¡Hola a todos!

¡Bienvenidos a este pequeño mini fic! Esta es la primera parte de tres que conforman esta historia. Este fic participa en el "Desafío de la Princesa de la Luna" de Originales Ladies Kou.

Como saben, Sailor Moon y todos sus personajes son propiedad de la maravillosa Naoko Takeuchi. La historia es de mi autoría, siendo escrita sin fines de lucro. Este fic se encuentra ubicado antes de la fundación del Milenio de Plata.

Quiero dedicarle esta historia a mi querida hermana Vii, compañera inigualable de un sinfin de aventuras, quien siempre me ha apoyado y motivado a seguir adelante (sabes que sin ti no habría ni terminado el primer capítulo de esta historia), además de que es un claro ejemplo e inspiración que me recuerda siempre que pese a la oscuridad siempre hay que seguir luchando, incluso cuando parece no haber esperanza. Te había prometido una historia inspirada en ti y por fin aquí esta.


Cuando La Oscuridad Se Acerque

Por Serenity Rose Kou

Capítulo 1

Definitivamente no tengo idea de cómo voy a escapar de esto.

Estando de pie frente a toda la Corte Real de la Luna Negra, esperando escuchar las palabras de la Reina Neherenia y no puedo evitar sentirme aterrada ante lo que va a suceder. Ni siquiera la mirada azul mar de mi hermana me puede dar ánimos en estos momentos.

–Queridos y distinguidos amigos miembros de la Corte Real. Con gran alegría quiero compartir con vosotros la feliz noticia del compromiso en matrimonio de mi sobrina, la Princesa Serena con el Príncipe Diamante de Némesis.

Mire con atención a mi tía, la Reina Neherenia, luciendo como siempre majestuosa con su vestido bordado en negro y blanco, mostrando esa sonrisa que podría definirse como maravillosa de no ser porque esconde la cruel mirada que conozco tan bien y sabe disimular a la perfección, la cual está grabada en su rostro de porcelana, coronada con sus cabellos tan oscuros como la noche.

–Sé que mi difunto hermano estaría orgulloso de saber que la mayor de sus hijas compartirá el resto de sus días con un hombre tan distinguido e importante como lo es el Príncipe Diamante. Estoy segura de que la unión de nuestros reinos será muy benéfica para todos –continuo diciendo mi tía, mientras alzaba la copa de champan que sostenía–. Es por eso que os invito a brindar conmigo por la felicidad de los novios.

Todas las personas reunidas en los jardines del Castillo imitaron a la Reina Neherenia y alzaron sus copas. A mi lado el Príncipe Diamante, luciendo elegantemente vestido con su traje de gala blanco con bordados azules y una capa a juego que hacen resaltar su cabello blanco y ojos purpuras, me entrego una copa con una sonrisa complaciente.

–Por nuestro futuro matrimonio, Princesa Serena, mi futura Reina de Némesis –musito él chocando su copa con la mía–. No se imagina lo feliz que me siento al saber que pronto será mía.

No dije nada y me limite a tomarme el champan. Sin poder evitarlo, note en mi dedo el enorme diamante que está en el anillo que me dio el Príncipe Diamante, como un recordatorio de la cadena que me tiene atada a un compromiso con un hombre que no amo.

Una vez finalizado el brindis, la Reina Neherenia se acercó a mí y me abrazo. Me quede inmóvil mientras ella me susurraba al oído. –Debéis sonreír, niña estúpida, está es una fiesta por vuestro compromiso en matrimonio. Agradece que he sido benévola contigo y con tu hermana y he planeado un buen futuro para vosotras, uno que nos beneficia a las tres, en vez de haberme deshecho de ustedes en cuanto supe de tu terrible deshora para esta familia.

La mire a los ojos cuando me soltó e hice lo que me pidió, sonreí como si realmente me sintiera feliz, ocultando así lo mucho que la detesto por todo el sufrimiento que me ha ocasionado a mí y a las personas que me importan.

Ella se acercó al Príncipe Diamante, al cual también abrazo dándole la bienvenida a la Familia Real de la Luna Negra, tras lo que ambos se felicitaron mutuamente ante la feliz perspectiva que traería este compromiso para ambos reinos.

Una suave melodía empezó a sonar y el Príncipe Diamante tomo mi mano, conduciéndome hacia la pista de baile mientras recibíamos las felicitaciones de todos los presentes. Al llegar al centro de la pista de baile, él poso su mano libre en mi cadera, estrechándome más a su cuerpo mientras damos vueltas por el lugar al ritmo del vals que llena el aire.

Bajo la luz de las antorchas que iluminan el jardín elegantemente decorado en tonos negros y grises, los colores del Reino de la Luna Negra, y los estandartes con el símbolo de nuestro reino, una luna creciente negra, más que nunca me siento una marioneta de mi tía. Tengo que encontrar la manera de librarme de este compromiso pronto.

