Con el pasar de los años y no es que fuera muy mayor, es más ni siquiera cumplía aun los quince años de edad, Helga había tenido que acostumbrase a vestir principalmente con prendas holgadas, no porque le gustara sino por necesidad… ella prefería usar prendas como los shorts de cintura alta, playeras con hombros descubiertos o con grandes aberturas en los costados y ligeros vestidos de vez en cuando, sin embargo ante las circunstancias, cuando su cuerpo se encontraba marcado por manchas moradas, debía usar playeras holgadas en su mayoría de maga larga y pantalones.

No era por vanidad, no era por verse bonita, ni por demostrar que ella era tan femenina como cualquiera, ni mucho menos para llamar la atención de los chicos, pero se había convertido en un haz del maquillaje, tampoco era que se maquillara de manera llamativa al contrario lo que no quería es que se notara que lo llevaba… se podía considerar toda una experta en el arte del "Makeup no makeup" con sus habilidades podía incluso cubrir grandes y coloridos tatuajes y perecería como si nada estuviera pintando la piel, pero una vez más, lo hacía siempre por necesidad, la imperiosa necesidad de ocultarse, ocultar todos esos moratones que constantemente marcaban su piel y que no quería que nadie supiera que tenía, no quería que la consideraran débil, o frágil, ante los ojos de todos ella debía ser un Titán, fuerte, imponente.

En cuanto a su condición física, bueno era extremadamente delgada, alta y delgada; siempre había sido delgada por lo que nadie había notado que se encontraba casi en los huesos y digo casi porque aun así la naturaleza estaba haciendo de las suyas con su cuerpo, los cambios propios de la pubertad en ella y aún en su desnutrido estado eran llamativos, su delantera y parte posterior estaba mejor desarrollada y formada que la de sus compañeras de clase… por una parte, los gajes de descargar sus frustraciones en el deporte y por otra… los genes… la naturaleza sí que podía ser irónica… de dónde demonios sacaba su cuerpo los nutrientes y grasas necesarias para desarrollarla si su masa muscular estaba por muy debajo de lo sano!?

Su piel era extremadamente pálida y delicada, su cabello largo hasta la cintura se caía más de lo que debería, siempre se encontraba agotada, le era difícil concentrarse, la vista de le nublaba con frecuencia, y se mareaba cuando hacía sobre esfuerzos, pero eso no la quebrantaba, a ojos de todos no había nadie con más energía que ella, siempre procuraba mostrarse atlética, con fuerza, con gracia y agilidad, tanto en lo físico como en lo mental.

La razón por la cual debía aparentar era realmente simple, tenía una madre alcohólica a la que le importaba poco y nada el estado físico y mental de su hija menor, Miriam Pataki no se preocupaba por alimentar a su hija, ni siquiera por tener comida en el refrigerador o en las alacenas, menos por proporcionarle dinero para que almorzara fuera…

Por otro lado contaba con un padre que ni se molestaba por recordar su nombre, para él, Helga no era más que un mueble más de la casa que se movía y con el que desquitaba sus frustraciones; el hombre tenía problemas con la ira, era violento, mal humorado, para Big Bob Pataki lo único importante en la vida era su negocio de localizadores que con el tiempo se convirtió a la industria de los teléfonos celulares y su perfecta y amada hija Olga, por lo que cada que perdía los estribos y Helga estaba cerca… bueno, usaba a la menor de sus hijas como blanco, como un saco de boxeo, de ahí la razón por la que debía cubrir su cuerpo…

En cuanto a la personalidad de la chica, bueno, no distaba mucho de cuando tenía nueve años, aunque trataba por todos los medios de evitar las confrontaciones, de mantenerse aparte de los demás, pasaba mucho tiempo abstraída en sus pensamientos, en sus novelas y cuadernos de poesía y dibujo, pero simplemente no lograba hacerlo, su mal genio salía a la luz y terminaba desahogando sus frustraciones en aquellos miserables que se cruzaban en su camino, odiaba hacerlo porque no quería convertirse en su padre, pero era tan difícil no estar molesta con el mundo.

La única persona que estaba al tanto de su situación era su mejor amiga Phobe y ni siquiera ella conocía del todo su realidad, la pequeña asiática sabia del mal genio de Big Bob y que peleaba constantemente con Helga, en una ocasión llegó a ver moretones en los brazos de la rubia y realmente se alarmó, pero Helga le aseguro que solo había sido un pequeño jaloneo de nada durante una confrontación con el patriarca Pataki por haber tomado dinero si permiso, además de que su piel era muy delgada y por eso se le había formado los moretones; se convenció de eso porque la piel chica era propensa a moratones se los hacía con tanta facilidad durante las actividades diarias que realmente no le tomo mucha importancia.

Ese preciso día, era uno de esos en los que todo era demasiado apagado, triste, de esos días apáticos que no presagiaban nada bueno, la secundaria había sido lo mismo de siempre, tan aburrida y tediosa, ni siquiera ver a su amado cabeza de balón había podido animarla; por algún motivo se sentía agitada, le faltaba la respiración y su corazón latía desesperado, quiso atribuirlo a que se encontraba débil por no haber almorzado, sin embargo tenía un mal presentimiento…

Cuando el día escolar hubo acabado y volvió a casa todo se encontraba en silencio, parecía no haber nadie en casa, mejor para ella, no se encontraba de ánimos de ver a nadie, solo quería pasar el día rápidamente, dejo su bolso en la escalera y se dirigió a la cocina por un vaso de agua y de ahí a la sala, donde se derrumbó sobre el sillón y encendió el televisor, cambiaba los canales distraídamente sin encontrar algo que le llamara la atención realmente.

