Aquel momento (Edición AU)


.:I:.


—Quiero que conozcas a mis padres —dijo Obito con una gran sonrisa.

—¿Tus padres?

Deidara lo observó curioso pero desconcertado a la vez. Quería saber qué era lo que estaba tramando su novio esta vez. Sabía de sobra que era huérfano y lo había sacado adelante su abuela paterna. Obito metió un brazo dentro de su mochila y sacó una foto enmarcada. Antes de enseñársela, se quedó mirándola unos segundos.

—Estoy algo nervioso... Es la primera vez que hago esto. Mamá, papá, este es Deidara —dijo, hablándole a la foto—. Deidara, te presento a mis padres.

Le dio la vuelta al marco, mostrándole la foto. Deidara estiró un brazo para tomarla y verla mejor. En ella aparecían un hombre y una mujer con un bebé en brazos. Él, a pesar de ser joven aún, se le empezaban a notar las entradas. La mujer, de cabello castaño oscuro en una melena corta, sonreía feliz. El bebé se veía como cualquier otro que Deidara hubiera visto, pero era gracioso pensar que era Obito.

—¡Vamos, diles algo!

—¡E...Es un honor conocerles, hm! —dijo, con una reverencia.

Que los saludase parecía ser importante para Obito.

—Es la única foto que hay de los tres juntos... —murmuró, nostálgico.

Deidara los examinó mejor.

—Sí que te pareces en algo a él, no sé en qué, tal vez en los ojos, pero la forma de la cara es la de ella.

Tras decir eso, Obito volvió a girar la foto, tal vez para comprobar lo que decía.

—No se preocupen. Deidara me está tratando bien —le habló al cuadro antes de alzar la vista—. ¿Crees que nos hubieran aceptado?

—Es difícil de decir. Quizá ellos querían nietos y todo eso —contestó, en ocasiones así no podía evitar ser realista y esa era una postura muy común.

—Prefiero pensar que sí —dijo Obito con tristeza.

Deidara volvió a acordarse de la foto, y no pudo evitar comparar la línea del cabello de Obito con la del hombre que aparecía en la foto. Apoyando su mano a un lado de su frente, le levantó el flequillo. No parecía estar mal.

—¿Qué haces?

—Sólo miraba si tenías entradas. Tu padre las tiene y dicen que es hereditario, hm.

Pretendía ser una broma, pero la expresión de repentino terror de Obito le dijo que no había sido una buena idea.

—¡Calvo! ¡Me voy a quedar calvo a los treinta! —exclamó preocupado, levantándose para mirar en el espejo bajo su corto flequillo.

—¡Obito, tienes treinta y uno ahora! —replicó Deidara, rogando por que se diera cuenta de ese detalle.


.:II:.


Él y Obito terminaban a la vez las actividades extraescolares. Deidara salió corriendo del aula del club de arte antes de que Sasori lo obligase a limpiar. Obito, tras no atreverse al principio, o eso era lo que sospechaba él, lo había invitado a merendar a su casa y Deidara quería reunirse con él cuanto antes.

Se encontró con todo el grupo del club de natación saliendo del gimnasio a la vez, ya vestidos. Examinó el grupo buscando a Obito pero no lo vio por lo que al final, pasó al recinto.

Lo encontró solo en la piscina, en mitad de un largo. Deidara sabía que esa visión no iba a abandonar su mente por un largo tiempo. Cuando se fue a dar cuenta, su mandíbula se había aflojado. Cerró la boca avergonzado mientras veía cómo Obito tocaba la pared del fondo y volvía nadando.

—¡Deidara-senpai, viniste! —dijo al llegar de nuevo al lado más cercano a donde él estaba.

Obito apoyó las manos en el borde, impulsándose hacia arriba para salir del agua. Deidara sentía calor por todo el cuerpo. Sus ojos se fueron un momento a ese minúsculo y ajustado bañador azul marino que llevaba puesto, luego otra vez a su cuerpo tonificado y mojado que goteaba por todas partes. Se detuvo frente a él sonriendo. Observó sumido en un trance del que no quería salir, las gotas que se formaban y caían sin parar de cada uno de los mechones de su pelo.

—Hey, ¿te pasa algo? —dijo, la preocupación y el desconcierto presentes en su rostro.

Bajó la vista a su pecho mojado, como quisiera ser una de esas gotas que resbalaban por el mismo. Deidara se mordió el labio sin disimulo.

—Date la vuelta —contestó.

Aún confundido, Obito obedeció. Mierda, esa espalda... Y ese culo... Deidara solo consiguió ponerse más rojo que antes.

