DISCLAIMER: Los personajes que aparecen son completamente de la autoría de la gran escritora J.K. Rowling. Este fic pertenece al proyecto "Ideas Donadas" por el grupo HARMONY (HARRY Y HERMIONE). La donante de la idea se llama Nefer Jiménez.

SUMMARY: Dicen que la peor soledad es aquella que se vive con la persona equivocada. En el bosque de Dean, Harry y Hermione descubrirán que la soledad que comparten es solo un espejismo y que sus sentimientos son mas reales de lo que creen.

Esta historia está compuesta por un capitulo y un epilogo.


¿Qué es un alma gemela?

"Es como un mejor amigo, pero más. Es esa persona que te conoce mejor que nadie. Alguien que te hace mejor persona, de hecho .. en realidad ellos no te hacen mejor persona, eso lo haces tú .Porque te inspiran. Un alma gemela es alguien que llevas siempre contigo. La persona quien te conoció y te aceptó, antes de que nadie más lo hizo. O cuando nadie más lo haría. Y no importa lo que pase, siempre lo amarás. Y nada podría cambiar eso." (Frase de la serie "Dawson Crece")


Ron los había abandonado.

Por mas que lo repitiera, era algo difícil de asimilar. Su mejor amigo se había ido y no tenia ni idea de si iba a volver. Muchas veces se sintió tentado a ir en su busca pero no podía. Su orgullo se lo impedía, por no hablar de su corazón.

Sus últimas palabras lo habían herido profundamente.

"¿Sabes por qué escucho la radio todas las noches? Para no escuchar los nombres de Ginny, de Fred, de George…"

" ¡Yo también pienso en ellos!" ¿Crees que no sé lo que se siente?"

"Por supuesto que no. Tus padres están muertos. ¡Tú no tienes familia!"

¿Por qué justo tenia que irse cuando habían descubierto la manera de destruir los horrocruxes?

Cerró los ojos con fuerza. Se repetía a si mismo que Ron no había sido consciente de esas palabras. Que el maldito guardapelo había corrompido su mente para manipularlo de alguna manera. Pero como dolía. Abrió los ojos y escrutó los árboles. No se oía absolutamente nada. Con resignación, dio media vuelta, de regreso a la tienda de campaña. Se encontró un cuenco de comida en la mesa. Estaba frio. Seguramente Hermione lo había puesto ahí para él. Fue directamente a él y tragó el liquido espeso sin detenerse a saborearlo. Se percató entonces de la presencia de su mejor amiga, no muy lejos de la entrada. Sentada y acurrucada en una manta, con la mirada perdida.

Su apariencia era tan apagada y lúgubre que algo dentro de su pecho se encogió. Su melena castaña no tenia vida, ya no conservaba ese brillo dorado desde hacia tiempo y estaba recogida en una coleta. Sus ojos estaban hundidos y pudo apreciar huellas de llanto en sus mejillas. No podía imaginarse el sufrimiento que podía estar pasando. Desde que Ron se había ido, no se dirigían la palabra. Era como si se hubieran impuesto algún tipo de pacto de silencio. Se comportaban de manera mecánica, sin emoción, solo con el único objetivo de sobrevivir. Cada día que pasaba, era un día mas huyendo y soportando aquel tiempo invernal en el bosque de Dean. Harry la observó largamente sin saber que decir. Quería ir hacia ella y abrazarla, consolarla, hablar juntos. Pero una fuerza invisible le impedía acercarse a Hermione.

La radio no funcionaba muy bien. Se oía entrecortada y con mucho ruido de fondo. Empezaba a impacientarse. Aquel trasto era lo único que los mantenía comunicados con el mundo exterior. Cogió la máquina y se movió por la habitación, buscando cobertura. Cuando creía que lo había conseguido, la señal se atrofiaba. Tras unos minutos se dio por vencido. En ese momento, apareció Hermione.

