El pensamiento consciente de Adrien le mostró un escenario familiar.

Los antebrazos descansaban sobre sus rodillas, sintiendo la espalda más tensa de lo normal, observando la habitación que tenía las lámparas apagadas, pero que estaba tenuemente iluminada por las luces que caracterizaban la animada vida nocturna que se daba día a día en las bellas calles de París.

Estaba muy cansado y solo quería dormir, esto hasta que una mano femenina acaricio su hombro, sobresaltándolo.

Las manos de la femenina empezaron a masajear sus duros hombros, buscando que cualquier preocupación se fuera entre sus dedos; un cosquilleo invadió el cuerpo masculino cuando los finos dedos acariciaron su cuello; reconociéndola al momento en el que sintió la suave tela que la cubría.

Se giró ligeramente para encontrarse con los hermosos ojos color cielo de la chica que le brindaba una sonrisa, al tiempo que buscaba eliminar la distancia entre los dos, para dedicarse a dar un beso en su frente, siguiendo con la punta de su nariz y concluir con otro igual de fugaz sobre sus labios.

Adrien suspiro quedamente, mientras el nombre de la chica que le brindaba sus cuidados se repetía en su cabeza.

Con un movimiento ágil la chica se acomodó a su lado, tomando su rostro para volver a besarlo. Un beso suave, seguido de un par más. Las muestras de afecto fueron dadas sin prisa alguna, conscientes ambos de que la noche era solo suya.

Entre cada beso Adrien abría ligeramente los ojos, para admirar el ligero carmín que se podía ver debajo de la máscara de la chica junto con la sonrisa coqueta que le brindaba. Cerrándolos para centrarse en el sabor y la calidez de los labios rosados que siempre había ansiado probar.

Acarició la pierna de la contraria sutilmente, disfrutando el tacto suave del traje que se ajustaba a cada curva de la silueta femenina; todos sus sentidos estaban centrados en ella y en ese momento perfecto.

Todo hasta que sintió la respiración de alguien más colándose por su cuello, mandando una corriente eléctrica por toda su columna vertebral en tan solo un segundo.

Se giró lentamente por la curiosidad que lo invadía, perdiendo paulatinamente el contacto con las manos de la súper heroína.

Unas nuevas manos femeninas tomaron su rostro, jalándolo en su dirección y permitiéndole reconocerla en ese pequeño lapso de tiempo; la chica de coletas y blusa blanca le ofrecía sus labios que formaban un pequeño corazón que no dudo en probar a pesar de la sorpresa inicial.

La sensación le nubló la cabeza en tan solo un segundo, posando su mano en la nuca de su compañera de clases ante el temor siniestro de que, tras permitirle probar sus labios decidiera alejarlo.

Rozó con las yemas de sus dedos el contorno de su cuello y disfrutó la vibración que Marinette producía por la risa mal contenida.

Se embriagó lentamente con el olor a pan recién hecho, mientras su lengua se dedicaba a detallar la cavidad bucal de la fémina.

Los besos eran intensos, alejándose por breves instantes para recuperar el aire antes de continuar. Marinette tenía posada sus manos sobre las piernas masculinas, ayudándose con ellas para hacer menos notaria la diferencia de alturas.

El corazón del adolescente latía precipitosamente, aumentando las revoluciones cuando una mano enguantada buscaba colarse por debajo de su playera, al tiempo que una mordida juguetona era dada al lóbulo de su oreja derecha; exigiendo su atención.

Dos manos, una enguantada en rojo y otra desnuda, jalaron la camisa blanca del de ojos verdes hasta que había desaparecido, él, se había quedado estático, limitándose a observar a ambas azabaches que habían abandonado el lugar a su lado para posarse frente a él.

Las miro curioso, sin saber muy bien qué hacer. Las chicas se dirigieron una mirada cómplice antes de fundirse en un abrazo que parecía ser sumamente íntimo.

Las hábiles manos de Marinette acariciaron toda la longitud de la espalda contraria, mientras las manos enguantadas se aferraban al límite del pantalón rosa para empujar la pelvis de la joven parisina contra la propia.

Regalándole al joven modelo el espectáculo de un beso jugoso que llenaba el vacío de la habitación con su espectacular sonido.

Las manos enfundadas en rojo empezaron a moverse, redirigiendo la mirada verde que era testigo de cómo estas subían para desprender la chaqueta negra que en ese momento solo estorbaba. Mientras que la civil subía sus manos, acariciando el nacimiento de los senos de Ladybug que soltó un dulce gemido al momento.

Adrien hizo ademán de levantarse, pensando en tomar un papel más activo en la escena que en su habitación se recreaba. Pero cuando lo intentó se vio atado a la base de su cama por el yo-yo mágico de la heroína.

Cuando giro su rostro para verlas de nuevo se encontró con que la de traje moteado lamía el cuello de la parisina mientras subía cada vez más la blusa blanca.

Marinette tenía los ojos entrecerrados, observando al chico que sentía su sangre hervir por el deseo. La chica se burlaba moviendo negativamente su dedo anular, deteniéndose en el momento que era despojada de su blusa.

La vio bajar la cremallera invisible del traje rojo, mientras los pantalones rosas eran jalados con brusquedad, siendo sostenidos un par de segundos por la heroína que con aquel acto había enmarcado el bien formado trasero de la futura diseñadora de modas.

El pantalón cayó al suelo cuando Ladybug se vio obligada a soltarlo, cuando sus manos se desnudaban al igual que su cuerpo entero.

Adrien podría imaginarse su rostro perfectamente rojo si tuviera la capacidad de pensar en algo que no fueran las dos chicas frente a él.