—¡Mejor no te des la vuelta!

—Eh... —Obito se rascó el pelo, mirando hacia atrás—. ¿Te has sonrojado por mí?

—¿¡Tú que crees, hm!?

Obito también se puso rojo. Y ahí quedaron, como idiotas mirándose en mitad del gimnasio, incapaces de reaccionar.


.:III:.


"Disculpa, él es mi amigo, está conmigo."

Eso era lo que había dicho el completo desconocido a la pareja de su lado cuando se enojaron por intentarse colar en la abarrotada barrera del concierto. Deidara no disfrutaba al cien por cien de los conciertos si no los veía desde primera fila.

Hablando con él antes de que la banda saliera a tocar, aprendió que se llamaba Obito y que había ido solo porque no conocía a nadie lo suficientemente fan de aquella banda como para acompañarlo. Bueno, Deidara había perdido a Kurotsuchi y Akatsuchi atrás en el puesto de cerveza y no había conexión ahí adentro como para poder enviarles un mensaje.

Pero con Obito estaba bien. Hablaron mucho de música y descubrieron que tenían muchas cosas en común. También tocaron temas personales, aunque no demasiado en profundidad pues la banda pasó al escenario y la atención de ambos se centró en ellos.

La interacción con él no cesó en ningún momento. Obito lo avisaba con entusiasmo cuando comenzaban a sonar los acordes de cualquier canción que le gustaba, comentaban las anécdotas en el escenario o cantaban a gritos junto a los demás los estribillos de sus temas más famosos. En una ocasión, hasta pudieron darle la mano al cantante, que bajó a saludar a la audiencia.

Deidara pensó que era uno de los mejores conciertos a los que había ido, y parte de esa buena experiencia se debía a la compañía de aquel chico a su lado que ya no era tan desconocido como antes. La banda salió del escenario. El concierto estaba por terminar. Una parte de él se sintió triste.

—¿Te gustó? —preguntó Obito sonriendo con entusiasmo—. ¡Fue un buen repertorio! ¡Tocaron casi todas mis favoritas!

Él asintió.

—¿Quieres mi teléfono, hm? Podemos quedar para ir a más conciertos.

Obito alzó ambas cejas, en una expresión que a él le pareció adorable.

—¡Sí! ¡Claro que lo quiero! Incluso no tenemos que quedar solo para conciertos. Puedes llamarme para lo que te apetezca.

Sacó su celular del bolsillo y Deidara le dictó la sucesión de números. Él lo llamó para dejar su número registrado y en ese momento, la banda volvió para el bis. Tras ese pequeño momento de tranquilidad, comenzó a sentirse algo cansado y se apoyó en el hombro de Obito mientras el cantante decía unas palabras de agradecimiento a la audiencia y contaba unas cuantas anécdotas. Luego tomó una guitarra acústica y se acercó al borde del escenario.

Deidara se irguió otra vez cuando los primeros acordes del tema resonaron por la sala. Sintió a Obito tensarse a su lado, y cuando miró sus manos, agarradas a la barrera, notó que sus nudillos estaban blancos.

Fue al alzar la vista cuando vio que una lágrima estaba resbalando por su cara.

—¿Qué te pasa? —dijo, apoyando una mano en su hombro.

—E-estoy bien... Es solo que esta siempre me hace llorar —dijo, secándose en vano con la manga, pues más lágrimas estaban saliendo—. Lo siento. En un rato se me pasa.

Deidara no veía como alguien que se emocionaba por una canción debía disculparse. Agarró su otro hombro para girarlo y lo abrazó. No estaba pensándolo a fondo, pero sintió que era lo que debía hacer. Después de todo, si estaba ahí era gracias a él. Obito lo abrazó de vuelta, muy fuerte durante toda la canción y cuando el concierto realmente terminó, quedaron así un rato más. Incapaces de dar el primer paso para retirarse.

Al día siguiente, un mensaje llegó al teléfono de Deidara. Era la sección de música del periódico y ahí estaban ellos abrazados en primera fila, en medio de una multitud de gente que cantaba.


.:IV:.


Cuando miró la predicción meteorológica esa misma mañana, Deidara no pensó demasiado de ese cuatro por ciento de posibilidades de lluvia que daban para la tarde. Ahora, recién salido de clases y mirando la lluvia que caía a mantas sobre la ajetreada avenida, sintió la necesidad de escribirles un mensaje y explicarles un par de cosas bien explicadas.

