¡Hola mis ternuritas!

En pro de mi reputación de autora responsable les traje su capítulo semanal.

Este es el capítulo de punto de inflexión, así que ya sabe, esta mamón, corta venas, lo que quiera, pero de acá no hay vuelta atrás.

Lo narra Ichi.

Muchísimas gracias a quien lee.


Él era los ojos más bonitos del mundo.

Karamatsu me había abandonado en la oscuridad; en espera de que el despecho pudriese mi cuerpo y la hipocresía escupida en sus disculpas perpetuase junto a una desfigurada quemadura. Solo, descalzo, con una bata blanca manchada de los colores que eran nuestro amor, con las manos empapadas de lágrimas y un agujero en el pecho; me lo habían robado, lo había perdido ¿Dónde estaba? Con los pies incrustados en las espinas de nuestras memorias; introduciéndose un poco más en la carne al tratar de avanzar. No podía. Con una respiración envenenada al resucitar sus besos y sus mentiras, sus ojos en el maldito teléfono celular, el olor de esa asquerosa bufanda. Él me prometió tratar. En el camino de atrás se había formado una poza escarlata; densa, estancada en un pegajoso charco que se dirigía hacia él, me había cortado con los trozos que él dejo dentro de mi corazón, emociones a las que con desesperación me trataba de aferrar, sin embargo, las vomitaba; era tan grotesco el romance. Yacía moribundo con la mente empolvada y el alma vagando en el limbo. Vivir no era más una opción cuando yo había muerto por él. Y ahora…

"My boy"

Y el mundo más bonito en sus ojos.

"Tenemos que hablar"

Pensé que le importaría lo suficiente como para que él me buscase entre las maletas y las letras de una tragedia anunciada, como para que intentase de hablar, perseguirme para excusarse una vez más. Una parte trémula; una herida palpitante y mugrienta, un chico que aún gateaba en el amor y se rompía las manos al tropezarse con el vidrio de su propio corazón se arrastraba para que él nos regresase a nuestra cruel normalidad. Al maltrato, al odio, al amor, a la frialdad, una que adoraba rezar por él. Era mi Dios, sin embargo.

"Tenemos que hablar" Fue lo único que me envió en un mensaje de texto.

Tres palabras nada más.

A Karamatsu no le había importado que yo hubiese desaparecido del apartamento, que nuestras fotografías estuviesen rotas a los pies de nuestra cama o los poemas que en su tiempo él me había escrito estuviesen quemados en el basurero, que lo único que hubiese empacado hubiese sido mi computador. No. Pudieron haberme matado, me pude haber ahogado, suicidado. No. Nada de eso a él le importó. La culpa era lo único que él se pretendía remover, como si yo hubiese sido un obstáculo para que esa sonrisa se convocase en realidad. Y mierda estar consciente de aquello.

Dolió.

"Ichimatsu sensei" La aguda voz de la secretaría; de falda corta y blusa rosada, de cintura delgada y piernas largas "El señor Choromatsu lo recibirá en unos instantes" Fue lo que me sacó de la posa escarlata de mi miseria; era azul, olía a brea. Me estaba pudriendo en mis propios sentimientos.

"No se preocupe" Le respondí aferrándome a la bolsa de tela negra que había depositado sobre mi regazo, acariciando mi nuca para disimular el malestar. Tenía unas feas ojeras producto de una resaca de llanto y una dieta a base de malos cuidados.

"Pero" Con una señal la silencie.

"Esperaré lo que haya que esperar" Ella me sonrió, serena y tranquila "No tengo prisa" No la tenía "Choromatsu se suele atrasar" El tiempo se había paralizado con aquel tenemos que hablar. Las crónicas de mi muerte anunciada.

Con una reverencia la menuda mujer regreso hacia el mesón de atención principal para dejarme en aquel pasillo; en una corrida de sillas acolchadas cafés, con diplomas y noticias en la pared, con puertas de madera cerradas y pomos elegantes de cristal. Puse mi pierna derecha sobre la izquierda mientras cerraba los ojos; aferrándome a aquella bolsa como si mi cordura dependiese de aquel objeto.

¡Oh! Un momento.

Si lo hacía.

"Tenemos que hablar" Repetí en voz alta apreciando el contenido de mi improvisado morral; un grueso manuscrito; original, viejo, con aroma a pasión y al sueldo de dos meses de hambruna, una caja con una pulcra colección de bolígrafos; elegantes, con la pluma azul y el bordado de su nombre, personalizado y meticuloso, un pequeño libro que él me presto; Moulin rouge. La bufanda no estaba.

¿Por qué no la había echado?

"Ichimatsu" Un hombre de gruesos lentes y de marcos negros, de horrendo traje verde, de cabello repleto de laca fue el que me llamó "Ya puedes pasar" En una marcha fúnebre me levante, ingresando a la oficina de Choromatsu. Era pequeña y desordenada, los libros en los estantes junto a los diplomas no eran más que una farsa ingeniosamente calculada.

"Veo que has estado ocupado" Fue con lo que trate de quebrantar la tensión, acomodándome en el sillón al frente de su escritorio. Patético.

