Recomendaciones antes de leer este fic:

Haber leído el anterior fic de Comandante Ishida porque hay conceptos que ya quedaron explicados ahí y por tanto daré por hechos en los siguientes fics. Es recomendable para más información pasarse por el Topic sorato del Foro Proyecto 1-8 y echar un ojo a la actividad "Comandante Ishida".

Haber escuchado el cd-drama Michi e no armor shinka ya que la acción trascurre en los sucesos, la mayoría absurdos, de ese cd-drama.

Da puntos también haber visto Frozen pero, ¿quién no ha visto Frozen? XD

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Yamato Ishida, un ejemplar esposo y padre de familia con un trabajo un poco peculiar que le hace viajar por puertas espacio-temporales a través del universo y las dimensiones. Él es:

COMANDANTE ISHIDA

Comandante Ishida en:

~C19~

Un nuevo día amanecía en el hogar de Comandante Ishida. Un día con sabor y aroma especial y delicioso. Yamato lo detectó en cuanto salió de su ducha matinal.

—Feliz San Valentín —se dijo a sí mismo, mientras se arreglaba.

Salió de la habitación y comprobó que los niños ya estuviesen levantados. En efecto, sus dormitorios estaban vacíos, no obstante hubo algo del dormitorio de su primogénita que captó su atención; una carta sobre la cama.

La miró inquisidoramente. Deliberó en que lo correcto sería no violar su intimidad pero finalmente la cogió. Si como imaginaba era una declaración de amor hacia algún chico era su misión abortarla. ¡Tan solo tenía nueve inocentes años!

—¡Yamato está sonando la alarma!

Los nervios por sentirse descubierto le jugaron una mala pasada pero no había de que preocuparse, el grito de su camarada venía desde la cocina.

"Alerta digital"

Parecía que los digimon espaciales habían conjurado para arruinarle todos sus días especiales.

A grandes zancadas llegó hasta la cocina, donde como dedujo por el aroma, Sora cocinaba chocolates y sus hijos y los digimon los cataban. Hizo un gesto a Gabumon y echó una rápida mirada a su familia.

—¿Te vas? —Sora se adelantó y Yamato asintió, incapaz de esbozar sonrisa alguna.

Su niña pretendía declararse a un sujeto y él no podía estar ahí para impedirlo. El sentimiento de impotencia era inaguantable y por supuesto si compartía sus temores con su esposa tan solo reiría de sus paranoicos celos de padre.

—Papi, ¿cuantas chicas me van a regalar chocolates? —su impetuoso hijo saltó a su campo visual y Yamato como padre amoroso y orgulloso que era acarició su cabecita.

—Muchas campeón —y dirigió una fugaz mirada a su hija, que jugaba alegremente a enchocolatarse con Pyokomon.

—¿Y todas tendrán que ser mis novias? —cuestionó, visiblemente apurado— Quiero que solo me regale mami.

Yamato deseó que esa misma inocencia y amor puro e incondicional fuese el que procesase su hija solamente por él. De hecho siempre creyó que así era, hasta hacía escasos minutos cuando encontró la carta de la discordia.

Sora observó a su esposo mientras se preparaba para partir, dando ordenes por su pulsera. Hizo que callase tomándolo de la camisa hacia ella.

—¿Qué te pasa?

Yamato desvió la mirada. No podía mentir a su esposa pero tampoco confesarse. La besó tiernamente en los labios.

—Tan solo quería comer tus chocolates en tranquilidad —eso era cierto.

La mujer le regaló una sonrisa.

—Los comerás a la vuelta.

En pocos minutos, Comandante Ishida ya listo para una nueva misión, se estaba despidiendo de su familia.

—Procura no estar comprometido para cuando regrese campeón —dijo, acariciándole la cabecita a su vástago que lo miró confuso.

Dirigió una furtiva mirada a su hija, que con la boca manchada de chocolate se abalanzaba hacia él radiante y feliz. Demasiado feliz.

—Pórtate bien mi cielito —la abrazó con voz queda, teniendo la tentación de cargarla y llevársela con él. Lejos de ese supuesto chico que hoy iba a arrebatarle su amor para siempre.

—Papi, ¿estás bien? —cuestionó la pequeña, sintiendo que el abrazo ya era demasiado largo y asfixiante.

Yamato se separó y disimuló ante las extrañas miradas de toda su familia. Incluido su camarada.

—Volveré para la cena.

Y así, Comandante Ishida partió un día más a una nueva y seguramente productiva misión.

...

—Aquí Comandante Ishida disponiéndose a salir al exterior.

El aterrizaje en hielo siempre era tedioso, pero hasta allí, el planeta helado Urano era hasta donde le había conducido hoy su misión. Se abrió la compuerta y tanto él como Gabumon ataviados con sus trajes de astronauta por supuesto con la ingeniería térmica de última generación incluida, salieron.

