Wow, han pasado siglos desde la última vez que me aparecí por aquí. ¡¿Hay alguien con vida?!...

En fin. Tengo ganas de volver a las traducciones y creo que este drabble es algo muy sencillo y una buena forma de volver del hiatus.

Ni Vocaloid ni este pequeño drabble me pertenecen.


Rin Kagamine caminaba alegremente a saltitos por la espaciosa sala de baile. Había decidido llegar un poco más temprano para tratar de obtener alguna actividad extra que le pudiera sumar más puntos porque estaba segura de que estaba a punto de reprobar. Así que se dirigió a la oficina de Gakupo y tocó la puerta, esperando que él estuviera dentro. Su voz confirmó sus esperanzas.

— ¿Eres tú? –preguntó él desde el otro lado de la puerta. Rin no tenía idea de quién estaba hablando pero igual respondió.

— Sí. –hasta los cerezos en el patio habrían podido oír a Gakupo al levantarse y caminar hasta la puerta.

— Me alegra que estés aquí. Hay algo que quería hacer... –Rin comenzó a preocuparse. ¿De qué demonios estaba hablando?

Gakupo abrió la puerta y jaló a Rin por los hombros acercándola a él. Entonces él se inclinó hasta que sus labios se encontraron y Rin se puso de puntitas y le devolvió el beso sin pensarlo pero luego lo pateó en donde no da el sol y corrió.

— ¡GAKUPO TIENE PIOJOS! –gritaba– ¡LEN, ÉL ME PEGÓ LOS PIOJOS!

Ella corrió hasta salir de ahí y cruzó la calle para caer en los brazos de Len, quien comenzó a acariciarle el cabello para consolarla.

— No eras... Luka... –Gakupo sólo se quedó ahí sin entender nada– Espera... ¡¿Desde cuando tengo piojos?!

En la pequeña mente infantil de Rin, todos los hombres en el mundo tienen piojos.

Especialmente los perdedores como Gakupo.