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Agradecimientos especiales a las chicas del grupo Daiya no OTP en WhatsApp (Chris-sama les pague su yaoi y apoyo con más yaoi, más Chris-sempai y más imágenes sensuales de Miyuki). A ellas va dedicado esta parte.


Tercera parte


Sentía su respiración en el cuello, sus veloces latidos en el pecho, sus brazos rodeándole el cuello. Podía sentirlo, ansioso, desesperado, incontrolablemente sediento de él. Hambriento después de más de diez años de no tocarse, de no hablarse, de no acariciarse.

Si tan sólo hubiera sabido que esa primera vez sería la última, no se habría detenido por los temores o la ignorancia. Si tan sólo hubiera sabido que no podría verlo en diez años, que no podría acercarse a él, que tendría que buscar en otros ojos, en otras manos, en otros cuerpos, el amor que dejó en Japón… Entonces habría besado esos ojos, esas manos, ese cuerpo, cuando tuvo la oportunidad más preciosa en su adolescencia:

Perdidos en un juego en los baños de Seidou, mientras se relajaban dentro de la enorme tina, Sawamura recargó los antebrazos en la orilla y colocó la barbilla sobre éstos.

─Hemos hecho un buen trabajo, Koushuu ─dijo con una sonrisa en el rostro.

Esa noche, ellos habían sido los últimos en salir del campo, únicamente bajo las órdenes de Kataoka. Ese día habían ganado una última vez la final del torneo de verano; Yakushi había sabido soportar incluso hasta la doceava entrada, mas el vicecapitán y cuarto en el orden de Seidou, Haruichi, había encontrado una grieta en los perfectos lanzamientos del pitcher. Un home run decidió el fatídico encuentro, permitiendo a Seidou participar nuevamente en el torneo nacional.

Tanto titulares como secundarios, los jugadores de Seidou prefirieron ducharse y dormir antes que seguir entrenando. Ese año había sido difícil para todos; la lesión de Furuya se había presentado con más fuerza ese año y Yui había decidido, ante la sorpresa de todos, dejar el equipo: la fuerza de Okumura había sido, aparentemente, demasiado para el pequeño cátcher estrella.

Empero, habían conseguido alcanzar la final a pesar de todos los golpes recibidos. Muchos no guardaban muchas esperanzas sobre el título de ese año, mas todos reconocían que había sido un año increíble. Los de tercero no se arrepentían de nada.

Sobre todos los senpai, quien resaltaba era Sawamura, el ace. Esa tarde, había corrido ansioso hacia el campo. Sólo Okumura lo siguió, pendiente como siempre de su pitcher. Y así, tras unas horas de correr alrededor del campo y lanzar en el bullpen, Kataoka les ordenó por fin que se ducharan y se fueran a la cama. Aunque tenían un largo descanso antes de que empezara el torneo nacional, debían descansar como debían.

─Es trabajo de los kohai hacer que el último año de los senpai sea inolvidable, Sawamura-senpai ─contestó Koushuu entrecerrando los ojos para disfrutar del calor del agua.

─Y así ha sido, chico lobo. ─Rió─ Nunca olvidaré este año. Lo has hecho muy bien, Okumura-boy ─aseveró mientras giraba el cuello para mirarlo. Koushuu apenas abrió los ojos un poco─. Sólo espero que así haya sido para Miyuki y los demás hace un año… ─agregó con una inocente mirada.

Koushuu tragó saliva, a sabiendas de que Sawamura se reiría si volvía a gruñirle a un chico que ni siquiera estaba más en la escuela. En cambio, decidió jugarle una broma a su senpai:

─Ahora que lo recuerdo, Kuramochi-senpai me contó una historia que le ocurrió en este baño. ─Comenzó, acercándose a donde estaba Sawamura, quien lo miraba con interés─ Me dijo que él estaba aquí, solo, de noche. Ese día habían ganado un partido por muy poco, así que todos se habían ido a dormir.

Okumura se colocó a un lado de Eijun y lo miró a los ojos, creando una pausa dramática al relato. Sin importar que Sawamura fuera un chico de tercero y que llevaba más tiempo que Koushuu en Seidou, se permitía el escuchar todo lo que su kohai quisiera decirle del instituto.

─Estaba relajándose, de la misma forma que como lo estamos haciendo ahora tú y yo… ─Continuó el cátcher─ Pero de repente se sintió observado. No era una mirada amistosa como las de sus compañeros, ni divertida como la de Miyuki-san; era una más… tenebrosa.

Los ojos de Sawamura se abrieron, asustados.

─¿Mirada tenebrosa? Pero acabas de decir que estaba solo ─alegó. Koushuu asintió.

─Y eso era lo que Kuramochi-senpai creía ─aseguró─. Él giró la cabeza a un lado y al otro, pero no vio nada. ─Bajó las manos, discretamente─ No había nadie más con él… a simple vista.

─¿Entonces qué pasó? ─inquirió Sawamura, temeroso.

