Hola a todos, aquí SilentDrago. Ya habiendo publicado el primero de los fics largos que prometí, es momento de que publique el segundo. Puedo considerarme un pionero, ya que este es el primer crossover en español de estas dos franquicias en FanFiction, al menos en la sección correspondiente.

Los Pokémon que aparecerán abarcan todas las generaciones existentes hasta ahora e incluyen a las formas Alola. Eso sí, no habrá ni megaevoluciones ni movimientos Z.

No los distraigo más y los dejo con la historia.


Un torpe primer paso hacia la cima

La región de Otonokizaka, un lugar lleno de contrastes, con grandes ciudades, frondosos bosques, frías montañas y cálidas playas. Allá pueden encontrarse asombrosas criaturas conocidas como Pokémon, seres que viven en todo tipo de hábitats y poseen habilidades con las que las personas solo pueden soñar. A pesar de eso, mucha gente logra establecer vínculos con ellos y los usan tanto para batallas como para faenas diversas; dicha gente son los llamados "entrenadores".

Para una despistada chica, su viaje como entrenadora recién comienza.


- ¡Onee-chan, despierta! ¡Ya es de día!

- … Cinco minutos más.

- ¿No que hoy ibas a ir al laboratorio de la profesora Minami para que te diera tu primer Pokémon?

… Mi primer… Pokémon… ¡CIERTO, LO OLVIDÉ COMPLETAMENTE!

- Ay, onee-chan, no puedo creer que seas tan tonta. De seguro vas a tener que esperar un año más para volverte entrenadora.

- ¡No digas eso, Yukiho! ¡La profesora todavía debe tener Pokémon disponibles! ¿Cierto? ¿Cierto?

- Mejor apúrate o te quedarás con las manos vacías.

Este es el punto de partida de la historia de Honoka, una chica de 16 años originaria de pueblo Faitodayo. Era la hija mayor de los dueños de una tienda que se especializaba en dulces para humanos y comida para Pokémon, y a pesar de su edad, no había podido iniciarse como entrenadora hasta ese momento debido a lo ocupada que estaba ayudando a sus padres con el negocio.

- ¡Adiós, mamá! ¡Adiós, papá! ¡Adiós, Yukiho! ¡Voy al laboratorio! –exclamó Honoka mientras salía de su casa apresurada. Iba a medio vestir y tenía un pan en la boca que pensaba comerse en el camino.

- ¿Qué? –alcanzó a oír decir a su madre.


La pelijengibre corría a toda velocidad, llamando la atención de todos los que la veían.

- ¡Por favor, por favor, por favor, por favor, por favor, por favor, que todavía haya un Pokémon para mí!

- Hola, Honoka, ¿por qué la prisa?

La aludida detuvo su loca carrera y se enfocó en quien la había saludado.

- ¡Hideko, Fumiko, Mika! –exclamó mientras seguía comiendo su pan.

- Hola otra vez.

- Hola, chicas.

- ¿A dónde vas?

- Al laboratorio de la profesora Minami.

- Vaya, parece que llegó tu momento de convertirte en entrenadora, ¿cierto? –preguntó Hideko.

- Sí, finalmente mis papás me dieron permiso para iniciar mi propio viaje, jejeje –respondió la ojiazul rascándose la nuca.

- Ya era hora –comentó Fumiko–. Yo siempre pensé que empezarías junto con Kotori-san y Umi-san.

- Sí…, yo también –sonrió Honoka con nostalgia.

La chica no pudo evitar pensar en sus dos mejores amigas. Cuando eran pequeñas, las tres solían pasar todo el tiempo juntas, ya fuera jugando o interactuando con Pokémon; pero llegado el momento, ambas se marcharon del pueblo e iniciaron su viaje como entrenadoras, dejando a Honoka atrás.

- Hace tiempo que no las veo. Las extraño mucho –dijo limpiándose una lágrima rebelde.

