(Okey, vamos a explicar lo que ocurre aquí, esto vale como aviso para mis demás historia. Oficialmente, el resto de mis historias están en una pausa indefinida, puesto que yo me decidí en todo el tiempo que tuve para pensar en vacaciones que quiero terminar "Sangre Real", por lo que también decidí que haría el trabajo completo. Por ello, también editare el resto de capítulos ahora que mejore… Un poco.

Para los que ya conocían Sangre Real, espero que la edición sea de su agrado. Para los que llegaron a ella luego de la edición, espero que encuentren una historia en la que valga la pena invertir su tiempo.

Sin más, me despido.

AnToBeatriz)

I: Encuentro Milagroso

La cálida luz del sol entraba por las ventanas de una habitación, dando de manera directa a un bulto sobre una cama. Bajo las sabanas, algo se removió, gruñendo al ser obligada a despertar. Las sabanas fuero corridas, dejando ver a una chica bajo estas. Ella tenía una piel muy clara, casi albina, y el cabello morado con franjas rosadas entremedio. La misma abrió sus hermosos ojos morados, para levantarse gruñendo e ir al baño.

Luego de hacer sus necesidades, se sentó en una silla frente a su mesa, sobre la que apareció un tazón con cereal y leche. Tras terminar de desayunar, se levantó y, colocándose algo para abrigarse, salió de su hogar hacia la ciudad que comenzaba a despertar.

Los gritos de "Buenos días" y "¿Cómo has estado?" llenaron rápidamente las calles, pues toda la ciudad se caracterizaba por despertar ante la gloriosa luz del sol. Pero una persona destacaba por correr hacia el hermoso castillo de la ciudad sin interesarse en el pueblo.

Twilight Bell, como muchos la llamaban por su cercana relación con la familia real, era la muchacha que corría por las calles del pueblo para juntarse con sus amigas. Ese día Rarity y Fluttershy, las hijas del rey, volverían de una junta donde charlarían con reyes de otras razas.

Y, solo quizás, volverían con información sobre el pasado de la chica de ojos morados.

Twilight no sabía nada de sí misma, más que vivía en una cabaña, poseía un grupo de amigas geniales y, cada día, aparecía comida sobre su mesa. Lo único que sabía de su pasado era una chica de ojos esmeralda y cabello del color del fuego que aparecía cada día en sus sueños. Jamás lograba recordar nada más que sus ojos y su cabello.

Pero Twilight estaba determinada a descubrir su propia historia. Y con el apoyo de sus amigas, ¿Cómo no lo podría lograr?

Mientras pasaba junto a las cabañas donde estaba guardada la comida del pueblo, Twilight escuchó un ruido. Hace mucho que estaban avisando de una persona que había estado robando en las reservas, por lo que decidió acercarse para descubrir quién era el ladrón.

Al estar junto a la cabaña, colocó un oído contra la puerta.

—¿Dónde estarán esas ricas cosas rojas de la otra vez? —se preguntó a sí misma una suave voz femenina dentro de la cabaña.

Twilight entró azotando fuertemente la puerta.

—¡JA! ¡Te atrape, ladrona! ¡Devuelve todo lo que- —Twilight se quedó muda al ver a la chica. Esta parecía una chica normal, pero cuando se giró para ver a Twilight, su capucha se cayó para dejar ver un hermoso rostro con intensos ojos verdes y… y… ¡¿Orejas de gato?!

Twilight observo mejor a la chica. Era bajita, tenía una brillante piel blanca que quedaba oculta bajo rayas negras esparcidas por sus brazos, parecidas a la de los tigres dibujados en los libros de la biblioteca. Se quedó muda al notar una cola de gato ondeando el aire. Vestía una fresca polera con una antorcha enmarcada, una capa negra con capucha y una especie de pantalones, desentonando completamente con la vestidura típica de una mujer. En su cuello había un hermoso collar con una piedra roja que quedaba medianamente oculta bajo su ropa.

Le parecía enormemente familiar, pero no identificaba de dónde. La chica debería sentirse igual, puesto que se quedó callada observando a Twilight, pero en sus ojos se veía sorpresa y felicidad.

—No puede ser… ¿Twilight? ¿Eres tú? —La chica acercó una mano a Twilight, quien se apartó asustada—. Twilight, soy yo. Antonia —se señaló a sí misma.

Twilight, por otro lado, estaba confundida.

—¿Quién eres tú? —preguntó, sin poder apartar la mirada de los ojos verdes de la tigresa. Estos brillaron con decepción, pero rápidamente volvieron a brillar.

