¡Hola a todos! Este es un fic que, personalmente, adoré con todas mis fuerzas, y no pude contenerme a traducirlo. NO es mi de autoría, sino de una gran usuaria y gran escritora que me concedió el permiso para poder traducir al español su historia.

¡Gracias, lovecomesinattheeyes!

Disclaimer: Los personajes no me pertenecen, son producto de la mente ingeniosa del gran George R. R. Martin.


Sansa POV

Invernalia está repleto de actividad ante la inminente llegada del Rey del Norte y su nueva aliada. Sansa se encuentra en el patio, esperando para recibir a su hermano y a la Reina de Dragones. Arya está a su lado, y a pesar de que Sansa puede notar que Arya parece relajada en el exterior, ella sabe que su hermana está emocionada de ver a su hermano Jon de nuevo.

Un cuerno sopla desde la muralla y ella es capaz de escuchar el sonido de los. Escucha el trote apresurado de un caballo acercándose y retuerce sus manos entrelazadas. Se pregunta cómo reaccionará su hermano ante la noticia de la muerte de Lord Baelish.

Los guardias se quedan atentos mientras que su hermano, con un inmenso parecido a su Señor Padre, aparece a la vista. Él está sentado encima de su caballo negro, muy parecido a un Rey, y ella sonríe. Sansa le echa una mirada a Arya, cuyo rostro se ilumina de alegría, y luego a Jon, que cuando ve a su hermana pequeña también sonríe ampliamente.

—¡Arya! —grita Jon con entusiasmo y salta rápidamente de su montura.

Arya corre hacia él y ambos se encuentran a medio camino, sus fuertes brazos alzándola en vilo y haciéndola girar alrededor como una muñeca de trapo.

—Dioses, has crecido. —Jon la sostiene por los hombros, inspeccionándola con afecto—. ¿Aún tienes a aguja? —apunta hacia la delgada espada en su cadera.

—¡Por supuesto que sí! —exclama la menor de las Stark—. No habría podido regresar a casa si no fuese por Aguja.

—Esa es nueva —reflexiona él mientras observa la daga de acero Valyrio que ha enfundado en su otra cadera—. ¿Es esa la espada que corta la garganta de los traidores? —él baja la voz y, luego de que Arya asiente, la toma de los hombros y tira de ellos hacia Sansa, abrazándolas a ambas y susurrando bajo de manera que solo ellas puedan escucharlo—. Ustedes tres hicieron justicia por nuestro padre. Él y su madre estarían orgullosos de ustedes. Yo estoy muy orgulloso de ustedes —besa a cada una de sus frentes antes de dar un paso atrás.

Es en ese momento en el que Sansa nota a la Reina de cabello plateado, sentada a horcajadas de una yegua blanca y gris. Recuerda las palabras que Petyr Baelish le había dicho hacía menos de una semana, "he escuchado rumores de que la Reina de Dragones es muy hermosa". Sansa descubre ahora que los rumores estaban en lo cierto. Ella es pequeña, y aún así desprende una confianza y fiereza que resulta palpable. Los ojos de la Reina están posados en el encuentro familiar de ellos mientras sonríe con suavidad.

Jon mira hacia la Reina y ambos intercambian una mirada significativa. Es visible que el afecto ha crecido entre el Rey del Norte y la Reina de Dragones. Sansa se mantiene impasible a la vez que la Reina desmonta su caballo. Jon alcanza la mano de la chica Targaryen y ella da un paso adelante, agarrándolo.

—Arya, Sansa —comienza llamando a sus hermanas—, me gustaría presentarles a Daenerys Stormborn de la Casa Targaryen, legítima Reina de los Siete Reinos.

Sansa se inclina al igual que una dama, mientras que Arya realiza una reverencia propia de un caballero.

—Su Majestad —dicen ambas en unísono.

—Gracias por recibirme en su casa. Espero con ansias que podamos fortalecer nuestra alianza —dice ella, su voz suave pero firme, y con un marcado acento extranjero. Jon se da vuelta hacia el Maestre.

—Por favor, convoque a todos los Lores de Invernalia al Gran Salón. —El Maestre asiente y se va a cumplir con la tarea asignada.

Un nudo se asienta en el estómago de Sansa. ¿Hará pública su intención de arrodillarse ante esta mujer en frente de todos sus abanderados? ¿Como su primer acto después de cruzar la puerta de entrada? Sansa maldice a los dioses por haberle dado un hermano tan ciego en su honor que limita en lo tonto.

—Hermano, ¿quizás podemos reunirnos en privado para discutir un par de asuntos mientras los Lores norteños llegan?