─Entonces… Sintió la respiración de alguien más cerca de su cuello… ─relató al tiempo que acercaba su rostro al hombro de Sawamura. Éste se estremeció por lo real de la historia─ Kuramochi-senpai volvió a buscar a ese alguien… Ese alguien no apareció… Aun así, sintió su respiración, caliente, escabrosa, cada vez más cerca de él… ─Con toda la intención de provocar a su senpai, dejó escapar su aliento sobre la piel desnuda de Sawamura. Éste apretó los puños, sintiendo cómo su corazón se aceleraba; sin saber si realmente se trataba del relato o de la proximidad de Okumura hacía él…

─¿Y qué pasó después? ─cuestionó Sawamura con la respiración entrecortada, con un gemido de por medio.

Las manos de Okumura, a unos centímetros de la espalda de Eijun, preparadas para darle el susto de su vida, se detuvieron. Su piel empezó a arder ante el tono del pitcher.

De repente, Koushuu se percató de lo poco que lo separaba del cuerpo desnudo del ace, del fantástico cuerpo desnudo del ace; del cuerpo que más de una vez había provocado que se escondiera de todos para satisfacer sus propias necesidades bajas… Y es que no podía negar que había fantaseado con tocar esa piel, esos músculos, esos brazos… Ese trasero tan firme… Esas piernas dignas de calcar…

Ese hombre había despertado en él todo lo que había permanecido dormido en su vida. Su amor, su excitación, sus deseos, su imaginación… En verdad Sawamura Eijun había llegado a sacudir todo lo que Okumura Koushuu tenía dentro y fuera de sí.

─No lo sé, no me quiso decir ─mintió Okumura antes de atreverse y sentir con la yema de los dedos la cintura de su senpai.

Sawamura apretó los puños y se mordió el labio inferior, ahogando un débil gemido. Su cuerpo a veces reaccionaba de una forma extraña cada vez que Koushuu estaba en ese baño al mismo tiempo que él. Sus formas aún jóvenes dejaban ver la futura evolución que tendría. Su piel, un tanto marcada por el sol o por las caídas en su posición, contrastaba con la de los demás… O quizá era que los ojos de Sawamura no podían dejar de perseguirlo. Y si algo debía admitir era que había algo entre sus piernas que no podía ignorar… Por primera vez, quiso saber qué se sentiría tocarlo… Y que lo tocase…

Los dedos de Okumura se deslizaron por sus caderas; se detuvieron en el inicio de su trasero. Koushuu no perdió ningún detalle en el rostro de Sawamura: sus labios entreabiertos, sus ojos ligeramente cerrados, su cabeza ladeándose apenas un poco. Estaba excitado, podía verlo…

─Eijun, mírame ─pidió a unos centímetros de él.

El pitcher obedeció como si de un militar se tratara. Los ojos azules de Okumura se oscurecieron a causa de la lujuria, del deseo… Todo su cuerpo había empezado a temblar.

Sin perder más tiempo, la distancia se perdió y sus labios se encontraron en un inexperto beso lleno de curiosidad. Sus respiraciones, rápidas, les dificultaron el encuentro. Sus lenguas, calientes y sedientas, se sumergieron en el sabor del otro, perdiéndose en la ansiedad juvenil, en la excitación adolescente, en la urgencia del primer amor.

Pronto Eijun giró el cuerpo y, en un arrebato inconsciente, acarició el torso de Okumura con el suyo. Ambos gimieron, Okumura separó sus labios de los de Sawamura y lo abrazó por la cintura…

Los dos lo sentían… El impulso de Sawamura no sólo había juntado sus torsos: eran los miembros erectos quienes se tocaban, quienes se erguían aún más.

Okumura respiraba con dificultad; sus manos nunca habían conseguido tal nivel de excitación, su imaginación jamás pudo crear ese escenario… Su cuerpo enloquecía sin saber qué hacer, cómo moverse. Detestaba ser tan inexperto… Y es que lo deseaba tanto, deseaba tanto sentirlo incluso con más profundidad, con más realidad…

─Ko-Koushuu ─musitó Eijun en su mejilla. Jamás esperó oír de esa forma a su senpai─. Koushuu… ─repitió el ace─ Su-suéltame. Esto-esto no está bien ─dijo con apenas un hilo de cordura.

El corazón del rubio palpitó con más fuerza. Sin embargo, esta vez supo cuál era la exacta razón. Desde que Kazuya se había ido del equipo, Sawamura se había mostrado incluso más abierto respecto a su preferencia por permanecer cerca de Koushuu; empero, había sabido controlar su discreción, evitando que los demás siquiera pudieran imaginar lo que Koushuu ya sabía. De entre todo lo que Koushuu había pensado, fue Sawamura quien colocó esa barrera que Okumura no se atrevía a quitar.

¿Qué pasaba si a causa de eso los separaban? ¿Qué harían si el entrenador terminaba por sacarlos del equipo?... No, Kataoka no haría eso; seguro que no eran los primeros en Seidou… Entonces… ¿qué pasaba si era Sawamura el que aún no estaba preparado para eso? Pues de ser ése el caso, Koushuu no podría hacer nada más que esperarlo. Pero cuánto dolería hasta que llegara ese día en el que finalmente Sawamura pusiera las cartas en la mesa…

─Suéltame, Koushuu ─repitió el pitcher, con miedo.

