Hola mis ternuritas!

Ya sé, que diablos tiene está mina en la cabeza para seguir sacando tantas pendejadas? Lo siento! Pero de verdad quería sacar un fic con temática mafia, y varios de mis contactos me han hablado de Osomatsu rubio que completo el rompecabezas que me faltaba, así que esté es el resultado deforme.

Le dedico el fic a todos los que me dieron esa idea aun sin saberlo, se les quiere.

Bueno, es un capítulo de prueba a ver que salé de esto.

Las pareja que parte de la historia es el KaraChoro, aunque con el paso ya saldrán el OsoChoro y KaraIchi, también tendrá AtsuTodo.

Ni la imagen ni el anime son de mi pertenencia.

Espero que les guste.


Para bailar tango primero se escucha la música. Jamás se trató de la manera en que se hiciera sino de la forma en que se sentía.

Frente a un gigantesco espejo, con gastados y sucios focos plateados alrededor, me acomodo la primera pestaña postiza, justo en el trazo negro que deje con el delineador en plumón, debajo de la sombra verde brillante, resaltando un tenue, aunque atrevido, rubor. Con éxito prosigo hacia la segunda, acomodando mi flequillo para tener mejor visión, inclinándome un poco más cerca sobre lo que pretendía ser mi tocador.

Segundo, se comienza con el abrazo.

Con una expresión neutra paseo mis manos por mi ceñido vestido azul, acomodando las arrugas y las imperfecciones de la tela, metiendo mis pies dentro de esos incómodos, pero llamativos, zapatos rojos de tacón. Y abrazo mi nueva esencia, me aferro a esa femenina y delicada máscara con un centelleo sabor a cereza y un sonrojo casi tan natural que desencajaba con el cuadro. Cuanta inocencia.

Tercero se mantiene una postura perfecta.

Aguanto la respiración al echarme de ese exageradamente dulce perfume, sin dejarme caer a pesar de los parches y las heridas que ahora se encontraban adornando mis pies.

Cuarto, practico los pasos yo solo.

Esbozo mi mejor sonrisa en frente del espejo, ensayo mis diálogos, mis risas, mis movimientos. Todo sea para engatusar, todo sea para facilitarle las cosas a él. Hace años le había obsequiado está maltrecha alma. Estaba perdido.

Y finalmente, cuando estoy listo, practico con mi pareja.

Dejo de ser el simplón Choromatsu para convertirme en la bella y admirada Choromi, ingresando con un suave contorneo de caderas hacia el bar, con una mano siempre en la cintura, alzando el mentón, profesándome orgulloso al ser el centro de las miradas. El centro de su atención.

"Llegas tarde" Todomatsu me agarro del brazo, empujándome hacia la barra, con una expresión de fastidio y arrogancia "Está bien que te tomes tu tiempo para mentalizarte, pero los sujetos han estado esperando desde hace un buen rato"

"Lo lamento" Su ceño se relajó al regresar a su adorable y embustero encanto "No volverá a pasar" Un guion prefabricado de orillas recordadas. Tramposo.

"La segunda mesa del centro" Su aliento sobre mi oreja consiguió que un escalofrío azotará mi columna vertebral, y mis muñecas tiritaran haciendo rechinar mis pulseras "El grupo de idiotas con trajes azules ¿Los ves?" Acomodándome un mechón de la peluca detrás de mi oreja los visualice.

"Se ven bastante comunes" Fue la respuesta que le otorgue al ser incapaz de encontrar algo extraordinario en aquel lastimero cuadro. Aspirantes en lindos trajes nada más "¿Qué es lo que están buscando con Karamatsu?" Patéticos.

