Hola :) Aquí esta otro episodio más, espero que sea de su agrado~
Gracias por su paciencia, sé que a veces me tomo bastante tiempo, pero trato de brindar el mejor trabajo que puedo hacer.

Espero que se encuentren bien respecto a la situación de la pandemia mundial del coronavirus, que puedan estar en casa en la mayor medida posible y que su salud este en buena condición.
Por cierto, si alguien (por pura casualidad) es lector que me seguía en Amor-Yaoi, lamento informar que la situación técnica que tuve en dicho lugar sigue sin solucionarse, por lo que no puedo actualizar ahí aún.

Gracias por pasar a leer y muchas gracias en especial a quienes se toman su valioso tiempo en comentar.


—Lo lamento…

—Supongo que era algo inevitable...

Rosinante se encontraba junto a Crocodile, ambos estaban tomando un café dentro del establecimiento que solían visitar.
Era el primer sábado del mes de Marzo, a partir de ese mes todo cambiaría…
Pronto tendría que presentarse frente a autoridades legales para discutir el asunto de la emancipación de Law, y después de eso enfrentar lo peor:
la inminente despedida que habría entre Law y él…
Después de que Law consiguiera librarse de la custodia de Rosinante, era seguro que no querría volver a verlo.
Imaginar ese futuro escenario era suficiente para mermar aún más la poca tranquilidad que podía concebir, no podía dormir ni una madrugada completa.

Por su parte, Crocodile sentía una enorme frustración interna, no podía evitar sentirse furioso con aquel jovencito rebelde llamado Law por haber arruinado indirectamente el inicio de la nueva etapa de su relación con Rosinante; deseaba tanto poder tener una seria, larga e intimidante charla con ese muchacho y hacerle entrar en razón… Pero no podía involucrarse de tal manera.
Solo quedaba la opción de apoyar a Rosinante de manera paciente, manteniéndose al margen y ofrecer su ayuda en necesidades imprevistas.

Al cabo de un rato, Rosinante y Crocodile se retiraron del café, despidiéndose en el estacionamiento de dicho lugar.

—Trata de descansar, por favor. Si continuas sin dormir apropiadamente, tendré que llevarte al médico—declaró Crocodile, posando su única mano sobre una pálida mejilla de Rosinante—. Cuídate mucho…

Rosinante esbozo una triste y cansada sonrisa.

—También tú, descansa…—dijo Rosinante mientras abría la puerta de su auto.

En cuanto el rubio echó a andar su vehículo, la sensación de pesadez regresó a su cabeza, era un martirio tan solo pensar en regresar a casa y ver a Law…
Ya no tenía idea de cómo tratar con él.

Al llegar al departamento, se dio cuenta de que Law no se encontraba ahí.
Rosinante lanzó un pesado suspiro lleno de aflicción…
Se dirigió al sofá y al poner atención en la mesita frente a él, se percató de que había una pequeña nota.

"Me quedaré en casa de un amigo por este fin de semana."

—Law…—Rosinante cerro sus ojos, en una expresión de resignación.

Que Law no estuviera en el departamento le había resultado peor que haber lidiado con su indiferente presencia; ahora una horrible oleada de soledad y desesperación comenzaba a invadirle…
Tal vez debía llamar a Crocodile y comunicarle si podría acompañarle por el resto del día… Tal vez por el resto del fin de semana, justo como Law había hecho…

— ¿Rosinante? ¿Estás bien?—respondió Crocodile con voz grave y un leve tono de preocupación, pues le resultó extraño que el rubio le llamará después de haberse visto hace poco.

—Sí, es solo que… Me preguntaba si te molestaría que nos veamos de nuevo por hoy—dijo Rosinante con voz tímida.

—Por supuesto que no. Aunque estoy intrigado del porqué, pero luego me lo dirás con más detalle ¿quieres que vaya a tu departamento o…?

—Creo que será mejor que yo vaya a tu casa.

—Como gustes. Te espero ahí entonces.

Al terminar la llamada, el rubio se dirigió a su habitación para tomar una valija en donde guardo algo de ropa y su computador portátil, pues justo como Law, se había propuesto salir de aquel lugar por el resto del fin de semana.

Y, antes de salir del departamento, decidió dejar un pequeño aviso; desde su teléfono celular mandó un mensaje de texto a Law, comunicándole que no estaría en el departamento y que en caso de cualquier emergencia o ayuda que pudiera necesitar, tendría que llamarle a su celular, o en peor caso, llamar al teléfono de Crocodile en caso de que su propio móvil sufriera un accidente imprevisto.

— ¿Qué te ocurre, Law?

—Nada… Solo… Revisaba un mensaje que acaba de llegarme—respondió el jovencito mientras aún tenía su vista puesta en la pantalla de su teléfono, sintiendo una gran indignación al ver como Rosinante se había atrevido a colocar el teléfono de aquel hombre que tanto aborrecía como dato de emergencia—. Ese idiota…—musito tratando de ya olvidarse de su molestia.

Law se encontraba en la casa de sus más recientes amigos, Luffy y Ace, y al igual que en la última ocasión en que se vieron, el resto de los amigos de Luffy se encontraban reunidos ahí.

Aquel muchacho llamado Sanji cumplió con su promesa de conseguir algo de información sobre sitios en renta disponibles para que Law pudiera mudarse.
El grupo de jóvenes se encontraba en una sala de estar, mirando una película de temática de súper héroes.

— ¡AH, INCREIBLE…!—exclamo Luffy con demasiada energía, alzando su puño derecho en gesto de ánimo— ¡Me gusta demasiado esta escena! ¡Hulk y Thor son geniales!

—Lo diré siempre, esto no es lo que esperaba de esta película—comento Law con un leve tono despectivo y crítico.

— ¿A qué te refieres?—pregunto curioso el muchacho llamado Ace.

—Bueno… En primer lugar, creo que el título de la película está de sobra—respondió Law con calma—. Poner la palabra "Ragnarok" a eso… No, no tiene nada de la esencia y temática de lo que realmente sería un "ragnarok", realmente esperaba algo más serio y épico de esta película, pero en fin…

— ¡Entonces tú debes ser de esos que leen muchos comics y demás material relacionado para documentarse, eh Law! —comentó el chico de nombre Ussop con gran interés— ¡Apuesto a que tienes una gran colección!

—Bueno, tengo algunas colecciones pero…—y Law recordó con tristeza que todos sus comics, libros y demás material de lectura recreativa estaban en su antigua casa, resguardados en su habitación y otros sitios de aquella solitaria casa—. Hace mucho que no leo nada nuevo.

— ¡¿Tendrás todos los comics necesarios para entender lo que será "Infinity War"?!—continuó Ussop demasiado emocionado.

—Si.

— ¡Genial! ¡¿Crees que puedas prestármelos antes de que se estrene la película?!

— ¡Ussop, ya cállate, no me dejas oír bien…!—alegó Luffy molesto dándole un pequeño golpe en la nuca al mencionado que estaba justo al lado de él.

— ¡Hey, no hagas eso, tonto! ¡¿Qué no quieres conocer la historia verdadera antes de que estrenen la película!?—reclamo Ussop, dándole la misma clase de golpe a Luffy.

— ¡No, para eso harán la película…!—contesto Luffy despreocupado, volviendo su vista de nuevo directo hacia la pantalla del televisor.

Y todos volvieron a poner su completa atención a la película, a excepción de Law, que siguió pensando en su viejo hogar.

Mientras tanto, Rosinante se encontraba rumbo hacia la casa de Crocodile. Realmente estaba alejada de la ciudad y la mayoría de las zonas residenciales.
El rubio notó el medidor de gasolina, y aunque este no estuviera bajo, decidió que era momento de cargar y llenar de una vez el tanque para el resto de la semana.
Cerca del comienzo de la autopista que lo dirigiría a su destino había una estación de gasolina en la que decidió parar.
Mientras surtía combustible a su auto, observo que había una tienda de autoservicio, y de inmediato surgió la necesidad de ir por una cajetilla de cigarros y tal vez una bebida energética, pues todo su cuerpo se sentía tan abatido.

