El pequeño niño Draco estaba realmente emocionado por ir a Hogwarts, toda su vida lo estuvo. Escuchó muchas veces a su madre contarle los maravillosos años que pasó ahí, la alumna ejemplar que fue, lo orgullosos que estaban sus padres cuando fue elegida para la casa de las serpientes, que ella al igual que su padre venían de una larga línea de Slytherins, que era seguro que iría a esa casa también para así poder seguir con la tradición Malfoy, y llenar de orgullo a la familia.

A el no le quedaba ninguna duda, iría a Slytherin como todos en la familia junto a sus amigos, unos años después entraría al equipo de quidditch, tendría las notas mas altas de la clase, se graduaría y continuaría con los negocios de su padre.

Aunque a veces le gustaba pensar en que pasaría si llegaba a quedar en Alguna otra casa, su padre estaría triste, eso era lo que pensaba, no sería como los demás en la familia, pero tampoco podía ser tan malo. O eso fue lo que creía hasta que la advertencia de su padre de que si llegaba a quedar en alguna otra casa sería una deshonra le llegó. Lucius Malfoy era un hombre cruel, que no dudaría ni un segundo en rechazar a su hijo si este lo decepcionaba quedando en Hufflepuff… o peor aún, en Gryffindor.

– Eso sería algo imperdonable Draco. Es tu deber como Malfoy seguir la línea familiar y estar en Slytherin, de lo contrario sólo traerás deshonra a esta casa. – Le dijo cuando el pequeño le preguntó que sucedería si quedaba en otra casa, algo que jamás volvería a mencionar.

El pobre se ocultó en su habitación llorando por las palabras tan frías de su padre, Narcissa lo había tranquilizado, diciéndole que eso no sucedería.

Theodore Nott, Pansy Parkinson, Vincent Crabbe y Gregory Goyle eran sus amigos desde que tenía memoria, todos estaban ansiosos al igual que él, todos habían jurado estar juntos en Slytherin, incluso Draco, jugaban durante horas imaginando que estaban ya en la casa de Salazar, y hablaban sobre lo felices que estarían cuando el sombrero seleccionador los enviara ahí.

Habían pasado los años, era el día de ir al colegio por primera vez llegó al fin, Draco se había levantado mas temprano de lo habitual por la emoción, estuvo sentado al borde de su cama ya vestido y peinado, solo esperando a que las manecillas del reloj indicaran la hora exacta para salir a desayunar con su familia al comedor. A penas las manecillas indicaron que el tiempo había llegado se levantó y cruzó la puerta.

Intentaba mantenerse calmado, no podía mostrar un sentimiento tan infantil como la emoción pues su padre lo reprendería duramente si lo notaba, él era un Malfoy y debía comportarse como tal. Al llegar al comedor divisó primero la figura de Lucius en un extremo de la mesa, leyendo el profeta como todos los días.

– Buenos días padre. – Saludó seriamente Draco.

– Buenos días Draco. – contestó secamente el hombre sin siquiera despegar la vista del periódico.

— Buenos días Madre.— le dijo afectuosamente a la mujer de cabellos rubios que se encontraba desayunando en el otro extremo de la mesa acercándose y dándole un abrazo.

— Buenos días hijo. – respondió con cariño. — ¿estás listo para ir finalmente a Hogwarts? – de inmediato Lucius levantó la vista para ver la reacción del niño.

– Es solo la escuela madre. – dijo inteligentemente para que su padre no notara su emoción. – Pero ya estoy preparado.

– Me da gusto hijo, tus amigos ya están listos también, sus madres me dijeron que estarán temprano en King's Cross, así que probablemente los veras apenas llegues. – Mencionó Narcissa mientras el niño se sentaba a la mesa.

– Esta bien. – Fue lo único que dijo.

El resto del desayuno transcurrió de lo mas normal, Draco trataba de ocultar su emoción y Lucius no hiso ningún comentario en especial.

00000000000000000000000000

El lugar estaba repleto de estudiantes junto a sus familias, chicos emocionados y nostálgicos por pasar su último año en el colegio, otros aburridos acostumbrados a pasar un año mas, y otros tantos como Draco llenos de alegría al subir por primera vez al expreso de Hogwarts, pero a diferencia de él ellos corrían y reían por el andén 9

Y justo al frente se encontraban los Malfoy, con su ya típica postura aristocrática, el tren estaba por partir por lo que el matrimonio se dispuso a despedirse del pequeño.

