Atsushi estaba furioso. ¡Dazai lo trataba como un recadero! No se confundan: él ama ayudar y más si es a su mentor suicida pero...¿Ir a comprar café a las tres de la madrugada era necesario?

Disclamier: Bongou Stray Dogs no me pertenece, de lo contrario el Dazatsushi sería canon :'v

Advertencias: Yaoi. BL. ChicoxChico, si no es de tu gusto te invito a marcharte amablemente o expresar tu disgusto de manera constructiva.

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Miedo. Esa era la reacción que provocaba en cualquiera la aura que emanaba Dazai.

El desperdicio de vendajes estaba sentado en una esquina de la oficina de la agencia, en un banco bastante extraño blanco algo blando que recién descubrió ¿De donde salio su asiento? Era la menor de sus dudas.

En ese instante estaba más concentrado en pensar 'Mil formas de matar a Kyoka'. No lo mal interpreten, él también se encariño con la agente más reciente, incluso ambos compartían el mismo pasado tenido en sangre y cargaban las vidas que arrebataron (Él mas que ella) así que incluso estaba seguro que juntos podrían abrir 'Asesinos Anónimos' pero Kyoka esta metiéndose con algo –alguien– con lo que es especialmente receloso.

Atsushi.

Ambos jóvenes estaban platicando algo acerca de ir a comer a un nuevo restaurante que se abrió en el centro, la expresión que hizo Atsushi le dio a entender que sería él quien pagaría.

Kunikida al ver que Dazai estaba fulminando con la mirada a los mas jóvenes desde un rincón en auto exilio y una aura aterradora, frunció el ceño.

–¡Dazai! –gritó – ¡Deja de perder el tiempo y termina tu papeleo!

Dazai se giró hacia su compañero.

–¿Cual papeleo? –preguntó con inocencia chocante al aura que transmitía hace unos segundos.

–¿¡Cómo qué cual!? ¡El papeleo que has acumulado durante dos meses y en el que por cierto estas sentado!

Oh. Así que ese era su asiento.

Una duda existencial menos.

–Pero Kunikida-kun, hacer papeleo es aburrido y la calor es insoportable –se quejó el castaño dándose aire con una hoja de su asiento improvisado.

–No se supone que sea divertido. Además, ¿Debo recordarte de quien es culpa que no tengamos electricidad? –gruñó Kunikida, pero el castaño ni siquiera pareció escucharlo.

En esas ultimas semanas Dazai estaba en las nubes...más de lo normal.

En esa semana apenas y había intentado dos suicidios.

El primero ahorcándose en plena oficina, pero la soga se rompió y lo único que consiguió fue un par de moretones.

La segunda fue metiendo un tenedor a un toma corriente, razón por la cual estaban sin electricidad en pleno verano.

Kunikida debido a ello, se quito su chaleco, en cambio Dazai se había quitado su abrigo marrón y su camisa blanca, quedando descubierto su pecho y tórax vendados.

Kunikida le había amonestado que no debía hacer eso frente a Naomi y Kyoka pero el o no le había escuchado o simplemente le ignoró.

De repente Atsushi y Kyoka se levantaron y la ex-asesina tropezó con la pata de su silla, siendo atrapada por el chico del tigre.

Kyoka había terminado apoyada en el pecho del albino y este se había sonrojado ante la cercanía.

Dazai los observo con la mirada vacía.

Kunikida observó con curiosidad a su compañero.

Atsushi parpadeó desenfocado hacia Kyoka, esta también había adquirido un ligero color carmín en las mejillas.

Kyoka se inclinó un poco hacia adelante hasta quedar nariz a nariz con el albino hasta que...

–¡Nakajima Atsushi! –gritó Dazai rompiendo la tensión.

Ambos jóvenes se sobresaltaron hasta quedar a casi los extremos opuestos de la oficina.

–¿¡Eh!? ¿Que ocurre Dazai-san? –preguntó nervioso Atsushi y con el corazón latiéndole furiosamente.