Al terminar de recarga de gasolina, movió su auto justo al frente del establecimiento que lucía grandes carteles de publicidad y leyendas de "Abierto 24 horas". Al costado izquierdo de su auto, estaba estacionado un lujoso convertible color rojo brillante, lo cual hizo que Rosinante tuviera mucho cuidado al abrir la puerta de su automóvil para no dañar en un acto de torpeza la hermosa carrocería de aquel vehículo vecino.

Al ingresar al lugar, Rosinante fue directo hacia el área de bebidas y tomo una alargada lata de una bebida energética.
Camino por un pasillo donde había muchos postrecillos como galletas, pastelitos y barras de cereal, luego hacia el pasillo en donde había una gran variedad de frituras, siguió caminando observando diversos productos y después…

—Rayos...—Rosinante se había tropezado y había caído sobre su espalda—. No puede ser…—la lata que había llevado consigo salió rodando lejos, Rosinante tenía los ojos fuertemente cerrados en un instante para asimilar la vergüenza de haberse caído en plena tienda y causar un alboroto.

—Sí que te caíste con tremendo estilo, ja—comentó una voz burlona mientras reía sutilmente—. Déjame darte una mano…

—Gracias—y Rosinante brindo su mano derecha para que aquel desconocido le ayudara a ponerse de pie—. Soy demasiado torpe a veces…

—Tienes que cuidar por donde andas, en especial si estas en lugares públicos y con muchas cosas alrededor que puedas destruir a tu paso—y aquella persona volvió a reírse.

—Lo sé, en serio lamento haberme distraído, es una completa vergüenza que un tipo como yo haga estas escenas… Te lo agradezco mucho—y Rosinante observo por primera vez al sujeto que le ayudo. Aquel hombre era igual de alto que él, tenía erizado cabello rubio, una piel bronceada, ropa muy entallada y estilizada que dejaba lucir parte de su pecho, sus ojos estaban perfectamente ocultos detrás de unas estilosas gafas de cristal rojo, y la expresión de la sonrisa de ese sujeto le provoco una escalofriante e increíble sensación de familiaridad.

—No hay de qué… Oye, dejaste tirado algo—señalo el hombre de las gafas rojas.

—Mi billetera…—resoplo Rosinante observando como su billetera se había abierto y alguna de sus identificaciones se habían salido de esta. Se abalanzo con cuidado para tomarla y guardar todo de nuevo en su pantalón, pero al querer hacer tal acción, volvió a caerse, esta vez boca abajo.

—Parece que eres un desastre andante—se atrevió a comentar el bronceado rubio con total confianza y continuando con su risa.

— ¿Disculpa?

—Lo siento, lo siento. Vamos… Te ayudare con tus cosas. Este piso resbaloso tampoco debe ayudarte mucho—y aquel hombre se puso en cuclillas para recoger las pertenencias del torpe extraño. Tomo la billetera y un par de identificaciones, a las cuales no quiso evitar echarles un ojo y al leer el nombre del dueño de aquellas tarjetas, su sonrisa se desvaneció. Su boca quedó entre abierta, evidenciando un sutil asombro.

—Espero no volver a caer mientras voy hacia la caja registradora… Bien, ¿podrías darme mi billetera, por favor?

—No puedes evitar ser igual de torpe, siempre lo fuiste…

— ¿Qué?

—Aunque parece que ambos somos igual de torpes, al menos lo suficiente como para no darnos cuenta de algo importante y que ahora parece tan obvio, je…

—Disculpa, pero no entiendo de que estas hablando.

—Diablos, Rosi… Soy yo, Doffy—declaró el rubio de piel bronceada mientras volvía a sonreír y le daba la billetera al rubio de piel pálida.

El rostro de Rosinante se quedó pasmado con una expresión estupefacta, luego pasó a la incredulidad y finalmente poco a poco se fue convirtiendo en una gran sonrisa llena de conmoción.

—Doffy… ¡Doffy!—y Rosinante se acercó a su hermano mayor, colocando sus manos sobre los hombros de este último—. Te extrañe tanto… No puedo creerlo…—y finalmente lo abrazo, estrechándolo con cariño y un poco de fuerza debido a su conmoción.

—Tampoco yo… Mírate, pensé que nunca te vería de este tamaño—dijo Doflamingo mientras sacudía su mano derecha sobre el espeso cabello de su hermano menor— ¿Qué ha sido de ti?

—Ah… Demasiado… Muchas cosas me han ocurrido últimamente…—musito Rosinante mientras se alejaba de su hermano.

—No suena a nada bueno.

—Es complicado…—suspiro el hermano menor, quien por un breve instante deshizo su sonrisa— ¿Y tú? Por como veo te ha ido mejor que a mí… Luces tan estiloso y distinguido. Tu piel esta tan bronceada ahora…

—Y tú sigues igual de pálido, no te vendría mal tomar el sol un rato.

Ambos se dirigieron hacia la caja registradora para pagar sus compras y salieron del establecimiento. Rosinante descubrió que aquel lujoso auto de color rojo era de su hermano.

—Y dime, Rosi ¿Qué tenías por hacer después de salir de aquí?

—Ah… Iba a… Reunirme con alguien—respondió el hermano menor algo cohibido.

—Oh, ya entiendo…—y Doflamingo hizo un gesto que insinuaba que su hermano menor tenía un amorío con ese alguien—. Entonces supongo que tendremos que vernos luego para charlar con más calma.

—Bueno, en serio quisiera ir contigo ahora mismo, no es como si tuviera un compromiso muy urgente, pero antes tendría que llamar a… A mi…

—Ya dilo, Rosinante, ¿Qué te causa tanta pena?

—Nada, nada… Es solo que… Es mi primera pareja en mucho tiempo… Es algo que está tornándose más serio de lo que pensaba y… Bien… Aun no lo asimilo completamente.

—Ah, entiendo. No me gustaría arruinarte la noche...—y Doflamingo saco su teléfono celular—. Podría llamarte mañana, y en cuanto tengas un tiempo libre, podemos ir a comer y ponernos al corriente.

—Si—y Rosinante le brindo su número telefónico, así como una breve indicación de donde residía actualmente—. Me alegra mucho haberte visto, Doffy, en verdad…

—Digo lo mismo, Rosi. Fue una total sorpresa…—y Doflamingo se acercó a su hermano menor, para darle cariñosamente un par de palmadas en la espalda como despedida. Subió a su convertible y mientras encendía el vehículo añadió: —. Y por favor, conduce con cuidado. No quiero imaginar que conduces igual que como andas a pie.

—Ya habría muerto hace mucho si fuese así—respondió Rosinante abriendo la puerta de su auto—. Cuídate, Doffy, te llamaré en cuanto pueda.

—Hasta entonces…—y Doflamingo echó a andar su auto, saliendo del estacionamiento a una velocidad algo escandalosa.

Rosinante seguía con una placida sonrisa marcada en su rostro; encontrar a su hermano después de tanto tiempo, y de esa manera totalmente inesperada, le había inyectado un torrente de alegría y había levantado su ánimo de gran manera.
Ansiaba que llegará el día de mañana y poder reunirse con Doffy y poder charlar con él durante un largo rato, tenía tanto que contarle…

Después de unos veinte minutos, Rosinante ya estaba en casa de Crocodile.
El pálido rubio llego aún con los restos de la felicidad que le había dejado ver a su hermano mayor, y aquella expresión tan linda no pasó desapercibida.

—Rosinante ¿Qué te ocurrió?—pregunto Crocodile con curiosidad y fascinación de ver el rostro tan jovial de su querido rubio.

—Algo demasiado increíble, aun no puedo creer que haya sido verdad…

Crocodile le miraba extrañado, expectante a lo que Rosinante dijera a continuación.