—Claro —asiente Jon—. La Reina Daenerys se unirá a nosotros también.

Sansa se da vuelta, ligeramente furiosa ante la nueva devoción que su hermano profesa hacia la Reina. Normalmente, Sansa esperaría a que el resto de la procesión real llegara antes de comenzar a tratar temas importantes, pero, francamente, no hay tiempo para formalidades.

El grupo marcha a través del castillo a la tranquilidad de la habitación del Lord. Sansa se detiene en la puerta, permitiendo así que su hermano y la Reina se adentren en la estancia. Ella entra después de ellos y Arya cierra la puerta detrás de ella. Bran se encuentra sentado en su silla de ruedas al lado de la chimenea, y un hombre de apariencia amable se encuentra a su lado.

—¡Bran! —. Otra mueca de alegría se extiende a través de la cara de Jon. —¡¿Sam?!

—¡Hola Jon! —la mueca de incomodidad en la cara de Sam se hace más visible y se pone de pie, abrazando a su hermano de la Guardia de la Noche.

Jon se da vuelta y se inclina, besando la frente de su hermano menor. Sansa mira a hurtadillas de nuevo a la Reina y descubre una suave sonrisa en sus labios y una triste mirada en sus ojos. Ella no tiene hermanos, está sola en el mundo. Sansa siente un pequeño cosquilleo de lástima por ella y se decide a darle a Daenerys la oportunidad de demostrar lo justa y noble que es como Reina antes de despreciarla.

—Jon, tenemos algo que decirte —los ojos de Bran viajan entre la Reina y Jon.

—¿Puede esperar? Debo hacer un anuncio —pregunta Jon mientras se posiciona al lado de la Reina. Sansa nota la extrema proximidad entre ambos. —Planeo arrodillarme ante la Reina Daenerys.

—Jon —lo corta Sansa—, no creo que a los Lores del Norte les agrade eso. La historia de los Stark y los Targaryen es larga y sangrienta. El norte recuerda —su voz con un dejo de advertencia.

—Sí, pero la Larga Noche está sobre nosotros. No tenemos tiempo como para que las batallas de nuestros padres determinen cómo debemos actuar entre nosotros en un futuro. —La mirada fría de Jon comienza a decaer, dando paso a su expresión reflexiva de siempre.

—Quizás no, pero tú conoces la terquedad de los norteños —responde Sansa —. Cuando el Ejército de los Muertos esté destruido, ¿crees que estos Lores la aceptarán como Reina? —une miradas con la belleza extranjera y nota su tranquilidad.

La puerta se abre de repente y Tyrion Lannister y Davos Seaworth se adentran en la habitación.

—Asumo que mi invitación se perdió —bromea Tyrion al entrar a la habitación, cerrando la puerta a sus espaldas. —Como Mano de la Reina, insisto en ser parte de estas pequeñas reuniones.

—Mis disculpas, mi Lord —responde Daenerys. —Estábamos solo discutiendo las complejidades sobre cómo hacerle saber a los Lores norteños que Jon desea inclinarse ante mí. —la familiaridad entre ambos llama la atención de Sansa. ¿Jon? No Rey Jon, no Su Majestad… ¿Solo Jon?

—Ah —Tyrion asiente antes de dirigir su mirada hacia Sansa. —Hola, Lady Sansa —él sonríe hacia ella, alcanzando su mano. Ella la toma y él besa sus nudillos. —Le he informado a tu hermano que nuestro matrimonio fue un engaño y que si bien las palabras fueron dichas para mantener las apariencias, no se consumó. La Reina ha accedido a no reconocer la unión.

Sansa se siente aliviada de inmediato al saber que tiene un problema menos del cual preocuparse, pero también está un poco triste. Tyrion siempre fue el más amable y honorable de los Lannisters. No decía mucho, pero le tenía un cariño especial por protegerla a su propia manera.

—Gracias, mi Señor Mano —responde Sansa, asintiendo hacia él. Tyrion sonríe con cierta tristeza y se detiene para presentar sus respetos a Arya.

—Arya, luces mucho más letal que cuando estabas más pequeña.

—Si tan solo usted supiera —ella sonríe hacia él y los ojos de Tyrion se abren con profundidad.

Él menea la cabeza como si tratara de remover un pensamiento molesto y sus ojos se posan en Bran.

—Esa es una buena manera de andar —dice con admiración—. Sin duda es mejor que ser cargado por un semi gigante.

—Hodor está muerto —responde Bran, carente de toda emoción.

