Éste fic es parte de la actividad del foro Proyecto 1-8, "Semana de la Diversidad Sexual II", que consiste en escribir partiendo de una combinación, una pareja y tomando por tema un extra.

En mi caso, he tomado la combinación "pareja imposible", con Mimi x Hiroaki / Mimi x Yamato y como extra, citas por internet.


Disclaimer: Digimon no me pertenece. "Para la Semana de la Diversidad Sexual II de Proyecto 1-8"

Summary: Yamato encontraba un problema a esa mujer, principalmente porque se llevaba su paz mental y, para qué negar, también el de su propio cuerpo / Para la actividad "Semana de la Diversidad Sexual" del foro Proyecto 1-8.

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Maldita Mujer

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Yamato volvió a chasquear la lengua con impaciencia. Una de las cosas que no tenía era paciencia y el que esté aguardando más de una hora en el aeropuerto lo desquiciaba. Aunque no debía darle todo el crédito a su impaciencia, no. Una gran parte de su malhumor era el tener que ser él quien vaya a buscar a la nueva novia de su padre.

Se llevó una mano al cabello y se lo peinó con cierto nerviosismo. Comenzaba a pensar que haberle forzado a su padre a introducirlo en el mundo de las citas por internet fue una mala idea. Y no es que haya sido un paraíso para el pobre cuarentón que tenía por progenitor, pues los primeros cinco intentos resultaron ser un fiasco total.

Hasta que Mimi Tachikawa resultó ser la sexta vencida.

Ni siquiera la conocía pero con ver las fotos que su padre le enseñó sabía que era una mala idea. Veinticuatro años, cheff profesional, cantante en sus ratos libres y modelo amateur para varios fotógrafos en Instagram debía de indicarle que era una muy, muy mala idea. Su padre no podía estar hablando enserio cuando le dijo que terminó viéndose con la niña.

─¡Es menor a mí, incluso! ─Fue lo primero que dijo Yamato ante la noticia de su padre. El hombre de cuarenta y cinco años dejó salir humo de sus labios y echó para atrás la cabeza expresando su claro cansancio del asunto.

─Sólo por un año ─Respondió y Yamato levantó una ceja, incapaz de creer que su padre haya dicho tal cosa─. Ni siquiera sé por qué te conté esto. ¿Desde cuándo tan preocupado por lo que haga o deje de hacer?

─Es menor por veintiún años. No sé, ¿quizá porque podría ser tu hija? ─Hiroaki Ishida lo miró con el ceño fruncido.

─Yo no te dije nada cuando salías con esa rubia del Ferrari rojo* ─Acusó y Yamato se sonrojó.

─Fue una relación pasajera ─Respondió cruzándose de brazos, mirando para otro punto─. Además sólo me llevaba diez años.

Hiroaki exhaló una risa que lo hizo colorearse aún más. Sabía que sólo estaba perdiendo el tiempo con su padre, porque el hombre poseía una testarudez ancestral. Sabía que ya estaba lo suficientemente grandecito como para recibir sermones o regaños de su hijo de veinticinco años, sin embargo Yamato temía por las verdaderas intenciones que podría albergar la tal Mimi para con su padre.

Ni siquiera la conocía personalmente (sólo por fotos y de lo que su padre le había dicho), pero no había mucho que ayudase a mejorar la imagen que ya tenía de esa oportunista.

─¿Yamato-kun? ─Una voz dulce lo obligó a voltearse tras oír su nombre y encontrar a una mujer de cabello castaño largo, ondulado con un vestido corto y ajustado a sus delicadas curvas no era lo que había esperado. La muchacha se quitó los lentes de sol que traía para verlo mejor y la vio sonreír con ganas, acercándose a él a paso acelerado, arrastrando con ella una maleta con rueditas─. ¡Qué bueno! ¡Al fin te conozco! ─Yamato no pudo responder pues la mujer se lanzó a abrazarlo.

Su confianza lo dejó abrumado y para qué negar, sentir sus senos contra su pecho y su aroma dulce invadiendo sus sentidos, le arrebataron sonrojos considerables. ¿Qué demonios?

─¿Mimi? ─Preguntó y ella se alejó para mirarlo mejor sin poder borrar su sonrisa radiante que casi lo contagió. Era demasiado brillante, pensó.

─¡La misma! ─Dijo dando una vuelta sobre sus pies y echando a reír jovialmente─. Cuando Hiro-chan me dijo que no podría venir a buscarme me molesté pero entonces me habló de ti y que vendrías en su lugar. Es un alivio porque suelo perderme con facilidad.