—Paré en una estación de gasolina, en donde había una tienda de autoservicio, entré ahí para comprar un par de cosas, tuve un accidente (ya sabes, me tropecé como suele pasar) y alguien me ayudo a levantarme—y Rosinante dio una pausa para tomar un respiro—. Quien me ayudo resultó ser mi hermano…

— ¿Qué?

—Mi hermano, Doffy, lo encontré ahí. Fue algo tan raro… ¡No lo pude reconocer a primera vista, si no fuera porque él me reconoció primero, tal vez hubiéramos pasado de eso!

—Vaya…

—Mañana pienso llamarle, acordamos vernos lo más pronto posible.

El rostro de Crocodile disfrazo perfectamente el terrible asombro que le inspiraba esa noticia. No le entusiasmaba la idea de que Doflamingo por fin tuviera contacto con Rosinante…
¿Por qué ahora? Tal vez debería considerar seriamente el contarle sobre la relación que tuvo con Doflamingo, antes de que aquel hombre llegara a revelárselo a su hermano como si fuera una anécdota más sin importancia en su vida.

—Me alegro…—dijo Crocodile con voz tranquila—. Es bueno verte así de alegre.

—Pensé que nunca volvería a verlo; al menos durante este tiempo…—y Rosinante se aclaró la garganta—. Lo siento, solo llegue directo a decir todo esto, perdóname, me emocione demasiado…

—No te preocupes, lo entiendo. Después de tantos años sin verlo, en verdad te debió parecer una completa sorpresa—comento Crocodile manteniendo su voz calmada y de tono neutro—. Bien… Creo que debes tener hambre, la cena ya está lista para servirse…

—Sí, gracias… En efecto, me entro apetito con toda la conmoción…

Y lejos de ahí, casi del otro lado de la ciudad, tres jóvenes se encontraban en una cocina, lavando la vajilla que habían utilizado para cenar.

—Les agradezco mucho por darme la oportunidad de dormir aquí por esta noche—dijo Law Trafalgar mientras ayudaba a Ace y Luffy a lavar platos y tallaba con cuidado uno de estos.

—No hay problema… Siempre serás bienvenido aquí, bueno, mientras no te hayas escapado sin permiso o algo así y la policía te comienza a buscar—contesto Ace mientras enjuagaba un tazón.

—Esta vez sí deje un aviso, no se preocupen—les recalcó Law.

— ¡Oye, Torao…! ¿Entonces dices que pronto te irás a vivir tu solo en un departamento?—preguntó Luffy.

—Sí, eso espero… Solo estoy en la espera de que mi emancipación sea aprobada.

—Vaya… Creo que no podría vivir solo por mucho tiempo—comento Luffy haciendo una mueca mientras guardaba varios vasos en una alacena—. Sin la vieja Dadan, sin Ace… ¡No podría vivir a gusto!

—Bueno, Luffy, Law es muy diferente a ti… ¡Ten cuidado con eso! Por cierto, Law, si quieres darte un baño antes de dormir, será mejor que seas el primero en entrar, Luffy deja un completo desastre…

—Bien, gracias por la advertencia.

Al cabo de unas horas, para cuando ya se habían aseado y estaban acomodados en sus respectivos lugares para dormir, Law revisó su teléfono celular; esperaba encontrarse con alguna llamada perdida u otro mensaje de parte de Rosinante, pero no hubo nada.

— ¿No puedes dormir, eh?—dijo la voz de Ace.

—No… He tenido la mala costumbre de desvelarme mucho últimamente—admitió Law con voz cansada.

—Que mal…Es una suerte que sea sábado, no hay problema si te duermes tan tarde. Oye, Law…

— ¿Si?

—Si necesitas hablar con alguien por teléfono, o un rato a solas, puedes ir al jardín trasero. Eso suelo hacer cuando no puedo dormir… Sirve para despejarte bien la mente antes de realmente sentir sueño.

Law aceptó la sugerencia, con mucho cuidado se levantó de la cama en donde Ace dormía normalmente (mientras que este último había recurrido a un colchón de viaje puesto al lado de la cama de Luffy) y salió de la habitación de manera cautelosa.

El joven moreno, quien estaba en un pijama de color oscuro con detalles en amarillo a los costados, terminó saliendo al jardín.
La noche era agradable, un fresco clima arrullaba a la ciudad con una ligera corriente de viento. Apenas se podían vislumbrar estrellas desde ahí, debido a las interminables luces de la ciudad.

No podía dejar en pensar en la ligera molestia que le causaba no haber recibido alguna de esas insistentes llamadas de Rosinante.

—Tal vez ya se rindió conmigo…—musito Law amargamente mientras tomaba asiento en un pequeño banco que había al lado de unas herramientas de jardín.

Luego recordó la sensación de nostalgia que tuvo en la tarde, cuando recordó las colecciones de historietas que tenía en su antigua casa…
Extrañaba tanto estar ahí, pero volver a ese lugar con la intención de habitarla a diario de nuevo no era algo sencillo.
El dolor de recordar tantos momentos con su familia le destrozaría cada día…
No se sentía capaz de soportar eso aún.

Bajo su vista hacia sus pies, fijando su atención en sus dedos que rozaban con el verde césped.
Recordó como solía pasear descalzo por el jardín de su casa, como solía descansar en ese lugar, tumbándose bajo el árbol y dejando pasar el tiempo mientras leía alguno de sus comics.

—Justo así me encontraba la primera vez que lo vi…—murmuro Law haciendo memoria del día en que conoció a Rosinante.

La probabilidad en su vida se había retorcido de la peor manera desde entonces... ¿Por qué el destino le había deparado tales cosas? ¿Acaso no había sido suficiente con perder a su madre y hermana? ¿Por qué su padre tuvo que perder su vida? ¿Por qué tuvo que enamorarse de Rosinante?
¿Por qué había cometido tantos errores…? ¿Por qué él? Incluso sus amistades más cercanas habían cambiado en este último periodo, extrañaba poder reunirse libremente con Penguin y Shachi, pero sabía perfectamente que entre ellos había una lucha interna y no era lo mismo estar con ellos en medio de eso.
Tan solo meses atrás su vida lucía tan diferente y sus planes a futuro lucían tan coherentes y satisfactorios; ahora se sentía totalmente perdido y sin ninguna motivación que realmente llenara su alma.

Law lanzo un pesado suspiro. Tal vez no fue buena idea salir a pensar en todo el pasado y su actual situación; quizá hubiera sido mejor quedarse en la habitación en donde la presencia de Ace y Luffy le obligarían a mantenerse al margen y dormirse rápido.
Se puso de pie y dio una vuelta alrededor del jardín antes de volver adentro…
Al menos sintió un poco de alivio al darse cuenta que podía contar con nuevos amigos, aprecio la buena voluntad de los chicos que dormían en el interior de esa casa y del resto de muchachos que había conocido gracias a ellos.
Era un pequeño rayo de normalidad y calma que su vida necesitaba con urgencia.

Finalmente regreso a la habitación, topándose con que Ace y Luffy ya se encontraban profundamente dormidos y emitían un fuerte ronquido.

—Será una larga noche…—resoplo Law entrando de nuevo en la cama y resignándose a tratar de acostumbrarse a los ruidos de sus anfitriones.

Al día siguiente, en cuanto Rosinante despertó fue a revisar su teléfono y revisar el historial de llamadas y la bandeja de mensajes; no había nada por parte de Law o de su hermano.
Crocodile ya había salido de la cama, seguramente se encontraría en su jardín alimentando a alguna de sus mascotas o tal vez estaría en la sala de estar, viendo tranquilamente las primeras noticias del día de hoy.

El rubio salió de la cama, fue a darse una ducha al baño que estaba anexado a la habitación, en diez minutos terminó su baño y fue a tomar un nuevo cambio de ropa de la valija que había llevado consigo; un sencillo pantalón de mezclilla, una camiseta de color rojo oscuro y unos zapatos de color café.

—Buenos días…

—Buen día, Rosinante. ¿Dormiste bien?—Crocodile vestía su tradicional bata de color verde oscuro, pero a diferencia de la última vez en que lo vio con esa prenda, ahora si se notaba que llevaba ropa por debajo.