¿Qué iba a hacer ahora? Odiaba llevar el paraguas a cuestas por lo que no se lo había traído, y aunque se pusiera la capucha de la sudadera, pronto se empaparía dada la cantidad de agua. Maldiciendo, se cubrió la cabeza y se lanzó a la calle, tal vez si corría se mojaría menos.

La bocina de un automóvil llamó su atención, al voltearse, vio un auto negro que conocía muy bien.

—¿Obito?

Se alegró de verlo, a la vez que se extrañó de verlo ahí a esa hora. Al menos no llegaría empapado a su casa. Corrió hacia el vehículo para montarse en el asiento del copiloto.

—Menos mal que se me ocurrió venir, no has estado ahí ni medio minuto y ya vas goteando.

—¿Qué haces aquí, hm? ¿No deberías estar trabajando? —dijo, observando la cálida sonrisa que le dedicaba.

—Estoy en el descanso. Pensé que podría venir, llevarte a tu casa y volver a tiempo. Me preocupé cuando vi tu paraguas en casa antes de salir. El día ya se estaba empezando a poner feo.

Deidara se preocupó. No le había pedido que fuera, pero odiaba causarle molestias.

—¿Estás seguro que llegarás a tiempo? —dijo, viendo que en el asiento de atrás estaba su bento sin abrir.

—Trataré de darme prisa. Y sino, no pasa nada. Estoy acostumbrado a que Fugaku me regañe por tonterías. Mejor que lo haga por una buena causa.

—¿Y tu comida?

—Comeré a escondidas después. No es la primera vez que lo hago.

—No seas bobo. Te vas a meter en líos —protestó.

—No tengo por qué, si todo sale bien. ¿Qué tal te fue el día?

—Ocupado. Bueno, como siempre. Aunque los jueves es uno de los mejores días, hm.

Conversaron sobre su tarea hasta llegar a la calle donde vivía Obito. No hacía ni dos meses que Deidara se había instalado ahí. Ya hacía demasiado por él.

—Ahora corre a casa, date una ducha y ponte cómodo —dijo Obito, atrayéndolo a él para besarle el pelo tras estacionar a un lado de la calzada—. Nos vemos en unas horas.

No quería hacerlo perder más tiempo, pero Deidara quería demostrarle su agradecimiento. Lo agarró para evitar que se retirase y besarlo en los labios.

—No te arriesgues así otra vez —le pidió antes de abrir la puerta.

Debería asegurarse que se llevaba el estúpido paraguas para un porcentaje de probabilidad de lluvia mayor al uno por ciento.

—Está bien, me gusta verte a deshoras —contestó.

—A mí también. Hasta luego —dijo Deidara antes de emprender su carrera hasta la puerta.

Obito no arrancó hasta que no lo vio desaparecer tras ella.


.:V:.


Según le había dicho Asuma, Rin trabajaba en esa heladería los fines de semana, compaginándolo con sus estudios de veterinaria. Era extraño volver a verla después de cinco años y con el extraño motivo de devolverle un DVD que le prestó y nunca le devolvió. Obito había olvidado por completo que lo tenía, sólo lo recordó cuando lo volvió a encontrar escondido detrás de unos libros en su estantería.

Era estúpido, pero estaba nervioso a pesar de que sabía que no debía estarlo. Quería ver si estaba cambiada, ponerse al día con la vida de cada uno y quizá, ¿por qué no? retomar el contacto. Ella le había gustado en el instituto pero nunca se lo confesó. Pensó hacerlo el último día de curso, pero ella no asistió. Se preguntó cómo reaccionaría cuando la viera de nuevo. Se preguntó si no sonaría raro que le soltase un "sabes, recuerdo que solías gustarme en el instituto, qué recuerdos...", y si ella no se sentiría incómoda al saber esa información en lugar de encontrarlo gracioso. Quizá sería mejor si no dijera nada.

Harto de darle vueltas al tema, pasó a la heladería. Al hacer sonar la campanilla, una chica rubia salió de la trastienda. O esperen. Un chico. Tal vez.

—Buenas tardes —lo saludó.

Un chico. Pero a Obito nadie le había dicho que podían existir chicos así de bellos. Quedó como en trance unos segundos, hasta que el otro se empezó a impacientar.

—Busco a Nohara Rin —dijo Obito, tratando de ocultar su torpeza en situaciones así.

—¿Quién? —respondió él confundido.

Obito no esperaba esa respuesta.

—Me han dicho que trabaja aquí y... Tengo algo que devolverle.

El chico, Deidara, según pudo leer en el pin de su uniforme, se volteó hacia la trastienda.