"Al parecer ellos se pretenden aliar con la mafia Matsuno" Deforme mi boca, frustrado, cuando mi mirada se encontró con la sonrisa del grupo de novatos. No me dejaría intimidar "Según la información que recolecto Ichimatsu, ellos no tienen nada sospechoso" No me confiaría "Pero ya sabes que no está de más analizarlos en contacto" El de suaves facciones arreglo su camisa rosada y se aliso el delantal de barman, antes de suspirar "Por eso el jefe los mando aquí, hagamos bien nuestro trabajo"

"Solo dame lo que ellos ordenaron" Como si hubiese podido anticipar sus palabras tomé una bandeja dorada con tres finas copas repletas de un líquido azul, burbujeante, con una rodaja de limón incrustada a un costado, y una nota en cursiva al medio "Te luces" Él no río.

"Trata de ser amable para que te den una buena propina, sabes que nunca está de más" Presionando mis pestañas, embriagándome con una gigantesca probada de aire sonreí para comenzar a desfilar hacia la mesa de quienes se habían convertido en nuestro negocio. Debía impresionar.

Abriéndome pasó entre las incandescentes e irregulares luces de colores y los cuerpos extasiados en la pista central, pude vislumbrar de mejor manera al grupo, camuflado bajo las sombras de un clandestino rincón. Ninguno de los tres sujetos me resultó especialmente fornido o amenazante, aun así, cada integrante poseía el logo de su familia bordado en el bolsillo de su traje, y un arma mal escondida amarrada en el cinturón. Su aura de peligro yacía errada e inocente, como un primer amor.

Era casi adorable la manera en que me trataban de intimidar, era algo que me recordaba mi mortalidad.

"Aquí están sus pedidos" Con una lenta reverencia deje las copas sobre la mesa, siendo el protagónico de esas desconcertadas, y un tanto molestas, miradas "Estás las invita el señor Matsuno como muestra de agradecimiento por el interés que pusieron en él"

"Gracias" El joven de al medio, de cabellos negros y lacios tomó la bebida, acabándola con orgullo al instante "Y dígame señorita"

"Choromi" Él rio. Que arrogante.

"¿Tendremos el placer de disfrutar de la compañía de su jefe esta noche?" Apoyando la bandeja sobre mi regazo me limite a negar, permitiendo que mi cabello se desordenara un poco, solamente para volverlo a acomodar "Entonces él nos trajo a este lugar para ignorarlos" Esta rutina ya era prácticamente una obsesión "Es un insulto muy grave" Monótona "Lo sabes" Ajena "¿Cierto?" Pero no tenía el derecho.

"Usted está equivocado" El chico de la izquierda acerco su mano hacia su cinturón, rozando la funda de su arma con la yema de su pulgar "Como ustedes comprenderán por la grandeza que tiene su apellido, él es un hombre bastante ocupado" El grupo frunció las cejas, rabiosos.

"¿Cómo diablos haremos negocios sin él?" Predecibles y ciegos.

"El señor Matsuno solicitó que tratarán conmigo todos los asuntos pendientes" Tan predecibles.

"¿Es así?" El chico de al medio se levantó, quedando a escasos centímetros míos, enseñando una sucia y afilada dentadura, intoxicándome con un aliento a vómito y whisky barato "¿Entonces nos tenemos que rebajar a tratar con la puta de Karamatsu?" Antes de que su mano apretará mis mejillas tomé su muñeca, inmovilizándolo.

"Yo tendría mucho cuidado si fuese usted" Una estruendosa caída irrumpió la música captando las miradas de los comensales en el bar "No debería andar diciendo cosas innecesarias en terreno ajeno" Él líder del grupo clavó sus rodillas en el suelo, con una expresión que goteaba pánico e impotencia, al haberle aplastado un punto de presión en la palma de su mano "En esta clase de mundo no es bueno juzgar por las apariencias"

"Lo entiendo" Con la mandíbula tensa, y las orbes entrecerradas él me empujo para poder acariciarse el brazo, hinchado.

"Por favor entréguele estas muestras de nuestra parte" Uno de los acompañantes del líder me ofreció una modesta maleta gris "Es una prueba de lo que él podría tener si se decide aliar con nosotros" Sin un atisbo de interés, ni vestigio de temor, me limite a tomar la encomienda.

