Prólogo

Habían pasado poco más de veinte años de que los sayajin lograron su independencia de aquel dictador, Freezer, el autoproclamado emperador del universo; no fue un camino fácil, pero gracias a la alianza galáctica que se formó de la unión de varios planetas para un bien común, el tirano fue derrotado; la rebelión encabezada por la raza guerrera tuvo éxito dando así lugar a una época de relativa calma, porque aunque era cierto que los sayajin se habían ganado el respeto de otras razas guerreras con una fuerza equiparable a la suya y que su alianza mantenía en paz al sector donde habitaban, aun existían de vez en cuando pequeñas revueltas con otras razas en las que debían participar, ya fuera para mantener su supremacía o en apoyo de alguno de los planetas con quienes se habían aliado. Dichas revueltas se debían en cierta medida al resentimiento que aun guardaban algunos planetas hacía los sayajin, pues estos en su loca carrera por deshacerse de Freezer, habían desplazado a muchos de sus lugares de origen e incluso se habían apoderado de sus planetas, con el fin de aprovechar sus recursos.

Es verdad que de todos los planetas aliados, el planeta Veyita era el primer lugar en fuerza, pero en cuestiones de ciencia la tierra se había logrado consolidar como uno de los planetas con mayor desarrollo científico y tecnológico gracias a que habían aprendido a reproducir, adaptar y mejorar las tecnologías de otros planetas, y con el tiempo habían desarrollado sus propias invenciones superando por mucho a sus vecinos; irónicamente un conflicto tan devastador, les había dado la oportunidad de mejorar su tecnología, y ahora los terrícolas ocupaban el lugar de los principales socios comerciales de los sayajin y por lo tanto sus principales aliados.

El planeta Veyita, se encontraba gobernado por el rey Vegeta, la tierra por su parte ostentaba un gobernante similar, sin embargo este solo solía servir para las relaciones diplomáticas, pues el verdadero vinculo se hallaba directamente ligado a la tecnología que este pudiera ofrecerles y al hombre responsable de fabricarla, el Dr. Briefs, con quien hasta cierto punto se habían estrechado lazos gracias a la colaboración del embajador sayajin en la tierra, el siempre mesurado y tolerante Bardock, que había llegado desde hacía casi diez años a vivir en el planeta y desde hacía no mucho tiempo, uno de sus hijos se hallaba casado ya con una terrícola, engendrando al primer niño hibrido de ambas razas.

Sin duda la Tierra y el planeta Veyita, conformaban una sociedad política y comercial bastante equilibrada, aun para lo diferentes que culturalmente eran.