–Ha estado muy callada, Princesa Serena ¿Se encuentra bien?

–Sí, estoy bien –dije con una pequeña sonrisa, dejando a un lado mis pensamientos–. Es solo que estaba pensando en nuestro compromiso.

–La comprendo, también he estado pensando en ello, y por supuesto en la boda. Su Majestad me ha asegurado que podrá realizarse lo más pronto posible

Mire a lo lejos a la Reina Neherenia sentada en su trono, observando desde allí a todos mientras escucha a Zirconia, la vieja hechicera y consejera de mi tía. Es un secreto a voces que la cercanía de mi tía y Zirconia es debido a sus hechizos para mantenerla joven y bella, lo que explica porque toda mi vida la he visto exactamente igual como si el tiempo no la afectara, ya que la sola idea de envejecer la aterroriza tanto como perder el trono. Y al ser yo la siguiente en la línea de sucesión al trono, me considera una amenaza.

La Reina Neherenia nunca se casó y jamás tuvo hijos, por lo que siempre ha estado obsesionado con encontrar la manera de alcanzar la inmortalidad para así mantener su belleza, su juventud y gobernar por siempre. Y mi compromiso es solo el primer paso para lograrlo. El Príncipe Diamante representa un aliado importante para el reino, así como la oportunidad de que abdique a mi derecho como futura Reina de la Luna Negra para irme a vivir a Némesis con mi futuro esposo, mientras que Neherenia seguirá siendo la Reina aquí.

–No dudo de que mi tía se asegurará de que está boda se llevará a cabo dentro de poco tiempo. Pero si he de confesarle algo, Príncipe Diamante, es que siempre he soñado casarme durante el solsticio lunar. Esa es una época maravillosa aquí en Luna y me encantaría que la boda fuera hasta entonces.

–Me gustaría complacerla en ese sentido, Princesa Serena, pero faltan varios meses lunares para el solsticio lunar. Me parece una eternidad hasta entonces.

–No es tanto tiempo como parece. Si estuviéramos en Gea tal vez sea cierto, ya que para lo que nosotros es un día, para ellos es un mes terrestre.

–Es cierto, es por eso que la gente de Gea los considera dioses.

–Pero no lo somos, simplemente nuestro ciclo de vida es más largo que el de los terrestres… aunque no es tan largo como quisiera –musite pensando en mis padres, que habían fallecido tiempo cuando Mina y yo éramos niñas. Ellos jamás habrían permitido que me comprometiera en matrimonio con alguien que no amo.

–No piense en cosas tristes, Princesa Serena. Mientras este a mi lado me aseguraré de que nada malo le suceda. Lo que más deseo es complacerla y cumplir todos sus deseos –dijo él estrechándome más a él, mientras acercaba peligrosamente su rostro al mío. –Mi hermosa futura Reina de Némesis.

El Príncipe Diamante me besó y me quede estupefacta al sentir sus labios en los míos. Un instante después me separé de él, viendo su sorpresa y confusión ante lo que hice.

–Creo que deberíamos tomar las cosas con calma, Príncipe Diamante, yo no estoy acostumbrada a este tipo de cosas.

–Descuide, lo entiendo. Por lo que me dijo Su Majestad, siempre ha permanecido en el Castillo Negro y no ha tenido la experiencia de saber lo que es un beso.

Asentí siguiéndole la corriente. Mejor que creyera que mi reacción había sido ante la sorpresa de su beso y no porque detestaba la idea de que me besará otro hombre que no era aquel del que estoy enamorada.

–¿Podría abusar de su gentileza pidiéndole que me traiga un poco de vino? Tanto bailar ha hecho que esté sedienta.

–Sus deseos son órdenes, Princesa Serena. Y cuando regrese podemos seguir hablando de las muchas maneras en que deseo complacerla –insinuó él con un tono tan sugerente que me hizo sentir escalofríos. Tomo mi mano y deposito en ella un beso, antes de retirarse.

Suspire aliviada una vez que él se fue. Con la mirada recorrí a la multitud buscando a Mina y con cada paso que daba, todos los invitados me felicitaban rápidamente por mi compromiso para después seguir disfrutando de los excesos y placeres que eran ofrecidos en la fiesta. Comida al por mayor, litros y litros de alcohol eran repartidos sin cesar mientras en pequeños pedestales repartidos a lo largo del jardín se hallaban integrantes del circo Death Moon ofreciendo entretenimiento a todo aquel que los mirara mientras la música seguía sonando a todo lo que daba. La fiesta estaba en pleno apogeo, pero al ver está feria de las vanidades por parte de la Corte Real, me hace sentir demasiado sola y estar atrapada en una oscuridad sin fin al pensar en mi futuro.

