¡HOLA!

Bueno, finalmente hemos llegado al final de esta historia.

Estoy muy feliz con la gran acogida que ha tenido en Fanfiction, creo que ha gustado bastante y por eso tengo que daros nuevamente las GRACIAS.

Ahora os dejo ya con el epílogo y al final del capítulo os cuento más cositas sobre nuevos proyectos.

¡Disfrutad!

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6 años más tarde…

Bella acababa de llegar a casa después de haber pasado el día en el hospital. Le encantaba su trabajo pero adoraba llegar a casa y oír las risas infantiles mezcladas con las de Edward.

Justo como en ese preciso instante, en el que estaba dando la última vuelta a la cerradura para entrar en casa y comenzó a escuchar los gritos y risas del salón.

Dejó el maletín y se cambió los zapatos de tacón en la entrada, cuando llegó al salón una de sus imágenes favoritas ocurría delante de sus ojos. Edward estaba tumbado boca abajo en el suelo y encima de su espalda estaban sus dos hijas sentadas a horcajadas, como si su marido fuese un caballo.

-¡Agg Bells ayúdame!- le gritó con falso desespero Edward desde el suelo.

Las niñas rieron aun más fuerte antes de levantarse de la espalda de su padre e ir corriendo hacia su madre.

-¡Mami!- gritaron con júbilo llegando hasta ella.

Bella sonriente cogió en brazos a su hija pequeña, Carla de 3 años, mientras que la mayor, Anne de 5, le abrazaba la cintura. Bella se arrodilló y besó a sus hijas antes de dejarlas en el suelo.

Se dirigió hasta donde estaba su marido tumbado mirándolas sonriente y se puso de rodillas para darle un beso suave en los labios.

-Hola- dijo sonriente.

-Hola- respondió sonriendo igualmente- gracias por salvarme de los bichos- dijo señalando a sus hijas.

Bella le ayudó a levantarse del suelo y cuando estuvo de pie a su lado le acomodó la camiseta que se había subido durante el juego.

-¿Os habéis portado bien con papá?- le preguntó a las dos niñas a lo que ellas sin dudarlo asintieron energicamente.

-No. Hacen conmigo lo que quieren- dijo Edward.

-Es porque eres muy blando con ellas- le picó Bella riendo.

-Sois mis chicas…- dijo como explicación él a la vez que la levantaba en brazos.

Bella no pudo reprimir la carcajada de sorpresa ni tampoco las niñas que se aceraron con ganas de seguir jugando con sus padres.

Finalmente tiró a Bella en el sofá y las niñas se le echaron encima gritando y riendo. Edward sonrió ante la imagen y cuando Bella comenzó a pedirle ayuda agarró a Anne y la cogió en brazos.

Bella sujetó a Carla y cuando ambas niñas estuvieron en brazos de sus padres, ambos respiraron tranquilos.

-Vamos, ¡a bañarse todo el mundo!- dijo Bella desde el sofá.

La hora del baño era la hora del caos. Anne renegaba de meterse a la ducha, últimamente había desarrollado un tipo de alergia al agua que hacía que sus padres pelearan con ella cada día para que se bañase. Carla sin embargo disfrutaba del baño y había que pelear con ella para que saliese del agua.

A las 9 el silencio por fin abundaba en la casa, las niñas ya estaban dormidas y los padres podían disfrutar de la soledad.

Edward estaba sentado en el sofá mientras que Bella estaba tumbada con la cabeza apoyada en su regazo.

Ambos compartían con el otro qué habían hecho ese día.

-¿Has podido hablar con Sienna?- le preguntó Bella.

Edward se limitó a negar con la cabeza.

-Lo siento cariño- le dijo alzando la mano para acariciarle la mejilla.

-Llevo tres días sin saber nada de ella y meses sin poderla ver, esta situación me supera- dijo desesperado pasándose la mano por el pelo.

-Pronto volverán tus padres de Europa y yo habré acabado de enseñar a mis residentes. Podré quedarme con las niñas y tú podrías viajar para verla- le intentó reconfortar Bella.

-Sí eso me aliviaría momentáneamente, pero no es una solución a largo plazo. Me duele no tenerla aquí, me gustaría que creciera con nuestras hijas, que viviera con nosotros…

-Shh lo siento Ed- dijo Bella levantándose y sentándose a horcajadas sobre él para abrazarle y confortarle.