"Pensaré si vale la pena hacerlo" Con indiferencia me gire en la punta de mis pies, con el borde del tacón, para regresar a la barra con el rechinar de los zapatos en contra de las baldosas haciendo contraste con la música. Sinfonía divina.

Cuando mi mirada se entrelazo con la satisfecha expresión de Todomatsu me permití volver a respirar, abandonando por un fugaz instante el rol que se me forzaba a tomar. Choromatsu era un chico inseguro y temeroso, vacilante, recio, tosco, una presa muerta para esté mundo sin moral. Choromi, por otro lado, era intrépida y temeraria, coqueta, agresiva. Cuando ella estaba en su trabajo no había tiempo para pensar, ni para fallar.

A veces se me olvidaba recordar mi identidad.

"Lo pusiste en su lugar" Con una suave unión entre sus dedos, él me pidió abrir la maleta sobre la barra, haciendo crujir la reluciente base de cristal "Que decepcionante" Balbuceo al apreciar varios modelos de pistolas glocks, de distintos calibres y colores "Se nota a kilómetros que son piratas" Un bonito envase, un trasfondo inútil "Que pérdida de tiempo" Igual que yo.

"Le informaré al jefe cuando mi turno se acabe" La sonrisa que ese angelical rostro dibujo heló mi sangre. Él sabía manipular.

"¿Por qué hablas de él con tanta formalidad?" Una tonada de encanto con unos acordes envenenados.

"No sé a qué te refieres" El más bajo me golpeo en el hombro con un coqueto mohín. Aterrador "Anda, si son pareja desde hace tanto" Pude percibir como mis mejillas ardieron y las piernas me temblaron "Debe ser divertido tener al mafioso más poderoso como protector"

"No lo es" Ese melancólico pensamiento tan solo escapó, las grietas en mi máscara "Además los dos creemos que es mejor que yo permanezca en el anonimato" Todomatsu inflo sus mofletes de manera infantil "Si las personas supieran lo que soy no se dejarían analizar con tanta facilidad en el bar de prueba" Tan torpe e inofensivo "Perderíamos nuestra más grande ventaja" Un seductor engaño.

"Eso ya lo sé" Él apoyo su rostro sobre su mano, decepcionado "Solo no me parece justo que te falten el respeto de esa manera cuando estas sobre todas estas ratas"

"Trabas del oficio" Me limite a responder acomodando mis caderas sobre la orilla de metal de la barra "Creo que deberías regresar a tu labor, hay un sujeto que te está mirando demasiado" Cuando esas orbes rosáceas se voltearon su cara se tiño de escarlata y sus manos fueron guías del pánico.

"Ese imbécil ha venido cada noche de la última semana para hablar conmigo sin querer nada en realidad" Intentando sostener los cristales de su orgullo, bufó "Me irrita que el idiota se meta en estas cosas" Hasta el diablo a veces podía ser transparente.

"Pues él parece ansioso por hablarte" El más bajo con resignación se dirigió hacia el hombre de perfectos y pulcros cabellos castaños, enfundado con un elegante traje negro "Interesante" Musite sin lograr contener una risilla ante el grito que mi cómplice arrojo por un descarado piropo.

Apoyando ambos codos sobre la base de vidrio busque al grupo de hombres, quienes colérico murmuraban y me fulminaban con una obscena mueca de rencor. Estaba tan acostumbrado. Lastimero.

Cuando esta ruleta rusa comenzó yo supe que no iba a tener la fuerza necesaria para mantenerme al lado de Karamatsu, que mis piernas se quebrarían y mi cordura se perdería, porque mi corazón era demasiado frágil para someterlo al mundo del acero y el óxido, es por eso que me decidí esconder entre la maleza de mis sueños y fundir en esta contradictoria personalidad. Un precioso cuadro de una muñeca despedazada y temeraria, alguien que no se quebrantaba por ser arrojada hacia las llamas, ni reclamaba al tener que pagar con sus lágrimas las deudas de alguien más.