"Detectada actividad Digimon", informó el asistente de navegación.

—No me gustan los planetas de hielo —negó Yamato teniendo un escalofrío.

Evidentemente no por la baja temperatura de alrededor de -205,2 °C. —en su traje estaba en unos agradables 20 ºC—. El escalofrió fue en su interior, en su corazón.

—Capturémoslo y regresemos a casa cuanto antes.

—Se me está nublando el casco Yamato, ¿cómo veré al enemigo?

Yamato miró a su alrededor. Nublado entre hielos eternos y gas metano. La estampa normal de ese planeta al que el sol apenas le alcanza. No obstante persistió ese encogimiento en su corazón. Comprobó sus controles de aire y verificó también los de Gabumon, todo estaba en orden por lo que esta sensación no era producto del gigante helado. El digimon que había aparecido aquí era quien lo provocaba.

"Brecha en Urano", informó el asistente.

Apenas pudieron distinguir el vórtice alrededor de ellos y de su nave, fueron absorbidos.

Yamato se agitó contra el suelo. Esto de la recomposición molecular era un poco estresante para su cuerpo a fin de cuentas.

"Tierra. 14/02/2003."

Iba a abrir su casco nada más escuchar la palabra Tierra pero se detuvo al distinguir el hielo bajo su cuerpo. ¿Existía la posibilidad de que su asistente se hubiese averiado? Buscó a su compañero para cerciorarse de su estado y pestañeó incrédulo al verlo sin casco, pero ladeando la cabeza avergonzado. Extrañado, se arrodilló ya despojándose del casco viendo ante él una veintena de niños de guardería que los miraban atónitos a través de un cristal. Buscó respuestas a su alrededor encontrándolas en forma de iglú y alegres maniquís de esquimales que desentonaban con su gran nave espacial.

Rascándose la nuca con nerviosismo, les regaló una sonrisa a los impresionados niños.

—Y así es como los esquimales llegaron al polo norte, gracias por visitar el museo de historia de la humanidad.

Respiró aliviado al ver que la persiana se bajaba. Gabumon había encontrado el botón para ello.

Unos niños tendrían una alucinante historia que contar pero no quiso preocuparse más por ello. Había sufrido un viaje temporal y lo que eso significaba era que su pasado estaba en peligro, o lo que era lo mismo, la colisión de las dimensiones era inminente.

Comprobó el asistente.

"Gran colapso en una hora y catorce minutos"

—Tenemos que darnos prisa Gabumon —advirtió, despojándose de su traje y aplicando el camuflaje holográfico para su nave. Quedó como un convincente iceberg con un pingüino en su punta a punto de saltar.

—Yamato, ¿cuando estamos?

—Catorce de febrero del 2003 —contestó Yamato sin reparar demasiado en la fecha—, tenemos que encontrarme, seguro ese digimon va detrás de mí.

—¿Y cómo lo haremos?, esos digimons espaciales aparecen y desaparecen. No sabremos donde está hasta que sea demasiado tarde —habló el digimon desanimado. En efecto, su radar no emitía ninguna señal.

"Repetimos. Noticia de última hora. Un extraño hombre ha secuestrado a varias chicas en los almacenes de Ginza"

Yamato se volteó sorprendido hacia esa radio prendida y al momento recordó todo lo que sucedió ese día.

—Le dije a Sora que la amaba —miró a Gabumon con apuro pero también un ápice de ilusión. Era un agradable recuerdo—. Esa es nuestra misión. Asegurarnos de que se lo diga.

—Pero, ¿y el digimon? —la pregunta de Gabumon no obtuvo respuesta. Ya estaba introducido en el espacio digital de su pulsera.

...

Los alrededores de Ginza tal y como recordaba de su adolescencia, eran un caos. Sirenas de coches, curiosos y periodistas se arremolinaban para saber todo al respecto del extraño acontecimiento.

Yamato se abría pasa entre el gentío buscando a sus compañeros, los niños elegidos. Paró un instante al creer reconocer la siempre dulce voz de Sora. Sonrió enternecido pues hablaba de una manera muy formal y educada.

—Gracias por cuidar de Yamato —dijo el hombre con el que mantenía la conversación telefónica y Yamato buscó su rostro. Ya no había duda de que esa chica a la que había escuchado era su esposa.

Quedó impresionado al hallarse ante su padre, este también lo miró unos instantes para después negar y seguir con su conversación. Por lo visto su padre quería que Sora fuese la corresponsal de lo que sucedía en su cautiverio y había tenido que viajar al pasado tras un digimon colapsa-dimensiones para enterarse de esto. Lo anotó mentalmente para hacerles sufrir un poco en la próxima cena familiar y siguió con su búsqueda.

