Bueno, antes de dejar que lean y sepan como acaba esto (que sí, que se acaba), quiero disculparme por haber esperado casi dos años para actualizar. La verdad es que he tenido un 2018 bastante chungo por asuntos personales, y el comienzo de este año no fue mejor para nada. Todo eso me ha impedido escribir como me hubiese gustado: me han dado bloqueos grandes como una catedral, y a veces simplemente no tenía energías para sentarme y pensar. Son cosas que pasan, lisa y llanamente, y no es agradable ni fácil de transitar.
Honestamente, he leído muchas veces los primeros capítulos y veo mis "subidas y bajadas" en ellos. Es jodido de explicar y supongo que sólo alguien que también se dedique a esto va a entenderme, pero me alegra decir que he mejorado, y me lo he pasado bien con este pequeño proyecto.
Lo que dejo ahora es bueno para mí yo de ahora, y no puedo pedir nada más.
Gracias a los que siguen allí, esperando esto, y gracias también a los que son nuevos y no han pasado todo este proceso directamente conmigo pero aún así, seguro lo leyeron a lo largo de este fanfic.
Ahora sí, los dejo. Espero que nos veamos pronto.


Ugh!

Iwaizumi no sabe exactamente qué es lo que más le indigna ahora mismo; porque pocas veces acumula tanta bilis en tan pocas horas, mucho menos por un descuido propio. Todos los gestos, las explicaciones y demás mierdas que sus amigos le dieron esa mañana apestaban a chamusquina, a que estaban maquinando algo a sus espaldas; y él lo sabía, por supuesto que lo sabía, pero se las dejó pasar como un reverendísimo gilipollas y ahora lo estaba pagando.

—¿Todo está bien?

Ése es Oikawa, la única persona que lo acompaña en ese momento porque ambos, al ser casi vecinos, decidieron ir juntos hasta el lugar donde se suponía iban a esperar a los demás para salir y hacer lo que sea que hagan los amigos como ellos, que son más pullas y humillaciones a mansalva que cualquier otra cosa.
Hajime está atando cabos a una velocidad de miedo y la cosa le gusta cada vez menos.

—Todo bien... no. En realidad no sé.

Está leyendo y releyendo el LINE que descansa en la pantalla de su móvil como si escondiera algo, como si no fuese un mensaje simple de siete palabras hecho a quemarropa.

"Hey, nadie va a ir. Están solos".

"Están solos". Mobi le acaba de decir sin pelos en la lengua que nadie más va a aparecer por el lugar, y a Iwaizumi le toma un segundo y medio entender las implicancias de aquello o lo jodido que está: se acaba de quedar a solas con Oikawa en un momento sensible, en el que cualquier cosa que diga o haga puede hacer pedazos su amistad para siempre y la simple idea le da pánico.

—Ya. No sabes. ¿Y eso qué se supone que quiere decir exactamente?

Hajime comprende que su mejor amigo se empiece a impacientar llegados a éste punto, la verdad, así decide que lo mejor es confesar.

—Nadie va a venir.

Baja la mirada cuando escucha que le ha llegado un nuevo mensaje, y lo que lee no le deshace el nudo en la boca del estómago sino que lo pone aún peor (considerando que eso sea posible).

"¿Iwaizumi? No la vayas a cagar. Colaboramos todos para que puedan tener un momento a solas, úsalo sabiamente".

—Pues bien —pausa. Se pasa la lengua por los labios —... me voy a casa.

La respuesta seca e incisiva de Oikawa le descoloca completamente, tanto que casi se desnuca al levantar la cabeza.

—¿Te vas?

Momento.

—Me voy, sí.

Por qué.

—No puedes.

Hajime se obliga a cerrar la boca porque ahora no sólo está indignado, sino que además está enojado, mucho. El imbécil de Oikawa ya ni siquiera se molesta en disimular que no está cómodo a su lado y como si eso fuera poco, lo está haciendo pasar por el malo de la película. Toma ya, con dos cojones. Como si la culpa fuera completamente suya. Como si no estuviesen los dos pasándola como el culo.

—No me puedes hacer ésto, Oikawa.

Agrega.

No me puedes hacer ésto cuando el que montó este jaleo has sido tú. Y por una chica, por una chica que se ha pasado un poco, apenas un poco siendo amable conmigo.

—¿Hacer qué?
—¿Me lo estás preguntando de verdad, Oikawa?

Ya deja de intentar poner tus mierdas en los demás como si no fuesen tuyas también.

—Tú comenzaste ésto. Tú dijiste que yo te gustaba o como carajos sea, y yo respondí que no. Te quiero, pero no me gustas.

O no me gustabas, o quizás siempre me gustaste pero nunca supe poner un nombre a esto hasta ahora.

—Lo entendí cuando lo dijiste entonces, ¿eh? Pero agradezco el memo, me viene de maravillas.
—No es un memo, subnormal, es que me vas a matar del disgusto.

Hajime se pasa las manos por el pelo, exasperado, y se adueña de una de las muñecas de su mejor amigo para poder bajar la voz al volver a hablar.

—Ya deja de parecer ofendido cuando la culpa no es mía, capullo de los cojones. La única persona que DEBERÍA estar ofendida aquí soy yo, y aún así no lo estoy.

Le deja libre, porque Oikawa ha bajado la mirada y eso quiere decir que le ha entendido, o que la idea le ha llegado, al menos.

—Un paso más que des en dirección a la estación y juro que te mato, así, sin más. Vamos a pasar el día juntos, solos, y va a ser bueno. Para los dos. Camina.

Los ojos de Oikawa están de nuevo encima suyo antes de que pueda darse cuenta.

—Iwa-chan, cómo puedes ser tan incivilizado, de verdad. Así no es como le hablas a tus amigos... o a las personas que se te han confesado... o a nadie, en líneas generales.