Porque toda la magia, todo el escenario, se había extinguido apenas Koushuu separó sus labios de los de Sawamura. Los fantasmas de una familia conservadora y una sociedad neófita regresaron al zurdo cuando dejó de sentir ese abrigo que fue el beso de Okumura… No podía, no quería arriesgarse; sobre todo, no quería arriesgarlo. Koushuu tenía futuro, tenía un gran futuro en Japón. Sus habilidades estaban incluso a la par que las de Miyuki; podría ir a los mundiales, podría ganar los mundiales… No podría permitir que sus sentimientos detuvieran todo lo que esperaba por él…

─Aún no… Pero algún día, Koushu ─prometió Sawamura mientras giraba el rostro.

El cátcher, consciente de lo que decía Eijun, simplemente bajó los brazos y no insistió más. Sawamura pocas veces pensaba con esa profundidad, pocas veces tenía una preocupación tan genuina… Pero eso sólo significaba que había dedicado su tiempo a él, a pensar en todas las posibilidades… Eso sólo significaba que había aceptado su amor; mas le temía…

─Entonces esperaré, senpai ─respondió Okumura antes de salir de la tina─. Y ese día no permitiré que vuelvas a huir, Eijun ─Sawamura esbozó una pequeña sonrisa, agradecido de ser comprendido.

─No huiré de ti, Koushuu. Me quedaré aquí…

...

Koushuu lo estrechó con más fuerza, como queriendo absorber todo lo que Eijun le entregaba en ese nuevo abrazo. Su calor, su espíritu, su cariño; todo seguía ahí.

No lo entendía, no entendía cómo había sido convencido de irse tan lejos sin él, sin arrastrarlo consigo… ¿En qué cabeza cabía la posibilidad de que aquélla fuera una buena idea? ¿Irse? ¿Sin siquiera avisarle?... ¿Tanto había sido su resentimiento por dejarlo en Tokio mientras él se marchaba a Hokkaido? ¿No podía simplemente buscar una oportunidad cerca de él en lugar de viajar 200 kilómetros lejos de él?

Vaya estúpido…

─Me debes una, granuja. ─Se escuchó fuera de su burbuja.

A la mente de Koushuu vinieron todas esas escenas donde la estupidez de Sawamura era pagada con insultos o pequeños golpes. Sin embargo, Koushuu también sabía que, en la mayoría de los casos, esos golpes llevaban un mensaje de felicitación. Sólo un idiota como él habría podido hacer tanto por tantas personas.

Eijun era un sol, lo sabía. Qué alegría saber que ese sol en sus brazos le entregaba el mismo amor que le era entregado. Lo merecían, ambos lo merecían…

─Mei, ya basta. Déjalos ─respondió otra voz, divertida─. Les tomaré una foto para Yoichi: hemos apostado un viaje a que se reencontraban en menos de una semana. Idiota. ─Se burló entre risas.

Del interior de Koushuu emergió un sonido ya conocido. Sawamura no pudo evitar reírse en el hombro de su cátcher. Lo estrechó una vez más y después lo soltó despacio, como si le doliera dejar de abrazarlo.

Okumura paró de gruñir al sentir que el cuerpo de Sawamura se alejaba. Frunció el entrecejo y miró sus ojos, miró su rostro. Era increíble cómo sus cambios eran casi imperceptibles a pesar de haber pasado una década sin verlo. Eijun sonreía, con esos ojos brillantes que tanto dejaban ver.

─¿Soy yo o ese chico te acaba de gruñir, Kazuya? ─inquirió Mei.

─Yo también lo escuché ─dijo su hermana.

─Ah, eh… Es su forma de saludarme… ─contestó el aludido con una mano en la cabeza─ Y de correrme… ─añadió en voz muy baja.

─Vámonos, Eijun ─urgió Okumura, apenas dedicándole una mirada de soslayo al que fue su capitán, mientras se agachaba para recoger con una mano sus maletas.

Sawamura no dejó de sonreír; al contrario, soltó otra risa de burla y asintió, enérgico. Y sin siquiera despedirse de sus amigos o saludar a Takuma, tomó de la mano libre a Okumura y caminó. El cátcher, sorprendido y un tanto ruborizado, permitió el contacto y lo siguió. Sus ojos permanecieron fijos en el chico a su lado.

Los labios de Seto se curvaron hacia arriba: aunque Okumura no hubiera dicho nada al respecto, aunque no hubiera sonreído como el pitcher, sabía que estaba feliz de verlo. Se alegraba por ellos, porque así, caminando de la mano y sin ningún temor en las manos, se abrían paso al camino que no se atrevieron a cruzar. El futuro los había alcanzado, los había destrozado a su manera, pero también les había permitido avanzar hacia un lugar que tanto ansiaban alcanzar.