Seguí abriéndome paso entre la gente hasta que finalmente logre ver a mi hermana, apartada de la multitud y hablando con uno de los soldados de la Guardia Real bajo el resguardo de un sauce llorón. Al acercarme reconocí la cabellera plateada de Sir Yaten, el novio secreto de Mina, y parecía que estaban conversando de algo importante ya que no notaron que me acercaba a ellos hasta que estuve a solo unos pasos.

–Como amante de lo furtivo, creo que se están exponiendo mucho esta noche, chicos.

–Solo le estábamos dando una pequeña dosis de adrenalina a la velada, cuñadita –respondió Yaten, guiñándome uno de sus ojos esmeralda mientras se mantiene en posición de firmes.

–Además, con la fiesta en su máximo esplendor nadie nos presta atención –dijo Mina restándole importancia al asunto–. Aunque veo que por fin lograste escapar de tu prometido, Serena

–Con suerte, ya que no me deja sola ni un momento –conteste con fastidio–. Y de verdad que necesito alejarme de él al menos diez minutos para poder soportar el resto de la noche.

–Entonces vayamos a caminar un poco, no creo que nos extrañen mucho si desaparecemos unos minutos.

Asentí con gratitud ante las palabras de mi hermana, realmente necesito alejarme de esta fiesta por unos minutos.

–Yaten, ya sabes que hacer –le pidió Mina con complicidad.

–Cuenta con ello, mi amor.

Mina le regalo una sonrisa agradecida y rápidamente caminó alejándose del bullicio de la fiesta rumbo a la entrada del laberinto de arbustos del jardín. Alce la amplia falda de mi vestido negro con incrustaciones de ónix para correr sin tropezarme y poder alcanzarla, lo cual logre en la primera esquina dentro del laberinto, cuyas altas paredes de arbustos nos ocultan de la vista de los demás mientras caminamos por los pasillos.

–¿Cómo te sientes ahora que se hizo oficial el compromiso, Serena?

–Horrible. No quiero casarme con él –respondí con pesar–. Tengo que escapar de este compromiso, Mina, no quiero ni imaginarme que llegue el día de la boda.

–Ese día no va a llegar –me aseguro ella con firmeza.

–De verdad que eso espero, sobre todo porque el Príncipe Diamante anhela que la boda sea pronto y algo me dice que quiere adelantar la noche de bodas… No sé cómo voy a salir de esta, Mina. Y lo peor es que parece que nuestra querida tía Neherenia ganó.

–Oye, no digas eso ni de broma –dijo mi hermana con seriedad–. Será la Reina pero no decidirá sobre tu felicidad.

–¡Pero si ya lo hizo! En cuanto se enteró de mi relación con Seiya, lo ejecutó sin importarle que era uno de sus más fieles capitanes del ejército. Han pasado seis meses desde que murió y el dolor por su partida solo aumenta, haciéndome sentir más muerta que viva… Y ahora estoy comprometida con un Príncipe al que no amo. Neherenia de momento está enfocada en mí por ser la siguiente en la línea de sucesión al trono, pero no tardará en realizar un plan para quitarte de la carrera como sucesora al trono.

–Suerte para ella que no tengo deseo alguno en ser Reina. Pero me encantaría que tú lo fueras algún día, Serena, así mejorarías muchas cosas en el reino.

–Pero ambas sabemos que ella jamás lo permitiría, quiere seguir siendo Reina por siempre.

–Lo sé… –musito Mina con fastidio, jugando con un mechón rubio que escapo de su peinado–.Si tan solo encontráramos la manera de quitarle el trono.

–Hemos tenido esta conversación cientos de veces, Mina, y no hemos hallado la manera de lograrlo. Con toda la influencia que tiene en la Corte es algo imposible de lograr. Ni siquiera nos deja salir del Castillo Negro. Y por lo que nos ha contado Yaten, el pueblo está demasiado asustado del poder de Neherenia como para siquiera considerar la idea de luchar para derrocarla, y si a eso sumamos que tiene de aliado a Némesis… Estamos solas en medio de una situación imposible y no podemos hacer nada. A veces creo que es una locura seguir soñando con que las cosas mejoraran

–Que Neherenia siga reinando es una locura. En cambio todos nuestros planes son sueños –exclamo Mina con firmeza, deteniéndonos–. ¿No siempre me dices que debo de mantener la fe y la esperanza? Es lo que debemos de hacer en este momento, hay que creer que todo mejorará

La mire con una pequeña sonrisa. –Fe y esperanza.

–Así es –dijo ella asintiendo–. Las cosas mejoraran para Luna Negra y para nosotras. No te casarás con el Príncipe Diamante, hallaremos la boda de impedir esa boda

–¿De verdad lo crees? –inquirí queriendo creer en sus palabras.

–Claro, no podemos permitir que Neherenia se salga con la suya.

Sonreí deseando con todo mi corazón que las palabras de mi hermana se hagan realidad. Sé que eso es lo que Seiya hubiera querido.