Iwaizumi siente el preciso momento en que la vena de su frente se hincha, y las ganas de dar a Oikawa un puñetazo casi se adueñan de su raciocinio completamente. Hace cinco minutos, cinco putos minutos, se estaba lamentando porque tenía que estar a solas con él.

CINCO
MINUTOS.

Y ahora le sale con éste "no le hablas así a las personas que se te han confesado, Iwa-chan, incivilizado", como si hablara del clima. Como si nada de esto fuese un gran problema. Es que no lo comprende, no lo comprende en lo absoluto y que sea él quien lo diga es grave. Mucho, por decir lo menos.
Oikawa debe ser bipolar, o algo. Hajime no ha leído mucho de psicología pero está seguro de que esta es una señal evidente de que se le han ido a tomar por culo un par de neuronas o que se le está suicidando la psiquis en masa.

—Te voy a matar de cualquier modo, lo acabo de decidir.
—Tú quisiste esto, Iwa-chan. Me dijiste que me haga cargo de las cosas que digo, predica con el ejemplo.
—Ya, sí, cómo sea. Mejor camina, boca cerrada.

Ahora que lo piensa, Mobi se la ha jugado bien; porque de no ser por ese estúpido mensaje, ese "no la vayas a cagar, Iwaizumi, usa el momento sabiamente" que le mandó por LINE, y que le está comiendo la cabeza desde que lo leyó, Hajime es quien se hubiera ido por donde vino.

—Va a ser más jodido de lo que pensé.


You are so beautiful
yet so unaware of it

Tener que ocupar un día entero para hacer de cupido cuando su propia vida amorosa no va a ningún lado es bastante... ridículo. Yuki está seguro de que debes ser capaz de solucionar tus propios problemas antes de intentar ayudar a los demás, jura que lo ha leído en una de esas páginas de internet que Mobi suele frecuentar cuando le da la vena reflexiva. Pero aún así ahí está, usando unos pantalones de jean, una camisa, y un gorro de lana en la cabeza para disimular que no ha podido peinarse esa mañana, acompañado de una chica que no quiere salir con él. Estupendo, de verdad. Iwaizumi le debe un riñón, mínimo.

—Va a ser rápido, ya vas a ver... woah, Issei subió un nuevo headcanon iwaoiiwa.
—¿Y qué dice?

La escocesa presiona suavemente sus labios pintados de carmín, y deja el teléfono en el bolsillo de su falda.

—Nada que puedas decir delante de tus padres.

Las facciones del japonés se fruncen como si hubiese chupado un limón. Le toma un par de segundos organizar lo que quiere decir sin sonar ofensivo. Lo consigue a medias.

—Eso es asqueroso.
—Pues peores cosas he leído yo en Ao3.
—¿Y eso qué es?

Sheena parece ahogarse con su propia saliva cuando escucha la pregunta, y niega suavemente con la cabeza.

—Tenemos que movernos.
—Hey, soy consciente de que me estás evadiendo, ¿sabes?

La escocesa no responde. En vez de eso se pone de pie rápidamente, y los ojos de Yuki la observan casi inconscientemente. Está usando una falda plagada de rosas y una camisola sin mangas negra, unas medias que dejan ver ligeramente la piel debajo, y unas botas del mismo color que lucen elegantes pero cómodas. Está guapa, con el cabello plagado de ondas que llegan hasta su espalda, y él quiere decírselo.

Hey, sé que no viene a cuento porque estamos hablando de Iwa y Oikawa y de lo mucho que apestan expresando lo que sienten, pero te ves preciosa.

La cosa es que no puede. No puede poner sus pensamientos en palabras porque lo dicho por Sheena en su casa la noche pasada se lo impide.

No lo hagas.

Baja la mirada como si acabara de hacer algo malo.

Sé que te gusto, pero no lo hagas.

—Están alejándose. Tenemos que irnos... ¿Yuki?

Levanta la cabeza una vez más y sonríe, intentando disculparse.

—Lo siento, ¿qué dijiste?
—¿Estás bien?
—Uhm... sí. Por supuesto, sí.

Responde. Entonces se pone de pie él también y levanta su mochila, que yacía colgada del respaldo de su silla.

—Vamos, tenemos que seguir a los tontos para que no la líen.
—Lo sé. Pero me preocupa que estés tan disperso.

Sheena apenas puede disimular su preocupación (Yuki sospecha que ni siquiera es muy buena en ello), así que vuelve a sonreír para liberar algo de tensión.

—Todo bien.

Zanja, comenzando a seguir al dúo del Seijoh.


If home is where the heart is
then we're all just fucked

—¡Iwa-chan, Iwa-chan!

Iwaizumi arruga el ceño casi por defecto cuando escucha el infantil apodo que Oikawa le puso cuando eran niños romper el silencio.

—¡Mira ese alien de felpa! ¿Lo puedes sacar para mí, Iwa-chan? Por favor, por favor, por favoooor.

Lo sabía. Es que lo sabía.

—Esas máquinas están amañadas, Oikawa, nunca voy a poder ganar.
—Pero Iwa-chan es Iwa-chan —resuelve Oikawa, como si eso lo explicara absolutamente todo —, y si alguien puede sacar ese muñeco para mí, ése eres tú.

Hajime, en respuesta, pone los ojos en blanco. Hay algo en las palabras de Oikawa que lo hace sentir poderoso e invensible, y por una milésima de segundo realmente considera que puede. Sacar ese peluche cabezón para su mejor amigo, realmente piensa que él, de todas las personas, puede.
Se arremanga la chamarra que lleva puesta y revisa sus bolsillos en busca de una moneda.

—¿Lo vas a intentar ahora?

Pregunta Oikawa con incredulidad. Iwaizumi lo mira con el ceño arrugado.

—¿Vas a querer esa cosa horrenda o no? Porque si es no, me voy.