– Ten un buen año. – dijo Narcissa, acercándose para abrazar a su hijo. – te enviaré golosinas todos los días, te lo prometo cariño. – lo apretó fuerte y le dio un dulce beso en la mejilla. Ahora era el turno de Lucius de despedirse, este sólo se acercó y bajo la mirada para verlo.

– Ve con la cabeza en alto, no me avergüences, recuerda quien eres y lo que esperamos de ti, eres un Malfoy de Slytherin, no lo olvides.– fue todo lo que le dijo, acto seguido se dio la vuelta y caminó hasta la salida para esperar a su esposa.

– Mucha suerte hijo. – Se despidió la mujer.

– Gracias mamá, te escribiré en cuanto pueda lo prometo. –

– Estaré esperando tu carta, no puedo esperar para decirle a tu padre que quedaste en Slytherin, estará muy orgulloso. – Draco no pudo responder a eso, el expreso de Hogwarts estaba apunto de salir, así que el chico corrió para que no lo dejaran.

– Adiós mamá – gritó desde el tren. Narcissa lo miraba desde el andén, despidiéndolo con la mano.

Cuando estuvo lo suficientemente lejos Draco respiró hondo tratando de contener la emoción y la alegría que sentía al ir por primera vez a Hogwarts. Camino por el tren buscando a sus amigos, estaba tan sumido en sus pensamientos que no notó que una niña caminaba en su dirección, al parecer ella también estaba distraída, y no se dio cuenta del rubio hasta que se toparon y por consecuente se golpearon la cabeza.

– ¡Ouch! – dijo una vocecita frente a Draco. Levantó la vista para ver a una niña frotándose la frente, tenía el cabello castaño alborotado, era mas bajita que él y tenía los ojos cafés.

– Lo siento.—se disculpó. – estaba distraído.

– No, esta bien. Fue mi culpa.

– Soy Draco, Draco Malfoy. – creyó conveniente presentarse.

– Yo soy…

– ¡Draco! – Gritó una niña de cabellos negros detrás de la castaña, corriendo a abrazarlo. – te estuvimos buscando desde que llegamos, ¿dónde estabas?

– Estaba buscándolos, no los encontraba. – se defendió.

– Pues ya nos encontraste, bueno al menos a mí estamos en el vagón de allá. – dijo señalando una puerta detrás de la joven nerviosa que todavía se encontraba tras ella. – oh, lo siento no te vi. – se disculpó. – ¿quién eres?

– Eso mismo le iba a preguntarle yo. – comentó Draco.

– Soy Hermione Granger. – Contestó al cabo de unos segundos. – es mi primer año. – añadió con una pequeña sonrisa.

– Yo soy Pansy Parkinson también es nuestro primer año. – dijo. – ¿a qué casa irás? Bueno, se supone que aún no lo sabemos pero Draco y yo estamos seguros de que iremos a Slytherin, es la casa a la que todos en nuestras familias fueron ¿cierto Draco?

– Si, todos en casa esperan que vayamos ahí y supongo que así será. – contestó.

– Yo… no lo sé, soy la primera de familia en ir a Hogwarts, así que no estoy segura de a dónde iré. – respondió francamente mirando el suelo.

– Pues espero que vayas a Slytherin, así podrás ser nuestra compañera. – la animó el rubio.

– ¡Si! – chilló Pansy. – Nosotros te enseñaremos todo lo que tienes que saber de magia.

– Bueno… – Pero Hermione no pudo terminar su frase, un niño de cabellos negros y mejillas regordetas los interrumpió.

– ¡Hermione! ¿encontraste a Trevor?

– Aún no Neville, pero seguiré buscando en los otros vagones.– contestó.

– ¿Ustedes no han visto a mi rana? – preguntó a Draco y Pansy.

– ¡Yo sí! – respondió la morena para sorpresa de todos. – Bueno, no exactamente, hace un rato Theodore Nott me dijo que un Blaise la había tomado de uno de los pasillos y que se la llevaría para arrojarla por la ventana. – el pobre Neville se puso pálido ante la noticia. – Pero no creo que lo haya echo, si la buscas probablemente aun la tenga. Se fue por ahí. – dijo señalando una puerta tras Draco.