Pronto distinguió al extravagante grupo encabezados por el extraño peinado de Taichi. No el que llevaba en la adolescencia, seguía acostumbrado a él porque su hijo clon portaba uno igual. Había olvidado que aquel día se hizo un raro recogido para no ser confundido con el digimon que provocó todo esto. Aguantó la carcajada y tan pronto como avanzó hacia ellos una niebla familiar los envolvió.

Los chicos ya se reunían y no vio a Miyako por lo que dedujo que ya se habría infiltrado para intentar salvarlas, de modo que ahora el siguiente plan se sucedería: bailar tap.

—Oye Yamato, ¿y tú donde estás? —preguntó Gabumon asomando la cabeza por su pulsera con curiosidad. No había ni rastro de él ni de su compañero.

Yamato fue consciente de eso en ese momento lo que provocó que sin pensar en las consecuencias, se acercase al grupo.

—¿Dónde está Yamato?

Los chicos, que en esos momentos discutían sobre algún nuevo plan absurdo, se voltearon hacia el extraño hombre.

—¿Y usted es? —cuestionó Taichi.

—¿Abuelo?

Yamato apretó los puños furioso al escuchar la impertinencia de su hermano.

—No soy tu abuelo —masculló entre dientes. Trató de sosegarse—, tan solo un amigo. Fuerzas especiales de contención digital —y enseñó rápidamente una pegatina random que su hijo le había pegado en la cartera en algún momento pasado.

—¿Tienes un Gabumon en esa pulsera? —Yamato saltó apurado ante la pregunta de Koushiro. Se desesperó al ver que asomaba su cuernito.

Gabumon salió y saludó con timidez. Los digimons se arremolinaron a su alrededor. Les parecía demasiado familiar.

—No tengo nada que ver con Yamato Ishida —intentó disimular él.

—¿Podría estudiar esa pulsera?, ¿cómo lo has hecho?, ¿es una puerta digital? —Koushiro le tomó de la muñeca entusiasmado, sin reparar siquiera en esa maraña de líneas y esa alarma anunciando un gran colapso en escasa hora.

—Espacio virtual para digimons, algún día lo inventarás —despachó Yamato, agitando su brazo para despegarlo. Se dirigió a los demás, en especial a Taichi— ¿Dónde está Yamato Ishida?

Taichi se encogió de hombros y eso preocupó a Yamato, ¿y si había llegado tarde?

—Yo lo vi esta mañana. Quise entrar en su grupo pero no me aceptó —se volteó hacia Daisuke. La memoria era sabía y había olvidado esa audición de su amigo. De todas formas, ¿significaba eso que Yamato jamás había ido a Ginza?

Se alejó un instante junto a Gabumon.

—Gabumon, esto es el fin. Si no estoy aquí jamás propondré la absurda idea de bailar tap y jamás le diré a Sora que la amo y jamás nos casaremos y tendremos preciosos hijos y el caos de los mundos será inevitable.

—O tal vez, le dirás te amo de una forma más romántica —teorizó el digimon.

Yamato negó. No permitiría que hubiese otro mundo donde el primer "te amo" a Sora no fuese bailando de una manera ridícula. Su Sora jamás se lo perdonaría.

—No es una posibilidad, caos de las dimensiones.

Y la cuenta atrás de su pulsera respaldó su angustiosa teoría. Regresó al grupo donde debatían el próximo plan. Por lo visto que Daisuke cantase para distraer al digimon era lo que más votos llevaba de momento. Eso sí que sería el fin y Yamato lo sabía. Si Boltmon escuchaba los graznidos de Daisuke haría explotar el centro comercial de inmediato.

—¡Ni hablar! —exclamó.

—¿Por qué?, quiero cantar y así tener fans y que todas las chicas digan que soy "cool" —dijo Daisuke lastimosamente, llevándose las miradas de desaprobación de sus compañeros— y rescatar a las chica, claro —añadió con una falsa sonrisa.

—Si Boltmon te oye cantar no dudará en hacer arder toda la ciudad —sentenció y la mayoría pareció conforme.

—¿Tienes alguna idea mejor para distraerlo? —cuestionó Taichi.

Yamato inspiró. Muchas veces había pensado en su vida, como le había sugerido Gabumon, que le hubiese gustado decirle el primer "te amo" a Sora de forma más convencional, más romántica. No obstante, así funcionó la primera vez, así debería funcionar en esta nueva dimensión.

—Bailaremos tap.

Taichi se pegó en la palma de la mano con el puño.

—Era mi siguiente opción.

Los demás le miraron confusos.

—De esa forma le distraeremos mientras Daisuke…

—¿Me infiltro para rescatarlas? —se frotó las manos Daisuke con ansía. Eso le haría parecer muy "cool".