La máquinas para sacar muñecos y peluches son populares en Japón (aunque Iwaizumi está convencido de que lo son en todos lados), y en Miyagi suelen estar justo a la salida de los salones de juegos. Apesta, de algún modo, porque hace que se sienta como un prepuber de nuevo y él está empecinado en nunca regresar a esa época, más que nada porque ha sido oscura y jodida para Oikawa.

—¡Por supuesto que lo quiero!
—Entonces cierra la puta boca y deja que lo intente.

Hajime coloca la moneda en la ranura correspondiente y espera. Está mirando el muñeco como si pudiera agujerear su enorme frente sólo con eso, y está seguro de que lo sacará si se enfoca lo bastante en la meta. La idea se le va al caño cuando la garra toma uno de los brazos del muñeco y este se le escurre como agua.

—Pues nada —Iwaizumi se pasa la lengua por los labios. Está aguantándose una rabieta de chiquillo de cinco años —. Este juego es estúpido.

A pesar de sus palabras, ya está buscando una moneda nueva en sus bolsillos. Iwaizumi no va a dejar que la máquina (que encima está amañada, lo dijo) le gane, y le encantaría decir que es por defender lo que queda de su magullado ego, pero en realidad es por Oikawa, por esos ojos suplicantes y las palabras que aún no dejan de resonar en su cabeza.

Si alguien puede hacer esto para mí, ese eres tú, Iwa-chan.

Iwaizumi está convencido de que los locos empiezan así, con cosas tontas como ganar un muñeco de felpa porque alguien especial te lo ha pedido, y acaban asesinando en masa a un montón de gente exactamente por la misma razón. Espera que su mejor amigo nunca le pida que saquee un banco o algo parecido, porque está seguro de que pasará lo que le queda de vida en una celda oscura.

—Iwa-chan, está bien si no puedes con ello, ¿sabes? No me voy a molestar.
—¡No! —Hajime se acomoda las mangas ya arremangadas y arruga el ceño —. ¡No está bien!
—¿Iwa-chan?
—Voy a conseguir ese alien.

Hajime coloca una vez más una moneda en la ranura e inhala profundo.

Yo quiero que estar conmigo te haga feliz.

Sheena, que yace mirando la escena a una distancia prudente, saca un dulce de la bolsa que su compañero ha comprado en uno de esos puestos callejeros y se lo lleva a la boca. Sabe como a cereza de fantasía.

—¿Tú piensas que realmente va a sacar un muñeco?
—Uhm... no —dice. Ahora es él el que husmea las golosinas —. Le doy dos intentos más antes de que empiece a patear la chapa y alguien los eche.

Las musicales carcajadas que le secundan le hacen sonreír suavemente.

—Sabes que no podemos dejar que eso pase, ¿no? Hemos venido precisamente para impedir esa clase de... inconvenientes.

Sheena apoya su cabeza suavemente sobre el hombro de su opuesto. La simple acción provoca un suave sonrojo en sus mejillas.
Todavía le cuesta hallar las palabras adecuadas en japonés, entonces.

—Lo sé. Iwaizumi me debe como —se pone a contar con los dedos de su mano libre, pero desiste rápidamente —... muchos favores.
—¿Tantos?
—Bueno, supongo que no esos muchos.

Sheena sonríe, porque de algún modo imagina lo que va a decir y es dulce, incluso antes de que las palabras abandonen sus labios.

—Porque no estoy solo, así que en el fondo no es tan malo.


All I can think of
is the way I'm the one who charmed
the one who gave up on you

Hajime no está seguro de cuantas veces lo intenta, mucho menos de cuantas monedas gasta, pero para cuando su bolsillo se siente liviano, lo que yace en sus manos es un peluche bastante bien logrado de Pikachu, no un alien.

—Bueno —Oikawa está mirando el juguete en sus manos, y Hajime sabe que está aguantando las ganas de romper a reír como un desquiciado —... para ser justos, los Pokémon son algo así como aliens si nos ponemos en plan, realistas.
—Ya, sí, super cómico.
—Hiperrealistas.
—Te lo digo de nuevo porque parece que no lo pillas: ni puta gracia.

Iwaizumi está mirando el muñeco casi con enojo; y es estúpido, poco coherente, porque ha fallado por un pelo, y Oikawa ni siquiera parece sentirse muy mal por ello.

Pero yo te di mi palabra.
Yo quiero que estar conmigo te haga feliz.

—¿Iwa-chan?
—Lo siento.
—¿Por el peluche? Venga, Iwa-chan, no es —Oikawa baja la mirada hasta dar con el dichoso objeto —... me gusta, ¿sabes? ¿Todavía vas a dármelo?

La mirada de Iwaizumi pasa de sus manos a la cara de su mejor amigo, y acaba extendiendo el dichoso Pikachu en su dirección.

—Por supuesto, a mí ni siquiera me gusta.

Hajime siente las mejillas calientes cuando Oikawa sujeta el muñeco y su mirada se vuelve blanda, inmensamente afectuosa. Y es como si, por un momento, la felicidad del mundo entero se condensara en un simple gesto, como si toda cupiese en sus ojos.


I want to scream "I love you" from the top of my lungs
but I'm afraid that someone else will hear me

—Te lo juro, no sé a qué hemos venido.

Sheena arquea una ceja ante el dicho. Está jugando a la 3DS, porque se ha salido con la suya y ha venido con ella hasta aquí, en lo que Yuki le pasa un informe breve a Mobi de lo que está sucediendo por LINE.

—¿Qué se supone que quieres decir con eso, uhm? —pregunta. Pausa el videojuego y lo apoya en la mesa, inclinándose un poco hacia adelante para prestar atención a su compañero —. No offens, but your pokemon team sucks.
—¿Acabas de decir que mi equipo pokémon apesta justo ahora, cuando estoy intentando expresar un pensamiento profundo?

La escocesa se muerde el labio para no comenzar a reír ahí mismo. Está segura de que eso sólo lo pondrá peor.

