El universo y personajes de Shingeki no Kyojin le pertenecen a la malvada llama asesina, digo a Hajime Isayama. Yo sólo juego con ellos xD.

En esta ocasión me la estoy jugando con mis innatas habilidades... es decir, no hay beta. Así que perdonen y entiendan cualquier error que encuentren, mi mente tienda a autocompletar y corregir todo dentro de mi cabeza sin hacer ediciones físicas.

Y pues, este capítulo va dedicado a Judith y Karla, por su graduación.

Si se preguntan porque he tardado más de un mes... estas nueve mil palabras no se escribieron en una noche. Dios, he creado un monstruo D:

Las leo en la nota final.


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Secretos

"—Sin darnos cuenta, los secretos comienzan a consumirnos, implorando ser gritados para volvernos libres —Y entendieron que sus acciones repercutían en vidas ajenas de forma irreparable—; aunque a veces sea demasiado tarde, no hay nada más sanador que la verdad."

Una semana había pasado desde el funeral de Petra Ral. Levi se mantenía en su departamento, hundido en un mar de culpa y desprecio. Kuchel, su madre, se había quedado con él para acompañarlo en el proceso de duelo.

—Cariño, Petra no desearía verte así —Le susurró un día. Levi levantó la mirada.

—Yo la maté —contó sin emoción y con la mirada perdida; por su mente pasaron las ocasiones en que descuidó a su prometida por estar con Mikasa—. Por mi culpa se suicidó.

—Vamos, hijo. Sabes que Petra estaba deprimida por la muerte de su padre —aclaró su madre, acariciándole el cabello—. Nadie sabía cómo se sentía ni que pasaba por su cabeza que la orilló a realizar tal acto.

—Debía de saberlo —contradijo derrotado—. Y lo único que hice fue dejar que se ahogara lentamente —Kuchel soltó un suspiro, dejando en paz a su hijo. Levi retrajo la mirada al frente, enfocando momentáneamente su computadora, le llamó la atención un objeto en el escritorio.

—¿Qué quieres hacer con sus cosas? —Preguntó la mujer, revisando el armario de su hijo.

—Donarlas a la caridad —respondió concentrado en una cámara que no había visto antes—. Petra hizo eso con los objetos de su padre. Creía que ayudando a otros, podría sentirse mejor que cargando con un amargo recuerdo. —Se levantó de la cama y caminó hasta la computadora, encendiéndola.

—Hay cosas tan bonitas —murmuró Kuchel, contemplando los vestidos de su difunta nuera. Consideró conservar alguno para Mikasa, idea que descartó por respeto a la fallecida. Detuvo su tarea un instante para clavar la mirada en Levi, quien tecleaba rápidamente en el ordenador. Se acercó por detrás, viendo por encima de su hombro que hacía.

Un vídeo comenzó a ser reproducido y un pequeño grito de sorpresa salió de sus labios, al ver a su hijo y sobrina compartir la cama de una manera muy apasionada. Levi se apresuró a quitar el vídeo, asustado.

—Mamá, no es lo que. —Se giró, para ver los ojos llenos de lágrimas de su madre.

—Ella lo vio —susurró, ahogando un lamento—. Por eso lo hizo. —Levi procesó la información, llegando a la misma conclusión. Aquella evidencia de su constante infidelidad fue la última bomba que minó el resquicio de cordura que le quedó a Petra después de perder a su padre.

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El sol brillaba y Eren no podía creer que su matrimonio fuera tan bien. A pesar de ser un universitario con pasantías pagadas (agradecía al cielo cada día por ello); tenía una esposa maravillosa y una hija preciosa. Tomó el correo del buzón antes de entrar en su modesto hogar.

—Llegué —avisó, dejando sus llaves en un tazón cerca de la entrada. Revisó rápidamente el correo, pasando de largo los recibos, hasta que un sobre llamó su atención. ¿Qué querría la difunta Petra Ral con él? Se encogió de hombros, tanteando el contenido. ¿Un CD?, pensó. La curiosidad hizo mella en él.

—Cariño, bienvenido —saludó Mikasa, dándole un breve beso—. Dile Hola a papá —aconsejó a su hija, quien revoloteaba emocionada por la venida de su progenitor. Eren sonrió, dejando la correspondencia de lado y jugando con Gaby unos instantes.

—¿Qué tal tu día? —Y así comenzó nuevamente su rutina de la familia feliz.

Desde su cumpleaños notó pequeños cambios en Mikasa. Incluso después del asalto que sufrió, se había esforzado por ser un mejor esposo y padre, mimando a las mujeres de su vida.

—Amor, me llamó mi madre —comentó mientras cenaban. La familia de Eren habían aceptado sin dudar a Mikasa, incluso como otra hija. Y la llegada de Gaby los hizo más que felices—. Preguntó si podría quedarse con Gaby uno o dos días. Zeke estará en casa unos días con su esposa Frieda y quieren conocerla.

—¿Quieres que vayamos? —El ceño fruncido de su esposa le causó gracia. Pocas veces podía ver a su medio hermano; a su padre le había costado demasiado unir a sus familias, proceso bastante doloroso, a decir verdad.

—No, cariño. Mamá sólo quiere a Gaby —aclaró dándole una sonrisa jocosa—. E insinuó que podríamos darnos un tiempo para darle un hermanito —Mikasa comenzó a toser aparatosamente, ahogándose con la comida—. ¿Estás bien? —Eren se levantó para auxiliarla rápidamente.

—¿No crees que es pronto? —cuestionó incomoda, después de tranquilizarse—. Gaby aún es pequeña y nosotros todavía no terminamos del todo nuestras carreras y falta tener un trabajo estable que nos proporcione tranquilidad.

—Lo sé, preciosa. —Le besó la frente para calmarla, pues él creía lo mismo. Primero quería tener un trabajo estable y con las nuevas oportunidades en la empresa donde hacía su pasantía, ese futuro no parecía muy lejano. Le ofrecieron un puesto que aparentaba ser permanente en una sucursal en otro estado. Esperaba asegurar el lugar antes de mencionar y emocionar a su esposa en vano—. Podemos tomarnos esos días para nosotros.

Desde su lugar, Gaby balbuceó llamando la atención de sus padres.

Mikasa pensó en lo que dijo Eren. Desde la muerte de Petra, una semana atrás, no había tenido noticias de Levi, por medio de Kuchel sabía que se encontraba bien, ya que su tía es una mujer obstinada y amorosa que no dejaría a su hijo solo en un momento tan importante. Quería ir para asegurarse de su bienestar, sin embargo, lo consideraba incorrecto y una falta de respeto para la difunta. Claro está, que el remordimiento de consciencia no fue suficiente durante su pérfida aventura con Levi. Interiormente le hacía ruido toda la situación.

—Avísame que día, cariño; para hacerle su pañalera a Gaby. —Tal vez lo que necesitaba era pasar unos días a solas con Eren para recordar la razón por la cual se casó con él. Le daría su espacio a Levi para que se recuperara, mientras ella intentaría darle sentido a su vida de casada.

Eren le devolvió la sonrisa, olvidando el tema del sobre que guardó en el cajón de su escritorio.

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Y el tiempo siguió su curso, justo dos semanas después de aquella conversación, Carla y Grisha Jaeger recogieron a Gaby para llevársela dos días. Por sus clases, Mikasa terminó por acostumbrarse a que su hija pasara de brazos en brazos por su familia; era la primera nieta de sus padres y entendía la emoción de cuidarla. Mientras que los padres de Eren intentaban incorporar más a la pequeña en su familia.