Sienna vivía con Irina en Nueva York. El nuevo novio de su madre había sido trasladado allí para trabajar e Irina sin pensárselo dos veces se marchó con él y con la niña. Edward se negó a ello de todas las formas posibles pero un juez terminó por dar la custodia completa a la madre hasta que la niña cumpliera 12 años y decidiese con quién quería vivir.

Bella en cierta manera se sentía culpable, pues aunque ella no tuvo nada que ver en la mudanza de Sienna, está convencida de que su embarazo sí.

Pese a que al novio de Irina lo habían trasladado hacía semanas a Nueva York y esta no había hecho ningún plan de marcharse de la ciudad, cuando Irina se enteró de que Bella estaba embarazada tomó la decisión de marcharse. Así que el embarazo de Anne no fue un proceso feliz tal y como habían imaginado al principio, pues se pasaron los meses de gestación discutiendo con Irina. Edward se culpa día a día de no haber disfrutado lo suficiente del primer embarazo de su mujer.

Los primeros meses sin Sienna en casa Edward estuvo triste y enfadado, pero la llegada de su hija le ayudó a pasar el mal trago. No obstante, años después se había acostumbrado a la situación pero no lo había aceptado.

Más tarde esa noche mientras Bella dormía, escuchó como su hija pequeña comenzaba a llorar y fue a la habitación antes de que el llanto despertase a su mujer.

-Shh, cariño, ¿qué ocurre?-

-No hay luz- dijo gimoteando.

La pequeña acostumbraba a dormir con una pequeña luz rosa que el día anterior se había quedado sin pilas.

-Papá se quedará contigo ¿quieres?- le preguntó metiéndose en la cama con ella.

Edward enterró la nariz en el pelo de su pequeña niña y comenzó a recordar con añoranza su llegada.

Anne tenía solo dos años y aunque los dos querían tener más niños entre el asunto de Sienna y lo pequeña que era su hija mayor no se habían planteado tener más hijos aun.

Sin embargo a Bella se le retrasó la regla durante dos meses y al hacerse la prueba vieron que el bebé número dos llegaría a la familia antes de lo que creían. El embarazo de Carla fue totalmente distinto al de Anne porque se dijo a sí mismo que disfrutaría al máximo con él.

Cuando se enteraron de que era otra niña ellos estaban felices, pero eso causó bromas entre la familia ya que empezaron a decir que Edward solo sabía hacer niñas, pues ya llevaba tres.

Carla era igual que Bella, con el cabello marrón y rizado al igual que sus ojos, aun era muy pequeña para definir su carácter pero sin duda era una niña dulce e influenciable que se dejaba mandar por su hermana mayor Anne y por su otra hermana mayor, Sienna, cuando estaban juntas.

Anne sin embargo era más parecida a él físicamente con el pelo rubio y los ojos verdes, como Sienna, pero de dónde había heredado el carácter era la gran incógnita. Anne podría revolucionar toda una habitación llena de niños y hacer con ellos lo que quisiera, tenía un liderazgo innato y le encantaba salirse con la suya.

Adoraba a sus hijas. Pasar tiempo con ellas y con Bella era su pasatiempo favorito en el mundo. Se le caía la baba cuando veía como jugaban o hablaban las tres juntas, sin duda Bella era una madre excepcional. No puede recordar un momento donde Bella se haya alterado y no haya sabido que hacer con las niñas, al contrario que él, que cada vez que lloran se desespera y se bloquea.

Tan solo le faltaba Sienna para ser completamente feliz, pero resignado pensó en que pronto la vería.

Pasaron unas semanas hasta que Bella finalmente dio luz verde a sus residentes para presentarse al examen final y así no tener horas de clases de formación en el trabajo. Esme y Carlisle regresaron de Alemania cargados de regalos para sus nietos que ahora eran 5: dos niños de Emmet y tres niñas de Edward.

Pero el verdadero regalo para Edward le esperaba una noche en su cama. Después de hacer el amor con Bella esta se levantó desnuda hasta el armario de dónde sacó un sobre y corrió hasta la cama de vuelta con Edward.

-¿Qué es?- preguntó Edward intrigado con Bella entre sus brazos.

-Ábrelo-

Edward abrió el sobre y vio que era un billete para Nueva York.

-Bella…

-Vete a ver a Sienna. Todos la echamos de menos en casa, pero desgraciadamente ni yo ni las niñas podemos viajar por el trabajo y el colegio. Además últimamente estás triste…- le dijo besándole la mejilla.