—Lo siento, es verdad, sigue.
—Pues eso, que no sé a que hemos venido —con una mano vaga, señala Iwaizumi y compañía —. ¿Tú los estás viendo? Oikawa le está mirando como si fuese la segunda venida de Jesús y honestamente, Iwa debe estar CIEGO para no darse cuenta.
—En realidad, pienso que lo sabe.

Sheena recupera la consola y saca la pausa, haciendo que su Quilava le termine de dar una paliza al Ivysaur de Yuki.

—¿Lo sabe? ¿Sabe qué, que Oikawa está colado hasta las cejas? Por supuesto que lo sabe, se lo dijo.
—No hablo de eso. Bueno, sí, pero no así —desliza el juego hacia él y se apoya en el respaldo de su silla —. Lo que quiero decir es que Hajime es consciente, no de lo que Oikawa siente, sino de lo que él siente. Me parece que eso le asusta, o no le gusta, no lo sé.

Su compañero simplemente le mira, la música del juego creando una ambientación demasiado cómica para la conversación que están teniendo.

—Entonces, ¿el que complica las cosas no —momento, qué —... no es Oikawa, sino Iwa? ¿Iwaizumi?
—Hajime, sí. Eso es lo que parece, al menos.
—Bien, eso cambia considerablemente las cosas.

Lo siguiente que escucha, es como los PV de su pokémon descienden hasta cero.


I don't want to be a footnote
in someone else's happiness

Iwaizumi está seguro de que se lo está imaginando.
Agudiza la mirada, porque el enclenque de cabello dorado que está sentado en una de las mesas de un café repipi no puede ser quien él está pensando.

—Ese desgraciado.

Oikawa se asomó por encima de su hombro al oír su pequeña maldición.

—¿Qué es, Iwa-chan? —sus ojos siguen la misma dirección —. Ese no es Yuki y... ¿¡Sheena!?
—Silencio, imbécil —le regaña, colocando una de sus pesadas manos encima de su boca —. Es obvio que es ella, ¿dónde has visto tú una japonesa con esos tirabuzones en el pelo?
—Nora tenía ondas así que supongo que-vale, ya me callo. ¿Cómo pasó exactamente?
—Pues... me dijo que estaba interesado, es ella la que no parecía... bueno, interesada. Es como si me estuviese perdiendo de algo; tuvimos esa conversación anoche, no ha pasado tanto.
—Es obvio que algo está mal, quiero decir —entonces, señala a la escena con aire ridículamente ofendido —, ni siquiera a mí me ha dicho que sí, claramente algo está mal.
—Tú sí que eres asqueroso.
—Eso es grosero, Iwa-chan.

Hajime se pone de pie sin más, y comienza a caminar hacia sus dos amigos. Oikawa se cuelga de su espalda un segundo después y lo obliga a parar.

—Iwa-chan, no, piensa en lo que vas a decir antes.
—Vamos a ir a saludar. Y ya que están aquí, bien puedo hacer que ese capullo pase algunos calores como pago por dejarme solo en esto.
—Estoy seguro de que ya lo he mencionado, pero debes hacer algo con todo ese enojo contenido. Te sacará arrugas tempranas en la frente, y ni hablar de las patas de gallo alrededor de los ojos.

Hajime le dedica una dura mirada (que supone que habla por él porque Oikawa se calla nuevamente después de eso), y acaba con la distancia que los separa de la pareja en dos zancadas.

—Hey, desgraciado. ¿Te lo estás pasando bien? —pregunta. La cara de Yuki se deforma con pánico absoluto al oír su voz, e Iwaizumi casi se siente conforme con eso. Casi.
—Pero si es Sheena-chan. ¿Qué hacen los dos aquí solos?
—Yuki me estaba enseñando los alrededores.
—Y no podías hacer eso con Oikawa y conmigo aquí, ¿eh, capullo?
—Pues... no. No podía. Es... ¿largo de explicar...?

Sheena se pone de pie, sus dos manos golpeando la mesa para conseguir la atención.

—¿Quieres la verdad, Hajime?

Yuki niega con la cabeza lo más disimuladamente que puede, porque está seguro de que su amigo pedirá su cabeza en una pica si se entera de lo que están haciendo.
Aún así, Iwaizumi parece dudar un momento.

—Bien... escupe.
—Yuki me pidió que saliera con él hoy y dije que sí.
—¿Hah?
—Eso, duh —ella se cruza de brazos —. Y nos estás interrumpiendo, Hajime, eso es grosero.
—Por qué suenas como Oikawa-un momento —Iwaizumi redirige su atención a Yuki, que parece estar intentando fusionar su cara con la 3DS —, ¿cuándo se lo pediste? Teníamos planeada una salida todos juntos.
—Ahm... ¿esta mañana?
—¿Me lo estás preguntando, imbécil?
—¡No puedo creer que Yuki vaya a sentar cabeza antes que el gran Oikawa-san!
—¡Cállate la boca, por un demonio!

Iwaizumi inspira hondo en un vano intento por relajarse. No funciona.

—¿Por qué no me lo dijiste? Estoy completamente de tu lado, lo sabes, no hubiera hecho ningún escándalo.
—Pues estás montando uno ahora mismo. Y las cosas estaban bastante mal con... ya sabes. Supuse que era sumar un problema innecesario.

Hajime no precisa que Yuki mire a Oikawa de reojo para saber de qué (o de quién, mejor dicho) está hablando, pero él lo hace de todos modos.

—Lo siento, supongo —Iwaizumi se lleva las manos a la cara, y deja escapar algo parecido a un gemido —. En realidad, ni siquiera sé por qué me estoy disculpando.
—Ha-ji-me.

Cuando escucha su nombre de pila dicho con ese acento marcado que hace a Sheena inconfundible, levanta la mirada y espera en silencio.