—¡Hey! ¡¿Trabaja aquí una tal Nohara Rin!? —gritó.

—¡No desde hace cuatro meses! —le contestó una voz femenina desde la trastienda.

Cuatro meses... Obito no pudo evitar decepcionarse un tanto. Bueno, en verdad, no creía que Rin recordase el DVD de todos modos, pero era suyo.

—Veo que llego un poco tarde.

—Eso parece, hm. Pero por el lado bueno, la confusión te ha llevado a una heladería, así que para ti y para mí, ha merecido la pena. ¿No quieres un buen barquillo de triple chocolate?

Obito trató de apreciar que al menos él le estuviera intentando animarlo. Sí, el helado lo animaría.

—¿Y para ti por qué la ha merecido? —preguntó extrañado y curioso por el comentario.

—Hacía mucho que no entraba un chico sexy, hm —Por el repentino calor que sintió, no dudaba que se estaba sonrojando. No estaba acostumbrado a los cumplidos—. Necesito que me digas que lo anterior fue una excusa para ligar conmigo.

—¡O-oye! —protestó indignado, no sabiendo qué más decir.

Deidara soltó una carcajada.

—¿Quieres un helado o no?

—Sí —dijo, habrase visto, qué hermosa sonrisa tenía—. Y la hora a la que termina su turno el heladero de los ojos bonitos, también.

Esa vez, Deidara fue quien se sonrojó. Obito se debatía entre seguir avergonzándolo o salir corriendo de ahí y tirarse al río.

—Eso sería en quince minutos —le informó—. Estás de suerte.

Obito asintió sonriendo. Se sentía bien tener suerte por una vez.


.:VI:.


—Deidara, vete a casa.

Iban a dar las siete y él aún seguía ahí. Pasar unos días fuera de la oficina hizo que se le acumulase el trabajo y algunas de esas cosas debían estar listas para mañana.

—Me queda poco ya, hm.

Obito pasó a la oficina, su proximidad hizo que su cuerpo reaccionase de inmediato. El calor de la atracción comenzó a bullir en su bajo vientre. Su jefe colocó la mano en el respaldo del asiento que solía pertenecerle.

—Ni siquiera un adicto al trabajo se queda tanto. Necesitas cenar y descansar —dijo, inclinándose para ver la pantalla.

Deidara sabía que no podría concentrarse con él tan cerca, por lo que desistió. Guardó el proyecto a medio revisar y giró el asiento.

—Está bien, me voy a casa —dijo, agarrándolo de la corbata y dando un tirón hacia abajo hasta que su rostro estuvo a su altura, Deidara apoyó los labios en su cuello, justo debajo de su oreja—. ¿Nos vemos mañana?

Siguió dejando breves y húmedos besos en su cuello, Obito aspiró con fuerza.

—Nos vemos mañana —susurró con voz trémula.

De repente y sin ningún tipo de delicadeza, Obito agarró su cara con ambas manos y estrelló sus labios contra los suyos. Deidara jadeó, agarrándose a su cuello en sorpresa cuando sintió que la silla rodaba hacia atrás. Obito apoyó sus manos en los muslos de Deidara, acariciando la parte interior de los mismos con sus pulgares. Uno de sus brazos soltó su cuello, su mano buscando meterse bajo su camisa, o su pantalón, o lo que fuera. La situación se estaba yendo de las manos demasiado rápido, como siempre. Deidara ni siquiera sabía si estaban solos.

Fue Obito quien tuvo la fuerza de voluntad para detenerse esa vez.

—Vente a la mía —le pidió, casi suplicante.

Era la primera vez que lo invitaba a su casa. Deidara tuvo la certeza que aquello que tenían estaba transformándose en algo más. Pero no le importó.

—No voy a descansar nada y lo sabes, hm —bromeó Deidara.

—Entonces, me disculpo de antemano.


.:VII:.


Obito no podía creer que después de dos cervezas, Itachi se hubiese adueñado del karaoke, aunque por la cara de Kisame, él era el más sorprendido de todos. Llevaba años sin ver a muchos de los allí presentes, siendo Deidara el único con el que aún tenía contacto, por obvias razones y que en ese momento estaba probando si a la planta carnívora que había sobre el televisor le gustaban las papas fritas con ketchup. Obito esperó que no le diera una indigestión o Yahiko iba a enojarse. Aunque no estaba del todo seguro si las plantas sufrían indigestiones.

La melodía del fin de la carrera hizo que volviera a prestar atención a la pantalla. Hidan le había vuelto a ganar al Mario Kart. No podía evitarlo. Deidara era demasiado distrayente.

