Disclaimer: Bleach no me pertenece.

Nota: Recuerden que amor o princesa no son apodos cariñosos. Mientras pensaba en cómo hacer esta parte, realmente hice la conversación que tienen en el grupo dada la desaparición de Orihime. Pueden ver las imágenes en mi cuenta de Tumblr, que está en mi perfil. No tengo demasiados posts, así que deberían encontrar al menos la primera parte fácilmente.

También una seguidora me pidió dibujar una escena. ¡El fanart está en Tumblr, también! En caso de que quieran verlo.

Sobre esto: Finalmente, un fanfic acabado por mí(?).
¿Es esto una especie de epílogo? Quizás. En teoría esto acababa en la parte anterior, pero decidí hacer esto porque quería escribir algo un poquito más doméstico después de lo sucedido en el fic en general. (Un día quizás les confesaré que seguí el fanfic solo para poder escribir algo como aquí sin que careciera de contexto previo, pero no será hoy(?)). ¡Gracias por comentar! No sé si respondí todos vuestros reviews, pero me dedicaré a hacerlo uno por uno.


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[...]


Grimmjow acabó descubriendo algo increíble. Despertar junto a Orihime era, por mucho, una de las mejores cosas que podía hacer y, después, verla hacer el desayuno con nada más que su camiseta podía convertirse en pasatiempo realmente delicioso. La chica no era la mejor cuando se trataba de combinar alimentos, pero Grimmjow se dio cuenta de inmediato que estaba haciendo su mejor esfuerzo por mezclar lo menos posible los huevos con alguna barra de chocolate que llevara en su abrigo —si lo hubiera hecho era la mejor explicación, considerando que Grimmjow no era muy fan del chocolate y no tenía nada parecido en su casa.

Y así como verla cocinar se convirtió en una actividad anti-estrés, verla intentando combatir con sus aparatos en la sala para poder encenderlos, no podía causar menos que sus carcajadas.

—¿Quieres algo de ayuda, amor? —preguntó después de un rato, tomando el hervidor para servir el agua humeante en su interior en dos tazas, mientras la miraba desde su cocina.

De reojo la vio dar un salto y voltear, haciendo que su cabello se moviera con ella y se esparciera en una nueva posición al rededor de sus hombros y pecho.

—A decir verdad, creo que sí —rió levemente, con las mejillas algo rojas.

—Noté que no tienes este tipo de cosas en casa, así que no desesperes y luego te enseño —dijo, estirando su mano para acercar a él el tarro de café y simultáneamente abrir la tapa. Derramó una cuchara en cada taza y volvió a cerrar el contenedor.

Orihime estuvo en silencio un momento, hasta que volvió a mirarlo.

—¿Crees que es raro? —preguntó con timidez.

—Creo que es normal, solo eres una estudiante —contestó sin darle demasiada importancia. Cuando volvió a guardar silencio, Grimmjow alzó la cabeza y la vio agachada contra sus propias rodillas en su sillón. Se veía pequeña y dudosa, mientras pasaba uno de sus dedos deslizándolo por su labio inferior—. No me importa, si es lo que piensas.

Orihime volteó de inmediato, mostrando su mejor expresión de haber sido pillada sin quererlo.

—Ya eres bastante admirable por tener que lidiar con tus problemas a la vez que estudias. Eso te da... independencia —dijo, por un segundo perdido, intentando buscar la palabra correcta. Orihime lo miraba fijamente, después de hacer el desayuno él se había ofrecido a servir las bebidas y había ofrecido que se cambiara si quería. Ella, sin embargo, se quedó con su camisa y ahora estaba en su sofá.

—¿Tú crees? —frunció levemente las cejas hacia arriba, dudosa.

Grimmjow asintió, poniendo azúcar a las tazas. Una para él y dos para ella.

—¿Por qué tienes tantas cosas así? —preguntó, viendo un pendrive que había recogido antes de sentarse y que ahora deslizaba por sus dedos.

