SNB: Virgin Soul le pertenece a MAPPA, Cygames.

Espero y sea de su agrado.

Anataen Short Storys

Enemigo natural

De noche en el aposento real, dos figuras se concentraban en el silencio que cada uno de los dos propiciaba al sólo verse a los ojos, callando cualquier inútil palabra en una situación de esta magnitud. Exacto, el rey Charioce XVII estaba tumbado en la esquina de la cama, toda pompa real se había esfumado y ahora sólo era un hombre con un ligero sonrojo en sus ya-no-pálidas mejillas; avergonzado y un tanto impaciente, ¿pero por qué? ¿Por qué el rey de la humanidad estaría en tal lamentable situación?

Viendo con mayor amplitud la escena se observa la otra pequeña figura de una joven mujer, vemos a Nina, una Nina sobre las piernas del rey, su rey. Sentada viéndolo a los ojos, con un sonrojo que le daba el lujo de competir con el rojo de las manzanas, pero era ella como si fuese la estuviese mucho más avergonzada de esta situación que él, pero la cuestión aquí era que Nina podía sacar partida a su favor. Su corazón excitado de la emoción por los besos anteriores y las caricias que obligaron a los dos a quitarse su ropa para que las manos de su amado abarcaran más allá de lo visible; sin embargo, cuando Nina se quedó en ropa interior, Charioce se detuvo abruptamente.

Nina estaba en una terrible crisis, ¿ella había sido muy atrevida al comenzar esta situación? ¿Qué pensaría él de ella? ¡Oh dios! Nina buscó en los ojos de Chris -porque prefería llamarle así cuando estaban a solas- alguna respuesta o algún enojo, pero lo único que encontraba era una mirada que rehuía de ella. Nina no se daba cuenta de algo muy importante. Trató de hacer memoria.

Cuando él la atrajo a su cuerpo para darle un abrazo, Nina había huido de los brazos de él para no tener contacto porque, aunque estuviese ya acostumbrada de aquellos abrazos, ella empezaba a pedir otro tipo de afecto y no es porque le cansaran los abrazos, pero quería ir más allá de un abrazo y un beso en la frente. No obstante, Nina no pudo huir de los brazos de Charioce para siempre, rendida subió los brazos para tomarle de los hombros y de puntitas Charioce le dio un fuerte abrazo, después ella subió la frente para verlo a los ojos, él se inclinó adelante para alcanzarla, pero lo único que logró fue que una Nina rebelde -como de costumbre- que se apoyó de sus manos para ganar impulso para brincar y alcanzar los labios del joven rey. Después de ese beso sorpresa, lo siguieron muchos otros, más las caricias y la agitación primeriza.

Terminando en la esquina de la cama con poca ropa Charioce acabó abajo con una Nina encima que besaba cual principiante el pecho de su amado, un amado que poca resistencia ponía y que buscaba con ambas manos el sostén de ella, pero aunque lo tuviese entre sus dedos, no podía quitárselo. Lo intentó varias veces, tanto que tuvo que levantar su abdomen para ver por el hueco del cuello y hombro de Nina el sostén, pero su poca visión, la exitación lo dejaban completamente inútil para quitarle el sostén. Avergonzado y muy impaciente se dejó caer nuevamente sobre la cama, realmente frustrado. El rey de la humanidad, el impulsor de la economía de la capital del reino, visionario conquistador de viejos imperios, y muchos más títulos asombrosos, pero un inútil quitando sostenes. No era su culpa, a pesar de la imagen de lady killer que proyectaba, en su vida se había topado con el temible sostén de una mujer. Natural enemigo de hombres inexpertos en temas del amor.

Nina al percatarse de aquello sonrió alegre, ella no era la única que estaba arruinando este momento. Sintió alivio y ternura, verlo así le ocasionaba responder con la manera deseada para situaciones como ésta, es decir, besando la mejilla de Chris y con una insegura voz decirle: "Mírame", él rápido volvió su mirada curiosa, y Nina enderezándose aun sobre él, llevó sus manos hacia su espalda y con delicadeza desabrochó el sostén que rápido resbaló de sus pechos hasta caer a las piernas de Charioce que miraba expectante.

Nina mordió sus labios llena de pudor, esquivó la mirada de Charioce, mostrarse desnuda nunca era fácil y menos cuando el que te observa sonríe con singular belleza. Él se acercó y la rodeó con sus brazos, juntó sus labios quedamente contra el hombro de ella y lentamente la besó.