Ese día Eren llegó temprano a casa con un bonito ramo de rosas rojas. La expresión de asombro de Mikasa fue suficiente para él; dejó las flores de lado para besar a su esposa. Sabía que había sido un idiota al descuidarla físicamente; excusando por pensar que le haría daño.

—Te amo —susurró dejando besos por el cuello de ella. El bonito vestido escotado que usaba le daba libertad de jugar—. Te he extrañado tanto, cariño.

Mikasa soltó un par de gemidos por la acción. Cerró los ojos; por primera vez, después de meses, la imagen de Levi no aparecía tras sus parpados. Se permitió disfrutar de esa pequeña libertad.

Un diminuto sentimiento de culpa comenzó a invadirla tras recordar a Petra.

¿Cuántas veces no había engañado a Eren y aún tenido el descaro para regresar y dormir junto a él en la misma cama?

¿Cuántas veces no aparecía la cara de Levi mientras lo hacía con su esposo?

¿Y el sufrimiento que causaría su pequeña aventura?

Porque de algo estaba segura; amaba a Levi. Y tanto como lo amaba, sabía que quería a Eren.

El mordisco en su cuello hizo que abriera los ojos, chocando con los juguetones orbes esmeraldas de su marido. Eren siguió con su camino de besos, buscando y bajando el cierre del vestido, liberando los pechos de Mikasa.

El aire caliente chocaba contra su piel, erizándola.

Intentaba recordar la última vez que la pasión había vencido a Eren; las pocas veces que tuvieron relaciones después del nacimiento de Gaby eran por las noches, en la oscuridad de la habitación, y de una manera más o menos mecánica.

Ahora, Eren superó sus límites. Dispuesto a recuperar a la mujer apasionada de la cual se enamoró cuando era apenas un adolescente, la levantó, recargándola en la pequeña mesilla cerca de la puerta. Su boca saboreaba y marcaba toda la piel a su disposición, arrancándole gemidos y arqueamientos de espalda a Mikasa.

Cuando sintió que un nudo formándose en su vientre bajo, empujó a Eren.

—Mi turno —musitó, cambiando los roles.

Y el tiempo perdido fue recuperado para la joven pareja. Durante esos dos días se dedicaron a ser nuevamente una pareja de recién casados.

Eren se había redimido, acariciando las marcas de su esposa. Al principio —admitió para su vergüenza— se había sentido intimidado e incómodo por los cambios en el cuerpo de Mikasa. Comprendió que era natural y que ese error había provocado un descuido en su relación.

—Perdóname, Mika —susurró acariciándole el cabello. La contempló dormir unos minutos más antes de levantarse de la cama. Fue primero a su despacho, para sacar de su maletín el paquete que había comprado un día antes. Soltó un suspiró para encaminarse al baño. Abrió la puerta del espejo y buscó las pastillas anticonceptivas de su esposa—. También creo que Gaby debería de tener un hermanito. —Tomó la cartera de pastillas entre sus manos, midiendo la gravedad de sus acciones.

Son iguales, pensó al comprar el tamaño, color y forma de la pastilla anticonceptiva y las vitaminas que le vendieron.

Sin pensarlo más, intercambió las carteras de pastillas, dejando vitaminas en lugar de los anticonceptivos. Escondió los anticonceptivos en su maletín. Sabía que era incorrecto privar a Mikasa de su decisión sobre cuando ser madre; ni siquiera lo había discutido, pero él se obligaba a pensar que era lo mejor.

Volvió a la cama y abrazó fuertemente a Mikasa, quien se removió, despertándose ante el contacto de su esposo.

—¿Eren? —cuestionó con somnolencia.

—Descansa, cariño. —Atrayéndola más a su cuerpo. Mikasa apenas registró sus acciones antes de quedarse dormida nuevamente—. Espero que algún día seas capaz de perdonarme.

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Después de la muerte de Petra, Mikasa había mantenido su distancia con Levi. En cierta medida se había encariñado con la pequeña mujer rubia que se desvivía por hacer feliz a su tío. Y en cierta medida, le afectó su muerte.

Tío.

¿Cuánto tiempo había pasado desde la última vez que usó esa palabra para referirse a Levi?

Un fugaz recuerdo acudió a su memoria;

—¡Mira! Esta foto es de cuando Levi era pequeño. —La sonrisa de Yuu contagió a su hija. Contempló la imagen de un niño delgado con grandes ojeras. Poco reconocía de él y habría jurado que era cualquier otra persona de no ser por sus penetrantes ojos azules.

Continuaron pasando páginas, riendo y recordando muchas historias.

—¿Recuerdas cuando visitamos el acuario? —Preguntó Razo.

—Me perdí por dos horas —Mikasa sonrió involuntariamente por el recuerdo—. Fue durante el espectáculo de delfines, ustedes siguieron con el recorrido y yo que quede hipnotizada por los delfines.

Había fotos de Kuchel con Kenny de niños —ahí entendió que Levi era muy parecido a su madre—. Más no había ninguna de Razo.

—¿A dónde vas, querido? —Razo detuvo su andar a medio camino de la puerta. Casi había logrado escabullirse.

—Iré a fuera a fumar —respondió entre dientes. La mueca de desagrado de Yuu fue muy obvia—. ¿Me acompañas, Levi? —ofreció. El aludido miró primero a Mikasa, quien le asintió. Ambos hombres salieron de la casa, dejando a las mujeres solas; Gaby comenzaba a dormitar mientras su madre y abuela seguían entretenidas con las fotos.

—¿Por qué no hay fotos de papá con tía Kuchel y Kenny de pequeño? —Yuu se removió incómoda.

—Verás, cariño —buscó las palabras adecuadas—. Él… uhm.

—Tampoco sé nada sobre mis abuelos —agregó, recordando que su única familia era Kuchel, Kenny, el abuelo Ackerman, Levi y sus padres. Además de ellos, no había nadie de la familia de su madre vivos.

—Algunas veces terminamos por adoptar desconocidos como parte de nuestra familia —contó suavemente, midiendo la reacción de su hija—. Cuando tu padre era pequeño, no tenía hogar ni recordaba nada sobre él. Durante una excursión, conoció a Kuchel y Kenny, tu tía no tardó en hacerlo parte de su diminuta familia. Al abuelo le costó acostumbrarse a la inminente llegada de Razo, con el paso del tiempo, le tomó cariño e inició los trámites de adopción.

—Espera. —Mikasa intentaba por todos los medios procesar la información—. ¿Quieres decir que papá es sólo un Ackerman de apellido? —Tras el asentimiento de su madre, la verdad le sobrevino.

No había razones para que su relación con Levi fuera mal vista.

Ya no era su profesor.

Y descubrió que ni siquiera eran familia de sangre —situación que realmente la tenía sin cuidado—.

Y por la edad… había relaciones con más diferencias que ellos; y eran medianamente aceptadas.

Pudieron haberlo intentado.

Pudieron haber sido felices.

Y la realidad la golpeó; pese a los impedimentos sociales que ahora se esfumaban frente a sus ojos, ella aún mantenía un matrimonio con Eren y Levi un compromiso con Petra.

Si hubiera sabido todo eso antes…

Espantó los recuerdos, recordando la razón por la cual se encontraba ahí. Necesitaba saber cómo estaba Levi.

Había dejado una nota para Eren, avisándole que llegaría tarde; sus padres cuidarían de Gaby, dándole el tiempo que tanto esperaba.