"Bastante" Fue lo que suspiro removiéndose los lentes, un par de gotas se encontraban adornando su frente "Este es el ciclo en donde las editoriales publican sus mejores colecciones" Me mordí los labios "Estamos bastante atrasados en comparación con los que dominan el rubro" Esquivándolo a él "Supongo" El egocentrismo se posó en medio de esas orbes "Que eso es lo que nos trae a ti hoy" La culpa era un exquisito sabor del que yo era su predilecto catador.

"Sí" Mis piernas juguetearon sobre la alfombra de piel "Sobre eso" Con una risilla nerviosa me acaricie el cuello; con las marcas de la cuerda sobre mi piel. Él las dejo "Aún no tengo nada en realidad" Las cejas del más alto se fruncieron, consiguiendo que esos lindos y juveniles ojos "No he avanzado" Se esfumaran.

"Me prometiste que si te daba una semana más de plazo me traerías la mitad del manuscrito" Al parecer Karamatsu no era el único que mentía y engañaba "Ya le dije a los inversionistas y lo anuncié en las librerías"

"Lo lamento" ¿No era irónico? "Perdón" Que yo acabase proclamando unas disculpas de mierda luego de tanto blasfemarlas; baratas, vanas, inútiles, falsas. No cambiaban nada "De verdad" De todas formas "Perdón" Con la nuca gacha y los puños sosteniendo mis pantalones de tela rogué para que estas sí lo hicieran.

No cambio nada.

"Oye" Choromatsu apoyo sus caderas en contra del borde de su escritorio; acercándose "Deja de hablarme como si fuese tu jefe" Sus manos se acomodaron sobre mi hombro para acariciarlo, fue triste y amargo "Soy tu amigo" Saborear la compasión.

"No es nada" Le asegure "Estoy bien"

"No te creo" Me rebatió "Es" Las manos del chico delgado se deslizaron entre un cuchillo imaginario y mi espalda "Esto es por mañana" Afilando el metal y retirando el óxido.

"No" No lo digas.

"Mañana" No lo recuerdes "Esto" No lo hagas.

"Choromatsu" Porque no seré capaz de tolerar el peso de mi realidad "No" Apenas me estoy tratando de levantar. No lo hagas.

Por favor.

"Mañana es su cumpleaños" Me apuñalo "¿No es así?" Me aferre a la bolsa de tela que yacía sobre mi regazo mientras la poza escarlata se convertía en un rio de dolor gracias al chorro que se estaba deslizando desde mi espalda hacia mis piernas; por su traición. Me estaba desangrando, se me había escapado la vida del corazón.

Auxilio.

"¿Ichimatsu?" Solo cuando me di cuenta de lo mucho que esa indiferencia me hería "¿Es así?" Me logre percatar de lo mucho que había amado a Karamatsu.

"Sí" Aún no era capaz de botar aquel anillo en mi dedo anular. Matrimonio donde fuese legal y sonrisas en el pasto "Mañana es su cumpleaños" Tres palabras que para él ya no significaban más. Porque teníamos que hablar.

"Oh" Me había tropezado con mis propias emociones "¿Le compraste algo?" Me había caído en él.

"Sí" Murmulle tratando de abrazarme con la bolsa al medio "Llevaba meses planificándolo" Yo no aspiraba a continuar en una relación con él "Le compre su libro favorito, el que su madre le solía leer cuando él era pequeño" Sin embargo "Y el juego de bolígrafos que él siempre observaba en la librería" Aquello no significaba que su poco interés me dolería menos. Yo al menos había tratado. Había hecho algo.

"Que curioso" Nos sostuve hasta que mi héroe desfalleció entre mis brazos "La última vez que pasamos a una librería él me dijo que quería una de esas agendas portátiles" Mis orbes parpadearon incrédulas; ahogadas en mi irrealidad "Dijo que ya no le gustaba escribir a mano"

"Pero" La aflicción se posó en mis facciones "A él le gusta desde que nos conocemos" Atónito y desecho. Choromatsu lucía altivo y frustrado, con la mandíbula tensa y las manos en la cintura de su petulante traje.

"¿Es así?" Celoso "Pues" Una sonrisa se asomó entre la maldad "La gente puede dejar de amar con suma facilidad" Venenoso y tóxico "Y puede adquirir pasión por otras cosas" Traición, la puñalada palpito, las manos se me arrugaron sobre las rodillas "Por alguien que lo entienda mejor"

"¿Tú?" Asco y sufrimiento "¿Me estas tratando de insinuar algo?" Nunca más me permitiría lucir así de herido "¿Se supone que tú eres ese gusto adquirido?" El de orbes esmeraldas se acomodó los lentes restándole importancia.

"Yo no he dicho eso" Se escudo en la farsa. Cobarde.

"Lo has insinuado" Tan solo rio "Wow" Y era increíble "Vaya amigo" Como los verdaderos colores de las personas se develaban. Como un confidente me empujaba del vagón para que me perdiese entre lamentos y pasado.

"Tú interpreta lo que quieras interpretar" Sus caderas se removieron del escritorio para acomodarse en aquella gigantesca silla de cuero "Trato de ser comprensivo contigo, sé que te ha dolido su ruptura".

"No hemos roto aún" Choromatsu me ignoro.