–Atsushi –llamó tranquilamente Dazai acercándose hacia el chico tigre y poniendo sus manos en los hombros del menor –. Necesito que vayas a comprar unas paletas heladas, ya que hace una calor de los infiernos –sonrió amablemente.

Para Atsushi esa sonrisa era sinónimo de mal augurio sin embargo estaba tan perdido pensando en que había estado apuntó de pasar que ni reparó mucho en ello.

Luego al avivarse un poco notó el pecho vendado de su mentor. Internamente se preguntó como sería el pecho de este sin vendas.

Aun mas aturdido por sus pensamientos sacudió su cabeza intentando centrarse, asintió torpemente mientras corría hacia la salida para cumplir el recado.

En cambio Kyoka se acerco a Atsushi para acompañarle, siendo detenida por un agarre suave pero firme por parte del desperdicio de vendajes.

Al ser detenida, dirigió su mirada hacia el castaño preguntando mudamente el porqué de ello.

Dazai sonrió con amabilidad.

–Tú no Kyoka-chan, tienes otro encargo.

–¿Encargo?

–Sí, –asintió animado y señaló la pila de papeles en la que había estado sentado–. Debes llenar esos papeles ¿De acuerdo?

La joven asintió y se dirigió a recoger los papeles del suicida para llenarlos.

Kunikida a todo esto había observado el comportamiento de los tres con curiosidad científica, el actuar de Dazai, el nerviosismo de Atsushi y el sonrojo de Kyoka.

Llegó a una conclusión... Estaba rodeado de idiotas.

Kunikida retomó su papeleo, por observar todo ese escándalo había perdido valiosos minutos, tendría que reajustar su agenda.

Mientras tanto Atsushi caminaba a la tienda que quedaba a un par de calles de la agencia, su pulso ya se había calmado y decidió parar para tomar un respiro.

¿Que estuvo a punto de hacer con Kyoka?

A pesar de sus dieciséis años, nunca en su vida había besado a una chica, ya que nunca fue alguien que quisieran tener cerca.

Sin embargo tuvo la fortuna de ser salvado, salvado por un suicida vendado y personas que se volvieron su familia.

Le debía mucho a Dazai, si no fuera por él, seguramente habría muerto sin siquiera saber que era ser apreciado.

Como si fuera un flash, frente a sus ojos pasaron cada uno de los momentos que vivió en compañía de las personas de la agencia. Pero, quien mas resaltaba era Dazai...

¿Esperen, Dazai?

¿Porqué lo recordaba sobre todos los demás?

Y ahora que lo pensaba ¿Porqué se había quedado mirando embobado el peche vendado de este?

Si, era la primera vez que veía a su mentor así pero...¿Porqué sentía el rostro caliente al recordar como lo había tomado de los hombros?

O la sonrisa que le brindaba.

O su voz profunda pero que transmitía tranquilidad y alegría.

Parpadeó intentando retomar el control de su mente, estaba justo en la entrada de un callejón, y por razones que desconocía sus pies le obligaron a introducirse a la oscuridad del lugar. Se apoyo en la pared grafiteada y cerrando los ojos para calmar a su corazón, si seguía así seguramente moriría de un paro cardiaco.

Cerrar los ojos fue un error, porque su imaginación le traicionó y vio a Dazai san sin esas vendas cubriéndole, su piel blanca ligeramente bronceada cubriéndole y su voz ronca hablándole al oído.

–Atsushi...

Abrió los ojos de golpe, y ahí estaba, como si hubiese tomado vida su ilusión, Dazai parado frente a él en ese callejón oscuro.

El castaño seguía sin camisa pero por lo menos había tenido el recato de ponerse su abrigo marrón.

–Dazai-san ¿Qué hace aquí?

Dazai sólo le observó de manera penetrante, como si le desnudara con la mirada.

–Atsushi –repitió Dazai. Abrió la boca como si quisiera decir algo importante y de suma seriedad.