Desde los primeros minutos juntos, Okumura le dijo a su compañero que quería quedarse con él, sin importar dónde vivía. Sawamura se rascó la nariz antes de aclarar que tenía un pequeño pez al que le había puesto su nombre y que lo esperaba en el apartamento que recién había adquirido. Koushuu le reclamó por llamar de esa forma a un animal, como si de verdad creyera que él mismo era uno de ellos; mas terminó perdonándolo sin que siquiera Sawamura se esforzara por ello. Valía una sonrisa de disculpa para que el cátcher olvidara cualquier equivocación que tuviera; muchas veces había sido esa sonrisa la que les había costado un corredor o incluso una carrera.

─Sólo llévame a tu casa ─ordenó.

─Claro. ¿Cuánto tiempo te quedarás aquí, Koushuu? ─inquirió Eijun sin dejar de mirarlo como si de un milagro se tratara.

─Hasta que tú te vayas a otro lugar; entonces, me iré contigo ─prometió. Sawamura volvió a ruborizarse, abrumado por la eterna sinceridad de Koushuu.

Lo había extrañado tanto… Lo había necesitado tanto…

Hasta después de cuarenta minutos en taxi, los dos llegaron a su destino. Se trataba de un edificio con apartamentos lujosos; estaba muy cerca del instituto que los recibió con los brazos abiertos a los quince años. Okumura incluso recordó ese vecindario por las ocasiones en las que acompañó a las mánagers por comida. Una ligera presión en el pecho le trajo algunos recuerdos agradables.

El apartamento de Sawamura era amplio, como se esperaba. Aún había varias cajas de mudanza en el suelo y olía a dulces. Tan típico de él…

─¡Ayer compré comida! ¡Sí tenemos comida, Koushuu! ─exclamó el zurdo desde la cocina, mientras Okumura miraba uno de los pocos cuadros colgados en la pared. La foto no era reciente, pero parecía que Sawamura le tenía mucho afecto─ ¡Es comida coreana, Koushuu, para que no…! Mierda ─farfulló apenas se percató de que había usado una palabra que podría traerle malos recuerdos.

Koushuu se giró para mirar a Eijun y esbozó una ligera sonrisa:

─Me gusta la comida coreana, Eijun. ─Lo tranquilizó─ No importa lo que dijeron de mí en ese lugar o la forma como me sacaron; ya era hora de regresar.

─Pero te trataron como un criminal. ─Se quejó Sawamura.

El rubio alzó un hombro, sin darle importancia.

─Distribuyeron la lista de las personas que frecuentábamos los recintos homosexuales; se supone que debí ser más discreto por mi posición como beisbolista "reconocido". Pero eso cansa, debes saberlo: estar oculto cansa.

El pitcher miró el cuadro en la pared y asintió. La última vez que había visto a su abuelo, éste le había sonreído como si hubiera olvidado lo que había ocurrido… Eijun casi deseaba que dentro de su Alzheimer pudiera deshacerse de la mala relación que intervino entre ellos. Quería que olvidara sus prejuicios y que le sonriera, que jugara shoogi con él, como si fueran los de siempre… Casi podía decir que extrañaba sus bofetadas…

─Lo sé. ─Suspiró─ Yo no pude estar escondido por mucho más tiempo ─admitió─. Terminé cantando una canción en inglés frente a casi todos mis senpai de Seidou.

Okumura volvió a fruncir el entrecejo.

─Vi el anillo en la mano de Miyuki-san ─comentó sin atreverse a mantener la mirada de su acompañante.

Sawamura volvió a la cocina para traer la comida.

─¡Ah, sí! ¡Traidor, se fue con el enemigo! ─exclamó.

─¿Enemigo? ─repitió Okumura avanzando hacia el comedor.

─Sí ─contestó al tiempo de colocar los platos fríos en medio de la mesa. En el antebrazo cargaba con los platos y palillos─. Esa chica es hermana de Narumiya Mei. ¿Tú lo recuerdas?

─El mejor pitcher de Japón según Twitter ─respondió Koushuu mientras se servía en su plato. Sawamura lo miró con molestia─. Yo no sigo a esas personas: Narumiya-san no tiene tu dedicación.

Nuevamente, Eijun rió seguro de sí mismo.

─¡Eso mismo es lo que yo digo, Koushuu! ¡Yo lo hago bien también! ─exclamó con esa enorme sonrisa de satisfacción con la que tantas veces había soñado el cátcher.

Sus gestos, infinitos, eran lo que más lo definían y lo que menos encontraba en cualquier otro. Cada expresión era diferente a la anterior, cada una tenía un significado diferente. Sawamura en sí era como cada uno de sus lanzamientos: sorpresivos, agresivos… profundamente perfectos… Un poco descontrolados, pero perfectos.

Sin embargo, dentro de sus expresiones existía una muy especial, una que sólo había visto dirigida a una persona. Y aunque desde ese día habían pasado muchas cosas, tenía que asegurarse…

─¿Y tú estás bien con ello? Me refiero al anillo de Miyuki-san ─aclaró con medio bocado en la boca.