"Tranquilo, es lo normal, ha sido tu única relación" La sangre se me convirtió en espuma "Sería extraño que ya te estuvieses entregando a alguien más, sería medio promiscuo" Y la espuma en rabia "Pero esa no es excusa para abandonar tu trabajo de esa manera"

"Dijiste que me darías todo el tiempo que necesitará" Trate de suavizar la voz mientras los rayos del medio día se colaban en la habitación "Me lo prometiste" Aquel anillo ardió. Era una cadena.

"No te lo tomes personal" Los fragmentos del rostro de Choromatsu se empezaron a quebrajar "Son solo negocios" Lo desconocí.

"Wow" Me levante indignado y lastimado "Tú y Karamatsu sí tienen varias cosas en común" Promesas de mierda y disculpas baratas.

"Más de las que piensas" Y aquella frase. Contuve la respiración, dándole la espalda.

"¿Sabes?" Tan solo me rebaso la ira y el dolor "Te puedes meter tu contrato de mierda por el culo" La boca del más alto cayó, su rostro fue teñido por la ira y la humillación "Porque no escribiré hasta que se me dé la puta gana" Para que de un portazo yo saliera de su oficina, pasando por el rostro de la bonita secretaría hacia el ascensor.

Hasta los ángeles poseían sus planes malévolos y fue Choromatsu quien lo llevo hacia nuevos extremos, hasta perder la razón. Solo se quedó a escucharme llorar.

Me apoye en el espejo del elevador aferrándome a la bolsa, apretando el botón para regresar al primer piso, contemplando como las puertas de metal se cerraban.

"Bien hecho" Balbuceé con la respiración irregular. Arrepentido.

Yo no me encontraba ni iluminado por el carisma ni repleto de un círculo de amigos o de fervor, yo era un monstruo que batallaba en contra de la adaptabilidad, y ahora, gracias a un capricho acababa de destrozar mi único lazo real, por un despecho. Mi trabajo, mi estabilidad, acababa de joder los cimientos que quedaba del desastre que Karamatsu había abandonado. Sino fuese por Osomatsu. Fruncí mi boca, cerrando mis ojos en un rastrero intento por contener el dolor, respirando con una flecha en el corazón, estaba falleciendo en aquel ascensor.

"Sin importar lo que pasé Ichimatsu, yo estaré aquí" No lo merecía a él.

Osomatsu me había escuchado llorar incontables noches por él, me había acunado entre sus brazos, mantenido, alimentado, él era el responsable por un enfermo terminal quien no hacía más que alabar a la muerte; que clamarla. Me gustaba, me embelesaba, él me fascinaba, sin embargo, mi alma aún sollozaba por el de azul.

No porque aún lo amará.

"Tenemos que hablar" Sino porque me había logrado percatar de que yo jamás le había importado. Desperté de las mentiras. No me gusto lo que contemple.

Tan podrido como violento.

"Sensei" Las puertas del elevador se abrieron dejando que mis ojos se encontraran con un galante hombre de traje "Justo en la mañana me estaba preguntando por usted" Atsushi dejo que el elevador se cerrara a mis espaldas para guiarme hacia el otro lado de la recepción "Hace semanas que no se le había visto en la editorial, me estaba empezando a preocupar"

"Si" Me acaricié la nuca incomodo, entregándole una sonrisa exagerada al de cabellos castaños "Es que he estado muy ocupado" Una chispa negra resplandeció entre esas orbes almendradas. Mal sabor.

"¿Está trabajando en un nuevo material?" Le entregue al más alto un suspiro forzado mientras asentía con la nuca. Tan falso. Hipócrita "No esperaba otra cosa de usted" No le lloriquearía mis problemas a un extraño. Prefería agonizar en mi soledad.

"Si" Tratando de cambiar de tema "¿Te ha gustado el convenio con esta editorial?" Lo distraje.

"La verdad" Su sonrisa era galante "No" Su tono de negocios y experiencia. Carente de pasión "Creo que fue un gran error venir con mi material" Mis brazos se cruzaron sobre mi pecho, las gotas de mi atención fueron usurpadas por él "Choromatsu no me logra terminar de convencer" Reí.

"No me sorprende" Despechado y frustrado. Ingrato.

"No me malentiendas" Suspiro "Yo aprecio que él se tome tan enserio su emprendimiento y se esfuerce en mantener un grato ambiente de trabajo" Fue lo que la práctica musito; altiva y arrogante "Pero le falta algo" Atsushi era un sujeto especial.

"¿Estás pensando en algo en particular?" Fue lo que le pregunte, su brazo se acomodo en la pared a mi costado. Estaba cerca. Fue difícil el respirar.

"Si" Él era un hombre guapo "Choromatsu no es apasionado" Su perfume era fuerte; con menta y madera, con loción y dominio "Tú si" Su mano tomó mi mentón "Tú eres la razón por la que yo vine a este lugar" Y la vergüenza caló hasta mi alma. Era normal.

"Gracias" Con un manotazo lo aparté "Lamento informarte que has perdido el tiempo" Finalmente me sinceré, él lo merecía "Porque no creo que siga escribiendo por mucho más" Los labios del más alto se abrieron tantas veces como se cerraron. La atmósfera entre nosotros se tensó. Era decepción.