- La radio no funciona –informó Harry con voz neutra.

La castaña se volvió hacia él con expresión indescifrable y con un gesto de la mano, le indicó que le pasase la radio. Harry obedeció. Vio cómo se sentaba y observaba el aparato con minucioso escrutinio. El chico suspiró y se incorporó. Sabia que quería estar sola y además le tocaba dar su ronda de guardia. Iba a salir cuando se percató de que no tenia la varita. Volvió sobre sus pasos. Hermione aun seguía con la radio pero al oírlo llegar, sacó la varita de su pantalón y se la entregó sin alzar la vista. Harry se detuvo en seco. Nunca se acostumbraría a aquello. No había abierto la boca y ella ya sabia lo que necesitaba. Tragó saliva y se inclinó para cogerla con firmeza. Una corriente cálida lo sacudió por dentro, revelando sin palabras una conexión que iba mas allá de la magia. Ni siquiera se lo agradeció y salió como alma que lleva el diablo de la tienda.

Esa horrenda necesidad de escapar. De estar solo, de reflexionar, si es que podía permitirse ese lujo. ¡Cómo odiaba sentirse así! La soledad lo consumía por dentro. Recorrió el perímetro con rudeza, sumido en sus pensamientos y reforzó los hechizos de protección. La ira burbujeó en su garganta, urgiéndole a gritar. Necesitaba desahogarse. Golpeó con el puño varias ramas de un árbol y un leve manto de nieve cayó sobre su espalda. Se sacudió sin detenerse y pateó el suelo nevado con rabia. ¿Por qué todo tenia que salirle tan mal? ¿Por qué era todo tan oscuro? Primero habían sido sus padres. ¡Maldición, debía haber sido él! El rostro afable de James, la dulce sonrisa de Lily. Otra patada. Luego había sido su padrino Sirius. Aun recordaba esa pícara sonrisa que delataba su próxima travesura. "Todos tenemos luz y oscuridad en nuestro interior. Nosotros decidimos cual de las dos potenciar". Cogió una piedra del suelo y la arrojó al vacío. Él no tenia que morir. ¿Por qué él y no otro? Tenían planes. Volver a ser una familia. ¡Su única oportunidad de pertenecer a un hogar y se había evaporado! ¡Había muerto con él! La muerte de Hedwig. Ohhh, podría parecer mentira pero extrañaba a esa preciosa ave. Sus vivos e inteligentes ojos de un radiante color oro seguían viviendo en su memoria. Soltó una risa amarga al recordar los gestos de la lechuza cuando se enfadaba por algo o estaba molesta con él. Hedwig demostró ser mucho mas que una mascota. Sus mordisquitos en la oreja, sus leves azotes con su ala como si dijera: "Oye, chaval, madura de una vez. Lo estás haciendo mal". Lo que daría por volver a verla. Su fiel compañera. Si ese hechizo no le hubiera alcanzado… ¡Todo a su alrededor moría! Y para colmo, Ron los abandonaba. ¿Podría haber algo peor?

Que Hermione te abandone también…

Esa vocecita interior provocó que su puño chocara contra el tronco de un árbol. Fue lo suficientemente doloroso como para que apretara los labios. Sacudió la cabeza. Sin su mejor amiga, estaba completa y absolutamente perdido. No hubiera sobrevivido todos aquellos años. Habría muerto por cualquier tontería. Sin embargo, no se explicaba por que Hermione seguía con él. ¿Por qué no habría ido tras Ron? Seria lo mas lógico ¡y él no le habría recriminado nada! Había querido hablar con ella del tema pero su valor se había ido a pique cada vez que lo intentaba. Sabia que Hermione estaba enamorada de Ron, que lo quería y que su sufrimiento se debía precisamente a ese sentimiento. Un sentimiento que el conocía muy bien. Suspiró largamente pensando en la hija menor de los Weasley. ¿Cómo estaría? ¿Estaría pensando en él? ¿Lo extrañaría? Quería comunicarse con ella, de alguna manera, cual fuese. Pero pronto una sensación de desasosiego se apoderó de él y aruñó la corteza con las uñas. Aun sentía el afilado acero de la ruptura en sus entrañas. No había vuelta atrás y no sabia si podría arreglarlo. Ginny le guardaría rencor de por vida y lo entendía perfectamente.