Demasiadas palabras todas juntas. Demasiado qué observar en la mujer que tenía delante. Pero principalmente, aún costaba asimilar lo de "Hiro-chan". Si de algo estaba seguro Yamato en esos momentos era que usaría ese apodo para molestar a su padre hasta que la muerte se lo impida.

─Hir… Mi padre me pidió que me disculpara contigo. Trabajo de último momento ─Yamato señaló su equipaje─. Déjame ayudarte con eso.

─Gracias. Eres tan lindo como Hiro-chan había dicho. ─Ambos comenzaron a caminar rumbo a la salida del aeropuerto.

─Ah… ─Fue todo lo que pudo responder Yamato haciéndose a la idea de ser motivo de conversación entre su padre y esa mujer.

─Y tan serio como dicen las fotos ─Siguió hablando ella imitando su ceño fruncido. Yamato sólo pudo acentuar su ceño e incrementar el disgusto que ya traía encima.


Mirara por donde mirara, Mimi era hermosa. Su padre le había dicho que la mayor parte de su vida vivió en Estados Unidos y sus viajes a tierra americana eran continuas debido a su trabajo como chef internacional. Admirar las curvas que Mimi portaba con orgullo, le hablaban de una dieta bastante distinta a la de cualquier nipón. Trataba de no ser demasiado evidente al mirarla pero sencillamente no se podía. Esa mujer era un pecado andante y más al saber que era la novia de su padre.

"Viejo suertudo" pensó con recelo, bajando las maletas de Mimi en el departamento.

─Puedes acomodarte en su departamento. Mi padre no tarda en volver, así que puedes esperarlo aquí ─Dice señalándole el sillón en la sala del hombre.

En su perfil como divorciado debía figurar lo de departamento de soltero y pues, desde hacía varios años, Yamato ya no compartía piso con su padre, cuando la independencia llegó a él. Saber que la niña se establecería en el departamento de Hiroaki durante su tiempo en Odaiba en lo que duren sus vacaciones, le producía una muy mala espina.

Vio a Mimi obedecerle y sentarse en el sofá, quitándose los zapatos con tacones finos y estirar sus pequeños pies con la clara satisfacción en su rostro. La nívea piel de la castaña invitaba a ser observada, pero entonces, su mirada se encontró con la de la mujer y sintió que algo no estaba bien allí.

─Hiro-chan me habló de tus dotes en la cocina ─Dijo mientras cruzaba las piernas y se recostaba mejor en el sofá─. ¿Por qué no me preparas algo?

─No creo que mi mediocre conocimiento pueda satisfacer tu paladar. ─No lo dijo con doble sentido pero vio un brillo distinto en los orbes castaños de la mujer y eso lo hizo tragar pesado. ¿Por qué se sentía tan intimidado?

─Oh, vamos. Podrías sorprenderte ─Le guiñó el ojo y Yamato sólo pudo voltearse para caminar hacia la cocina. Cuando ella hablaba, el cerebro de Yamato sólo podía encender una alarma diciendo "PELIGRO".

Yamato abrió la heladera y buscó algo con lo que podía preparar, aunque en realidad no estaba procesando bien pues su única función en ese momento era gastar tiempo y dejar que la frescura de la heladera bajara el calor de su rostro.

Maldita mujer y sus brujerías extrañas.

Levantó la mirada por encima de la puerta del electrodoméstico y la vio sacándose selfies. Le tranquilizaba que su atención fuese puesta en otra cosa que no sea él. Cerró la heladera sin nada, diciéndose que haría el suficiente tiempo hasta que su padre llegara.

─Típico departamento de hombres ─La voz de Mimi lo hizo pegar un respingo y al volverse a mirarla, la vio acercándose hacia él─, no tienen mucho que ofrecer a una mujer, ¿o sí?

─Yo no vivo aquí, pero en términos generales, mi padre no es buen anfirión ─Respondió Yamato.

─Pues heredaste gran parte de eso, Yama-kun ─Aguijoneó divertida, consiguiendo molestarlo─. Hiro-chan me habló tanto de ti que ya no veía la hora de conocerte ─Dijo pasando de él y abrir de vuelta la heladera con total familiaridad─. Me dijo que tocabas en una banda y que cantas muy bien.