Un mes había pasado desde el suicidio de Petra y Mikasa se sentía cada vez más ansiosa por la desaparición de Levi.

Tomó una larga inhalación para llenarse de valor y bajarse del automóvil. Titubeó en los primeros pasos.

Sólo le preguntaré cómo está, le recordaré que cuenta conmigo y me iré.

Se repitió por tercera vez, después de golpear la puerta. La ansiedad la consumía; ¿qué pensaría Levi al verla ahí? Ni siquiera se había molestado en responder sus mensajes o aparecerse por la casa de sus padres.

Continuó dando golpes a la puerta, deseando que su amante la abriera.

—¡Levi, abre la puerta! —Pidió múltiples veces—. ¡Necesitamos hablar!

Sin embargo, se quedó esperando, pues la puerta no fue abierta.

Cansada, sacó una libreta y pluma de su bolso. Garabateó unas palabras antes de arrancar la página. Estuvo a punto de depositarla en el buzón; el nombre de Levi y Petra la detuvo. Negó con la cabeza, arrugó el papel y lo lanzó al suelo, volviendo sobre sus pasos hasta el auto.

Quizá todavía nos falta cerrar ciclos.

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Las buenas noticias volaban. La sonrisa que le dejó en el rostro nadie se la quitaría. Todo iba de maravilla para Eren. Por fin había vuelto su matrimonio una verdadera relación; cada día buscaba una manera diferente de complacer a Mikasa, anhelando que el esfuerzo tuviera frutos.

Se subió al auto pensando en cómo le haría el amor esa noche a su esposa. Cuando llegó a casa encontró una nota;

"Me surgió un proyecto en la Universidad. Gaby está con mi madre y es probable que llegue tarde. Con amor, Mikasa".

Arrugó la nota apenas terminó de leerla. ¿Qué podría hacer? Él sabía lo importante que era para su esposa seguir estudiando. Fue directo a su estudio y dejó caer el maletín en el escritorio. Un ruido sordo hizo que recogiera el desastre que provocó. Se topó nuevamente con ese misterioso sobre.

¿Qué asunto tenía con él? Rompió el papel, confirmando su sospecha sobre el CD. Encendió su computadora mientras lograba limpiar su espacio de trabajo. Abrió el compartimiento e introdujo el disco apenas encendió.

Agradeció al cielo haber podido sentarse, pues no estaba preparado para ver aquello en la pantalla.

No reconoció el lugar, pero si la figura de su esposa debajo del cuerpo de aquel hombre.

Pero, ¿qué mierda...?

Gemidos y promesas de amor inundaron la habitación, entonces reconoció la voz del tío de su esposa.

Desde que conoció a Mikasa, cuando era un adolescente, sospechaba de las intenciones del hombre mayor para con ella; todo era una suposición y aun así, prefirió alejarse cuando Levi le advirtió que jamás sería capaz de tocarla.

Ja. ¿No podría tocarla?

Se regodeo por semanas cuando comenzó su noviazgo con Mikasa, y cuando anunciaron su compromiso y casamiento, la felicidad fue indescriptible; y más al ver el odio y la envidia en los ojos de Levi, siendo casi tan satisfactorio como hacer el amor con Mikasa.

Y ahora, que veía que todas sus sospechas sobre una posible aventura no era infundadas, sentía la sangre arder por sus venas.

Las marcas y chupetones en su cuerpo, la renovada energía para verse bien y cuidar de su aspecto y la detestable forma en que lo evadía las pocas veces que quería darle amor; todo cayó en su lugar al notar que comenzó en diciembre.

No.

Ella cambió después de navidad.

Creyó que se distanciaron por estar separados en esa fecha tan especial, hasta que se dio cuenta que fue el hecho de que se quedó con él.

Ese bastardo se había robado a su esposa.

Y la ira volvió.

En realidad —admitió furioso consigo mismo— Mikasa jamás le perteneció. Levi Ackerman se había encargado en demostrarle que él sería el único para ella.

El video siguió reproduciéndose para su horror. Ahora entendía porque Mikasa se comportó tan dócil después del asalto.

Haciendo cuentas rápidas; las salidas frecuentes en los meses posteriores a Navidad tenían sentido. Y que Mikasa fuera tan precavida de que Levi y Gaby no se quedaran solos en la misma habitación con Eren.

Así que no fueron imaginaciones mías escuchar a Gaby llamar papá a Levi.

Fugazmente considero la opción de que su hija no fuera su hija. Dirigió una rápida mirada a la fotografía de ellos tres; detalló cada rasgo de la pequeña, sonriendo al darse cuenta que la niña era una réplica casi exacta de él.

Al menos Gabriela si le pertenecía.

Puso pausa al video; cogió el móvil para revisar sus contactos. Jugueteó por minutos sobre el botón de llamada.

¿Qué sería él si le pagaba con la misma moneda?

Buscó otro número y llamó; —Hey, Zeke. ¿Aún mantienes esa propuesta de trabajar para mí en Mare?

Y así, una apresurada decisión dictó su futuro.

Sí el problema de Mikasa era Levi, solucionarlo sería tan fácil como alejarse de él. Y estaba dispuesto a dejarle en claro al hombre que Mikasa se quedaría con Eren; Levi podría ser su amante, pero ella siempre volvía a sus brazos al final del día para decirle que lo amaba. La pasión sería incapaz de remplazar todo el amor que su esposa sentía por él.

Con renovada energía, expulsó el CD de la computadora. Tomó un nuevo sobre, introdujo el disco en su empaque original y lo guardó, garabateando la misma dirección con un nombre diferente.

Al menos espero que el remordimiento de saber que causó la muerte de su prometida haga estragos en él.

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La graduación de Eren se acercaba y con ella; la inminente mudanza. Después de llamar a su hermano, un mes atrás, Eren había comenzado a arreglar todo lo necesario para que su familia se fuera a Mare.

Mientras terminaba su tesis, se daba su tiempo para buscar casas con guarderías cercanas. También buscó los requisitos para la transferencia de Mikasa.

Tanto su madre como Frieda, su cuñada, le ayudaron para los tramites.

Eren aún toqueteaba el sobre que contenía la evidencia de la infidelidad de su esposa.

Algunos días quería quemar el sobre y borrar cualquier evidencia para seguir jugando a la familia feliz sin remordimiento. Otros, quería rasgarlo y volver a ver con sus propios ojos la mentira que vivió para echárselo en cara una y otra vez a su mujer. Sin embargo, siempre elegía la tercera opción; acostarse con Mikasa hasta hacerla olvidar cualquier otro hombre y obligarse a pensar que ella lo amaba y elegía a él sobre su amante.

Desde que la conoció, sabía el historial que su esposa cargaba; venga, que toda esa experiencia y primacía que demostraba en la cama no había salido de la nada. Y aun así, la aceptó y amó.

Releyó el mensaje de su hermano.

Un mes había pasado luego de que aceptó trabajar para él. Lo que implicaba irse a vivir a Mare. Soltó un largo suspiro. Todo estaba listo, incluso el boleto de avión. Charlaría con Mikasa la idea de un viaje para visitar a Zeke por unos días durante vacaciones, con la implícita intención de quedarse a vivir en Mare.

Tomó el sobre, lo abrió e introdujo una nota antes de sellarlo definitivamente. De camino al trabajo lo dejaría en la oficina de correos. Para cuando su destinatario lo leyera, ellos estarían disfrutando de su nueva vida.