Yamato negó. No era bueno perturbar mucho los acontecimientos pero un digimon espacial genéticamente modificado salido de Urano andaba suelto por ahí, no necesitaba a un Daisuke modo Kaiser.

—Tú vas a buscar a Yamato Ishida, Ken te infiltras tú.

Los chicos obedecieron sus órdenes y de esa forma iniciaron aquel ridículo baile de tap. Yamato miró a su alrededor, alargando el baile todo lo posible. No había ni rastro de él y por lo tanto no le diría a Sora que la amaba. Cerró los ojos, sintiendo esa niebla calando sus huesos. Tenía la sensación de que la niebla acompañaría su corazón el resto de sus días si su declaración no se producía.

—¡Oye Hikari!, ¿estás bien?

Oteó el horizonte una última vez y al no verse por ningún lado, cerró los ojos y gritó:

—¡Sora te amo!

Supo que se había quedado bailando solo junto a Gabumon. Abrió los ojos lentamente y las miradas de todos estaban fijas en él.

—¡¿Qué?! —Taichi estaba hecho una furia— ¡tienes como cincuenta años!

—Treinta y nueve —masculló Yamato.

—¡Y ella tiene novio! —exclamó Takeru alarmado. Lo miró con sospechas— ¿De verdad no eres mi abuelo? A él también le gustan las jovencitas.

Apretó los puños, los dientes y la vena de su frente ya cobraba vida propia cuando todos se voltearon hacia el centro comercial. Una reconocida risa había retumbado por todo su alrededor.

—¡¿Digimon Kaiser?! —cuestionaron alarmados, corriendo hacia el interior.

Se adentraron a través de la niebla alcanzando el departamento de dulces donde Boltmon había irrumpido. Pronto descubrieron a las chicas secuestradas. Yamato reparó en Sora que parecía mucho más confusa que asustada y al igual que sus amigos observó ante él a Digimon Kaiser.

—¿Ichijouji-san se ha trasformado en Digimon Kaiser? —cuestionó Iori, entrando en modo "imperdonable."

—Mierda —maldijo Yamato—. Daisuke debería haberse transformado y Ken devolverlo a la normalidad. Es culpa mía.

—Takeru, ¿de qué está hablando tu abuelo? —preguntó Taichi.

—¡Que no soy su abuelo!

Yamato perdió los nervios al mismo tiempo que Raidramon hacia una entrada triunfal, con Daisuke cabalgando a su lomo.

—¡Ichijouji! —gritó mientras se bajaba y Raidraomn regresaba a su estado de V-mon.

—¡Fue una entrada "cool"! —exclamó Hikari.

—¿Sí?, yo diría que del montón —apuntó Tailmon.

Pero como el héroe que era Daisuke ni reparó en sus ansiadas admiradoras, corrió hacia Ken, preparó el puño y le asestó un puñetazo que lo sacó volando, perdiendo las gafas por los aires y cayendo contra sus amigos que a su vez perdieron sus D-terminales.

Todos miraron la escena con asombro, incluido Boltmon.

—Jamás permitiré que vuelvas a ser el Kaiser, ¿entiendes?

—¿Serás idiota?— Daisuke se sobresaltó por el grito de Miyako. En teoría ahora debían alabar su valor y su amistad hacia sus amigos, no recriminarle— ¡Quería impresionar a Boltmon!, ¡era una farsa!

Daisuke miró a su amigo, que se retorcía en el suelo.

—Sí, intentaba meterle un poco de miedo. Aún mi nombre es temido en algunos lugares del Digimundo.

—Yamato, creo que esto se está yendo de las manos —comentó Gabumon.

Así era. Yamato se sentía enloquecer, mientras esa niebla inaguantable aprisionaba cada vez más su corazón, pero entonces escuchó su voz; su dulce, cálida y amorosa voz.

—¿Y Yamato?

Se volteó. Era obvio que Daisuke había desobedecido por completo su orden.

—No está —contestó Taichi. Sora palideció.

—Y entonces, ¿quien me dijo que me amaba?

Todos miraron a Yamato pero para su suerte, Fukumon hizo su entrada.

—¿Y este quién es? —preguntó Taichi.

—Es el tipo raro del parque —respondió Boltmon—. Él me dijo que debía encontrar un corazón, aunque fuese a la fuerza.

—¡Acabemos con él! —exclamó Daisuke, cogiendo un D-terminal del suelo y activándolo. V-mon digievolucionó con el digiegg de la esperanza— ¡Es genial! —quedó asombrado Daisuke justo antes de llevarse un puñetazo de Miyako.

—¡Idiota!, tú aún conservabas tu D-terminal —y se lo arrebató, haciendo que Hawkmon digievolucionase con el digiegg de la amistad.