—¿Me acompañas al konbini que hay en la esquina? Mi japonés no es tan bueno y me da algo de miedo ir a hacer compras sola.
—Seguro —responde y se pone de pie. Antes de moverse, le da un toque a Oikawa en la cabeza —. Acompañaré a Sheena al konbini, quédate aquí con Yuki, ¿bien?
—Tengan cuidado, Iwa-chan.

No es hasta que se alejan algunos pasos que Iwaizumi habla nuevamente.

—Tu japonés es lo bastante bueno, ¿por qué mientes?
—A veces se me olvida que eres alguien muy listo, Hajime.
—Entonces tengo razón —dice. Le cede el paso cuando llegan al negocio —, ¿qué es en realidad, huh?
—Tú —ella avanza y le agradece en escocés.
—¿Yo?

Sheena toma un canasto (a pesar de que Iwaizumi no está seguro de que realmente vaya a comprar algo) y él la sigue.

—Tú, sí.

Iwaizumi decide entonces que lo que sea que Sheena tenga para decir no puede ser bueno.

—Yo... ¿hice algo malo?

Pregunta. Hajime no es exactamente bueno hablando con chicas (o hablando en líneas generales, la comunicación simplemente no es lo suyo), es por eso que en el equipo de volley de Aobajousai no hay ni una sola manager. Bueno, por eso y por el "encanto" desmedido de Oikawa, pero dos cosas malas no hacen una buena.
Teniendo eso en cuenta, Iwaizumi se halla a sí mismo repasando en su cabeza todas sus interacciones con Sheena, buscando si se ha sobrepasado con ella en algún punto. La única escena que encaja y que se le viene a la mente ahora mismo, es la de esta mañana.

—Uhm... si es porque te aupé sin permiso esta mañana, me disculpo. No fue-
—What are you-no, no.

Sheena parece precisar un segundo para volver a funcionar en japonés. A Hajime le parece cómico.

—Nada de eso, Hajime, no has hecho nada malo. No es... algo relacionado conmigo, ¿vale? Es Tooru.
—To... Tooru. ¿Oikawa?

Oikawa.
Qué.
Por qué.

—Sí. Y no te vayas a molestar pero la verdad es que los hemos estado observando desde que llegaron.
—Esto ha sido idea de Mobi y Yuki, ¿no? Esos gilipollas...
—Ha sido idea de ellos... y de Issei y Takahiro. También mía, pero mira, no es el punto.
—¿Están todos involucrados en esto?

Interrumpe Hajime. Sheena duda antes de asentir, como disculpándose.

—Sí. ¿Lo que le dije antes? Bueno, no es así. Yuki seguro... mira, hablaremos de ello luego, pero Hajime —la escocesa se para en seco y toma algunos panes de leche de la repisa. Iwaizumi no sabe si son para Oikawa o el desgraciado ya le ha pegado una de sus manías —, él te gusta. Estás absolutamente colado por Tooru, ¿qué es lo que no te deja... hacer lo que sientes?

Iwaizumi sabe que él se lo dijo, que le gusta Oikawa. Recuerda vagamente haber tenido esa conversación en la cocina de Yuki apenas se levantaron, después de que la cargó hasta allí y Oikawa le dijera que eso era denunciable. Joder, la verdad le gustaría olvidar eso, pero el punto es que no debería estar sorprendido de que ella pregunte y aún así lo está, y se averguenza un poco de la respuesta que se agolpa en su garganta, luchando por salir.

—Yo... soy su mejor amigo, ¿sabes?

Responde. Toma algunos chips salados (esos que Mizoguchi no les deja comer pero que comen de todos modos), y los echa en el canasto con tal de ocuparse en algo que no sean los profundos ojos chocolate inquisidores de Sheena. En eso, se parece bastante a Oikawa.

—Lo sé. ¿Y qué con eso?
—Y que yo no... no le puedo hacer eso.

Sheena parece no comprender, luce tan descolocada que Iwaizumi se obliga a avanzar en su dirección cuando casi parece que va a dejar caer la canasta al suelo.

—Ten cuidado.
—¿Qué quieres decir, Hajime?

Iwaizumi toma las compras y suspira un poco.

—Eso. Yo... siento que enamorarme de Oikawa me hace un mal amigo o algo así, ¿sabes? Es como si... le hubiese fallado. Mi papel es estar a su lado, apoyar a Oikawa tome la decisión que tome.
—No veo por qué eso está mal, honestamente.

Responde ella, y comienza a caminar nuevamente buscando con la mirada el pasillo de cuidado femenino. Hajime le sigue en silencio.

—Está mal, Sheena. Quiero decir, ahora no pasa absolutamente nada porque soy yo. Yo le gusto y él también me gusta, todos estamos contentos. Pero, ¿qué pasa si dejo de ser yo?
—Uhm... no te estoy siguiendo.

Iwaizumi se pasa una mano por la cara, como si hablar del asunto le exasperara.
Sheena elige un desodorante de envase rosado y avanza al pasillo de las golosinas.

—No sé si podré apoyar a Oikawa entonces, y no puedo decir que sí sabiendo eso.

La escocesa da un paso adelante, vacilante, porque no conoce a Iwaizumi como el resto de sus amigos y no sabe si está bien que ella, de todas las personas, tenga esta conversación con él. Pero aquí está, y supone que sería bueno que al menos dijese algo, cualquier cosa.

—Hajime, eres humano. Y no pretendo que suene como si pensara que eres tonto, pero es... es esperable, ¿sabes? Que ver a quien amas con alguien más duela. Es esperable. Tú no le has fallado a Tooru por eso, y no eres un peor amigo por pensar que sería jodido...

Coloca un chocolate grande relleno con crema y galleta en el canasto, porque supone que a todos les espera una noche bastante larga cuando esta conversación acabe. Para bien o para mal.

