Existo desde hace mucho tiempo.

Recuerdo despertar de una eterna oscuridad. Simplemente no sabía lo que hacía ahí, en medio de un lago congelado, pero algo me decía que era importante. Voltee a mi alrededor pero todo estaba cubierto por árboles y nieve. Fue cuando empecé a notar que no sentía el frío al estar sobre el hielo. Era muy extraño. Me levanté del suelo cuidadosamente y temerosa de que mi peso fuera suficiente para quebrantarlo. No lo había notado hasta ahora, pero realmente era algo delgado y mi tez muy clara.

No le di mucha importancia a mi apariencia así que caminé hasta estar en la nieve.

¿Quién soy yo?

Después de estar segura en tierra, me di una pequeña mirada. Llevaba puesta una ropa de mi época, o al menos lo suponía. Le di una checada a mi cabello, aunque quede en shock cuando note que era tan blanco como la misma nieve que pisaba. Entonces comencé a sentir un raro hormigueo en la espalda y un brillo azulado dio paso a que aparecieran un par de alas. No sabía que pensar, tenía miedo. Probé aletear un poco y parecía que estaban conectadas con mis pensamientos.

"Vuelen..." solo pensé y en unos instantes ya estaba muy elevada del suelo. Di unas cuantas vueltas en el aire para luego pararme en la copa de un árbol y observar a mí alrededor. Pude notar un pequeño pueblo a la distancia, pero lo que más acaparó mi atención fue la bella luna llena que se imponía sobre las estrellas del cielo. Solo bastaba verla unos segundos para quedarte hipnotizado por ella. Sonará extraño, pero sentía que me llamaba. Era como si quisiera revelarme algo.

Mi nombre es Luna Snow...

Sin esperar nada, ese pensamiento llego a mi mente. Así que ese era mi nombre. Suena... lindo, eso creo. Di un leve suspiro y tomé el valor suficiente para acercarme volando al pueblo. No deseaba ser descubierta, así que aterricé un poco antes para entrar caminando y no levantar sospechas. Aunque seguramente muchos me juzgarán con su mirada. Mis alas se ocultaron justo al tocar nuevamente el suelo. Caminé viendo todo con curiosidad pues realmente no sabía dónde estaba. No poseía ningún recuerdo de antes del lago congelado. Lo único que sabía era mi nombre, que había llegado a mí como si la luna me lo hubiera dicho. Algo cabizbaja seguí con mi recorrido hasta toparme con una gran edificación de madera. En un letrero alcancé a leer "Posada: Lirio Azul". Toqué a la puerta con curiosidad y por alguna razón, sabía lo que era una posada. La puerta se abrió, dejándome ver a una señora de aspecto mayor. Era regordeta y tenía varias pecas alrededor de su cuerpo. Su cabello ya canoso estaba recogido en una pequeña coleta.

- Buenas noches, jovencita - dice ella con una voz suave.

- Buenas... noches - respondo lo más amable posible - disculpe que le moleste, pero me preguntaba... ¿Tendrá alguna habitación disponible?

- Me temo que no - dice ella con un tono entristecido - pero si no te importa, podrías dormir en la sala. Comprendo si no lo aceptas...

- ¡No se preocupe! Incluso un espacio en el suelo hubiera sido suficiente - digo.

- Me parece perfecto - acto seguido entro a la posada, aislándome del frío de afuera, que por alguna razón, jamás llegue a sentir.