¡Bueno! Me siento obligada a hacer esto, puesto que el final de Fairy Tail no ha dejado indiferente a nadie, normalmente en el mal sentido. Mashima es un genio y ¡por favor! No iba a darnos un final a lo Rave Master que fue maravilloso, no, tenía que terminarlo de forma genérica. Un aplauso.

En fin, tenía muchas ganas de escribir una historia, y puede que sea de varios capítulos. Siento los errores que pueda haber, soy una aficionada, intentaré ir mejorando a lo largo de la historia.

Me gustaría que comentaran si es lo suficientemente buena como para que mi mente siga trabajando en ella. ¡Muchas gracias! Ahora, sin más dilación, ¡disfrutad de la lectura!

Qué decir: todo es del grandioso y cruel Hiro Mashima. Yo solo me divierto con sus personajes al igual que él se divierte con nuestros sentimientos.

¡Empieza la aventura!

¡Una misión de 100 años! Natsu les contó que el maestro les había dejado después de demostrar, tantas otras veces, que son más que capaces de valérselas por sí mismos, especialmente en la batalla contra Álvarez.

El equipo sabía que no iban a pisar el gremio por un tiempo, y por tanto decidieron despedirse de forma apropiada.

Levy lloró de forma dramática porque Lucy se iba, aunque tendría a Gageel para apoyarla, claro.

Mira les deseó a todos mucha suerte, sucediéndose un momento mágico cuando decidió cantarles una canción de despedida. Por poco Gageel se une a ella, pero una pelea y un par de mesas volando impidieron que eso sucediera.

Wendy se despidió de todos a su manera, de forma dulce y educada. Todos echarían de menos a la miembro más joven del gremio. Muchos abrazos y muchas lágrimas.

Por supuesto, Juvia lloró a mares y por poco no se deshace en agua para el resto de su vida. Gray le prometió que volvería, y para demostrárselo, la besó delante de todo el mundo. Cuando vio esa cicatriz en el vientre de Juvia, la miró por primera vez, se fijó en ella de forma detenida, en cada rasgo, y comenzó a pensar en todo lo que habían vivido juntos. Desde luego, Juvia le había demostrado más que nadie en estos últimos años, y él se había dado cuenta.

Bueno, Juvia se derritió, pero de plena felicidad. Guardó la promesa que le hizo Gray, y esperaría a su regreso, no sin antes besarse mucho más, no queriendo perderse sus últimos momentos juntos en mucho tiempo.

Erza, por su parte, se estaba despidiendo de todos, cuando vio una sombra en la puerta de la entrada.

-Jellal…- Susurró Erza. Fue andando de forma tranquila a su encuentro, pero cuando llegó, le abrazó con fuerza, demostrando lo mucho que lo había echado de menos y lo que de verdad lo echaría. Se le humedecieron los ojos, tenía que calmarse.

-Erza, quiero que sepas que siempre estaré velando por ti. Por favor, vuelve sana y salva. Cuando me necesites, llámame- respondió Jellal. – Te prometo que cuando vuelvas recuperaremos todo el tiempo perdido, ahora que me han liberado de todos mis cargos-.

-Te tomo la palabra- dijo la voz ahogada de Erza, aguantándose las ganas de llorar, y continuando con el abrazo.

Lucy se dio cuenta de esa escena, pero no dijo nada. Era un momento muy emotivo, y mirando se sentía como si violara su intimidad.

Natsu se despidió de la forma más bruta, propia de él. Peleándose con quien pudiera y con una gran sonrisa en el rostro. Lisanna lo llamó para decirle algo importante.

-Natsu, ¡Quiero que vuelvas pronto!-

-¡Prometo que volveré! ¡Y estaré de una pieza!- gritó orgulloso.

-¡Pero Natsu! Tómatelo en serio… Vuelve pronto, ¡que te echaré de menos! Porque me gus…- La interrumpió una silla, ¡una silla! Que había golpeado a Natsu. Se estaban peleando otra vez, y en un abrir y cerrar de ojos, había desaparecido entre todos los que se estaban peleando en el gremio. Un jarrón iba en la dirección de Lucy, pero él se interpuso entre ella y dicho objeto. La cogió del brazo y le preguntó si estaba bien, a lo que ella respondió con cierto sonrojo que sí.

Lisanna lo había entendido todo al ver esa escena. Claro que Natsu se lo iba a tomar todo a broma, todo excepto lo que a Lucy le pasara. Miró para otro lado, un poco triste, pero convencida de que sería fuerte y lo superaría. Todo era cuestión de tiempo.

Así, se acabó la despedida.

Después de esto, se pusieron en marcha inmediatamente. Esperaban encontrarse en poco tiempo.

-Natsu, aún no me has dicho en qué consiste la misión.-Comentó Lucy.

-¡Cierto! ¡Consiste en descubrir un continente que aparentemente no existe!- Le contestó con una gran sonrisa.

-¡¿Cómo?!- preguntó angustiada. No sabía cómo podrían resolver eso.

-Al parecer hay ligeros indicios de que pueda existir un continente al otro lado del océano, ya que se mencionan en diversas fuentes de todo Ishgard sin tener nada que ver una con la otra, pero no se menciona exactamente su localización. Nuestra misión es encontrarlo, ver si está poblado, y si no lo está, comprobar si es viable vivir allí, para ocuparlo.- explicó Erza pacientemente.

-Pero… Si está al otro lado del océano, y no sabemos dónde está ese otro lado, ni a qué distancia, podríamos estar meses, incluso años, en alta mar, ahí serás muy útil, Wendy- dijo Gray mirando a Natsu, todos sabían lo que significaba llevarlo en cualquier tipo de transporte, y por desgracia, tendrán que sufrirlo.

Por su parte, Natsu iba tan despistado como siempre, a lo suyo, delante guiando el camino a los demás y con paso fuerte.

A Lucy cuando lo veía así le alegraba el alma. Era un alivio, después de todo lo que había pasado, que siguiera igual de alegre que siempre. Sonrió mientras lo miraba avanzar, dispuesto a su nueva aventura.

-Te gussssssta- exclamó Happy por detrás. Lucy chilló, lo agarró por las patas y lo mandó a volar lejos. Ese gato era peligroso, demasiado espabilado para lo que le interesaba.

Todos la miraron, incluido Natsu con esa cara incrédula suya. Lucy sonrió a todos aclarando que no pasaba nada.

Empezaron a reírse todos, sabían que estarían mucho tiempo lejos de casa, pero desde luego, también tenían la corazonada de que volverían y de que se reencontrarían con el gremio.

Ninguno sabía que es lo que le depararía la misión, si encontrarían el continente, los peligros que les acecharían… Pero sabían que se tendrían los unos a los otros, y eso les reconfortaba.