AVISO SPOILER: Si no vas al día con el manga, este capítulo es un spoiler como una casa. ¡Avisado queda!


VIII. Generosidad

Después de siglos fortaleciendo su espíritu en el Purgatorio, Ban había evolucionado como individuo.

Durante su vida mortal ambicionaba lo que otros poseían, rasgo acentuado tras las penurias vividas.

En el transcurso de su inmortalidad, maldijo la codicia humana, esa que nacía desde la parte más oscura de su ser, pues una indómita avaricia se reforzó en el mismo instante que perdió a Elaine.

Mas, su deseo de volverse invencible, de alargar su estancia en el mundo a la espera de un futuro prometedor, carecía de sentido sin la compañía del hada. Desde que fue testigo del último aliento de la joven, se juró que algún día acallaría la voz pecaminosa que le instaba a arrebatar lo ajeno y, a cambio, sería él quién cediera a los demás.

Su permanencia en el Purgatorio junto a su mejor amigo le había ayudado a reflexionar. Tenía un don, una bendición. Simplemente, los sucesos habían transformado su suerte en maldición, arrebatándole lo que más amaba. Pero, la solución que tanto había buscado se encontraba ante sus ojos.

Él era la clave.

Años atrás, lo habían condenado por beber del cáliz de la eterna juventud y destruir en consecuencia el bosque sagrado. Había cargado con esa pena durante décadas, obsesionándose con hallar un modo de resucitar a Elaine. De nuevo, la codicia lo nublaba. Se aferraba a un método físico que hurtar para traerla de vuelta.

No se trataba de robar, sino de dar.

El pecado de la avaricia sólo se superaba con su antónimo: la generosidad.

Definitivamente, Ban había evolucionado como persona. Gracias a la presencia de Elaine, luchaba por superarse. En cuerpo y alma.

Por ello, corrió a su encuentro, dispuesto a otorgarle su preciada inmortalidad a cambio de una existencia. Elaine abandonaría ese limbo permanente que oscilaba entre la vida y la muerte. La fuente de la eterna juventud le pertenecería a Elaine por siempre. Otorgarle su más preciada posesión era la única manera de permanecer unidos.

Y cuando al mortal el tiempo le pesase y los años apagasen su corazón, Ban se reencarnaría. Lo tenía decidido. De cualquier manera, sus corazones siempre serían uno.

Aquello que más había codiciado como mortal era un precio insignificante a pagar, siempre que Elaine se quedase a su lado.


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Gracias por el apoyo, os deseo los mejores deseos para estos últimos días y para el año venidero :)

Espero que disfrutéis la lectura ;)