Esperó pacientemente a que Gaby se quedara dormida y su esposa tomara una ducha, metiéndose con ella al baño, olvidándose del propósito principal.

—Eren, no. —Mikasa intentó alejar a su esposo que insistía febrilmente en besarla. El aludido se detuvo. Acarició las caderas de su esposa, deleitándose con la reacción de ella.

—Tu cuerpo dice otra cosa, cariño —replicó bajando la mano hasta la entrepierna de su esposa. Mikasa perdió cualquier resquicio de firmeza, dejándose llevar por el placer que le provocaba el hombre que tenía a su lado.

Luego de una extenuante sesión de amor. Eren abrazaba a Mikasa, acariciándole el cabello.

—Quiero visitar a Zeke —soltó Eren—. Y quiero que Gaby y tú me acompañen.

—¿Cuándo?

—En tres días —anunció, encarando a su esposa—. Será un fin de semana solamente. Sabes que papá quiere que pase tiempo con él y Zeke quiere que conozca su empresa.

Mikasa pareció pensarlo. Conoció a su cuñado el día de su boda. Incluso a la ex esposa de su suegro; ambas personas bastante agradables, sin embargo, le hacía ruido la repentina propuesta.

—Es pronto —argumentó, queriendo persuadir a su marido. No quería irse sin arreglar la situación con Levi—. Podríamos esperar a salir adecuadamente de la escuela. Tu graduación será muy pronto y yo—Eren detuvo todo su discurso colocando un dedo sobre sus labios.

—He arreglado la graduación e incluso la tesis. Pedí unos días en el trabajo y sé que tienes todos tus proyectos muy avanzados. —Tomó sus manos entre las de él y la miró a los ojos—. ¿Harías esto por mí?

Sí él supiera sobre Levi, ¿me seguiría pidiendo lo mismo? ¿Acaso es un sacrificio tan grande salir de la ciudad por tres días? ¿Él no merecía al menos eso como compensación por las infidelidades?

—Visitaremos a tu hermano —cedió al final, ganándose un+9-*/- sonoro beso por parte de su esposo.

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Sin importar cuánto tiempo había pasado desde su muerte, Levi podía jurar escuchar su voz llamarlo a comer y su tintineante risa por los rincones de la recamara.

A veces no necesitas perder al amor de tu vida para darte cuenta de la importancia de las personas a tu alrededor.

Petra había sido una gran amiga y confidente para Levi; incluso antes de iniciar formalmente una relación.

La ropa de ella seguía en su lugar. De vez en cuando rociaba un poco del perfume favorito de Petra por su casa para sentir que seguía ahí.

El dolor, la culpa y el remordimiento eran su pan de cada día. Después de ver el vídeo entendió que sus acciones afectaron de sobremanera a su ex prometida, al grado de orillarla al suicidio.

Kuchel se había encargado de consolar a su hijo antes de ser echada por él.

—¡Cariño, tienes que afrontarlo! —Insistió su madre del otro lado de la puerta. Golpeó nuevamente, esperando alguna respuesta de su parte. Suspiró con resignación—. ¡Volveré mañana! ¡Y más te vale haber tomado una ducha! —advirtió antes de regresar a su automóvil. Dolía dejar solo a su hijo, sin embargo tenía que hacerlo para que pasara el duelo por sí mismo.

Levi tomó la botella que tenía a su lado, vaciando el contenido en su garganta. El ardor dejo de ser molesto después de siete tragos. Veía detenidamente la fotografía de su último aniversario y la deslumbrante sonrisa de Petra.

—Los maté, ¿no? —Le habló a la imagen con voz rota—. A ti y al pequeño que se formaba dentro de ti. —La vista se le nubló y sintió algo tibio recorrer su mejilla hasta perderse en su boca; saboreó el dolor y la sal de la lágrima—. ¿Y todo por qué? Una aventura que sólo nos destruyó. —Lanzó la botella vacía contra la pared, escuchó el estruendo al romperse y los cristales esparcidos por todo el suelo—. Así fuimos nosotros —murmuró viendo los cristales rotos—; llenos de necesidad que creíamos satisfacer, y cuando al fin lo logramos, nos rompimos sin darnos cuenta de todo el daño que hacíamos a las personas que estaban a nuestro alrededor.

Levi pasó ahogando sus culpas en licor después de encontrar el vídeo.

A diferencia de su pensamiento original; Kuchel sólo se sorprendió al enterarse de su aventura con Mikasa. No hubo gritos, reclamos o regaños.

—No es que fueran muy discretos que digamos —creyó escucharla—. No ha sido tu culpa, hijo.

Logró sentirse peor al recordar cómo echó a su madre del departamento cuando ella lo confrontó.

Perdió su trabajo; pesé al apoyo de Erwin, había situaciones que no lo eximían de laborar. Ya ni siquiera se cuidaba o preocupaba por sí mismo.

Kuchel regresaba todos los días para prepararle comida y asegurarse de alimentarlo; dejó de intentar arreglar el departamento cuando Levi le gritó que no tocara las cosas de la mujer difunta.

Un mes había pasado desde la muerte de Petra y Kuchel se encontraba cada vez más desesperada. Arriesgó su última carta después de comenzar a notar más los pronunciados huesos en el cuerpo de su hijo.

—¿Estás segura que es una buena idea?

—Es la única forma que se me ocurre para que Levi salga de la cama.

—Mikasa se enfadará. —Ambas mujeres dirigieron su mirada a la infante que jugada en la sala, ignorante de la conversación.

—Correré el riego. —Una triste sonrisa se plasmó en el rostro de Kuchel—. No puedo quedarme sentada mientras la vida se le escaba de las manos a Levi.

—Mañana —cedió Yuu, entendiendo la preocupación de su cuñada—. Promete que la traerás antes de media tarde. —Kuchel asintió.

Al día siguiente, Kuchel se presentó en la residencia de los padres de Mikasa después de que esta, dejara a su hija.

—¡Tita Ku! —La pequeña Gaby corrió a sus brazos apenas la vio—. ¿Levi? —Un nudo se formó en la garganta de ambas mujeres ante la expresión melancólica de la niña.

—¿Quieres visitar? —Preguntó Kuchel, tragándose el llanto. La pequeña asintió repetidas veces—. Bien, iremos a verlo. —Yuu le entregó la pañalera y los juguetes de la niña.

—Cuida de ella —pidió a Kuchel despidiéndola en la puerta—. Y tú, pequeño remolino, no hagas enfadar a tu tía Kuchel ni a Levi, ¿entiendes? —La niña la veía hipnotizada por la voz de su abuela, quien terminó por sonreír y besarle la frente—. Vuelve a hacer sonreír a Levi.

—Regresaremos antes que Mikasa venga por ella —prometió Kuchel después de asegurar la sillita de Gaby en el auto.

Al llegar a la casa de Levi, Kuchel se cansó de tocar y opto por usar la llave de repuesto oculta en una maceta. Abrió la puerta, haciéndole señales a Gaby para guardar silencio.

—¿Hijo? —Llamó abriéndose pasó. Gaby no tardó en entrar corriendo a la casa. La mujer abrió los ojos, alarmada. Se apresuró a cerrar la puerta—. No, no, no —repitió Kuchel yendo tras la niña—. Gaby, ven aquí —suplicó cuando la vio entrar a la habitación de Levi. Soltó un suspiró de frustración. Su plan no iba particularmente bien. Volvió sobre sus pasos para recoger todo lo que dejó tirado en la entrada y empezar a hacer el desayuno a su hijo. Esperaba que Levi fuera incapaz de echarla ahora que traía a su pequeña sobrina con ella.