─Oh, te dijo eso ─Yamato comenzó a maldecir a su padre por hablar tanto con una extraña.

─Sí, además de que tocabas su viejo bajo ─Lo miró por encima del hombro─. Alguna vez deberíamos de cantar juntos, ¿no lo crees? ─Y antes de recibir su respuesta, se agachó para buscar por los compartimientos inferiores de la heladera, permitiéndole a Yamato una lectura idónea de sus encantos posteriores.

Yamato apartó la mirada enseguida y se peinó el cabello con nerviosismo. No era correcto estarle observando de esa manera, por más hermosa que sea y por más propicia que pueda ser su edad con respecto al suyo, ella era imposible. Malditamente imposible.

La puerta del departamento se abrió y Yamato sintió un alivio divino al ver a su padre cruzando el umbral. No se dio cuenta si exhaló un suspiro pero estaba claro que su cuerpo expresó su felicidad al relajarse.

─Lamento la tardanza ─Fue lo primero que dijo Hiroaki y su sonrisa pasó de su hijo a la castaña que cerraba la heladera para avanzar hacia él.

─¡Hiro-chan! ─La mujer saltó por su padre y besó sus labios con dulzura. La diferencia de estaturas en ambos era notoria pero ella se las apañaba para hacerlo descender a su altura jalando de su corbata.

Yamato parpadeó ante tal escena. ¡¿Desde cuándo su padre correspondía demostraciones de cariño frente alguien?! El rubio apartó la mirada, intentando ─inútilmente─ no sentirse incómodo con tal escena.

─Yamato, gracias por buscar a Mimi ─Dijo su padre cuando la mujer se separó de él. Yamato asintió sin mucha gracia.

─Como sea ─Respondió.

─Oh, Yama-kun está celoso ─Dice Mimi con diversión aumentando el sonrojo en Yamato─. Tranquilo, cariño, tu padre te ama y no te reemplazará.

─¡Yo no pensé eso! ─Se excusó, rojo de vergüenza. Ella echó a reír y Hiroaki sólo podía rascarse la nuca.

─¿Por qué mejor vemos qué cenar? ─Pregunta Hiroaki dejando su maletín en la sala y tomaba asiento, siendo seguido por Mimi quien tomó asiento junto a él.

─Le dije a Yama que preparara algo, después de todo es un excelente cocinero, ¿no? ─Miró a Yamato y sonrió. Por su parte, Yamato miró a su padre, aguardando por alguna acción a su favor, pero el cansancio estaba plasmado en el rostro del hombre.

─No estaría mal una cena en casa ─Opinó Hiroaki.

Yamato se encogió de hombros rendido. "Piensa en tu padre", se dijo internamente y ya se encontraba buscando qué preparar.


Un platillo sencillo de arroz con cerdo al curry y vino fue el menú para esa noche. Mimi comía gustosa halagando la calidad de comida que Yamato había preparado, comentando sobre su trabajo en su restaurante y de lo mucho que debían esforzarse.

Yamato mascaba con parsimonia sin apartar su atención de la pareja sentada frente a él, observando la manera en la que Hiroaki sonreía por lo que decía Mimi o la manera en la que ella jugaba con la mano de su padre. El rubio debía admitir que Hiroaki se notaba distinto cuando estaba con Mimi aunque, en lugar de aliviarle aquel detalle, sólo causaba más estragos.

Pues no estaba seguro de las intenciones de esa mujer para con su padre. Podía ser una de esas jóvenes que buscan novios mayores de quienes puedan colgarse y utilizarlos. Pensó en lo que su padre le había dicho sobre Mimi y su exitosa carrera como chef, sería algo absurdo suponer que ella lo buscaba por una conveniencia económica siendo que ella podría ganar tan bien como ambos.

Quizá sólo juega con él, siguió pensando. Podría ser de las mujeres que juegan con los hombres a cambio de experiencias distintas. Mimi tenía apariencia de llevar una vida muy libre. Podría apostar a que se trataba de eso. Curiosidad.

─Permiso ─Dijo Hiroaki al levantarse para dirigirse al baño, dejando a solas a los dos jóvenes.

Mimi siguió halagando su comida, comiendo con ganas de su plato mientras Yamato la escudriñaba con la mirada, intentando llegar al fin del misterio que representaba Mimi Tachikawa en esa casa.

─Dime qué buscas de mi padre ─Soltó entonces Yamato y Mimi no se molestó en dejar de comer para mirarlo.