– ¡Entonces voy a buscarla! – echó a correr por el corredor.

– Yo te acompañaré. – dijo Hermione alcanzándolo. Se giró a medio camino mirando a Draco y Pansy. – fue un gusto conocerlos.

– Igualmente. – musitaron ambos, mientras veían como se dirigían a la salida. Antes cerrar la puerta Neville le dio las gracias a Pansy por ser la única persona en decirle el paradero de su rana.

– Bueno Draco hay que ir con los demás, nos están esperando. – el rubio seguía con la mirada en el lugar donde momentos antes había estado Granger y sus pensamientos fueron interrumpidos por el codazo de la chica junto a él.

– Si, vámonos ya.

Ambos se dirigieron al compartimento donde ya los esperaban sus demás compañeros, ahí estaban los regordetes de Gregory Goyle y Vincent Crabbe conversaban alegremente y el tímido de ojos azules Theodore Nott miraba el paisaje por la ventana.

– ¡Draco! – gritó Goyle. – ¿en dónde estabas?

– Estaba buscándolos, no sabía donde se habían metido. – se defendió mientras él y Pansy tomaban asiento junto a Nott.

– Yo lo encontré hablando con una tal Hermione Granger de nuestro año, y luego Neville Longbottom apareció diciendo que su rana había desaparecido, entonces le dije lo que Goyle me contó y se fueron a buscarla.

– Oh cierto. – contestó el moreno. – Blaise tomó la rana en el pasillo y se la llevó ¿verdad Theo? – el aludido se limitó a encogerse de hombros sin dejar de mirar por la ventana.

– ¿sigues triste por lo de tu madre? – Preguntó Pansy. De nuevo se encogió de hombros.

– Esta bien Theo, lo entendemos. – lo reconfortó Draco.

– Aquí estamos para lo que necesites. – dijo de nuevo Pansy.

– Gracias, creo ya me siento mejor. – respondió el aludido irguiéndose e su asiento. – Entonces ¿quién ese tal Blaise? – preguntó queriendo cambiar de conversación.

– ¿no lo conoces? – Pansy puso una cara de asombro.

– Evidentemente no. – Contestó irritado.

– Blaise Zabini, ese niño cuyo papá murió hace tiempo, mi madre dice que no debemos acercarnos a la suya. – Habló Crabbe.

– Si, los he visto en el callejón Diagon, dicen que mató al señor Zabini, y que ha hecho eso con todos sus esposos. – añadió Pansy.

– Siempre está buscando problemas. – comentó Goyle.

– Es un tonto, se siente importante Tiene mucho dinero. – Dijo Draco muy molesto. – pero su familia Ni si quiera es sangre pura como la nuestra.

– Pues mas vale que no se meta con nosotros. – respondió Crabbe apretando los puños.

– Mi padre no me ha advertido sobre hacer amistad con él, sólo con los hijos de muggles. – se animó a decir Theo. – los sangre sucias.

– Mis padres también. – contestaron todos al unísono.

– Yo no creo que sean tan malos como mi madre dice. – siguió Pansy. – ella también me dijo que no hiciera amistad con Longbottom pero hablé con el cuando estábamos en Flourish and Blotts el otro día y es muy agradable…

– ¡Oh! Por cierto escuché que Harry Potter esta en el tren, el también irá a Hogwarts este año. – la interrumpió Goyle.

– ¿hablas enserio? – preguntó Draco realmente interesado.

– ¡Si! Escuché a los gemelos Weasley hablando de eso cuando subimos al tren.

– Mi Padre quiere que me haga su amigo. – susurró el rubio.

– y eso ¿por qué? – le cuestionó Theo. – El mío dice que no puedo dirigirle la palabra. Por ya saben que.

– No lo se, el sólo me dijo eso, y he escuchado que se lo dice a sus padres cuando vienen a casa. – Dijo señalándolos a todos.

– ¿Creen que deberíamos ir a conocerlo? – inquirió Crabbe.

– ¡Si, vamos! – gritó Pansy levantándose de su asiento de un salto.

Acto seguido todos se levantaron, y fueron tras la pequeña niña de cabellos negros, primero Draco, seguido por Crabbe y Goyle con Theodore hasta el último. Caminaron por todo el corredor, buscando al dichoso niño que vivió. Hasta que lo encontraron.