- Pero tú nos comentaste que sigues en contacto con ellas –hizo notar Mika.

- Bueno, sí. Sé que ahora cada una vive en una ciudad diferente dedicándose a lo que les gusta, pero que siguen viéndose con frecuencia… Siento un poco de envidia.

- Pero ya no tienes que preocuparte, Honoka. Ahora que empezarás a viajar estoy segura de que las verás de nuevo –dijo Hideko.

- Eso espero… ¡EL LABORATORIO! ¡TENGO QUE IRME! ¡Adiós, chicas, hablamos después! –exclamó la pelijengibre echándose a correr otra vez y sin alcanzar a escuchar cómo sus compañeras se despedían de ella.


Honoka llegó agotadísima al laboratorio. Estaba tratando de recuperar el aire cuando escuchó que la llamaban.

- ¿Honoka?

- Profesora… Minami… –respondió con la respiración entrecortada–, buenos… días… Vengo por… mi… primer… Pokémon…

- Eh, verás, sobre eso…

- ¿Mmm?

- Lo lamento, pero todos los que tenía para los novatos ya fueron entregados. Creo que llegaste tarde.

- … No…

Honoka comenzó a sentir como las lágrimas se acumulaban en sus ojos. Se había quedado con las manos vacías, y eso significaba retrasarse todavía más en el inicio de su viaje.

- Honoka, en verdad lo siento. Sé las ganas que tenías de tener un Pokémon, pero sabes que el orden de llegada determina quién se los queda.

- Lo entiendo –dijo secándose las lágrimas–. No se preocupe, fue mi culpa por no levantarme antes. Supongo que tendré que esperar un año más para volverme entrenadora.

- Ojalá pudiera hacer algo.

En medio de la conversación, se escuchó un ruido de cajas cayéndose en la parte de atrás.

- ¿Qué fue eso? –preguntó la menor.

- No lo sé. Quédate aquí mientras tanto, iré a revisar –dijo la profesora antes de irse.

Honoka realmente se sentía apenada. Si bien estaba ansiosa por tener un Pokémon, su más grande deseo era volver a ver a Kotori y a Umi pronto. El problema era que ambas estaban tan ocupadas que hacerse un tiempo para ir a Faitodayo era complicado, y ella tampoco podía viajar a verlas así como así.

- Debe ser duro ser líder de gimnasio, ¿no? –pensó.

El sonido de más cajas cayendo la sacó de su ensimismamiento.

- Mejor voy a ver qué pasa –se dijo mientras trataba de calmarse.

La ojiazul llegó a la parte de atrás del laboratorio, donde la profesora Minami revisaba cada rincón esperando localizar al responsable del desorden.

- ¿Ha encontrado algo, profesora?

- ¡Honoka! ¿No te dije que me esperaras? Bueno, ahora da igual. Ayúdame a encontrar a quien hizo esto.

- Sí.

Ambas rastrearon el lugar de arriba abajo. El mayor inconveniente radicaba en que era sitio amplio, lleno de cajas con Pokébolas y comida Pokémon.

- Esto ha estado pasando ya por una semana y aún no he podido dar con la causa –señaló la profesora–. Pero estoy convencida de que no se trata de una persona.

- ¿Entonces cree que sea un Pokémon?

- Es lo más probable.

Una mancha parduzca que pasó fugazmente llamó la atención de Honoka, quien dijo de pronto:

- Profesora, vi algo moviéndose entre las cajas.

- ¿Estás segura?

- Eso creo.

- Vayamos a ver.

Las dos fueron a revisar y se encontraron con el causante de todo, un pequeño Pokémon con apariencia de oso. En sus manos llevaba una gran cantidad de comida, que procedió a zamparse sin ninguna culpa.

- Así que el responsable de tirar las cajas todos estos días era un Teddiursa.

- ¡¿Ursa?! –exclamó este al verse sorprendido.