Pero la sonrisa en mi rostro desapareció al escuchar el crujido de una rama muy cerca de donde estamos nosotras. Quizás alguien estuvo escuchando nuestra conversación, y si es así, seguramente llegará a oídos de la Reina Neherenia.

¿Qué no se supone que Yaten estaba cuidándonos para que esto no sucediera?

Mina se llevó un dedo a los labios, pidiéndome que no hiciera ruido.

–Quédate aquí, iré a ver quién es –dijo ella sin darme tiempo de replicar, dando vuelta por el camino en que habíamos venido.

Antes de que pudiera dar un paso detrás de ella, sentí una mano sobre mi rostro, cubriendo mi boca. Desesperada, intente luchar para liberarme, pero sentí un brazo rodear mi cintura para evitar que peleara.

–Tranquila. No te voy a hacer daño.

Deje de forcejear ante la sorpresa de reconocer esa voz. Es imposible…

Los brazos que me sujetaban me soltaron y lentamente me di la vuelta, temiendo que mi imaginación me estuviera jugando una mala pasada. Pero al dar media vuelta ahí estaba él. Era imposible que no reconociera esa brillante mirada zafiro, su largo cabello negro como la noche que hace contraste con su tez clara, mirándome con una sonrisa.

–Hola, Bombón.

–¡Seiya!

Lo abrace con todas mis fuerzas, temiendo que estuviera soñando. Pero al sentir sus brazos alrededor de mí, estrechándome más cerca de él, supe que era real. Seiya estaba aquí, a mi lado otra vez, vivo.

–¿Cómo es posible? –pregunté sintiendo como las lágrimas cubrían mi rostro–. Neherenia mandó que te asesinaran.

–Fue lo que le hice creer a todos, pero no lo consiguió y aquí estoy más vivo que nunca ahora que por fin estoy junto a ti –respondió él limpiando mis lágrimas con su mano–. No imagino lo que has sufrido al creer que estaba muerto. Intente avisarte que estaba bien, pero te hubiera puesto en peligro. Y por las estrellas te juró que he hecho hasta lo imposible por regresar a tu lado, Bombón… Perdóname por haber tardado tanto en volver.

–Lo importante es que ahora estás aquí –respondí sonriendo, tocando su rostro tan amado y que tanto había extrañado.

Él sonrió ante mis caricias, acercando sus labios hasta los míos, besándome tiernamente y haciéndome sentir como si estuviera en un sueño, como si los seis meses que pasamos separados jamás hubieran transcurrido al reconocer la familiaridad de sus labios y la forma en que sus manos recorren lentamente mi cintura

–No te ideas de cuantas noches he pasado pensando en ti –musito él sobre mis labios.

–Quiero imaginar que tantas como las que pasé ante las estrellas deseando que nuevamente estuviéramos juntos, Seiya.

–Y ahora que estoy aquí no te pienso dejar otra vez.

Me alce de puntillas para volver a besarlo. –Justamente eso es lo que quiero, que jamás me vuelvas a dejar.

–Y así será, Bombón –respondió él sonriendo mientras entrelazaba su mano con la mía. Fue entonces que notó el enorme diamante que forma parte de mi anillo de compromiso y me miro con curiosidad–. Este anillo no es la clase de joya que sueles usar.

Baje mi rostro, evitando verlo. –Eso es porque ni siquiera quiero usarlo, pero me obligaron.

Su mano tomo mi barbilla, haciendo que su mirada se encontrara con la mía. Su expresión era demasiado seria. –¿Qué te hizo la Reina en mi ausencia?

–Le entrego mi mano al Príncipe Diamante de Némesis. Justo en este momento se está celebrando la fiesta por mi compromiso matrimonial. Lo peor es que esa boda solo le servirá a Neherenia para tener un fuerte aliado político y mandarme lejos de Luna Negra para que ella pueda seguir reinando… Ni siquiera sé cómo voy a poder librarme de este compromiso, Seiya.

–Qué suerte que yo si lo sé, Bombón –respondió el con una sonrisa de lado–. Vamos a huir de aquí y jamás regresaremos

Sorprendida, lo mire a los ojos mientras asimilaba sus palabras. Eso significaría que no me casaría con el Príncipe Diamante, estaría lejos del reinado de terror de Neherenia y por fin se acabaría mi cautiverio dentro del Castillo Negro.

Es una locura, pero la llevaría a cabo con tal de ser feliz con el hombre que amo.

–Muy bien, dejemos Luna Negra para siempre –dije sonriendo volviendo a besarlo–. Pero no me puedo ir sin Mina y Yaten. Jamás me perdonaría que ellos se quedarán aquí.

–Lo sé, así que no perdamos tiempo y vayamos a buscarlos. Pero antes…–musito Seiya tomando mi mano izquierda y me quito el anillo de compromiso, el cual tiro al suelo. –Ya no tienes que llevar ese peñasco en tu dedo nunca más.

Mire el anillo en el suelo, sintiéndome liberada de mi cadena y dispuesta de empezar una nueva vida lejos de aquí.