-Es solo que…- dijo frustrado tapándose la cara con las manos- soy feliz contigo y con nuestras hijas, muy feliz, os quiero más que a nada pero cada día se me hace más difícil no estar con Sienna. Me perdí sus primeros cuatro años y ahora no estoy presente físicamente en su vida, dentro de poco dejará de ser una niña y esa etapa nunca regresará.

-Te entiendo cariño, te entiendo. Sabes que quiero a Sienna como si fuese mi hija y creo que ella a mí también me quiere como si fuese algo más que una tía- dijo haciendo reír a Edward. Sienna adoraba a Bella, la quería como si fuese una madre- quiero que aproveches este viaje para decirle que siempre va a tener su habitación en esta casa y que la esperamos con los brazos abiertos.

Edward besó agradecido a su mujer. Bella era una firme creyente de que la niña viviría con ellos cuando fuese más mayor y pudiera decidir.

-Gracias mi amor. Por todo- le dijo sonriente.

-No se merecen, nuestras niñas deberían estar creciendo juntas.

Días más tarde Edward se subió a un avión rumbo a Nueva York. Cuando le comentó a Sienna la posibilidad de ir, la niña se alegró de sobre manera porque también echaba en falta a su padre.

Antes de apagar el teléfono llamó a Bella para hablar con ella y con las niñas una vez más. La pequeña Carla se lió a hablar sin parar y su madre tuvo que quitarle el teléfono para que Edward pudiese colgar.

Edward sonriendo encantado colgó la llamada y se quedó mirando su fondo de pantalla. Era la foto de su boda.

Se casaron antes de que Anne cumpliera su primer año. Hicieron una boda mucho más grande de lo que una vez se imaginaron, pero entre familia, amigos y compañeros del trabajo el número de invitados llegó hasta los 268. Se casaron al aire libre con su primera hija en común como testigo sujeta entre los brazos de su hermana mayor en primera fila. La luna de miel en Grecia fue estupenda, tan solo echaban de menos a sus niñas pero disfrutaron de tener tiempo para ellos solos.

Al llegar a Nueva York lo primero que echó de menos fue el clima, el calor de Los Ángeles había sido sustituido por la lluvia de Nueva York.

Cogió el metro hasta Brooklyn y se guió con el móvil hasta la casa de Irina.

Cuando llamó a la puerta no podía esperar lo que le esperaba al otro lado. Irina le abrió la puerta muy embarazada.

-Irina- dijo sorprendido.

-Edward- dijo a modo de saludo.

-¿Estás…?- la señaló.

-Embarazada, sí. 7 meses ya.

-Enhorabuena.

-Gracias, no ibas a ser tú el único que le diera hermanas a Sienna.

-No he dicho nada de eso- se defendió frustrado.

Desde que echó a Irina de su casa su relación siempre había sido distante y fría.

-¡Papá!- escuchó que le llamaban desde la cocina.

-¡Hola princesa!- sonrió mientras agarraba a la niña y la cogía en brazos con dificultad. Tenía ya 11 años.

Se abrazaron un buen rato hasta que Irina habló.

-¿Dónde está Bella? ¿Y Anne y Carla?- preguntó emocionada.

-En Los Ángeles cariño, ellas no han podido venir.

-Oh- dijo un poco triste.

Pasaron una semana juntos haciendo cosas de padre e hija y poniéndose al día. Parecía que Sienna era feliz en Nueva York y eso le agradaba y le dolía a partes iguales.

Pero la noche de antes de volver a Los Ángeles, mientras se despedía de Sienna en su habitación la niña empezó a llorar.

-Eh, Sienna cielo, ¿qué ocurre?

-No quiero que te vayas- le dijo pegada a su pecho.

-Nos veremos pronto- intentó consolarla aunque él tampoco estaba muy feliz de alejarse de nuevo de su niña.

-Quiero que te quedes aquí. Me gusta jugar contigo y que me dejes patinar, mamá no me deja.

-Shh, escúchame- dijo poniéndose a la altura de su hija- te he comprado un móvil, sé que eres pequeña para tener uno pero me dijiste que mamá no siempre te deja coger el ordenador para hablar con nosotros así que así podrás llamarme cuando quieras.

-Pero no es igual…-

-Dentro de poco podrás decidir si quieres vivir aquí o en Los Ángeles conmigo. Bella y yo estaríamos encantados de que vivieras conmigo.