El rubio fue quien abrió la puerta del compartimiento mientras todos veían desde afuera. Ahí estaba él, no era nada mas que un niño flacucho de cabello negro y anteojos, estaba vestido con ropa un poco grande para él y también muy gastada, sólo instantes después Draco se dio cuenta de que había dos personas sentadas frente a él, cuando dirigió la mirada al lugar reconoció enseguida a la niña como Hermione Granger, a quien acababa de conocer unos instantes antes.

– Hola Granger. – saludó. – No sabía que estabas aquí.

– ¡Hola Draco! – se giró para ver a Harry y dijo. – Él es Draco Malfoy, lo acabo de conocer aquí en el tren.

– Hola, ellos vienen conmigo. – dijo señalando a sus amigos. – Pansy, Theodore, Gregory y Vincent. – los presentó y todos saludaron también al pelinegro.

– Hola, yo soy Harry, Harry Potter. – Contestó.

– Yo soy Ron Weasley. – Dijo el pelirrojo junto a Hermione.

– ¿Podemos pasar? – Interrumpió Pansy tratando de asomarse por la puerta.

– ¡Claro! – los invitó Harry, no tenía ningún amigo hasta el momento, y ahora de repente todos ellos estaban interesados en conocerlo, eso lo hizo muy feliz, pensando en que ahora tenía la oportunidad de hacer muchos amigos a diferencia de cuando estaba en el colegio muggle y no tenía con quien pasar el tiempo.

Así que entraron al pequeño compartimiento tratando de apretujarse para que todos pudieran sentarse, Draco y Pansy se sentaron junto a Hermione y los demás junto a Harry.

– Ahora te recuerdo. – Habló por fin Malfoy después de unos incómodos segundos. – Tu estabas en la tienda de Madame Malkin ¿cierto?

– Si, yo también te recuerdo. – y ahora que lo hacía también recordaba que su primera impresión no fue lo mejor, debido a los comentarios de el joven para Hagrid.

– Siento lo que dije. – Eso lo tomó por sorpresa.

– No te preocupes. – fue lo que pudo decir.

– Entonces… ¿es cierto lo de la cicatriz? – interrumpió de nuevo Pansy.

– Ah, si. – contestó quitándose el cabello de la frente.

– ¡Wow! – dijeron todos al mismo tiempo. Harry Hermione y Ron rieron alegres.

El resto del camino conversaron animadamente con Harry, quien se dio cuenta que este Draco que ahora si le agradaba, al igual que sus otros amigos. Todos inclusive Ron les contaron a él y Hermione sobre sus familias, que desde chicos les habían enseñado todo lo que necesitaban saber sobre la magia, también sobre Voldemort y la historia de como fue derrotado, y mas temprano que tarde surgió el tema de las casas.

– Entonces ¿a qué casa crees que iras Draco? – cuestionó Hermione mientras comían ranas de chocolate que gentilmente Malfoy se ofreció a comprarle a todos.

– Slytherin. – volvieron a decir riendo sus amigos.

– ¿por qué tanta insistencia en esa casa? – preguntó. ¿qué tiene de especial? – Pansy fue quien contestó.

– Toda nuestra familia ha estado ahí, es nuestro deber seguir con la tradición… o eso dijo mi madre.

– En la mía todos han estado en Gryffindor. – añadió Ron.

– No hay ningún miembro en mi familia que no haya estado en Slytherin. – comentó Goyle.

– Ni en la mía. – se unió Theodore.

– Mmm.. en la mía sí. – Todos callaron.

– Nunca nos lo dijiste Draco.

– Fue porque mi padre me hizo jurar que no le diría a nadie nunca sobre eso Pansy.

– ¿por qué no? ¡cuéntanos! – dijo abriendo los ojos como platos.

– Bueno, fue en la familia de mi madre. – comenzó. – ni si quiera es un pariente cercano, su primo estuvo en Gryffindor, toda la familia se avergonzó por ello, mi dijo que su madre y mi abuela estaban muy decepcionada porque era el hijo mayor de su hermana, pero no se que sucedió con él, mi madre nunca lo menciona y mi padre sólo me lo dijo para que no terminara así.

– Pero no hay nada de malo con entrar a Gryffindor ¿no? He leído sobre las casas de Hogwarts y decía que era la casa de los valientes. – En ese momento, Harry recordó lo que le dijo Hagrid sobre Slytherin, que era a donde iban los magos tenebrosos, la casa a la que perteneció el mago que asesinó a sus padres.