Se apretó la mano adolorida al pecho y se decidió a volver a la tienda. De nuevo a la cueva de la soledad. Tiritando de frío y con la sed inflamando su garganta, intentó alcanzar un vaso pero el dolor de la mano provocó que lo soltara automáticamente. El cristal se hizo añicos rompiendo el silencio sepulcral de la tienda. Unos pasos apresurados pisaron la tierra y el rostro crispado de la preocupación de Hermione apareció en la cocina. Harry gruñó entre dientes y se agachó para recoger el desastre pero la castaña se le adelantó, sujetándolo por el hombro. El contacto físico, el primero después de días de tormento, lo sacudió de pies a cabeza y lo hizo alzar la cabeza hacia su amiga. Sus ojos esmeralda se cruzaron con los ojos chocolates de Hermione. Todo a su alrededor desapareció, superado por la fuerza de aquella mirada. Harry no quería que ese momento acabase pero fue ella quien rompió el contacto visual y desvió su atención hacia su mano, inflamada y algo rojiza por la sangre. Frunció el ceño en un claro gesto de desaprobación.

- Hay que mirarte esa mano

A pesar del cansancio, su voz no admitía replica alguna y pronto se encontraron en el baño y ella le examinaba. Con tanto cuidado y cariño que por un instante, Harry volvió a sus mejores tiempos en Hogwarts, junto a ella y Ron. Movió sus dedos para comprobar la movilidad de las articulaciones y palpó suavemente la palma y los nudillos. No había hueso roto por fortuna. Hermione murmuró unas palabras y la inflamación se redujo considerablemente. Limpió los rasguños y vendó su mano, inmovilizándola.

- Gracias –su voz sonó ronca como si no estuviera acostumbrado a hablar.

Hermione sonrió. Harry no podía creerlo. La sonrisa fue tan fugaz que creyó que se lo había imaginado. Quizás no había sido una sonrisa, mas bien sus labios se curvaron débilmente en un intento por sonreír. Fuera lo que fuese, su corazón se infló de emoción. Puede que después de todo, quizás volvieran a ser los de antes.

El tiempo seguía transcurriendo. Dolorosamente lento. La rutina seguía siendo la misma. Nada había cambiado o eso parecía. Los dos hacían sus guardias. Comían, bebían y dormían de manera automática e intentaban soportar al frío invernal. Harry había intentando acercarse mas a Hermione, motivado por su último encuentro pero ella no parecía colaborar. Seguía tan ausente que lo martirizaba por dentro. Necesitaba a Hermione. A su mejor amiga. Su mano se recuperó bastante bien hasta el punto de ya no llevar mas la venda pero debía tener cuidado con ciertos movimientos.

Pero ya no le importaba. Estaba empezando a hartarle aquel silencio. No era una persona paciente, lo admitía. La soledad de esa tienda de campaña lo estaba matando. Irónico, ¿verdad?, estaba con su mejor amiga pero se sentía el ser mas solo del planeta. Era perfectamente posible. Quería romper con ello. Necesitaba a su mejor amiga y esa sensación lo confundía tanto que empezó a creer que estaba loco. Desde que tenía uso de razón, Hermione siempre había estado en su vida. Ni siquiera era capaz de imaginarse un mundo donde ella no estuviese. Una amistad así no podía tomarse a la ligera, era tan especial que no podía vivir sin ella. Es por eso que su cabeza se devanaba los sesos por buscar una solución para volver a ser como los amigos que eran. Por desgracia, no era su especialidad.