–¡Serena!

Voltee al escuchar la voz de Mina, la vi agitada al lado de Yaten, como si ambos hubieran corrido a buscarme. Iba a preguntarles que sucedía cuando note que miraban sorprendidos a Seiya.

–¿Seiya?

–Hola, chicos –los saludo Seiya con una sonrisa.

–No puedo creer que estés aquí… –musito Mina, sin salir de su asombro–. Me alegro mucho de ver que estas vivo, pero creo que la situación está a punto de volverse muy complicada.

–¿Qué sucede? –pregunte, preocupada.

–El Príncipe Diamante te está buscando.

–¿Le dijeron que estoy aquí?

–Claro que no –me aseguro Yaten–. Le dije que te buscaría aquí, pero se veía impaciente por verte.

–En ese caso, no podemos dejar que me encuentre.

–Mayor razón para irnos ahora mismo –comento Seiya inquieto.

–¿Irse? –pregunto Mina confundida.

–Exacto. Y tienen que venir con nosotros –respondí ansiosa–. No podemos dejarlos en las garras de Neherenia, jamás me lo perdonaría.

Mina y Yaten intercambiaron una mirada, como si estuvieran sosteniendo una conversación entre ellos sin necesidad de decir palabra alguna. Tras unos momentos, ambos nos miraron a Seiya y a mí, asintiendo.

–Si vamos a irnos, tenemos que hacerlo ahora, antes de que alguien nos descubra.

–En ese caso hay que darnos prisa. Síganme –dijo Seiya conduciéndonos por los pasillos del laberinto, liderando la marcha.

–¿A dónde iremos? –pregunto Mina con curiosidad.

–Al único lugar donde la Reina Neherenia nunca nos podrá hacer daño.

Intercambie una mirada rápida con mi hermana, esperanzada de que realmente exista un lugar así. El reino de Luna Negra tiene un gran poder y prácticamente controla todo lo que sucede de este lado de Luna. Más allá de sus dominios, al otro lado del planeta, se encuentran territorios salvajes llenos de peligros desconocidos. Son pocos quienes se han atrevido a poner un pie allí, pero nunca nadie ha regresado de aquellas expediciones.

Así que obviamente nuestras opciones de escape tienen que estar fuera muy lejos de este planeta. Me preguntó a donde iremos una vez que hayamos abandonado Luna ¿A Gea? ¿A alguno de los otros planetas del Sistema Solar? ¿Al otro lado de la galaxia?

Continuamos caminando por varios minutos hasta que finalmente salimos del laberinto de arbustos, del otro extremo del jardín donde se sigue celebrando la fiesta. A pocos metros se alcanza a ver el borde del barranco y el oscuro mar que hay más allá, siendo una enorme extensión de agua lo único que se alcanza a ver a la vista. Pero a la izquierda, aun en tierra, se encuentra el comienzo del pequeño bosque que rodea el castillo y que lo separa de la ciudad.

–Vamos, por aquí –índico Seiya encontrando en el comienzo del linde del sendero.

–¡Pero el bosque está lleno de guardias! –exclamó Yaten al ver la dirección que había tomado Seiya–. ¡En cuanto nos vean, se darán cuenta de que tratamos de escapar junto con las Princesas de Luna Negra!

–Descuiden, nadie se dará cuenta de nada –respondió Seiya con seguridad–. Deprisa.

Sin discutir, seguimos a Seiya que iba liderando nuestro camino mientras nos internábamos en la oscuridad del bosque, pisando con cuidado ya que varias veces Mina y yo estuvimos por tropezarnos debido a que no logramos ver las raíces de los árboles. No habíamos logrado avanzar mucho, cuando el largo sonido de un cuerno resonó en la oscuridad, haciendo que nos detuviéramos sorprendidos al escucharlo.

–¿Qué es eso?

–El sonido de llamada de la Guardia Real –explicó Yaten en un tono sombrío–. Ya deben de haber notado su ausencia y van a empezar a buscarlas.

–¿Y ahora qué hacemos? –pregunto Mina con preocupación.

–Correr –respondió Seiya tomando mi mano–. Hay que salir de aquí antes de que nos encuentren.

Siendo arrastrada por Seiya, corrí a su lado olvidándome de los raspones que me hacían las ramas y troncos en los pies conforme seguíamos avanzando, notando como el terreno se iba haciendo cada vez más inclinado y escarpado conforme nos movíamos. Mina y Yaten seguían nuestro paso, pero notaba que Yaten volteaba en todo momento hacia atrás, como si temiera ver que alguno de sus compañeros de la Guardia ya nos hubiese encontrado.

Cuando empezamos a escuchar varios gritos no muy lejos, como si alguien estuviera dando instrucciones, supe que no faltaba mucho para que alguien nos descubriera.