Un fuerte estruendo se escuchó en la casa, Big Bob había llegado hecha una furia, a Helga no le importo, simplemente no dijo nada, se quedó en su lugar ignorando a su padre, antes que darle miedo por el estado de Bob, le daba rabia, siempre la hacía enojar que cuando la perfecta Olga no estaba en casa él llegaba de mal humor, gritando a diestra y siniestra, dando órdenes de mala gana, lo sabía, era una cínica por molestarse por eso, ella se comportaba igual en la escuela y por Dios que trataba de no hacerlo más pero era tan condenadamente impulsiva y nunca podía detener su lengua a tiempo…

No sabía ni como había llegado a tal situación, en un momento ella se encontraba pacíficamente en el sillón de la sala ignorando su entorno y al otro se encontraba a los gritos con Big Bob, la discusión era intensa, ambos estaban rojos de la ira, no paraban de gritarse… de un momento a otro él soltó el primer golpe, justo en la mandíbula de la chica, el golpe hizo que Helga volteara la cara con brusquedad, que la derribara, el rostro le ardió, con el labio reventado y sangre saliendo de este, Helga le regreso la mirada llena de ira y desprecio, con orgullo y la cabeza elevada se levantó y una vez más le hizo frente, por ningún motivo se doblegaría ante él, no importaba que su cuerpo suplicara por algo aminorara el dolor y que en su interior muriera de miedo y que se fueran de ahí, Big Bob no la vería llorar jamás.

El Pataki le regreso la mirada burlona, estúpida niña insolente, acaso creía que tenía oportunidad contra el gran Big Bob; los gritos continuaron; no había ni rastro de Miriam y no les importaba, segura estaba ahogada de borracha en alguna de las habitaciones…

No lo entendía, simplemente no le cabía en la cabeza… ¿Por qué a su viejo le gustaba alguien tan… tan… Pataki?!! Es decir, habiendo tantas chicas tan lindas, amables y bonitas, Arnold, su mejor amigo, su hermano, estaba hasta la medula por Helga G. Pataki…

El rubio insistía en decirle que ella no era lo que aparentaba, que en el fondo era una gran chica, de buenos sentimientos y que apoyaba siempre a sus amigos; Pataki con buenos sentimientos, si claro y él era la reencarnación de Michael Jackson… esto era simplemente delirante, cada que Arnold veía a la rubia una boba sonrisa se formaba en su rostro, la seguía a todas partes, ¡por Dios! Llevaba una foto de la chica en su billetera!! Esto era mucho peor que cuando le gustaba Lila… el chico andaba detrás de la rubia como una cachorro suplicando a su ama por atención.

Ese mismo día los amigos se encontraban caminado de regreso a casa, Arnold casi le suplicó que lo acompañara a casa de la rubia a dejarle un cuaderno que dejo olvidado en el salón de clases, alegaba que esta era una oportunidad perfecta para invitarla a Slaunsens por un helado, esto era patético, el oji verde simplemente perdía toda habilidad de habla coherente cuando estaba cerca de la oji azul y está siempre se burlaba de el por lo palurdo, pazguato, lerdo y demás adjetivos que la chica usaba en su pobre y enamorado amigo; esto era peligroso para su integridad física, su hermano estaba definitivamente loco, pero el cómo su mejor amigo debía estar a su lado, ni hablar, el chico necesitaba de todo su apoyo… y de un buen psiquiatra, pero a falta de lo segundo… debía brindarle lo primero.

Estaban a una casa de distancia de la de la furia rosa, fuertes gritos se oían provenientes de la residencia Pataki, se observaron extrañados e incomodos, la puerta de la casa estaba semi abierta, para cuando quiso detener a su amigo este ya estaba en el pórtico de la casa, se acercó a él para llevárselo de ahí, terminarían muy mal parados si se metían en medio de la discusión de los Pataki; el sonido de un fuerte golpe de piel contra piel, seguido del grito de dolor de la chica los alertó, se miraron aterrados, que diablos sucedía ahí dentro, Arnold entró estrepitosamente por la puerta y lo único que alcanzó a ver fue como la chica fue lanzada con fuerza desde la sala y contra la pared del pasillo de la entrada.

La Pataki se golpeó contra la mesa de mármol de la entrada en la cintura, cayó estrepitosamente contra el suelo golpeándose fuertemente en la cabeza, la chica hizo un vago intento de ponerse de pie, pero su cuerpo no podía más, la vista se le fue nublando, lentamente todo se volvía negro, lo último que vio antes de perder la conciencia fue un borrón amarillo y unos asustados ojos verdes.

Estaban atónitos ante lo que sus ojos observaban, como era posible… una inmensa furia embargo a los chicos, en especial al rubio, sin pensarlo ni un segundo se abalanzaron contra el Pataki, entre los dos se encargaron de taclearlo y hacerlo caer en la sala, con movimientos rápidos cerraron las puertas corredizas de la habitación Gerald atrancó con un candelero que se encontraba en el suelo mientras que su amigo iba por la rubia, giro a verlos, Arnold estaba llorando desesperadamente con la chica en sus brazos, el mismo se encontraba apunto del llanto al ver a la fuerte chica inconsciente, magullada y sangrante, nunca se había detenido a pensar en la rubia más allá de que no le simpatizaba por grosera, prepotente, violenta, pero nunca imagino esto… su amigo estaba destrozado pero tenían que hacer algo, Big Bob golpeaba con fuerza las puertas y no tardaría en derribarlas, como pudo le advirtió a su hermano que debían irse, sacar a Pataki de esa casa y llevarla a un hospital.

Con determinación en los ojos el rubio tomo en brazos a la chica y salieron apresurados de la casa corriendo, huyendo de la furia del Rey de los Localizadores.