Hermione era la persona mas inteligente y astuta que había conocido en su vida. Ella ideaba los planes, los ejecutaba con maestría y salían airosos del problema por muy grande o grave que fuese. Su lealtad era incondicional. Ella no fallaba. A pesar de sus defectos (aunque él no los llamaría así) , era tan virtuosa que sus fallos parecían insignificantes. Esos pensamientos lograron calentar su corazón de algún modo. Pensar en Hermione y en lo que significaba para él, le ayudaba a seguir adelante y le torturaba al mismo tiempo.

¿Cómo podía alguien tan especial sufrir de ese modo? La ira burbujeó en sus entrañas. Breve e intensamente. Sus puños se apretaron hasta que los nudillos se volvieron blancos. Hermione no merecía sufrir por Ron. Amaba a su mejor amigo y daría su vida por él sin dudarlo. Pero ¿desde cuando el amor hacia sufrir a las personas? ¿No se supone que el amor sanaba las heridas? ¿Qué era la luz mas brillante en el día mas oscuro? El amor era el tejido de la vida. Lo único capaz de hacer frente a la muerte y salir victoriosa. ¿Por qué demonios algo tan hermoso y perfecto dañaba de esa manera a su mejor amiga? No se lo merecía en absoluto. Él seria incapaz de hacerle eso. Eso no significaba que fuera mejor que Ron. Él también tenia sus propios defectos pero ¡Por Merlín! Solo de pensar que podía hacer llorar a Hermione, algo dentro de él se rompía en pedazos.

Estaba tan absorto en su propia mente que no notó la presencia de Hermione. Alzó ligeramente los ojos y allí estaba, sentada, con las rodillas flexionadas al pecho, escuchando la radio. Advirtió que no tenia tan mal aspecto, a menos a simple vista. Se había duchado y llevaba una vieja camisa a cuadros y unos vaqueros oscuros. Su melena recogida como siempre en una coleta, descansaba en su espalda, sin vida y apenas podía ver su rostro. Estaba de perfil y sus ojos miraban el aparato. Harry estaba apoyado en la pared mas cercana con los brazos cruzados, observándola. Enseguida se movió, aproximándome a ella y se sentó en una silla. A excepción del sonido inestable de la radio, seguía estando ese silencio tan incómodo que había empezado a odiar.

