AVISO: Lenguaje obsceno; Contenido sexual explícito; Incesto.

CONTROL TOTAL

"La perversión de Issei llega a tan altos niveles que termina evolucionando en una desconocida habilidad de límites inconmensurables ¿Qué hará él con esto a partir de ahora? ¿Consumará sus propios deseos, ayudará al mundo… o lo sumirá en el caos eterno?"

Lujuria ilimitada, Poder ilimitado (parte 1)

—Aaaaahhhh… —.

Con aquel pesado y largo suspiro, Issei se dejó caer sobre el césped del suelo. Él se había ubicado en esa zona de la academia en donde varias veces se recostó con sus amigos Matsuda y Motohama, para que luego todos se pusieran a divagar acerca de las mujeres y la vida mientras miraban el cielo. Aunque en ese momento el castaño lucía como el gran fracasado que fue en un pasado.

—Creo que estoy empezando a odiar mi vida… —dice él, con un tono fastidiado mientras tenía cerrados sus ojos y su ceño estaba fruncido. Con su cabeza apoyada sobre sus brazos, Issei trató de relajarse en la empinada… pero desgraciadamente no pudo —¡Mierda! Ni siquiera aquí soy capaz de calmarme… —dice luego, dando varias vueltas en su lugar.

¿Y qué era lo que le estaba sucediendo? Era difícil deducirlo, pero bastante seguro que era algo que lo tenía muy molesto e intranquilo, dado que Issei no tenía ese comportamiento, no era propio de él…

—¡Eh, Isse! —gritó Motohama, llamando su atención.

—¡Hasta que al fin te encontramos! —grita Matsuda, aliviado.

Ambos muchachos aparecieron minutos después de que el castaño haya arribado a ese lugar.

—Ah… hola chicos —saluda el aludido, con un tono que expresaba su falta de ganas.

En cuanto el cuatro ojos lo vio con esa actitud se le acercó rápidamente.

—¿Y ahora qué es lo que te pasa a ti? —pregunta el chico de lentes, mirándolo muy confundido.

Issei sólo responde con un bufido de molestia, lo que provoca que Motohama lo contemple con una mirada no sólo llena de confusión sino de sospecha. El cuatro ojos optó por "escanear" a su amigo con su vista por un par de minutos, y luego de observar fugazmente a Matsuda, vuelve hacia Issei para finalmente suspirar.

—Dado que no me quieres decir lo que te pasa y a juzgar por tu apariencia y actitud, sin contar que somos amigos desde hace bastante tiempo y te conozco muy bien, deduzco que estás frustrado sexualmente, ¿me equivoco? —pregunta Motohama seriamente a su amigo echado en el suelo.

—No, no te equivocas —responde Issei pesadamente, sin voltear a verlos ni al muchacho de anteojos ni al calvito.

—¿Qué está frustrado sexualmente? —pregunta Matsuda, como si no lo pudiera creer —Pero… ¡si Isse es un maldito hijo de perra con suerte por tener a cuatro lindas y sexys chicas con él! ¡Es imposible que esté frustrado sexualmente! —exclama luego, como si lo estuviera exponiendo para que toda la academia se entere.

—¡Eh, baja la maldita voz! —grita Issei, muy enojado, haciendo que el calvo se sobresalte. Después de eso, Issei vuelve a sentarse —¡Sí, así es! ¡Estoy frustrado sexualmente! —responde luego, furioso y gritándolo. Su amigo el calvo casi se cae de espaldas porque el propio Issei gritó su problema a los cuatro vientos, y fue él que le había dicho que se callara —No me interesa si los demás se enteran de que no tuve siquiera un puto roce de piel serio con Rias ¡No me interesa! —exclama luego, gritándole ésta vez a varias chicas que iban pasando y que lo escucharon.

—Mira, es la bestia pervertida otra vez… —dice una de ellas.

—Sí, que horrible —dice otra.

—Seguro esa frustración sexual lo tiene muy loco, tendremos que cuidarnos más —dice una tercera.

—Quizás sea conveniente que le diga a otras chicas, por si acaso —eso lo dice la cuarta chica.

Todas miraban con repulsión al castaño, quien las observa con odio pero, muy por dentro, sentía mucha vergüenza, impotencia y tristeza consigo mismo por ser así, aunque él no pudiera controlar sus instintos carnales medianamente reprimidos.

—Será mejor que te calmes, Isse —dice Motohama, dándole palmadas de ánimo en la espalda —Sabes que puedes contarnos eso que te molesta —dice luego.

—Así es, Isse, nosotros somos tus mejores amigos y no dudaremos ayudarte en momentos como éste —dice Matsuda con ánimos.

—"Pffffff sí claro… mejores amigos… ¿para qué quiero enemigos con ustedes a mi lado?" —pensó el castaño, mirando reprobatoriamente a sus dos amigos.

Issei los miró por unos segundos, y luego de poner un rostro de resignación procede a suspirar y a contar finalmente lo que le sucedía.

—A ver… Hoy por la madrugada Rias despertó desnuda en mi cama, y… bueno, yo como siempre no supe qué hacer, me quedé titubeando, luego vino Asia, nos descubrió y también se desnudó para meterse con nosotros —contaba el castaño. No hace falta aclarar que tanto Matsuda como Motohama querían asesinar a su amigo por tener tanta suerte —Pero yo no hice nada porque soy un idiota. La verdad no sé qué hacer, cada vez que las veo desnudas… me excito enormemente, sí, pero… sólo me quedó estático como un imbécil. Aaajjjjj… incluso las imágenes de sus cuerpos desnudos no desaparecen de mi cabeza y eso hace que me excite en todo momento, pero eso no es todo… tuve que jalármela dos veces seguidas para tratar de bajar mi calentura… ¡Y no lo logré! Aun sigo excitado —exclamó el joven castaño afligido.

