Éste fic es escrito para Ficker DAT, con mucho cariño y una pena enorme por la tardanza :'v

Disclaimer: Digimon no me pertenece.

Summary: "Sírveme café y acompáñame, entonces". Tenía muchas cosas que hacer, debía trabajar al día siguiente, su departamento se encontraría en completo caos para cuando él regresara al siguiente día, pero servirle café a aquella mujer y verla pintar, parecía ser la recompensa a un día desastroso.


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Capítulo 2:

«Dime que no te irás»

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Oír las voces de Nina Simone o Janis Joplin al entrar al café de Jun se hizo costumbre. Casi tan marcado como el hecho de perder el tren y refugiarse en la cafetería de la pelirroja que, en esos momentos, atendía una mesa empleando sus ropas informales y su cabello desarreglado y corto.

─¡Shiro! ─Saludó la pelirroja al verlo llegar.

Aún no sabía cómo surgió aquel apodo, pero sencillamente era algo que no podía negárselo. No había muchas personas a esas altas horas, salvo la pareja a la que ella atendía y ellos mismos. Koushiro saludó con su acostumbrada timidez, dirigiéndose a una mesa libre en la que pueda seguir trabajando.

Ya transcurrieron varias semanas desde el incidente que lo llevó a aquella cafetería. Él no era de los que cometían el mismo error dos veces, pero no podía negar que en todo el caos que Jun Motomiya representaba, Koushiro encontraba algo balsámico en ella.

O quizá era su manera de ver el mundo lo que lo instaba a volver a aquella cafetería. Quizá era su necesidad de volverse adicto a algo, además del trabajo, lo que lo impulsaba.

Abrió su notebook y retomó el trabajo donde lo dejó. Su horario extendido por las noches continuaban las veces que llegaba junto a Jun, casi tan parecido a cuando regresaba a su propia casa. Claro que en su casa tenía la satisfacción de tener a la soledad de su parte para permitirle extenderse las horas deseadas.

En cambio con Jun…

─¿De nuevo trabajando hasta tarde? ─Levantó los ojos cuando la escuchó hablar. Su mirada ceñuda, sus brazos cruzados mientras lo acusaba con esos ojos café, tan oscuros como el que solía servirle.

─No me alcanza el tiempo.

─A mí tampoco, pero no ando cayéndome al suelo de sueño. ─Le sacó la lengua, intentando aparentar su enojo sin mucho resultado. Koushiro no podía sino sonreír y negar, continuando con sus cosas.

─Sólo me pasó una vez…

─Ya, ya. ¿Qué tanto escribes? ─Preguntó Jun, acercándose a él para mirar por la pantalla. La sencilla cercanía de la mujer lo ponía nervioso, quizá más de lo que alguna vez podría aceptar.

─S…Sólo es trabajo ─Respondió Koushiro, apartándose un poco de la mujer, intentando no mostrarse nervioso. Agradecía que Jun encontrara más interesante su computadora y no su rostro enrojeciendo.

─Siempre preferiré un lienzo y óleo que una computadora ─Dijo Jun divertida, se giró a mirarlo─. ¿Te traigo algo?

─Eh… Un americano.

Jun asintió y se marchó hacia el interior de la cocina para preparar su pedido. Koushiro fingió continuar trabajando cuando sus orbes no se apartaban de la figura marchante de la dueña del local.

Aún recreaba a la Jun de hace tantos años atrás. Existían tantas diferencias con la mujer que atendía el café esa noche, pero en esencia, seguía siendo la misma.


La mano de Jun se movía grácil sobre el fondo blanco, plasmando con el pincel un camino de color naranja. Los tonos cálidos fueron llenando el blanco y las líneas negras recorrieron el contorno de una de las figuras que la mujer pintaba. Era una mujer cabizbaja, era el perfil de la dama en cuyo cabello, podía ver un conjunto de flores que aún yacían trazadas a lápiz.

Ella era una tormenta, era caótica de por sí, pero cuando se encontraba delante de aquel escenario, Jun Motomiya, parecía cobijarse en algo etéreo y dejaba salir otro rostro en ella. El mismo que Koushiro comenzó a comprender desde aquel viernes por la noche en la que su tren lo abandonó.

─¿Siempre has querido pintar? ─Salió de los labios de Koushiro una noche en la que, acostado en el sofá de Jun, la veía pintar.