De repente, la radio empezó a fallar. Hizo algunos ruidos extraños como de interferencias durante un minuto aproximadamente y luego se estabilizó, cambiando de emisora. Era música. La voz ronca del cantante rompió la atmósfera, tornándola, quizás, mas cálida. Hacia tiempo que no escuchaba algo parecido. Hermione apoyó el mentón en sus rodillas y cerró los ojos. Aquella imagen lo conmovió como no creyó posible. Esto tenia que acabar. Ahora. No lo soportaba mas. Y sin darse cuenta, se incorporó despacio y avanzó hasta donde estaba ella. Hermione alzó la cabeza. Por un instante, Harry dudó. Ya no había vuelta atrás. Reuniendo valor, extendió una mano en una silenciosa invitación. Su amiga estaba desconcertada y desvió la mirada solo un segundo para volver a mirarlo, como analizando la situación. Creyó que iba a rechazarlo cuando por fin sintió sus dedos. Un agradable cosquilleo se deslizó por su palma, recorrió el brazo e hizo que se estremeciera. La ayudó a levantarse y quedaron frente a frente. Acercó las manos a su cuello y desabrochó el collar del guardapelo. Ella no lo detuvo. En ningún momento dejaron de mirarse. Lo estaba quemando de un modo… inexplicable. Alejó el amuleto lo mas lejos que pudo y volvió su atención a ella, tomándola de las manos y guiándola al centro de la habitación. Ni él sabia exactamente qué estaba haciendo. No importaba en realidad. Por primera vez, se sentía capacitado para esto. De tomar las riendas. De ser él mismo. De ser ellos mismos. Y eso pensaba hacer. Quería demostrárselo. Se dejó guiar por su corazón, por lo que sentía. Empezó a moverse al ritmo de la música. Suave y lentamente para que Hermione captara el mensaje. Ella lo siguió, aun dudosa y confundida. Era normal que no entendiese pero quería que se dejara llevar, que desconectara su mente. Siguió moviéndose, alternando brazos y piernas en cada paso. Hacia delante, hacia atrás, primero izquierda y luego derecha. Hermione empezó a pillarlo y se unió a él con mas seguridad. No eran expertos ni mucho menos pero aquel improvisado baile le estaba afectando para bien. De hecho, pronto descubrió que lo estaba disfrutando. Dieron vueltas, hizo que ella girara y ella a él también. Entonces Harry escuchó su risa y su corazón sufrió un vuelco de emoción. Hermione estaba riendo. ¡Por Merlín! Qué belleza. Hacia tiempo que no la escuchaba así. Tropezaron algunas veces pero les daba igual. Se rieron y sonrieron y lo pasaron genial mientras la canción subía de volumen e intentaban seguirla. No supo cuanto tiempo estuvieron bailando. Ahora mismo no tenia importancia para él. Solo ese momento. Ese baile era de ellos. Eran solo Harry y Hermione. La atrajo hacia él con cariño y la abrazó apoyando su cabeza en su hombro y ella hizo lo propio. Era el abrazo mas intimo hasta el momento. La paz que estaba sintiendo no se comparaba con nada que pudiera haber experimentado. Por un instante, desaparecieron los problemas: Voldemort, la guerra, la muerte de Sirius, de Dumbledore, de Hedwig. La ruptura con Ginny. El abandono de Ron.

Todo desapareció.

Solo percibía el latido del corazón de Hermione y su respiración. El eco de su risa aun llenaba sus oídos y le calentaba el pecho. Era increíble pero todos esos días de soledad y silencio se esfumaron cuando escuchó como reía, como sonreía. Juró que los olvidó por completo. Hermione era luz pura. Una luz que brillaba con fuerza en su corazón. ¿Qué haría sin ella? Fue entonces cuando se dio cuenta. El pulso se le disparó de repente como si estuviera sufriendo una taquicardia. Contuvo el aliento cuando en realidad lo que quería era jadear, buscar oxígeno en los pulmones. Las piernas le temblaron y se aferró por instinto al cuerpo de su amiga. Sintió sus dedos hundirse en el pelo oscuro.

No pudo pensar. Solo dos palabras resonaban con violencia en su mente, una y otra vez:

Te amo

No podía ser.

Te amo

Era imposible

Te amo

Estaba confuso. No podía pensar así… ¿o no quería?

Te amo

Debía de estar loco. Pero no. De alguna forma, amaba a Hermione Granger. Un sentimiento muy lejano a una amistad. Todo lo que estaba sintiendo en aquel preciso instante, era provocado por ella. Hermione, la luz de su vida. La que apartaba la oscuridad cuando ya no había salida. La que le tendía una mano en el hoyo profundo. La que alegraba sus días con solo una sonrisa. ¿Cómo no se dio cuenta antes?

No fue consciente de que la música había cesado y Hermione se estaba separando. Se quedaron mirándose fijamente a los ojos, quietos, uno frente al otro. Era una mirada intensa, llena de significado. No sabia si ella podía ver en sus ojos la revelación que había experimentado ahora. Pero solo podía pensar en la urgente necesidad de hacérselo saber, de tomarla entre sus brazos y besarla con todo ese amor que inundaba su corazón. Comprendió tantas cosas en ese momento. Y al mismo tiempo, envidió a Ron. Él sí se había dado cuenta de la hermosa mujer que era Hermione. Él… llegó tarde. Apretó la mandíbula. La castaña rompió el contacto visual. Entró en pánico. No quería que ese momento se acabase. Por favor, no. Por puro impulso, alargó la mano y sujetó su muñeca. Ella se giró sorprendida.