—Lo que quiero decir es que la mayoría de las personas ni siquiera se lo plantean.
—¿No se plantean qué? ¿Y planeas alimentar a un pelotón o...?

Sheena hincha ligeramente las mejillas a modo de protesta.

—Es para ustedes —dice, y regresa sus ojos al exhibidor —. Y hablo de los daños. Lo mucho que puede afectar a alguien más, ¿comprendes? Todos siempre piensan cosas como "qué va a pasar (conmigo) si no siente lo mismo", o "no voy a poder aguantar el golpe si decide que ya no quiere verme".

Hajime se queda en silencio, y ella toma eso como una señal para seguir.

—Te lo aseguro, Hajime. Pensar en el bienestar de alguien más antes que en el propio, eso es lo que te hace un buen hombre. Y hasta los buenos hombres pueden ser un poco egoístas a veces.
—¿Sheena?
—Sé egoísta, ¿quieres? por una vez. Tú jamás harías daño a Tooru, así que no puede ser tan malo.

Iwaizumi piensa, entonces, que lo mejor quizás es escuchar lo que le dicen y no preguntar. Al menos no por ahora.

—Es muy obvio que hay algo de lo que no quiero hablar, ¿eh?

Comenta ella, y Hajime simplemente se lleva una mano a la nuca.

—Bueno... sí, un poco.
—Yuki también se dio cuenta... le dije que no podía...

Sheena va perdiendo fuelle al hablar hasta quedarse en silencio. Iwaizumi ve como se lleva los talones de las manos a los ojos, y no precisa que ella acabe lo que estaba diciendo para entender adónde quiere llegar. Ha conversado esto con su amigo, así que está bastante bien ubicado.

—Sabes que él no te culpa por eso, ¿no?
—Lo sé —suspira ella —... lo sé. Por eso quiero que hables con tu estúpido mejor amigo, porque se merecen mutuamente y no hay nada que les suejete la espina y les impida avanzar.
—En realidad...
—Pueden hacer frente a esas cosas juntos, Hajime. Incluso si tu familia es gilipollas, o la familia de Tooru es gilipollas, o ambas lo son. No van a elegir nunca tu felicidad por encima de sus estándares idiotas, da igual con quién salgas. Pero al menos así estarás para él, y es lo único que Tooru quiere.

Iwaizumi bufa, posando los ojos en el techo. Es brillante, y la luz le enceguece un poco.

—Comienzo a odiar que tengas razón.
—Te acostumbrarás.

Responde ella. Iwaizumi la escucha suspirar, es tan ligero que casi se le escapa, pero allí está.

—Yo no puedo hacer lo mismo que tú, ¿sabes? Yo... Yuki es grandioso, ¿sabes? Realmente grandioso. Es lindo, atento, considerado y... él me escucha. Escucha cuando digo que no, o que algo no me gusta, o que no me siento lista. Y no sólo es eso, es... él está bien con ello. No monta escenas, ni me presiona y... yo no puedo dar un paso porque estoy acojonada. Por eso quiero que tú lo hagas.
—¿Te puedo dar yo un consejo ahora?

Pregunta Iwaizumi. Sheena le mira en silencio, y por un momento piensa que se va a romper pero ella simplemente sonríe y asiente.

—Díselo. Yo... conozco a ese imbécil desde que empecé la escuela y si alguien te va a dar una mano para salir del pozo, sea cual sea ese pozo, ese es Yuki. No hay nadie más comprensivo y amable que él, incluso si a veces parece un poco tonto e ingenuo, te hará reír cuando parezca imposible y estará a tu lado cuando nadie más esté. Además... también va a ser bueno para él. Lo sabrás cuando te hable de ello, sólo... escucha con atención y no huyas, porque Yuki tampoco lo hará.

La escocesa hace un puchero cómico (de esos que la gente hace para no sollozar) y se aferra a su cintura con un brazo, porque es más baja y es el único lugar decente que puede alcanzar sin tener que estar en puntas de pie, y Hajime simplemente no puede negar el gesto.

—Hey... gracias.
—Para qué son los amigos, lad —responde ella, medio escondida en su pecho —... y gracias, también.

A lo lejos, un conjunto de voces familiares llama su atención y los obliga a separarse.

—Estabamos super preocupados porque no regresaban y mira.

Tooru parece indignado, y Yuki simplemente se encoge de hombros.

—Ahí vamos, va a hacer un escándalo por nada.

Iwaizumi pone los ojos en blanco y Sheena levanta a medias una de sus manos.
Es como si el ambiente de hace un momento se hubiese evaporado en el aire, y ambos lo agradecen en silencio.

—Awrite!*
—¡Iwa-chan, me está maldiciendo!
—Es un saludo, payaso. Hasta yo sé eso después de ir a la escuela con ella todos los días durante semanas.

Sheena se ríe suavemente ante la escena, toma la canasta que Hajime ha estado cargando por ella, y se acerca a Yuki.

—¿Me acompañas a pagar las compras?
—Uh... pensaba que Iwa estaba haciendo eso...
—No, ya no.

Sheena sonríe a Iwaizumi, y empuja suavemente a Yuki hasta que ambos desaparecen al doblar una esquina. Las góndolas están llenas de cajitas con diferentes tipos de té, y Yuki ya está eligiendo uno para llevar a pesar de que su compañera no deja que vea bien nada de lo que está en exhibición.

—Hey, pensaba que no querías que yo...

Ni siquiera es capaz de acabar lo que ha empezado a decir, porque en un momento Sheena está a sus espaldas empujando para que camine y al siguiente está justo frente a él, ojos cerrados y labios rosas que presionan los suyos al silencio. Espera que su cara no esté tan colorada como la siente, y que Sheena no se dé cuenta de que se ha hecho pequeño de repente, que no comprende lo que sucede o qué ha provocado este cambio en ella. Porque él nunca ha sido especial, porque es el sexagésimo dígito en un gráfico de ochenta cifras y hay muchísimas personas delante suyo, mejores y más guapas, con personalidades agraciadas que funcionan como imánes, que son capaces de conseguir por mano propia todas las cosas que siempre se la ha dicho que no podía tener.