– Supongo que no Hermione, pero para nuestras familias si lo es.

– En mi familia no se decepcionarían si quedara en otra casa – volvió a comentar Ron.

– Pero si quedaras en Slytherin no estarían muy contentos ¿o sí? – le cuestionó Pansy.

– Supongo que no, pero al menos no estaría en Hufflepuff – Al instante todos rieron.

Siguieron conversando sobre muchas otras cosas, hasta que tuvieron que despedirse para poder ir a cambiarse ya que pronto llegarían a la estación.

El tren se detuvo, y todos los alumnos de primer grado estaban emocionados por bajar, cuando lo hicieron lo primero que vieron fue al enorme Hagrid esperando junto al tren.

– ¡Los de primer año vengan conmigo! – Harry, Hermione y Ron se dirigieron juntos desde el tren hasta él, seguidos por sus otros compañeros.

– Hola Harry. – saludó el Hombre cuando vio al pequeño.

– Hola Hagrid. – Contestó con una sonrisa. Ya cuando no faltaba ningún alumno por llegar Hagrid los condujo hasta un desembarcadero desde el que se podía ver el castillo, todos quedaron impresionados.

– De acuerdo, ahora suban a los botes que están ahí, irán en grupos de cuatro. – los chicos obedecieron, los tres subieron inmediatamente a uno, seguidos por Draco, quien ya no cabía en el bote con sus otros amigos.

Los pequeños botes comenzaron a andar solos, los que sorprendió a la mayoría, conforme iban avanzando se podía divisar mejor la escuela, con todas esas torres llenas de ventanas iluminadas con magia, Draco sonrió emocionado, pensando en que esa misma noche le enviaría una carta a su padre de ser posible, informándole lo bien que estaba en esa escuela, debido a que tenían pensado enviarlo a otra llamada Durmstrang, y que como él le había pedido se hizo amigo de Harry Potter, inclusive tenía un sello con el emblema de Slytherin regalo de su madre, preparado para usarlo por primera vez con esa carta.

– Muy bien, ahora bajen con cuidado. – Ordenó el guardabosques. – Síganme. – Automáticamente hicieron una fila y siguieron a Hagrid por unas largas escaleras hasta llegar a las puertas del castillo, estas se abrieron y comenzaron a entrar.

– Estoy nerviosa. – le susurró Hermione a Draco.

– Estarás bien, no te preocupes. – respondió. Hagrid se detuvo ante una enorme puerta y se giró a los alumnos.

– Ahora esperen aquí chicos, no tardan en venir por ustedes. – Y salió por una puerta contigua. Una vez que desapareció todos empezaron a hablar emocionados, incluso Harry y sus nuevos amigos. Hasta que alguien interrumpió.

– Es cierto, lo que decían en el tren. – todos callaron, mientras de la multitud salía un chiquillo moreno. – Harry Potter ha venido a Hogwarts. – Se paró frente al aludido.

– Soy Blaise Zabini. – Dijo con orgullo a lo que Ron respondió con una risa contenida. -- ¿crees que mi nombre es gracioso? No tengo que preguntar el tuyo, ese cabello rojo, y esa ropa usada y vieja, debes ser un Weasley – la mitad de los presentes ahogaron un grito.

– ¡Cállate Blaise! Tu ni si quiera eres un sangre pura. – le espetó Draco empujándolo.

– Te darás cuenta de que algunas familias son mejores que otras, no te conviene amistar con los equivocados Potter. – dijo tendiéndole la mano. – Yo te puedo ayudar.

– Ya se quien es el equivocado muchas gracias. – Respondió.

En ese momento fueron interrumpidos por una mujer de cabellos canosos, vestida de verde y negro.

—Bienvenidos a Hogwarts —dijo.—. Soy la profesora McGonagall, el banquete de comienzo de año se celebrará dentro de poco, pero antes de que ocupen sus lugares en el Gran Comedor deberán ser seleccionados para sus casas.