De esa forma aparecieron nuevos digimons, porque Patamon digievolucionó con el digiegg de la luz, Armadillomon con el del amor y Tailmon con el del conocimiento y entre todos, tal y cómo recordaba Yamato, acabaron con Fukumon.

Boltmon, aprendiendo gracias a Sora la lección de que un corazón no se debe conseguir de forma violenta regresó al mundo digital y Daisuke se ganó el cariño y la admiración de todas las chicas rehenes.

Yamato miró su pulsera.

"Gran colapso en siete minutos"

Este final feliz no duraría mucho si no cumplía la misión que le había traído hasta aquí.

Salieron al exterior y Yamato siguió sintiendo esa niebla que le perseguía desde Urano. Sin embargo no existía ya ninguna niebla palpable alrededor del centro.

—¿Y si intentamos nosotros una armor digievolución? —propuso Agumon.

Así lo hicieron, Yamato contempló con desesperación como los digimons se divertían, incluso cómo ese loro en el que se convirtió Piyomon le decía esas palabras que ya creía olvidadas: "Ey Piyomon, ¿no crees que Yamato ha actuado frío últimamente?"

Y en el momento que las dijo un chorro gélido apareció interrumpiendo la diversión.

Todos se sobresaltaron al ver que venía de MetalGarurumon y que a sus lomos venía Yamato. Comandante Ishida se estremeció al reconocer su mirada y por tanto sus sentimientos.

—Así que soy frío, ¿verdad?, tengo el corazón de hielo o mejor dicho, no tengo corazón —dijo y acto seguido MetalGarurumon disparó su aliento congelante.

—¡Sora! —gritaron todos pero tan solo Yamato fue lo suficiente rápido para tirarse sobre ella.

—¿Estás bien? —preguntó y le angustió ver su expresión. Estaba conmocionada, estaba sufriendo.

Rápidamente Taichi la ayudó a reincorporarse echando una fulminante mirada a Comandante Ishida. Definitivamente no se fiaba de sus intenciones. No obstante Yamato tenía asuntos más importantes de los cual ocuparse y esos eran él mismo. Lo analizó, no solo su mirada era gélida, también su pelo se había tornado blanquecino y sus ropajes parecían helados.

—Yamato —susurró Sora descompuesta.

—Parece que ha sufrido una extraña digievolución —dijo Koushiro. Miró a los digimons extravagantes que lo rodeaban—. Hoy creo que el Digimundo está descontrolado.

—Gabumon —el digimon tragó temeroso. Había reconocido el tono de su amigo.

—Eres tú.

—No permitiré que le haga daño a Sora —fue su contundente respuesta.

—Ya, pero eres tú —Gabumon lo miró confundido.

Yamato cerró los ojos teniendo un momento de vacilación. Apretó el dispositivo. ¿Qué debía hacer?, ¿destruirse a sí mismo o poner en peligro lo que más amaba? En cualquier caso el colapso de los mundos era inevitable. La decisión estaba tomada, jamás permitiría que Sora sufriese ningún daño en ninguna dimensión posible.

Sacó el dispositivo pero no llegó a emitir ninguna luz porque se quedó paralizado al ver a Sora dar un paso al frente.

—¿Qué haces? —se preguntó aterrado.

Mimi, a su lado, contuvo la respiración.

—Un acto de amor verdadero.

—¿Cómo en Frozen?

—¿Lo qué?

Yamato negó.

—Cosas del futuro. Te encantará la canción.

Pero quizá Mimi tuviese razón y eso era lo que Yamato necesitaba para regresar a la normalidad. Comandante Ishida quedó expectante a la escena pero preparado para entrar en acción.

—Yamato, claro que tienes corazón.

Frozen-Yamato negó y cristales de hielo salieron de su resoplido.

—No lo tengo, soy frío. Tú lo dijiste, él lo dijo.

—El digimon intruso —masculló Yamato. Ese había sido su plan: contaminar a Yamato del pasado.

—No digas eso Yamato. Tú eres bueno y afectuoso. Tienes el corazón más cálido que he conocido jamás y me demuestras tu amor cada día —prosiguió Sora, acercándose un poco más. Le tomó la mano y sintió un escalofrío. Algo de escarcha se traspasó a la suya. Frozen-Yamato pareció dudar. Comandante Ishida y los demás se esperanzaron, ¿de verdad iba a funcionar?

Yamato sintió la niebla más profunda y vio a Frozen-Yamato que se revolvía furioso como si una aguja de hielo hubiese traspasado su corazón.

—¡MetalGarurumon!

El ataque era inminente pero Comandante Ishida dio un paso al frente.

—¡Sora, yo te demostraré mi amor! —exclamó corriendo hacia ellos.

—¡Que no la toques viejo! —intentó hacerle un placaje Taichi pero fracasó cayendo al suelo.

