«juro solemnemente que mis intenciones no son buenas»


Título: Terapia de amortentia.

Autor: Angelito Bloodsherry (antes Angelito97-Delena)

Pairings: Draco Malfoy / Harry Potter.

Sinopsis: Pansy tiene un plan, no es un plan muy slytherin, pero es que con Draco uno tiene que ser directo si lo que quiere es que reaccione, sea egoísta y mueva su aristocrático culo y recupere al idiota de Potter. Y si para ello tiene que usar amortentia, que así sea.

Disclaimer: Todo el universo de Harry Potter es propiedad de J. K Rowling y compañía.

Advertencias: Post-Hogwarts y EWE.

N/A: Esta historia no puede ser reproducida de forma total o parcial bajo ningún concepto. Si encuentran este fic u otro cualquiera en otra página decidme lo con urgencia. Yo misma me encargaré de ver si es plagio. Miren en mi perfil que páginas tienen permitido la reproducción.

N/A: 1,000 palabras y la imagen de portada NO es de mi propiedad.

Capítulos: 1/3.


Este fic participa en el Reto #14: "Amortentia al azar" del foro Hogwarts a través de los años.


terapia de amortentia

I. hospital

Los jardines de Malfoy Manor eran una obra de arte digna de admirar, especialmente después de la reforma que sufrió tras la guerra. Narcissa había hecho un trabajo magnífico, no solo con los jardines sino también con el resto de la casa. Nada había quedado como antes y cualquiera podía dar fe de ello. Incluso diez años después, parecía brillar con una luz que nunca antes había tenido.

Sin embargo, había un lugar que no había cambiado en absoluto y era el Jardín de Otoño, un pequeño paraíso oculto lleno de buenos recuerdos. Si cerraba los ojos, Pansy estaba segura de que podía escuchar sus risas o las voces de Draco, Theo y Blaise tras una travesura de las suyas o, incluso, oler sus flores favoritas, frescas y vivas en su memoria, como las que había en el jardín en ese momento. Era un lugar mágico. Un lugar que Voldemort nunca pisó.

Eso era suficiente para ser su favorito, leches.

En cuanto el elfo, cuyo nombre no recordaba ni le interesaba, desapareció, decidió preparar el terreno para lo que había venido a hacer. No necesitaba una excusa para ver a Draco, pero como este llevaba meses recluido en su casa o en San Mungo, no había tiempo para actuar como una Slytherin y llevar su plan muy lentamente. ¿Qué plan? Uno muy sencillo y efectivo, por supuesto. Un plan que iba a comenzar en cuanto Draco actuase como tenía que actuar.

—¿Y bien, Pans?

Predecible, pensó, ni cinco minutos.

—Las pastas, exquisitas.

—Tengo turno de noche y ayer casi no dormí.

Estaba desesperado y ella iba a aprovecharse. No quería sonreír, pero le fue inevitable. Draco ni se dio cuenta.

—Llevas sin dormir cuatro meses, querido.

Draco la ignoró, cosa esperada, y conjuró un tempus para demostrar que su prisa estaba justificada. Pansy no sabía si llevarse las manos a la cabeza o echarse a reír. Su plan iba la mar de bien, Draco estaba dejando claro que necesitaba una intervención urgente de su mejor amiga a gritos.

¿Qué haría él sin ella? Oh, sí, exactamente lo que había estado haciendo estos meses. Casi le dio pena, casi.

—No te preocupes, querido. No me llevará mucho tiempo.

Pansy soltó su taza y, ante la mueca de disgusto y confusión de Draco, tomó una pasta para después abrir su bolso y sacar un bote de cristal parecido al que se usaba en las pociones de belleza.

Draco parecía estar a punto de tirarse de su bonito pelo.

—Sé que has venido…

—Shh —le cortó y se echó un poco de la poción en la muñeca izquierda. No la olió, simplemente dejó que la piel se impregnase bien y, cuando se sintió satisfecha, acercó su brazo hasta Draco.

Draco la miró desconfiado. Ella rodó los ojos.

—No es veneno. Nunca me echaría algo corrosivo en mi piel —Draco parecía estar a punto de decir algo, seguramente algo como que no necesitaba ser corrosivo para ser veneno o que había venenos que no dañan la piel o no me fío de ti ni un pelo, Pansy—. Solo quiero que me digas si te gusta.