—Hummmmmm… bueno, eso es normal en chicos de nuestra edad, Isse. Sinceramente no creo que estés enfermo o algo similar —dice Motohama, acomodándose sus lentes.

—Sí, es completamente normal. Hablando de eso, quizás más tarde podamos ir a husmear por ahí, así puedes enfocar ese poder pervertido en algo y quizás te puedas calmar, ¿eh Isse? —dice Matsuda mientras le da unos leves codazos al castaño.

—Lo dudo… —susurra el aludido.

—Bueno, volviendo al punto… ¿Qué más pasó entre ustedes? ¡Cuenta, cuenta! —exigió el cuatro ojos.

—¡Sí, eso, queremos saber más! —se une el calvo, ansioso.

—Bueno… —responde cansado Isse —Desde ya les adelanto que no hubo contacto carnal entre nadie, ¿eh? *suspiro profundo* Ayer y antes de ayer fue lo mismo, despierto entre los cuerpos desnudos de Rias y Asia, ellas dos se pelean por mí… y anoche decidieron llevar puesto delantales de cocina… sin llevar nada debajo, y con eso me refiero a que estaban desnudas casi completamente… —finaliza, con el mismo tono hastiado de antes.

De nuevo, no hacía falta mencionar que Matsuda y Motohama quisieron asesinarlo por su tremenda suerte, pero se contuvieron. En eso, ambos decidieron sentarse a un lado de su desgraciado amigo de cabello castaño, a observar las nubes de nuevo y tratar de retomar viejos hábitos.

Los tres se quedaron así durante el tiempo que quedaba antes de volver a clases, e Issei pudo despejar un poco su mente con las tontas ocurrencias de sus mejores amigos, aunque esos pensamientos, acerca de que él seguía siendo un idiota impotente y desafortunado, seguían presentes en su cabeza.

Y se agravaron al volver al salón… todos los estudiantes con los que se cruzaba en los pasillos le observaban de maneras reprochantes, desaprobatorias y, viniendo de las chicas, varias con miedo. Tratándose de Issei, dichas miradas no le serían muy importantes, pero ese día en particular le estaban cayendo como un balde de agua fría, sin contar sus impulsos sexuales que seguían en un nivel alto, lo cual le causaba esa dichosa frustración.

Como pudo llegó al renombrado salón de clases y se sentó en su lugar, sin fijar su vista en nadie más. Lamentablemente las horas venideras no serían fáciles… cada vez que una de sus compañeras se levantaba para hablar de algo o colocar algo en la pizarra Issei la miraba detenidamente y con muchos deseos, de una manera que nunca hizo antes, y obviamente todo eso era producto de su incontenible lujuria.

El castaño observaba con suma lentitud cada detalle, cada curva de sus hermosas y atrayentes compañeras de salón, inclusive hasta a las que él consideraba feas… parecía que no tenia límite alguno.

—¡D-Disculpe profesor, necesito ir a la enfermería, por favor! ¡Es una urgencia! —exclamó Issei con un tono de voz muy elevado, ansioso y muy preocupado. El hombre accedió a su petición con un rostro confundido y desencajado por la actitud de su alumno, el cual salió corriendo como alma que lleva el diablo.

Mientras avanzaba rápidamente, el castaño lucía muy confundido y asustado por esos comportamientos que estaba teniendo, se estaba excediendo con sus deseos carnales reprimidos, tenía que controlarlos fuera como fuera.

Desgraciadamente sería puesto a prueba otra vez… y no sería para nada fácil, ya que al entrar en la enfermería y solicitar ayuda, descubrió a una hermosa, exuberante y muy erótica mujer de unos treinta y pico de años, la cual se acercó para poder asistirlo. Ella era la enfermera, y al parecer era nueva.

—Hola cielo, ¿puedo ayudarte en algo? ¿te sientes mal? Ven, recuéstate así podré examinarte —dijo aquella mujer con una muy sensual voz, además de hacer una pose provocativa (quien sabe si lo hizo a propósito o de manera inconsciente…) exactamente igual a las películas porno de varios estudios… ¡o incluso mejor! La cuestión es que el castaño nunca lo sabría ya que salió corriendo de allí como si fuera el mismísimo Barry Allen.

Para su desgracia su pene se estaba irguiendo y con bastante fuerza, por lo que tenía que ir con mucho ojo para que absolutamente ninguno de los estudiantes lo viera. Como pudo se dirigió a la arboleda situada cerca de las canchas de tenis y las piscinas, y se adentró rápidamente, logrando ser sigiloso.

—O-Oh no… ¿q-qué carajos se supone que voy a hacer…? —se pregunta el castaño mientras observaba muy consternado y sonrojado su propio pene, ahora totalmente erecto y duro como piedra.

Y es que se debía a que las imágenes de sus compañeras de curso seguían vivas en su mente, ahora yendo más allá, imaginándolas desvistiéndose con lentitud y muy eróticamente, tal como en los videos porno que él acostumbraba ver, hasta el punto de poder visualizarlas con sus pechos y entrepiernas al descubierto totalmente.

—N-No puedo aguantar más… tengo… que eyacular —dijo en voz baja, asegurándose de que no había nadie por los alrededores para empezar a manosearse con furia mientras repetía una y otra vez las escenas mentales de las chicas sin perderse ni un detalle.

—G-Ggggggnnnn… —balbuceó Issei entre dientes, tratando de suprimir su gemido de placer por dicha eyaculación. Él se había corrido bastante, pero aun así su cabezón amigo no daba señales de estar agotado.

—Tienes que estar bromeando… —susurra él como si estuviera charlando con su propio pene. Después de un suspiro, procedió a agarrarse su miembro viril… pero cuando lo hizo, inmediatamente saltaron en su mente imágenes vivaces y muy diferentes: esta vez se visualizaba a sí mismo teniendo sexo salvaje con las chicas con las que fantaseó antes. Su mente estaba al cien por cien, ni en sus sueños más locos podría haberse imaginado todo eso como lo estaba haciendo ahora.