Grimmjow enarcó una ceja y puso las dos tazas en la barra, junto con una cesta de galletas saladas a cada lado de un sartén con huevos, tomate y cebolla.

—Me gustan las películas, y puedo guardar varias cosas además de eso en ellos.

—¿Cosas como qué?

—¿Fotos...? —murmuró.

—¿Música? —aportó.

Grimmjow asintió y le hizo una seña para que se acercara a la barra de la cocina. Ella se puso de pie mientras él se lavaba las manos, por lo que cuando acabó Orihime estaba a su lado. Grimmjow la miró y recibió una sonrisa deslumbrante. Le cedió el grifo y antes de pasar por detrás le dio una palmadita en la cabeza.

—Entonces... —La escuchó decir mientras iba a sentarse del otro lado. No la miró, esperando a continuara, pero cuando iba a comenzar a comer notó que no lo había hecho aún. Levantó la mirada, encontrándola sonrojada y jugando con un mechón de su cabello— uhm...

—¿Entonces qué? —preguntó.

—Sobre lo de anoche...

—Si vas a intentar excusarte y disculparte, ni lo intentes. No creo que haya nada que lamentar.

—Entendí algo equivocado —admitió avergonzada—. Te herí.

—Tampoco hablamos realmente sobre eso. Ahora déjalo y ven a desayunar —apoyó el codo en la superficie, esperando a que se moviera sin dejar de mirarla.

Ella dio la vuelta para sentarse a su lado, pero se quedó mirando hacia él en vez de su taza de café. La vio fruncir levemente el ceño, y supo de inmediato que no iba a haber forma de salvarse de lo que iba a decirle a continuación.

—Me gustas —soltó, tomándolo por sorpresa y haciéndolo sentir avergonzado de una forma en que Grimmjow no pensaba volver a estar. Quería tomar una galleta y metérsela en la boca para detenerla, y también poner la mano en su nuca y besarla—, no quiero herirte y quiero dormir contigo.

Grimmjow levantó el brazo hasta poder apoyar la mejilla en la palma de su mano. La miró durante unos segundos más hasta que ella comenzó a apretar los labios.

—Y pensar que realmente puedes decir esas cosas como si nada —dijo—. Eres jodidamente atractiva cuando te ves tan determinada.

—¡Grimmjow! —exclamó, tapándose un lado del rostro.

Él sonrió.

—Así que quieres dormir conmigo. Yo no tengo problema alguno, pero resulta que debo ir a trabajar y tú a clases. No creo querer hacerlo rápido tampoco.

—¡Hablaba de dormir! —volvió a decir— Dormir.

—Que sí —soltó una carcajada—. Desayuna de una buena vez, amor.

Orhime frunció los labios, pero finalmente cedió. Mientras desayunaban, Grimmjow revisó si teléfono, encontrándose con miles de mensajes de parte de los amigos de Orihime, Neliel y Ulquiorra. Bueno, los de el último no eran demasiados, más que nada preguntando por qué el grupo se llamaba Shinigamis cuando no a todos le gustaban esas tonterías, y chantajeando a Kurosaki para ir y ver si Orihime estaba en su departamento.

Grimmjow soltó un suspiro y dejó el teléfono un momento, dándose cuenta de que Orihime estaba por preguntarle qué era lo que ocurría.

Entendía por qué ella no habría dicho que estaría ahí, considerando la reacción que tendrían y que posiblemente no estarían desayunando de haberle dicho a alguien que no fuera Rangiku.

Pero entendía también la maldita preocupación de su mejor amiga al no encontrarla en su casa a altas horas de la noche o durante la mañana.

—¿Dejaste tu teléfono en silencio?

Él tenía la excusa de que no lo tuvo hasta hace un rato atrás. Cuando Orihime había llegado, lo había dejado en la mesa de centro de su salón. Y tampoco planeaba preocuparse de si sonaba o no en la sala teniéndola bajo él en su cama.

De inmediato la vio enterarse e ir en busca de él. Quedó en el abrigo que llevaba en la noche, notó.

