaria ya es extraño de por sí, pero que además me invites a una heladería…pues… —Extendió ambas manos hacia los costados queriendo demostrar que era obvio que había gato encerrado.

—¿Qué? ¿Acaso no puedo hacer algo bueno por mi hermano menor?

—No desde que empezaste a salir con chicas y tu banda se empezó a hacer famosa.

—Vale, me estás acusando de haberte dejado de lado, pero tú no te quedas atrás.

—¿De qué hablas? —preguntó con auténtica confusión, y entonces lo supo—. Ah, espera… ¿mamá te pidió que hablaras conmigo? Es eso, ¿no?

Yamato se quedó en silencio, dándole la razón.

—¿Desde cuándo haces lo que mamá te pide? Ni siquiera se hablan.

—Si nos hablamos —mintió—. Y lo hago desde que se trata de ti. Está preocupada, cree que estás yendo demasiado rápido con este asunto de las chicas.

Takeru entornó los ojos y se cruzó de brazos mientras se inclinaba hacia atrás.

—Dice que no quisiste escucharla, así que pensó que tal vez me escucharías a mí.

—Ah, ¿sí? —preguntó escéptico y burlón.

—Sí, lo mismo dije yo, pero, ¿qué quieres? Sabes lo persuasiva que puede ser. Es más, tú lo sacaste de ella y ella del abuelo Michel.

—No puedo decir que no sea verdad… —comentó con orgullo.

—Entonces, ¿qué fue lo que le dijiste para que estuviera tan preocupada?

Takeru sonrió. En realidad, no había sido su intención asustar a su madre.

Un día llegó al departamento después de clases y se la encontró sacando cuentas en la mesa del comedor. Aquello no hubiera sido extraño si no fuera por un pequeño detalle: Natsuko nunca estaba tan temprano en casa.

—Mamá —saludó sorprendido, haciendo que la mujer levantara la cabeza de los papeles y finalmente notara su presencia.

—Ah, Takeru. Te estaba esperando.

—¿No deberías estar en el trabajo a esta hora? Quiero decir, no es que me queje de que estés aquí, pero normalmente no estás.

—Pedí permiso para venirme antes porque hay algo que necesito hablar contigo.

—De acuerdo —contestó él con cautela, deshaciéndose de su mochila en el sofá antes de ir a sentarse frente a su madre—. Tú dirás.

Natsuko inspiró profundo y se puso un poco nerviosa. Desde hace un tiempo que ya no era tan fácil hablar con su hijo, estaba creciendo, era natural, pero eso hacía las cosas más complicadas, sobre todo considerando que él no tenía una figura paterna presente que le hablara de ciertos temas.

—De acuerdo, solo iré al grano. He notado que últimamente sales con muchas chicas…

—Sí, son amigas de la escuela. Ser hermano de Yamato tiene sus ventajas —comentó con una sonrisa socarrona.

—No creo que esté bien que te aproveches de su fama, pero…no es eso sobre lo que te quería hablar. Lo que me preocupa es… ¿te estás cuidando?

—¿Qué quieres decir? Espero a que el semáforo se ponga en verde antes de cruzar y siempre miro hacia ambos lados, si eso sirve de algo —bromeó.

—No me tomes el pelo, Takeru. Sabes de lo que hablo —replicó ella, sonrojada producto de la molestia.

—No, no lo sé. Y si sigues barbotando cosas sin sentido tampoco lo haré.

—Está bien. Si así lo quieres… —Se tomó un par de segundos para recomponerse—. Ya tienes catorce años y sé que has tenido tus primeras poluciones. Además, eres atractivo, así que no dudo que más de una chica acepte salir contigo más que solo por ir a los conciertos de tu hermano…

—Sigo sin entender —respondió con descaro, esa parte sin duda la había heredado del abuelo Michel.

—Que es normal que quieras experimentar.

—¿Experimentar?

—¡Tener sexo! —exclamó una Natsuko ligeramente fuera de control.

Como decía, hablar con Takeru no era igual de fácil que antes.

—Ahhhh, ahora sí entiendo. Quieres saber si ya he tenido sexo.

—¡No! Quiero decir, si tú quieres... No necesitas contármelo, solo quiero asegurarme de que tomes las precauciones necesarias y sepas lo que estás haciendo.

—No he tenido sexo, mamá —contestó como si fuera obvio—. Pero tengo condones por si acaso si quieres ver… ¿me enseñarás a ponerme uno?

—¡Takeru Takaishi, deja ya de tomarme el pelo! Esa no es forma de hablarle a tu madre.

Takeru finalmente rio y se llevó una mano a la boca como si estuviera limpiándose restos de comida.

—Está bien, creo que me pasé. Pero sé todo lo que tengo que saber, mamá. Todo esto no es necesario, ¿sabes?

—Sí que lo es.

—No. Todo está es internet —dijo mientras se ponía de pie—. Será menos vergonzoso para los dos, ¿no crees?

—Takeru, no he terminado todavía —advirtió la mujer.

—Yo iré a dormir una siesta. ¿Podemos dejarlo para otro día?

—¡Takeru, vuelve aquí en este mismo instante!


—¿Tienes que ser siempre tan…?

—¿Encantador? —completó Takeru—. Estoy seguro de que la palabra que buscas es encantador.

—Más bien atrevido y descarado.

—Eso es culpa de mi genética.

—Ya —replicó aburrido.

—¿Entonces…me darás una charla sobre sexualidad aquí? ¿En serio?

—Solo lo básico.

—¿Y puedo preguntar cómo fue tu primera vez?

—No —contestó tajante.

—¿Y cómo hacer una pa…?

—¡No! Tú te callarás y yo hablaré.

—¿Así fue con papá? —preguntó con suspicacia.

—¿De qué hablas?

—De la charla que te dio sobre sexualidad.

—Y-ya…ya no recuerdo bien. Creo que desconecté la mayor parte del tiempo.

—¿En serio?

—¿A qué juegas, Takeru?

El menor se tomó todo el tiempo del mundo para succionar ruidosamente por la bombilla la parte del helado que ya se había derretido antes de volver a hablar.

—¿Realmente vamos a jugar a esto, hermano? Tú y yo sabemos que papá nunca te dio esa charla.

—¿Qué estás diciendo? Por supuesto que… —calló de golpe al ver la mirada segura y divertida del menor—. De acuerdo, no lo hizo. Pero eso no tiene nada que ver con…

—Yo no lo diré si tú no lo haces.

—¿Me estás chantajeando? —Se indignó.

—Negociando es la palabra correcta.

Yamato se hizo hacia atrás en la silla, incrédulo. ¡Ese pequeño bribón!

—¿Y bien? ¿Qué me dices? Ahh, sabía que estarías de acuerdo —resolvió al no obtener una respuesta por parte del mayor—. Como sea, fue un gusto pasar el rato juntos, hermano. Podemos repetirlo cuando quieras —concluyó antes de levantarse de la mesa y marcharse tan campante como siempre y, por supuesto, sin pagar.


Notas finales:

Quizá me he pasado un poco con Takeru, pero mi divierte imaginarlo tomándole el pelo a todo el mundo.