Y, aunque me enfermaba hasta inundar el estómago de nauseas, el tener los tobillos anclados a este mugriento lugar, a esos zafiros les debía mi maltrecho cuerpo, hace años ya les había vendido mi alma, y ahora ellos se alimentaban de una apasionada relación repleta de destrucción e hipocresía firmada con sangre. Algo que nos carcomía, y nos mataba. Ya lo sabía.

Pero cuando comencé a amar a Karamatsu perdí mi último vestigio de voluntad.

"Oye bonita" Negando con la cabeza contemple a un muchacho de tonta sonrisa acomodándose a mi lado, sin tener la intención de respetar mi espacio personal "¿Te molestaría servirme algo?"

"No será problema" Él se quitó el gorro de su capucha negra para revelar un rebelde y lacio cabello rubio "¿Qué es lo que quiere?" Ocultando una mirada inyectada por el carmín.

"Tu cerveza más barata estará bien" Ladeando la cabeza, sin mirarlo al destapar una botella fría y nueva, vertiéndola en una elegante jarra, reí. Fue un buen intento.

"¿Me estás diciendo que viniste a este lugar solo para tomarte esta porquería?" Su sonrisa filosa me erizo la piel "¿Esto que puedes encontrar hasta en una estación de gasolina?" Había algo en sus orbes escarlatas que no lograba descifrar. Inquietante.

"Tengo costumbres extrañas" Él, con un profundo y largo sorbo vacío el contenido de la jarra, altanero "Y dime preciosa" No me gustaba "¿Qué haces en esté lugar?" Acomode mis codos sobre la barra agradeciendo aquel muro de cristal. Él me hacía sentir expuesto.

"Tengo turnos como mesera" Su aliento a tabaco y alcohol rozó mi nariz, calentándola "No soy alguien muy importante en el bar, solo una asistente más" Él tenía una chispa de misterio y adicción. Mezcla de peligro y seducción.

"¿No?" Sus manos se acercaron a mi cuello jugueteando con mi collar "Este es el emblema de la mafia Matsuno" Recorriendo con sus dedos el dije de oro que Karamatsu me regalo para acariciar mi clavícula "¿Me equivoco?" Electrizándome.

"Este es territorio bajo su protección" Las manos del chico envolvieron las mías, descaradas "Todos los empleados debemos usar el logo en algún lugar" Seductoras "Y agradecería que no se tomará tanta confianza conmigo" Tan atractivas, tan infantil.

"¿Por qué tantas barreras para hablar?" Él se levantó de su asiento, acercándome, apoyando sus manos sobre la parte desnuda de mi espalda, descendiendo hacia mi cintura "Podríamos pasar un buen rato si me lo permitieras" Con la sangre hirviendo de cólera, y el carácter burbujeando tomé el cuello de su poleron, zarandeándolo.

"Escúchame idiota, sino dejas de dar vueltas y me dices lo que estás buscando en este lugar te partiré esa estúpida sonrisa hasta dejarla sin dientes" Mi respuesta consiguió que él abriera la mandíbula al compás de su mirada "No me provoques más" Engatusado "¿Entendido?" Intoxicado.

"Ya, ya, me descubriste" El de hebras rubias extendió ambas manos en seña de paz, incitándome a liberarlo de su agarre "Tienes carácter, eso me gusta" Rodeé los ojos sin molestarme en camuflar mi fastidio.

"¿Vas a hablar o tendré que llamar al guardia?"

"Cantaré sí es para ti" Él golpeo mi nariz con ternura antes de llevarse el dedo índice sobre la boca, un gesto bastante estúpido "Por una chica como tú haría lo que sea" Pero, aun así, un tanto encantador.

"¡Seguridad!" Él apoyo sus palmas sobre mis labios, acordando toda distancia que nos pudiese imponer la barra del bar.