La Selección es una ceremonia muy importante porque, mientras estén aquí, sus casas serán como su familia en Hogwarts. Tendrán clases con el resto de la casa que les toque, dormirán en los dormitorios de sus casas y pasarán el tiempo libre en la sala común de la casa. – Tomó aire. – Las cuatro casas son Gryffindor, Hufflepuff, Ravenclaw y Slytherin. Cada casa tiene su propia noble historia y cada una ha producido notables brujas y magos. Mientras estén en Hogwarts, sus triunfos conseguirán que las casas ganen puntos, mientras que cualquier infracción de las reglas hará que los pierdan.

Al finalizar el año, la casa que obtenga más puntos será premiada con la copa de la casa, un gran honor. Espero que todos vosotros seréis un orgullo para la casa que os toque.

La Ceremonia de Selección tendrá lugar dentro de pocos minutos, frente al resto del colegio, ahora síganme. –

La profesora los guio a través de unas enormes puertas que al cruzar los llevaron al gran comedor, repleto de estudiantes y profesores esperando ver la ceremonia de selección. Los niños se congregaron frente a la profesora justo al final del pasillo.

—Cuando yo los llame, deberán ponerse el sombrero y sentarse en el taburete para que los seleccionen —dijo

—. ¡Abbott, Hannah! -- Una niña de rostro rosado y trenzas rubias salió de la fila, se puso el sombrero, que la tapó hasta los ojos, y se sentó. Un momento de pausa.

—¡HUFFLEPUFF!—gritó el sombrero.

La mesa de la derecha aplaudió mientras Hannah iba a sentarse con los demás

—¡Bones, Susan!

—¡HUFFLEPUFF! —gritó otra vez el sombrero, y Susan se apresuró a sentarse al lado de Hannah.

—¡Boot, Terry!

—¡RAVENCLAW!

– Granger Hermione. – la pequeña se quedó helada del miedo hasta que Draco le dio un leve empujón para que reaccionara. Tomó asiento y el sombrero fue colocado en su cabeza.

—¡GRYFFINDOR! — Draco se decepcionó, le hubiese gustado estar con ella en la misma casa, sus amigos también fueron pasando uno a uno, todos quedando en Slytherin, mientras él sonreía complacido, esperando emocionado su momento.

– Malfoy Draco. – Volvió a sonreír orgulloso, listo para pasar, al igual que los demás tomó asiento y le colocaron el sombrero. Esta vez tardó un poco mas en decidir.

– Vaya. – comenzó a susurrarle el sombrero. – vienes de una larga línea de Slytherins, y veo que también es tu mas grande deseo, ahí serás el orgullo de tu familia, y de tu casa… pero también será tu perdición, así que te pido que me perdones por lo que voy a hacer. – El pobre no tuvo oportunidad de entender las palabras cuando se escuchó la decisión en todo el gran comedor.

—¡GRYFFINDOR! —gritó el sombrero, y Draco sintió como todo el mundo se le venía encima. Se hizo silencio, todos lo veían a él, desde la mesa de Slytherin, sus amigos quedaron atónitos, Pansy le dirigió una mirada compasiva, la de Theodore era mas de preocupación, él era casi el único que sabia como reaccionaría el padre de Draco, porque sería exactamente lo que el suyo haría si fuese él quien quedó en la casa equivocada, Crabbe y Goyle estaban boquiabiertos mientras Blaise se burlaba desde su asiento.

En la mesa de los leones todos estaban en shock, la mayoría lo miraban confundidos y otros con odio, pues no era un secreto que Lucius Malfoy había sido un mortífago, pero Hermione Granger y Neville Longbottom, sonreían contentos porque estuviera en su casa. Como todo Malfoy se puso de pie, levantó la cara con orgullo y se dirigió a su mesa, mientras unos cuantos aplaudían confundidos.

000000000000000000000000000000

Ninguna carta para los Malfoy fue enviada esa noche, en la sala común de Gryffindor Draco se preparaba para dormir, con sus compañeros de casa.

– No te preocupes, de seguro que tus padres lo entenderán. – trató de consolarlo Neville.

– No lo entenderán. – contestó el rubio sentado al borde de su cama, sosteniendo el sello de Slytherin en sus manos. Recordó las palabras de Lucius recuerda quien eres y lo que esperamos de ti, eres un Malfoy de Slytherin, no lo olvides. Con este pensamiento se acercó a la ventana, la abrió y arrojó el sello para luego volver a cerrarla e irse a la cama.

Era un Malfoy siempre con la cabeza en alto orgulloso de su casa… y eso es lo que sería, no importaba lo que sus padres pudieran decir.