Su excitación casi sube a los cielos junto con su furibunda masturbación, alcanzando el clímax y quedándose echado en la tierra, jadeando para recuperar el aliento después del trajín.

—Ra-yos… —susurra Issei, queriendo levantarse pero no podía, tenía que recuperarse un poco más. Aunque su mente no daba abasto, seguía imaginando sin parar a sus compañeras de curso, desnudas y siendo ultrajadas por él mismo. Su pene quería levantarse otra vez pese a las dos corridas, pero el castaño hizo uso de todas sus fuerzas para atajarlo y cerrarse el pantalón para mantenerlo bajo control… al menos por esos momentos.

Su camino de vuelta a clases fue casi imposible, tortuoso, dado que él no paraba de ver a sus compañeras desnudas, no podía detener sus pensamientos cochinos normalmente, por lo que, de nuevo, tenía que recurrir a toda su fuerza mental y física para que no se le parara el amigo y le ocurriera lo mismo de hace un rato.

Hasta que al fin llegó a su salón. Con todo el auto-control que logró reunir saludó respetuosamente al profesor para disculparse por la intromisión y sentarse de nuevo en su lugar.

Varios estudiantes no le prestaron atención y otros lo miraron con desconfianza. Matsuda y Motohama lo observaron con la sospecha en sus ojos, obviamente. Ambos conocían bastante a su amigo de cabello castaño, por lo que los dos hablaron discretamente entre ellos mediante mensajes en papeles, diciendo que Issei se comportaba demasiado raro.

Puede que su frustración sexual sea la causante de ello, eso es lo que los dos estudiantes querían creer… pero lo cierto es que era mucho más que eso…

El tiempo pasó volando hasta que finalmente el timbre de fin de clases tocó, para alivio del castaño, claramente. A él se lo veía más "normal", pero lo cierto es que, interiormente, estaba agotado y aun sufría el calor de su excitación. Las imágenes mentales cochambrosas amenazaban en volver, el Sekiryuutei usaba toda su fuerza psíquica para contenerlas y por eso se cansaba más y más.

—Oye Isse, ¿estás bien? Cuando entraste al salón hoy, bueno… Matsuda y yo te notamos muy raro —pregunta Motohama.

—Sí , es cierto. Aunque si es por lo de tu frustración pues… trataremos de ayudarte. Sabes que eres bienvenido en mi casa cuando quieras, si quieres podemos ir allí hoy y mirar algo bueno, ¿te parece? —dice Matsuda, tratando de animar a un Issei muy decaído.

—Chicos… lo siento, no estoy de ánimos para nada, ni siquiera para responder. Por favor, no hablemos más de esto… —es lo único que dice el castaño como respuesta ante la insistencia de sus dos mejores amigos, los cuales lo observaron tristemente para finalmente acatar su petición.

Los tres siguieron el camino en abosulto silencio hasta el momento en que MAtsuda y Motohama se despidieron de Issei para desviarse. El castaño los saluda como puede, con una mano casi en alto y una pequeña sonrisa desganada, para luego seguir su camino hasta llegar en pocos minutos más a su preciado hogar, en donde por fin estaría a gusto después de ese día tan extraño y caótico.

Pero bien sabemos que el día no terminaba allí…

Issei se relajó en su cama después de darse una fría y rápida ducha, la cual lo ayudó muchísimo. Ahora su tempestuosa mente estaba más en calma, y él podía concentrarse mejor, pero decidiría luego si hacer sus deberes escolares o no.

De momento todo iba perfecto, hasta una sonrisa surcó sus labios por tener ese tiempo de paz interior, ya que si bien la excitación se había apoderado de él, la gran confusión y preocupación fueron emociones muy fuertes que lo dejaron muy vapuleado y sin energías. Jamás se había sentido tan tranquilo y calmado en toda su vida.

Lamentablemente, como se había anticipado antes, todavía era temprano para que se relajara…

—¡Isseeeeeeee! —exclama Rias, entrando de repente y abalanzándose gentilmente sobre el muchacho de cabello castaño para finalmente abrazarlo. El aludido ahora lucía totalmente rojo ya que los grandes pechos de su ama estaban casi al descubierto porque ella tenía su camisa desabotonada completamente y sólo llevaba sus panties rojas en la parte baja de su cuerpo. En resumen, estaba casi desnuda.

—¡B-B-B-B-Buch-chou! —tartamudeó en un grito el pobre joven, temblando y sin poder hacer nada ante los encantadores y eróticos atributos de su querida ama.

—Lo siento por entrar de repente… e interrumpirte, es sólo que quería ver de nuevo a mi lindo sirviente y poder estar de nuevo junto a él por todo el tiempo que me sea posible hasta que volvamos a la academia. Estoy tan agotada… perdóname de nuevo, Isse, y espero que no te moleste que me quede aquí, aunque sea por un rato —dice ella, sonando apenada por sus actos.

El pobre de Issei no pudo responderle cuando Asia aparee en escena, viéndosele sorprendida y después molesta y triste por ver la escena que protagonizaban su querido chico de cabello castaño y su ama.

—¡Mooooooooooo! ¡Isse-san, Buchou-san, eso no es justo, deberían invitarme! —exclama la rubia mientras se desvestía y dejaba sus pechos al descubierto para finalmente invadir el territorio abalanzándose sobre el castaño y abrazarlo, como queriendo apropiarse de él.

—Ara, ¿con que esas tenemos? Muy bien, Asia, entonces yo también jugaré este juego —dice Rias de manera desafiante. Acto seguido se quita su camisa, dejándose solo con sus panties. Sus enormes tetas rebotaron, como si estuvieran queriendo atraer la atención de Issei.