"Escuche que en este local se podía contactar al señor Matsuno" Un choque eléctrico me azotó al ser envuelto por el aroma de su perfume "Sé que son rumores del bajo mundo" Barato y varonil "Pero parecieron ser verdad" Menta, almizcle y un toque de arrogancia.

"No creo que tengas asuntos reales que tratar con él, no pareces ser su tipo de compañero" Él contrario al percatarse de nuestra cercanía lucio repentinamente apenado "Por lo que me será imposible facilitarte el contacto"

"Por favor, preciosa" Mi mandíbula se deformo del asco cuando él acaricio mi mentón "Solo quiero que le pases mi tarjeta, no es mucho pedir" Su tacto no me gustaba "¿O sí?" Porque de alguna manera se sentía bien. Una dulce agonía descubierta cual inocente roce.

"De hecho sí es mucho trabajo" Cual mago él saco de su manga un pequeño trozo de papel blanco con un número y un apodo escrito "Sera mejor que desista de una vez señor Osomatsu" Él chillo con satisfacción al haber pronunciado su nombre.

"Créeme que le interesará hablar conmigo" Esos intensos ojos escarlatas desprendieron chispas y adrenalina antes de sacar un par de billetes y dejarlos sobre el mostrador "Tengo información que será muy beneficiosa para ambos, podemos ser una buena alianza"

"Todos los idiotas dicen lo mismo" El más alto tomó mi mano entre las suyas antes de depositar un galante y descarado beso en está.

"Aún no conoces a este idiota, preciosa"

"Deja de decir eso, me repugnas" Él se mordió el labio, sin dejarme de someter con esa profunda ojeada jamás "Todavía puedo llamar a seguridad" Él lograba que un nudo naciera en mi garganta y me atragantará con las palabras, él borraba la ilusión de Choromi para alabar a la miseria que yo era en realidad.

"Es curioso que yo te de asco porque tú me intrigas" Lo detestaba "No será el último encuentro que tendremos"

"Desearía que fuese así" Musite viendo como su figura desaparecía entre las luces del bar y los cuerpos juveniles danzando en el lugar "Que fastidio"

A diario tenía que lidiar con idiotas de ego inflado y fortuna exagerada, después de todo era mi trabajo el filtrar el tipo de hombres que se reunían con Karamatsu, no obstante, la clase de atmósfera que rodeaba a ese muchacho; tan enigmática y altanera, esa sigilosa mirada, y esa tajante, pero, ridícula sinceridad, era novedoso. Tan ajeno que dolía hasta corroer la piel, colándose por las áreas vulnerables de mi mente, envenenándome con un desodorante que ya debió vencer. Tentándome al cubrirme los ojos con el pecado.

"Osomatsu" Repetí jugueteando con su tarjeta, percibiendo como mi labio tiritaba sin razón al su nombre invocar.

De seguro era otro patán sin un plan.

De seguro él buscaba alardear.

Seguro era igual a los demás.

Lleve mi mano hacia el escote de mi vestido, mordiéndome el labio, centrando mi atención en una mancha de jarabe en el suelo del bar. Sí estoy tan convencido de mi sentido común y mi habilidad para juzgar en un rápido atisbo ¿Por qué me siento tan vacilante?

"¡Choromi!" La voz de Totty se escuchó insegura y forzada "¿Puedes atender el resto de las mesas por mí?" Al ver que él había sido atrapado por los fuertes brazos del hombre elegante me limite a asentir, marcando un nuevo tempo en mi tango con el rechinar de los tacones rojos.

El resto de la noche me dedique a servirle a los fieles clientes del imperio con un genuino mohín de gusto y emoción, guiando en retiradas ocasiones mis pestañeos hacia la mesa de lo que pretendía ser una naciente alianza. De ninguna manera permitiría que esos inútiles lo hundieran.

"Tengo miedo Choromatsu" No consentiría que le hicieran daño a ese atardecer en una mirada "Estoy aterrado" A esa explosión de compasión en un despedazado corazón "Porque creo que me he enamorado" No mientras la decisión estuviese entre mis manos.