Ella sonrió ante su pregunta y tomó su paleta para mezclar otros colores en silencio. El avance de aquel racimo de flores representando el cabello de la mujer en el lienzo, iba tomando color y forma. Cada vez más vivo, cada vez más real. Koushiro podía observar la pintura, encontrando mucho de Jun en aquel dibujo.

─No, nunca se me pasó por la cabeza que estaría aquí pintando ─Respondió─. A diferencia de Daisuke, yo no sabía qué quería hacer con mi vida después de la preparatoria. Por más que la noticia de querer ser cocinero y tener un carrito andante no fue lo mejor que mis padres hayan podido escuchar de su parte… Él tenía un plan, siempre tiene un plan.

Tomó otro pincel de cerda más fina y con el color de un vivo granate, tan vivo como el de sus propias hebras, comenzó a darle más sentido a las flores.

─Comencé a estudiar cosas que nunca me llenaban y las dejaba por el camino. Llegué a los vientres sin ninguna idea clara de qué hacer con mi vida… Era tedioso el no haber culminado nada en forma y tener que ver decepción en los rostros de mis padres.

─… ─Era la primera vez que la oía hablar de esa manera. Jun resultaba ser una mujer fuerte, la mire donde la mire. Escucharla hablar sobre su debilidad, sobre sus tropiezos, fue algo nuevo para el pelirrojo.

─Un día, mi vecina entró desesperada a mi casa pidiéndole ayuda a mi madre ─Dijo ampliando su sonrisa─. Tenía un acontecimiento de último momento y necesitaba manos para preparar la reunión. Fue un impulso repentino cuando dijo que la ayudaría. Nunca antes recuerdo haber preparado tanto café en tan poco tiempo u hornear pastelillos de crema para tantas personas… Se me quemó tantas cosas ese día. ─No pudo contener una carcajada que hizo sonreír a Koushiro─. Fue un día horrendo, te lo aseguro. Mi vecina me odió tanto.

─Creí que ésta sería la historia de cómo descubriste tus dotes secretos con la cocina.

─Lamento decepcionarte. ─Lo miró por encima del hombro con una sonrisa que le arrebató un sonrojo─. Esa vez fue un caos y dije que nunca volvería acercarme al café o al horno… Pero necesitaba dinero para comprarme algunas cosas (mis padres estaban cansados de mantenerme), así que volví a presentarme junto a mi vecina…

─Tienes agallas.

─Más que cerebro, a veces. ─Desfiló el pincel, terminando de remarcar los pétalos en las últimas flores─. A pesar de las negativas iniciales, terminó por acceder a mi pedido de trabajo y aunque me fue tan mal como la primera vez, mi vecina descubrió algo que siempre ignoré… ─Jun se giró a mirarlo y levantó el pincel con que pintaba recientemente y comenzó a moverlo como si estuviese pintando el aire─, era buena con los trazos. Dejé la cocina para encargarme de las terminaciones de sus pastelillos, crema por todas partes, te lo aseguro, pero dibujé como nunca aquella vez… Incluso con el café era buena y estudié para ser barista.

Koushiro se acomodó mejor en el sillón mientras la oía hablar sobre la vez en la que el desastre la llevó a encontrar lo que amaba. Él siempre supo lo que quería ser de grande, siempre tuvo una idea clara, pero cuando llegó a concretar tantas metas en su vida comenzaba a perder sentido su trayecto.

Cerró los ojos un momento, hasta perderse entre sueños, donde lo único que oía era la voz de Jun a lo lejos.


La reunión de ciclo había durado más de lo esperado. Las ventas habían subido varios puntos aquel mes, aunque se encontró cierto descontento de algunos clientes con algunos productos. Debían solucionarlo y las horas se fueron en ello.

Koushiro se desajustó un poco la corbata del cuello mientras caminaba hacia su oficina. Sintió entonces la vibración de su teléfono, instándolo a tomarlo y ver qué llegó. Era un mensaje que motivó una ligera curva en sus labios.

Creo que me merezco un café, ¿no crees? Rezaba en el mensaje, mientras el tema principal era la foto del cuadro terminado de Jun.

Tomó asiento con la intención de responder a su mensaje, pero entonces escuchó un silbido de admiración proveniente de un colega suyo. Se giró sobresaltado y vio a su compañero atento a la foto que en su teléfono se hallaba.

─Excelente cuadro ─Ofreció su colega─. ¿Está en venta?

─Emh… No estoy seguro. Una amiga mía lo pintó.

─¿De verdad? Pregúntale si no quiere venderlo. Tiene talento ─Golpeó su hombro con unas palmaditas para así retirarse.