¿Y qué se decía del pobre castaño? Bueno, él estaba furiosamente sonrojado, su excitación estaba por los cielos nuevamente, su cuerpo estaba bien caliente, su corazón palpitaba como loco y su pene estaba por ponerse bien duro y erecto en cualquier momento. Él bien sabía que no aguantaría por mucho tiempo más, que se le rompa el pantalón por una monstruosa erección no sería una escena muy grata para las dos hermosas chicas que estaban con él, por lo que optó por una sola opción…

—¡D-Disculpen pero no me siento muy bien! —fue lo único que dijo en un grito el castaño mientras se libraba del agarre de Rias y Asia, para luego salir corriendo de la habitación en dirección al baño para tener que desahogarse.

Pero para su gran desgracia dicho lugar de la casa estaba siendo ocupado por su padre. A juzgar por los sonidos que venían del interior se llegó a suponer que él estaba haciendo lo segundo…

—¡Mierdaaaaa! —gritó el castaño, maldiciendo con mucha furia su gran mala suerte, siendo escuchado por su madre y por las dos chicas que estaban con él.

—¿Isse? ¡Isse, ¿qué sucede?¡ —pregunta su madre, alarmada no sólo por ese grito sino también por ver que su hijo bajaba como un rayo por las escaleras, sin preocuparse si se mataba o no.

—¡Isseee, ven! ¡¿Qué es lo que te sucede? —preguntan tanto Rias como Asia, preocupadas también por el comportamiento del castaño, el cual salió en pocos segundos al patio. Las mujeres no le podían seguir el ritmo.

—Haaa… Haaa… —Issei jadeaba con fuerza, lucía sonrojado pero también destrozado, como si hubiera corrido una maratón, aunque ese no fuera un buen ejemplo… por si fuera poco, a su terrible imagen se le sumaba el hecho de que tenía el pene erecto y al aire. Sí, estaba al descubierto, pero al castaño parecía no importarle…

Como si fuera un animal enloquecido, él miraba hacia todas partes buscando algo que sólo él sabía. Por fortuna parece encontrarlo… su mirada se fijó en unos arbustos que, curiosamente, estaban en el terreno de su casa.

—¡Sí! ¡Al fin! —gritó el muchacho, como si hubiera presenciado un gran milagro. Sin perder más tiempo fue corriendo hacia donde estaban dichos arbustos para luego zambullirse y esconderse allí.

Rias, Asia y la madre de Issei llegan al patio, mirando hacia todos lados, tratando de encontrarlo al joven enloquecido.

—¿¡Isse¡? ¿¡Dónde estás?! —preguntaban las dos chicas mientras la madre también clamaba por su hijo.

Mientras tanto, con Issei, él estaba temblando como si fuera una hoja de papel. Su pene estaba duro como roca y a punto de explotar por las sensaciones de los pechos, de los cuerpos al descubierto de Rias y Asia. Ya había estado en contacto físico directo con ellas más de una vez… pero parecía que ésta vez sería el límite.

—"¡O-Oh rayoooooos! ¡Ya no puedo aguantarlo más! ¡Voy a explotaaaaar!" —pensó el loco de Issei mientras se visualizaba manoseando enteramente los cuerpos de las chicas que vivían con él.

Sin perder más tiempo -y además, sin importarle que tanto su madre como Rias y Asia estuvieran a tan sólo metros de él- comenzó a masturbarse. Pero no duró ni dos minutos cuando sintió una oleada de placer diferente, mucho más fuerte, más intensa.

—¡G-GAAAAAAAAAAAGH! —Issei ya no pudo contener más su voz y dejó escapar ese gemido con todas sus fuerzas, alertando a las mujeres que lo buscaban, dándose cuenta de su ubicación.

A pesar de que estaba eyaculando con todas sus ganas, la ola de placer no cesó… muy por el contrario, si hizo aun más intensa, más y más con cada segundo que pasaba y el castaño seguía corriéndose como si tuviera una tonelada de semen guardado en su cuerpo.

—¡A-AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH! —el grito que dio esta vez fue poderosísimo, era demasiado placer para él, un nivel de placer que jamás había experimentado.

Obviando el hecho de que su pene seguía eyaculando, Issei dejó caer su cabeza, sus ojos miraban al cielo y poco a poco fue perdiendo la consciencia.

—¡Isse! ¡Isse! ¡Is…se…! I… s… s… e… —las voces de su madre, de Rias y Asia ya se oían perdiéndose en la lejanía, signo inéquivoco de que ya se estaba desmayando.

—Aaaaaah… —con ese último suspiro, y con una luz tenue que terminó abrazándolo y cegándolo en lo poco que veía, Issei finalmente cae rendido, durmiéndose por completo.

—¿Podrías morirte? —fue lo que preguntó Yuuma en un susurro tras acercarse a Issei.

—¿E-Eh? —se pregunta él, sin entender absolutamente nada.

En ese momento la chica, quien parecía ser una dulce joven de aspecto inocente, se transforma en un ángel caído de proporciones corporales voluminosas, es decir, con una figura muy erótica casi al descubierto por la poquísima ropa que llevaba puesta. A partir de allí, Yuuma parecía una mujer de unos años mayor a lo que aparentó momentos antes.

Issei entonces cae de cola al suelo, muy impresionado… pero también muy asustado, ya que tenía un muy mal presentimiento con lo que acababa de ver.

—"¿Q-Qué… es esto? ¿Qué está pasando? ¿Por qué Yuuma… tiene alas negras?" —se preguntaba internamente el muchacho, con sus ojos abiertos a más no poder y temblando mucho.

—Fue divertido mientras duró, haber tenido una cita y jugar con un inocente niño. Voy a atesorar mucho este regalo que me has dado… —decía la mujer, con un tono burlesco en su voz, mientras miraba el brazalete que Issei le compró —Pero lamentablemente esto ya llega a su fin —dice luego, elevando su mano izquierda y materializando en ella su lanza de luz de color rojizo.