- ¡Qué lindo! –gritó Honoka.

El osezno quiso huir, pero enfrente tenía a dos mujeres más grandes que él.

- ¿Cómo cree que se haya metido aquí?

- Supongo que por la puerta trasera. Atrás está el sector donde se quedan todos los Pokémon de reserva de los entrenadores del pueblo y cerca de él está el bosque. Posiblemente este Teddiursa venga de allá.

- ¡Ursa!

- ¡Cuidado, Honoka!

Teddiursa se lanzó contra la pelijengibre dispuesto a rasguñarla, pero esta se agachó y lo atrapó en un abrazo antes de que sus uñas lastimaran su piel.

- Tranquilo, pequeño, no va a pasarte nada.

El Pokémon osezno lanzaba rasguños azarosos contra el aire intentando liberarse. Sin embargo, Honoka no lo soltó en ningún momento; más aún, comenzó a acariciar su espalda tratando de calmarlo.

- Ya, ya, nadie va a hacerte daño.

De a poco, Teddiursa comenzó a ceder.

- Seguramente tenías hambre, ¿cierto? –dijo la ojiazul mirando al Pokémon a los ojos–. No te culpo, comer es uno de los placeres de la vida, jejeje.

- ¿Teddiursa?

- Mi familia tiene una tienda de dulces y de comida Pokémon. Me encanta probar las nuevas recetas que hacen mis papás. Oh, y el pan, adoro el pan, creo que es uno de los alimentos más deliciosos que hay. Mi hermana siempre dice que voy a terminar viéndome como un Snorlax si sigo comiendo tanto, pero yo no le hago caso, jeje.

El osezno se veía calmado a esa altura y parecía escuchar con atención todo lo que Honoka le decía. Si entendía o no, ese era otro tema, pero daba la impresión de que la chica le generaba confianza.

- ¿Sabes? Hace un rato me sentía muy mal. Por mi torpeza, no podré empezar mi viaje como entrenadora y tendré que esperar otro año más para reunirme con mis queridas amigas. No digo que no me duela no verlas, pero ya me estoy haciendo a la idea…, aunque quisiera volver a escuchar pronto la dulce voz de Kotori-chan y a Umi-chan regañándome.

Algunas lágrimas comenzaron a salir otra vez.

- ¿Ursa?

- No creo que entiendas de lo que hablo, jeje. Bueno, no importa. Gracias por escucharme.

Teddiursa colocó su pequeña mano sobre la mejilla de Honoka como intentando calmarla.

- Eres adorable. Tal vez algún día encuentres a alguien que cuide de ti y te dé de comer todo lo que quieras –dijo sonriendo a pesar de las lágrimas.

- Ese día podría ser hoy.

- ¿Eh?

La profesora Minami estuvo viendo toda la escena atentamente y pensó que la interacción entre Honoka y Teddiursa había dado pie a algo interesante.

- Tal vez no te vayas de aquí con las manos vacías después de todo. ¿Qué te parecería tener a Teddiursa como tu primer Pokémon?

- ¡¿Qué?! ¡¿Teddiursa?! –exclamó antes de volver a enfocarse en el osezno.

- Teddi, Teddiursa.

- Mi primer… Pokémon…

- Piénsalo, creo que entre los dos puede surgir un lazo muy fuerte. Claro, si Teddiursa acepta.

Las esperanzas de la pelijengibre se renovaron. Todavía podía volverse una entrenadora como lo deseaba, pero la decisión final dependía del Pokémon que cargaba en sus brazos.

- Tendré que hablarle desde mi corazón para convencerlo.

Tras tomar algo de aire, miró al pequeño oso a los ojos.

- Teddiursa, no soy la chica más lista del mundo, ni la más fuerte, ni la más responsable ni la más atlética; pero eso no significa que no pueda cuidar adecuadamente de ti. Quisiera que me dieras la oportunidad de ser la persona que te proteja cuando lo necesites, que te cure cuando te lastimes y que te alimente cuando tengas hambre… Teddiursa, quiero ser tu amiga.