Koushiro volvió a mirar la foto y pensó que no sería una mala idea. Se preguntó si Jun ya había hecho exposiciones con sus pinturas. Sonrió y respondió al mensaje.

Te lo mereces. Te invitaré algo a la noche.


─¡¿Lo dices de verdad?! ─Preguntó Jun elevando su voz a causa de la emoción. Contarle que un compañero suyo mostró bastante interés en su cuadro en conjunto con la idea de que debía hacer una presentación de los mismos para venderlos, elevaron el entusiasmo de la Motomiya a mil, si eso era posible.

─Podrías montarlo aquí mismo ─Señaló Koushiro con sus palillos el centro de la cafetería en la que ambos se encontraban solos, comiendo comida envasada que Koushiro compró de una estación de servicio, pues era lo único abierto a esas horas─. Tienes buena clientela y seguro que con algunos volantes, podrás llamar la atención de muchos.

Koushiro no se percató de la sonrisa de oreja a oreja que Jun portaba en esos momentos, demasiado ocupado en tomar la carne con especias con sus palillos. Jun se puso de pie y abrazó a Koushiro sin interesarle que estuviese a punto de llevarse la carne a su boca. De hecho, a Jun pocas cosas parecían interesarle.

Como a Koushiro en esos momentos.

─¡De verdad, muchas gracias! ─Decía Jun al rodear al hombre con sus brazos. Koushiro dejó de pensar en esos momentos, incluso podía animarse a afirmar que su respiración se detuvo un momento mientras analizaba los hechos.

─Yo…

─Escoge un cuadro ─Dijo de pronto Jun, separándose abruptamente de él. ¿Por qué sucedían tantas cosas en un segundo?, pensaba Koushiro mientras la veía alejándose de él para subir las escaleras rumbo a su cuarto─. ¿Qué esperas? ─Lo llamó cuando se dio cuenta que el pelirrojo seguía sentado en la silla con los palillos en el aire y la carne con especias manchando la mesa.

La tormenta había arrasado y se llevó parte del raciocinio del Izumi.

Cuando Jun le enseñó los cuadros terminados y le invitó a que escogiese uno como regalo, Koushiro se negó de entrada. No se sentía en el derecho de tomar algo que ella podía sacarle un provecho mayor como lo era al venderlo. Jun rodó los ojos como se acostumbró a hacer cada vez que Koushiro se ponía en plan modesto, como lo denominó la mujer.

─Escucha, si la exposición sale bien, habrás sido el principal responsable de eso. ¿No crees que estaría en deuda contigo? ─Dijo Jun al mirarlo con esa intensidad tan propia en ella.

─Bueno, pero…

─Pero nada. Lo único que tenemos es el presente… Mañana podrías extrañarme… ¿Qué mejor que un cuadro para recordarme? ─Sonrió al decirlo. Y Koushiro no supo exactamente cuál fue el detonante de su sonrojo, sus palabras o su sonrisa.

Apartó enseguida la mirada y pasó sus ojos por cada cuadro que tenía delante. Todos eran excelentes, todos con una belleza única que expresaba el talento de Jun. Mañana podrías extrañarme.

Levantó el dedo hacia uno de los cuadros y Jun se apresuró a ir por él.

─Shiro, sin duda, tienes un excelente gusto ─Dijo cuándo le hacía entrega del cuadro que eligió. Koushiro tomó con sus manos el cuadro y lo observó en silencio un momento. Momento crucial para bajar la guardia y recibir los labios de Jun en su mejilla. El tono rojizo de Koushiro aumentó en un santiamén, obligándolo a mirarla con un semblante sorpresivo─. Eso es parte del agradecimiento.

Y sin otra cosa por decir, Jun se alejó.

Koushiro podía sentir cuán fuerte sonaban sus latidos. Apretó un poco el cuadro entre sus manos y trató de bajar la tensión en sus hombros. Jun era demasiadas emociones juntas.


Los colores cálidos tomaron partido el día de la exposición de Jun, al igual que las guirnaldas y adornos en varias partes dentro de su cafetería. Los cuadros eran expuestos en algunos atriles de madera, mientras los demás se encontraban colgados por la pared o puestos sobre sillas. Koushiro admiró la cantidad de cuadros que estaban expuestos aquella tarde de sábado.

─¿Qué tal ha quedado? ─Koushiro se giró a ver a Jun tras oírla. Vestía una camisa ligera y tono oscuro con sus acostumbrados shorts de vaquero. Algunos tatuajes lucían en sus muslos mientras ella portaba una sonrisa infante en sus labios.