—¿Y-Yuuma-chan…? —pregunta Issei, queriendo acercarse a la mujer, de manera inconsciente, ignorando por un momento el peligro que representaba para su persona y todo lo que le dijo anteriormente.

—Muérete ya —susurra la pelinegra, con un tono que mezclaba la repulsión y la sorna, apuñalando en el estómago al muchacho y observando como empezaba a desangrarse.

—"N-No…" —la débil voz de Issei resuena en su mente. Se oía… diferente…

—Lo siento mucho, pero como representabas una amenaza para nosotros decidí que lo mejor sería matarte rápidamente —explicaba Raynare, el ángel caído, sentada y cruzada de piernas en el estanque del parque, observando morir al chico que la amó.

—"No…" —de nuevo la propia voz del castaño hace eco en todo su ser, con mucha más fuerza.

—Si quieres culpar a alguien culpa a Dios, quien puso esa Sacred Gear en tu cuerpo —dijo Raynare, mirando como Issei se desplomaba en el suelo.

—"No… No! Definitivamente NO!" —ahora la voz de Issei, sonando poderosamente atronadora, retumba en cada fibra de su cuerpo, obligándolo a moverse. Los ojos del muchacho, por un momento, lucieron como si él estuviera hipnotizado… pero luego se muestran como si él se despertara de un letargo en vigía.

—Gracias por los lindos recuerdos —dice Raynare para extender sus alas y emprender vuelo.

Pero, en eso…

—¡BASTA! —el tono de la voz con el que él castaño escuchó en su interior ahora resonó en todo el ambiente, provocando un terremoto en la zona y llamando poderosamente la atención de Raynare.

—¿¡P-Pero qué mierda está sucediendo?! —se pregunta en voz alta la mujer, observando directamente hacia donde estaba Issei, para su gran sorpresa e incredulidad que él se estaba levantando.

—Ya fue suficiente de todo esto… ¡YA ESTOY HARTO DE ESTA BASURA! —ignorando el hecho de que tenía una herida abierta en su estómago, Issei grita esas palabras con una furia incontenible, alzando su mirada para encontrarse con la de Raynare, la cual lucía ahora impresionada, y era decir poco… no podía creer que el castaño siguiera vivo después del daño que recibió —¡Mucho tiempo llevo soportando esta carga de mierda! ¡Mucho tiempo llevo sufriendo por esto, que tengo estas malditas pesadillas contigo, hija de puta! Pero ya no más… ¡YA NO MÁS! Porque hoy! Hoy… yo no seré quien sufra… no sufriré más… al menos no en sueños… sí, al menos en sueños, haré lo que me plazca… haré lo que quiera contigo, maldita basura —.

Después de decir esas chocantes palabras malsonantes con un rostro y una actitud jamás vistas de parte de Issei, Raynare cae estrepitosamente al suelo como consecuencia de una pérdida repentina de fuerza en sus alas.

—¿¡P-Pero… qué… carajos… sucede?! —dice la chica, entre dientes, levantándose y haciendo fuerza para contener el dolor de sus heridas. Pero de repente todo el dolor desaparece, y es reemplazado con un calor… un calor infernal que sólo podía significar una cosa… —¡Haaa! ¡Haaa! —por unos segundos, Raynare se preguntó lo que pasaba hasta que parece olvidarse de todo y, con una sonrisa muy lujuriosa a la vez que muy enamorada, observa a Issei.

—Sí, haré que te enamores perdidamente de mí, maldita perra, y no sólo eso… —susurra el castaño, quien ahora estaba totalmente erguido y sin ninguna herida visible en su cuerpo, como si nunca le hubiera pasado nada.

—¡Haaaa! ¡Haaaaa! ¡Isse! ¡Isseeee! —exclama Raynare, abalanzándose contra el aludido y tirándolo al suelo para luego mirarlo con una expresión de severa aflicción —¡Isse, por favor perdóname, no sabía lo que hacía! —pide la chica entre sollozos creíbles.

¡PLAF!

Issei le da una fuerte cachetada como prueba de que ella se portó mal.

—Te lo mereces —dice él seriamente.

—S-Sí, me lo merezco… —responde Raynare, tomándose su mejilla afectada mientras que las lágrimas brotaban de sus ojos.

—Pero no es suficiente… Raynare, ¿tú me amas de verdad? —pregunta Issei, mirándola fijamente a los ojos.

—¡S-Sí, Isse, te amo! ¡De verdad que te amo! ¡Con todo mi corazón! —responde la pelinegra con toda sinceridad, e Issei supo que ella estaba diciendo la verdad, que ella realmente se había enamorado de él, por eso…

—Entonces demuéstramelo chupando mi pene… con ganas —ordena el muchacho mientras se abría el pantalón y dejaba expuesto su gran miembro viril —"Aaaaaaahhh sí! Justo del tamaño que quería, bien grande, como para destrozar la boca y vagina de esta perra" —piensa luego, observando victorioso la cara de Raynare, quien estaba muy pero que muy sonrojada, acercándose lentamente y con mucho temblor.

—Haaaa… Haaaa… —jadeaba ella, mirando con unos ojos hipnotizados y con mucho deseo al gran pene que lucía el castaño. Sin dejar de temblar, levanta sus manos y toca suavemente aquella verga monstruosa, luego acercando su boca y respirándole gentilmente encima, como tratando de darle calor externo —E-Es… enorme —susurra ella sin dejar de estar muy impresionada.

En eso Issei puede ver algo que lo deja sonriendo: la entrepierna de Raynare estaba bastante empapada de sus jugos de amor, señal de que estaba deseosa e impaciente de tener ese gran pene dentro de su coño.

—Vaya vaya, así que ya te mojaste toda sólo por ver mi enorme pene. No sabía que eras tan zorra —comenta el castaño, con un deje de repulsión pero también sintiéndose victorioso.