─¿Qué busco? ─Preguntó.

─No te hagas la tonta, Mimi ─Comenzaba a perder la paciencia con ella─. ¿Por qué razón una chica tan joven se metería con alguien mayor a ella por veinte años?

Mimi sonrió ante su pregunta y eso lo hizo desconfianzar aún más. Ella acercó su mano a la de Yama y volcó un poco su cuerpo hacia él para susurrar.

─Es tan lindo que te preocupes por tu padre, pero Yama… Nadie pidió tu aprobación ─Le guiñó con coquetería, haciéndolo enojar aún más.

─¡Yo…! ─Yamato detuvo sus palabras antes de continuar tras oír la puerta del baño volver abrirse. No quería llamar la atención de su padre, pero la descarada sonrisa triunfal en Mimi se lo estaba poniendo difícil.


Maldita mujer, siguió pensando.

Ya transcurrieron varios días desde su último encuentro con Mimi y cada vez que la encontraba pensaba lo mismo. Se maldecía a sí mismo por haber sido el principal causante de que esa mujer se introdujera en la vida de ambos.

Escuchó el timbre de su departamento y se fijó en la hora. Era sábado de mañana y no recordaba que alguien deba visitarlo ese día. Dejó la limpieza de su dormitorio para encaminarse hacia la sala y ver a través de la mirilla el rostro de Mimi.

Parpadeó sorprendido y volvió a mirar para corroborar que sus ojos no mentían. Abrió la puerta y la sonrisa radiante de Mimi lo recibió.

─¿Qué haces aquí? ─Fue lo primero que preguntó y recibió un mohín por parte de la castaña.

─¡Qué grosero! ─Respondió ella─. ¿No puedo visitar al hijo de mi novio? ─Movió sus pestañas teatralmente, causándole gracia.

─No, realmente no. ─E iba a cerrar la puerta pero ella lo detuvo.

─Hiro-chan tuvo que trabajar y estaba aburrida en su departamento. ─Fue la respuesta de Mimi─. Déjame pasar y te prepararé el almuerzo.

Yamato se preguntó si sería una buena idea dejarla pasar pero ella no aguardó a que su veredicto llegase pues se abrió paso como siempre. El andar de Mimi era el de una diva y sus perdones nunca salían de sus labios. Ella arrasaba sin esfuerzo alguno y comenzaba a comprender por qué su padre terminó tan colado por ella.

Mimi derretía todo lo que tocase.

El ruido de utensilios en su cocina al igual que el corte limpio de verduras y carne llenaron su casa. Yamato la observaba desde el desayunador moviéndose libremente en el pequeño escenario, viéndola maniobrando ágilmente sus manos en la cocina.

─…es por eso que terminé volviendo a Japón ─Explicó Mimi concentrada en mover la sartén con verduras cociéndose en ella─. Entonces, Yama… ─Él la miró con duda─, ¿por qué no me cantas algo mientras cocino?

─No quisiera desconcentrarte ─Fue su respuesta pero ella echó a reír y él no sabía cómo tomar aquello. De hecho, muchas de sus acciones quedaban sin respuesta por su parte.

─Te haces del rogar y comienzas a aburrirme ─Dijo Mimi y le hizo un ademán con el dedo para que se acercara a ella─. Ven y prueba. Necesito tu opinión.

─¿Siendo tú una chef profesional? ─Preguntó y ella sólo insistió más.

Yamato la obedeció a duras penas. Mimi le acercó una cuchara y él metió en su boca la cuchara, encontrándose con los ojos de Mimi. Una corriente eléctrica lo recorrió al sentir la mano de la mujer sobre su brazo y por la forma en la que ella lo miraba, sabía que lo hacía adrede.

─¿Te gusto? ─Preguntó ella sin apartarse, haciéndolo sentir incómodo y terriblemente atraído.

─¿L…La comida? ─Preguntó él y asintió, apartando su mirada a otro punto. La miró de soslayo y leyó una sonrisa en sus labios─. Está bastante buena.

─Me alegra saberlo ─Ella regresa a su labor frente a la sartén y él se aleja un poco, no pudiendo dejar de observarla por detrás─. Yama, ¿podrías acomodarme el cabello? ─Yamato la miró con duda y ella rodó los ojos─. Se me está aflojando la goma y como tengo las manos sucias, podrías ayudarme.