—Bah, qué aburrido, ¿no puede ponerse alguien que sepa jugar? —se quejó.

—Tuviste buena suerte, eso es todo -replicó Obito.

—Eso mismo dijiste las últimas tres veces.

Al oír la discusión, Deidara se acercó.

—Aparta —le dijo a Obito, arrebatándole el mando, Obito no se apartó por lo que Deidara tuvo que sentarse en sus piernas—. Deja que te enseñe como se humilla a un jashinista.

—Uy, qué miedo, vas a hacer que me cague encima.

Obito quedó petrificado, su miembro reaccionando de inmediato al peso extra del culo de Deidara sobre el mismo. Y todo fue a peor, porque mientras elegía personaje, Deidara no paraba de moverse.

Para cuando comenzó la carrera, la verga de Obito ya se había puesto como una columna de mármol. Deidara tenía que estar notándolo.

—¿Crees que vas a ganarme escogiendo a ese barrigón lento? —se burló Hidan.

—¡Wario es para campeones! Yoshi es para principiantes de todos modos. No tiene ningún mérito ganar con él.

Cada vez que llegaba a una curva, Deidara gruñía, agitando su culo. Obito ni siquiera estaba prestando atención a la carrera, preocupado por si alguien se daba cuenta de lo que estaba pasando. Se darían, cuando Deidara decidiese levantarse y vieran que Obito podría valer para sujetar un templo con su entrepierna.

Deidara y Hidan siguieron intercambiando insultos mordaces. La deliciosa fricción aumentaba, Obito ocultó la cabeza en el hombro de Deidara para camuflar su estado actual. Cuando comenzó a agitarse contra él, ahogó un gemido que esperó que nadie oyera. Por suerte, la habitación era demasiado ruidosa.

El bólido de Deidara sale rodando por culpa de una cáscara de banana, lo oye maldecir y Hidan ríe a carcajadas.

—¿Quieres más banana, rubito? No creo que una sola para ti sea suficiente.

Él no contesta, pero Obito lo oye gemir muy suavemente. El sonido hace que su erección cabecee, sus caderas comienzan a moverse casi por instinto contra el culo que aplasta su verga. Echa una culpable mirada hacia atrás cuando ve que Sasori se ha apoyado desde el respaldo del sofá para ver la carrera.

—Qué vergüenza, Deidara, perder contra Yoshi —comenta.

—¡La última vez te gané tres veces, hm! —gritó, agitándose.

—Y ahora vas décimo.

Obito sentía que iba a correrse en los pantalones. Apretó los puños en el cojín, cuando sintió que la parte baja de su estómago se contraía por el placer acumulado. Su cuerpo temblaba, y tenía que poner todo su esfuerzo en no dejar cualquier tipo de emoción delatora pasar a su rostro. No sabía por cuanto tiempo más podría ahogar los gemidos.

—¡Vamos, Deidara! ¡Tú puedes! —dijo con un grito estrangulado, para desahogar algo de tensión.

Sasori no se iba, parecía muy entretenido en criticar la forma de conducir de ambos mientras que tanto Deidara como Hidan parecían haberse unido contra él. Los talones de Obito golpearon contra la parte baja del sofá, Deidara no dejaba de moverse, despertando placenteras corrientes eléctricas que hicieron contraer su cuerpo entero. Obito cerró los ojos con fuerza cuando sintió la llamarada del placer explotar al fin, justo cuando los chillidos le indicaban que Hidan había ganado la carrera. Apretó los dientes, convulsionándose de forma tan violenta que hizo botar a Deidara.

—¡Como dije, no tiene mérito ganar con Yoshi! —lo oyó gritar.

Obito se dejó caer hacia atrás, jadeando de la forma más disimulada que podía. Necesitaba aire. Mucho. Examinó de nuevo todos los rostros de los presentes, buscando dejar la preocupación de ser descubierto atrás.

—¡...Y yo que pensé que Itachi era malo, tú conduces aún peor! —replicó Hidan.

Deidara se volteó para mirarlo.

—¿Y tú que opinas? ¿Conduje bien o no?

—Condujiste jodidamente bien —dijo con un hilo de voz.

—Lo que yo pensé —contestó, orgulloso.

Y él necesitaba calzoncillos limpios.


.:VIII:.


Lo último que esperaba del tipo que acababa de conocer en una aplicación de ligue era acabar contándole toda su vida.