Cuando hasta el último foco del bar tintineo, y la oscuridad fue lo único que se coló por los amplios ventanales del local, un auto de ventanas polarizadas y pintura negra me pasó a recoger, con un hombre de cansada expresión, desaliñada apariencia y orbes expectantes al mando del vehículo. Bendita rutina.

"Te ves más demacrado que de costumbre" Aunque trate de bromear él me regreso un chasquido de lengua y un gélido brutal "¿Pasó algo?" Si no estuviese acostumbrado a ese estoico carácter podría haber profesado leer un atisbo de dolor en sus amatistas "¿Ichimatsu?"

"No es nada que importe en realidad" Incomodo, me alise el vestido en el asiento del copiloto, intentando despegar mi mirada de sus finas facciones, sin tener éxito. Él era un enigma latiente. Peligroso y bello.

Desde que las puertas de la mafia se abrieron para mí él ha estado al lado de Karamatsu, apoyándolo cual segunda mano, sosteniéndolo en sus errores a pesar de su agresiva relación. Soy incapaz de respirar en el ambiente profundo que ellos entrelazan o de comprender sus intenciones con una sencilla ojeada. Esa relación es especial. Dolorosamente hermosa. Tristemente platónica.

"¿Cómo eran los hombres que querían hacer el trato con Kusomatsu?" Una diminuta sonrisa nació entre mis mejillas al escuchar ese apodo. La tensión se relajó "¿Se veían decentes al menos?" Quizás esté mal presentimiento tan solo sea una jugarreta de mi imaginación.

"Unos simples estafadores" Deje caer mi codo junto a la ventana, golpeando el vidrio con mis pulseras "No valían la pena ni para entrevistar"

"Es una lástima" Ichimatsu no removió su atención del camino "Si no encontramos rápido un proveedor decente vamos a estar en serios problemas" No fue necesario hacerlo para contemplar el rostro de la sinceridad. En él había un toque cautivador.

"¿Salió mal la reunión con la mafia del Norte?" Él suspiro, apretando con intensidad el manubrio, haciendo al plástico crujir.

"Los malditos nos vendieron" Esa fue la primera mirada que intercambiamos en la noche, confidenciada bajo las estrellas "Nosotros ya estábamos preparados para desligarnos de ellos, pero no para una traición" ¿Cuánto habrá sufrido este hombre para tener las cuencas así de vacías? ¿Cuántas heridas más piensa que será capaz de soportar?

"¿Cómo está él?" Su sonrisa, tan filosa y toxica, inflamo mi piel.

"Jodido hasta la médula" El amor es extraño.

"Hay veces en que pareces disfrutar de ello" Él de cabellos despeinados se estaciono frente a la gigantesca mansión, deteniendo el motor del auto "De fastidiarlo"

"Lo hago, porque somos buenos amigos" Hubo algo en esa pronunciación que no me convención, como si las palabras hubiesen sido escupidas con ira y desdén "Alguien lo debe molestar" Como si me estuviesen recriminando por un poder que no clamé.

"¿De verdad fue todo lo que ocurrió?" Ichimatsu desvió su nuca hacia la palanca de cambios, forzando su mandíbula "¿Sabes? Somos algo así como amigos después de tantos años" Mi mano, tímida y trémula, se acercó a la suya "Me lo podrías confiar" Que patética petición.

"Señorita Choromi" Él aparto con furia, arañando la palanca, su palma "No querrá hacer esperar al grandísimo idiota que debe estar impaciente en su habitación" El suspiro que escapó de su garganta salió tan amargo y ácido "No pierdas el tiempo preocupándote por una basura como yo" Una mezcla que lo pareció quemar.

"Yo" Ichimatsu no me volvió a mirar más.

"Creo que le vendría bien tu consuelo" Su rostro lucio tan melancólico y avejentado bajo los focos de la luna "Eres su pareja" Arrepentido, huraño "Es tu trabajo" Pero a la vez, tan asustado "No permitas que alguien más te lo quite" Desearía poder hacer algo más con ese goteante dolor.