Sawamura ya estaba masticando, cómodo, sonriente. No podía medir su felicidad… Y eso le gustaba a Okumura porque estaba seguro de que él era quien controlaba ese ambiente de alegría en su corazón.

─Por supuesto que no. Mezclarse con un Narumiya, qué traición. Kuramochi-senpai dice que fue Narumiya-san quien le lavó el cerebro; siempre estuvo algo obsesionado con tener a Miyuki de su lado. Tramposho, le pusho a shu hermana enfrente ─parloteó Sawamura mientras se metía un gran trozo de carne marinada en la boca.

─¿Quieres decir que lo que te molesta es que ella es una Narumiya, que es hermana de Narumiya-san? ─inquirió Koushuu inclinando el cuello.

─¡Por supuesto que es molesto!... Aunque ella no es tan mala como su hermano… ─agregó en un tono bajo, como avergonzado.

─¿Y si fuera cualquiera otra?

─¿Si fuera otra qué? ─cuestionó Sawamura confundido.

Koushuu lo miraba como queriéndolo descubrir, como queriendo ingresar a su mente. Sawamura conocía esa expresión, era aquélla que lo acusaba de algo que él no entendía; era esa mirada de miedo, de confusión y de advertencia. Sí, Okumura era un experto en asustar a las personas; incluso Haruichi o Kuramochi llegaron a temerle.

─¿Te habría molestado si Miyuki-san se hubiera casado con alguien más, fuera quien fuera? ─insistió Koushuu con los palillos fuertemente agarrados.

Sawamura tragó y frunció el ceño, sin comprender.

─¿Y por qué habría de molestarme? No lo entiendo ─admitió.

─¿Y si yo me hubiera casado en Corea, qué habrías sentido? ─soltó de repente, con el corazón egoísta latiendo con fuerza.

La expresión de Sawamura de inmediato cambió. Sus ojos se agrandaron y su boca se abrió cual pescado.

─¡Tú no puedes hacer eso, Koushuu! ¡¿Por qué te casarías con alguien que no sea yo?! ¡No! ¡Eso no se puede! ¡Yo soy Sawamura Eijun y yo soy tu pitcher y tú eres Okumura Koushuu, mi cátcher! ¡No tienes por qué casarte con alguien que no sea Sawamura Eijun!

Koushuu no pudo resistirlo. Al instante, se levantó, se acercó al rostro de su pitcher, lo tomó de la barbilla y lo besó. No habría más dudas, no habría más preguntas estúpidas. El amor de Sawamura era suyo, así había sido desde la adolescencia. No lo perdería, no se alejaría de él una vez más.

Sawamura, atónito ante la rápida reacción de Okumura, apenas pudo hacer algo para no quedarse quieto. Tantas noches había soñado con ese beso, tantas noches las había disfrazado en otras camas, con otras lenguas… Sólo para buscar la suya…

Su sueño, su realidad… su cátcher…

Desesperado, hambriento, ardiente, haló de la nuca de Koushuu para profundizar el beso. Sintió sus dientes chocar con su labio, sintió su lengua descubrirse por su boca, sintió la resequedad de sus labios contra los suyos… Sintió su amor en esas respiraciones irregulares… Y volvió a sentirse inexperto, volvió a sentirse en esa bañera a los diecisiete años; sintiendo por primera vez el deseo de tocarlo, de tocarse, de susurrar su vida al oído, de escuchar sus gemidos y hacerle escuchar los suyos… De hacerle el amor y que él se lo hiciera.

Koushuu mordió suavemente su labio exterior y permitió que Eijun besara su barbilla antes de separarse.

─Está anocheciendo, senpai, ve a lavarte ─musitó cerca de su pómulo─. Yo lo haré después de ti.

─Estaré esperándote, chico lobo ─respondió Sawamura previo a levantarse de la silla, ansioso por ese momento.

El rubio colocó las manos en la tabla del comedor mientras observaba a Sawamura dirigirse al baño.

Se mordió el labio: qué bien se veía Eijun de espaldas…

...

Koushuu se miró al espejo rectangular que estaba en el baño. Suspiró mientras pensaba en lo que irremediablemente ocurriría esa noche. Era algo que había pensado en muchas ocasiones y con lo que había soñado incluso.

Las tardes con Sawamura en Seidou no podía olvidarlas. Las ocasiones en las que por accidente tocó su mano o en las que, como parte de los partidos, apoyó su mano en el hombro del pitcher; todo eso cargaba con un significado que no podía explicar con palabras, pero que su cuerpo podía liberarlo sin problema alguno.

Sabía de antemano que Eijun se sentía de la misma forma: ansioso, excitado y quizá un poco preocupado. A pesar de que se habían amado desde la adolescencia, lo cierto era que no se conocían como amantes. ¿Cómo podría acercarse a él y preguntarle si prefería dar o recibir, si le molestaban los juegos previos o si era de los que se dormían con sus amantes luego del sexo? Él lo amaba; pero temía no ser lo que quería para él.