-¿Dónde? Seguro que Carla tiene mi habitación ahora.

-No- dijo sonriendo- Bella y yo siempre hemos reservado esa habitación para ti. Carla de momento duerme con Anne y cuando sea mayor tendrá su habitación al lado de la tuya, en la que pintabas de pequeña.

-Mamá va a tener un bebé-

-Lo sé, ¿pero eso es un problema?

Sienna se encogió de hombros.

-No recuerdo que te pusieras triste cuando te dijimos que Bella y yo íbamos a tener otros bebés.

-Bella es buena.

-Sí, es muy buena. ¿Y John no?- preguntó su padre preocupado.

-Sí, pero no es mi papá. Él me lo dice siempre- dijo mirando a Edward con los ojos llenos de lágrimas.

Y Edward entendió todo. Sienna se veía desplazada por la llegada de su nuevo hermano.

-Tú papá soy yo y siempre voy a ser yo, puede que no nos veamos mucho pero tú tienes un papá que te quiere mucho, ¿lo sabes no?

La niña asintió.

-Bella también te quiere mucho y tus hermanas pequeñas- le dijo acariciándole la mejilla- siempre que quieras puedes venir a vernos.

La despedida se alargó mucho más pero Sienna no volvió a llorar. Edward dejó Nueva York al día siguiente preocupado, había intentado tranquilizar a Sienna pero verla triste no le había gustado.

Irina siempre le echó en cara falsas acusaciones sobre preferir a las hijas que tenía con Bella a Sienna, pero eso nunca fue verdad. Sin embargo parece que ahora la que prefiere a sus otros hijos es ella.

Cuando llegó a casa sus hijas le habían preparado una fiesta de bienvenida junto a Bella y sus padres. Feliz por estar con ellas de nuevo las abrazó y besó hasta hartarse. La reunión se alargó hasta casi la media noche. La pequeña llevaba horas dormida en su cama mientras que Anne había caído rendida en los brazos de su padre donde estaba ahora.

-Ven, déjamela- le dijo Bella cuando Esme y Carlisle se fueron- la subiré a su cama.

-No, tranquila, déjala aquí un poco más y ven con nosotros- dijo haciéndole sitio en el sofá.

Tumbados uno al lado del otro y con la pequeña sobre el pecho de Edward, Bella finalmente le preguntó por Sienna con sinceridad.

-Irina está embarazada- dijo sorprendiéndola- y Sienna se siente un poco desplazada.

-Oh pobrecita.

-Tantas veces me reclamó Irina por preferir a Anne y a Carla sobre Sienna aunque fuese mentira, y ahora ella es la que no da el lugar que le corresponde a la niña.

Bella comenzó a acariciar el pelo de su hija mayor con ternura.

-¿Crees que Sienna llegó a sentirse desplazada cuando nacieron Anne y Carla?- preguntó Bella.

-No- aseguró besándola- siempre tuvimos cuidado de respetar su espacio y sus tiempos. No permitimos que los bebés intercedieran en nuestra relación con ella. Además le gustaba cuidar de Anne cuando era pequeña, te ayudaba a bañarla y vestirla- le recordó.

-Es cierto- dijo alzándose para besar la cabeza de Anne.

Edward no pudo evitar sonreír al ver la ternura con la que Bella trataba a Anne.

-Ojalá Sienna fuese nuestra- susurró.

Bella lo miró sonriente sin saber cómo contestar a eso.

-Ojalá fueses tú su madre, ojalá la hubieses llevado en tu vientre, ojalá hubiese podido disfrutar del mismo amor que das a nuestras hijas desde su nacimiento- expresó Edward.

-Edward…

-Nunca me he arrepentido de tener a Sienna desde que la conocí, pero sí me arrepiento de haberla tenido con Irina. Irina ha actuado en su beneficio en numerosas ocasiones sin tener en cuenta si eso dañaba a la niña o no, sus necesidades siempre han ido primero. Es egoísta.

-Muy pronto vamos a estar los cinco juntos, ya lo verás- dijo Bella dándole un beso cargado de amor.

-Te amo Bella, te amo a ti, amo las hijas que me has dado y amo que quieras a Sienna como una hija más- dijo antes de volver a besarla.

-Y yo te amo a ti, amo las hijas que tenemos juntos y a Sienna.

Se estuvieron besando un poco más hasta que la postura les resultó algo incómoda.

-¿Vamos a la cama?- preguntó Bella con una sonrisa que anticipaba lo que iba a suceder.