Con el corazón desbocado, seguimos corriendo con todas nuestras fuerzas mientras atrás de nosotros alcanzaba a escuchar más gritos, los cuales a cada momento escucho más y más cerca. Al girar mi rostro, logre ver algunas luces rompiendo la oscuridad del bosque, seguramente llevan antorchas. Y ante mi distracción, sentí que mi pie tropezó con algo y caí de bruces hacia adelante.

Seiya de inmediato volvió sobre sus pasos y me ayudo a poner de pie, pero al intentar dar un paso, hice una mueca de dolor al sentir como el tobillo me dolía al apoyarlo en el piso

–Vamos, Bombón.

–Espera, me duele –musite apoyándome en el brazo de Seiya para mantenerme de pie–. Me duele al caminar y así no vamos conseguir huir. Vete antes de que alguien te vea. Yo les diré que me perdí cuando vine a caminar por aquí y me lastime

–¡No te voy a dejar, Bombón! ¡Nos vamos a ir de aquí así sea lo último que haga!

–Pero…

Sin dejarme replicar, Seiya me alzo en sus brazos, y siguió corriendo mientras le rodeaba el cuello con mis brazos para evitar caerme. Mina y Yaten continuaban corriendo a unos pasos de nosotros, pidiéndonos que diéramos prisa ya que al llevarme cargando, la velocidad con la que corría Seiya bajo un poco y empezamos a quedarnos atrás.

Cada minuto que pasaba escuchaba cada vez más cerca los gritos de los guardias, al voltear hacia atrás veía las luces de las antorchas aproximarse cada vez más y al frente, entre la espesura del bosque, lograba escuchar el chocar de las olas del mar contra las rocas de la costa que alcanzo a vislumbrar a lo lejos pese a la espesura del bosque

–¡Alto ahí! ¡Deténganse!

Seiya maldijo entre dientes al escuchar aquellas palabras sin dejar de seguir corriendo. Al voltear hacia atrás, vislumbre con mayor claridad al grupo de seis guardias que está muy cerca, corriendo cada vez más rápido con sus espadas desenvainadas. Pero también vi una fecha volar de entre los árboles antes de quedar enterrada dentro del pecho de uno de los guardias, haciendo que los demás se detuvieran sorprendidos.

–¡Hay alguien más aparte de nosotros en el bosque, Seiya! –exclame sorprendida por lo que acababa de ver, tratando de ver en la oscuridad de donde había salido aquella flecha.

–Lo sé, Bombón –respondió él tranquilamente, finalmente deteniéndose para mirar hacia atrás.

Un par de flechas más fueron disparadas certeramente contra los guardias desde los árboles, mientras que alguien envuelto en una larga capa blanca con capucha blandía con gran habilidad y agilidad una espada contra los guardias que aún se mantenían en pie. Pero ni siquiera hubo una lucha entre los guardias y el misterioso encapuchado. En cuestión de unos momentos, el encapuchado atravesó a los tres guardias con su espada.

Sorprendida por lo que acababa de ver, el encapuchado limpió la sangre de su espada entre la hierba, antes de volver a enfundarla mientras alguien aterrizaba a su lado, otra figura igualmente envuelta en una capa blanca con capucha que cubre todo su cuerpo, sosteniendo un arco y llevando un carcaj a sus espaldas. Caminaron hacia Seiya y yo, quitándose las capuchas que cubren sus rostros. La arquera se revelo como mujer muy hermosa con cabellos ondulados color aguamarina y mirada cálida, mientras que su compañera, la espadachina, es una mujer rubia de cabello muy corto y más alta que la arquera.

–Tardaste mucho en regresar, Capitán Seiya –dijo la arquera al detenerse frente a nosotros.

–Lo que importa es que ya estamos aquí.

–¿Quiénes son ustedes? –pregunto Yaten, estando junto con Mina a unos pasos detrás de Seiya y de mí.

–Mi nombre es Haruka –respondió la rubia haciendo una reverencia.

–Y yo soy Michiru –dijo la mujer de cabello aguamarina también haciendo una reverencia–. Es un honor finalmente poder conocerlas, Sus Altezas.

–Nuestra vida, así como nuestras armas y lealtad estarán por siempre con ustedes, Princesas.

Mina y yo intercambiamos una rápida mirada, sorprendidas ante las palabras de estas mujeres que acaban de jurarnos lealtad.

–Ya habrá tiempo para hablar después –comentó Seiya con firmeza–. Lo importante ahora es irnos antes de que más guardias nos encuentren.

–Vamos, seguramente las demás deben de estarse preguntando porque tardamos tanto –dijo Haruka–. Y así podremos atender en el barco las heridas de la princesa cuanto antes.

Haruka y Michiru nos condujeron por el bosque a un camino que nos llevó hacia la costa y hasta el muelle privado del Castillo Negro, en donde un barco de velas, me parece que es un bergantín, esperaba anclado y con la rampa de acceso lista. Subimos rápidamente a la cubierta del barco, en donde ya nos esperaba un grupo de seis mujeres usando las mismas capas blancas que llevaban puestas Haruka y Michiru, al vernos todas hicieron una reverencia.