—Sí, ¿y tú? ¿Te despertaste muy temprano?

—No tanto… Pero quise aprovechar el buen clima que está empezando a notarse, la primavera está a la vuelta de la esquina y mi jardín estará en un momento importante, además de que la mayoría de mis mascotas disfrutaran más su estancia… En fin, ¿quieres que desayunemos ya? ¿Qué te apetece?

—No lo sé, realmente, pero supongo que puedo pensar en algo mientras reviso tu cocina y alacena, ¿te molestaría que haga el desayuno por esta ocasión?

—Claro que no… Eso sería magnífico…—musito Crocodile sintiendo un cosquilleo en el estómago mientras esbozaba una discreta sonrisa.

Aquel hombre de intimidante semblante estaba tan acostumbrado a ordenar comida o que alguien de su personal le cocinara, que ese gesto por parte de Rosinante le emociono más de lo que hubiese imaginado.
Se sentía como un jovencito recién y locamente enamorado al ver como Rosinante se dirigía a la cocina de su casa y empezaba a revisar todo para preparar el desayuno.
Al llegar al área de la cocina, Crocodile se topó con que había una radio que ahí, la encendió (una melodía del grupo "Queen" estaba sonando) y después tomo asiento en un alto banquillo para recargarse en la barra comedor que había en esa estancia mientras se dedicaba a observar con total deleite como aquel muchacho rubio se dedicaba a preparar el desayuno.

—Espero que te guste mi comida, no soy el gran cocinero, pero en verdad espero que te guste—dijo Rosinante al estar a punto de servir un par de omelettes.

El hombre de cabello rubio estaba cortando un tomate para servir los trozos en el platillo que sería para Crocodile.

—Recordaste que me gustan los tomates…—murmuro el hombre de cabello oscuro mientras veía seriamente el plato con su desayuno. Casi se hace un nudo en su garganta, era demasiado conmovedor para él.

Rosinante no lo escucho, estaba sacando un bote de jugo de naranja del refrigerador para servirlo en un par de vasos largos.

—Listo—finalizo Rosinante dejando los vasos sobre el comedor para tomar asiento y comenzar a comer—. Buen provecho…

—Muchas gracias.

En cuanto terminaron el desayuno, Rosinante se disculpó con Crocodile, pues quería llamar a su hermano en cuanto antes y esperar a que pudiese reunirse con él.

—Sí, no te preocupes, adelante…—y Crocodile vio como Rosinante sacaba su teléfono y comenzaba una llamada. El ánimo tan apacible que le había dado el desayuno estaba mermándose por la molestia interna que le causaba imaginarse a Doflamingo del otro lado del teléfono; por suerte para él, el rubio se puso de pie y se alejó poco a poco de la cocina.

— ¿Doffy…? Doffy, soy yo, Rosinante, buenos días…—saludo con voz alegre—. Perdóname por despertarte, no pensé en que te fueras a levantar tan tarde, ja… Bueno, sí, olvide que es domingo… Sí, me parece bien. Entonces, nos vemos ahí.

Al volver a la cocina vio que Crocodile estaba levantando los platos sucios.

— ¡Espera…! No, no te molestes, yo los lavaré—se apresuró Rosinante.

— ¿Qué? Ni hablar, tú ya cocinaste… Además, no iba a lavarlos…

—Je, está bien. Por cierto… Temo que me tendré que ir para medio día—le dijo el rubio mientras ayudaba a levantar los vasos.

—Entiendo…—Crocodile aún se sentía inseguro por su dilema sobre si confesarle a Rosinante sobre la tortuosa relación que había tenido con Doflamingo.

"Debí decírselo desde el principio… Si lo hago… Tal vez se incomode bastante... En especial ahora que al fin puede volver a encontrarse con Doflamingo…" pensó Crocodile seriamente, mientras se dirigía a la sala de estar junto a Rosinante.
Tomaron asiento en un largo sofá y encendieron la televisión, cosa rara ya que hace mucho tiempo que ninguno de ellos miraba el contenido de aquel aparato.

Rosinante empezó a cambiar aleatoriamente los canales, hasta que se detuvo al ver que en uno de estos estaban transmitiendo una película que era de su gusto.

—No pensé que te gustará la obra de Drácula…—comentó Crocodile con voz grave y suave para no interrumpir bruscamente el audio del filme.

—Je, me agrada bastante, tanto la novela como esta película—contestó Rosinante—. Recuerdo que alguna vez, hace años cuando era adolescente, llegue a escribir muchos análisis sobre la historia y los personajes.

Continuaron viendo la película, pero fue inevitable que Crocodile siguiera debatiendo consigo mismo dentro de sus pensamientos…
En cuanto termino el filme, Crocodile se volteó hacia Rosinante mientras tomaba con delicadeza una mano pálida del rubio.

—Rosinante… Tengo que decirte algo...

— ¿Qué pasa?—se extrañó el más joven, completamente confundido ante la repentina seriedad que había adoptado Crocodile— ¿Estas bien?

—Estoy bien, no me pasa algo malo. Es solo que necesito decirte algo importante, algo que tal vez debí comentar desde que empezamos a conocernos mejor…

Rosinante seguía con expresión confusa, empezaba a preocuparse por lo que Crocodile tuviera que decirle ¿Qué tan grave o importante sería?

—Realmente no habértelo dicho antes, ahora mismo me siento como un idiota por ocultarlo y no haber sido capaz de confesártelo a tiempo…—y Crocodile tomo una pausa de algunos segundos, mientras se aferraba un poco más a la mano de Rosinante—. Sabía de tu hermano, Doflamingo… Sabía que él vivía en esta ciudad y desde que lo mencionaste por primera vez me he sentido culpable por no comentar nada al respecto… No pude creer que fueras su hermano.

— ¿Qué? ¿Entonces tú conocías a Doffy? Vaya…—y Rosinante lanzo un suspiro, sintiéndose algo aliviado de que por fin Crocodile revelara su incomodidad—. Bueno, no sé muy bien porque preferiste ocultar ese detalle pero…

—La razón por la que no dije nada es por… La manera en como lo conocí…—y Crocodile sintió como su corazón se aceleraba bastante conforme se aproximaba la verdad—. Doflamingo fue… Él y yo tuvimos una difícil relación.

—Quieres decir… Tú y Doffy fueron pareja…

—Sí.

Rosinante se quedó en silencio. Primero viendo fijamente a Crocodile, con una rara expresión pasmada, que mezclaba su sorpresa con algo de incomodidad y un leve toque de decepción; y después llevo su vista hacia los grandes ventanales que había a su lado derecho.

—Vaya… Nunca me lo hubiera imaginado…—resopló Rosinante cuando finalmente empezó a asimilar el hecho. Su mano dejo de estrecharse contra la única mano de Crocodile y esta fue a dar contra su cabello, pasándola entre los mechones espesos de su rubio cabello.

—Lo lamento… En verdad—y Crocodile se puso de pie—. Rosinante… En verdad te aprecio, te lo he dicho varias veces: Desde que te vi por primera vez me sentí atraído hacia a ti, y luego, cuando logre acercarme más a ti y conocerte… Supe que en verdad quería seguir a tu lado, pero el hecho de haber conocido antes a Doflamingo me inquietaba bastante… Es algo que siempre me parecerá trágico… Porque siendo sincero, las cosas que viví junto a él no fueron las mejores… Fue una difícil etapa.

— ¿En serio?

—Sí… Pero eso ya es otro asunto… Rosinante, perdóname—declaró Crocodile en un tono muy comprometido—. En verdad deseo continuar a tu lado, pero ahora que sabes esto… No sé cómo te sientas al respecto. Sea lo que sea que decidas hacer, lo respetaré.