Estando firmemente en contra de los líos de una noche, Obito nunca se esperó acabar haciendo eso, pero la situación en su trabajo había llegado a un límite. No veía el momento de tomarse unas vacaciones, al menos no ese año y la inhumana cantidad de horas extra que tenía que hacer no le dejaban tiempo para pensar en nada más.

Obito había querido algo aséptico, directo al punto e impersonal. Y según Deidara, él tampoco buscaba nada más que eso. Pero ahí estaban, desahogando sus miesarias en una forma muy distinta a la que pensó con un estudiante universitario que para colmo le llevaba doce años. Obito dudó cuando leyó su edad, pero de cientos de perfiles, él era el único que le había llamado la atención, y no pensaba perder más tiempo en esa ardua tarea.

Ya ni siquiera estaba seguro de que lo único que buscaba de él eran unas horas de sexo y adiós muy buenas.

[02:03] Tobi1: "Por cierto."

[02:03] Tobi1: "El lunes tengo el día libre."

No quitó los ojos de la pantalla mientras Deidara escribía.

[02:04] Katsuart: "Yo tengo clases."

Oh, claro. A veces Obito olvidaba que el resto del mundo solía estar ocupado de lunes a viernes. Cuando estaba escribiendo una disculpa, vio que Deidara seguía escribiendo.

[02:04] Katsuart: "Pero está bien."

[02:04] Katsuart: ":)"

Sacudió la cabeza. Eso no lo aprobaba.

[02:04] Tobi1: "No te saltes las clases por un pervertido como yo."

Deidara le mandó una fila entera de emoticonos riendo.

[02:05] Katsuart: "Como si no lo hiciera ya!"

[02:05] Tobi1: "Saltarte clases por pervertidos?"

[02:05] Katsuart: "Saltarme las clases sin más!"

Con el codo apoyado en la mesa sujetando su cabeza, Obito sonreía a la pantalla como un idiota.

[02:06] Katsuart: "Cuál es el plan? Dijiste que tenías sitio en casa."

[02:06] Tobi1: "Todo el que haga falta."

[02:06] Tobi1: "Pero me gustaría llevarte a tomar algo antes."

[02:06] Tobi1: "..."

[02:07] Tobi1: "Sé que no suena demasiado directo al punto e impersonal..."

Se tomó un momento para pensar lo que iba a decir después. Se arrepintió de haber escrito eso, con esas palabras. Borró la excusa que se estaba inventando cuando vio otra fila de emoticonos riendo.

[02:07] Katsuart: "Está bien."

[02:07] Katsuart: "Me gusta hablar contigo."

El siguiente minuto, Obito lo empleó en releer esa línea una y otra vez, su sonrisa idiota volviéndose aún más idiota. No necesitaba mirarse a un espejo para estar seguro de ello.

[02:09] Katsuart: "Tienes mejor conversación que la mayoría aquí al menos."

[02:09] Tobi1: "Es eso verdad?"

Se sentía halagado. Tampoco le había contado nada del otro mundo.

[02:10] Katsuart: "Al menos no te me presentaste con una foto de tu verga."

Obito rió. También le habían llegado unas cuantas de esas, no sabía que era una costumbre. Había recurrido a la aplicación como último recurso.

[02:10] Tobi1: "Disculpa."

[02:10] Tobi1: "Mi conocimiento del código de conducta de este lugar es escaso."

Esperó con ansia la respuesta, mirando de reojo el reloj. Debería irse a dormir.

[02:11] Katsuart: "No hay problema."

[02:11] Katsuart: "El lunes ya la conozco en persona."

La sintió despertar justo en ese instante. Un lío de emociones hacía temblar sus manos mientras escribía la respuesta, teniendo que borrar varias veces por las erratas.

[02:11] Tobi1: "Creo que..."

[02:12] Tobi1: "También quiere conocerte."

Su corazón latía con violencia mientras esperaba una respuesta. Deidara lo había leído.

[02:13] Katsuart: "Dile que le va a encantar lo que voy a hacerle."

A Obito se le acababa de ir el sueño. Una parte de él se sentía patético al estar teniendo ese tipo de conversaciones con un estudiante de bellas artes al que ni siquiera había visto en persona, la mayoría de sus primos, incluso aquellos más jóvenes, estaban ya casados y con al menos un hijo.

[02:14] Tobi1: "Dice que ahora no va a poder dormir en toda la noche."

Pero en esa vergüenza que sentía, el morbo y la emoción de lo novedoso prevalecía.

[02:14] Tobi1: "Y yo tampoco."


.:IX:.