—¡Digimental up! —exclamó Yamato alzando su dispositivo.

Y un milagro se sucedió o una singular extrañeza como todo lo que estaba sucediendo en el día de hoy, pero la cuestión es que de la nada el digiegg de los milagros con su brillante luz dorada se apareció sobre el dispositivo de Yamato y envolvió a Gabumon.

"Gabumon armor shinka: ¡Gabumon sin piel!"

El nuevo digimon se tiró contra MetalGarurumon evitando así su ataque. De hecho se quedó sorprendido como todos. Tanta parafernalia con la aparición de un exclusivo digiegg incluido tan solo para que Gabumon se quitase su piel. Era cuanto menos bochornoso.

—Esperaba algo mejor —dijo Yamato entre decepcionado y preocupado. Su camarada desnudo nada tenía que hacer contra un MetalGarurumon sin sentimientos ni piedad.

Distraídos con este nuevo suceso, no observaron que Frozen-Yamato había tomado a Sora de la muñeca y había empezado a congelarla.

—¡No, Sora! —exclamó Hikari, alertando a los demás.

—No importa, está bien, así Yamato entenderá mi amor —dijo sin oponer la menor resistencia.

Observaron aterrados su sacrificio cuando de repente un aura de amor, paz y bienestar los envolvió. Frozen-Yamato cerró los ojos y cuando los abrió volvían a tener su calidez característica, así como sus cabellos regresaban a su resplandeciente dorado y sus ropajes dejaban de estar escarchados. Cayó aturdido en los brazos de Sora.

—¿Yamato?, ¿estás bien?

El chico se revolvió. Entreabrió los ojos agotado y suspiró:

—Sora, te amo.

Y Sora lloró descontrolada de la emoción. Alzó la vista al cielo encontrando al responsable de este milagro. Un amoroso digimon hada llamado Bucchiemon, capaz de sosegar hasta el corazón más fiero y herido.

MetalGarurumon regresó a su estado de Tsunomon y Gabumon, ya recuperando su piel, lo cargó con delicadeza.

—Está todo bien —dijo.

Yamato sonrió aliviado al ver a Ken que parecía algo avergonzado con la escena.

—Me pregunté si Wormmon también podría hacer la digievolución armor.

—¡Ken los has salvado! —gritó Miyako entusiasmada.

—¡Ha sido tan "cool"! —se le unió Hikari.

—¡Sí!, y Bucchiemon es tan kawaii —dijo Mimi, achuchando a la encantadora hada.

Daisuke miró la escena con desesperación.

—¡Yo era "cool"!, ¡Ken, me robaste mi protagonismo otra vez!

Y Yamato, como todos, rio por el feliz final de los acontecimientos. La historia sería diferente y Sora tendría ese "te amo" romántico que recordaría toda la vida y Yamato un bonito mechón blanquecino en su cabello que le recordaría que no debía dejar que el frío envolviese su corazón nunca más.

Comandante Ishida miró su pulsera, parpadeaba rápidamente alertando de actividad digimon. Tampoco necesitaba de ella para saber que el intruso se encontraba cerca. Había sentido con más intensidad la desasosegante niebla que lo llevaba acompañando desde Urano.

El viento se agitó y el frío vino con él.

—Tierna estampa, lástima que no vaya a durar.

Se le heló hasta la última partícula de su cuerpo al reconocer su voz. Lo enfocó andando con lentitud apoyado en ese bastón y su mirada cambió. Se volvió gélida.

—Jyureimon* —dijo Gabumon sorprendido. Observó a su compañero con preocupación. Apretaba los puños con fiereza, estaba dejando que la niebla entrase en su corazón—. Yamato.

—¿De verdad Yamato crees que eres feliz?, ¿de verdad crees que eres capaz de amar?, ¿de verdad crees que tu familia te ama?, ¿de verdad crees que tu hija no se cansará de ti?—y rio, mientras Yamato apretaba la carta que llevaba en su bolsillo.

—Yamato —volvió a implorar Gabumon sintiendo el aura que desprendía su compañero—, él ha sido el causante de la contaminación de Yamato del pasado, no dejes que haga lo mismo contigo.

Pero Comandante Ishida no le prestó atención.

—¿Sabes quién es el destinatario de su carta? —cuestionó y Gabumon se asustó.

—¿Quieres saberlo?, te lo diré —rio el manipulador digimon.

Yamato cerró los ojos e inspiró y de repente lo sintió. La niebla ya no estaba ahí, había desaparecido al ver el rostro de sus hijos en su cabeza, el de su esposa y al sentir a su alrededor a Gabumon y todos sus amigos. No importaba el tiempo o la distancia, ellos siempre lo arroparían. Su corazón latió con toda la amistad que desbordaba.

Abrió los ojos y sonrió.