—Esto me tomo por completa sorpresa…—y Rosinante también se puso de pie, dando un par de vueltas por alrededor del sofá y quedándose sin decir nada por unos segundos—. La verdad es que… Sí, lo admito, me siento algo enfadado de que no me dijeras que conocías a Doffy y que estuviera viviendo en esta ciudad.

Hubo un momento de silencio, lleno de tensión.
Rosinante dio un pesado suspiro y de nuevo se dejó caer sobre el sofá.

—Aunque… Entiendo por qué lo ocultabas…—continuo el hombre de cabello rubio mientras miraba a Crocodile tímidamente. Muy en lo profundo de su ser reconocía que el también guardaba un secreto, tal vez más terrible y controversial que el de Crocodile, sabía de primera mano la angustia de querer ocultar algo que era sumamente comprometedor y tan personal—. Debió ser difícil para ti asimilar que resultará ser hermano de Doffy.

—Rosinante…

—Bueno, creo que ya no tiene mucho sentido enfadarse por algo así… Me alegra que me lo hayas dicho.

—Entonces…

—No te preocupes por eso ya. Si todo lo que hubo entre Doffy y tú acabo hace tiempo y no hay nada más entre ustedes, olvidémoslo.

—Eres la persona más comprensiva, honesta y gentil que he conocido—declaró Crocodile sin una gota de duda en su voz. Y con mucha lentitud, se aproximó al rostro de Rosinante para plantarle un delicado beso en la mejilla izquierda.

Rosinante esbozo una tenue sonrisa, algo incomoda y condescendiente.
Ahora él se sentía tan incómodo como Crocodile se debió sentir antes de confesarle todo aquello.
Se sentía indigno de las palabras de aprecio de aquel hombre que pensaba lo mejor de él, pero la decepcionante verdad era que aún tenía un terrible pasado que atormentaba su mente y que veía en extremo difícil, casi imposible, de confesar alguna vez...

—Creo que debo irme ya—dijo Rosinante con voz rasposa, se aclaró la garganta tosiendo un par de veces—. Ya se acerca la hora de encontrarme con Doffy…

—Si…

—Bien, cuídate mucho… Nos vemos pronto.

—Sí, tú también.

Una hora después, Rosinante iba en camino a reunirse con su hermano mayor en un lujoso restaurante cercano a la zona costera de la ciudad.
Apenas estaciono su auto y comenzó a sentirse fuera de lugar por el ambiente del establecimiento.

—Debí vestirme mejor… No pensé que fuese ser un lugar tan suntuoso—se dijo Rosinante en voz baja mientras caminaba a la entrada. Esperaba que Doffy ya estuviera ahí, pues le resultaría algo incómodo tener que esperarlo sintiéndose tan expuesto y avergonzado por su vestimenta tan informal.

Para su suerte, Doflamingo estaba llegando al mismo tiempo que él.

— ¡Doffy! Buen día, ¿Qué tal estas?

—Rosi, estoy bien ¿Y tú? Supongo que descansaste muy bien, eh…—dijo Doflamingo con un tono pícaro, recordando que su hermano había ido a pasar la noche con su pareja.

Al oír eso último, Rosinante sintió una punzada desagradable; ahora sabía que su hermano había tenido una relación complicada con la persona con la que intentaba tener un noviazgo. No sabía si llegaría el momento de mencionarlo, tal vez durante su almuerzo aquel detalle saldría a la luz, pero por el momento decidió pasar de él y enfocarse en charlar con su hermano sobre todo el tiempo en que estuvieron separados.

Fueron a su mesa, Doflamingo ordeno su comida de manera tan despreocupada que era obvio que acostumbraba visitar el lugar.

— ¿En serio solo pedirás eso?—inquirió el rubio de piel bronceada—. Al menos ordena la ensalada más sustanciosa…

—Estoy bien con eso… Además, no creo poder pagar algo más elaborado, la mayoría del menú es demasiado lujo para mí, Doffy—admitió el rubio de piel pálida mientras hacía una mueca.

—Olvídate de eso, todo corre a cuenta mía… Adelante, pide lo que quieras.

Dentro de un rato más, después de que Rosinante contará sus vivencias en su etapa adolescente y universitaria, fue el turno de Doflamingo para hablar.

—Bueno… Sí, tuve que esforzarme para llegar a donde estoy…—dijo Doflamingo vagamente mientras se servía un poco más de vino—. Fue un camino difícil en ciertas ocasiones…

—Me imagino… Si tienes este estilo de vida, es seguro que debiste trabajar duro—asintió Rosinante.

Doflamingo le había ocultado la verdad a su hermano, no podía revelarle todas las raíces de su buena fortuna actual; sus conexiones con el mercado negro, con el tráfico de drogas, extorsión y apuestas, venta de armas y demás negocios de naturaleza ilícita.
Lo más controversial que pudo contarle sin tanto problema, fue el hecho de que poseía un club nocturno de bailes eróticos.

—Deberías ir alguna vez, te aseguro que te divertirás, bueno, eso si tu novia no tiene problema alguno, o en todo caso, no hace daño que no se lo digas, je…

—Vaya…—soltó Rosinante ruborizándose un poco—. Lo pensaré.

Doflamingo estaba degustando su platillo favorito, langosta.
Rosinante se quedó observando la coraza roja de aquella criatura.

—Y dime, Rosi, ¿Qué haces actualmente?

—Soy profesor, en una preparatoria, aunque hace meses también estuve dando clases en un centro de desarrollo para adultos.

— ¿Y esa chica con la que estas saliendo te da muchos problemas? ¿O que es lo que ha provocado que mencionaras que has pasado por cosas complicadas?—cuestiono Doflamingo recordando lo que dijo su hermano menor el día de ayer.

—No, no es eso… Además, no salgo con una chica.

— ¿Eh? ¡Ah…! ¡¿Entonces te van los hombres!?

—Ah, sí...

—Ja, ¿Quién lo diría? Y yo aquí imaginándote con una chica… No te preocupes, hermanito, supongo que teníamos que tener algo en común.

Rosinante de nuevo pensó en el detalle de Doffy y Crocodile.
No quería mencionarlo y esperaba que su hermano tampoco lo hiciera.

— ¿Y entonces que es lo que te ha causado problemas?

—Verás… Será algo difícil de creer, pero en verdad así ocurrieron las cosas…

Y Rosinante comenzó a relatar su historia con la familia Trafalgar, el cómo termino viviendo con ellos durante meses y como se empezó a hacer amigo de confianza de tal familia.
Contó sobre aquel fatídico día en que el señor Trafalgar perdió la vida y su hijo, Law, quedo a su cuidado.

—Desde entonces mi situación con Law no ha ido muy bien, ha pasado por muchas cosas difíciles, la mayoría del tiempo me tengo que recordar que eso es lo que provoca que se comporte así…

Doflamingo se había quedado en completo silencio.
La sonrisa que había mantenido durante todo el encuentro se había esfumado.
Seguía oyendo la voz de su hermano pero en su interior, toda aquella línea de eventos que ahora se conectaban con la vida de su hermano, le había provocado estupefacción. Le resultaba increíblemente estúpido e irónico que todo se conectara de esa forma. No podía asimilarlo…

— ¿Doffy?

—Nada… Solo me quede pensando en todo lo que me has dicho…—respondió el rubio soltando un respiro, se acomodó un poco las gafas y bebió un sorbo de vino—. Lo lamento, realmente fuiste muy considerado, bueno, lo sigues siendo… Has tenido que lidia con mucho… Al igual que ese niño…—y esto último lo dijo en voz baja.

—Algo más ha ocurrido en estos últimos días…

— ¿Qué?

—Law está decidido a emanciparse. Pronto tendré que encarar ese asunto, temo que después de que eso ocurra, ya no vuelva a saber con certeza que es lo que ocurra con él… Eso me tiene bastante angustiado…

—Entiendo…—y como una forma de reconfortar a su hermano, se atrevió a realizar una opinión, que hasta el mismo considero demasiada cínica para la verdadera posición en la que estaba en aquella problemática situación—. Quizá, una vez que ese muchacho se independice, mejore su actitud. Estará bien, ya lo veras…

—Pero ¿sabes? Haberte encontrado de nuevo me dio mucho ánimo. En serio, no me sentía tan feliz desde hace mucho tiempo…—y su semblante se ilumino, olvidando un poco la tristeza que lo había inundado durante todo el relato anterior.