—E-Es que… t-tu pene, Isse, tu gran pene… es impresionante. M-Mi vagina se estremeció al instante por solo verlo, por ver el enorme pene de mí amor, y-y n-no puedo esperar a que me penetres con él… —responde la pelinegra, mirando sonrojada y con corazones en los ojos al castaño, sin dejar de respirar en su verga, además haciéndole masajes leves con sus suaves manos.

—U-Uuuuuhhh… s-sí, Raynare, yo tampoco puedo esperarlo, pero por ahora tú empéñate en hacerme sentir muy bien con tu boca —ordena nuevamente el muchacho.

—Claro que sí, mi amor —responde ella para después empezar a lamer en círculos la punta de la gran verga del muchacho.

—Uuuuuhhh sí, eso, hazlo un poco mejor —ordena Issei.

Dicho y hecho, tras estar rodeando la punta del pene con su lengua, Raynare empezó a meterlo en su boca, esta vez chupándolo con ganas, metiéndolo hasta donde podía y llenándolo de saliva por doquier, a un ritmo tranquilo pero siempre con el objetivo de hacer sentir bien al castaño.

—¡Uuuuuff! ¡Sí, eso es! —exclamó el joven, dejando que la chica lleve a cabo aquella tarea, la cual estaba cumpliendo muy bien.

—Mmmnnnngh… —parecía que Raynare balbuceaba algo, aunque claramente no se le entendía… pero a juzgar por su tono de voz ella lo estaba disfrutando mucho, y no sólo se le reflejaba en su rostro totalmente ruborizado sino también en su entrepierna, la cual cada vez se mojaba más y más.

—¡Aaaaahhh… sí! ¡Sigue, sigue así! —exclamaba el castaño, agarrándole la cabeza a Raynare para poder controlarla un poco más y que se meta su miembro viril más profundo.

—¡Mmnmnnngg…! —era lo único que balbuceaba la chica, con sus ojos mirando al cielo, como extasiada, mientras chupaba y lamía el pene de Issei sin descanso. Su vagina no paraba de soltar sus jugos eróticos de amor, mojando todo el suelo debajo de ella, casi formando un charco.

Ambos estuvieron en esa posición por un par de minutos más.

—U-Uuuuggh… n-no voy a poder aguantar más… —dice el castaño entre dientes, empezando a sentir que se avecinaba un gran orgasmo —¡R-Raynare… estoy por correrme! ¡Voy a correrme en toda tu cara! ¡Asegúrate de tomarlo todo! —grita con fuerza mientras tenía sus ojos cerrados y con ambas manos controlaba la cabeza de la pelinegra, quien seguía en su trabajo de chupar su miembro —¡A-Aaaaaahh, ahí vieneeeeee! —grita Issei como loco.

—¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHH! —

El fuerte grito de placer extremo que había soltado Issei claramente pudo escucharse en toda su casa, inclusive a varias cuadras lejos, aunque eso no era lo más importante…

—¡Aaaaahhh! ¡Aaaaahhh! —seguía exclamando el castaño, aun después de haber despertado, pero inmediatamente su cara extasiada fue reemplazada por una de estupor y sobresalto al ver nada menos que a Raynare allí, completamente desnuda, a merced de su grandioso pene, siendo empapada totalmente con el semen de éste.

—¡Mmmnnaaaaaah! ¡G-Ggggaaaaah! —gritaba Raynare también, con su boca llena de semen y su rostro cubierto del mismo fluido, su cuerpo sufriendo espasmos por el tremendo orgasmo que ella también estaba teniendo. Su coño echaba fuertes chorros de sus jugos de amor por doquier, ella se estaba corriendo furiosamente, sin poder contenerse ni un poco, hasta que cae totalmente rendida y desmayada de placer en el suelo, con un rostro ahegao.

—¿¡Q-Qué… qué carajos… sucede?! —exclama el castaño, sin poder creerse que la mismísima Raynare, quien lo había asesinado, quien le había traído muchos problemas a su vida, quien había muerto hace tiempo por mano de Rias… estaba allí, viva… y desnuda… y cubierta del semen del Sekiryuutei… y por supuesto desmayada de placer.

Issei lucía espantado pero más que nada muy desconcertado, no estaba entendiendo nada de nada de lo que estaba sucediendo, de lo que estaba viendo con sus propios ojos, en menos de un minuto su mente estaba hecha un completo caos con preguntas que iban y venían… preguntas acerca del por qué, acerca del cómo y el cuándo, viejas heridas se abrieron por causa de todo esto, antiguas imágenes lastimosas afloraron en su mente como consecuencia.

"Te amo…"

La voz y el rostro tierno de Raynare aparecieron en sus pensamientos, viéndose perfecta, viéndose hermosa como nunca, y dedicando esas palabras con ese tono tan amoroso al muchacho…

—N-No, esto… tiene que ser un sueño… s-seguro sigo dormido —la amargura pronto se apoderó del cuerpo de Issei, y varias lágrimas traicioneras escaparon de sus cuencas oculares. Él, secándolas rápidamente, observó con enorme tristeza a la chica que yacía tirada en el suelo, luego la observa con furia… pero se sabe bien que él no podía enojarse con ella, no podía… a pesar de las tragedias que vivió por su culpa, ahora… él no podía mirarla mal.

Para su infortunio los problemas no terminarían allí…

—¡Isse! ¡Hijo, ¿qué es lo que te suc…?! —su madre entra de repente al cuarto, queriendo saber qué pasaba con su hijo… pero se detuvo abruptamente en la entrada al ver en la propia habitación del castaño a una chica inconsciente, tirada en el piso y cubierta de semen, y por supuesto a su hijo completamente desnudo, dejando a la vista el pene más grande que la mujer haya podido ver en toda su vida.