"Eso" Su mirada era segura y altanera "Es una verdadera lastima" Mis manos se apoyaron en su traje de marca, era suave, su camisa era gris "Con todo ese talento" Su corbata era morada "Espero que sea solo una etapa" No se podía despertar de la realidad. Me rendía. Me ahogaba.

"Yo igual" En mi posa escarlata; tan azul "Realmente lo hago" Era decepcionante y amargo; bajar los brazos luego de años de un infierno atravesar. Luego de haber sido martirizado.

"Si cambias de parecer y aspiras a algo mejor" Atsushi se acerco hacia mi oreja, su aliento calando entre mis músculos fue un escalofrío agradable "Llámame" El rostro se me calcino "Creo que tú y yo podemos hacer un muy buen equipo solos" Y esa sonrisa de galante de televisión "Piénsalo"

"Quizás lo haga" Me embeleso. Joder no. No era tan tonto.

Atsushi se despidió con un guiño de ojo coqueto antes de que un auto lo recibiese a las afueras de la empresa, su tarjeta había quedado en mi bolsillo derecho; sus promesas entre el espacio de una amistad quebrajada y el recelo de una antigua relación. Necesitaba escapar de mi realidad. Cambiar. Despertar para morir y ser alguien más. Estaba tan perdido.

Con el luto sobre el rostro y las espinas de las memorias incrustadas entre mis pies salí por la puerta giratoria de la empresa, aun sosteniendo aquella bolsa con basura, con una que ya no le gustaría al haber adquirido pasión por algo más; estaba pesada, y había sido realmente costosa, la debería revender. No lo haría.

¿Para qué?

Tan solo ambicionaba deshacerme de él, olvidarlo, quemar aquel capítulo de mi pasado, detener las lágrimas entre sabanas de noche y el remordimiento al saber que Karamatsu no me había buscado, quería dejarlo de lado, todo de él, sin embargo, aún conservaba el anillo y la bufanda, una fea y con su aroma, una tejida con morado y azul. Un sollozo mental resonó entre las paredes de la esquizofrenia y la soledad. Estaba tan confundido. Costaba tanto respirar. Dolía. Quemaba. Habría dado lo que fuese para que él dijese algo, para que yo lo hiciera. Lo sentía. Lo esperaba.

Él quería hablar.

"Oye" Una masculina y familiar voz fue lo que detuvo mis pasos antes de que me perdiese entre las sombras de la multitud "Ichimatsu" Los fragmentos de mi alma se encontraban palpitando "Sabia que estarías en este lugar" Osomatsu.

"¿Qué haces acá?" Esa sonrisa, esa mirada "Yo" Me acerque a él, con el corazón quebrado entre las manos, descalzo y pequeño, tonto.

"Te vine a buscar" Consentí que él me abrazará mientras mi cuerpo se deshacía en él "Hey" Lo necesitaba, era vulnerable y frágil "¿Ha pasado algo?" Lo lamentaba "Ichimatsu" Él era quien siempre me arreglaba cuando no era su trabajo.

"No" Le mentí restregándome en su pecho; su corazón latía rápido y su piel se había erizado "Aunque Choromatsu no se tomó muy bien que no hubiese trabajado en el libro" Trate de reír para agregarle un toque de humor. No funciono "No lo culpo" Nada de lo que hacía lo resolvería.

"Ya te resultará" Osomatsu tomó mi mano para comenzar a caminar entre la multitud, en la soledad, en mi encrucijada con una bata manchada de colores y de mentiras, con los pies heridos y el camino repleto de brea para que no me pudiese levantar "Eres el mejor escritor que conozco" El sarcasmo se escapó de mis labios, chocando con mi realidad. Mentirá.

"Qué curioso" Divague "Él solía decir lo mismo" Me lastime "Karamatsu decía que yo era el mejor escribiendo cuando el tarado no había leído ninguno de los libros que publiqué" ¿Por qué? "Nunca le importe" ¿Por qué se había esmerado tanto en herirme? Me había dicho que me amaba.

"Si" No lo escuche "Pero yo no soy él" Tan solo me ahogaría.

"Lo sé" Murmulle apreciando como el agarre de nuestras manos era potenciado; Osomatsu se estaba aferrando "Yo" Lo estaba haciendo otra vez "Lo sé" Ni siquiera me atreví a mirarlo. Tan solo continuamos caminando por horas hacia un parque lejano; en un inquebrantable silencio y una mirada que no se debía de traspasar.

Estaba consciente de que lo estaba hiriendo y humillando, que le estaba desprendiendo la misma indiferencia con la que él me había logrado marchitar, no obstante, estaba cansado. Tan solo deseaba arrojarme en el vacío para que fuese la marejada azul la que me arrullase con su canto en mi hora final. En mi charco de emociones densas y corta venas. Tan exagerado.

Mañana sería su cumpleaños.

Hoy teníamos que hablar.

Era tan doloroso.