—Je, me das demasiada importancia, Rosi—y Doflamingo volvió a sonreír, pero con menos alegría de lo acostumbrado. Pocas cosas lograban perturbarle, la última vez que sintió esa vulnerabilidad fue cuando falleció su amado Vergo.

—Eres mi hermano, y realmente pensé que no te volvería a ver, al menos no tan pronto… Siempre me imagine que si llegaría a verte de nuevo sería hasta que fuésemos viejos—confeso Rosinante con una sutil risa.

—Seguramente para ese entonces tendrías un bigote como el que tenía nuestro padre.

— ¿Lo crees así? Ja…

Continuaron hablando, más que nada haciendo remembranzas de sus recuerdos de infancia.
Pasaron un par de horas, de manera tan amena y fluida para ambos que se sorprendieron al notar el tiempo que llevaban en ese lugar.

—Creo que ya debo irme… Debo ir a hacer algunas cosas para estar listo para esta semana—dijo Rosinante mientras abría la puerta de su auto—. ¿Crees que podamos vernos el próximo fin de semana?

—Claro… Solo dime a qué hora estarás disponible, ¿de acuerdo? Cuídate mucho, Rosi. Trata de no angustiarte tanto…

—Bien, lo intentaré. Tú también cuídate, Doffy. Nos vemos…

Doflamingo se quedó en el mismo lugar, aun después de que el auto de su hermano se había perdido de su vista.
Haber descubierto que había sido responsable de asesinar al padre del muchacho con el que se había estado acostando en estos últimos meses le había dejado una desagradable punzada de incomodidad.

— ¿¡Por qué Rosinante tuvo que estar involucrado con ellos…!?—bramo el rubio para después apretar su mandíbula, tratando de controlar la enorme frustración que sentía.

Recordó la última vez que estuvo con Law, aquel jovencito no le había aclarado a todo detalle el como su padre había fallecido…
Recordó como se había ofrecido a ayudarlo a investigar ese misterio, a dar con los responsables y acabar con estos.
Era una burla cruel.
Ya no podría ver a Law de la misma forma… Si es que alguna vez lo volvía a ver.

—Gracias por haberme recibido—agradeció Law Trafalgar al estar despidiéndose de Luffy y Ace. Ya estaba listo para regresar al departamento.

—No hay de que, cuídate mucho, espero que puedas conseguir un nuevo lugar para vivir pronto—dijo Ace.

— ¡¿Nos invitaras, eh Torao!?—pregunto Luffy emocionándose.

—Es probable… Pero aún falta un poco más para eso—contesto Law acomodando bien la mochila que llevaba consigo—. Bien, hasta pronto…

— ¡Hasta luego...!

Law subió al vehículo que había ordenado por una aplicación móvil y empezó a prepararse mentalmente para lidiar con la presencia de Rosinante.

Un par de días pasaron hasta que la temida fecha llegó; era momento de discutir la solicitud de emancipación de Law.
Ese día, al salir de la jornada escolar, Rosinante y Law fueron directo al departamento para cambiar su ropa.
Ambos se vistieron de la manera más formal que pudieron; tenían que llegar al menos unos quince minutos antes al despacho.

En cuanto llegaron a tal lugar, fueron recibidos por una recepcionista que les dio un par de indicaciones. Al cabo de un rato más ya estaban frente a las personas que procesarían el caso.
Se dio una larga introducción, explicaciones y demás plática legal de rutina.

—Muy bien, joven Trafalgar, ¿usted ha comprendido los puntos que acabamos de exponer?

—Sí, lo comprendo totalmente.

—Si su solicitud es aprobada, renunciara al derecho de depender de su tutor, deberá comprobar que tiene la madurez y los medios suficientes para vivir por su cuenta, de lo contrario su emancipación podría ser revocada…

—Lo sé, creo que deje en claro que cubro todos los requerimientos.

—Señor Donquixote, ¿está usted de acuerdo en consentir la solicitud de emancipación del joven Trafalgar? Esto es un punto importante, pues debo reiterar que el consentimiento del tutor es un punto vital para considerar aprobar la emancipación.

Law sintió un vértigo, su corazón empezó a latir con vehemencia.
Algo dentro de él le hacía pensar que era casi imposible que Rosinante no protestara al respecto, que expresara su negativa ante tal solicitud y tratara de exponer argumentos para que Law siguiera viviendo a su lado…
Imaginarse tal reacción de una manera tan vivida hizo que el vértigo de su estómago aumentara y, muy a su pesar, tenía que admitir que en verdad esperaba contemplar una escena como esa…
Pensar en que Rosinante dijera todo aquello, le hizo sentirse realmente ilusionado; muy en el fondo, deseaba ese escenario y con ello confirmar que aquel hombre rubio aún seguía sintiendo algo tan intenso por él.

Miro sutilmente a Rosinante, pudo notar con facilidad como aquel rubio estaba demasiado tenso y como su mirada reflejaba toda la angustia que debía experimentar en ese momento.
Al percatarse de que Law le observaba, Rosinante dirigió su rostro hacia el joven moreno, mirándolo fugazmente con una lamentable mezcla de desilusión y derrota reflejándose en sus ojos.

—Sí… El joven Trafalgar ha expuesto de forma contundente que su vida mejoraría en gran manera si se le concede independencia—dijo finalmente con voz casi autómata, sus nervios habían causado que su voz se esforzara en quitar toda emoción—. Con todo pesar, admito que tal vez no proporcione el mejor ámbito para que el joven Trafalgar gozara plenamente su vida.

Law quedó atónito ante esas palabras, más su rostro no lo demostró, se mantuvo su seria expresión aunque, por un breve instante, sus ojos reflejaron el impacto que recibió.
Oír la voz de Rosinante, hablando de esa manera y manifestando tal opinión, había dejado en su corazón una herida tan dolorosa...
Realmente no estaba preparado para escuchar eso.

—Bien… Cabe recordarle que en su caso particular, joven Trafalgar, en caso de que su emancipación se realice, seguirá necesitando la autoridad de su tutor legal para llevar a cabo asuntos relacionados al manejo de su herencia, bienes de alto valor, así como para el caso de que en un futuro en el que aún no cumpla con la mayoría de edad y desee solicitar algún préstamo o realizar actividades relacionadas a la compra-venta de propiedades.

—Seguiré cumpliendo tales obligaciones—afirmo Rosinante con la misma voz privada de emoción.

Y continuaron por unos minutos más, remarcándole a Law el tiempo que tendría que esperar para obtener la resolución de su emancipación, serían algunas semanas, lo más probable era que una audiencia final se realizara hasta finales del próximo mes.
Cuando salieron del despacho y apenas se acercaron al automóvil, Law enseguida sacó su teléfono celular, pues estaba a pedir un taxi.

— ¿Qué haces, Law?

—No quiero regresar contigo… Quiero estar a solas—dijo Law con voz cortante.

—Law…—jadeo Rosinante sintiendo un nudo en la garganta. El hombre llevo una mano hacia su rostro para cubrir sus ojos, en un deje de una expresión de cansancio y desesperación—. Cielos… No me cuesta nada llevarte a donde tu desees… Pero entiendo… Debes de estar harto de pasar conmigo más de una hora… Solo recuerda que mañana hay escuela, considera no regresar tarde, por favor—y Rosinante subió al vehículo, aunque no lo encendió, pues estaba dispuesto a esperar hasta que Law tomara su transporte.

