Marcas de pertenencia

Natsu era, por naturaleza, posesivo. No lo podía evitar, fue criado por un dragón, un ser territorial que protegía lo que le pertenecía con garras y dientes, literalmente. Y aunque pareciera primitivo, todo lo que él consideraba como suyo, tenía su marca personal. Su mesa preferida tenía arañazos y era la que mayor remaches tenia, ya que se negaba a que la cambiaran por una nueva. Su banco de la barra de bebidas tenía el asiento ligeramente quemado, incluso su vaso tenía una ligera grieta en la base.

Por eso cuando la ve caminando hacia el gremio no puede evitarlo, tiene que dejar su marca en ella, porque era su compañera, su amiga, su confidente, su todo. Se acercó a Lucy y poso su boca en su hombro, mordiendo ligeramente. Un sonrojo por parte de ella y una carcajada por parte de él.

Esa tarde Lucy entro con la bufanda de Natsu puesta, y Natsu detrás de ella con una gran marca roja y una sonrisa de satisfacción. No se necesitó más para que el gremio lo entendiera.

Ellos dos se pertenecían el uno al otro, esto era tan natural como el cantar de los pájaros.