Draco dudó, era un desconfiando de mierda, pero cedió.

—¿Y bien?

El rubio frunció el ceño y se apartó ligeramente con una mueca de asco que estropeaba su rostro.

—¡Hueles a hospital!

Estupefacta casi olvidó el motivo por el que quería que Draco oliera esa maldita poción.

—¿Y qué más?

El chico se acercó y olió.

—Hospital, té de menta y lirios. ¿Cómo es…?

Ser un medimago en prácticas no estaba pagado. Uno podría creer que después de cinco años estudiando en una de las mejores facultades de medicina de Europa tendría todo hecho. Sí, era un marcado, pero tenía cientos de cartas de recomendación como respaldo por lo que entrar al programa de San Mungo no sería difícil. No lo fue. Pero eso es porque nadie le explicó que los medimagos en prácticas eran como elfos domésticos: unos putos esclavos.

Casi dos años después, no podía recordar cuántas veces se replanteó si valía la pena la tortura. Otros, en su lugar, ya habían abandonado. Si él no lo había hecho es porque había convivido con mortígafos, con familiares psicópatas y con Voldemort. Eso ayudaba bastante a aguantar. Los turnos dobles o los idiotas hipocondriacos era un paraíso en comparación. Vaya que sí.

¡Malfoy! ¡CUARTA PLANTA!

Si a Draco le preguntaran cuanto recordaba de ese día, diría que solo la carrera que dio hasta alcanzar la sala donde se estaba operando de urgencia a un auror que había sido golpeado con una maldición que bloqueaba su núcleo de magia, que ayudó como si la vida le fuera en ello, que estaba completamente desesperado y que no se calmó hasta que vió los ojos del chico-que-vivió brillando otra vez aunque fuese a causa de la confusión y los calmantes que llevaba encima. Y la sonrisa, la jodida sonrisa que le dedicó al reconocerle. Y si le preguntaran que qué sintió, diría que lo sintió absolutamente todo.

Porque cuando se trataba de Harry, era imposible no sentir.

Cuando Draco se recuperó del torrente de emociones y recuerdos que le embriagaron, no supo cómo reaccionar. Por un instante, olvidó que Pansy estaba allí y que él no estaba en la soledad y en la oscuridad de su habitación donde podía bajar las barreras y abrazarse a una almohada y romperse.

Pansy pareció desconcertada ante un Draco bañado en emociones, tan poco Slytherin, mas se recuperó.

—Amortentia, cariño.

Draco reaccionó, estaba pálido y sus ojos brillaban por culpa de lágrimas no derramadas, y apartó el brazo de Pansy de un golpe seco. Estaba cabreado, no con su amiga que había actuado como toda una Slytherin, sino consigo mismo, por haberse dejado engañar con un truco de niños de doce años. Y lo más importante, que el engaño le hubiera afectado hasta trastornarse.

—Lárgate, Pansy.

—Cuando un slytherin quiere algo y lo consigue, no lo suelta jamás. Sé egoísta, por Salazar.


continuará...


NOTAS:

- Como siempre el límite de palabras me mata. Por suerte no he tenido que borrar contenido importante, pero sé muy bien que necesitáis que os sitúe: han pasado diez años. Los Malfoy no han sufrido muchas represalias por la guerra, solo las justas como para que Draco haya estudiado medimagia fuera de Inglaterra, pero no las suficientes para impedirle entrar en San Mungo y allí, un día, se reencuentra con Potter. ¿Que qué está haciendo Pansy? ¿No es obvio? Ser una buena amiga y espabilar a Draco.

- El protagonista indudable es Draco, veremos todo desde su punto de vista o desde la perspectiva de aquellos, como Pansy, que están pendiente de él.

- Esta historia es un poco diferente a scorbus, aquí nos basamos en los recuerdos de Draco y en su reacción posterior.

- Intentaré que sea un capítulo por día, pero no prometo nada.

- Y, lo más importante, ¿qué os ha parecido? De verdad, me cuesta muchísimo meterme en este mundo tan perfecto por eso necesito saber si lo estoy haciendo bien.

¡GRACIAS!


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