De nuevo lo volvió a despertar, gritando a la máxima capacidad de sus pulmones. Cuando Deidara se incorporó en el futón, su sangre aún bombeando deprisa por el efecto de la adrenalina, Obito estaba durmiendo otra vez.

Ya habían hablado de eso. Obito nunca tenía recuerdo alguno de haber gritado. Cuando acarició su flequillo húmedo por el sudor, Obito abrió su único ojo.

—Gritaste otra vez —dijo Deidara.

—Lo siento —se disculpó.

La mano de Deidara se dirigió a su espalda y Obito se abrazó a él con fuerza.

—Está bien. ¿Recuerdas qué fue?

—Algo te pasaba. Creo que prefiero cuando no los recuerdo.

—Entonces olvídalo. Nada me ha pasado.

El abrazo se volvió más apretado, pero Deidara no se quejó a pesar de que le oprimía hasta lo incómodo. Dejó un beso en la mitad de su frente dañada, otro en su mejilla, otro en sus labios.

—¿Quieres que te cuente lo que estaba soñando yo, hm? Estaba comiendo pastel con las manos.

—¿Por qué no usaste un tenedor?

—No. No estaba comiendo pastel usando las manos. Mis manos estaban comiendo pastel. Tenían bocas y me comía el pastel con ellas.

—Uh... Eso es útil para comer a escondidas. Aunque luego tienes más bocas que cepillar...

Deidara sonrió. Esperó al menos haberle quitado la idea de la cabeza. Dudaba haberlo logrado del todo, pero al menos le daba otra cosa más en la que enfocarse.

—¿Es ese el único uso que se te ocurre para mis supuestas manos extra? —lo molestó con voz sugerente.

Cuando no obtuvo respuesta, Deidara supo que se había dormido otra vez. Mejor. Esperó que al menos esa vez su mente le diese un respiro. No mucho después, se durmió también.


.:X:.

POV de Sai


La afilada punta de grafito se deslizó con fluidez por la hoja en blanco. El chico estaba arrodillado junto al camino de baldosas que conectaba la facultad de Bellas Artes con la salida, mirando con atención un par de avispas beber del charco de refresco en lo alto de una lata de cola descartada junto al bordillo. Eso sería su tarea para el estudio de representación volumétrica. Era algo que se salía por completo de su estilo habitual, pero debía hacerse. Salir de la zona de confort de uno era necesario en ocasiones para seguir mejorando.

Ver pasar a su compañero de clase, cuando ya casi todo el mundo había salido, lo distrajo. Sai ya se había resignado a que su capacidad de atención fuera voluble como el revoloteo de una polilla que no sabe a qué luz acudir primero. Se sentaba cerca de Deidara, pero habían hablado poco, no más de lo necesario. Sai recuerda haberlo intentado un par de veces, pero tampoco es que sus habilidades sociales fueran mucho mejores que su concentración.

Deidara fue hacia un chico de cabello corto y despeinado que parecía estar esperándolo. Llevaba el uniforme de la universidad, pero supuso que estaría en otra carrera. Ni siquiera comprendía muy bien por qué lo estaban distrayendo tanto. Tras hablar unos instantes, el chico alto lo besó en los labios. Sai alzó las cejas seguro de que aquella demostración pública de afecto no era para sus ojos. En su manual, cuando dos personas se besaban en los labios significaba que eran más que amigos.

Pasó a otra página en blanco y comenzó un nuevo dibujo. La escena seguía fija en su cabeza, y de seguro lo había inspirado más que esos bichos dándose un atracón de agua azucarada. Sai tenía ese problema con todo lo que le llamaba la atención, al menos así lo sacaría de su cabeza.

Miró el boceto satisfecho una vez lo hubo terminado, dándose cuenta segundos después, que las avispas ya no estaban ahí. Oh bueno, ya encontraría otro tema para el dichoso volumen.

—Te dibujé besándote con tu novio —le dijo a Deidara en cuanto lo vio al día siguiente.

Esa expresión de extrañeza que apareció en su cara la conocía bien. Llevaba años viéndola a diario, de hecho.


-:Bonus:-

Para Lybra98

(Basado en su fic políticamente incorrecto)


Cortina gris oscura, paredes blancas, tarima amaderada, edredón azul marino, uniforme pulcramente doblado al pie de las mismas, estantería y escritorio de nogal.

A Obito le entró una extraña tristeza el darse cuenta que aquel cojín de florecitas chillonas sería el único toque de color que había en su cuarto, de no ser por la figura de resina de Son Goku super saiyajin que tenía semi oculta en un rincón de la estantería. Hubo más una vez, pero conforme se pasaba su adolescencia y entraba en la adultez, todas fueron desapareciendo. Pero esa no. No podía. Nunca podría.