Mientras ella lo desbloqueaba y revisaba todas las llamadas perdidas que tenía, él respondió como sólo a él se le podría ocurrir. Haciéndose el tonto para simplemente molestarlos.

Hasta que Orihime se dignó a responder.

Estoy en casa, puso. Grimmjow se largó a reír, dándose cuenta de inmediato de su error, cosa que Tatsuki le hizo saber. Vio en primer plano la cara de horror de Orihime cuando leyó que su amiga había estado en su casa hace menos de cinco minutos.

Finalmente se cansó de fingir que no tenía nada que ver.

Está en conmigo. Y no es asunto de ustedes. Así que dejen de joder y dejen joder.

La vio irse al baño mientras intentaba rectificar su comentario y no gritarle en el proceso. Grimmjow se encontró solo en su taburete, maldiciendo a todos esos idiotas por arruinar el desayuno, y a sí mismo, por haber pensado en tomar el maldito celular.

Después de un rato en el que Orihime no volvía, decidió revisar el teléfono otra vez.

Ven a comer, Orihime.
Me estoy enfriando.

Esa vez sí escuchó su nombre en un grito de enojo que vino desde su pasillo. Ella se acercó rápidamente, tan roja que parecía estar a punto de explotar. Al instante alzó las manos, en señal de rendición.

—Tenía que hacerte venir, estamos arruinando el desayuno —se excusó.

—No era necesario.

Grimmjow sonrió.

—Lo era. Necesitan dejar de meter sus narices donde no los llaman —dijo, recibiendo una mirada de desaprobación de Orihime. Al final volvió a suspirar, rindiéndose—. Acabemos de una vez. Tengo que llevarte a casa y después te dejaré en tu escuela.

—No es necesario —repitió en un murmullo, no menos enojada por hacer enfadar a sus amigos. Orihime guardó silencio un momento, pensando bien en la situación. Segundos después se sentó al lado de Grimmjow, recibiendo una mirada confundida de su parte—. Dijiste que se iban a enojar de todas formas. Tenías razón, pero solo por eso lo dejaré pasar. No quiere decir que me agrade que les hayas escrito eso.

Grimmjow apoyó el rostro en su mano, nuevamente, y la miró mientras comía los huevos del sartén y bebía su café.

Ella lo había dejado por la paz. No sería él quién siguiera dando la lata con ese tema.

—Tenemos diez minutos antes de que el más cercano toque la puerta. Te llevaré algo para que comas en el receso.

Centró su atención en su desayuno, sabiendo que ella lo miraba después de haber soltado eso. Qué tontería, pensó. Nunca creyó llegar a decir eso, pero por sus pelotas que iba a ir a dejarle un maldito almuerzo de ser importante.

—N-no es-.

—Necesario —completó él, asintiendo—. Sí lo es. Pasaste la noche conmigo. Y de ahora en adelante... —susurró, volteando hacia ella y acercándose a su rostro, sorprendiéndola— No puedo dejar que no te alimentes bien, como podrás entender.

Orihime desvió un poco el rostro, pero no para rechazarlo. Simplemente estaba demasiado avergonzada entre su penetrante mirada y su voz sugerente.

Grimmjow llevó los dedos a su mandíbula y ladeó un poco la cabeza, pidiéndole silenciosamente su autorización. Cuando simplemente la vio cerrar los ojos, terminó de acercarse para juntar los labios con los de ella. Segundos después, se separó un poco de Orihime.

—Iré a vestirme. No comas muy rápido —aconsejó mientras se alejaba y ponía de pie—. Te dará dolor de estómago.

Después de poner la mano sobre su cabello a la altura de su nuca, y acariciarlo un momento, se dirigió a su habitación para vestirse, como le había dicho. Luego de dos minutos salió y la encontró acabándose su café. Él se había puesto unos jeans para ensuciar y una camiseta holgada, y en sus brazos traía la ropa de Orihime.

A penas divisó su blusa blanca la notó ponerse roja, otra vez. Grimmjow rodó los ojos, sin poder creer que después de acostarse con él seguía poniéndose así. Aún así no le molestaba, era gracioso.