En cuanto Law pudo abordar su taxi, Rosinante dejó escapar toda la tensión y angustia que había soportado con temple durante toda la reunión, lanzo un pesado suspiro que acompañaba a sus empañados ojos color ámbar.
¡Cuánto le había costado decir aquellas palabras…!
En su pecho ardía el dolor de haber asistido a tal lugar que significa estar a un paso más de ver a Law alejarse, aún más, de su vida…

Solo dentro de unos días más, que eran tan pocos para su perspectiva, tendría que ver como Law se retiraría de su departamento y anunciaba su independencia y luego se iría a un desconocido lugar.

Sería una lenta agonía…

Mientras tanto, Law le había ordenado al taxi dirigirse hacia el domicilio que correspondía al de su viejo hogar.
El muchacho estaba de nuevo frente aquella enorme y elegante casa blanca de estilo victoriano.
Como había extrañado verla.
Se acercó lentamente hacia el pórtico, pasó hábilmente hacia el jardín trasero en donde había pasado tantas tardes junto a su familia…
Y ahí decidió tenderse, abajo del árbol en donde solía leer.

Recordó con mucho detalle cada una de las palabras de Rosinante, estas retumbaban en su mente justo como si pudiera oírlas de nuevo en vivo y en directo.

— ¡¿Por qué…!? ¡¿Por qué mierda tiene que molestarme eso!?— Gruñó Law, frustrado por haberse ofendido ante la repuesta de aquel rubio sobre su solicitud de emancipación—. Soy un idiota… No debería haber esperado ninguna otra cosa…

¿En verdad a Rosinante ya no le importaba? ¿Ya se habían destruido todas sus ganas de luchar por estar junto a él? ¿Al fin la paciencia y el amor de aquel rubio se habían desgastado tanto por culpa de sus amargas y repelentes actitudes e indiferencia diaria?

Ya no sabía si podía lidiar con todo esto…
Pero ya era demasiado tarde para dar marcha atrás…

Al pasar las semanas, muchas cosas fueron presentándose y cambiando:
Shachi, al igual que Law, había tratado de iniciar un proceso de emancipación, pero en su caso particular, fue un poco más complejo pues ya había vivido un proceso legal en donde la familia de Penguin lo había acogido en su hogar hace años debido a los problemas que sufrió con su familia biológica.

Law puso más empeño en sus estudios, al mismo tiempo en que ya había pagado la cuota inicial para rentar un departamento a donde se mudaría en cuanto su emancipación fuera aprobada.

—Lo siento, Doffy, creo que tengo que irme temprano por hoy…—anunció Rosinante mientras se levantaba de una silla plegable de playa.

Rosinante había ido a casa de su hermano mayor, había sido una visita curiosa y agradable, ambos habían pasado la mayor parte del tiempo junto a la orilla de la suntuosa piscina de la extravagante residencia.
Había sido un sábado increíble, repleto de nostalgia, risas y de ese único y extraño sentimiento fraternal.
Doflamingo se levantó de su asiento y acompaño a su hermano menor hacia la salida.

—No te preocupes… Ve con cuidado, Rosi. Nos vemos luego…—se despidió Doflamingo con voz relajada mientras hacía un ademan con su mano derecha.

—Hasta luego, Doffy.

Para cuando Rosinante llego a su departamento se encontró a Law en la sala de estar. El joven moreno se encontraba guardando algunas de sus pertenencias en una caja de cartón de tamaño mediano. Al lado de aquella caja se encontraba una valija y la mochila escolar de Law.
Rosinante sintió un escalofrió que recorrió su piel de arriba abajo, era evidente que Law ya estaba listo para mudarse. El rubio no tenía idea de cuando y como sería el día en que el muchacho decidiera irse oficialmente de ahí.

—Law… Tú… ¿Te irás de aquí justo ahora?—pregunto Rosinante con voz pausada y queda. Sus ojos miraban fijamente el cómo Law seguía organizando sus cosas con mucho cuidado.

—Sí… No era conveniente hacerlo en un día entre semana—respondió el muchacho con indiferencia.

—Entiendo… Law, creo que debiste habérmelo mencionado…

— ¿Para qué?

—No lo sé… Quizá te hubiera podido ayudar en algo…—y lanzo un hondo suspiro impregnado de ansiedad y tristeza—. Law… ¿Al menos me permitirías llevarte a donde sea que te dirijas ahora?

Law termino de organizar sus pertenencias y sello la caja con una gruesa cinta adhesiva. Hubo un par de minutos de silencio.
La mirada grisácea de Law seguía enfocada en su equipaje, su corazón había comenzado a latir aceleradamente desde que Rosinante llegó al lugar y, al oír la última petición de ese hombre, su pulso aumento, provocándole que sintiera un ligero temblor por todas sus extremidades.

— ¿Law…? Por favor, respóndeme…

El joven dirigió su vista hacia Rosinante, sus ojos reflejaban una rara e intensa mezcla de hostilidad y duda.
Law avanzo un par de pasos, se plantó frente al rubio, inhalo profundamente para después colocar con fuerza sus manos sobre los brazos de aquel hombre, llevándolo hasta el sofá.

—Law… ¿Qué…?—y la voz de Rosinante se apagó al ser eclipsaba por un apasionado beso. Sus ojos color ámbar expresaron su gran conmoción, pero después de un instante, se resignaron a cerrarse

Law se había abalanzado sobre Rosinante, besándolo desesperadamente, mientras cambiaba sus manos de posición; su mano derecha acariciaba aquel espeso cabello rubio y su mano izquierda se posaba sobre una pálida mejilla.
Inevitablemente, las grandes manos de aquel hombre se posaron sobre la espalda de aquel joven, estrechándolo más contra su cuerpo, quería sentirlo cerca, lo más cerca posible…
Cuando al fin separaron sus labios para tomar algo de aire, se miraron directamente a los ojos: Hace tiempo que sus miradas no coincidían de esa forma, expresaban cuanto habían deseado y extrañado aquella intensa emoción única que solo podía surgir entre ellos.

—Law…—hablo Rosinante con un hilo de voz, mientras sentía como el joven volvía a aproximar su rostro, rozando su nariz contra la de él y amenazando con volver a besarle.

Otro beso comenzó, esta vez más delicado y lento.

—Rosinante…—murmuro Law mientras volvía a tomar aire. Su pecho subía y bajaba al ritmo de su alterada respiración.

— ¿Por qué, Law…? ¿Por qué…?

—Te extrañé tanto…—jadeo el muchacho para después plantarle un beso en el cuello y así bajar poco a poco hasta el borde de la camisa de Rosinante, la cual empezó a desabotonar hábilmente para continuar besándole cada parte de piel que iba exponiendo.

—Espera… Law…

Las ansiosas manos de aquel joven de cabello oscuro pronto fueron a su siguiente objetivo, llegaron hasta la cremallera del pantalón de Rosinante, dispuesto a abrirse camino hacia la zona más íntima de ese pálido cuerpo.
Al sentir esos movimientos, el cuerpo de Rosinante estaba comenzando una erección que solo empeoraría todo...

—No… Basta… Law…—y finalmente apartó a Law de sí y se puso de pie, respirando entrecortadamente y poniendo en orden su ropa—. Law… No podemos volver a esto…

— ¿De nuevo vas a negar lo que sientes por mí?

—Sabes perfectamente el porque me detengo… Y si aún te queda duda, te lo repetiré: Te amo… Te amo como nunca antes he amado a alguien… Y no creo que pueda olvidarte jamás… Pero no puedo dejarme llevar tan fácil por estos momentos impulsivos… Recuerda en que posiciones estamos…

—Esa es una de las razones por las que me tuve que emancipar…

— ¿Solo fue por eso?

—Claro que no fue solamente por esa razón…

—Law, aunque te hayas emancipado, te juro, no voy a ceder… No hasta que llegue el momento adecuado. Por favor, compréndelo de una vez por todas…

— ¿Por qué desperdiciar el maldito tiempo? ¿Crees que la vida es tan fácil y que tenemos todo asegurado?—cuestiono Law empezando a aumentar el volumen y frustración de su voz. Sus manos se habían cerrado fuertemente convirtiéndose en puños—. Pues no… Ya deberías haberlo considerado… ¡Creo que hemos tenido bastantes evidencias de que en cualquier maldito momento puede ocurrir algo que nos sobrepase y nos quite la oportunidad de vivir y disfrutar lo que siempre hemos querido…!

