Rosalie no estaba nada feliz con todo lo que había pasado en su vida, siempre se preguntaría si estaba maldita ya que cuando era humana no había encontrado a la persona a las que las palabras marcadas en su costado izquierdo pertenecían. Pensó que no era el momento indicado ya que solo tenía dieciocho años, pensó que quizás conocería cuando tuviera 25 años o más. Nunca pensó que se quedaría estancada a los dieciocho.

Esas palabras siempre le hacían pensar en muchas cosas, se preguntaba cuál sería la ocasión para que esa persona la dijera. "¿Eres una diosa?"

Ahora 80 años después había perdido las esperanzas de conocer a su alma gemela. Por mucho tiempo pensó que su alma gemela estuviera muerta, pero tenía la esperanza de que no fuera de esa manera, tenía la esperanza de que el destino le diera un poco de felicidad.

Amaba ver el amanecer, era ver un rayo de esperanza en su vida tan vacía. Estaba rodeado de vampiros que habían encontrado a sus respectivas almas gemelas. Ella y Edward eran las únicos en la espera, no se llevaban bien por sus diferentes puntos de vistas de todo, pero entendían el vacío que el otro estaba sintiendo.

Dejo salir un suspiro, todo el mundo le llamaba la Reina de Hielo. Entendía que ella había tenido culpa para que le dieran ese sobrenombre, no quería que nadie se le acercara porque sabía que las cosas no terminarían bien para ella y para su familia. Ademas, las personas que le querían hablar con ella eran Lauren y Jessica, no había manera de que ella fuera amiga de esas chicas.

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Bella entendió que su madre merecía feliz, después de tanto tiempo sola por habían encontrado a la persona correcta. Bella había decidido mudarse con su padre para que su madre pudiera viajar con su nuevo esposo.

Estaba a pocas horas de llegar a Washington, pocas horas para que su vida diera un enorme giro.

En todo ese tiempo que había estado sentada en el avion se habia puesto a pensar en las palabras grabadas en su clavícula izquierda. Se preguntaba qué tipo de persona le diría eso, no iba a negar que cada vez que las leía se sonrojaba porque no creía en lo que esas palabras decían. "Tu eres un angel"

Quien pensara que ella era un ángel, ella nunca se considero lo bastante bonita como para que alguien le dijera tal cosa. Aunque lo quisiera negar, esas palabras provocaron una enorme sonrisa en su rostro y que su corazón latiera con rapidez.

Se preparó mentalmente para enfrentar su nueva vida, su estadía con su padre no iba a ser fácil, ambos eran tímidos, torpes al comunicarse pero intentaría llevarse bien con el.

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Todos estaban esperando por la llegada de la nueva estudiante, todos ya sabían que era la hija de sheriff. Bella estaba nerviosa sabía que sería la comidilla de la semana y probablemente del mes.

Su padre la había sorprendido con el carro que le había comprado, muchos se podían sentir avergonzados al manejar un carro viejo, lleno de mojo, con un rugido super fuerte, pero ella estaba feliz de tenerlo.

Tenía todo listo para su primer dia en su nueva secundaria, sabia cual era la vida de secundaria y eso no le daba miedo, ya tenía la experiencia necesaria para lidiar con todo tipo de personas, muchas veces simplemente ignoraba todo lo que dijeran a su alrededor.

Se aparco frente a Fork High School, tomó una bocanada de aire y dejó salir el aire lentamente. No iba a negar que estaba nerviosa porque si lo estaba, se encontró con el chico llamado Eric, quien le ayudó a llegar a su primera clase, el chico tenía mucha energía y ella solo podía sentir un poco fuera de lugar. Conocio a Angela, Jessica, Mike y Lauren, si era sincera la única persona que le había caído bien era Angela.

Podía escuchar los murmullos a su alrededor, las miradas de todo el cuerpo estudiantil. Se había dado cuenta de que nada interesante pasaba en Forks y que ella era lo más interesante en esos momentos. Dejo salir un suspiro.

Se sentó en la misma mesa que Angela, era su hora del almuerzo. Jessica y Lauren hacían cada pregunta que se les venía a la mente, y ella trataba de evadir decir algo muy personal. Por lo que veía esas chicas eran las que esparcir chismes por toda la escuela y ella quería evitar que su vida se viera expuesta.