–Bienvenidos al Nereidas.

–Perdonen que no podemos hacer las presentaciones correspondientes, pero ya habrá tiempo después. Es hora de irnos –dijo Haruka haciendo que todas se pusieran de pie, volteo a ver con urgencia a Michiru–. Sácanos de aquí lo más pronto posible.

Michiru asintió con una sonrisa. –Capitán Seiya, lleva a nuestros huéspedes a sus camarotes. Enviare a Ami para que revise la herida de la Princesa y les lleve comida.

Haruka y Michiru se alejaron hacia la proa del barco mientras que el resto de las mujeres se dispersaron por la cubierta, dando instrucciones a varias personas que no había logrado ver hasta ahora que levantaron la rampa de acceso del barco, así como dieron órdenes de elevar el ancla y de que debíamos partir de inmediato.

–¿Quiénes son estás personas, Seiya? –le pregunte mientras veía a la gente ir y venir a lo largo de la cubierta.

–Amigos míos, Bombón, y muy pronto lo será de ustedes una vez que puedan conocerlos mejor

Asentí con una sonrisa, recargando mi cabeza en el hombro de Seiya, ya habría tiempo para que me contara como había conocido a esta gente e ideado nuestro escape del Castillo Negro.

Sentí como la suave corriente del mar mecía con suavidad el barco mientras nos alejábamos del muelle. Alce la vista hacia lo alto del acantilado en donde se encontraba imponente el Castillo Negro, anhelando con todas mis fuerzas jamás tener que volver a poner un pie ahí y con toda mi esperanza puesta en la nueva vida que voy a emprender fuera de sus paredes.

Seiya camino hacia la popa del barco, conduciéndonos por un pasillo que lleva a la parte inferior del mismo. El largo pasillo está iluminado por varias lámparas de aceite que están clavadas en las paredes y que muestran varias puertas. Pidiéndole a Yaten que abriera una de las puertas que señalo, entramos en un camarote. El lugar estaba iluminado por varios candelabros dispuestos alrededor, permitiéndome ver una cama con dosel y sabanas con bordados de flores blancas y doradas ocupaba gran parte del lugar, también un enorme armario de caoba, un espejo de cuerpo completo colocado en uno de los extremos y un biombo con láminas de tela que pinta lo que parece ser un paisaje del mar que oculta una bañera de cobre.

–Este es tu camarote, Bombón –dijo Seiya recostándome con delicadeza sobre la cama. –Llevare a Yaten y a Mina a los suyos y volveré para ayudar a Ami a revisar tu pie.

–Gracias, Seiya. Pero no creo que sea nada grave –dije sentándome en la cama, apoyando mi espalda sobre las almohadas de la cama

–Si no te importa, preferiría quedarme con mi hermana para asegurarme que está bien –pidió Mina sentándose a mi lado.

–Oigan, no se preocupen por mí, voy a estar bien.

–Todos lo vamos a estar –afirmo Seiya–. Este bergantín es bastante rápido, estaremos lejos de Luna Negra antes de que logren seguirnos.

–Y a todo esto, ¿Cómo conseguiste este barco y el apoyo de esta gente para quebrantar la seguridad del Castillo Negro? –pregunto Yaten

–Por no hablar de cómo fue que lograste burlar la sentencia de muerte que la Reina Neherenia había puesto sobre ti –comento Mina con curiosidad.

–Es una larga historia… Con ayuda de Yaten logré fingir mi muerte y tuve que huir de Luna Negra.

Mire sorprendida a Yaten ante esa declaración, él nunca nos dijo a Mina y a que había ayudado a Seiya a salvarse.

–De verdad lamento no haber dicho que Seiya estaba con vida, Serena –se disculpó Yaten–. Seiya me hizo prometer que no diría nada con tal de mantenerte a salvo y que te protegería junto con Mina hasta que él regresara. Si la Reina hubiera descubierto que no se cumplió la orden que dio…

Asentí comprendiendo. Neherenia hubiera hecho pagar a quien había salvado a Seiya de su sentencia de muerte y nos hubiera puesto en mayor peligro a todos.

–Tras dejar Luna Negra, tenía dos propósitos que cumplir: encontrar la manera de regresar por ti, Bombón, y asegurarme de frustrar el sueño de Neherenia. El primero lo acabo de lograr y el segundo se obtendrá con su ayuda.

–¿Qué quieres decir con eso, Seiya?

Antes de que él pudiera responder, apareció en la puerta una joven menuda de cabello corto azul marino, vestía la misma capa blanca que las mujeres que había visto en la cubierta del barco, pero debajo de la capa se lograba ver un vestido corto de marinera azul celeste y usa botas altas del mismo color; en sus manos lleva un maletín médico en sus manos.