Empero, también era consciente de que, como en el béisbol, no podría saber qué clase de amante era hasta que no lo probara: hasta que atrapó para él, pudo conocer la clase de pitcher era. Y de esa noche no se arrepentía de nada; excepto, tal vez, de no haber atrapado ese último lanzamiento.

─Al diablo. ─Se dijo antes de enredar una toalla en su cintura y salir del baño.

Quizá no debió sorprenderse al ver a Sawamura mirando los futones que había preparado en la sala de estar, con sólo un bóxer encima. Y aun vestido de esa forma, no podía decir que se veía como todo un semental pues mantenía una expresión de confusión total y sus murmullos internos salían de su boca de una forma similar a cuando Koushuu gruñía.

No pudo evitar sonreírle. Eijun ni siquiera se había dado cuenta de que él estaba a sus espaldas, mirándolo.

─¿Necesitas ayuda con los futones? ─preguntó. Sawamura saltó, asustado, y volteó a verlo con la clara intención en su rostro de regañarlo.

No obstante, sus mejillas se coloraron y sus labios se juntaron en una línea recta. No esperaba encontrarse con un Koushuu aún más preparado que él para la acción. Y, por supuesto, no podía negar que sus expectativas respecto al cuerpo de Okumura habían sido correctas. No había un solo gramo de grasa en esos abdominales y sus brazos, fuertes como siempre, le causaban cierta envidia pese a tener la misma calidad de músculos. Todo eso, combinado con el siempre apuesto rostro de príncipe que poseía, no le daba tregua a Sawamura de prepararse siquiera un poco.

En el caso de Koushuu, se atrevió incluso a mirar de una forma más descarada al que en un tiempo fue su senpai. Se detuvo en su clavícula, en su cintura, en sus piernas… Cuánto tiempo trabajado encontraba en cada centímetro de su compañero y futuro amante.

Siempre había admirado la tenacidad de Sawamura, su fuerza interna aún mayor que la externa… Él siempre trabajó para ser inalcanzable.

Ahora, con todo lo que Koushuu había logrado en Corea, con todo lo que había aprendido, podía estar seguro de que estaba por completo a la altura de ese pitcher frente a él. Y mirando el oculto dolor en los ojos de Sawamura, supo también que incluso podían compartir las dificultades, así como las soluciones.

─¿Y bien? ─insistió. Su interlocutor sacudió la cabeza para concentrarse en las palabras de Okumura y no en su cuerpo.

─Es que no sé cómo acomodarlas, una es más grande que la otra y…

─Usaremos la grande, entonces ─declaró Koushuu dando el asunto por terminado.

Sawamura abrió la boca, asombrado. Después, un poco sonrojado y frustrado, apretó los puños.

─¡Ése no era el plan, Koushuu-ero! ─exclamó.

─¡¿Ero?! ─repitió el rubio, un poco ofendido.

─Bueno, sólo un poco ─agregó en un tono más bajo.

─Tendrás que acostumbrarte, entonces. No pienso perder ninguna oportunidad contigo, Eijun ─aseveró.

Eijun sonrió con confianza y luego soltó una ligera risa antes de acercarse y sostenerlo de los hombros. Su sonrisa favorita estaba ahí: ésa que transmitía todo lo que sus ojos decían, lo que su aura de luz iluminaba… Ahí estaba su alma.

Y fue en ese momento, en el que vio sus ojos brillantes y cálidos y en el que sintió sus manos tan inocentes y atrevidas a la vez, que Koushuu tomó la decisión de ignorar sus anteriores miedos.

Con una mano en la barbilla de Eijun, se arrojó a sus deseos y ansiedades y tomó de los labios de Sawamura el primer beso de la velada.

Como si lo hubiera esperado, el pitcher paseó su mano derecha por el torso de Koushuu al tiempo que presionaba con mayor fuerza su boca. El rubio no pudo hacer nada cuando, repentinamente, la traviesa mano de Sawamura se deslizó por el pliegue abierto de la toalla para acariciar sin temor alguno el comienzo de su muslo izquierdo.

Koushuu apenas soltó un ligero y apenas audible gemido de placer.

─Quítala. ─Alcanzó a decir en medio de una mordida por parte del zurdo.

Eijun no respondió. En su lugar, siguió jugando con la piel desnuda del cátcher hasta que éste perdió la paciencia y tras soltar un gruñido inconfundible, lo tomó de los hombros y lo guio hasta la pared contigua. Eijun sonrió, satisfecho por la sed de Koushuu, mas ese gesto se borró en el momento exacto en el que sintió cómo Okumura palpaba sobre el bóxer su miembro erecto. Sus ojos azules adquirieron un matiz más seductor, más incitante, más excitante.

Eijun, entre un profundo gemido, jaló la toalla hacia abajo y se afianzó del trasero firme, y por fin desnudo, de Koushuu. El chico, de apenas unos centímetros más alto que él, colocó una mano sobre el pecho de Sawamura y con la otra masturbó sin piedad al lanzador.