Venga ya, quién va a querer salir con alguien como tú, ¿eh? Estás más escualido que la mayoría de las niñas del salón.

Cuando ella se aleja un paso y lo mira, sonrojada y en silencio, Yuki no sabe qué decir.

—Yo... ¿qué ha sido...?
—Me equivoqué.

Interrumpe Sheena. Eso solo parece añadir más confusión a la maraña de pansamientos que ya es la cabeza de Yuki.

—¿Qué?

Dice una vez más, porque no se considera capaz de pronunciar nada más.

—Hay... hay algo que quiero que sepas. Lo he pensado mucho hoy, y me he dado cuenta de que no voy a llegar a ningún lado si sigo dejando que lo que pasó me... me impida avanzar, ¿sabes?

Yuki deja salir todo el aire que ha estado reteniendo en sus pulmones. La acción es casi dolorosa y no, no lo sabe.

—Yo... ¿vale...?
—¿Estarás libre el resto del día? Cuando todo esto acabe, podemos conversar y... no sé, poner las cosas en contexto. Me gustaría que decidieras si te gusto o no cuando sepas... cuando sepas que pasó con mi ex novio. La razón por la que vine a Japón.
—Ahm... sí, sí... si estás bien con ello, yo también.

Entonces, en medio de aquel silencio incómodo, Sheena estira una de sus manos hacia las góndolas para tomar una caja de té.

—Este es genial. Cereza y rosa mosqueta.
—Cereza.

Yuki asiente una vez. Aún se siente algo mareado, como si sus venas estuviesen llenas de melaza, jarabe espeso reemplazando a la sangre.

—¿Te gustaría venir a mi casa? Ya has conseguido los dulces y... ahora debes convencerme de que este té no es una mierda. Allí podemos hablar con calma.

Propone (casi como quien no quiere la cosa), y toma la canasta de manos de Sheena para colocar allí la cajita con los sobres para las infusiones.
La escocesa lo mira en completo silencio por lo que parecen siglos, sólo para romper a reír un instante después: es músical y suave, y Yuki siente como el sonido le seda los músculos y lo relaja hasta que siente que no hay hueso bajo la dermis.

—Sí... sí, eso suena muy bien.


A change of heart

Sheena le ha dejado aquí para perecer, o algo.
Iwaizumi sabe que es un razonamiento demasiado exagerado y fatalista viniendo de él, porque esa línea de pensamiento es más propia de alguien como Oikawa, pero realmente no puede pensar en nada más cuando ve la expresión aterrada de su mejor amigo al darse cuenta de que están solos de nuevo. Iwaizumi está seguro de que no pondría esa cara ni aunque lo encerraran en el almacén del gimnasio de la escuela con Jack The Ripper.

—Hey, tenemos que hablar de...
—¡Iwa-chan!

La voz de Oikawa es aguda, e Iwaizumi se obliga a esconder una mueca de disgusto porque el imbécil está tan tenso que es casi doloroso a la vista.

—Le diré a Sheena-chan que deje las bromas y podemos ir juntos a casa, ¿bien? Ha sido un día largo y realmente quiero descansar.
—No.

Hajime le empuja suavemente para que camine. Van a salir del konbini, van a hablar, y van a zanjar esta mierda antes de que muera joven o le dé una úlcera. Lo jura.

—No vas a ir a ningún lado, y yo tampoco, hasta que resolvamos esta mierda, Oikawa.
—No hay nada que hablar, Iwa-chan, lo dejaste super claro antes.

Se para en seco justo a la salida del pequeño negocio, e Iwaizumi casi choca con su espalda por no estar prestando la debida atención. Va a ser más jodido de lo que había pensado.

—¿No me has apuñalado con ello bastante ya? Ni siquiera estoy pidiendo que lo reconsideres, solo que lo dejes estar. Y ya está, no es difícil.

Hajime se lleva dos dedos a las sienes y presiona, duro, esperando aplacar el dolor de cabeza que se está formando allí.

—Ese es el problema, Oikawa, no puedo dejar las cosas estar porque no puedo dejar de pensar en lo que dijiste.

La expresión de Oikawa ahora no es de miedo, es de absoluta desolación. Joder, a Iwaizumi le hubiera gustado ensayar esto antes.

—¿Y entonces?

Pregunta. Hajime sabe que está intentando que su voz suene compuesta, que no se rompa en los bajos o se rasgue en los agudos, pero también sabe que Oikawa sabe que él le conoce demasiado bien para eso. Casi puede ver el debate que está teniendo en lo más profundo de su cabeza, sopesando si vale la pena seguir escondiéndose o no, si puede dejar salir la fragilidad que ha estado intentando esconder desde que le rechazó.

—¿Qué va a pasar, Hajime? ¿También vamos a dejar de ser amigos, es eso?
—¿Hah? No, Oikawa...
—¿Vas a dejar de hablar conmigo por lo que dije? ¿Te doy asco?
—Ya... basta, Oikawa, cierra la puta boca.
—¡Tú dijiste que... dijiste que te podía decir cualquier cosa!

Los ojos de Oikawa están hinchados y colorados, y sus mejillas están completamente mojadas. Han empezado a llamar la atención, y está seguro de que se va a poner peor si no hace algo como, ya mismo.

—Escúchame...
—¡Me dijiste que eramos inseparables, que nada podía arruinar lo que tenemos y yo... yo te creí y...!
—¡Cállate!

Oikawa se queda mudo al instante, boca presionada en una línea, y lo mira con los ojos grandes y aún llorosos. Iwaizumi incluso ha conseguido que las personas que se habían parado a husmear siguieran su camino.

—Vas a cerrar la jodida boca y vas a escuchar lo que tengo para decir, ¿oíste?