La ropa interior de Marinette era blanca y sencilla, amoldándose a cada curva de la chica. Mientras que la de Ladybug era de encaje negro, permitiéndole ver la blanca piel debajo de ella.

Ambas chicas se dirigieron hasta él, quién había dejado de sentir la presión de la cuerda sobre su piel. Quiso arrancarse el pantalón en ese momento, pero las féminas no le permitieron realizar acto alguno.

Pues Marinette lo había jalado por atrás, enmarcando el torso masculino con sus suaves piernas mientras posaba la cabellera rubia sobre su pecho. Adrien apenas tuvo tiempo de procesar aquello cuando la heroína se hincó sobre su cadera, regalándole una sonrisa arrebatadora.

La playera negra fue desprendida de su cuerpo, sintiendo que se quemaba ante el suave tacto de la piel de la chica que yacía debajo suyo; Ladybug se dedicó a llenar su boca, mientras un par de manos acariciaban su torso desnudo.

Adrien había resuelto acariciar las piernas de la chica sobre él mientras intentaba grabar en su memoria la sensación de los senos de Marinette contra su nuca; sintiéndose morir cuando la entrepierna de la azabache sobre él giraba sobre su cadera, provocándole un gemido gutural al tiempo que acariciaba la suave piel de la heroína.

La excitación fue subiendo cada vez más, mientras que un sostén blanco era depositado en la palma de su mano y los suaves montículos rozaban su espalda y cuello. Para después girar su rostro a petición de las manos femeninas esperando que sus labios se reencontraran.

La chica de antifaz se levantó ligeramente y Adrien aprovechó aquello para girarse a ver a la que estaba cubierta solo por sus bragas. Perdiéndose en sus bonitos ojos claros que lo miraban con ternura y completa confianza. Se detuvo a analizar su vientre plano y el nacimiento de su pecho, disfrutando el contraste de la aureola café contra su nívea piel.

Cuando regresó su vista al rostro femenino se sintió poderoso, pues este estaba completamente sonrojado, seguramente a causa de la pena por encontrarse tan expuesta.

Sintió que le jalaban los pantalones y no pudo importarle menos, las piernas de Marinette recorrieron las suyas, empujando el pantalón a donde no estorbara. Se acostó sobre ella, rozando su parte intima que estaba dura con la humedad de ella que era perceptible a pesar de la ropa interior, un suave gemido salió de los labios femeninos y Adrien la beso como si quisiera apropiarse de aquel maravilloso sonido.

Los besos siguieron su curso, lentos y pausados.

Se detuvo a ver a la chica que parecía disfrutar de aquello tanto como él, hasta que una tela negra cubrió sus ojos antes de ser jalado para atrás en un solo movimiento, cayendo contra su colchón.

Quiso quitarse aquello que impedía su vista, pero sus manos fueron interceptadas en el camino. Unas manos acariciaron sus piernas deteniéndose en el resorte de sus boxers, bajándolo tan lentamente que lo ahogaba.

Cuando le permitieron volver a ver se encontraba completamente desnudo, con su miembro palpitante al descubierto; Marinette estaba parada sobre la cama a la altura de su cadera y Ladybug se encontraba detrás de ella. Ella le guiñó un ojo pícaramente antes de bajar la última prenda que cubría a la civil.

Marinette dio una pequeña patada, dejando volar la prenda blanca fuera de sus piernas y Adrien sentía que se le hacía agua la boca al vislumbrar cómo su centro se derretía, pero aquella imagen desapareció al momento en el que la chica se arrodilla, permitiéndole penetrarla.

La chica empezó a subir y bajar, acariciando la yema de sus dedos el torso masculino mientras mantenía los ojos cerrados, centrándose en aquel momento tan placentero. Adrien también lo hubiera hecho si no fuera porque no quería perderse aquella imagen.

Ladybug también se arrodillo, aun detrás de la parisina, besando su cuello y acariciando su pecho, los gemidos que salían de la boca de Marinette fueron aumentando su nivel, convirtiéndose en gritos cuando las manos masculinas abandonaron sus piernas para anclarse a su cadera profundizando el contacto.

Aquella fricción era tan maravillosa que nublaba su mente por lo bien que se sentía y se obligaba a no perderse en la sensación con el fin de concentrarse en mantener el vaivén del cuerpo de la chica.

Podía sentir el sudor recorriendo su piel, el lubricante natural de ambas chicas escurriéndose sobre él, los frenéticos latidos de su corazón, su respiración rápida que no sabía cómo controlar y sus ojos que se cerraban ante el inminente final.

Su cuerpo se estremeció al tiempo que gruñía por la sensación, se irguió levemente y abrió los ojos, encontrándose solo. La luz del sol se colaba por el ventanal, él estaba cubierto por las frazadas y sintiendo la humedad colándose por sus piernas.

—Mierda —dijo por lo bajo mientras se dejaba caer nuevamente contra la cama, sonrojándose furiosamente al pensar en su sueño y en todos aquellos detalles que parecían no querer dejarlo en paz.

Todo se había sentido tan real.

Cerró los ojos, obteniendo la imagen de Marinette sonrojada y avergonzada debajo de él, provocando al momento que su parte intima empezaba a tensarse. Abrió los ojos y se acostó de lado, siendo invadido por el recuerdo de Ladybug enfundada en su lencería negra, guiñándole un ojo.

No estaba seguro de cómo enfrentaría la mirada azul de ninguna cuando las viera, pero si tenía que ser franco no se avergonzaba de nada.


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