-Espérame allí, voy a meter a Anne en la cama- dijo poniéndose en pie con la niña dormida enroscada en su cuerpo.

Cuando volvió a su habitación Bella lo esperaba en ropa interior sobre la cama.

Edward dio un silbido de aprobación a medida que se acercaba a la cama. Se subió a ella de rodillas y gateó hasta donde estaba Bella colocándose entre sus piernas.

La ropa fue desapareciendo entre besos y caricias y cuando ambos estuvieron listos para unir sus cuerpos Edward se sentó sobre sus talones en la cama y a su vez sentó a Bella encima de él, penetrándola despacio.

Edward rodeó su estrecha cintura y comenzó a mover a Bella arriba y abajo.

Bella echó la cabeza hacia atrás disfrutando del placer de tener sus cuerpos unidos mientras Edward también inundado por el placer la observaba.

Le seguía pareciendo la mujer más hermosa del mundo y justo así como estaba ahora le parecía perfecta. Su suave piel bañada del color anaranjado procedente de la luz de la lámpara de noche, sus ojos cerrados y su larga melena morena cayendo en cascada.

Los movimientos se aceleraron y cuando ambos notaron que llegaban al clímax se besaron para acallar los gemidos.

Una vez recuperada la respiración Edward besó los pechos de Bella y salió de su interior. La metió debajo de las sábanas, la abrazó y besó antes de apagar la luz y desearse mutuamente buenas noches.

Un ruido lo despertó antes de lo previsto pero no era el ruido familiar del despertador. Era el de su teléfono móvil.

Con los ojos aun cerrados se separó del cuerpo de Bella y cogió el aparato que sonaba incesante.

-¿Si?- masculló sin abrir los ojos.

-Papá…- dijo Sienna llorando al otro lado de la línea.

Solo una palabra sirvió para que Edward se despertase del todo y se levantase de la cama.

-¿Qué ocurre cielo? ¿Qué está mal?- preguntó con urgencia.

-Yo quiero…- comenzó a decir la pequeña.

-¿Qué quieres?- dijo ansioso.

-Quiero irme de Nueva York. Quiero vivir contigo en Los Ángeles- dijo sin llorar.

Edward no pudo evitar respirar profundo y sonreír.

-Oh Sienna, yo también quiero que vivas aquí con nosotros- le dijo emocionado.

-¿Cuándo?

-Cuando tú quieras, pero antes tengo que hablar con tu madre cariño- dijo recordado a Irina. Seguro que no le pondría las cosas fáciles pero la felicidad de su hija era primordial para él.

Bella se despertó al oír hablar a Edward y en cuanto prestó un poco de atención a la conversación se dio cuenta de que hablaba con Sienna.

-¿Qué ocurre?- preguntó desde la espalda de Edward apoyando el mentón en su hombro.

-¿Es Bella?- preguntó la niña.

-Sí, sí, es Bella cielo- dijo Edward- ¿quieres hablar con ella?

-Sí-

Edward sonriente le pasó el teléfono a Bella.

-Es Sienna quiere venir aquí con nosotros- dijo sosteniendo el teléfono.

Bella cogió el teléfono sonriendo y saludó a la niña.

-Hola princesa-

-Bells, quiero vivir con vosotros, no me gusta Nueva York, ¿puedo?- preguntó tímida al otro lado de la línea.

-Por supuesto que puedes cielo, ¿no te dijo papá que siempre tendrías tu habitación disponible?

-Sí.

Siguieron hablando los tres un rato más. Cuando colgaron el teléfono Bella sonreía y Edward estaba eufórico, aun no era factible pero sabía que tarde o temprano Sienna viviría con ellos y eso le llenaba de felicidad.

Esa misma mañana llamó a Irina para contarle la decisión de su hija y tal y como pensó se opuso.

-Me da igual lo que digas Irina, su felicidad va primero. Ella quiere vivir con nosotros y no pararé hasta conseguirlo.

-Es solo un berrinche, se le pasará- expresó la rubia.

-No es un berrinche. Me lo dijo en Nueva York antes de venirme, no le estás dando el lugar que se merece respecto a tu nuevo embarazo Irina.

-¿O sea que es eso nada más? ¿Celos?

-No creo que sean celos, revisa tu actitud y la de tu novio para entender a la niña.

-John no le ha hecho nada a Sienna.