—En realidad… se lo preguntaré yo mismo. ¡Gabumon!

"Gabumon shinka: ¡WereGarurumon!"

—¿Cómo? —Yamato del pasado, ayudado por su novia dio un paso hacia la batalla— Es WereGarurumon —dijo emocionado.

Con esa revelación, Sora observó al adulto.

—Eres tú.

—Aquí Comandante Ishida solicitando permiso para abrir espacio virtual de reclusión.

"Permiso concedido". En su pulsera se abrió una puerta y la enfocó contra la batalla.

—¡Ahora WereGarurumon!

"Engetsu Geri"

Con una espectacular patada voladora que lanzó un haz de luz mandó al anciano y malévolo digimon árbol hacia el espacio virtual. El espacio se bloqueó automáticamente y las líneas de las dimensiones volvieron a la normalidad. El gran colapso había sido neutralizado una vez más.

"Dimensión C19 registrada."

Yamato respiró aliviado y Gabumon regresó a su forma. Al volverse vieron que estaban absolutamente rodeados por sus amigos, curiosos e incluso progenitores.

—¡Eso sí que fue "cool"!—exclamó Hikari.

—Otro que me robó el protagonismo —pataleó Daisuke.

Y entre aclamaciones y todo tipo de indiscretas preguntas se encontró ante él a Sora y Yamato que lo miraban totalmente alucinados pero también con una complicidad que reconoció.

Sonrió, dándole un golpe en el cogote al joven Yamato.

—No dejes que te vuelvan a llenar la cabeza de tonterías.

—No pasará más —dijo, observando de reojo a Sora—, ahora sé lo cálido que es mi corazón.

—¿Así que era usted quien me dijo te amo bailando tap? —preguntó Sora con una extraña sonrisilla.

Comandante Ishida se ruborizó.

—Creí que debías saberlo —dijo al fin— aunque fuese de esa forma ridícula.

—Está bien, fue inolvidable —aceptó Sora, compartiendo una mirada con su novio.

—Sí, a mí mujer también se lo parece —respondió Yamato provocando un leve sonrojo en los adolescentes. Miró el reloj, pronto sería hora de cenar— y por cierto, tengo que regresar ya con ella o me matará. ¡Vamos Gabumon!

El digimon alcanzó a su camarada.

—Sora, recuerda darle siempre los chocolates a Yamato para que no se ponga celoso de vuestros hijos —dijo antes de seguir los pasos de Yamato que ya lo miraba de forma amenazante.

—¡Hijos! —Sora quedó en shock pero Yamato la devolvió a la realidad, a su primer San Valentín juntos, con un beso.

Un acto de amor verdadero.

...

—Estoy harto de tanto hielo —bufó Yamato, ya con su traje de astronauta, una vez materializado sobre el helado planeta Urano—, cuando vuelva a casa planearé unas vacaciones al desierto. Total, ya no te avergüenza ir sin piel, ¿no? —miró a su camarada con travesura.

—No seas malvado —se quejo el digimon provocando las risas de Yamato.

En pocos minutos ya dejaban el inexplorado planeta con su enigmática atmósfera nubosa atrás y se dirigían a su órbita. Yamato comprobó las coordenadas pero no se animó a abrir la puerta espacio-digital todavía. Se había llevado la mano al bolsillo, sacando de ella la carta que había robado a su hija aquella mañana. La que había provocado la niebla a su alrededor, la oscuridad a su corazón.

—¿Vas a abrirla?

Yamato negó.

—Se la devolveré a Aiko. Espero no esté muy disgustada por no habérsela podido dar al chico en cuestión.

El digimon lo miró con asombro.

—¿Lo dices en serio?

—Es bueno que mi hija tenga un gran corazón repleto de amor desde tan pequeña y que esté dispuesta a entregarlo. No quiero que dude nunca de la calidez de su corazón —argumentó con una mezcla de orgullo y resignación.

—¿Y dejarás que tu Ai-chan tengo novio?

—Por supuesto que no —negó Yamato ante tan ridícula propuesta—, pero si sé que chico le gusta, sabré a quien vigilar y matar en un futuro.

—Yamato —regañó el digimon mientras su camarada, con una sonrisa de satisfacción accionaba la puerta espacio-digital. Segundos más tarde ya sobrevolaban la Tierra y Yamato sintió que hasta olía el rico aroma del chocolate casero de su esposa.

—¡Ya estoy en casa! —exclamó Comandante Ishida nada más entrar por el umbral de su casa.

Pudo escuchar hasta los grillos del jardín porque nadie salió a recibirle. Ahí se quedó unos instantes parado con los brazos extendidos preparado para sus abrazos. Gabumon en cambio, guiado por su olfato, entró directo a la cocina.