Miro por toda la cafetería hasta ver a un grupo de personas hermosas, cada de una de esas personas era hermosa en su propia manera, pero quien se llevó toda su atención fue la chica de cabellos dorados. Parecia un angel a simple vista, un ángel muy hermoso.

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Rosalie no sabia que era lo que hacía que Alice estuviera sonriendo como una loca, la pixie solo se le quedaba viendo y sonreía de la nada como si supiera algo. Rosalie dejó salir un suspiro, sabía que su hermana había tenido una visión y que no le diría que era.

Cuando llegó a la escuela trato de no rodar los ojos, todo el mundo se le quedaba viendo como si era la primera vez que la veían. Seguían sin entender pero los ignoraria.

Lo único que no pudo ignorar eran las conversaciones sobre la nueva estudiante. Caminó con lentitud hacia la cafetería, podía escuchar murmullos de ella y de su familia. Debido a todo el aquelarre que se había armado se había enterado del nombre de la nueva estudiante, Isabella Swan.

Estaba sentada en la mesa junto a sus hermanos, podía ver como Isabella veía a todos lados hasta que su mirada se posó en su mesa. Vio cómo veía a cada uno de sus hermanos, podía notar la sorpresa en la mirada de ella, quizás por la belleza que sus hermanos tenían.

Rosalie no podía evitar pensar que la chica parecía un ángel, su rostro tan inocente, lleno de vida.

Rosalie quedó sorprendida cuando la mirada de Isabella cayó en ella, podía ver el asombro en los ojos de la chica, podía ver como esta se hundía en sus pensamientos.

—No puedo escuchar sus pensamientos.—Dijo Edward sacándola de sus pensamientos. Todos en la mesa miraron al chico con confusión.

—¿Los pensamientos de quien no puedes escuchar? —Pregunto Emmet.

—Los pensamientos de Bella, no puedo escuchar nada.

Rosalie dirigió su mirada hacía la chica, estaba sorprendida ante el nuevo hallazgos pero también estaba aliviada de que la mente de la chica estuviera protegida.

…..

Desde que se enteraron que Edward no podía escuchar los pensamientos de Bella, este se había vuelto obseso con ver a la chica, apenas y se había presentado en la clase de biología cuando este ya le estaba haciendo preguntas personales. Bella solo había fruncido un poco el ceño y había evadido las preguntas del chico.

Bella iba caminando por los pasillos de la escuela, sabía que iba tarde a clases pero si era sincera no quería ir a su clase de biología. Sabía que Edward empezaba a preguntar cada cosa que se le viniera a la mente y ella no quería responder nada.

Subió por las escalera, sabía que no tenía permitido ir a la terraza de la escuela pero era el único lugar donde los maestros la buscaran. Quería distraerse de lo rara que era su nueva escuela, de lo diferente que era su relación con su padre, del hecho que no tenía muchos amigos a excepción de Angela. Dejo salir un suspiro, abrió la puerta de la terraza y no pudo evitar quedarse paralizada ante la imagen que tenía frente a ella, tampoco pudo evitar decir

—¿Eres una diosa?

Ante tal oración la chica frente a ella se dio la vuelta, dejó salir un jadeo al ver quien le había dicho. Rosalie estaba sorprendida de que Bella fuera su alma gemela. Rosalie no podía evitar observa el rostro angelical de la chica frente a ella y decir

—Tu eres un angel.

Ambas dejaron salir un jadeo cuando sintieron sus marcas en la piel quemar un poco, cuando alguien encontraba a su alma gemela y decían la palabras que estaban marcadas en la piel de la otra estas quemaban para darles a conocer que habían encontrado a su otra mitad.

Rosalie sonrió provocando que Bella le devolviera la sonrisa. La rubia ahora sabía que toda esa espera había valido la pena, todos esos años sola habían valido la pena.

Bella se acercó a ella y simplemente tomó la mano de Rosalie, se dieron la vuelta para observar el hermoso paisaje que tenían frente a ellas, por el momento disfrutarian de ese momento, tenía mucho tiempo para conocerse, mucho tiempo para saber qué era lo que les gustaba y lo que no, mucho tiempo para estar juntas.