—¡Papi! —El vaso que tenía en la mano se resbaló apenas escuchó esa expresión llena de emoción por parte de la niña. Kuchel se quedó estática en su lugar procesando la situación.

No. Resonó en su cabeza, pues la pequeña era muy parecida a Eren como para que llamara de esa forma a Levi.

—Ven aquí, cariño. —Alcanzó a escuchar la voz de su hijo nuevamente y regresó en sí. Ya tendría tiempo de hablar sobre ese tema con Levi, por ahora, lo forzaría a salir de su insano ritmo de vida.

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Aún con las visitas cada vez más frecuentes de Gaby; a Levi todavía le costaba salir de la cama en las mañanas. Y cuando veía a la niña, una profunda tristeza lo embargaba; ¿cómo habría sido su hijo? ¿Habría sido un niño o una preciosa niña como Gaby?

Dolía escucharla llamarlo papá.

Veía reflejados en sus ojos todo el amor y cariño que sería incapaz de sentir.

Levi comenzó a rasurarse y arreglarse cada día. Incluso ya había sido capaz de salir de su departamento para llevar a Gaby a jugar a un parque. Recordaba la carita iluminada de la niña el primer día que lo visitó. La particular forma en que corrió hasta él para abrazarlo. Ni que hablar de su risa cuando le hizo cosquillas sin querer con su barba.

Tenía tantos sentimientos encontrados.

Los remordimientos, culpas y frustraciones contra los anhelos de sentir nuevamente a Mikasa entre sus brazos, de salir con ella y Gaby, de jugar a ser una familia feliz.

Y se cuestionaba que era correcto sentir.

¿Debía de quedarse en cama el resto de su vida como penitencia por causar la muerte de su prometida e hijo?

¿O podría ser perdonado para luchar por su único amor?

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La carta llegó a mediados del verano; el mismo video, ahora en un CD. Breves palabras y una advertencia.

Las perdería. Tal vez de una forma más dolorosa de como perdió a Petra.

¿Valía la pena seguir luchando?

¿O siquiera intentarlo?

El dibujo de Gaby llamó su atención; eran ellos tres. Juntos. Como una familia.

Y tomó su decisión.

Apenas se cambió de ropa antes de coger las llaves de la casa y algo de dinero.

—Al aeropuerto —pidió al conductor del primer taxi que encontró mientras llamaba a su madre para confirmar sus sospechas—. Mamá, ¿Gaby está contigo? —Cuestionó antes de escuchar a su madre. Según le había contado Kuchel, solía pasar la mayor parte del tiempo en casa de Razo y Yuu para jugar con Gaby.

—No, cariño. —Un sudor frío comenzó a invadirlo. Realmente las había perdido—. Aunque Yuu acaba de contarme que Eren se llevó a Mikasa unos días para visitar a su hermano, Zeke, ¿lo recuerdas? —Un bufido salió de sus labios, causando la risa de su madre—. Veo que sí. —Años atrás había tenido el placer de conocer al medio hermano de Eren; encuentro no muy amigable, en realidad, pues habían terminado liados a golpes a las afueras de un bar.

—No es una visitar —recordó la carta. Cerró los ojos con fuerza—. Eren planea quedarse a vivir allá. Zeke es una excusa para llevarla a Mare.

—¿Qué?

—Mamá. —Tras un largo silencio, tan largo que Kuchel pensó que se había cortado la línea, Levi agregó—. Eren sabe de la aventura y su manera vengarse es llevándola lejos de mí. —Una exclamación sonó al otro lado del teléfono.

—¿Dónde estás?

—Voy para el aeropuerto.

—Levi, ¿qué harás?

Era la primera vez que se hacía esa pregunta desde que recibió la carta; ¿qué haría? ¿Detener a Mikasa? ¿Por qué? En todo su proceso de duelo, ella había sido incapaz de poner un pie en su departamento para saber si aún vivía.

—No lo sé, mamá —confesó con frustración—. No lo sé. —Y la línea fue cortada.

Mantuvo su mirada en la ventana, pensando en aquella pregunta y sus posibles respuestas.

—Hemos llegado —avisó el conductor, sacando de su ensimismamiento a Levi. A lo lejos alcanzó a ver lo que parecía ser la silueta de Mikasa. Le lanzó el dinero al chofer y se bajó inmediatamente del auto.

—¡Mikasa! —El nombre resonó por la entrada, provocando que la aludida se girara buscando quién la llamaba.

La sorpresa de verlo ahí le creó sentimientos encontrados.

—¡Papi! —Gaby luchó por soltarse de su mano y correr hasta Levi. El terror la inundó al sentir la mano de Eren presión fuertemente la suya. Levi tomó en brazos a Gaby y siguió haciendo camino para llegar hasta ella.

—No puedes irte —suplicó.

—Levi, yo —intentó ir a su encuentro, pero la mano de su marido lo impedía.

—Tch. —Eren tiró de Mikasa, colocándose delante de ella y enfrentando a Levi—. Lo único que tenías que hacer era quedarte en tu casa. ¿Acaso no te bastó con arruinarle la vida a Petra que quiere hacer lo mismo con Mikasa?

—¿Qué? —La confusión invadió a la mujer que luchaba por liberarse—. Eren, suéltame.

—No. —Fue tajante—. Me harte de que me vieran la cara. ¿Creíste que nunca me enteraría mientras educas a nuestra hija haciéndole creer que otro es su padre?

—No sé de qué hablas, pero me estás lastimando.

—Quería una vida feliz con mi familia —murmuró Eren, llevando su mano libre hasta la cinturilla del pantalón—. Tenía una preciosa hija y una esposa devota… y después llegas tú para arruinarlo todo. ¿Petra no fue suficiente?

—Eren, cálmate. Hay que hablar de esto. —El diálogo fue olvidado cuando Eren la empujó.

—Cállate, mujer infiel. —Y en ese momento, entendió todos los acontecimientos anteriores a ese día. De un movimiento, demasiado fluido para su gusto, Eren sacó un arma y le apuntó a Levi, quien no dudó en bajar a Gaby y resguardarla tras de él.

—Quédate detrás —le pidió a la niña que comenzaba a gimotear—. Baja eso, Jaeger. No es un juguete y puede haber heridos.

—Piérdete, Ackerman. —Y presionó el gatillo.

—¡No!

.

.

.

Cuatro meses después.

El vómito, el asco y los mareos volvieron.

Mikasa mantenía la cabeza pegada al excusado devolviendo lo poco que había consumido. Ya había dejado de odiar esas detestables rayitas rosas que le recordaban su estado.

Embarazada.

Bajó la palanquilla para que el agua se llevara su desayuno. Se enjuago la boca antes de salir del baño.

—¿Estás bien, hija? —Cuestionó Yuu al verla tan demacrada. Mikasa se limitó a asentir mientras arrastraba los pies hasta su habitación. Había vuelvo a casa de sus padres después de iniciar oficialmente el proceso de divorcio—. Tienes que hablar con Eren.

—Después —evadió sin ánimo.

—En algún momento se tiene que enterar que será padre nuevamente.

O tal vez no.

Mikasa se ahorró sus propias dudas sobre la hipótesis de su madre. Aunque aceptó que tenía que contarle a su ex esposo sobre su posible paternidad.