- Teddiursa.

- Pequeño, ¿te gustaría ser mi compañero de viaje? –preguntó la comepan con un brillo en los ojos y una sonrisa.

El osezno se llevó la mano a la boca como si pensara. Finalmente, tras considerar la propuesta un momento, dio su respuesta:

- ¡Sa! ¡Teddiursa, Teddiursa!

El Pokémon sonrió y extendió los brazos: la respuesta era sí.

Honoka no pudo evitar volver a llorar, solo que esta vez su llanto era de emoción, estaba feliz. Por fin podría decir sin ninguna duda que ya era entrenadora.

- ¡Gracias! ¡Gracias! –exclamó sin dejar de llorar a la vez que abrazaba a su nuevo Pokémon con fuerza–. Te prometo que daré lo mejor de mí para que estés feliz.

- Felicitaciones, Honoka –dijo la profesora Minami–. Ahora hagámoslo oficial.

La peligris sacó una Pokébola del bolsillo de su bata y se la entregó a la muchacha.

- Úsala.

La aludida dio un pequeño toque en la cabeza de Teddiursa con la Pokébola. Este entró y no tardó mucho en convertirse oficialmente en el primer Pokémon de Honoka.

- ¡Sí! ¡Tengo un Teddiursa!

- Recuerda, Honoka, ahora eres responsable de ese pequeño. Tengo muchas esperanzas puestas en ti. No me decepciones.

- Descuide, profesora, puede confiar en mí.

- Y ahora que iniciarás tu viaje, ¿tienes alguna meta en mente?

- Pues… –más allá de volver a ver a sus amigas, no tenía nada planeado.

- ¿Qué te parecería convertirte en campeona regional?

- ¡¿Ah?! ¡¿Campeona regional?! ¡Pero, pero…!

- Claro que para luchar por el título, debes ganar ocho medallas de gimnasio primero.

- ¿Eh?

Honoka comenzó a pensar.

- Gimnasio… Kotori-chan… Umi-chan…

- ¿Qué me dices?

- Lo haré –respondió la comepan con determinación.

- Ese es el espíritu –dijo la adulta sonriendo–. Ahora, toma esto. Lo necesitarás en tu viaje.

Le entregó a la muchacha más Pokébolas, una Pokédex y un estuche para medallas.

- Gracias, profesora.

- Ah, antes de que se me olvide, quiero darte algo más. Si llegas a ver a mi hija, entrégaselo por favor.

La ojiámbar le entregó una caja rosada a la pelijengibre.

- Adentro hay un montón de accesorios que no suelen encontrarse en Otonokizaka. Los mandé traer de Unova.

- Se los daré a Kotori-chan cuando la vea.

- Muchas gracias. Ahora creo que debes preparar las cosas que necesitarás para tu viaje. Cuida bien de Teddiursa.

- Por supuesto. Adiós, profesora, muchas gracias por todo.

- Adiós, Honoka, buena suerte.


La ojiazul regresaba a casa con una sonrisa de oreja a oreja, cantando una canción que reflejaba su felicidad. Teddiursa, quien en ese momento estaba en sus brazos, también parecía cantar su propia versión.

- Ahora te llevaré a conocer a mi familia. Estoy segura de que les vas a encantar.

- ¡Teddiursa, Teddiursa!

Tras unos minutos de caminata, Honoka llegó a su hogar.

- ¡Ya volví!

- Onee-chan, te tardaste mucho –se quejó Yukiho en cuanto oyó a su hermana, pero cambió su tono en cuanto vio al Pokémon que cargaba–. ¡Qué lindo!

- ¡Teddiursa! –el osezno sonrió ante el halago.

- ¿En serio ese es tu Pokémon?