La pelirrosa se siente desfallecer y se aferró a él.

No importa lo que opinen los demás, se querían demasiado y aunque la duda entre en sus mentes, los corazones de ambos bailaban frenéticos por los detalles de cariño que se querían dar el uno al otro. No se podían negar todos estos cuidados.


Insomnio

Nina se había percatado de muchas cosas acerca de Charioce aun cuando éste aún se mostraba reticente a hablar de sí mismo, pues él comentaba que hablar de sí siempre es molesto y que prefería escucharla hablar a ella, que le gustaba cada comentario tonto que hacia ella, sus exclamaciones de sorpresa tan infantiles y llenas de vida, escuchar sus opiniones al respecto político siempre tan ingenuas e inocentes. A él le encantaba escucharla hablar o callar. Amaba ambas cosas, pero preferiría escucharla a escucharse así mismo hablar de sí. Qué aburrido sería, aseguraba él.

Por supuesto ella se molestaba a su vez por esos comentarios tan francos de Charioce, era terriblemente sincero y a veces muy cortante con sus palabras, a veces muy recto y serio; pero Nina no podía negarlo, ahí escondía su encanto, porque cuando más acercaba a él se daba cuenta de su honda ternura y amabilidad. Ser amable no significaba, pues, ser un estúpido que todo lo perdona, sino que ser amable es saber ser diligente y prudente con respecto a una acción o persona. Él era de esas personas amables que daba segundas oportunidades.

Nina lo veía desde la cama en la pieza real, acobijada y con una notable mirada llena de sueño y amor. Lo veía en su escritorio leer reportes y cartas de algunos consejeros de los pueblos más lejanos a la capital, le encantaba verlo redactar nuevos informes y decretos, y de vez en cuando le gustaba verlo leer a su lado en la cama un libro de narraciones fantásticas. Verlo trabajar era algo lindo de ver.

Pero, Nina desde hace ya muchas noches atrás se dio cuenta del problema que aqueja a Charioce y renuente de dejarlo solo por las noches se sentaba a su lado y a veces en sus piernas, hojeaba una de sus tantos escritos y libros, le veía de cerca cuando redactaba cartas para sus generales, intentaba ayudarlo en las cuentas financieras de Anatae. Hacía lo posible para acompañarlo, pero antes de que se percatara terminaba entre los brazos de Charioce profundamente dormida y él, haciendo una pausa a sus deberes, la acostaba en la cama y la acobijaba con mucho recelo. Lo último que quería era que ella enfermara por su culpa. Ella sonreía entre sueños, respondiendo a la amabilidad de su rey, su joven Chris.

Cuando pasaban de las cuatro de la mañana Charioce sintiendo por fin el cansancio sobre sus hombros y el sueño en sus parpados, se metía entre las sábanas y tomando la delgada cintura de Nina dormía ahora tranquilo. El trabajo estaba listo, Nina entre sus brazos listo, ahora podía al menos dormir plácidamente por tres horas.

Cuando había poco trabajo o lo dejaba para otro día, Charioce junto con Nina se acostaban y teniendo breves charlas, se disponían a dormir. Él la veía con mucha sorpresa de cómo conciliaba tan rápido el sueño profundo, se echaba a sus anchas y le abrazaba o lo pateaba. Él la veía todas las noches como esas, no podía dormir, no podía ni un poco soportar el ligero dolor de su cabeza que le negaban dormir junto con Nina; por ello, sin sueño, la veía descansar, a veces leía un pequeño libro que tenía en la mesita de noche, a veces deambulaba por toda la habitación. Muchas de esas ocasiones hacía despertar a Nina quien, al verlo sin poder conciliar el sueño, se acercaba a él y le besaba las sienes con extremo cariño, pensando que aquellos dos besos le curarían del insomnio y la migraña, y después de ello echársele encima.

Y esto le bastaba a Charioce para poder conciliar el corto sueño, aunque despertaba con un ligero dolor de espalda por soportar toda una noche el peso de la pelirrosa.

Nina se había dado cuenta de muchos detalles acerca del malvado rey, del porqué lucía siempre cansado y malhumorado, porque tenía un apetito voraz -aunque nunca como el de ella- y sobre todo porque su mirada siempre reflejaba cierto penar. Él callaba su pasado y su consciencia no le dejaba descansar ni una sola noche, impidiéndole al menos el descansar una sola noche entera. El pasado lo acechaba tanto de día como de noche, pero por suerte suya Nina estaba a su lado.