—Cuando venga por Gaby le diré —cedió cerrando la puerta de su habitación.

La ironía de la vida la había golpeado tan fuerte que se sentía más cómoda en el suelo en lugar de seguir avanzando.

El murmuro de los hojas cayéndose acompañó a Eren esa tarde de otoño.

—Buenas tardes, Yuu —saludó cordialmente a su suegra—. ¿Está Gaby?

—Pasa, Eren —pidió la mujer mayor haciéndose a un lado—. Hay algo que Mikasa tiene que hablar contigo.

—Temó que su hija ha dejado muy en claro que cualquier diálogo entre nosotros debe de ser por medio de los abogados. —Mikasa rodó los ojos al escucharlo y tomó su abrigo. Sí, ella había hecho tal condición para evitar más peleas sin sentido, sin embargo, era momento de terminar el juego.

—Caminemos —pidió saliendo por la puerta. Eren la observó unos instante, perplejo—. Andando. —Tras pensarlo, la siguió. Caminaron en silencio hasta llegar al parque donde se conocieron. Mikasa se sentó en los columpios y balanceo los pies, escogiendo las palabras adecuadas.

—Estás embarazada. —Declaró Eren sentado a su lado. Mikasa boqueó por unos instantes.

—¿Cómo lo sabes? —Eren comenzó a imitarla, balanceándose en el juego.

—Tus pastillas no perdieron efectividad de la noche a la mañana —confesó—. Y Gaby necesitaba un hermano.

—¿Sabes lo-

—¿Lo incorrecto, inapropiado e inmoral que fue? Sí, lo sé. —Y tras un largo suspiró, la enfrentó—. No quería perderte. Y creía que otro bebé nos uniría más.

—No volveremos —aclaró al leer las intenciones de Eren.

—¿No importa que venga un bebé en camino? Otro hijo nuestro.

—No es nuestro. —La mirada acusadora del hombre volvió.

—¿Levi? —tanteó—. ¿Todavía piensas en él? Entiéndelo. Él. No. Volverá.

Tal vez Eren tenía razón y era ella quien se negaba a aceptarlo.

—De ser tuyo, compartiremos custodia como lo hemos hecho con Gaby —ofreció levantándose de su lugar.

—¿Y si no es? ¿Cómo le explicaras que no tiene padre como su hermana?

Eran preguntas que se había hecho por días. Y dolía pensar en sus respuestas, pues jamás querría que su bebé pasara por esa dolorosa situación.

—Es tarde y Gaby te espera —zanjó el tema, poniéndose se pie para volver a casa.

—Podemos intentarlo —ofreció Eren desesperado—. Sin Levi, sé que podemos ser felices. —Una cálida lágrima rodó por la mejilla de Mikasa.

—Te conozco Eren. —Una melancólica sonrisa adorno su rostro—. Y sé que tus palabras pueden ser sinceras, pero te consumirá el rencor y nos harás infelices a ambos. Es mejor que cada uno siga su propio camino.

Inevitablemente recordó ese día en el aeropuerto.

—Piérdete, Ackerman —gruñó Eren apretando del gatillo.

—¡No! —Mikasa intentó reaccionar a tiempo. De pronto, cinco guardias taclearon a Eren para quitarle el arma. Corrió hasta Levi y lo abrazó.

—¡Es falsa! —Gritó desde el suelo Eren, atrayendo la atención de todos—. Es una maldita arma de juguete.

—De todas formas será acusado por alterar el orden. —Uno de los guardias esposó a Eren y lo llevó dentro del aeropuerto.

—¡Mikasa! —La aludida sólo lo veía apenada y aliviada. Por un instante pensó como sería su vida sin Levi; y le asustó el resultado—. ¡Mikasa! —Su nombre seguía resonando en el aire por los labios de Eren y siendo ignorado.

—Vámonos, Gaby está asustada. —Levi le habló suavemente al oído. Mikasa asintió y pidieron nuevamente un taxi, metieron todas las maletas dentro; Levi esperó por las indicaciones de Mikasa—. ¿Dónde quieres ir?

—A casa. —Levi se encargó de dar la dirección de Mikasa.

Y ambos se preguntaron qué sucedería a partir de ese momento.

.

—La devolveré mañana —acordó Eren con Mikasa después de que Gaby fuera entregada—. Dile adiós a mami. —La niña abrazó a su madre antes de irse con su padre.

—Cuida bien de ella —pidió cuando lo vio entrar en el auto.

—Siempre cuidaré de mi princesa.

Y Eren se fue, llevándose la única razón que hacía que Mikasa saliera de la cama cada día.

Los recuerdos la envolvieron en la soledad de su habitación.

Levi se había encargado de dormir a Gaby mientras Mikasa seguía en shock por lo sucedido.

—Eren sabía sobre nosotros —murmuró con la mirada perdida—. Y aun así jamás me reclamó nada. —Levi le ofreció una taza de café.

—Él tenía sus propios planes. —Y le entregó la carta que Eren le había enviado.

—¿Qué es? —Cuestionó sacando el contenido. Levi tomó asiento junto a ella.

—Es un CD con una grabación de nosotros —contó—. La encontré en mi computadora después de la muerte de Petra. —Soltó una risa irónica y llena de dolor—. La prueba de embarazo de por si fue dolorosa.

—¿Ella estaba…? —Él asintió—. Oh. Lo siento tanto.

—Tarde una semana en encontrar la cámara. Hay un video del día en que te atacaron; ese encuentro quedó grabado. —Mikasa guardó silencio, uniendo cada pieza en su lugar—. Supongo que antes de morir, Petra también le quiso quitar la venda de los ojos a Jaeger.

—Levi, yo-

—No digas nada. —Calló sus palabras con un suave beso—. Eren me envió esa carta y dijo que te alejaría definitivamente de mí —confesó acariciándole la mejilla—. Y temí seguir perdiendo a las personas importantes de mi vida.

Las palabras sobraron esa tarde mientras Levi y Mikasa se permitían amarse otra vez. Cada beso estaba impregnado de un hambre voraz e insaciable. El tiempo separados les cobró factura.

Con movimientos delicados se fueron desvistiendo. Y por un momento, vieron también sus almas desnudas; llenas de dudas, resentimientos y miedos.

Sus pieles pedían a gritos ser acariciadas y atendidas. Sus ojos imploraron más, aun cuando sus cuerpos carecían de fuerza.

El reencuentro de ambos amantes fue tan satisfactorio como culposo.

—No te vayas —suplicó Mikasa aferrándose a la espalda de Levi—. No ahora que por fin te he recuperado.

—Descansa.

Las caricias de Levi desaparecieron al amanecer. Mikasa tocó la almohada de su amante, sintiendo la frialdad y una carta en ella.

"Mi amada Mikasa:

Para serte honesto, siempre supe que esto terminaría de esta manera. No te pido que no me odies, porque estoy seguro que lo harás, al menos por un tiempo. Tal vez te preguntes que clase de hombre tan desconsiderado soy para dejarte mientras duermes. Y no tengo respuesta.

En ocasiones nos aferramos tanto a lo conocido por miedo; quizá habría sido diferente si las prohibiciones no hubiesen existido.

Ahora, después de todo lo sucedido en tan poco tiempo, me doy cuenta que a veces en necesario soltar. Y eso haré contigo.

Sigue adelante y cuida de Gaby.

Ambos sabemos que eres más fuerte y adaptable que nadie. Puedes caminar por espinas una y mil veces por tu terquedad. Y amo eso de ti.