─Te has esmerado bastante, Jun-san. ─Koushiro se sonrojó cuando la oyó reír, temiendo haber dicho algo indebido.

─Vamos, ya tenemos más confianza. Llámame Jun. ─Le guiñó el ojo con coquetería que él sólo pudo responder con un asentimiento nervioso.

Las personas fueron llegando y llenando el lugar, todos admirando el trabajo de la dueña y barista principal de aquella cafetería. Koushiro observaba a Jun desde una mesa, atento a los movimientos de la mujer cuando ésta explicaba sus trabajos a los clientes.

Varias personas se mostraron interesadas en las pinturas y ya se hablaban de precios por ellas. Jun no podía notarse más feliz que en esos momentos y apreciarla de esa manera, lo hizo sentir cálido. Extrañamente, cálido.

─Escucha, si la exposición sale bien, habrás sido el principal responsable de eso. ¿No crees que estaría en deuda contigo? ─Habían sido las palabras de Jun hace unas semanas cuando la idea de hacer una exposición con sus pinturas surgió del Izumi.

¿Sería extraño decir que se sentía cálido al recordar sus palabras?

En realidad, muchas cosas en sí mismo fueron cambiando cuando se reencontró con esa mujer que a tan sólo metros de él, se emocionaba explicando su arte. Una de esas cosas era pedir un día libre en el trabajo para ayudarla con el montaje, aunque ella ya lo había hecho todo por su cuenta y con la ayuda de sus demás empleados.

Quizá ella lo instó a aflojar la corbata con su trabajo de una manera inconsciente. Jun podía tener mucha determinación, incluso cuando parece que no hace nada, tiene un efecto en él.

Estás siendo irracional, se dijo.

Su teléfono comenzó a sonar así que lo atendió enseguida, sin darse cuenta de quién llamaba.

¡Koushiro, menos mal! ─Era su jefe─. Lamento llamarte en tu día libre, pero necesitamos que regreses.

─Yo…

Es algo urgente. Los compradores de la empresa china quieren ver un adelanto de nuestros sistemas.

─¿Eso no sería la semana entrante?

Lo sé, lo sé, pero insisten en que quieren verlo mañana a primera hora en una video-conferencia. ─La voz de urgencia en su jefe no hablaba de peros y Koushiro tenía un fuerte sentido de responsabilidad aflorando en esos momentos.

Koushiro miró a Jun a lo lejos. Ella seguía charlando con los futuros compradores de sus pinturas. Cerró los ojos y exhaló despacio.

─Voy para allá.

La satisfacción en la voz de su superior era tan grande como su culpa. Koushiro le había prometido a Jun pasar ese día con ella, pero dadas las cosas, no podía fallar tampoco en su trabajo. Tomó su abrigo, metió su teléfono en el bolsillo de sus pantalones y caminó hacia la salida dando por aviso su marcha con el timbre en la puerta.

Miró su reloj, estaba a tiempo para tomar el taxi que lo llevase a su trabajo. Debía apurarse para terminar las cosas en su trabajo y tratar de regresar.

─¿Shiro? ─Koushiro se detuvo en seco al oír la voz de Jun a sus espaldas. Se volteó a mirarla y lamentó haberlo hecho─. Dime que no te irás.

─…Es…

─Trabajo. ─La sonrisa dolida y seca en Jun le lastimó.

─Regresaré, ¿de acuerdo? ─Koushiro se sentía entre la espada y la pared, porque no podía renunciar a sus responsabilidades con el trabajo pero tampoco quería sentir que era causante de aquel semblante de decepción en Jun.

─No quiero que regreses. ─Sus palabras duras lo hicieron estremecerse─. Ya has dejado en claro qué te importa más, así que… Ahórrate los yens en taxi de regreso aquí, ¿bien?

Koushiro la vio entrar de nuevo a su cafetería pero no se atrevió a detenerla. No se atrevió a dar un paso en falso que le costase mucho más de lo que se escurría de sus manos en ese instante.

Era lo suficientemente listo como para respetar la decisión de la mujer, como lo suficientemente cobarde al permitirle alejarlo. Apretó con fuerza sus puños y sus pies se movieron siguiendo el sendero inicial: su oficina.


Notas finales:

¡Segundo capítulo y con un final algo amargo!

El siguiente y último capítulo lo subiré la semana entrante :3

Nos estamos leyendo~

Gracias a todos por leer y seguir ésta historia.

Un beso.