Nina sonreía comprensiva desde la cama, arropada y con una gran sonrisa mientras lo veía trabajar a eso de las tres de la mañana, y cuando él desviaba su atención del trabajo para asegurarse que ella aun dormía, ella entre sueños y entre vigilia le susurraba en suave tono: "Si no puedes dormir, pídeme los besos que desees. Te los daré…" y caía dormida.

Y Charioce terminaba sus labores con un permanente sonrojo en sus mejillas.

Además, Charioce a pesar de ser el último en dormir, era el primero en levantarse. Su corto sueño lo obligaba empezar sus labores muy de mañana y sin intención de despertarla partía a su oficina, dejando a Nina dormir por más horas.


Ingenua

En la mañana cuando las sirvientas venían a despertar al monarca y seguir con sus labores al vestirle y tomar los cuidados necesarios, Nina se ponía de pie presurosa y ahuyentando a las sirvientas, cerraba las puertas con cierto enojo en el rostro. Eran celos. Muchas mujeres lo atendían y eso la ponía de nervios, de antemano sabía que Charioce jamás tocaría a otra mujer que no sea ella -o eso pensaba orgullosa- y que él jamás la traicionaría, pero el permitir que otras mujeres tocasen a su amado no era algo muy usual de ver en su pueblo natal y esa idea en particular la molestaba. No consistía otro tipo de contacto hacia él.

Charioce sólo la veía en silencio, muy divertido.

- Dime, ¿para qué tengo a esas sirvientas si no las dejas trabajar?

- Pues despídelas. – dijo haciendo un mohín y cruzándose de brazos.

- ¿Quieres que las despida?

- Dales otra labor, uno en el que no te tengan que to… - miró al suelo, dándose cuenta de lo egoísta que era su petición, arrepentida, huyó de nuevo a la cama.

- ¿Quieres… que te contrate?

- ¿De qué estás hablando? – preguntó ahora curiosa por aquella propuesta.

- Quieres ser la única que pueda tocarme, pero tampoco puedo consentir el despedir aquellas sirvientas, siempre han sido leales y trabajadoras. – hizo una pausa. – Entonces, ¿quieres trabajar con ellas? Tú serás siempre la favorita.

Nina se quedó sin habla, su sonrojo llegó hasta la punta de sus orejas, se sentía arder en pura conmoción. Pues, otra de las cosas que Nina se había percatado de Charioce era el que él apestaba en continuar un diálogo. Sus habilidades de socialización eran un asco. Cada día se sorprendía del cómo se ganaba a sus súbditos si hablando demostraba ser un completo inadaptado, pero un inadaptado demasiado lindo de ver. Nina no podía dejar de quererlo mientras más lo conocía, aunque ella también se sorprendía de que Charioce aun la quisiera, es decir, ella se relacionaba con las personas fácilmente y su carisma la hacían ser amada por el resto, pero a veces sus adelantadas conclusiones la hacían tropezar y dado a ello Charioce la llamaba ingenua de cariño por aquellos motivos.

- Qué ingenuo eres, Chris. – dijo ahora Nina en tono prepotente, fingiendo ser responsable con una postura seria.

- Es muy diferente. – respondió divertido. – Tú eres la ingenua.

- Claro que no.

- ¿Sabes que significa ser ingenuo, Nina? – cuestionó

- Creo…

- Ingenuo significa ser nacido libre y que nunca ha perdido su libertad. – mencionó afable, mientras más se acercaba a su lado y una vez a su lado, agregó – Eres ingenua porque eres de un linaje libre. Estas libre de malicia, eres tan inocente e crédula. – la tomó entre sus brazos y con un pequeño beso en su frente le sonrió extremo cariño – No permitas que ni yo te cautive…, de ser así, vuela lejos. Pues, aun cautiva en mis brazos me pareces mucho más libre.

Se vieron a los ojos por prolongados segundos, completamente enamorados. Uno cautivo por su cariño que oprime a la amada, otra libre por su amor que la hace volar lejos aun estando atada a unos pesados brazos. El amor a veces te cautiva o te hace libre.

Nina lo abrazó con fuerza, ella también lo quería libre. Lo quería ingenuo.