Su mejor amigo asiente una vez, casi como un soldado.
Bien, ahora o nunca.

—He pensado mucho en lo que dijiste, en lo que esperabas de mí, pero también he pensado mucho en lo que yo quiero.

Iwaizumi pausa sus palabras un momento, toma aire.

—Oikawa, jamás he podido imaginar una vida en la que no estés, porque literalmente no conozco una vida en la que no estés. Estabas allí un mes después de mi propio nacimiento, y realmente no puedo evocar nada de aquel entonces. Mamá ha sacado como, dos fotos antes de que tú nacieras, y ambas son de la clínica. Tú estás por todo el album de recuerdos de mi familia, estuviste en todos mis momentos buenos y en todos los malos. Y no lo pensé realmente entonces, pero cuando intento imaginar que algún día vamos a salir de la escuela y, no sé, irás a la universidad y serás profesional y tendrás una pareja... no lo aguanto. No puedo imaginar la cara del imbécil que va a ganarse tu corazón y vivir en un piso lleno de cactus e imágenes promocionales de todas las películas de Alien existentes decorando las paredes, con el aire oliendo a tostadas quemadas porque eres un asco cocinando y una pila de películas viejas junto a la tele porque ahora todo está en internet pero "no es lo mismo".

Se pasa una mano por el cabello y bufa, mejillas coloradas de vergüenza.

—No puedo imaginar la cara de ese imbécil porque no puedo concebir que no sea yo. No puedo imaginar mi propio futuro si no estás en él, porque has estado siempre allí y ya no sé cómo ser un humano funcional si no estamos juntos. Nunca supe, nunca he tenido que aprender, ¿comprendes? Y no quiero... aprender. Jamás.

Oikawa lo sigue mirando con los ojos enormes, la boca deformada en una "o" medio cómica que le da un aspecto alucinado e inocente.

—¿No vas a decir nada?

Pregunta Hajime, el cansancio aplacando el tono ligeramente cómico de su voz.

—Iwa-chan, ¿qué estás...?
—¿No es obvio? Yo quiero todo lo que acabo de mencionar, Oikawa. Todo lo que puedas dar, yo lo quiero. Yo... quiero que vivas conmigo, que quemes toda la comida que pongas en la estufa, que dejes la estúpida colada rosa porque no sabes separar la ropa de color de la blanca, que llenes la sala de estar de cactus y aliens y que adoptemos a ese gato feo al que siempre les das de comer pero tu madre no te deja llevar a casa, quiero los viernes de películas, los juegos de volley, que llenes el baño de cremas y mierdas que ni siquiera sé para qué demonios sirven, que duermas conmigo, vivas conmigo, comas conmigo, estudies conmigo... quiero que hagas absolutamente todo conmigo.

Hajime acerca una mano para sujetar una de las suyas.

—Tooru... quiero que me causes jaquecas por el resto de mi vida porque al parecer soy un masoquista.

Una carcajada suave rompe la expresión sorprendida de su mejor amigo, y ese simple gesto le da a Iwaizumi el valor que estaba buscando para completar su confesión, para decir aquello que seguramente Oikawa ha estado esperando escuchar por semanas.

—Te amo. Yo también te amo.


Friends will be friends

—Ay, ay, ayayay no me golpees, lo estoy viendo también, ¿vale?

Se queja Yuki, que se está sobando el hombro y, con la mano libre, le está pasando un pañuelo a su compañera.

—Sé que no es mi asunto, ¿sabes? Pero me alegra que nos quedáramos a ver.

Comenta ella, tomando lo que le ofrece y dando un pequeño "gracias" a cambio.

—Y a mí me alegra que alguien nos haya llamado para presenciar el hermoso desenlace del romance iwaoiiwa.

La persona asomando por el móvil de Sheena es Takahiro. Issei, que está justo a su lado, agrega.

—Hay mierda para chantajear a Iwaizumi hasta que el capullo muera.
—Y lo vamos a aprovechar, ¿no?

Mobi, desde el teléfono de Yuki.

—Quiero decir, han sido un dolor de cabeza. Ambos. Momento de la venganza.
—Muy bien, ¿ideas?
—Podemos hacer que paguen la comida de todos el lunes. Ya saben, una cena o el bento del mediodía.

Propone Sheena. Los chicos simplemente se miran.

—Ay, cariño. ¿La gente no es mala en Escocia?

Pregunta Makki. Mattsun le da un codazo.

—Vale, no es mala idea. Pero en vez de un día, que sea toda la semana.
—También podemos hacer que limpien el gimnasio una semana entera, si con esas vamos. Me da más pereza limpiar que comprar mi propia comida.
—¿Y así se supone que se van a ir a vivir solos? Japan boys are weak.
—Entendí eso, preciosa.
—Hey... ¡hey, se están besando!

Mobi señala, como si eso hiciera alguna diferencia desde donde está.

—¡Asqueroso!
—¡NECESITAMOS A JESÚS!
—¡HAY NIÑOS MIRANDO!
—¡Alguien saque una foto!
—¡No podemos, estamos hablando con ustedes!

Sheena hace a un lado su cabello y mira a al dúo en su teléfono.

—Vale, okay, cambiaré la cámara y ustedes sacarán captura, ¿bien?
—Lo tengo, venga. Pero pon zoom, no se ve una mierda desde aquí.

Cuando lo hace, Issei y Takahiro se encargan de capturar el momento.

—¿Podemos empapelar el gimnasio con esto?
—Yo puedo hacer copias.
—Mobi, eres el mejor.
—Todo por el happy ending, ¿eh?
—Somos amigos. Es lo menos que podemos hacer.


Glosario:

Awrite: Es un saludo (alright) que combina el 'Hola' y el '¿Qué tal?' y que se usa cuando entras a un lugar o te encuentras a alguien. La respuesta suele ser otro "awrite".