-No puedo estar contigo no estoy domesticado- claramente eso no lo entendía, habían pasado por varias cosas pero, jamás le haría eso. Se recargo en las rejas de su jaula.
-domesticar, que quieres decir?- una vaga idea se le vino a la mente pero decidió ignorarla, el no seria esa clase de animal, cierto?. Los depredadores no eran así, se repitió. Aunque había ocasiones que eran exhibidos de esta forma por hacer alguna falta. Era injusticia.
-es una costumbre ya olvidada- le respondió con una sonrisa en los labios - significa "crear lazos"-
-crear lazos?- la cara que mostró le pareció encantador al zorro quien miro en otra dirección.
-si- dijo el zorro -para mi no eres todavía mas que una conejita semejante a cien mil conejitas, y no te necesito. Y tu tampoco me necesitas. No soy para ti mas que un zorro semejante a cien mil zorros. Pero, si me domesticas, tendremos necesidad del uno al otro, serás para mi única en el mundo. Seré para ti único en el mundo... mi vida se llenaría de sol-
Sintió un cosquilleo ante eso, tragando lentamente lo que había dicho, ese joven zorro, unos cuantos años mayor que ella. Pero tambien sabia, lo astutos que eran, dio un paso atrás tal vez fue muy mala idea - debo irme, mis padres no saben que estoy aqui- le dio la espalda mirando todo lo que tendría que recorrer, dio un bufido cansada, no lo había contemplado antes. El zorro le dio la espalda igual sin dejar de sonreir, era lógico que lo dejaria ahí, no podía culparla por ser curiosa, en primer lugar por ello el estaba ahí, pero roto sus orejas al escuchar que la reja se abría, miro a sus espaldas y ahí parada estaba esa pequeña coneja, con la nariz moviéndose muy rápido y las orejas bajas.
-puedes irte, antes que regresen- el zorro cerro los ojos negando con la cabeza y mostrando un collar alrededor del su cuello.
-lo que haces es peligroso- el temblor en la hembra se vio notorio, pero respiro hondo y lo miro decidida.
-quiero domesticarte, pero no se que hacer...- la cola del zorro se movió agitada, sin dejar de verla intensamente. Era una cría todavía, seguramente no comprendía lo que estaba pasando ahí, se giro quedando frente de ella cruzando sus patas traseras, cerrando la pequeña puerta.
- hay que ser muy paciente- respondió el zorro - te sentirás al principio un poco lejos de mi, así, en la hierba, te miraré de reojo y no dirás nada. La palabra es fuente de mal entendidos. Pero, cada día, podrás sentarte un poco mas cerca...- ella asintió memorizando todo, no podría ayudarlo en ese instante, se dio cuenta, también había sido muy agresiva al acercarse de esa forma a el, entendía que no le había agradado, no era su culpa, quienes lo tenían ahí eran una oveja y una cabra maduras que fácilmente doblaban o un poco más su tamaño.
-vendre mañana- le sonrió ampliamente, era una suerte, si se podría decir así, que estuviera a dos kilómetros de su hogar, en las tierras del viejo Beep no le daría tantos pretextos a sus padres en ausentarse. Se giro viendo el lugar donde estaba el zorro, sintiéndose mal en ese instante, bajando sus orejas.
Al día siguiente la pequeña no había llegado a la misma hora, si no un poco mas tarde, el zorro la observo serio con sus orejas hechadas atrás, ella no comprendió su actitud.
-que pasa?- tenía entre sus patitas algunas zanahorias y unos cuantos dulces de coliflor para el, pero se las había rechazado.
-hubiese sido mejor venir a la misma hora-respondió- si vienes, por ejemplo a las cuatro de la tarde, comenzare a ser feliz desde las tres. Cuando mas avance la hora, mas feliz me sentiré. A las cuatro estaré agitado e inquieto: descubriré el precio de la felicidad!. Pero si vienes a cualquier hora, nunca sabré a que hora preparar mi corazon... los ritos son necesarios-
Ella movió su cabeza de forma cómica, dejando una oreja arriba intrigada -que es un rito?-
- igual es una costumbre bastante olvidada...- respondió bajando la mirada - es lo que hace que un día sea diferente...- la conejita, bajo las orejas sintiéndose mal.
-perdón- pidió sus disculpas sinceramente, el zorro volvio a verla, y le sonrió.
-nos estamos entendiendo- ella no comprendió, pero de igual forma le sonrió, sintiéndose aliviada. Los regalos que había traído los regreso con ella, como darle algo que ella consumía a un carnívoro, pero era difícil conseguir carne en su hogar. Abrió los ojos, esa vieja oveja tenía un corral de gallinas, mordió su labio, ese chico...
En los días siguientes no se retraso en ninguna hora aún en estando pésimo el clima, llevando libros para leer, objetos que enseñarle, pasaba gran parte del día con él, y poco a poco dejaba que se le acercara mas. También quería llevarle alimento pero eso era claro desde el inicio, era una falta de respeto e inútil sólo llevarle lo que un conejo comería.
-son moras?- la pequeña lo miro un poco confundida, recargada en las rejas percatándo, sólo entonces, que el zorro se había acercado a ella. La conejita extendió el recipiente dándoselo a el quien sólo tomó un puñado, comiéndolas, sintiendo un cosquilleo agradable en el paladar, moviendo su cola de forma alegre, ella sonrió, al fin había aceptado algo que le ofrecía. Recordándose así misma traer más moras la próxima vez mirándolas un largo rato - gracias - susurro volviendo a llamar la atención de la pequeña que al girar a verlo rozaron su nariz ligeramente, ella callo de espaldas por ello sonrojándose completamente. El zorro volvió a enderezarse terminando de comer esas deliciosas moras con una sonrisa en los labios.
NA. Debo mencionar que las edades de judy y Nick son 7 y 14. Si lo notaste amo mucho ese libro y que mejor inicio de estos drabbes