De enemigo a arma secreta

Charioce era un hombre que por pocas cosas se sorprendía, de hecho, muchas de las cosas del Estado lo aburrían y sus labores eran más una carga que debía hacer. Sólo sus campañas bélicas lo hacían dudar de sus acciones. Pensaba y replanteaba, escuchaba a sus generales y científicos, sólo a veces. Pocas cosas lo sorprendían y le arrebataban el aliento.

Podía jurar que nunca se había sorprendido de algo una acción hasta que vio a Nina en la orilla de su cama cambiándose para colocarse el pijama. Él como acostumbraba la veía en silencio, ver su natural y desnuda belleza era de esas cosas que le arrebataban el aliento. Tan hermosa y delicada, pero esa belleza no lo engañaba, Nina era alguien demasiado fuerte; de cuerpo esbelto y de blanca piel, con estrecha cintura y una fuerte cadera. Su rosado cabello corto y mal peinado con un mechón rebelde que por más que haya tratado de asentarlo se permanecía rebelde, como particular esencia de Nina. La veía desvestirse embelesado, fascinado por la vista de Nina quitándose la playera para dejar a la vista su prominente pecho. Pero, Oh, ahí estaba el sostén. Viejo enemigo de los hombres.

Nina le dedicó una rápida mirada de reproche, era incómodo ser observada tan escrupulosamente por él, su mirada en sí es pesada y observándola de aquella forma hacían a Nina retroceder con su corta valía impudorosa.

- Ve a otro lado… - demandó con timidez.

- No puedo.

- ¿Eh? – su mirada se volvió en incredulidad. – Vamos, voltea a otro lado.

- ¿Por qué? Te he visto muchas veces sin el sostén encima.

- Pero este caso es diferente.

- ¿A qué te refieres?

- Eh…, - llevó la mirada al techo, buscando una respuesta que podría convencerlo. – Porque si vez cómo me quito el sostén, te creerás capaz de quitármelo cuando te venga en gana.

- ¿Y qué tan lejos está eso de ser un tipo de abuso? – dijo ofendido y molesto.

- Eh, no es que no quiera – y se puso toda roja. – Pero el quitarse de muchas formas un sostén es el secreto mejor guardado de una mujer, un arma secreta. – dijo manteniendo la calma, fingiendo seguridad en su voz a pesar de que ceja izquierda temblase de inseguridad, consciente de que Charioce no se creería tal patraña.

- Muéstrame cómo porqué es un arma secreta. – dijo cruzándose de brazos, creyéndose ya victorioso en esta pequeña discusión. Nina al notar tal pedantería frunció en entrecejo, él la había retado así que, como la mayoría de las veces, ella ganaría.

- Bien, déjame mostrarte esto. – con un valiente acento alzó su mano a la altura de su cabeza. – ¡Me quitaré el sostén con una sola mano!

Charioce miró con asombro, y de repente con una mano en la espalda y en menos de dos segundos, el sostén de Nina cayó al suelo. Con una mano y en menos de dos segundos los pechos de Nina estaban descubiertos.

- ¡¿C-cómo?! ¡Increíble! – el resplandor de aquella arma secreta lo cegó por varios segundos. Nina sonrió orgullosa, a veces las mujeres eran todo un misterio para los hombres de mentes siempre simples. Además, hasta el día de hoy, Nina nunca ha perdido contra Charioce, ya sea en fuerza o en estas mundanas cosas, Nina no deja de sorprenderlo.

- ¿Ves? Si te mostrara cómo hacerlo qué sentido tendría. – Charioce tuvo que aceptar su derrota, él apenas y podía quitarle el sostén de Nina con ayuda de ella.

Nuevamente todos los títulos nobles le parecían inútiles.

- Nina, por favor colócate otra vez el sostén. – pidió diligente, debe practicar más.

Entonces, Nina se sintió perdedora siendo ganadora.


Notas: Es la primera vez que escribo drabbles así que estoy abierta a todo tipo de recomendación, consejos y críticas; se los agradecería infinitamente ;3;

Agradezco especialmente a Ryuketsu no Hana por sus consejos y observaciones para con este ship, espero y te guste.

Ciertamente son headcanons, pero disfruté mucho escribir esto, me encanta hacer malos chistes de los sostenes... lo siento por eso u.u Cuando tenga más ideas lo actualizaré, estoy abierta a cualquier sugerencia! :D

Nos vemos~