- Harry… -susurró llamando su atención.

Estaba paralizado. Su voz lo hizo flaquear. ¿Qué se supone que iba a hacer?

- Hermione, yo… -murmuró torpemente, acercándose a ella.

Hermione lo miraba. No sabia si asustada, preocupada o sorprendida. Puede que todas a la vez. Si seguía mirando esos ojos chocolates… No, definitivamente ya estaba perdido en ellos. Alzó una mano, temblando, hacia su rostro. Era una acción atrevida y con seguridad, ella lo detendría. Cerró los ojos con fuerza. No quería sufrir esa humillación. ¿Era un cobarde por eso? No lo sabía, pero creía que si. La yema de sus dedos rozaron la delicada piel de su mejilla. No podía creerlo. Abrió los ojos. Hermione tenia los ojos cerrados, como si disfrutase de la caricia. Una solitaria lágrima resbaló de sus ojos. Eso le partió el corazón. ¿Le estaba haciendo daño? ¿Era por él? No podía, eso si que no. Estaba dispuesto a apartar la mano y detener su sufrimiento cuando ella también abrió los ojos e imitó el mismo gesto. Jadeó entrecortadamente al percibir la caricia y se dejó llevar. Su rostro reposaba completamente en la palma de su mano. Unas ganas terribles de llorar lo asaltaron. Las emociones estaban a flor de piel. Estaban reconociéndose. En realidad, no sabia como llamarlo. Solo eran ellos. Nada mas. Se acercaron mas como imanes que necesitasen estar juntos. La miró intensamente a los ojos y supo que estaba tan perdida como él. Estaban perdidos en la mirada del otro. Si eso no era amor… no tenia ni idea que podría ser. Una parte de él le decía que aquello estaba mal. Intuía que a Hermione le pasaba lo mismo. No era algo natural, no parecía normal.

Pero… ¿acaso importaba?.

Secó con delicadeza las lágrimas de su rostro con el pulgar. Se inclinó lo justo para apoyar su frente con la de ella. Automáticamente los dos cerraron los ojos. Podía sentir su respiración entrecortada. Estaba nerviosa. Él también lo estaba. Parecía un flan recién hecho que se agitaba una y otra vez. Un momento de duda lo azotó pero antes de arrepentirse de cualquier cosa, quería que lo supiera. Sujetó la mano que reposaba en su mejilla y la guió hasta el pecho, donde estaba su corazón. Los latidos eran tan fuertes que no tardó en sentirlos en la palma de su mano. La apretó con fuerza, sin lastimarla. Tragó saliva. Ladeó ligeramente el rostro y sus narices se rozaron. Hermione podía haberlo detenido, en cualquier momento. Pero no lo había hecho y presentía que tampoco ahora. Harry la besó. Un roce suave, estremecedor e inocente. De una ternura apabullante. Era el primer beso de su Hermione. Y era el primer beso de ambos. Ella le correspondió. No podía explicar con palabras lo que sintió en ese instante. Era imposible. Hermione se apretó a su cuerpo y Harry la rodeó con sus brazos en un acto puramente protector. Porque si. Quería protegerla. Sabia perfectamente que ella podía defenderse sola, que sabia valerse por si misma. Pero era una necesidad personal. No permitiría que nadie le hiciera daño, bajo ninguna circunstancia. Incluido él mismo.

Hermione era la luz de su vida. Y aquel beso era la prueba de amor que sellaba tal hecho. En él, le confesaba "Te amo" sin palabras, le imploraba "Te necesito" con sinceridad, le susurraba "Soy tuyo", entregándose a ella. Porque desde el primer día, Hermione Granger lo tenia en sus manos.

En aquel momento, en aquel instante, solo eran Harry y Hermione. Nada mas existía.