Issei estaba paralizado viendo a su madre, su quijada estaba técnicamente por los suelos y empezando a temblar por la reacción que podía tener ella, pero sucedió algo que dejó totalmente desencajado… notó que su madre lucía sonrojada y mostrando además un rostro extraño, un rostro levemente libidinoso que iba aumentando al pasar los segundos.

—Haaaa… Haaaa… —susurraba su madre. Sí, ella estaba empezando a sentirse excitada, aunque cueste muchísimo creerlo, solo por ver el monstruoso y, a la vez, glorioso pene de su hijo que se extendía. Ella se acercó a él lentamente y viéndosele con cara de deseo —I-Isse… —susurra la mujer en un tono audible para el castaño.

—¿M-M-Mamá…? —tartamudea el castaño, mostrándose muy sorprendido, temeroso y a la vez incrédulo por lo que veía.

Su madre se arrodilla hasta quedar a la altura de esa gran verga, la cual se estaba poniendo más y más erecta aunque Issei no lo quisiera.

—N-No puedo creer… que tuviera un hijo con un pene tan enorme… y no haberme dado cuenta de eso antes… —susurra la mujer mientras le respiraba encima, dándole calor a la verga de su hijo, luego tomándolo suavemente entre sus manos y acercando un poco más su boca —E-Es… increíble… mucho más enorme que el de tu padre —y después de haber dicho eso, la mujer metió repentinamente aquel pene en su boca, empezando a chuparlo.

—¡A-Aaaahhh! ¡M-Mamá, ¿q-qué estás…?! —pregunta en un grito el castaño, terriblemente confundido pero también muy excitado. Su madre se saca lentamente esa verga de su boca y mira con una sonrisa lujuriosa a su propio hijo.

—Tranquilo, Isse, me aseguraré de calmar bien a este grandote, así que tú relájate —dice la señora Hyodou con un tono de voz erótico mientras que se soltaba el cabello y empezaba su labor.

Era totalmente imposible… todo lo que estaba pasando, el que Raynare esté viva y lo haya despertado con una mamada, el que su madre ahora pareciera una persona completamente distinta y le esté chupando la verga -que por cierto era una imagen que nunca jamás se pudo haber imaginado-, todo ello era imposible… y aun así estaba ocurriendo.

Como se había dicho antes, Issei no entendía absolutamente nada… pero aun así no podía evitar mostrar una cara de gran placer por la mamada que estaba recibiendo de su propia madre, hecho que era moralmente inaceptable, obvio… pero era la realidad.

—¡A-Aaaaahh! ¡M-Mamaaaa! —gime el castaño, sintiendo su clímax muy cerca, pero en eso la mujer se detiene abruptamente.

—¿Estás por correrte, Isse? Espera, aun falta un poco más… —le dice la mujer, de manera tierna pero seductora a la vez, desabotonándose su camisa y dejando a la vista de su hijo unos pechos enormes, viéndose no solo demasiado tentadores sino también muy suaves.

La lujuría y la imaginación de Issei se dispararon hasta el infinito y más allá tras ver esos magumbos, los cuales nunca en su vida ha visto. ¿Quién hubiera pensado que su propia madre escondía esos atributos tan pero tan eróticos? En esos momentos el muchacho empezó a imaginarse a su madre, con un aspecto ligeramente cambiado, como si le estuviera dando una paja rusa…

Enseguida la mujer levanto sus grandes senos para atrapar el monstruoso pene de su hijo, el cual, para gran sorpresa de madre e hijo, apenas era abarcado completamente.

—Oh por Dios, Isse, tu pene es tan grande… que casi no puedo rodearlo con mis tetas —dice su madre.

Ya hasta parecía que la señora Hyodou no era la madre del muchacho, y no sólo por el comportamiento que tenía, su aspecto físico fue cambiando lentamente: su cabello suelto parecía tener un color marrón más vivaz, algunas arrugas de su cara desaparecieron y la piel del resto de su cuerpo se volvió más tersa y suave, su cuerpo era mucho más voluptuoso, sus pupilas aumentaron ligeramente de tamaño y sus labios fueron cubiertos por un poco de lápiz labial color rojo. Sí… aunque fuera muy difícil de creer la madre de Issei lucía ahora como esas milfs deseables de los cómics para adultos, incluso el castaño, por más que supiera que era su madre, se empezó a sentir muy atraído sexualmente hacia ella…

Parecía inconcebible, pero las fantasías de Issei se hacían realidad, se llevaban a cabo tal cual él lo imaginaba, con todos esos detalles que sólo su lujuriosa mente podía lograr… aunque el castaño no estaba muy consciente de eso por el momento.

—¡M-Mamaaaa! ¡E-Estoy… p-por…! —tartamudea el castaño mientras su madre le hacía la dichosa paja rusa.

—¡Déjalo salir, hijo! ¡Deja salir todo tu semen y cúbreme con él! —exclama extasiada la mujer, sin dejar de masajear aquel pene con sus pechos.

—¡A-AAAAAAAH! —gritó con fuerzas el muchacho, dejando salir una gran carga en el rostro de su madre y por sus pechos.

—Va-Vaya… dejaste salir una enorme cantidad… estoy cubierta casi completamente de tu semen y tu olor, Isse. Eres un niño travieso, pero… yo también he sido una niña mala, así que… —dice la mujer, desnudándose lentamente por completo, sacándose su camisa, luego su pantalón, el cual dejó caer, revelando que la mujer no llevaba nada debajo, resultó que estaba completamente desnuda, lo que logró que el pene del castaño se pusiera erecto y duro como piedra otra vez. Su madre sonríe y con una mano lo tumba en la cama para después ir a gatas hacia él.

—Dime Isse, ¿ya has tenido relaciones sexuales con una chica? —pregunta la mujer, seductoramente mientras estaba encima de su hijo.

—N-N-No… —fue lo único que responde el castaño tras tragar saliva severamente.