-Exacto, no le ha hecho nada. Sienna es una niña, necesita cariño por parte de ambos padres y a mí me tiene a miles de kilómetros mientras que tú estás más preocupada por tu nuevo hijo y tu novio no para de recalcarle que no es su padre.

-No lo es-

-Bella tampoco lo es pero no se lo recuerda a cada minuto, de hecho Bella intenta que no haya diferencias entre el trato que le da a Anne o Carla respecto a Sienna.

-Es verdad, tu mujercita hace todo bien.

-La actitud de Bella con la niña ha sido siempre intachable y lo sabes- defendió Edward.

-Bella, Bella, Bella… me da igual Bella. Sienna tendrá que acostumbrarse a vivir con el nuevo bebé, no se va a mudar Edward, te lo garantizo.

-Haré lo que sea para que la niña viva conmigo, te lo garantizo- dijo colgando la llamada con furia.

Desde ese momento el caos volvió a la familia. Edward se puso en manos de buenos abogados y aunque las cosas no iban tan rápido como él quería, al menos iban a su favor.

Los meses fueron pasando, Sienna fue a Los Ángeles de vacaciones y vio como la niña era plenamente feliz. Las únicas lágrimas que derramó fue cuando tuvo que irse a Nueva York un mes después.

Antes de que ninguno pudiera darse cuenta Sienna cumplió 12 años y en ese momento el juez escuchó a la menor que pedía vivir con su padre. El juez valoró las condiciones de vida que cada progenitor podría ofrecerle y sin ninguna duda la familia que Edward había formado era el mejor ambiente donde podía vivir la niña.

Finalmente en octubre Sienna se mudó de manera definitiva a Los Ángeles con su padre, Bella y sus hermanas.

-Quiero que te sientas cómoda cariño- le dijo Bella mientras iban de compras.

-Estoy muy bien- respondió Sienna.

-Si necesitas algo, dínoslo- la pidió acariciándole el pelo.

La niña la miró en silencio sin saber si podía preguntarlo o no.

-¿No me consideras un estorbo? Yo no soy tu hija-

-No eres mi hija de sangre, es cierto. Pero no por eso te quiero menos, te quiero como quiero a Anne y a Carla y te prometo que no eres un estorbo, estábamos deseando que vinieras con nosotros. No sabes lo triste que ha estado papá por ti, te echábamos mucho de menos- dijo antes de darla un beso- así que quiero que te sientas bien, que no pienses que eres menos por no ser hija mía.

La niña asintió sonriente.

-Ahora vamos a terminar de comprar porque tu padre no sé si será capaz de evitar que las dos bichillos de tus hermanas alboroten la tienda entera- dijo riendo y la niña la acompañó.

Edward se había quedado con las niñas pequeñas en una tienda de juguetes pensando que así estarían entretenidas. Y vaya que si estaban entretenidas, habían alborotado toda la tienda, habían tocado todos los juguetes y aunque la dependienta no le dio mucha importancia Edward estaba desesperado.

-Chicas, ya- les dijo agarrándolas por los brazos a cada una.

Las niñas rieron y salieron corriendo en cuanto Edward se volvió a descuidar. Suspirando se volvió hacia la dirección por donde se habían ido y respiro agradecido al ver que Sienna estaba con ellas.

-¿Y Bella?

-Se ha quedado en esa tienda- dijo señalando la tienda que estaba a pocos metros. Victoria's Secret. Ahora entendía porque había dicho a Sienna que viniera a la tienda de juguetes.

-Vamos a comer algo ¿quieres?- preguntó a la niña a la vez que cargaba en brazos a Anne que amenazaba con echar a correr de nuevo.

La tarde en el centro comercial dejó a las pequeñas agotadas y cuando llegaron a casa, antes de bajase del coche, echaron la mirada hacia atrás.

-Son adorables dormidas- dijo Edward.

-Lo son- concordó Bella riendo.

Pasaron tres meses desde la llegada de Sienna. Ahora estaban en la puerta del colegio esperando a que Sienna y Anne llegasen del campamento de una semana al que habían ido.

Habían estado toda la semana solos con Carla y aunque agradecieron tener un poco de paz en casa echaban de menos las risas de Anne tramando algo con Sienna.

-¡Mamá!- gritó Anne bajando del autobús.

-¡Bella!- gritó seguidamente Sienna.

Las tres se abrazaron y se dieron besos de bienvenida.