El sudor en ambos cuerpos comenzó a fundirse, sin respetar dueños, sin respetar nada. ¿Y qué importaba? Si los responsables apenas podían identificar de quién eran esos dulces sonidos guturales.

Sawamura recargó la frente en el hombro de Okumura y murmuró algo inentendible. Koushuu, inconscientemente, movió sus caderas hasta sentir el empapado bóxer de Eijun. Con un rápido movimiento, quitó la mano y permitió que sus cuerpos se sintieran con sólo una tela de barrera.

La fricción entre la piel compartida fue demasiado para el pitcher:

Apenas midiendo la fuerza de sus brazos, empujó a Okumura al menos medio metro. Su pecho se alzaba en respiraciones lentas y sus labios, separados, articulaban en silencio deseos ocultos. Koushuu miró con cierta preocupación a su acompañante. No quería creer que se pudiera arrepentir, mas le daba miedo siquiera preguntar si algo pasaba. Aunque sus ojos permanecían absorbidos por la lujuria…

─Si continúas haciendo eso, voy a terminar pronto ─advirtió Eijun con la mirada gacha─. Te he deseado tanto, Koushuu ─musitó en una voz semiahogada.

El aludido tragó saliva con fuerza antes de morderse el labio y asentir. Por supuesto que lo deseaba, lo sabía. Desde esa primera noche, desde esa primera vez en la bañera… Por supuesto que sí, ambos se deseaban.

Y sin decirle palabra alguna, permitió que Sawamura volviera a besarlo. No obstante, esta vez fue un beso lento, sin prisa alguna. Tierno, suave, con apenas un roce de labios. Las manos de Eijun en su vientre lo guiaron hacia los futones; Okumura se afianzó con delicadeza de sus hombros.

Tras sentir sobre sus tobillos las almohadas que el zurdo había colocado, Koushuu rodeó con un brazo el cuello de Eijun y fue agachándose, cual cátcher, hacia el lugar destinado. Sawamura lo siguió sin deshacer el beso hasta que la mano libre de Koushuu sintió la suavidad de las cobijas.

Entonces, permitió que él volviera las manos a su trasero mientras su espalda era guiada al futón. Sawamura entonces comprendió el papel que desempeñaría esa noche. La velocidad en los besos fue en aumento cuando Koushuu pidió con desesperación que se deshiciera de esa última prenda.

─Lo quiero… ─susurró antes de besar su mandíbula.

Eijun no se negó y con la facilidad de un experimentado, se quitó los bóxers. Disfrutó de la expresión de satisfacción de su amante, su amor y su destino. Mordió suavemente su labio y besó su mejilla.

Estiró el brazo hasta sacar debajo de una almohada el pequeño tubo de lubricante y colocó una porción sobre el glande.

Sintió cómo las fuertes piernas de Okumura se acomodaban en sus hombros y leyó en su sonrisa el deseo a punto de cumplirse. Tragó saliva mientras tomaban del trasero, firme, redondo, amplio, a Koushuu. Su miembro sintió esa apertura frente a él, ansiosa, dispuesta a él… Incitante.

Alzó el rostro y miró los ojos sedientos de Koushuu. Cuánto le gustaban esos ojos…

No pensó más: lo penetró. El rubio cerró los ojos y soltó un gemido sonoro. Volvió la embestida, volvieron los gemidos. Sawamura respiró fuerte; qué bien se sentía estar en él, tan dentro de él. Qué bien se sentía sentir sus manos en la espalda; qué bien se sentía ver su rostro, ver sus expresiones, absorber sus deseos…

Koushuu soltaba gemidos entrecortados entre cada embestida, como si fueran interrumpidos justo antes de terminar. Era delicioso, no podía dejar de admirarlo, no podía dejar de penetrarlo. Cada sonido era distinto, era más excitante.

Y cuando pidió una mayor velocidad, Eijun pasó las manos a su espalda y lo atrajo hacia sí, quedando él sentado en el futón mientras el trasero de Koushuu seguía sobre Sawamura. Entonces, Koushuu se abrazó del cuello del pitcher y manejó el ritmo a su antojo. Eijun nuevamente se deleitó de cada gesto, de cada resonancia expulsada, de cada caricia.

─Ah, Eijun… ─Lo llamó con la claridad que le era posible producir, con las manos en el futón, arqueando la espalda.

Vaya visión, vaya eco… Oh, vaya Koushuu…

Eijun se inclinó para besar la zona del esternón y el comienzo de sus pectorales tan bien formados. Koushuu apretó los puños alrededor de las sábanas.

Sawamura no pudo más, sentía que estaba por terminar. No, no quería hacerlo.

Bajó las piernas de Okumura de sus hombros y, ante el asombro del cátcher, salió de él y permitió que éste relajara las piernas. Antes había adquirido la experiencia de un cansancio sobrenatural y, aunque sabía que tenía toda una vida con Koushuu, no quería que su primera noche terminara tan pronto.

Y antes de que el otro pudiera quejarse, Eijun tomó el pene de Koushuu y, sin preocuparse por la lubricación adicional, se hundió en él con una suave respiración.