—E-Entonces… permíteme ser tu primera vez, después de todo soy tu madre. Pero no te preocupes, haré que te sientas muy bien conmigo —le dice la mujer, acercando su rostro y dándole un apasionado beso que casi termina por romper la cordura del joven —Haaaa… Isse, qué bien besas —dice la mujer, felicitando a su hijo por tal hazaña para luego colocar su vagina en la punta del pene del muchacho.

Issei veía muy alterado cómo su madre tomó su pene con una mano y lo iba guiando hasta la entrada de su coño. En ese momento otra imagen mental se hizo presente en la loca imaginación del muchacho, fantaseando con que su madre fuera también virgen y él la desvirgaba…

—¡Haaaaa! ¡Aquí voy, Isse! —exclama la loca de su madre, observándolo muy sonrojada y con corazones en los ojos, haciendo que la verga del muchacho entrara ya en su vagina —¡G-GAAAAAGGGGH! —.

La mujer dio un grito de dolor y de extremo placer cuando el tremendo palo del castaño entró en ella de un solo envión. Su chocho empezó a convulsionar, corriéndose tremendamente, largando así sus jugos de amor en un fuerte chorro sobre el cuerpo de Issei. Su rostro ahegao, con sus ojos mirando al cielo y su lengua afuera, volteo en dirección a su coño –que ahora ya parecía un coñote- y la mujer pudo descubrir, con gran incredulidad, que estaba saliendo un poco de sangre, señal inequívoca de que su propio hijo le había roto el himen, desvirgándola como si fuera su primera vez.

—¡Hnnnnggg! —balbucea Issei entre dientes al sentir la estrechísima vagina de su madre, y no puede evitar correrse él también, liberando otra gran carga de semen dentro del útero de su madre.

—¡Gggggyyyaaaaaa! —el segundo alarido de placer que pegó su madre fue más intenso al sentir los fluidos seminales de su hijo dentro de ella, lo que provoca que se corra fuertemente por segunda vez consecutiva sobre él.

A partir de allí ambos perdieron la cordura. De un momento a otro Issei se levantó para abrazar posesivamente a su madre por la cintura mientras que empezaba a penetrarla rápidamente y sin dar abasto.

—¡Aaaaaahh! ¡Mamá! ¡Mami! ¡Ooooohh! —clamaba furiosamente el castaño mientras metía y sacaba su grandísimo pene de las entrañas de su madre, al mismo tiempo que chupaba los melones que tenía por senos aquella exquisita mujer, quien también abrazó a su hijo.

—¡OOOOOOOOH! ¡AAAAAAAAAH! ¡ISSEEE! ¡ISSEEEE! ¡ASÍ, ASÍ! ¡CHÚPAME, MUÉRDEME, HAS LO QUE QUIERAS CONMIGOOOOO! —exclamaba enloquecida la mujer mientras sentía como su vagina, desvirgada hace un par de minutos nada más, era destrozada por la monstruosa verga de su hijo.

El castaño acataba sin chistar esas órdenes, mordiendo, chupando, lamiendo los pezones de su madre, que inclusive sacaban leche y él se deleitaba probándola. Con sus manos agarraba los muslos del gran culo de aquella mujer y los apretaba fuerza, también golpéandolos enérgicamente como en los tantos videos porno que ha visto.

—¡G-Ggggggggg! —ese grito orgásmico reprimido de su madre indicó que se corrió por tercera vez, dejando un pequeño charco de sus jugos vaginales entre medio de Issei y ella.

El muchacho siguió penetrándola con fuerza por unos minutos más hasta que se vuelve a correr en su interior, pero su vagina no daba abasto, estaba llena, el semen desbordaba… pero no parecía importarle ya que siguió penetrándola. Sus energías estaban a tope aún.

Al sentir como aquel pene se deslizaba con mayor facilidad –por la gran cantidad de semen en su interior-, la madre de Issei no puede evitar correrse de nuevo, con mucha fuerza como las anteriores veces, lo que la deja casi exhausta.

—Ggggg…. g-gaaaaggg… —balbuceaba ella, con un rostro ahegao, la baba se escurría de su lengua fuera de su boca, y estaba casi por soltar a Issei, pero el muchacho la tenía bien agarrada, y seguía penetrándola con fuerza.

—¡Haaaaa! ¡Haaaaaaaa! ¡M-Mamaaa! ¡A-Ahí vieneeee…! ¡M-Me… me corroooooo! —grita Issei, avisando que se estaba por correr de nuevo. Y lo hizo… soltó otra gran carga directamente dentro de la vagina de su madre, la cual se estremecía nuevamente, soltando pequeños chorros de sus jugos de amor por última vez mientras caía rendida sobre Issei.

El castaño quedó consciente aunque muy agotado. ¿Quién diría que su primera vez sería con su madre, la cual también experimentó su primera vez… otra vez? ¿Y que sería de una manera tan alocada, tan maravillosa –aunque también muy extraña- y muchísimo mejor que en las películas porno de internet?

Ambos ahora se quedaron tumbados en la cama, agotados a más no poder, en la misma posición en la que terminaron: él abajo y ella arriba, sin que el muchacho pudiera sacar su pene de su vagina. Tampoco es que quisiera hacerlo, de hecho le gustó estar así…

Después de toda aquella acción pasaron unos cuantos minutos en lo que todo aparentaba estar bien, hasta que de repente la puerta de la habitación se abre otra vez…

—Isseeee, ya hemos regresado, y te hemos traído algo muy espec… —.

Rias había entrado muy animada, saludando con una sonrisa, hasta que abre sus ojos y se encuentra con la impactante escena en el cuarto de Issei, quedándose congelada por lo que veía frente a ella.

—O-Oh rayos… —balbucea el castaño al verla.

Puede que ahora sí esté en problemas… o quizás no…

Continuará…