Yamato no se opuso y se encargó de quitarle la goma para después hacer un nudo con su cabello y volverlo a poner en alto. El aroma de Mimi se mezclaba con el de la comida y la vista de su cuello níveo se le antojó afrodisiaco. Quería besarlo y morderlo.

Quería tantas cosas con esa mujer, maldición.

─¿Por qué no pones los platos? ─Preguntó Mimi mirándolo por encima del hombro con unos ojos que no parecían ir acorde a lo que sus labios pronunciaron.

Yamato estaba sucumbiendo a Mimi y la mejor jugada en esos momentos era alejarse. Obedeció a Mimi y puso dos paltos con dos pares de cubiertos. Enseguida, ella sirvió la comida y tomaron asiento frente a frente mientras el vino los respaldaba. Mimi hablaba y Yamato estaba concentrado en sus labios y en sus ojos mientras comía de su plato y bebía de su copa. Ella era una mujer de otras costumbres y profesaba una vida totalmente distinta a la que él o su padre llevaban.

─Me resulta extraño que no estés preguntándome sobre mis intenciones con Hiro-chan ─Dijo ella antes de beberse un sorbo de su copa, sin apartar sus ojos de Yamato.

─Te estudio en silencio ─Respondió y dio otro bocado a su plato. Mimi levantó ambas cejas.

─¿De verdad? ─Se acercó un poco más a Yamato─. Dime lo que piensas entonces.

─Creo que eres un problema. ─No se extrañó en verla sonreír tras oírlo. Ella tomaba como una broma todo aquello y eso dejó de disgustarlo.

─Me sorprende que no te estés encargando del problema. ─La mirada en ambos era intensa y ninguno la apartaba. Estaba claro que había tensión entre ellos.

Y ambos lo disfrutaban.

─Trato de entender tu función aquí ─Respondió.

─Quizá sólo quiera conocerte más.

─Contigo no hay "quizá". ─Yamato se llevó el vino a los labios y se puso de pie, llevándose el plato con él hacia el lavadero─. Pero no creas que confío en ti.

Mimi lo vio marcharse y lo imitó, dejando su plato vacío sobre el suyo. Yamato se volteó a mirarla y encontró que su cercanía no era prudencial. Había una línea que se debía respetar pero ella lo estaba cruzando. Y él tampoco parecía molesto por ello.

─Entonces te recomiendo que no vuelvas a bajar la guardia, cariño ─Susurró, arrinconándole contra el lavabo y poniéndose de puntillas, sus labios rozaron casi los de él─, o me temo que de verdad seré un problema. ─Tras decirlo, la vio relamiéndose los labios y depositar finalmente un beso en la comisura de sus labios.

Húmedo y caliente. Un beso de Mimi donde aún estaba permitido llamarlo accidente. Él quería tantas cosas con esa mujer y estaba a punto de cruzar esa línea que los catalogaba como imposibles hasta que el teléfono de Mimi comenzó a sonar en el bolsillo trasero de los shorts de Mimi.

Ella, sin apartar sus ojos de Yamato, contestó la llamada.

─Oh, Hiro-chan ─Saludó─. ¿Ya estás de regreso? ¡Qué alegría! ─Hizo una pausa para oírlo hablar─. Pues como te comenté, estoy con Yama-chan y almorzamos juntos. Es un encanto, de verdad ─Su sonrisa volvió a ser humedecida por su lengua y él necesitó tragar pesado─. De acuerdo, nos vemos enseguida, cariño.

Mimi colgó la llamada y volvió a guardarse el teléfono en sus bolsillos.

─Fue un placer pasar tiempo de caridad contigo, Yama pero temo que tengo una cita con tu padre en su cama ─Le guiñó un ojo y se encaminó a por su bolso─. Te dejo los platos. Ya luego retomaremos nuestros asuntos ─Y lanzándole un beso coqueto, se retiró de su morada.

Yamato pudo respirar entonces y se sostuvo de su lavabo. Esa mujer era el demonio en persona, no había otra explicación para todo su accionar. Su rostro estaba hirviendo y temió descubrir que su entrepierna, tenía una temperatura casi similar.

Maldita mujer, susurró entre dientes mientras sentía su cuerpo palpitar por atención. Una atención que creía ser capaz de recibir de Mimi si seguía jugando de esa manera.


Notas de la autora:

*La mujer del ferrari es la que, durante Adventure01 se detiene cuando Yamato le pide un aventón xD

Un mimato frustrado pero Mimato al fin xD

Espero que les haya gustado :3

Un abrazo~