—Por todos los dioses, ustedes los Stark son un grupo interesante —jadea Tyrion y toma asiento. —Con respecto al hecho del Rey Jon arrodillándose… Lo recomiendo.

—Yo no —refuta Sansa.

—Hay problemas mayores que ese en este momento —los interrumpe Bran en su tono misterioso particular. —Jon, hay algo que debes saber.

Bran mira alrededor, analizando todas las caras y después posa los ojos en Daenerys.

—¿Quizás es mejor si los dejamos solos? —sugiere Sam.

Una mirada de confusión cruza la cara de Jon. —Lo que sea que deban decirme pueden hacerlo en frente de todos.

—Jon… —ruega Sam con suavidad—. Realmente no creo que…

—Díganmelo aquí —ordena Jon.

Sam mira hacia Bran, cuyos ojos se encuentran con los de Jon.

—Al arrodillarte estás renunciando a tu derecho por nacimiento.

Confusión cruza por la cara de todos los presentes en la habitación.

—¿Qué intentas decir? —pregunta Jon con cierta desconfianza.

—Jon —comienza Sam—, tú eres el heredero al Trono de Hierro.

Todos los ojos se posan sobre Jon y una pequeña sonrisa aparece en su cara. Daenerys se ve confundida, sus ojos viajando de Jon a Bran y a Sam, y de regreso a Jon.

—Yo soy el hijo bastardo de Eddard Stark y ahora no es tiempo para bromas —responde Jon.

—Tú no eres mi medio hermano —responde Bran de manera glacial. —Tu madre era mi tía Lyanna.

Una inhalación conjunta de todos los presentes en la habitación tensa el ambiente. La expresión de Jon se oscurece y estrecha su mirada.

—¿De dónde sacaste toda esa información? —lo desafía Jon.

—Lo vi. En mis visiones. Padre fue a salvar a tu madre en la Torre de la Alegría en Dorne. Allí descubrió a su amada hermana yaciendo en una cama llena de sangre. Ella estaba muriendo y sus doncellas te colocaron en sus brazos. En sus últimos momentos, ella hizo que nuestro padre prometiera que te protegería, que te criaría como a su propio hijo.

Jon se balancea un poco en el acto y estira su mano para apretar el respaldo de una silla en busca de apoyo y estabilidad. La Reina plateada lo observa, con consternación y desconfianza plasmada en su rostro.

—¿Cómo es que eso lo convierte en el heredero del Trono de Hierro? —la voz de Daenerys rompe el amplio silencio.

—Yo puedo responderle eso, Su Majestad. —Sam da un paso adelante, con sus ojos clavados en el suelo. —Usted sabe que Lyanna estaba prometida a Robert Baratheon, pero su corazón pertenecía a otro hombre —levanta la mirada hacia ella. —Su hermano, Rhaegar.

Daenerys lo mira, estrechando sus ojos con escepticismo.

—Mi hermano estaba casado con Elia de Dorne. Incluso si él y Lyanna estaban enamorados y Jon fuese el resultado de eso, aún sigue siendo un bastardo.

—Uhh —la voz de Sam tiembla—, no exactamente. El Gran Septon Maynard mantuvo un diario y, mientras estaba en la Ciudadela, me encontré con un escrito en donde él deja constancia de que anuló el matrimonio entre Rhagear y la princesa Elia de Dorne, y auspició una ceremonia secreta en donde casó a Lyanna y a Rhaegar.

El viento es extraído de la habitación mientras un silencio asfixiante se establecía entre ellos.

—Así que eso significa… —comienza Davos mientras señala a Sam, a Jon y a Daenerys.

—Que parece que estamos frente a la presencia de dos Targaryens —responde Tyrion.

La calma de Daenerys se rompe y se gira hacia Sam, dirigiendo toda su ira hacia él.

—Estoy confundida, ¿estás llamándome mentirosa? ¿O estás tratando simplemente de refutar mi reclamo al trono y así puedes apoyar el de Jon? —una furia se ha despertado en ella, y se gira hacia Jon esta vez. —Dime que no planeaste esto. —Su cara es indescifrable mientras le da la espalda a la habitación.

Él la mira en blanco por un momento, una mezcla de emociones cruzando su cara antes de que se rompa, sus manos rasgan la silla que había estado utilizando para sostenerse y la arroja contra la pared, rompiéndola en pedazos.

—¡No quiero ningún endemoniado trono! ¡Nunca quise ser un líder! ¡Nunca quise ser un Rey! ¡NUNCA QUISE NADA DE ESTO! —se pone de pie con las puntas levantadas y manos crispadas. Está temblando y su cara se contorsiona en una ráfaga de emociones.