Al verlo de esa forma poco común Atsushi se concentro totalmente en él castaño.

–Olvide darte el dinero de los helados.

Atsushi solo le dio una mirada seca a la cual el castaño respondió con una sonrisa y aura infantil.

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Los siguientes días transcurrieron así, momentos con Kyoka interrumpidos por Dazai con peticiones absurdas.

–¡Atsushi tráeme agua!

–¡Atsushi tráeme patatas fritas!

–¡Atsushi ya termine mis patatas fritas ahora tráeme una coca-cola!

–¡Atsushi necesito una tenaza para este suicidio!

–¡Atsushi has mi papeleo!

–¡Atsushi se cayeron mis audífonos, pásalos!

–¡Atsushi! –gritó por millonésima vez al sólo ver que Kyouka abría la boca para decirle algo al albino.

–¡Dazai!–explotó Kunikida ya cansado del griterío de su colega–. ¡Ya deja al pobre, lo estas explotando y debe terminar sus propios deberes!

Dazai simplemente hizo un puchero como niño regañado. Desde que vio como Kyouka y Atsushi se había mirado se había vuelto mas paranoico, inclusive un par de veces se metió al apartamento del chico tigre para vigilar que no hicieran nada de 'eso' y 'aquello'.

Ranpo, quien estaba sentado en su escritorio con sus pies sobre la mesa, observo a Dazai.

Últimamente parecía más idiota de lo normal.

Era un problema a la hora de leer su periódico, así que decidió darle fin a ese problema.

Se coloco sus gafas y utilizó su "habilidad" Ultradeducción.

Abrió los ojos como platos, e intercalo su mirada de Atsushi a Dazai y viceversa.

Rió entre dientes, así que era eso, seria una pena si alguien hablará...

Dazai al notar lo que había hecho Ranpo apretó los puños. El desgraciado sabía... Debía hacer algo rápido o si no lo delataría.

–¡Atsushi! –se levantó tan rápido de su asiento que este cayó al piso–. ¡Nos vamos!

Y dicho esto tomo al albino y se lo hecho al hombro como peso muerto para salir corriendo ante la atónita mirada de sus colegas.

Tanizaki y Naomi que iban entrando se hicieron a un lado tras que vieron al maniaco suicida cargando al Atsushi como alma que se lo lleva el Diablo.

Tanizaki, que parecía ser el único preocupado, ya que los demás volvieron a sus quehaceres como si nada hubiese pasado, abrió la boca : – ¿Dazai-san acaba de raptar a Atsushi-kun?

– Seh. – Fue la única respuesta de Ranpo mientras bebía del refresco que Dazai había abandonado.

Después de que raptará a Atsushi lo llevó al departamento del joven, no sin antes decirle que no se acercará a la agencia por un mes, o hasta que Ranpo apareciera en las noticias por morir misteriosamente.

Atsushi decidió que lo mejor que podía hacer era acatar las ordenes de el ex-mafioso y quedarse en su departamento.

Debido a que no tenia mucho que hacer ahí, ya que apenas iba amueblando poco a poco, decidió dormir debido a la fatiga de andar para arriba y para abajo cumpliendo peticiones absurdas de su superior.

A las 3:20 de la mañana un sonido molesto sus agudos oídos.

Se suspendió instantáneamente y tomó su teléfono. El registro indicaba que era Dazai.

–¿Dazai-san? ¿Qué ocurre? –preguntó nervioso mientras se ponía su camisa y zapatos.

–Atsushi, ha ocurrido una emergencia y es necesario que me vengas conmigo. Estoy afuera de tu departamento.

–¡Si!

Al salir tal y como dijo el castaño estaba parado al lado de el mismo bote de basura donde intento suicidarse.

Corrió por las gradas aun abrochándose su pantalón.

–Dazai-san ¿Cuál es la emergencia? –jadeó al ponerse frente al vendado.