—¡Gabumon! —escuchó las efusivas exclamaciones de sus hijos e hizo una cuenta regresiva de tres segundos cerrando los ojos. Al abrirlos sus hijos ya estaban junto a él, colgándosele por todas las extremidades existentes.

—¡Papá has vuelto! —exclamaba el pequeño Yuujou chocolateándole toda la ropa.

—¡Papi probarás mi chocolate! —exclamó Aiko, metiéndole una chocolatina en la boca.

Yamato jugó con ellos como era su costumbre, achuchándolos y dándoles volteretas por los aires, hasta que Sora, que contemplaba la escena con una tierna sonrisa, se acercó.

—Venga niños, estáis manchando a vuestro padre —con paciencia y mimo despegó a sus hijos de su padre que empezaron a asaltar a su alrededor contándoles todas las anécdotas de su día.

—¿En serio?, ¿tantas se te declararon? —preguntó Yamato a su benjamín que estaba preocupado por su situación de tener que ser novio de seis niñas pero encantado con todo el chocolate recibido. Enfocó a su hija—, ¿y tú cielito?, ¿te declaraste a algún chico?

Sora se atragantó.

Nunca creyó ver a su celoso esposo preguntar algo así a su cielito del alma y mucho menos con ese tono amable que consiguió impostar. La niña en cambio lo miró con indiferencia.

—Claro que no.

Sintiéndose culpable, Yamato sacó la carta del bolsillo de su cazadora.

—¿Porque te faltaba esto?

La niña saltó hacia el sobre como una exhalación.

—¿Lo tenías tú?

—¿Qué es eso Yamato? —inquirió Sora con sospechas.

—Bueno… —se rascó la nuca, buscando la forma de sonar lo menos penoso posible, pero entonces alguien llamó a la puerta.

—Debe ser él, me dijeron que vendría a la hora de cenar —apresuró a abrir Aiko.

Extrañados, los padres siguieron sus movimientos, sobresaltándose al ver entrar a Boltmon.

—¡Piyomon, Gabumon! —llamó Sora, arrastrando con el brazo a su hija tras de sí.

—Pero mamá, se lo tengo que dar —se entercó la niña, buscando acercarse al digimon.

—Quédate ahí… —ordenó—, ¡Piyomon!

Los digimons aparecieron y tras el susto inicial Piyomon se puso en guardia delante de Sora, sin embargo Gabumon quedó a la expectativa junto a Yamato.

—Disculpen que me presente así —habló Boltmon—, pero me dijeron que tras tantos años por fin aquí alguien me daría un corazón.

Sora pestañeó estupefacta, recordando entonces cuando había visto a ese digimon en el pasado. El San Valentín donde fue secuestrada por él en Ginza, el primer San Valentín como novia de Yamato.

Aprovechando la confusión de su madre Aiko se adelantó.

—Sí, soy yo. Toma —y le entregó la carta.

Rápidamente Sora reaccionó para volver a colocar tras su cuerpo a su hija pero todos observaron asombrados los acontecimientos. Boltmon abrió el sobre sacando de él un corazón recortado en cartulina que milagrosamente entró en su interior. Un aura de paz y amor les envolvió a todos.

—Gracias —dijo el digimon y se fue.

—¡De nada! —exclamó la niña, saludándole con la mano encantada. Acto seguido se volteó a sus padres— ¿Cenamos ya?

Sora, aún aturdida por todo lo que acaba de ocurrir, miró a su esposo que portaba una extraña sonrisa; aliviado por saber que su hija no se gustaba de ningún chico y por tanto no iba a declararse. Encantado por cerciorarse de que todavía seguía siendo el hombre al que destinaba todo su inocente e incondicional amor.

—Eso fue muy extraño, ¿no? —dijo la mujer.

Yamato la miró y se encogió de hombros.

—Creo que hoy nada me parece extraño.

Seguidamente la abrazó y Sora fue asimilando lo ocurrido, porque en los brazos de Yamato, todo siempre era más fácil y tenía más sentido. Tras unos segundos Yamato fue a separarla pero esta se resistió.

—Espera, me gusta escuchar tu corazón —dijo amorosamente—, tu grande y cálido corazón.

Yamato sonrió enternecido, repleto de ese amor infinito, ese que siempre impediría que ninguna niebla volviese a intentar cubrir su corazón. Finalmente logró que alzase la cabeza y la besó, dando así por concluida su misión.

-OWARI-

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N/A: gracias por leer. Se lo dedico a todos los que me apoyaron con este singular fic en especial a mi querida Sku a la que siempre le entusiasmó la actividad y me anima a que siga dando vida a Comandante Ishida. ¡Gracias de corazón!

* Jyureimon también conocido como Cherrymon es el digimon que en adventure confunde a Yamato para que luche contra Taichi.

Soratolove/sorato4ever

8/2/17