—Así que no me recuerdas… Entiendo… Pero si recuerdas unos ojos esmeralda y un cabello de fuego, ¿no? —preguntó Antonia, sonriendo burlonamente. Twilight, por otro lado, se quedó muda. ¿Cómo sabia ella de sus sueños? No se los había dicho a nadie, y la chica gato no podía saberlos… ¿o sí?

—Sí, sí puedo. Si me miras fijamente, puedo saber lo que piensas. No por nada mis ojos son tan intensos —dijo la ojos verdes tranquilamente, dejando a Twilight sorprendida. Luego murmuró algo para sí misma que Twilight no logro comprender—. Te informó que buscas en el lugar equivocado, las princesas no tienen información que darte. Yo sí, así que te espero en el lindero del bosque mañana al amanecer. Conozco a alguien que puede ayudarte.

Antonia sonrió, y corrió hacia Twilight para empujarla y salir corriendo de la cabaña con una bolsa de lo que había robado. La de ojos morados no supo que hacer. Tiempo después, logro salir e ir corriendo a su objetivo principal: el castillo, pero su mente estaba en otro lado.

¿Quién era esa chica? ¿Cómo sabia de su pasado? ¿Cómo la conocía? Definitivamente, ese encuentro fue interesante para la de cabello lila, a pesar de haberle generado muchas preguntas en cuanto a la chica gato y lo que ella sabría de su pasado.

Lo que Twilight no sabía, es que Antonia tenía razón. En los bosques estaba la respuesta en una persona de ojos esmeralda y cabello de fuego…

En los bosques Stella, al sur del pueblo humano, Antonia corría entre los maravillosos arboles con una agilidad impresionante, esquivando cada enorme árbol como su fuera más que un brote.

Pero en ese momento, la chica no tenía tiempo para ponerse a jugar por los árboles.

La tigresa llego a un claro lleno de personas. Solo que estas, no eran normales. Un pequeño grupo de niños se convirtió en… lobos. Ese era el clan Lune, mejor conocido como hombres lobo para los humanos y el único grupo que existía en el bosque, siendo dueño del mismo.

Antonia entró corriendo a una de las cabañas donde estaba la máxima autoridad, el líder de caza Alex. Este era un joven alto y musculoso, con la piel dorada bronceada por el sol y unos ojos ámbar que combinaban con su despeinado cabello castaño. No aparentaba más de 20 años.

Este, al ver entrar a la tigresa, sonrió abiertamente.

—¡Pequeña! ¿Cómo estás? —dijo Alex alegremente ante la presencia de la afable tigresa. Aun recordaba a la pequeña chica que llego un fatídico día cuando él tenía 10 años. Ambos fueron criados como hermanos a pesar de ser de una especie distinta, y ese lazo se mantenía incluso después de la muerte del padre de ambos hermanos.

—¡Hermano! Después hablamos, necesito algo. ¿Dónde está Sunset? —cuestionó la tigresa en un tono emocionado. Estaba realmente ansiosa por decirle su descubrimiento.

—¿Por qué necesitas encontrarla?

—Una humana me encontró robando. —Antes de que Alex se burlara, ella continuó—. ¿Y sabes? Tenía unos hermosos ojos morados.

Alex se quedó mudo unos segundos.

—¿Qué? No puede ser… ¡Imposible!

—Hable con ella, Alex. Me encontró robándoles comida a los humanos. Era exactamente igual. ¿Es que conoces a muchos con piel blanca, casi albina y ojos morados? Solo que no me recordaba pero… Ambos sabemos el por qué —dijo Antonia con un brillo de tristeza que compartió con Alex. Ninguno de ellos estuvo de acuerdo con esa decisión, pues ambos recordaban el dolor en la mirada de muchos, y el llanto desesperado de un corazón roto. Tener que guardar ese secreto seguía siendo un infierno.

—¡Pero podemos cambiarlo! ¡Tú recuerdas la profecía tanto como yo! Por eso necesito saber. ¿Dónde está Sunset?

—Aquí mismo —dijo una fría voz tras ambos hermanos, provocando que ambos se giraran para ver a una chica en la entrada. Esta tenía unos ojos esmeralda tan intensos que sentías como si atravesaran tu alma, y una cabellera pelirroja que brillaba bajo la fuerte luz del atardecer. Llevaba una polera celeste con una chaqueta negra sobra la misma, además de cubrir sus piernas con unos pantalones. Una belleza… hasta que notas la frialdad de su mirada y el enojo de su rostro—. ¿Para qué me buscas, Anto? —la tigresa sonrió, sabiéndose única en recibir un trato algo más dulce para darle, por lo que disfruto tener buenas noticas que darle.