Espero que los amargos recuerdos y relaciones sufridas que compartimos desaparezcan con el tiempo y ya no haya más malos momentos.

Me recordarás como alguien que te impulso a ser mejor. Seré el trampolín de tu vida. Y con el tiempo (y tal vez un poco de suerte), nos volveremos a encontrar.

Y seremos muy felices.

Recordaremos los buenos tiempos sin rencor, odio o resentimiento. Nos reiremos de las cosas que solíamos hacer, de las anécdotas tontas que compartimos y estaremos felices porque el otro es feliz.

Estaremos satisfechos por nuestras decisiones, sin remordimiento. Y entonces, te darás cuenta que fue lo mejor. Hoy dirás que fue lo peor que te pudo haber pasado, que sin mí, tu vida carece de sentido. Y sabes que no es así, pues tienes un remolino dispuesto a sacarte de la cama cada día y hacerte reír cuando quiere llorar.

Con el tiempo comprenderás que nosotros no debimos ni podíamos estar juntos. Así debe de ser. Y así es como será. Me duele tanto como a ti, la diferencia es que yo lo esperaba. Sólo te pido que reinicies, como yo lo haré; porque te amo en este momento de mi vida. Y te recordaré en mi futuro. Siempre serás para mí, lo que yo quiero ser para ti.

Un dulce, tranquilo y reconfortante recuerdo.

Siempre tuyo, Levi."

Después de escribir la carta, Levi se quedó contemplando el cuerpo de su amante unos segundos más; delineó cada curvatura, pasó suavemente la yema de los dedos por su piel, intentando grabar su textura en la memoria. Sería la última vez que estaría con Mikasa; aceptó que su amor es de aquellos que se puede escribir, más no vivir. Las almas gemelas no existían y ellos no estaban destinados a estar juntos.

Susurrando un tenue Te amo, dejó la habitación al borde de las lágrimas, esperando no arrepentirse de su decisión.

Y así Levi había desaparecido de su vida de la noche a la mañana. Sólo en una ocasión llamó a Kuchel para decirle que estaba bien y no sabía cuándo volvería. Después de eso, no volvió a comunicarse.

Internamente deseaba que el pequeño o pequeña que crecía dentro de su vientre fuera fruto de su última noche con Levi. Para al menos ser capaz de recordarlo de esa forma.

.

.

.

Cuando se enteró que nacerían dos bebés en lugar de uno tuvo sentimientos encontrados.

Un niño y una niña.

El tiempo había pasado sin noticias de Levi y la insistencia de Eren que iba progresivamente disminuyendo.

Por las noches seguía llorando por el repentino abandono de su amante. Releía la carta e imagina las expresiones de Levi al escribirla y su voz al leerla. Y era embarga por una tristeza abrumadora.

El día del parte llegó y deseo que él estuviera ahí con ella.

Fue incluso más doloroso que el nacimiento de Gaby, quien se emocionaba por la idea de un hermanito.

Al escuchar el llanto de su bebé supo inmediatamente que nombre ponerle y las razones para hacerlo.

—Es una niña —le avisaron.

—Es mi pequeña Olivia —contestó—. Mi pequeña Livy.

—Vamos, Mikasa, todavía no terminamos —alentó el doctor, pidiéndole que siguiera pujando. Y un segundo llanto inundo el ambiente—. Es un niño.

—Renzo —susurró sintiendo que las fuerzas le faltaban. Y el caos reinó momentáneamente.

Despertó después de varias horas, encontrándose con dos cunas junto a su cama. Y a Eren dormido en una silla.

Intentó moverse, despertando inmediatamente a su ex esposo.

—Despertaste —afirmó el hombre, espabilando.

—¿Dónde están mis padres?

—Fueron por un café. Yuu se quedó toda la noche y apenas Razo la hizo salir de la habitación.

—Es de día, ¿por qué estabas dormido? —Una sonrisa brotó de los labios de Eren.

—Me quedé toda la noche afuera esperando a que despertaras y velando por nuestros hijos. —Se acercó a la cuna para acariciar la mejilla del bebé—. Veo que elegiste sus nombres. Creía que todavía no los decidías.

—Al escucharlos —contó, deseando que fuera Levi quien estuviera en ese momento tan precioso con ella—, ellos me dijeron sus nombres.

—Olivia y Renzo, ¿eh? —Levantó la mirada para verla. Y Mikasa se sintió acusada.

—Eren.

—He pedido las pruebas de paternidad —comentó tomando en brazos al niño que acababa de despertar—. No sé tú, pero Renzo se ha portado bastante dócil conmigo. —Le pasó el bebé a su madre para que lo alimentara—. Olivia llora cuando me acerco.

—Eren —insistió Mikasa.

—Leí que existe la superfecundación heteropaterna; es la fecundación de dos óvulos por parte del esperma de distintos hombres. —Eren continuó hablando mientras le acariciaba la mejilla a la bebé dormida—. Si una mujer mantiene relaciones sexuales con dos hombres distintos en un intervalo de setenta y dos horas y para su mala suerte librera dos óvulos, es probable que suceda.

—Detente.

—No pensé que después de estar conmigo correrías a sus brazos. —El tono ácido y venenoso hirió el orgullo de Mikasa—. Al menos creía que tardaría un poco más en hacerlo. —Eren se alejó de la cuna—. Llamaré a la enfermera, me pidió que le avisara cuando despertaras —Y salió de la habitación, dejando a Mikasa con un millón de preguntas.

—Así que eres un Jaeger, pequeño —murmuró acariciándole la mejilla a su hijo. Observó a su hija dormir tranquilamente. Soltó un suspiró—. Ustedes eligieron sus propios nombres, tanto como a su padre, ¿no?

Al escuchar llorar a su hija cuando nació, el nombre de Levi se estrelló en su mente; y Olivia no tardó en aparecer. Livy, como su padre.

Renzo fue diferente, pues no le recordaba a Eren, sino a sí misma. Las enseñanzas de su madre le vinieron a la memoria, como la del tercer hijo. Denominándole Renzo al tercer hijo nacido en una familia, según la tradición Konomura.

Aceptó, al tener en brazos el diminuto cuerpo de su hijo, que puede anhelar a Levi día y noche, sin embargo, tenía buenas y preciosas razones para hacer su vida más maravillosa.

No necesitaba de pruebas para saberlo, ya que sus hijos se lo habían revelado.

.

Dos años habían pasado desde que había visto a Levi por última vez.

Era el día de su graduación. Luego de tantas trabas y bajas temporales, había logrado terminar sus estudios y con un promedio excepción.

—¡Felicidades, hija! —Yuu corrió hasta ella y la abrazó, siendo seguida por Razo, Kuchel y sus hijos.

—¡Mami, felicidades! —Gaby le ofreció un ramo de rosas, provocando que le saltaran lágrimas de felicidad.

—Gracias por estar aquí. —Se agachó y cargó en brazos momentáneamente a su hija mayor.

—Oh, cariño. Gracias a ti por dejarnos ser parte de tu familia. —Kuchel le sonrió.

—Felicidades, Mika. —Se sorprendió escuchar la voz de Eren.

—¡Papi! —Bajó a su hija para verla correr a los brazos de su padre.

—Hola, preciosa. —Padre e hija se perdieron en su mundo. Mikasa buscó a sus otros hijos, encontrándolos dormidos en la carriola que empujaba Kuchel. Saliendo del teatro donde fue la entrega de títulos y se dirigieron a los coches.