"Tú" Pero, no podía "Está bien" No sabía cómo "Gracias por haberme traído" Finalmente murmullé bajándome del vehículo, incrustando los zapatos en medio de un camino de piedras hacia la entrada a lo que pretendía que fuese mi hogar.

Debajo de la intensa luz del candelabro de cristal, entre los elegantes cuadros con detalles cobrizos y los pilares de marfil subí las extensas escaleras color hueso, raspando con la punta de mis dedos el barandal hasta llegar a la gigantesca habitación al final del pasillo en el segundo piso. Nuestros aposentos.

Acomodándome los pechos falsos dentro del vestido, toque la puerta recibiendo un gruñido como respuesta. Cuando mi presencia se hizo notoria en el lugar, su sonrisa; tan cansada, y, aun así, amigable me derrumbo. Era todo.

"Ichimatsu me contó lo que pasó" El rostro del mafioso se adornó de una cálida luz bajo el nombre de su único amigo "Lamento mucho que hayan acabado de esta manera, ya encontraremos una forma de salir" El más alto caminó hacia mi lado, apoyando sus grandes y protectoras manos entre mis caderas.

"Eso ya no importa" Las piernas me tiritaron cuando él dejo caer su nuca sobre mi hombro "No quiero seguir pensando en negocios" Con un tacto endeble y apenado lo consolé, acariciando su formada espalda sobre esa camisa ya manchada. Era un chiste satírico el estar acostumbrado a los chorros escarlatas.

"¿Ni siquiera te interesa saber sobre los hombres del maletín?" Él acomodo sus labios en contra de mi cuello como respuesta.

"No" Electrizándome

"No sé cómo puedes liderar esto" Embriagándome "Sí estas tan cansado deberías ir a dormir" Seduciéndome en un vacío amor, cuyo final ya parecía estar tatuado en piedra y brea. Con el tacto de la hoz.

"Te eche tanto de menos" Sus dedos se deslizaron por mis hombros, jalando el tirante izquierdo de mi vestido, rozando con sus dientes aquel lugar "Me hiciste mucha falta Choromi"

"¡Oye!" Me mordí los labios al liberar un excitado jadeo siendo víctima y esclavo de un travieso mordisco "Compórtate como un adulto, maldición"

"En estos momentos lo único que me importa, es estar contigo" El otro tirante de mi vestido cayo, dejándome expuesto ante su hambrienta y sedienta expresión "¿Qué es eso?" Karamatsu con un gesto de boca me apunto hacia la tarjeta de aquel irruptor.

"Alguien te quiere conocer" Con un movimiento lento y sensual, el más alto se retiró la corbata para comenzar a abrirse la camisa "¿No vas a prestar atención?" Mi rostro ardió en un infierno cuando él atrapo mi oreja entre sus dientes.

"En la mañana lo podemos hablar, my love" Sus manos ya se encontraban paseando por mi vientre descaradas, cuando fui consciente del crujir del colchón "Está noche pertenéceme solamente a mí" Fue lo que musito antes de fundirnos en un apasionado y húmedo beso.

Y aunque el dulce veneno de sus labios me consoló mientras apretaba las sabanas en un infinito bamboleo en la habitación, a pesar de ser acunado hasta que se hicieron presentes los primeros rayos del amanecer, y ser protegido por una intensa y dulce respiración, cada vez que nuestras miradas se fusionaban presentía que no era a mí a quien Karamatsu deseaba.

Que esos cándidos zafiros se habían sellado, privándome del contenido de su corazón.

Y aunque está danza era un lento cortejo de coquetería y seducción, sabía que él no la estaba practicando con quien era Choromatsu.

El tango era de Choromi, y yo me vendería por usar aquel lugar.


Su usted ha llegado hasta aquí muchas gracias por leer esta deformidad XD