Tirado en su futón, inapetente, con insomnio y con nada más que nervios en el estómago, examinaba una a una todas las caras sonrientes de las flores del cojín. ¿Cómo se llamaba aquel señor del superflat? Obito lo había olvidado. A quien no podía olvidar ni por un segundo era al dueño del mismo, desde la forma en que incendió aquellas esculturas hasta el peso de su cuerpo cuando se apoyó en él luego en su casa.

Y Obito tenía la certeza de que esa habitación que lo había visto dormir todos los días de su vida desde que era un niño, lo iba a ver dormir tan sólo una noche más.

Eso era todo.

Un huracán había pasado por su vida, y Obito no podía seguir fingiendo que todo estaba en pie como antes. No podía ser que conocer a Deidara no hubiera contado para nada. La calma, la rutina diaria que transcurría en su hogar tenía los segundos contados.

—¿Aún despierto? —oyó a Madara decir al otro lado.

Antes de que su padre pudiera correr la puerta de papel de arroz para asomarse, escondió el cojín bajo el edredón y se recostó encima.

—Sí, ya voy —dijo—. Sólo me relajo un poco.

—Y lo harás más si descansas como es debido. Buenas noches.

Para él todo estaba normal, como cualquier otro día. Era en momentos como ese, cuando Obito sentía más culpabilidad por estar a escasas horas de darle al hombre que cuidó de él el disgusto de su vida.

Una vez seguro, sacó de nuevo el cojín. Se abrazó a él con todas sus fuerzas, imaginando que era su dueño, por si hacerlo le daba fuerzas cuando su voluntad flaquease. Porque no. Ese no era un día normal.

Y el siguiente lo iba a ser aún menos.


Escribí esta tira de drabbles para dar un buen cierre a este recopilatorio. Cuando comencé a escribir sobre la pareja, no sabía donde me iría a llevar el fanrigleo. Ya son más de veinte oneshots, ni siquiera me adherí a las reglas que yo misma me puse así que supongo ya no tiene sentido seguir por aquí. Futuros oneshots serán publicados independientemente, para no enterrarlos en este cajón de sastre en el que se ha convertido este recopilatorio.

O sea, los fics seguirán, pero cada uno por separado.

Así pues, marco este fic como completo ya. Quizá vuelva a agregar algo más, no lo sé. De momento no tengo planes de ello.

Queda un mes para la Tobidei week! En mi perfil están las premisas de cada día, y cada una de las entradas se publicará en el blog tobideiweek punto tumblr punto com

Lybra, por eso adoro Iwa y no me canso de escribir de ellos jajaja tienen una personalidad única. Solo Kurotsuchi puede insultar a un Akatsuki en su cara xD El acento de Konoha lo imagino más melódico. En inglés, el equivalente a Iwa sería el escocés :P Lo siento pero Dei con el traje de Gai se ve sexy igual y además se le pegaría esa actitud de la determinación juvenil también a él. De haber sido un ninja de Konoha, él y Lee serían amix jaja. No imagino a Dei supersticioso, creo que no tenía ganas de cambiarse porque tenía sueño y le puso eso como excusa. Pero no hay excusas que le valgan a Obito cuando quiere una cosa. :D En eso se parecen. Imagino a Deidara como siguiendo algunas tradiciones, y otras odiarlas. No necesariamente de forma lógica, pero como que le da algo de consistencia a su forma de vida. Disculpa por no avisarte que escribí un pequeño fic de tu fic, pero quería que fuera sorpresa. :D Gracias por apoyar todas y cada una de las historias del recopilatorio.

Mochi, el relleno no muestra demasiado sobre Dei tampoco, la escena de estar atado en la marioneta de Kankuro y poco más. Kishimoto creó un gran personaje homenajeando a Murakami y lo desperdició matándolo, como hizo con tantos otros. Por suerte siempre nos quedan los fics. Amo Naruto SD y como Dei acaba siendo bueno y salva a Konoha porque no podía soportar la idea de matar a Lee y Tenten. En el fondo es buen tipo ajajja xd Gracias también por seguir y comentar los fics desde el comienzo ^^ lo agradezco.

Gracias también a todos los que leen desde las sombras. El fangirleo sigue, este ship me hace feliz.

¿Les gustó alguno especialmente? ¿Les gustaría ver alguno convertido en un fic más extenso? Yo me quedé con un par de ideas.

*Alpha hace una reverencia y se va a escribir más*