—No te alarmes, tiene que ver con los humanos. —La mirada de Sunset se llenó de odio. Ellos le habían quitado a su princesa y su madre, le quitaron todo lo que tenía, y Antonia lo sabía perfectamente. ¿Entonces porque se los nombraba? Observo con atención los ojos de la tigresa, pero sus esmeraldas no decían nada, y la sonrisa boba que tenía no ayudaba.

—Creo que este tienes que verlo por ti misma, así que mañana vendrás obligada conmigo al territorio humano. Vamos a ver a una querida amiga —dijo la de pelo castaño. Alex solo miraba con atención lo que hacía su hermana.

—No iré contigo- —empezó Sunset.

—¿Echas de menos a Twilight, Sun? —le interrumpió la tigresa. La loba sintió de inmediato las lágrimas juntandose en sus ojos. Maldita sea, ella sabía que se moría sin Twilight. ¿Cómo se atrevía a preguntarle? —. Tomare eso como un sí. Así que supongo que también harías todo para recuperarla, ¿no? —Antonia sonrió ante el silencio de la loba—. Si vienes conmigo, probablemente puedas tenerla devuelta. ¿Qué pierdes por intentarlo?

Sunset se quedó en silencio, sabiendo que la tigresa tenía razón, pero… ¿Cómo podría ver a un humano sin asesinarlo por su chica? Pero la mínima posibilidad de recuperar a su princesa era tentadora. Alzando la mirada a los alegres ojos de la tigresa, frunció el ceño.

—Si un humano me provoca, lo matare —dijo fríamente. Antonia, en respuesta, solo sonrió abiertamente junto a Alex. Ambos hermanos celebraban que el destrozado corazón de la loba por fin tenía una posibilidad para curarse.

—¡¿Qué?! —dijeron todas las chicas al unísono. Twilight ya se había juntado con Rarity, Fluttershy, Rainbow y Pinkie Pie en el castillo, por lo que les conto de su encuentro con la rara tigresa, evitando mencionar sus sueños sobre la chica pelirroja.

—¿Una especie de humana mezclada con gato? La especie de los hombres tigres se extinguió hace mucho. ¡Pronto se cumplirán 20 años sin muestras de ellos! ¿Cómo pudiste ver una chica parecida a ellos? —dijo Rarity, la princesa mayor de los humanos. Sus ojos eran de un color zafiro, y su cabello de un color morado, heredado de su madre. En poco tiempo, se convertiría en una buena reina.

—A mí también me parece muy raro todo esto —dijo Applejack con su característico tono campirano mientras se arreglaba el sombrero. Ella era la encargada de los cultivos, y estaba muy enojada por los robos a los recursos. Era rubia, y tenía unos hermosos ojos verdes. "Aunque no tan intensos como los de esa tigresa" se dijo a si misma Twilight.

—¡¿Y eso que importa?! ¡Es la ladrona de recursos! ¡Debemos informar sobre ella! —dijo Rainbow. Era la hija del capitán de la guardia real, y al igual que su padre tenía una personalidad orgullosa pero muy leal a su grupo. Era reconocida por su rebelde cabellera multicolor.

—¡Yo creo que es una buena persona, después de todo no le hizo nada de daño a Twilight cuando podría haberle hecho algo, pero la trató de manera sociable y con una sonrisa, e incluso le dijo algunas cosas de su pasado! —exclamó Pinkie Pie. Sus padres fueron elegidos por los bufones del rey, por lo que al nacer fue criada junto a las princesas como buenas amigas.

—Opino lo mismo que Pinkie Pie —apoyó Fluttershy en un tono suave. Era la segunda hija de los reyes, por lo que también era princesa- Pero, al ser la mayor, Rarity fue la elegida para gobernar siendo Flutter la segunda al mando.

—No lo sé chicas, solo sé que ella sabe de mi pasado, me conocía. Así que mañana pienso iré al lindero del bosque —dijo Twilight dejando a todas sorprendidas—.Tengo que descubrir mi pasado, y si esa chica tiene respuestas debo lograr que me las de. —La mirada de Twilight estaba llena de determinación, por lo que las chicas no tuvieron más opción que resignarse a lo que haría su amiga. Esa chica iba a descubrir su propia historia, cueste lo que cueste.

Lo que nadie sabía, es que algo mucho más grande estaba conectado a esa historia, algo que cambiaría el mundo como lo conocían.