–Perdón por interrumpirlos, pero vengo a revisar el pie de la Princesa –se disculpó ella quedándose en el umbral de la puerta.

–Pasa, Ami, no interrumpes nada –dijo Seiya restándole importancia–. Chicos, les presento a Ami, ella es la sanadora a bordo del Nereidas. Ellos son Sir Yaten y las Princesas Mina y Serena.

Ami hizo una reverencia al saludarnos. –Es un honor conocerlos. Altezas, no saben lo feliz que soy de finalmente conocerlas. Todos a bordo hemos esperado mucho a que llegara este momento.

–Gracias, Ami. Esperamos que el Capitán Seiya haya hablado muy bien de nosotras –comentó Mina con una sonrisa.

–Por supuesto, ha hablado mucho de ambas que siento que ya las conozco, sobre todo de usted, Princesa Serena.

Note que me ruborizaba ante las palabras de Ami. Me preguntó que tanto les habla contado Seiya a Ami y al resto de la tripulación del Nereidas.

–Si me lo permite, me gustaría examinar su pie, Su Alteza.

–Por supuesto.

Mina se levantó de la cama para que Ami se acercará a la cama. Dejando el maletín que llevaba a su lado, alzo un poco la sucia y rasgada falda de mi vestido para dejar al descubierto mi pierna izquierda, me quito con cuidado los zapatos y los dejo al pie de la cama, para después examinarme con delicadeza.

–Estará bien, Princesa Serena. Su pie solo está un poco hinchado –aseguro Ami con una pequeña sonrisa–. Tengo un ungüento excelente que le quitara el dolor y la hinchazón del pie, para mañana podrá caminar como si nada.

–Esa es una excelente noticia, gracias.

Ami volteó a ver a Seiya. –Capitán, quizás debería llevar a la Princesa Mina y a Sir Yaten a sus camarotes, así la Princesa Serena podría tener un poco de privacidad mientras la curo.

–Por supuesto. Vendré más tarde a traerte algo de comida.

Asentí, tras lo que Seiya, Yaten y Mina salieron de mi camarote, aliviados al ver que no tengo nada de gravedad. Ami se encargó de limpiar la tierra que había ensuciado mis piernas y saco un frasco con un ungüento de apariencia verdosa, que al aplicarlo sobre mi piel lo sentí cálido y se relajó el dolor punzante que tenía. Además, me dio a beber un vaso con agua con algunas gotas de analgésico para que me ayude a dormir mejor.

–¿Mejor, Princesa?

–Mucho. Te lo agradezco, Ami –le dije sonriendo.

–Solo cumplo con mi trabajo. Hay que agradecer a las estrellas que solo tuviera un pie hinchado y no estuviera herida de más gravedad cuando la rescataron de Luna Negra.

–Considerando que ese rescate tuvo lugar en medio de una fiesta en la que estaba toda la Corte de Luna Negra, tienes mucha razón.

–La dejaré para que descansé –musito ella guardando sus cosas en su maletín. – Ha sido una larga noche y necesita reponer energías, las necesitara cuando lleguemos a nuestro destino.

–¿A dónde vamos a llegar, Ami? –pregunte con curiosidad, ansiosa por saber a dónde se dirige este barco.

–Al valle de Eleidha.

La miré sorprendida, jamás había escuchado de ese lugar. –Perdona mi ignorancia, ¿pero dónde queda ese lugar? No recuerdo haber visto un lugar llamado así en ningún mapa de Luna.

–Esta al sur del Mar Serenitatis

–¡Pero eso está en territorio salvaje! ¡Es muy peligroso allí, jamás saldremos con vida!

Ante mi reacción, Ami se mostró sorprendida, como si no estuviera muy segura de que decirme. –Perdóneme, creo que debí esperar a que el Capitán Seiya hablara con usted.

–¿Qué tiene que ver él en todo esto? –pregunte confundida.

–Él podrá explicarle mejor nuestro plan de viaje. Pero descuide, le aseguro que a donde vamos no correremos ningún peligro. Y aunque así fuera, yo y todas las personas a bordo haremos hasta lo imposible por protegerla.

Sin decir más, Ami salió del camarote dejándome más confundida que antes por todo lo que dijo. Me recosté en la cama, pensando en porque había mencionado que viajábamos hacia al otro lado de Luna. ¿Qué podría haber en aquel territorio del que nadie había regresado?


Y aquí concluye la primer parte de esta historia. No desesperen que la segunda parte la subiré muy pronto y podremos conocer más sobre el viaje que están emprendiendo Serena y compañía. ¿Será que los perseguirá la Reina Neherenia?

Los invito a dejarme sus comentarios, me encantaría saber que piensan del inicio de esta nueva historia. No olviden que pueden encontrarme en FB y en mi página Serenity Kou, donde les mantendré informados de este fic y de los otros que tengo en curso.

XOXO

Serenity Rose Kou