Esas palabras dejaron a Rosinante devastado…
¿Era esa era la verdadera perspectiva de Law sobre su vida?
Era demasiado doloroso y trágico…
A qué punto tan devastador había llegado la mente de ese joven de ojos grises para realmente tener ese intrínseco temor de perder lo poco que aún le importaba.

Rosinante se acercó de nuevo a Law, aunque este último trataba de repelerlo debido al enojo que sentía después de ser nuevamente rechazado por aquel rubio y exponer aquellos últimos pensamientos.
Pronto logro envolver a Law de nuevo entre sus brazos, pero esta vez con diferente afección.
Quería hacerle sentir que en verdad trataba de comprenderlo…

—Law… En verdad… Quisiera poder prometerte que nada malo volverá a suceder…—dijo Rosinante, cuya voz parecía quebrarse con cada palabra—. Solo puedo decirte… Pedirte… Que trates de seguir… Se fuerte. Sé que ya has tenido que serlo demasiadas veces en tu vida, has tenido que soportar tanto… Pero aun te quedan cosas por hacer, tienes que resistir un poco más…
Sé que esos días llegaran… Podrás… Hacer lo que siempre deseaste…

—Pero tú…

—Yo estaré ahí… Aunque tú trates de alejarme. Te prometo que siempre haré mi mejor esfuerzo para estar cerca de ti y brindarte mi apoyo… Aunque pasen los años y ya no sientas nada por mí…

—Rosinante…

Law había comenzado a temblar entre los fuertes brazos de Rosinante.
Su corazón parecía estrujarse, quería desaparecer al tan solo recordar todo lo que había vivido hace meses, hace años, su frustración actual…
Deseaba maldecir todo, gritar, destruir lo que fuera que hubiera decidido esos escenarios en su vida.
Las manos de aquel jovencito se relajaron, dejaron de ser puños llenos de coraje, y se dirigieron hacia la espalda de Rosinante, aferrándose a él de manera efusiva. Sus ojos, que se habían cerrado en una expresión dolorosa, estaban dejando salir un par de lágrimas, justo como lo hacían a su vez los ojos de Rosinante.

—Te amo… Nunca lo olvides… Por favor…—declaro el hombre de cabello rubio mientras estrechaba un poco más a Law y lanzaba pequeños jadeos tratando de recuperar el ritmo normal de su voz y respiración.

Rosinante se separó de Law, mirándole con demasiado pesar, y sin embargo, le brindo una melancólica sonrisa.

—Me tengo que ir…—musito Law, enjugando sus lágrimas y volviendo a su serio semblante.

—Déjame llevarte, por favor…

Law no respondió pronto, pero al cabo de unos segundos, asintió con su cabeza. Rosinante le ayudo a cargar la mayoría de su equipaje, que acomodo con cuidado en el maletero de su auto.
Fue un camino silencioso hasta llegar al nuevo hogar de Law, se trataba de otro conjunto de departamentos, pero en un edificio más moderno que en donde vivía Rosinante.

Se dirigieron al segundo nivel y llegaron frente a la puerta con el número 6.
Law abrió la entrada y dejo pasar a Rosinante.
Aquel lugar ya contaba con los muebles básicos, se podía apreciar una sencilla y pequeña sala de estar (que constaba de un sofá, una mesita de centro y un televisor sobre un mueble rectangular color negro), una estantería que probablemente serviría para colocar muchos libros y cualquier accesorio o dispositivo; un escritorio de tamaño mediano que daba contra una ventana, se alcanzaba a ver un poco de la cocina y la habitación cuya puerta estaba abierta.

—Déjalo todo sobre el sofá…—indico Law mientras cerraba la puerta principal.

— ¿Necesitas algo más, Law?

Law lanzo un pesado suspiro.

—Quédate… Por esta vez… Quédate conmigo esta noche.

—Law…

—No pasará nada de lo que te temes… Lo aseguro.

Rosinante parpadeo nervioso, tenso sus labios empezando a sentirse inseguro respecto a esa idea.

—De acuerdo…

Y así fue.
Fue una noche extraña que les recordó aquel último día en donde pudieron convivir de manera amena y sin tensiones; aquella tarde después del cumpleaños de Law.
Ordenaron comida a domicilio y, al ver que el ambiente sería demasiado incomodo después de tanto tiempo sin convivir de manera tan cercana, decidieron ver algunos capítulos de una vieja serie de animación japonesa que Rosinante le había mencionado alguna vez a Law.

— ¿A qué edad viste esto por primera vez?—pregunto el joven de cabello negro mientras veía los créditos del capítulo.

—Tenía quince años. Aunque la serie es del noventa ocho…

—Se nota.

—Esa canción siempre me gustó mucho…—murmuro Rosinante mientras recordaba con nostalgia las liricas de la canción de fondo de los créditos finales—. "El verdadero folk blues…"—y el rubio se puso de pie, estirando con cuidado sus brazos—. Enseguida vuelvo…

Rosinante se dirigió al cuarto de baño, que aún estaba desprovisto de mucha decoración; en unos segundos término de orinar y en cuanto se disponía a lavar sus manos, su teléfono celular comenzó a resonar.
Era una llamada de Crocodile.

—Hola…—respondió Rosinante con voz dudosa.

—Buenas noches, Rosinante. ¿Cómo te encuentras?

—Buenas noches, estoy bien, gracias… ¿Cómo estás tú?

—Bien… Aunque, estaba pensando en si podríamos vernos, ¿te gustaría salir un rato por esta noche?

—Crocodile, lo lamento mucho… Pero temo que no puedo, me siento un poco mal…—mintió el rubio, cerrando sus ojos con expresión culpable. Se sentía terrible al admitir que su capacidad para mentir se pulía cada vez más—. Discúlpame…

—No te preocupes, lo entiendo. Cuídate mientras tanto, si empeoras, no dudes en llamarme, ¿de acuerdo?

—Lo aprecio mucho… Gracias, aunque espero no tener que molestarte. Tú también cuídate, nos vemos luego...—y termino la llamada.

Rosinante contemplo su relejo en el espejo del lavamanos; no podía concebir que realmente estuviera implicado en una situación como esa, por un lado, sentía una gran culpa al mentirle a Crocodile y evitarlo solo para seguir ahí, en ese nuevo departamento junto a Law, no dudo ni un segundo en decidir que su noche, su atención, su presencia y su cariño solamente serían para Law.

Law alcanzo a escuchar aquella conversación…
Una tenue sonrisa apareció en su rostro; era una gran satisfacción comprobar que Rosinante había decidido quedarse a su lado.

Después de un par de horas, cuando la noche avanzo y la sensación de somnolencia empezaba a invadir sus cuerpos, Rosinante anunció que dormiría en el sofá.

—No… Duerme conmigo—dijo Law—. Por favor…

—Pero…

—Ven…—y Law, tomando a Rosinante de su mano derecha, le llevo hasta la habitación, en donde había una gran cama que ya contaba con sus respectivas sabanas y almohadas.

Law se recostó primero, y después de unos segundos de duda, Rosinante le siguió, tratando de mantener una distancia aceptable.
El muchacho de piel morena se recostó sobre su lado izquierdo, contemplando a Rosinante con mucha atención, como si quisiera grabar en su memoria cada detalle.
A su vez, Rosinante también le miraba con algo de ternura, melancolía y fascinación, no podía creer que después de tantas peleas, tanta indiferencia y problemas estuvieran ahí, uno frente al otro, en total calma y cordialidad. Realmente deseaba poder quedarse ahí por siempre…
Deseaba que todo pudiese quedarse como en ese mágico momento.


Ya casi llegamos al "arco final" de esta historia, espero que les haya agradado este capítulo. Una vez más, gracias por leer. Hasta la próxima :)

Atte. Levita Hatake