-Mamá y Bella pero nada de papá, ¿no me habéis echado de menos a mí?- preguntó Edward fingiendo estar ofendido.

Las chicas se giraron y corrieron a abrazar a Edward, que encantado las recibió.

Esa noche hicieron una cena de bienvenida donde la pequeña Carla estaba muy curiosa por saber qué era eso de un campamento.

Después de acostar a las niñas Edward se reunió con Bella en la puerta de la habitación de Anne. La guió hasta el dormitorio de ambos y en cuanto se cerró la puerta comenzó a besarla.

-Espera Edward espera- dijo separándose de su marido.

-¿Qué ocurre?- preguntó extrañado.

-Dime de una escala del 1 al 10 como de agobiado te sientes con las 3 niñas en casa- le pidió Bella.

-¿Y eso a qué viene ahora?

-Tú respóndeme, por favor. He notado que ahora cada vez que te dejo solo con las pequeñas te pueden.

-Es cierto que me derriten en cuanto me sonríen pero no me agobian cariño. Adoro a nuestras niñas aunque sean capaces de destruir la ciudad en una sola noche si las dejas- dijo riendo.

-Vale, a ver… - dijo caminando por la habitación.

-Me estás poniendo nervioso- dijo acercándose a ella.

-Sienna es mayor y muy responsable, Carla es muy pequeña aun y Anne tiene unas ideas… peligrosas. Tienen 12, 6 y 3 años.

-Bella escúpelo sin más- dijo Edward rodeándola con sus brazos.

-Estoy embarazada, otra vez- dijo apesadumbrada.

-Eh cielo, no pongas esa cara- dijo sonriente Edward levantándola la barbilla para verla a los ojos.

-Va a haber el doble de niños que de adultos, no sé si vamos a poder con todo- dijo Bella realmente preocupada.

-Bella, los hijos son maravillosos y si son tuyos más aun. No sé como ha ocurrido este embarazo- dijo bajando la mano a su vientre- pero estoy feliz con ello.

-¿De verdad?- pregunto sonriendo tenuemente por primera vez.

-De verdad- dijo besándola.

Sin romper el beso se agachó para pasar un brazo por sus rodillas y cargarla estilo novia hasta la cama.

-¿En serio estabas preocupada por si rechazaba este bebé por el nivel de agobio?-

-No, sabía que no ibas a rechazarlo, pero quizás te asustarías.

-Estoy feliz- dijo besándola y tumbándose sobre ella en la cama- ¿y tú?

-Yo también- dijo sonriendo antes de besarle.

Las niñas reaccionaron bien a la noticia de tener un nuevo miembro en la familia. Sin embargo, aunque los embarazos de Bella siempre habían sido muy buenos y había trabajado hasta estar de 8 meses, en este caso tuvo que dejar de trabajar a los 5 meses. Las molestias le sacudían desde primera hora de la mañana y muchos días un mareo le acompañaba desde la mañana hasta por la noche.

No negaría que agradecía estar en medio del curso escolar y que las tres niñas estuvieran d fuera de casa. Edward también dejó de trabajar los últimos meses del embarazo y cuando por fin se habían acostumbrado a la situación de estar todos en casa, Bella rompió aguas.

El parto fue rápido y antes de lo que creían el llanto del pequeño Brian inundó la sala.

Minutos después estaba arropado por los brazos de sus padres.

Finalmente tenían a su niño y junto a sus tres niñas su familia estaba completa.

FIN

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¿Qué os ha parecido el epílogo? ¿Os ha gustado?

Ahora me gustaría que también me respondieseis a unas preguntas más generales; ¿qué es lo que más os ha gustado de la historia? ¿y lo que menos?

Espero ansiosa leer vuestras respuestas en los reviews.

En cuanto a si el bebé iba a ser niño o niña, en los reviews la mayoría me decía que sería niño pero como veis fue una niña.

Referente a nuevos proyectos:

Tengo tres historias pensadas pero ahora mismo me inclino más a escribir una de ellas. Yo escribo cuando me siento inspirada, no me gusta forzar los capítulos, así que es posible que no publique la nueva historia hasta que la tenga terminada o muy avanzada. Es decir, que pasará un tiempo hasta que vuelva a publicar por aquí.

Si os ha gustado esta historia y queréis leer más creaciones mías podéis leer mis otras historias y ponerme una alerta en FF, así cuando publique de nuevo os llegará una notificación.

Mientras me podréis seguir encontrando en facebook, Bella Bradshaw.