El parque era grande y verde, con arboles frondosos y palmeras, con un par de bancas ocupadas, con sombra, con pocos transeúntes y el tiempo paralizado. Osomatsu era alérgico a la primavera; de todas formas, él se acomodó junto a un imponente tronco y al polen, haciéndome un gesto con la mano para que me acercase a él. Me estaba desangrando, estaba demasiado lastimado como para volverme a equivocar.

"Entonces" Fue el suspiro que esos insolentes labios arrojaron; su palma en ningún instante me soltó, él era seguridad "Hoy vas a hablar con Karamatsu" Se escucho el crujido de un corazón entre los vientos de aquel parque, el suelo estaba llorando "¿No es así?" No fue el mío. Tan cruel.

"Si" Deje la bolsa a mi costado, sus escarlatas se enfocaron en aquel molesto anillo dorado "Al menos eso fue lo que él me pidió" No me lo quitaría "Hablar" No me lo quitaría jamás "Él quería hablar" ¿No era destructiva la realidad?

"¿Qué le vas a decir?" Eran evidentes los nervios y el malestar en la voz del más alto. Inseguridad.

"No lo he pensado" Una compartida.

"¿Y sí?" Un hilo de respiración fue contenido "¿Y si te pide regresar?" La saliva se le acumulo en la garganta mientras yo le entregaba una mueca de indignación.

"No lo hará" Era masoquista. Destructivo.

"Perdón, sé que aún estas lastimado" Musito "Pero no entiendo porque esto es necesario" Se respaldo con un bufido, con un puchero aniñado. Era lindo. Sus orbes vacilaron entre las ojeras de un muchacho cansado y el panorama romántico e irreal. Era engaño.

"Porque" Me lo había estado cuestionando "En teoría Karamatsu y yo jamás terminamos" Le respondí, sosteniendo con fuerza sus nudillos; las emociones me escurrían desde la boca, los colores se me deslizaban hasta la garganta "Es necesario" Había quedado seco. Estaba sediento.

"Ustedes dos terminaron cuando a él le dejaste de importar" Era crudo y agrio; era una bofetada en la realidad "Ni siquiera se deberían de juntar" Fue lo que bramó en un carnaval de óxido, con las flores podridas por el aborrecimiento. Por un chico que ya no hacía más que sollozar y reclamar. Era triste y amargo.

"Hay cosas que le quiero preguntar" Karamatsu quería hablar "Hay cosas que le quiero decir" El ceño de Osomatsu se había tensado, sus manos habían empezado a sudar en lo sagrado de aquel paisaje. La brisa yacía fresca, la sombra era agradable, pero el suelo estaba llorando bajo nosotros dos.

"¿Cómo qué?" El recelo era rojo en realidad "¿Qué es lo que tanto te urge decirle?" No verde.

"Cosas como" No era morado "Le quiero preguntar el por qué" No era azul "¿Para que insistir tanto con una persona que no le importaba en realidad? ¿Para qué mantenerse en esa relación si ya me había dejado de amar?" Solo un triste y opaco "¿Por qué?" Rojo "No lo entiendo" El más alto suspiro, con una árida y ácida mueca "Es algo que necesito hacer" Lo podía comprender "Perdón" No quería, cuando sabía que aquello lo hería.

"Esta bien" Perdidos en la resignación sus ojos me suplicaron "Pero" Me rogaron "Por favor" Ambas manos sostuvieron mi palma; eran más grandes, era tan cálidas que me deseé romper. El corazón me palpito en una agridulce sensación "No vuelvas a caer por él" Éramos tontos e imprudentes "Que no te convenza de volver"

"No lo hará" De promesas y palabras vacías "Pero sería lindo poder mantenerlo en mi vida" Cuan ingenuo y tonto me debí de escuchar "Ya sabes, como amigo" Mantener por siempre abierta la herida.

Osomatsu vocifero consintiendo que su hombro reposará sobre el mío, sus cabellos acariciaron mi mentón, sus labios me sedujeron en el aroma de la tentación. Si, aquel hombre me gustaba, el rojo era peligroso y apasionado, cálido. El morado era un tono frívolo que no lo había sabido cuidar en el nombre de la afección al continuar martirizándose por la melancolía que teñía a las olas del mar. Era necesario sacar el odio y el dolor de mi pecho con Karamatsu; estaba seguro de que aquella sería la única manera en la que yo podría avanzar. Ver si al menos le importaba lo suficiente como para arrojar el golpe final.

Quería que me dijera que lo lamentaba, que me explicará, que me agarrara en contra de la mesa de café para gritarle que no me tocará, para odiarlo y extrañarlo, para destruirme y aniquilarnos, para clavarle una navaja mientras él me ahorcaba con la traición. Ambicionaba una erupción, que la espuma gotease por mi boca por los años de dolor. Clamaba por una catástrofe emocional.

Quemar con las paredes de nuestro hogar esos lo siento de mierda.

Yo era quien lo pretendía romper. Era un sádico, pero Karamatsu se lo merecía. Lo odiaba por rendirse con mera facilidad. Una mitad mía lo quería en mi vida al menos como un amigo al no conocer nada más. La otra.

"Tenemos que hablar" Clamaba por un espacio en blanco en su lugar.