—Vamos a celebrar —propuso Razo.

—Oh, lo siento —se disculpó Eren bajando a Gaby—. Tengo que volver. Sólo pedí permiso para la ceremonia de Mikasa.

—¿Te vas? —cuestionó su hija con los ojos acuosos.

—Iré al trabajo —confirmó—. Pero prometo llevarte al parque de diversiones después. —Y le giñó un ojo a la pequeña que no tardo comenzar a saltar de la alegría.

—Eren —regañó Mikasa—. No la consientas demasiado.

—Dudó que sea posible teniendo a tus padres de abuelos —se burló. Le besó la mejilla cuando se despidió—. Hasta luego, Mika. Y disfruta de tu día —Se hincó a la altura de su hija, dándole un beso en la frente—. Hazle caso a tu madre, Gaby y cuidad de tus hermanos. —La niña asintió. Se acercó a la carriola y acarició a su hijo dormido. Después levantó la mirada y se despidió de sus suegros.

La fiesta de graduación se efectuó en un gran salón en el centro de la ciudad. Mikasa logró pasar un agradable momento con su familia aun cuando se sentía incompleta.

—Todavía no sé nada de él —respondió Kuchel a su pregunta no formulada.

A mitad de la fiesta desapareció en los grandes jardines aledaños al salón. Se paseó por los rosales, sintiendo la textura de las flores; bellas por fuera y capaces de dañar con sus espinas. Tomó asiento en una banca iluminada tenuemente por una lámpara y observó a su alrededor.

Jamás habría pensado seis años atrás, que iniciar esa aventura con Levi tendría esos resultados. Menos habría creído que con veinticuatro años ya sería madre de tres pequeños remolinos que sólo la hacen más feliz.

—Levi —soltó su nombre al viento, cómo una pequeña oración a los cielos.

—Mikasa. —Y creyó que era un sueño su nombre en la voz de él. Ni siquiera hizo ademán de buscarlo. Cerró los ojos, dejándose llevar por su pequeña fantasía—. Por fin eres una graduada. —Las preguntas se quedaron atoradas en su garganta. Todos esos porqués sin respuesta.

—Tardaste demasiado —respondió al sentirlo a su lado. Presionó sus ojos con más fuerza, anhelando que la fantasía nunca terminara.

—Era mejor así.

Y el silencio que reinó pareció eterno.

Reconoció los ruidos particulares de su pequeña triada y el coreó de Mami tan particular. Mikasa abrió los ojos, encontrándose con sus hijos corriendo hasta ella y la mano de Levi presionar la suya. Levantó la mirada hasta dónde pensé estaba él para ver desaparecer su dulce fantasía, ganándose un apretón de manos.

Levi reconoció a Gaby; sorprendiéndose al ver otra niña más pequeña y muy parecida a él seguida de un niño que competía con ser la versión masculina de su madre. Y entendió todo lo que perdió por terquedad.

—¿Aún lo crees? —Preguntó Mikasa poniéndose de pie para recibirlos.

—¡Tito Levi! —gritó Gaby al reconocerlo. Tiró de la mano de sus hermanos para guiarlos y evitar que se cayeran.

Levi imitó a Mikasa, sin soltó su mano. Y se prometió que no la volvería a dejarla.

Durante esos años fuera de su vida, Levi se había esforzado en reformar su vida.

No podía imaginar el dolor que le causó a Mikasa con esa carta y escapando tan cobardemente de la situación, aunque en ese momento le pareció lo más correcto.

Sabía el dolor que le causó a su madre con su repentina desaparición, sin embargo, se aseguró de dejarle en claro que estaba bien y que volvería cuando se sintiera listo para afrontar la realidad, pues su había perdido en su burbuja de fantasía que formó entorno a su aventura con Mikasa.

Primer buscó una absolución religiosa para limpiar, de alguna forma, su consciencia. Hizo su propia penitencia y pasó correctamente el duelo de Petra; ordenando sus pensamientos. La crisis de la mediana edad lo había vuelto nuevamente un adolescente. Y si pensaba en siquiera intentar tener una verdadera relación con Mikasa, debía de darle sentido a su propia existencia.

Después de un año, una pequeña niña apareció para acosarlo en sus sueños; creyó que era el fantasma de su hijo no nacido asumió la culpa y el hecho de vivir arrastrando ese recuerdo.

Aunque después de ver a Gaby con esos dos niños tan parecidos y diferentes, entendió quién era esa pequeña.

"—Porque hay secretos que quieren quedarse callados y ocultos, amando su anonimato. —Al ver a la niña más pequeña de cerca, notó su parecido con ella —. Mientras hay otros que gritan por ser descubiertos y apreciados. —El asentimiento de Mikasa fue lo único que necesito para confirma su sospecha—. Y después de tanto dolor y sufrimientos, ellos aprendieron que era más liberador vivir con la dolorosa verdad que con mentiras a media. —Levi se arrodilló para besar y mimar con lágrimas en los ojos a esa pequeña creatura que se había vuelto protagonista de sus sueños—. Por primera vez, decidieron llevar una vida más honesta y sincera. Tal vez era inevitable el dolor, más la felicidades siempre era necesaria para volver a empezar."

.


.

Pecados Capitales surgió como una idea improvisada de pocos capítulos; casi todos los pecados fueron escritos de madrugada (Jude tuvo muy buenos días leyendo sus adelantos diarios) y con una trama simple al principio, después se volvió el monstruo que hoy acaban de terminar de leer. Admito que me ha encantado escribir la historia. Entrelace (como siempre intento hacerlo) muchas ideas que leí cuando era novata (hace cinco años), además de explotar esta vena erótica y sensual que pocas veces dejo entre ver en mis escritos. Les daré un poco de spoiler de los posibles finales, para que me rayen la madre con más ganas;

En el final original, separaría y casaría a Levi y Mikasa, tal como sucedió en soberbia, con la diferencia, de que sería un final más... amargo. Se suponía que terminaría en Soberbia, pagando por sus pecados y el orgullo que les impidió ser algo más. No, no habría aventura entre ellos. Serían felizmente infelices con sus respectivas parejas :)

Otro de los posibles finales, era juntarlos y dejarlos vivir felices. Suena muy simple, ahora que lo pienso. En este futuro habrían admitido sus sentimientos en Pereza, dándose cuenta de lo que sentían por el otro, pero como son pecados y deben de tener consecuencias negativos, no pudo ser.

Uno de mis favoritos fue hacer algo al estilo de "Los tuyos, los míos y los nuestros". En ese, Petra tendría a su bebé con Levi y más adelante, por circunstancias de la vida, Mikasa dejaría a Eren y Levi a Petra, luchando por la custodia de su hijo, así, más adelante formaría una familia con Gaby, el hijo de Levi y otro bebé que sería de ellos dos.

Y el que más me tentó; fue dejar un final todo abierto. Después de que Levi bajara del taxi para detener a Mikasa, la historia terminaría cuando Eren saca su arma y fin. :) Mentira, Eren habría ido a la cárcel, Mikasa y Levi serían felices con Gaby. Mikasa descubriría que estaba embarazada, ahora de Levi y serían una familia feliz.

Pero soy cruel y medio sádica. Así que elegí el precioso final que terminaron de leer. Quería dejar a Mikasa embaraza, pero no sabía de quien, así que pensé, ¿por qué no de ambos? Ya lo había leído antes en un fic de Crepúsculo e investigue si era posible. Y así termino la historia, espero que no me puteando mucho :D

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