—Hey —la llamó, para que lo mirara a él en vez de mirar a la palma de su propia mano—. Me gustas, amor. Y quiero dormir contigo —sonrió, mientras ella dejaba la taza de vuelta en el mesón—, en todos los sentidos que te puedas imaginar.

—¡Grimmjow! —se quejó, volviendo a esconderse entre sus manos.

—Sí, sí —rió—. Te recomiendo cambiarte. Debemos irnos dentro de poco.

[ I ]

Grimmjow sintió las manos de Orihime aferrándose a su abdomen durante todo el camino hacia su casa, y en ese momento, en el camino a su escuela, donde esperaba sinceramente no encontrarse con Kurosaki. Una vez llegaron, se estacionó en la orilla del carril, sintiendo al instante las miradas de todos los demás estudiantes sobre ellos mientras giraba la llave para detenerla. Se quitó el casco, dejándolo entre sus piernas, y le tendió la mano desde su lugar a Orihime para ayudarla a bajar de la motocicleta.

Con el brazo apoyado en su casco, la vio quitarse el que ella llevaba y ofrecérselo, mientras con la otra mano se arreglaba el cabello. Notó el sonrojo en sus mejillas, pero no podía decir si era por las miradas de los idiotas que jamás habían visto a alguien bajarse de una moto o si era porque nunca le había gustado mucho subirse a su moto.

Negó con la cabeza.

—Déjalo en tu casillero, vendré a buscarte en la tarde.

La vio abrir los ojos con sorpresa.

—Pero no puedes, tienes que trabajar y... no es-.

—Si sigues diciendo que no es necesario nada de lo que hago, me veré en la obligación de castigarte de alguna manera —dijo seriamente.

—¿Cas...? —susurró, sin creerse ni entender del todo a qué se refería.

Él sonrió de lado.

—Eres tan inocente algunas veces, amor...

—V-vas a llegar tarde al trabajo —cambió el tema, ocasionando que Grimmjow chasqueara la lengua.

Estaba por ponerse el casco cuando de repente se dio cuenta de algo. Volvió a dejarlo donde estaba y volteó hacia ella.

—¿Acaso no vas a despedirte como corresponde, princesa? —preguntó, enarcando levemente las cejas. Supo que entendió a qué se refería por su expresión. En realidad esperaba que lo evitara intentando explicar que sería muy vergonzoso hacerlo cuando tanta gente les estaba prestando atención, pero lo sorprendió verla dar un paso hacia él y dejar un beso en sus labios.

Grimmjow silbó suavemente cuando reaccionó.

—Es impresionante lo caliente que eres cuando simplemente haces las cosas —dijo.

Cuando la vio abrir la boca para exclamar su nombre, Grimmjow estiró su mano y la acercó por la nuca para volver a besarla. Esa vez durante unos segundos más.

Se alejó un poco de Orihime y le sonrió, deslizando su mano de su cuello a su hombro. No se apartó mucho más.

—Que tengas un buen día, amor.

La vio asentir lentamente y terminó de deslizar su mano hasta la de Orihime. Grimmjow la tomó por un momento y la apretó con suavidad. Entonces la llevó a su casco para enderezarse y, finalmente, ponérselo.

Volvió a mirarla un momento mientras giraba la llave, haciendo sonar el motor nuevamente.

—Ten un buen día también —la escuchó decir.

Grimmjow asintió, agradeciéndole.

—Nos vemos —se despidió, enderezando la moto y arrancando después de ver que no se acercaba ningún vehículo desde atrás o adelante.

Orihime se quedó mirándolo hasta que dobló al final de la manzana, y justo después escuchó su nombre dicho por la voz de Tatsuki. Cerró los ojos con fuerza, preparándose para ser regañada por su irresponsabilidad al ir sola al departamento de Grimmjow en plena noche. Sin embargo, sabía que el mayor problema era que había ido donde él. Iba a tener que esforzarse mucho para convencerla a ella y a Ichigo de que eso era lo que de verdad quería.