"Oye" Osomatsu, de manera mimosa y afectiva clamo por mi atención al restregarse en contra de mi hombro "Tampoco dejes de escribir por él" Los rayos de la tarde se habían comenzado a ocultar, las copas de los árboles parecían susurrar "Sé que piensas que lo has pretendido bien" Lo mire a él.

"Pensé que lo había hecho" Solamente a él "Es normal pasar por bloqueos de escritura a veces" Me encogí de hombros. No para Ichimatsu.

"No" Solamente él me podía juzgar con semejante facilidad "No es cierto" Desmantelando la farsa que trataba de mantener y de batallar "Te conozco" Él se inclino para que nuestras narices se rozaran; el estómago me trepito.

"Tú no" El rostro me hormigueo "No te creas la gran cosa solo porque me has leído un par de veces" La boca se me seco mientras mi atención.

"No es eso" Iba directamente a sus labios "Te conozco más de lo que te imaginas, Ichimatsu" Su aliento era completamente embriagador. Cuan masoquista.

"Supongo que es así" Me escudé "De todos modos" No pude apartar la vista de él "No es tan sencillo volver a escribir" Sus manos sostuvieron con fuerza a las mías.

"¿Porqué?" Me acerque aún más a él; arrastrándome sobre mi posa de sangre; con el corazón roto entre las manos.

"Porque" Suplicándole a él que lo volviese a recomponer "Esas historias" Las memorias, los besos, las mentiras y las heridas "Esas que Choromatsu tanto quiere que vaya a publicar" Esos ojos azules; peligrosos, erróneos, profundos, falsos "Ya se las he regalado a alguien más" Era tan triste. Un quiebre real "A Karamatsu".

"Lo sé" Sus brazos me acunaron; mi nuca sobre su pecho, la bolsa a los pies del árbol. Cerré los ojos consintiendo que la respiración de Osomatsu fuese el único pensamiento que rondará entre mi caos mental "Él nunca las valoro" Fue la verdad con la que acaricio mis cabellos, me refregué en él. El escarlata me había trasladado lejos de los desvaríos del lugar.

"No" Musite "Supongo que no lo hizo" Era sinceridad "Pero ya no puedo hacer nada para cambiarlo" Sus labios agasajaron mi nariz en un tierno y comprensivo beso "Ya son de él" Me quedé contemplando la nada mientras el reloj se paralizaba y el sol se negaba a ocultarse.

Él quería hablar.

Lo odiaba aún más.

Osomatsu tan solo me abrazo en silencio mientras observábamos a las demás parejas del parque, mientras su mano era la que sostenía mi latido y el destino de la cordura era depositado en dos ojos azules y malignos, las luces se bajaron. Me acurruque en él, deseando que ese tiempo jamás llegase y a la vez que se acabase ya. Yo no deseaba hablar, tan solo me ambicionaba esconder en esa nostálgica calidez para poder corresponderle bien. Al costado del rojo no era amargo el amor, no era ni afligido ni descuidado, me dejaba sediento por más. Tan solo me había arrojado a su lado.

Las campanas del destino sonaron con una alarma de celular al indicarme que la hora ya había llegado; un malestar ahondo desde lo más profundo de mi estomagó, un incontenible asco, las mariposas muertas de un primer amor aletearon moribundas. Las piernas me temblaron, los colores me escurrieron como espuma desde la boca, el temor me abrazo, Osomatsu me sonrío. Comprensivo.

"Puedes hacerlo" Fue lo que musito. Me enfoque en él; solamente en él "Ichimatsu" Mi nombre entre sus labios era tranquilizador "Yo nunca perderé la fe en ti" Fue a lo que me alentó.

"Gracias" Ambos nos paramos del pasto sacudiéndonos las rodillas y arreglándonos el cabello. Los focos de luz eran lo único que se encontraba alumbrando las calles del centro "Gracias" Le musite consintiendo que él me envolviese entre sus brazos.

El más alto me entrego aflicción en una mirada, liberando mi mano con una triste lentitud. Con un tierno y casto beso nos apartamos. Le sonreí; de manera miserable, no lo deseaba abandonar, no me quería separar de él, quise llorar. No había sido suficiente. Era angustiante. Era mudo. Era tonto. Era sordo. Era bruto. Maldición.

Me estaba ahogando otra vez.

"Oye" Fue lo que el más alto musito antes de darme la espalda en un parque con una fuente de mármol y el suelo llorando, en una donde las copas de los arboles susurraban, donde había un chico temeroso trepitando.

"¿Sí?" Mierda; estaba tan asustado.

"Te amo" Fue lo que salió de sus labios; con las orbes cristalinas y una sonrisa mediocre "Por favor no lo olvides" Sus manos se acomodaron encima de su corazón; el murmullo de los arboles lo despeino "Yo" Sus palabras fueron una cicatriz abierta "Realmente estoy enamorado de ti" Fue lo último que me dijo al costado de una cortina de luz.

"Osomatsu" Él se volteó, sus pestañas eran largas, su mirada melancólica "Te quiero" Fue lo que le respondí. Con el alma entre las manos, esperando que él fuese quien la arreglase por mí "No lo olvidaré" Una y otra vez.

Acá íbamos Ichimatsu.