Los hombros de Daenerys se relajan ante su repentina explosión. Los ojos de todos están pegados en la pareja, casi con miedo a respirar. Ella da unos pasos adelante, sin inmutarse por su obvio arranque de ira y posa una mano en su mejilla, dejando que sus ojos se encuentren con los de él. Una mirada significativa atraviesa los ojos de ambos.

—Sangre de mi sangre —ella murmura con suavidad y él cierra sus ojos, jadeando levemente a la vez que las lágrimas comienzan a deslizarse a través de su cara. Ella lo presiona contra sí y él se derrite en su abrazo, frotando su cara contra su hombro, su cuerpo sacudiéndose por sus silenciosos sollozos. Sus brazos la aprietan contra él con fuerza, mientras las manos de ella acarician con suavidad su cabeza y sus hombros.

De repente, Sansa siente que se está entrometiendo. Ella mira alrededor y se da cuenta de que las miradas de todos están posadas lejos de Jon y Daenerys a excepción de Tyrion. La mirada del Lannister se encuentra adherida a la pareja y Sansa puede decir que su mente está trabajando. Él mira a Sansa como si ambos hubiesen llegado a la misma conclusión al mismo tiempo.

—Los Dioses son seres crueles. —El susurro de Tyrion corta el tenso silencio que se instaló en la habitación. —Jon, entiendo que estás dolido. Entiendo que te han mentido y que no estés consciente realmente de lo que esto significa ahora. Pero en los meses pasados, vi la verdad en tus ojos. Estás enamorado de la Reina Daenerys—. Ambos, Jon y Daenerys, se separan abruptamente, ambos mirando a Tyrion con lágrimas en sus ojos. —Y ella siente lo mismo—. Un leve sonrojo colorea las mejillas de Daenerys mientras ella se quita las lágrimas—. Ustedes estaban destinados a conocerse. Quizás incluso destinados a amarse. Esta revelación acerca de tu verdaderos progenitores necesita permanecer en esta habitación y nunca abandonarla —Tyrion mira a cada uno de los presentes, y todos asienten de acuerdo—. Pero su amor es innegable. Úsenlo. Creen una alianza por matrimonio. Dejen que haga fuerte al Norte. Dejen que solidifique la unión entre los Stark y los Targaryen.

Sansa da un paso al frente.

—Estoy de acuerdo con Lord Tyrion. Yo iba a sugerirlo tan pronto llegaron, estas nuevas epifanías solo apoyan más esa idea. Los Lores norteños pueden que no se arrodillen ante una Reina sureña, pero ellos se arrodillarán ante esto. Ellos verán la ventaja de que el Rey del Norte gobierne desde el Trono de Hierro junto a la Reina de Dragones.

Un silencio se instala en la habitación de nuevo y Jon se gira hacia Daenerys. Ella copia sus movimientos y contemplan los ojos del otro. Algo varía entre los dos. Él eleva sus manos para acunar su cara, sus pulgares acariciando sus labios mientras su frente descansa sobre la de ella. Ella agarra las pieles de su pecho y toma una respiración vacilante.

—¿Es esto lo que quieres? —pregunta él con suavidad. Ella se endereza un poco y observa sus ojos oscuros—. Porque si es así, el trono es tuyo. Mi corazón es tuyo. Mi vida es tuya —susurra Jon y, nuevamente, Sansa se siente una intrusa.

—Yo… —la voz de Daenerys amenaza con quebrarse y un leve jadeo es todo lo que ella puede manejar. Se compone nuevamente y traga grueso. —Nunca esperé conocerte. Nunca esperé que esto pasara. Nunca esperé una oportunidad en la felicidad. Pero sí, quiero esto. Te quiero a mi lado, gobernando, juntos.

La cara de Jon irradia una calidez que Sansa nunca había visto antes y en un segundo la sonrisa de Daenerys pareciera iluminar la oscura habitación de Invernalia.

Sus labios se encuentran en un caluroso beso y todos desvían sus miradas nuevamente. Jon y Daenerys se entregan el uno al otro por un momento, sin importarle a ninguno el hecho de que tienen audiencia. Su intercambio apasionado termina en respiraciones entrecortadas y mejillas sonrojadas. Se besan una vez más, suave, antes de separarse.

—Entonces, ¿la decisión está tomada? —pregunta Tyrion mientras la tensión sexual en la habitación disminuye.

—¿Debemos decirle a los norteños? —añade Sansa.

Jon y Daenerys se miran el uno al otro una vez más.

—Sí —responde Jon, sin separar la mirada de su futura Reina. —Presentémosle al Norte su futura Reina.