- Sí, este pequeño es mi compañero a partir de hoy, jejeje.

En medio de la conversación entre las hermanas, se pudo percibir un aroma particular que llegaba desde la cocina.

- ¡Ursa, Ursa, Teddiursa!

- ¿Qué pasa, Teddiursa?

El Pokémon luchaba por liberarse de los brazos de Honoka, cosa que al final consiguió. Tras eso, se fue corriendo en dirección a la fuente del olor.

- ¡Teddiursa, vuelve aquí! –exclamó la ojiazul mientras salía corriendo tras el osezno.

- ¡Te ayudo, onee-chan! –dijo Yukiho siguiéndola.

Un estruendo de ollas y platos cayendo al suelo les hizo saber que ya era tarde.

- ¡AH! ¡¿QUÉ HACE UN POKÉMON EN LA COCINA?! –se escuchó gritar a la madre de las chicas.


- Bueno, llegó la hora de partir.

- ¡Teddiursa!

Honoka estaba a punto de iniciar su viaje tras una larga espera. Tanto ella como su familia se encontraban a la entrada de la casa; era el momento de despedirse.

- Hija, procura no hacer ninguna tontería y no te metas en problemas –dijo su madre. Su padre solo se limitó a asentir.

- Descuida, mamá. No pasará nada, jajajaja.

- No sé por qué tengo un mal presentimiento.

- Bien, ya me voy. Adiós, mamá –la abrazó–; adiós, papá –repitió el gesto–; adiós, Yuki… ¿Eh? ¿Yukiho? ¿Qué pasa?

La hermana menor de Honoka sollozaba ruidosamente.

- Onee-chan… ¡te voy a echar mucho de menos! –exclamó abalanzándose sobre la comepan y abrazándola con fuerza.

- Yukiho…

- Prométeme que te cuidarás…, que no harás estupideces… y que volverás a casa sana y salva al final de tu viaje.

Honoka sonrió ligeramente. A pesar de que a veces se peleaban, el gesto le confirmó lo mucho que Yukiho la quería, y el sentimiento era mutuo.

- Lo prometo –dijo Honoka abrazando a su hermana de vuelta y besando su cabeza–. En verdad… me hubiese gustado que me acompañaras, pero sé que creen que aún no estás lista.

Yukiho alzó la mirada y miró directo a los ojos azules de la pelijengibre.

- Estoy segura de que pronto iniciarás tu propio viaje. No llores, estaré bien. Anda, dame una sonrisa –pidió a la vez que también sonreía.

La menor se secó un poco las lágrimas y le hizo caso a su hermana.

- Eso es. Ahora sí es hora de marcharme. Adiós, Yukiho –la abrazó una última vez.

- Adiós, onee-chan.

Tras despedirse, la hermana menor se agachó y acarició la cabeza de Teddiursa.

- Cuídala, ¿sí?

- ¡Teddiursa!

Ya habiéndole dicho adiós a todos sus seres queridos, Honoka empezó su viaje y dejó atrás Pueblo Faitodayo. Ya tenía un objetivo a largo plazo: convertirse en la próxima campeona de Otonokizaka; sin embargo, su objetivo más inmediato era el que le daba más ánimos de momento.

- Kotori-chan, Umi-chan, pronto nos volveremos a ver.


Y he aquí el primer capítulo. ¿Qué les pareció? No olviden que pueden dejar su review para opinar al respecto.

Acepto sugerencias para lo que pasará en los siguientes capítulos, así como también para los Pokémon que podría atrapar Honky en el transcurso de su viaje. Ya tengo pensados dos, pero ustedes pueden darme ideas de los otros.

Las demás chicas irán apareciendo gradualmente. Ya se mencionó que Kotori y Umi son líderes de gimnasio, así que ya pueden suponer que las otras también.

No se olviden que pueden seguirme en mi página de Facebook.

Sin nada más que decir, SilentDrago se despide de momento.