Camine cerca de una estación de metro desconocida en medio del centro; estaba solo y perdido, con una bolsa de tela entre las manos y un anillo cual cadena. Tenía las nauseas en la garganta, la cólera en la sangre, la confusión y la impotencia entre los poros de mi piel. Era normal el recordar los instantes más felices que había tenido con Karamatsu; era lo solían decir que se hacía al final de una relación, no obstante, aquel dolor. Aquel chico arrojado en un charco sin vida, con una bata repleta de colores mutilados y una lista de cicatrices de las que se había culpado. No. No me retractaría por él.

Terminaría con él.

Luego de un par de minutos, los cuales, se estiraron hacia una ínfima eternidad, llegue hacia las afueras de la gigantesca empresa de mi pareja; la noche estaba oscura y las calles solitarias. Pude distinguir una delgada silueta en una banca de concreto blanco, esperándome con la cara gacha, con los huesos de la columna debajo del traje, con otras disculpas inútiles reprimidas entre unos desabridos labios. Quería correr de él. Lo evitaría.

"Karamatsu" Me había conferido una mísera gota de valor "Ya estoy acá" El nombrado alzó su nuca, guardando su teléfono celular en los bolsillos de su traje "Tú" Las palabras me tiritaron "Querías hablar conmigo" Cuan frágil debía de ser "¿No es así?" Anhelaba sollozar. Me sentía pequeño y miserable. Tan insignificante a su lado.

"Si" No era nada para él "Quiero hablar" Me caía y me lastimaba "¿Cómo has estado?" Aún me encontraba aprendiendo a amar.

Al menos yo trataba.

"Bien" Me limite a responder sentándome a su lado, con la bolsa de tela sobre mi regazo. El corazón me estaba palpitando a una velocidad inhumana, los pulmones me habían colapsado "¿Tú?" Sus labios esbozaron una sonrisa. Él lucía cansado.

"Bien" Me respondió, sus ojos se encontraban adornados por ojeras. Hacía frío, la luz del poste parpadeaba "Al final no me ascendieron hacía el puesto de gerente" Tenía burbujas muertas en el estómago. Expiraba enfermo en la decepción "Pero me pusieron a cargo de otra área" Gimoteaba en agonía "Cerca de recursos humanos" Él lo extendía "No era lo que esperaba" Maldición "Pero creo que puede ser mejor" Suplicaba para que lo hiciera "Tengo esperanzas de que podré hacer de esta una buena elección" Que me matara de una vez "Es cuestión de esfuerzo" Las piernas me trepitaban sobre aquella banca mientras el frío había calado hasta mis huesos.

Hazlo ya por favor.

"Supongo" Con aquella latente y moribunda sensación de malestar me lo pregunte.

"Supongo" Él rio "¿Sabes?" Una y otra vez "Choromatsu se alegró bastante con la noticia" Me lo pregunte. Si lo ambicionaba mantener en aquella trágica e histérica historia "Incluso me invito a cenar" A alguien cuya excusa era siempre la falta de tiempo, pero lo derrochaba en alguien más "No me quedo más opción que aceptar" A quien se negaba a apreciar el sufrimiento ajeno y ya le había dejado de importar el conocerme "Es bastante lindo" A él.

A Karamatsu.

"Yo" ¿Realmente lo ambicionaba mantener a mi lado?

"Yes?, my boy" Pero qué sería de mi vida sin él.

"Me alegro mucho por ti" Le mentí con la navaja en mi corazón; goteando. Él me sonrió de forma nerviosa e incómoda.

"Siento que quieres que acabe con esta conversación" Fue lo que musito acariciándose los cabellos de debajo de la nuca; él lucia débil y cansado "Lo siento" Un grave y fatal error "Yo solo" Yo no deseaba que esto se acabase "No sé muy bien que debo decir" Porque sabía que luego.

"Karamatsu" Que luego de aquella triste y amarga conversación "Yo creo" Lo perdería "Que sí sabes que decir" Y aquello dolería más de lo que podría soportar.

"Bueno" Fue el suspiro que escapo de sus labios "Te llame acá porque anoche, hablando con Choromatsu, me di cuenta de que realmente no tengo tiempo para una relación" Lo escuche; claro, bruto y fuerte. Un crujir "Lo siento" Quebrándose, estrellándose "Perdón" Esta vez "En verdad" Sí "My boy" Era el sonido de mi corazón; de mi primer amor "No es que hayas hecho algo mal" Los ojos me ardían y el alma me sangraba, los músculos me pesaban. No lo mire a él, mire al poste de luz al frente mío mientras la mandíbula me tiritaba. Era real "Es solo que esto ya no ha estado funcionando bien" Estaba sucediendo de verdad.

"Lo entiendo" Fue lo que musite, con un hilo de lágrimas del otro lado de mi cara. Él no las vería. El charco rojo sobre el que estaba.

"Ichimatsu" Karamatsu me tomó de la mano; una que estaba fría y carente de vida "Lo siento" Disculpas de mierda y baratas, la cabeza me punzo, estaba mareado, había perdido la visión "¿Hay algo que me quieras decir?"

Si. Habían miles de cosas que le anhelaba restregar y gritar.