Koushuu suspiró con lentitud tras sentir cómo ingresaba a la cavidad de Sawamura. ¿Cuántas veces había soñado con eso? Sentir su trasero sobre él, sentir cómo lo impregnaba, cómo lo abrigaba. Estaba tan embelesado con la anatomía de Eijun, tan perfecta hasta el último rincón. Y su miembro lo sabía… jamás había sentido tal placer como aquél que lo llenó cuando Eijun se movió de forma circular, con las manos sobre su vientre, acariciándolo, guiándose hacia su pecho…

En otras situaciones, había tenido problemas por su miembro ligeramente mayor al promedio. No obstante, Sawamura parecía haberse adaptado de la mejor forma a ese hecho... Y vaya que lo disfrutaba:

Aunque lo cierto era que lo había esperado mucho más ruidoso, no cambiaría por nada esas expresiones tan eróticas, esos mordiscos tan suaves, esas respiraciones que trabajaban tan bien esos músculos en su pecho… Esas manos tan traviesas… ese cuerpo… Esa habilidad en el sexo…

Lo amaba tanto…

─Ko-Koushuu… ─soltó por fin el silencioso amante.

Lo miraba. El aludido vio tantos sentimientos en esos enormes ojos apenas abiertos… Tantos sentimientos, y todos dirigidos a una sola persona.

─Ven aquí. ─Le dijo antes de tomarlo de los hombros y hacerlo llegar al colchón para evitar romper la mágica conexión.

Sawamura accedió a que Koushuu guiara esas últimas estacadas. Ambos estaban llegando al límite, lo sabía.

Okumura trató de besarlo, mas sus propios gemidos le impidieron mantener su boca a la par de la de Eijun. Éste, igual de excitado, se abrazó de la espalda de su amante y escuchó cada resonancia en la garganta de Koushuu. Cuánto lo prendía el escucharlo así.

Koushuu apretó los dientes y los puños en el momento previo a terminar dentro de Sawamura. Y cual reacción en cadena, tras sentirse lleno de él, Eijun dejó salir un único gemido grave mientras dejaba que su propio semen los empapara a ambos.

Koushuu, con cierta dificultad, sacó su miembro y se mantuvo sobre su amante hasta que Eijun soltó una ligera risa. Koushuu entonces se sentó sobre la sábana y lo miró, confundido. Siempre que creía que Eijun caería rendido, éste mostraba de alguna u otra forma que no estaba tan cansado.

─¿De qué te ríes? ─preguntó.

─Ah, es que… Estamos en el futón pequeño, ¿sabes? ─respondió con la respiración aún entrecortada.

Okumura miró a su alrededor y vio a su derecha el futón grande que antes habían mencionado; luego regresó su atención al muchacho aún acostado. Sonreía, sus ojos brillaban y lo llamaban.

─No importa. Otro día usaremos el grande, Eijun ─prometió.

Sawamura volvió a reír. Parecía que era una de esas ocasiones en las que su felicidad era tal que no dejaría de reír. Qué afortunado se sentía de ser el espectador de ese momento…

Acercó su mano para acariciar su rostro, mas Eijun lo jaló de la muñeca y lo abrazó con fuerza. Volvió a reír.

─Quédate aquí, Koushuu. Siempre ─pidió antes de depositar un beso sobre su mandíbula.

El rubio, sorprendido tanto por el gesto como por la petición, se sonrojó.

─No tienes que pedirlo; no iré a ningún lado. Lo prometo.

Sawamura afianzó más el abrazo.

No, ahora no habría nada por lo que él podría irse. Eijun estaba ahí, con él, para él. Ambos habían pasado por un círculo lleno de dudas, malas decisiones y abusos. En medio de las dudas y temores, buscaron el calor del otro, buscaron esas memorias que mantuvieron la esperanza de volverse a encontrar.

Y ahora, juntos, abrazados y sonrientes, sabían que sin importar lo que pasara en el futuro, siempre habría un hogar que juntos podrían encontrar.

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"Tanto tiempo has estado corriendo en círculos alrededor de lo que está en juego, pero ahora el tiempo ha llegado para que tus pies permanezcan en un solo lugar. Quieres llegar, te quieres rendir. Tienes la cabeza envuelta alrededor de lo que está en la siguiente curva; desearías poder encontrar algo cálido porque estás temblando del frío. […] Porque si no me hubieras encontrado, yo te hubiera encontrado."

Fragmento en prosa de la canción "Something inside", por Jonathan Rhys Meyers. (Traducción)

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Nota de la autora:

¡Y ahí lo tienen! Bendito lemon que me costó casi dos semanas, carajo. Igual fue divertidísimo hacerlo y espero que quien lea esto lo haya disfrutado.

Gracias por leer esta pequeña historia (con altísimas posibilidades de epílogo).

¡Nos veremos pronto, espero!

Abrazos.

Nayla.

PD. ¡Y AHÍ TIENES TU PORNO GAY, VALERIA! ¡YA DÉJAME TERMINAR EL MALDITO FIC, JODER!