Le podría haber preguntado en honor al masoquismo y a la curiosidad si alguna vez él me había amado. Le podría haber sonreído para regresar juntos en la misma dirección con una trémula e hipócrita relación de amistad. Lo podría haber cuidado y mantenido. Podríamos haber acabado bien. Haber sido felices.

"Ichimatsu" Pero no quería tener que soportar el verlo con alguien más, ser su confidente cuando se volviese a enamorar "Por favor" No quería, no lo soportaría una vez más "Di algo"

¿Cuántas veces más él me podría hacer daño?

"Yo" Me levante de la banca, dejando la bolsa de tela en el asiento; a su costado "Lo entiendo bien" Fue lo que musite, con las lágrimas calando por el agujero en mi pecho, escurriendo brea "Quiero que sepas que yo realmente te amé" Con un paso retrocedí hacia las sombras, lejos del poste de luz. No quería. No "Y que" Lloraría, me rompería, me desharía por él "Tu regalo de cumpleaños está en la bolsa" Fue con lo que me aleje, caminando hacia la salida de aquella gigantesca empresa con una noche oscura en una amortajada.

Sin un final feliz.

Estaba perdido en la oscuridad; con los fragmentos de un amor roto incrustados entre mis pies. Pronto aquellos pasos se convirtieron en una carrera. Corrí deseando que él no viniese por mí. Corrí ambicionando que aquellas emociones se quedasen atrás con él. Corrí, tan solo corrí, rogando por cansarme, hacia ningún lugar. Estaba perdido, me encontraba abandonado, no quería regresar con él. Deseaba que me buscase, aquella era su última oportunidad, cerré los ojos subiendo las escaleras de la estación de metro más cercana en una noche de negro y soledad, con una herida de bala en medio del pecho, con un jadeo reprimido. Corrí esperando que él me buscase mientras mi vida se aferraba a un pasamanos, pero no lo hizo jamás. Me subí al vagón de metro desecho en llanto. Muerto.

Hoy oficialmente era su cumpleaños.

Karamatsu me había destrozado más veces de las que era posible el contabilizar; me había lastimado, humillado, inculpado y robado, no obstante, al menos, yo podría decir que él nunca me había visto llorar.

Y fue en ese instante; cuando desde la ventana del metro fui capaz de contemplar la empresa de Karamatsu a la distancia, con las emociones desfiguradas en un desastre, con un corazón que ya no se podía reparar, con la rabia siendo asimilada en la línea de la decepción y la nostalgia. Fue en ese momento que comprendí que yo no le había importado jamás. Nunca entendería sus motivos.

Luego de esa noche no volví a hablar con Karamatsu; él no me busco.

No lo volví a ver; él no llego en su corcel.

No me escribió, ni me pidió que fuese por las cosas de mi apartamento. No le importo, tan solo las tiro, las vendió.

No dijo nada, solamente permitió que me rindiese con él.

Él tan solo se fue; dejando a un chico en un charco azul, con los pies lastimados; ya no podía correr, con los ojos irritados; no era capaz de ver, con un agujero en el pecho que Osomatsu tendría que sanar. Con las manos amputadas y sin talento. No podría volver a escribir. Él me lo había robado.

Lamentaba no haber sido suficiente para llegar a Karamatsu.

Sentía haberlo amado tanto.

Disculpas de mierda; inútiles y baratas.


Muchas gracias por el apoyo!

Taty Hyuuga: Hola y muchisimas gracias por las palabras!

Sensei! Estoy completamente de acuerdo contigo, tanto Kara como Ichi hicieron las cosas mal y acabo transformandose en ese desastre; Choro va ganando terreno, aunque en cierto sentido le comienza a molestar que Ichi siga cerca y no apoye al de azul en lo que aspira. Oso, es un hombre perfecto y adorable, él si merece todo el amor del universo, del mundo entero.

No sabes como lo entiendo, digo, de algún lugar se debe inspirar este fic, y si, creo que uno nunca deja de sentir ese dolor, pero se aprende. Enserio lamento mucho que a alguien tan bella persona como tú le ocurriera, pero me enorgullece bastante lo que eres hoy. Eres increíble, aunque tú no lo pienses de esa manera. Siempre te admiraré.

Muchisimas gracias por todas tus palabras, esta de más, pero es un honor.

Miroslava: Hola y muchisimas gracias!

Bueno me dio penita porque al final se extendió un poco más a este, perdón, pero ya, pasó, chao, nunca más.

Espero que te vaya muy bien en tus examenes.

Gracias a ti!


Es complicado desligarse de un primer amor, más si llevaban tantos años juntos. Ichi no tenía ninguna intención de volver con Kara, pero en cierto punto, por todo lo que han pasado juntos y porque él tiene poca gente que le importa se pregunto si valía la pena mantenerlo cerca. Al parecer no. Solo no se confundan, esa cosa ya no era amor, Ichi sabe que siente más que afecto por Oso, pero la rabia y la impotencia de haberlo perdido todo por un hombre al que ya no le importa, nadie se la va a quitar.

Lo que fue dicho fue dicho, y lo que no, simplemente no pasó.

El siguiente lo narra Oso y toma un par de semanas después de este desastre.

Solo me queda agradecer a las personas que han leído.

¡Muchisimas gracias!

¡Bonito fin de semana!